jueves, 13 de marzo de 2025

IBON MARTIN: ❝Alma negra es un libro que cierra una tetralogía perfecta y redonda❞

La gripe A me tumbó. La pillé días después de mi encuentro con Ibon Martín en Sevilla y me ha tenido fuera de combate dos semanas y, luego, una semana más con secuelas varias. Todavía me perdura la tos pero, al menos, he dejado de arrastrar mi cuerpo. Por eso esta entrevista ve la luz tan tarde, aunque, como dice el refrán, nunca es tarde si la dicha es buena. Y esta dicha es buenísima.

Ibon llegó a Sevilla una tarde de cielo gris y fina lluvia para promocionar su última novela, Alma negra. Se trata de la cuarta entrega del universo capitaneado por Ane Cestero y su equipo. Vuelve Martín a llevarnos de la mano hacia el País Vasco, para mostrarnos un paisaje abrupto y herido como son los Montes de Hierro, a unos veinte minutos de Bilbao. Se trata de una tierra llena de leyendas y mitos que también tendrán su protagonismo en la novela. Como siempre, el lector se topará de bruces con un cadáver pero esta novela tiene mucho más. Os dejo con nuestra conversación.

Marisa G.- Ibon, un placer tenerte en Sevilla y volverte a ver. Creo que nos vimos con la anterior, con La danza de los tulipanes [En realidad, fue con La hora de las gaviotas]. Con la última no te vi o no coincidimos.

Ibon M.- Con El ladrón de rostros tenía que haber aterrizado en Sevilla pero mi avión no pudo aterrizar por la niebla y se canceló el viaje.

M.G.- Ah. Entonces no pisaste tierra.

I.M.- Pisé tierra pero no tierra sevillana. 

M.G.- Entiendo. Bueno, cuarta y última entrega de la saga de Ane Cestero. Me consta que te ha caído regañina que mucha gente que sigue la saga te lo ha preguntado. ¿Por qué cerrar la saga? ¿Te has cansado del personaje?

I.M.- No, no, no me he cansado y no quiero cansarme tampoco. Mira, soy muy lector y también me gusta mucho consumir series de televisión, y siempre me queda la sensación de que, tanto mis colegas escritores que escriben sagas como las series, pecan de querer estirar demasiado las situaciones y los personajes. No quiero que me pase eso. Desde el primer momento me planteé que, como mucho, haría cuatro novelas e igual menos. Finalmente han sido cuatro y me da mucha pena acabar porque Ane Cestero y Julia tienen todavía recorrido pero creo que es mejor así.

M.G.- A mí me parece un planteamiento inteligente porque es verdad lo que comentas que, a veces, se intentar estirar demasiado el chicle y creo que, al final, el producto que resulta es de peor calidad que aquel del principio.

I.M.- Sin ninguna duda. Es lo que pasa siempre que llega un punto en el que tienes la sensación de que se están repitiendo y yo no quería que me pasara algo así. 

Creo que Alma negra es un buen cierre. Se puede leer de manera independiente aunque es verdad que da respuesta a algunas de las preguntas, a nivel personal, que tenían los lectores de estos personajes. En Alma negra se da respuesta a todas ellas y creo que es el momento de decir ya. Alma negra es un libro que cierra una tetralogía perfecta y redonda. Dejémoslo ahí. Ahora no sé qué vendrá. 

M.G.- Te he escuchado decir que el 1 de marzo te tienes que sentar a escribir.

I.M.- Sí. Me tengo que sentar a escribir porque me gustaría que, como mucho, tener libro nuevo en dos años. Eso supone empezar a escribir y a pensar. No te voy a negar que voy pensando ya. De hecho, mi idea es que, en cuanto tenga un rato libre, aquí por Sevilla, darme un paseo por la orilla del Guadalquivir y pensar. No buscando localizaciones porque lo que sí sé seguro es que la novela nueva estará situada en el País Vasco y será un thriller pero, para mí, la mejor manera de pensar es caminar con una libreta y un boli en la mano. Así es como me surgen todas las historias.

M.G.- Alma negra es el título de esta nueva novela. Nos propones una trama doble. Por un lado, el lector va a ser testigo de la investigación de la muerte de Teresa Echegaray, que es una empresaria que quiere impulsar la reapertura de unas minas de hierro. Por otro lado, vamos a tener un caso mucho más personal que atañe a Julia. Y claro, ese caso de Julia nos lleva acompañando un cierto tiempo. Me refiero a la trama de los bebés robados, de la que se ha escrito y dicho mucho pero tengo la sensación de que todavía hay mucho que desvelar sobre esta cuestión.

I.M.- Sí, bueno, sobre el tema de los bebés robados, creo que conocemos una mínima parte. En el momento en que me puse a documentarme para esta novela sabía que en Bizkaia había existido uno de los puntos importantes de robos de bebés a nivel de toda España pero la cosa iba mucho más allá de lo que yo creía en un principio. Había estamentos muy importantes dentro de esa trama, gente importante del poder social, económico o judicial. No es algo que se quedara en un convento y en un par de ginecólogos que practicaban mal su trabajo, sino que iba bastante más allá. De algún modo quería que todo eso estuviera en Alma negra.


[Si prefieres oír nuestra conversación, clic al video]


M.G.- Y en esta novela también tocas la industria de la minería, la reapertura de una mina. Ahora estamos viendo que muchas minas que estaban cerradas se van a volver a abrir. Un tema polémico porque tiene muchos  pros y muchos contras.

I.M.- Claro que tiene pros y contras. En su día, cuando las minas estuvieron abiertas, generaron dinero, pero fue un dinero que costaba mucho sudor y mucha sangre, porque al final las minas pues traen también contaminación, trabajos precarios, accidentes,... A día de hoy, cuando se pretende reabrir una mina no es tan fácil como en el pasado. Antes llegabas, abrías una mina y nadie venía a enfrentarse pero ahora, ya vemos la contestación que hay en todos los pueblo en los que se quiere reabrir una mina. Hay gente a favor y gente en contra. Es lo que ocurre en los Montes de Hierro, en Bizkaia. El hierro vuelve a ser rentable y se pretende reabrir la mina pero la gente que vive ahí, en esos montes, no quiere volver a oír hablar de la mina. Es un tiempo que dan por cerrado y no lo recuerdan con especial cariño. Así que, en la novela, la promotora de esa reapertura va a morir asesinada. La investigación nos va a llevar de lleno a ese territorio minero y vamos a descubrir todos sus secretos.

M.G.- Entiendo que, tras la muerte de Teresa Echegaray, habrá viejas rencillas.

I.M.- Tras la muerte de Teresa vamos a ver que hay muchos posibles sospechosos y sí, nos vamos a encontrar muchas rencillas, tanto viejas como actuales. Son rencillas que surgen a partir de que alguien de clase alta, y que vive en la margen derecho del Nervión, donde viven los grandes empresarios vascos, pretende reabrir una mina en la margen izquierda que es la parte donde vive la mano de obra. Nos vamos a encontrar esa nueva rencilla pero también rencillas heredadas del pasado que surgieron precisamente por la mala gestión que se hizo de la mina en los últimos tiempos y que llevó a mucha gente de la zona a odiar a los propietarios de la mina.

M.G.- Y como novedad, vamos a tener a una Ane Cestero que ha colgado el hábito. Ha tenido que entregar arma y placa porque está suspendida de empleo y sueldo. Ahora regenta un tostadero de café. ¿Cómo encaja en su nueva situación, alejada del mundo policial? 

I.M.- Ane Cestero es la gran protagonista de la serie. Tenemos también a Julia y a otros personajes con mucha fuerza pero Ane Cestero es la gran protagonista que ha sabido rehacer, en cierto modo, su vida. Ella es una policía vocacional al 100% pero ha tenido un problema con Asuntos Internos por haber disparado a un sospechoso. Eso se ha traducido en una suspensión por eso ha montado un tostadero de café y lo lleva bien pero se da cuenta de que echa de menos su trabajo. 

Julia le va a pedir ayuda para intentar desvelar una serie de preguntas que han surgido en relación a su madre biológica. Julia es una niña roba y Ane, por ayudarla, va a estar a punto de perder la vida. La vamos a ver enfrentándose a una investigación sin ser policía, sin pistola, sin placa y sin ninguna facilidad.

M.G.- ¿Por qué lo del tostadero de café? A una tía así de dura le pegaba más un bar de copas o algo así.

I.M.- Es cierto, pero me gustaba la idea de jugar con eso. En todas las novelas previas hemos visto a Ane consumiendo mucho café. Ella necesita mucha cafeína. Por eso me gustaba la idea. Ane se ha retirado a un pequeño pueblo de interior, entre las montañas, va a vivir con su novio pastor y la vamos a ver tostando café en el garaje. De repente, ha adoptado una vida mucho más monacal de lo que en apariencia le pega. Me gustaba jugar con ese contraste y creo que, en cierto modo, le va bien haber cambiado la costa por la montaña, le va bien haberse echado un novio y estar ahí, tostando café pero bueno, enseguida se lo van a poner difícil.

M.G.-  Pero esto de tostar café... ¿Qué sabías del tema? Habrás tenido que estudiar sobre el tema.

I.M.- Sí, claro. Detrás de una novela siempre hay mucha documentación. Y la documentación. En este caso, he tenido que visitar un tostadero que tengo cerca de casa. Les conté lo que quería hacer y me pasé una mañana allí con ellos, viendo cómo lo hacían y alucinando del olor maravilloso a café tostado y sin tostar. Aprendí todo tipo de terminología para poder llevarla a la novela. 

M.G.- Comentas que Cestero es la gran protagonista de la novela, pero quizá, en este caso, ¿no le cede un poco de protagonismo a Julia? Porque en el caso de la muerte de Echegaray será Julia la que lleve la voz cantante.

I.M.- Es verdad que en esta novela Julia cree muchísimo como personaje. El lector va a empatizar mucho con ella porque va a pasar momentos realmente malos. Vamos a ver a una Julia mucho más vulnerable de lo habitual, padeciendo ataques de ansiedad con los que creo que muchos lectores se van a sentir identificados porque es el pan nuestro de cada día.

M.G.- ¿Y de qué manera va a influir esa faceta personal a la hora de enfrentarse al caso de la investigación criminal?

I.M.-  Es verdad que la vamos a ver muchas veces descentrada, asustada y vulnerable pero creo que lo que más aporta Julia a esta novela es la humanidad. Julia siempre ha sido el personaje más humano de mis novelas pero ahora la vamos a ver mucho más cercana. Vamos a sentir mucha empatía y nos vamos a ver muy identificados con ella.

M.G.- Entre Ane y Julia vamos a ver una relación basada en un término que usamos mucho ahora, la sororidad. ¿El resto del equipo sigue igual de compacto?

I.M.- Sí. Es un equipo envidiable. Tienen muy buen rollo entre ellos pero claro, no todo es perfecto. Les van a poner todo tipo de trabas porque hay policías que se quieren quedar con una investigación tan mediática como la de Teresa Echegaray y están decididos a hacer lo que haga falta para arrebatarles la investigación. Así que, por un lado, vamos a encontrarnos con la unión que existe entre los miembros del a UHI pero, por otro lado, veremos los ataques que sufren desde fuera de la Ertzaintza, que, por desgracia, son situaciones más o menos reales. 

Dentro de la policía, como dentro de cualquiera de nuestros trabajos, muchas veces no son los buenos los que consiguen liderar las comisarías o los equipos, sino que hay gente más experta en hacer la pelota o en venderse bien por los pasillos. Así que, vamos a ver también la realidad de ese mundo.

M.G.- La acción se sitúa en esos Montes de Hierro, en Meatzaldea. ¿Cómo es esa zona que yo no conozco?

I.M.- Es una zona fascinante, un regalo magnífico para un escenario de novela y una visita que, de verdad, recomiendo mucho cuando se vaya al País Vasco. Está muy cerquita de Bilbao, a unos veinte minutos, pero nos alejamos de la ría, subimos a cuatrocientos metros de desnivel y, a partir de ahí, entramos en los Montes de Hierro o en Meatzaldea, que es la palabra en euskera. En realidad, Meatzaldea quiere decir zona minera. Y lo que nos encontramos es un territorio donde había hierro, un terreno totalmente herido por grietas, cicatrices, bocaminas, y todo tipo de artimañas para poder robarle el metal a la tierra. En algunos puntos es bonito, porque algunos pozos que estaban hechos a cielo abierto se han inundado al abandonarse las minas y hoy son lagos que aparentemente los ves y tienen además aguas de color verde y tal. Claro, son verdes por los tóxicos que tienen todavía y desde luego que es un entorno en el que la naturaleza y el daño que le ha hecho el hombre se funden y crean un paisaje inquietante, bello y siniestro al mismo tiempo.

Los pequeños pueblos que hay por allí se levantaron con casas muy humildes, justo para los trabajadores de la mina. Muchos de ellos han caído en el olvido, otros siguen, pero han bajado mucho en población. Es una zona sobre la que flota todo ese pasado minero y hables con quien hables, siempre lo hacen de la mina.

M.G.- Una zona con muchas leyendas. De hecho, el título hace referencia a historias de antaño. ¿Qué o quién es Alma negra? ¿Y quién es la joven que danza?

I.M.- Los Montes de Hierro son muy ricos en leyendas tristes. Es una zona de sudor y sangre y eso se ha trasladado a las leyendas. Por ejemplo, la joven danzante la encontramos en la mina principal de la zona. La cueva de la Magdalena tiene una ermita dentro. Cuando entras te das cuenta de que ahí justo comienzan las galerías mineras porque aprovecharon la propia abertura natural para hacer las galerías de kilómetros. Cuenta que allí se quiso suicidar una joven de nombre Magdalena. No lo consiguió y los padres, agradecidos, mandaron construir la ermita pero, de algún modo, el espíritu de esa joven permanece en ese lugar y aparece de vez en cuando danzando desnuda, haciendo sonar unos cascabeles en la boca de la cueva.  Dicen que quien la ve va a tener muy mala suerte en la vida.

Por otro lado está Alma negra que es una historia más terrible todavía. Es una sima localizada junto a la cueva. Es ahí donde aparece Teresa Echegaray asesinada pero también se cuenta que ahí se suicidó un hombre muy malo, que tenía el corazón de hierro, un millonario que había hecho mucho dinero en América vendiendo esclavos. Por distintos avatares terminó suicidándose allí y cuenta que aquel día, los ríos de la zona manaron sangre y, desde entonces, en los días de niebla, se pueden oír los lamentos de Alma negra deambulando por ahí, en busca de alguien a quien pasarle su maldición. A mí esta leyenda me vino muy bien para la novela porque, en el momento en el que se produce el asesinato de Teresa, se produce una sugestión colectiva enorme. Todo el mundo empezará a hablar del regreso de Alma negra. La gente empezará a pensar que están en peligro y se preguntan quién será el siguiente en morir, a quién le pasará su maldición. 

M.G.- En todos los pueblos o ciudades hay leyendas pero es verdad que en la cornisa cantábrica, en Galicia, Asturias, País Vasco es una zona como plagada de historias. ¿A qué se deberá eso? ¿Por qué tantas leyendas en esa parte de España?

I.M.- Pues yo lo achaco a una cosa que tiene que ver con el clima. Creo que, cuando no teníamos ni televisión ni radio, ni ninguna otra manera de entretenernos en casa, la gentes se sentaba junto al fuego a contar historias, sobre todo si hacía mal tiempo y estaba lloviendo. Eran historias que iban pasando de generación en generación. Por otro lado, nuestro aislamiento geográfico, nuestros bosques, nuestras cuevas, porque tenemos muchas en el norte, han fomentado un cierto miedo a la naturaleza, a lo desconocido. ¿Y qué tipo de historias surgían? Pues historias en las que había algo amenazante ahí fuera. Pero en otras zonas, como puede ser Andalucía, con un clima más favorable, lo que apetecía era sentarse a la fresca a charlar entre vecinos. No eran de casas de puertas para adentro. Hay otros lugares que también son muy ricos en leyendas como los países escandinavos y por lo mismo, porque el clima es muy malo. También es una zona con personajes mitológicos a patadas.

M.G.- Tú eres de los que gusta visitar los escenarios para tus novelas. Pero no es lo mismo irse a Hondarribia y mezclarse con la gente en el Alarde que meterse en esa cueva de la Magdalena. ¿Has tenido que hacer muchas incursiones para ambientarte y documentarte?

I.M.- Las he tenido que hacer, sí. Las he disfrutado y las he temido al mismo tiempo. De hecho, cuando le comenté a mi editora cuál iba a ser el escenario, la llevé a ver la cueva. Entramos allí con linternas y creo que ni ella misma se podía creer que hubiera un escenario tan perfecto, tan idílico para la novela negra, una cueva convertida en una mina. Cuando entras allí empiezas a ver la inmensidad de todo aquello. A la tierra se le arrancaron millones de toneladas de hierro y por eso hay una serie de huecos subterráneos en los que llega a caber varias veces la catedral de Bilbao. O sea, son espacios enormes que no vas a abarcar con tu propia linterna y espacios en los que, si apagas la linterna, no ves absolutamente nada y solo oyes el silencio y las gotas que caen por doquier, incluso algún arroyo que pasa por debajo y que luego sale a la superficie y fue el que se tiñó de rojo cuando murió Alma negra. El lugar es espectacular y realmente invita a pasear por allí, a perderte, aunque es verdad que no te quitas de encima cierto temor.

M.G.- Sí, porque a ver si se te va a aparecer la joven danzando. 

I.M.- U oigo los lamentos de Alma negra. En cualquier caso, cada vez que he ido allí he ido con más de una linterna por si me falla alguna.

M.G.- Hiciste bien. Oye, escuché por casualidad los problemas, entre comillas, que te causó publicar La danza de los tulipanes en Hondarribia.

I.M.- Fue con La hora de las gaviotas.

M.G.- Cierto.

I.M.- ¿Recuerdas que la novela empieza con el asesinato que se lleva a cabo en el momento en el que desfilan las mujeres durante el Alarde, pero el pueblo levanta los plásticos negros para no ver a esas mujeres, para invisibilizarlas? Es un tema del que no quieren oír hablar en el pueblo. Cuanto menos se hable más podrán seguir adelante con su locura, como pasa con el toro de la Vega en Tordesillas. No quieren que haya espectadores porque sin espectadores pueden hacer lo que quieran. Así que no pude ir a presentar la novela allí. Me consta que además hubo librerías del pueblo que retiró la novela. Fue algo bastante desagradable.

M.G.- Imagino. Creo que es la primera vez que escucho que a un autor lo vetan de este modo.

I.M.- No sé si será la primera vez que ocurre. Desde luego, a mí sí es la primera vez que me sucede. Generalmente, la gente de los lugares en los que localizo mis novelas suelen estar muy agradecidas porque es una manera diferente de ver su pueblo. Precisamente, si localizo una historia en los Montes de Hierro es porque, de algún modo, amo esos montes y quiero pasarme un año entero viviendo, aunque sea mentalmente y a través de las letras, en ese lugar. 

M.G.- Pues sí. Y una cosa, creo que ya es una etiqueta acuñada, lo del Euskal Noir, la novela negra de Euskadi. Unos cuantos autores habéis contribuido a que se cree esa etiqueta literaria. Y en ello ha contribuido mucho la orografía, el paisaje de la zona. Todo eso es un plus para estas novelas.

I.M.- Sí. Creo que hay una serie de factores como esa orografía, el paisaje, el clima tan duro, con semanas de lluvia y nieblas matinales, tanto en la zona costera como en el interior, o el aislamiento geográfico porque todo está como al final del mundo. A eso se suma la propia mitología y las leyendas, que te ayudan a generar un trasfondo para los libros, un trasfondo real, que ayuda a enriquecerlos. Al final, todo eso ha permitido que se cree esta corriente que, por suerte, cada vez funciona mejor y no solo dentro de nuestras fronteras, sino también fuera.

M.G.- Sí, porque estás publicando ya en Holanda, ¿no?

I.M.- Sí, en Holanda publico muy bien. Mis libros están traducidos a diez idiomas y también se venden en Latinoamérica. Pero sí, Holanda es un país en el que curiosamente, funcionan muy bien. 

M.G.- ¿Y cómo haces para concentrarte en los bares para escribir? ¿Cómo te alejas de ese ruido ambiente?

I.M.- En cierto modo, me resulta mucho más fácil concentrarme en un lugar con ruido, con el olor al café. Estando solo en casa o en una biblioteca, el silencio me distrae mucho más que el ruido de alrededor.

M.G.- ¿Y siempre escribes en el mismo bar?

I.M.- No, no siempre. Voy moviéndome de un lado para otro y, de hecho, me gusta mucho acercarme a los escenarios y escribir en los bares de los propios escenarios. Por ejemplo, para mí escribir en alguno de los bares de la Arboleda, del pueblo principal de los Montes de Hierro, ha sido una maravilla, porque allí mismo estás dentro del escenario, puedes escuchar conversaciones que tiene la gente  y, de vez en cuando, te paras y hablas con ellos.

M.G.- Está bien así.

El otro día entré en tu página web. No había entrado nunca y me encontré con información sobre tus novelas. Descubrí que tenías una novela histórica. Ahora que vas a empezar un nuevo reto, no sé si se te puede colar otra novela histórica.

I.M.- Ha sido una de las decisiones que he tenido que tomar y me ha costado, porque sí me apetece afrontar algún día otra novela histórica. Disfruté mucho escribiendo aquello y además tuvo tirón. Es una novela que ha funcionado muy bien. Pero, ahora mismo, me llama todavía más la novela negra y, por lo menos, seguro que haré una novela negra más o más de una, no lo sé todavía. Será negra, se ubicará en Euskadi y, a  partir de ahí, no sé mucho más. 

M.G.- Bueno, pues nos veremos dentro de dos años, quizá, cuando vengas por aquí. Pero no quiero cerrar esta entrevista sin preguntarte si te gustó el Vodka rosa. [En una presentación de la novela en la que compartió escenario con Mikel Santiago, este le regaló una botella de vodka rosa porque es lo que suele beber Ane Cestero]

I.M.- Bueno [se ríe]

M.G.- Las cosas de Mikel.

I.M.- Las cosas de Mikel, sí. Es maravilloso. De repente, se presenta y te viene con una botella de vodka rosa, en recuerdo de aquel cruce de caminos que hicimos. Eso demuestra el buen rollo y la amistad que tenemos. Y esto no solo ocurre con Mikel Santiago, sino también con María Oruña o con otros autores de novela de suspense. Al final, creo que comprendemos que no somos competencia sino que somos compañeros. El lector no lee un único libro y ya no lee más. El lector necesita que le den diferentes libros, incluso del mismo género. En cierto modo, unos alimentamos a los otros.

M.G.- Pues lo dejamos aquí, Ibon. Muchas gracias por atenderme. Un placer tenerte en Sevilla, leerte y que nos descubras el País Vasco porque nos descubres lugares con tus novelas y nos dan ganas de viajar.

I.M.- De eso se trata. Muchas gracias.

Sinopsis: BAJO LA NIEBLA BLANCA SE OCULTA UN ALMA NEGRA

Aunque hace décadas que las minas enmudecieron en los Montes de Hierro, en la quietud de la noche aún pueden oírse los lamentos desesperados de las almas que quedaron sepultadas en su vientre de roca. La aparición del cadáver de Teresa Echegaray, la poderosa mujer que pretende reabrir la explotación, despierta entre los habitantes de la cuenca minera el miedo a las leyendas dormidas y reaviva el rencor acumulado durante largos años.

La investigación del asesinato se ve lastrada por un acontecimiento que sacude la vida de Julia. Cuando parece que al fin ha llegado la hora de cicatrizar una dolorosa herida de su pasado, no encuentra la respuesta que busca, sino nuevas preguntas y una misión para Ane Cestero quien, despojada de su uniforme y su placa, tendrá que resolver el rompecabezas armada únicamente con su instinto. Juntas se enfrentarán al caso más complicado de su carrera.

El rey del thriller atmosférico nos traslada a su escenario más extremo: la zona minera de Bizkaia. Un territorio donde las ruinas del pasado industrial han sido reconquistadas por la naturaleza dando lugar a un paisaje de belleza inquietante y sobrecogedora.

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