jueves, 30 de enero de 2025

LUIS GARCIA JAMBRINA: ❝La lozana andaluza me parece uno de los personajes más atractivos de la Historia de la Literatura española❞

El pasado día 15 pude conversar nuevamente con Luis García Jambrina, autor de la conocida saga protagonizada por Fernando de Rojas, el autor de La Celestina, al que el novelista zamorano convierte en pesquisidor de la Corte española. García Jambrina llegó a Sevilla para promocionar su última novela, El manuscrito de sangre, que constituye el volumen séptimo de la serie. En esta ocasión, el autor hace viajar a Fernando de Rojas hasta Roma. Con la misión de investigar la misteriosa muerte del papa Alejandro VI. En esta novela, el lector podrá codearse con esa familia a la que persigue una leyenda negra, los Borgia. 

Os dejo con nuestra conversación.

Marisa G.- Luis, un placer tenerte otra vez en Sevilla con otra entrega de la saga protagonizada por Fernando de Rojas. Tienes estas novelas y no hace mucho también lanzaste otro título sobre Unamuno. Querría preguntarte, al margen de que son dos nombres muy importantes de la literatura española, ¿por qué pones el foco precisamente en estos dos autores? ¿Qué es lo que te atrae de ellos, su persona, su literatura,...?

Luis G.J.- Bueno, esto tiene una prehistoria, de cuando escribía relatos breves y no novelas. Me empecé a centrar en escritores en el mundo literario. ¿Y por qué? Porque veía que en la Historia de la literatura, sobre todo la española, había muchos enigmas y misterios literarios en torno a grandes libros y figuras como el lazarillo, la celestina, el propio Cervantes, Unamuno,... Empecé a trabajar en ese territorio que creo no había explorado nadie, por lo menos de manera continuada, y así me salió la primera novela. No fue algo premeditado. En principio, iba a ser un cuento pero me salió una novela, El manuscrito de piedra. Fue ahí cuando encontré un territorio.

Mis novelas se definen como thrillers históricos, mezcla de novela histórica y novela negra, pero, sobre todo, son novelas de personajes. Para mí lo más importante es el personaje, personajes muy poderosos, con muchos recovecos, muy complejos y con una parte enigmática, más o menos. A raíz de esa novela, me di cuenta que aquello daba para una serie. Y las novelas que he escrito entre medias van también por ahí. Tengo una sobre Cervantes, menos conocida que estas, pero que también funcionó muy bien. Trata sobre la vida de Cervantes, contada por su peor enemigo. O sea que esto da mucho juego. Yo no entiendo por qué no se hacen más cosas de este tipo.

M.G.- Bueno, ahora estamos viendo más novelas así, protagonizadas por otros escritores españoles, que funcionan como detectives y demás. Parece que se ha puesto de moda.

L.G.J.- Sí, y viene de ahí, para qué vamos a engañarnos. Lo que pasa es que se olvidan del origen. Y encima, como he empezado otra serie, parece como que me he sumado a esa moda con las novelas de Unamuno, cuando resulta que viene de atrás. Pero bueno, me parece fenomenal, muy bien, porque siempre vi que ahí había mucho camino por explorar, que son personajes muy potentes, con mucho que decir, con una mirada especial sobre el mundo, aunque claro, no cualquier personaje tiene una mirada propia.

M.G.- El manuscrito de sangre es la séptima entrega de esta saga. Teniendo en cuenta que las cuatro primeras, en su título, tenían mucho que ver con los cuatro elementos, ¿en principio pensaste en enfocarte en esas cuatro primeras y luego decidiste seguir explorando el terreno?

L.G.J.- Sí, porque parecía que interesaba. Me encontré un territorio, un filón, y opté por hacer una tetralogía, siguiendo la pauta de los cuatro elementos. Y cuando acabé, volví a hacer otra tetralogía. Me pareció algo muy natural. Cuando salga la octava, ¿qué haré? Pues ya no lo sé. Meterme en otra tetralogía lo veo difícil, pero sí que puedo hacer una secuela o una precuela, que me apetece mucho. Pero bueno, esto es hablar por hablar. No he pensado mucho en ello. Sólo he pensado en terminar la tetralogía que completarán ocho novelas. El ocho es un número mágico. Y luego dependerá siempre de los lectores, que te sigan pidiendo más. Uno, por mucho que se empeñe, no puede matar a un personaje. Si el personaje sigue vivo, pues, al final, tienes que volver un poco sobre él, pero ya será de otra manera. 

M.G.- A través de tus novelas has movido a Fernando de Rojas por muchos escenarios dispares y por muchas horquillas temporales. ¿En qué te basas para elegir el contexto histórico, el tiempo, el espacio, a la hora de desarrollar estas novelas?

L.G.J.- Generalmente viene todo por los personajes. No ya solo por el protagonista sino que te vas tropezando con otros personajes, como, por ejemplo, fue el bufón de Carlos V, don Francés de Zúñiga, que encima había muerto asesinado y escribió un libro. Eso te condiciona. Ese personaje te lleva a la Corte o a Béjar, donde lo mataron. Pues ya está, ahí tienes Béjar y Salamanca, dos espacios que te vienen dados por el personaje.

La anterior, la de Nebrija, pues también me trajo aquí, a Sevilla. Aquí estaba el gran inquisidor Diego de Deza y lo llevo ahí, al castillo de San Jorge. No se trata de tener el espacio y luego lo llenas, sino que es el personaje el que te va llevando por las historias y los espacios.

Al Nuevo Mundo, pues también llego a través de un personaje,  fray Antonio de Zamora, que se va de Salamanca a las Indias, y allí se establece. Se le encarga a Fernando de Rojas que vaya allí a investigar unos crímenes. En fin, siguiendo un poco esto, lo que marcan los propios personajes.


[Si prefieres oír nuestra conversación, dale al play]


M.G.- Ahora vamos a ver a Fernando de Rojas en Roma, en pleno siglo XVI. ¿Cómo era la Ciudad Eterna en ese momento y, sobre todo, qué protagonismo cobra en el contexto europeo?

L.G.J.- Mucho porque era el gran foco, la capital de la Cristiandad, el gran foco religioso, espiritual, cultural. Roma era una ciudad que tenía muchas capas, una ciudad doble porque el Vaticano, la Santa Sede, es una ciudad dentro de la propia ciudad de Roma. Es el gran lugar donde se estaba cociendo todo. Además, en aquella época, tuvo lugar las guerras entre Francia y España por el reino de Nápoles o el enfrentamiento entre diversas repúblicas italianas.

Y luego la fisonomía de la ciudad tiene mucho de atractivo. Tenemos la Domus Aurea, un lugar que, que yo sepa, no se ha explorado literariamente porque es un sitio que hasta hace poco no se podía visitar. Se descubre justo en esa época. Bueno, lo que se descubre es lo que llamaban grutas, las primeras grutas. En fin, me parecía que lo tenía todo. Es una ciudad muy orgánica.

M.G.- Y con muchos contrastes, algo que veremos en la novela.

L.G.J.- Sí, exacto, donde en las casas de los pobres, igual te encontrabas una columna romana o una lápida del foro. Esto me parece apasionante, y todavía hoy Roma tiene esto.

M.G.- Y el Vaticano que también es una institución con mucho misterio.

L.G.J.- Sí. El Vaticano es lo más de lo más. Creo que es la época de mayor esplendor y, al mismo tiempo, la de mayor corrupción. Y, luego, era muy peculiar porque el papa era español, valenciano. Sólo ha habido dos papas españoles en toda la historia. Uno fue este y el otro su tío, otro Borja. Borja, en este caso, porque todavía no se habían cambiado el apellido. Roma me parecía un lugar fascinante. Era un burdel, la llamaban Roma putana, un burdel entero.

A esta novela le tenía ganas hace tiempo. Y el personaje te permite dar una vuelta de tuerca, meterlo en otro contexto, con otros problemas, en un momento con gente como Maquiavelo, los Borgia, Juan del Encina,...

M.G.- Y alguna jovencita más que ahora vamos a comentar. Pero, Fernando de Rojas ha sido enviado a Roma para investigar esas extrañas circunstancias en las que muere el papa Alejandro VI. También España tenía muchos intereses, la corona de Aragón tenía muchos intereses. Y has mencionado a los Borgia. Los Borgia de los que tanto se ha escrito, con una leyenda detrás, que no sé si justificada o no.

L.G.J.- No. Es una leyenda negra muy muy muy injusta. La novela intenta matizarla, aunque toda leyenda tiene una parte de verdad. Pero esta leyenda se construye políticamente. Se le tenía una inquina feroz a la familia Borgia y, por extensión, a los españoles, en general. Es una leyenda elaborada propagandísticamente, para poner en entredicho a esta familia y a los españoles, para que no volviera a haber ningún papa español. Y luego, también tiene que ver con el contexto de la guerra. Fernando, el Católico, tiene los ojos puestos en Italia. No sólo en Nápoles, de la que ya una parte pertenecía al reino de Aragón, sino también en los Estados Pontificios. El papa se aleja de Fernando por este motivo. Y ahí surge la leyenda. Lo dice la novela, todos los días se publicaban pasquines contra los Borgia, contra los españoles. Esa leyenda ha ido creciendo y ha sido objeto de tantas novelas, películas.

M.G.- Se ha desvirtuado.

L.G.J.- Totalmente. Se han cargado las tintas porque Alejandro VI y no era peor que los papas inmediatamente anteriores y posteriores, incluso podía ser mejor. Era corrupto, pero a lo mejor no tanto como otros. Esa corrupción estaba establecida ahí en la Santa Sede y luego todo eso del incesto, la relación con su hija, con Lucrecia o Lucrecia con los hermanos, todo eso es mentira. Es eso, son bulos, son noticias falsas para descalificar y destruir a esta familia.

M.G.- La leyenda se ceba mucho con Lucrecia, a la que siempre he visto como un títere en manos de su padre y de sus hermanos, porque, al fin y al cabo, era un instrumento para los intereses familiares.

L.G.J.- Pero eso se hacía en todas las grandes familias. A los hijos, y sobre todo a las hijas, las utilizaban para hacer alianzas de poder, etc. Los Reyes Católicos lo hacían también con sus hijas. Eso, hasta cierto punto, era normal en aquella época. Pero bueno, ella fue víctima, efectivamente, de esas guerras de poder, de esa manipulación, por parte del padre y de los hermanos. Pero claro, la leyenda negra dice que era ella la que envenenaba, con el veneno en el anillo. Y no es así.

Lo interesante de Lucrecia Borgia, lo fascinante, es esa imagen que tiene, que era muy hermosa también, pero es que además era muy culta, muy inteligente, debatía con los filósofos, los artistas, inspiraba a los poetas y artistas, era muy piadosa, quería mucho a los hijos. Cuando muere, uno de los hijos de un matrimonio anterior se encierra en un convento. Este tipo de cosas te dan otra imagen muy diferente. Aunque conserves parte de la leyenda negra, eso también fue verdad. Era bastante fiel con los maridos, aunque fueran impuestos por el padre. Lo malo de las leyendas es que, aparte de mentir, lo que hacen es simplificar a personas más complejas, con más aristas. Está muy bien esa imagen de Lucrecia como mujer fatal, misteriosa y malvada, pero es que la otra parte también es interesante y la enriquece, y eso es lo que he querido mostrar en la novela.

M.G.- Te hemos leído y escuchado decir que sobre Fernando de Rojas, desde que empezaste a escribir esta serie, esta saga, no se sabe mucho. Pero claro, has escrito ya siete novelas, eso te habrá permitido indagar mucho, ahondar en la figura. No sé si has llegado a descubrir algo especial sobre Fernando de Rojas.

L.G.J.- Nada. Ahora sabemos menos que hace diecisiete años. Hay cosas que ahora se ponen en cuestión. ¿Era converso? ¿Estudió en Salamanca? No están los libros de matriculas, se han perdido los de esos años. Por lo tanto, ¿con qué nos quedamos? Sobre la parte de Talavera, que es la menos interesante y sobre la que menos me he ocupado, bueno, sí que te demuestra algo sobre lo que yo no había pensado mucho al principio, en que realmente fue pesquisidor. Cuando trabaja como alcalde mayor, es el que tiene que impartir justicia, tiene que entrevistar a los testigos y luego ya dar un dictamen. De modo que no, que no sé más de la persona, no sé mucho más. Quizá sepa mucho menos de lo que sabía al principio. Por eso le doy esta vida ficticia. No pretendo hacer una vida novelada de él, porque no se podría, pero sí al menos darle una vida de ficción que, si no fue así, seguramente, desde un punto de vista simbólico, sí. Seguramente fue un personaje con doble vida, y por eso deja de escribir porque, de otro modo, no se entiende. Ese es otro enigma. Si tienes éxito con un libro, un éxito enorme, ¿no sigues escribiendo? Eso te da pie a imaginar. 

Mira, ahora hay una teoría de un profesor, que ha escrito un libro y varios artículos, que defiende que Rojas probablemente fue el autor de El Lazarillo de Tormes. Bueno, que es algo que dejaba yo entrever en la segunda novela.

M.G.- Quién sabe.

L.G.J.- Aquí juego con la idea de que podía haber escrito La lozana andaluza, como ella le pide en esta novela. Caben muchas cosas porque es una figura muy poderosa, de un gran poder de reverberación. Pero como no hay documentos, no hay nada que hacer. Es como lo del Lazarillo que, por mucho que se empeñen, hasta que no aparezca algo, todo son especulaciones y conjeturas. De todos modos, sí he aprendido con el propio personaje pero, sobre todo, cosas que podían estar implícitas en La Celestina, como la vida humana, el amor, el mal y cosas así.

M.G.- Has mencionado La lozana andaluza, a la que se hace referencia en la novela. Si no me equivoco se llama Aldonza. También te refieres a Francisco Delicado, el escritor de la obra. Es decir, ahí haces un juego muy literario.

L.G.J.- Claro, y además justificado, porque La lozana andaluza, como libro y personaje, es hija directa de La Celestina. La celestina era prostituta, tenía burdeles y pupilas, y tenemos a esta lozana que es la prostituta más popular de Roma. En la propia novela, ella dice que la celestina es un espejo donde las putas se reconocen. Literariamente es así. La lozana es hija de la larga descendencia de la celestina. Quería jugar con eso, haciendo que los tres -se refiere a Aldonza, la celestina y el escritor Francisco Delicado-, se conocieran, estuvieran juntos y tuvieran una relación. Jugar un poco. 

En mis novelas, lo más distintivo ha sido siempre eso, que meto mucha literatura, libros, personajes, escritores,... Trato de jugar un poquito con todo eso porque, además, es que me lo da la propia época. Francisco Delicado estaba en Roma en ese momento, el personaje de la lozana ejerce en Roma, y La Celestina era un éxito en Roma, con su traducción al italiano. Es decir, hay tantas y tantas cosas que encajan muy bien. Y bueno, haces ese juego. La lozana andaluza me parece uno de los personajes más atractivos de la Historia de la Literatura española.

M.G.- Es un personaje que le da vidilla a la trama, con su forma de ser y su carácter. 

L.G.J.- Claro, y con esa gracia, y esa manera de hablar y de comportarse. Es lo que hoy llamamos una mujer empoderada, libre, independiente, sin ataduras, con mucha sabiduría. Además es que no me lo invento, sino que ella lo dice así, y sale en el propio libro de La lozana andaluza. No necesito inventarme nada. Este personaje nace en esta época y Lucrecia Borgia es de esa época, también. Son dos mujeres absolutamente extraordinarias. Una real y la otra ficticia, pero extraordinarias. Por otro lado, en España, teníamos a la reina Isabel, la Católica, teníamos a Beatriz Galindo, la latina, o a Lucía Medrano. Y a tantas otras mujeres en ese periodo, un periodo que es único para las mujeres, desde finales del siglo XV a principios del siglo XVI. La época del Renacimiento es también el momento del resurgimiento de ciertas mujeres que acaban ocupando lugares importantes en la corte de los Reyes Católicos.  No hay necesidad de inventar nada. Está todo ahí. Lo único que tienes que hacer es casarlo todo para que quede armónico y coherente.

M.G.- Una época de mujeres como Lucrecia, pero también de hombres, cuyos nombres han llegado a nuestros días. No solamente están los Borgia. También habrá otro personaje, Maquiavelo. No sé si tendrá mucha fuerza o es, más bien, un personaje más colateral, más secundario.

L.G.J.- Bueno, sale en varios momentos y tiene varias conversaciones con Rojas. Son conversaciones muy jugosas porque se habla de poder, de la mentira como instrumento para el poder, algo que está ahora muy de actualidad. Es curioso que ese libro tan influyente -se refiere a El príncipe-, haya sido leído o no, está un poco en el subconsciente de todo el mundo medianamente culto. El libro está inspirado en César Borgia, y en Alejandro VI y en su padre. Ha sido siempre un libro muy influyente y ahora está de total actualidad porque, si algo caracteriza a nuestra época es cómo se utiliza la mentira, y no sólo para conseguir poder, sino, sobre todo, para mantenerse en el poder. Y todo viene de ahí. Bueno, pues en esas conversaciones se habla de esta cuestión. Rojas sigue siendo una persona todavía ingenua, porque no quiere dejar de ser ingenuo y cree todavía en la justicia, etc. Pero Maquiavelo ya es un cínico, ya anticipa muchas cosas. Y está bien ese debate, esas dos maneras de ver las cosas, de ver la política y las relaciones que había allí en la Santa Sede.

En la novela hay dos cónclaves muy disputados y tres papas. Uno que aparece ya en el momento de su muerte; el otro dura tan sólo veintiséis días; y el otro que empezará a gobernar en la Santa Sede. Hay concentradas muchas cosas y estos personajes no se limitan a hacer un cameo sino que tienen un papel importante en la trama y te ayudan también a entender la época. Y vemos que la historia se repite porque lo que ocurre ahora tiene su origen en lo que ocurrió hace quinientos años. 

M.G.- Séptima novela y te queda una octava, según comentas. ¿Te va a costar trabajo despedirte de Fernando de Rojas después de tantos años? Llevas muchos años escribiendo sobre él.

L.G.J.- Pero también me he distanciado de él en algún momento. Esto es como la vida en pareja. De vez en cuando necesitas tener tu espacio y distanciarte para luego volver. Así que, como lo voy alternando con otros proyectos, me hace volver a él con ganas, con ilusión. Si se acaba o no en un momento dado, como te digo, va a depender de los lectores. Si ellos quieren más manuscritos, posibilidades hay muchas. Yo no estoy cansado del personaje, ni muchísimo menos. Lo único que pasa es que surgen otros proyectos y me apetece hacerlos.

M.G.- Eso siempre es interesante.

L.G.J.- Claro. No siempre hay que apostar por lo mismo. 

M.G.- Y además se le da un respiro al lector. 

L.G.J.- También porque puedes saturarlo. Eso sí sería lo peor, saturar al lector. Pero bueno, creo que, tal y como va la cosa, de cuando en cuando, una aventura de Rojas viene bien. Y a mí me gusta volver. Además, me muevo un poquito como en mi casa.

M.G.- Ya tienes mucha soltura. Bueno, Luis, lo dejamos aquí. Un placer tenerte en Sevilla y volver a conversar contigo. Espero volver a verte en la próxima, con Fernando de Rojas, Unamuno, o cualquiera de esos proyectos que tienes en mente.

L.G.J.- Proyectos no falta. Gracias a ti. Me gusta volver, de cuando en cuando, a Sevilla y hablar contigo del nuevo libro, de la nueva criatura.

M.G.- Gracias.


Sinopsis: El Vaticano, 18 de agosto de 1503. El papa Borgia, Alejandro VI, muere en extrañas circunstancias después de varios días de agonía. El pesquisidor Fernando de Rojas deberá investigar el caso por encargo de su tío el embajador de los Reyes Católicos en la Ciudad Eterna. También tendrá que estar atento a las luchas de poder y de familia y a todo lo que ocurra en el cónclave que ha de elegir al nuevo papa, pues son muchos los intereses que están juego para España y Francia, que en ese momento se están disputando el reino de Nápoles.

La resolución del caso no va a ser nada fácil, pues Rodrigo Borgia tenía muchos enemigos y había dejado numerosas víctimas por el camino; tampoco van a faltar obstáculos, reveses, manipulaciones y nuevos crímenes. Por suerte, Rojas contará con la ayuda del clérigo y médico Francisco Delicado, el autor de La Lozana andaluza; de la propia Lozana, que con su gracia, belleza, astucia y desparpajo se ha convertido en una mujer libre, llena de recursos y muy popular; y del escritor y músico Juan del Enzina.

Por la novela, desfilarán también varios papas y cardenales, hermosas cortesanas y frailes seguidores de Savonarola, así como personajes tan conocidos como Maquiavelo o César y Lucrecia Borgia, una mujer tan hermosa como enigmática. A través de ellos, conoceremos la vida alegre y oculta de la “Roma puttana”, con sus numerosos burdeles llenos de prostitutas procedentes de medio mundo; los entresijos del Vaticano, que vive su época de mayor esplendor y corrupción; y un lugar tan fascinante como la Domus Aurea, el famoso palacio de Nerón, enterrado bajo una montaña de tierra y escombros, que por entonces acababa de redescubrirse, si bien muchos pensaban que eran grutas. 

El Rojas más audaz, transgresor y enamoradizo en una intriga absorbente y trepidante y en un escenario único y misterioso. Nunca sus pesquisas llegaron tan lejos.


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