Víctor del Árbol (Barcelona, 1968) es escritor. Suyas son las novelas El peso de los muertos (Premio Tiflos de Novela 2006), La tristeza del samurái (Prix Le Point du polar européen 2012), Respirar por la herida (finalista en el Festival de Beaune 2014 a la mejor novela extranjera), Un millón de gotas (ganadora en 2015 del Grand Prix de Littérature Policière y uno de los libros más destacados de 2021 en Estados Unidos según Publishers Weekly), La víspera de casi todo (Premio Nadal de Novela 2016), Por encima de la lluvia (2017), Antes de los años terribles (2019), El hijo del padre (2021) y Nadie en esta tierra (2023), que vio nacer a una serie de personajes que ahora regresan en El tiempo de las fieras (2024). Sus libros se han traducido a numerosos idiomas y gozan de un éxito extraordinario en Francia, donde en 2018 fue nombrado caballero de la Orden de las Artes y las Letras.
Sinopsis
Un policía a las puertas de la jubilación es desterrado por los suyos hasta la tranquila Lanzarote, donde deberá pasar los últimos años de su carrera. Lo que no puede imaginar, ni él ni nadie, es que la investigación del caso del atropello de una joven de diecinueve años originaria del Este va a desenmascarar una trama de crimen y poder en varias ciudades europeas.
En una espiral de intriga que no da tregua al lector, conoceremos desde las razones íntimas de unos personajes inolvidables hasta los altos intereses económicos que mueven las insospechadas piezas del juego. Una novela magistral que nos acerca al corazón de la gente corriente y nos muestra cómo el ansia de poder puede transformar a las personas en esta era que vivimos: el tiempo de las fieras.
Un thriller épico y voraz.
[Información tomada directamente del ejemplar]
Poco a poco voy publicando todas las reseñas de aquellas lecturas que hice tiempo atrás. Suerte que, a medida que voy leyendo, también voy tomando notas sobre la lectura, -las emociones que me despierta el relato, los sentimientos que me genera un determinado personaje-, de tal modo que ahora, al releerlas, me permiten regresar a la trama con bastante nitidez. Y como no quería dejar en un cajón mi opinión sobre El tiempo de las fieras de Víctor del Árbol, con quien tuve el placer de conversar el pasado mes de octubre (puedes leer la entrevista aquí), vengo a contaros qué me pareció esta novela.
El tiempo de las fieras es la secuela de Nadie en esta tierra, novela que yo no leí en su día pero que tampoco me impidió disfrutar de este tiempo de fieras, aunque sobre este asunto haré alguna puntualización después. Víctor del Árbol vuelve a retomar a algunos personajes de la novela previa, algo que es la primera vez que hace, para seguir dándoles vida. Así, el lector, que ya leyó la anterior, va a poder descubrir cómo han ido evolucionando. De tal modo que, por estas páginas, asomará de nuevo el Gordo Soria, un subinspector de policía que ha terminado recalando en Lanzarote a modo de castigo. Algo hizo en el pasado que lo ha condenado a vivir en esta especie de destierro, alejado de su mujer Pura. A Soria, para que no moleste mucho ni se meta en muchos problemas, le encargan asuntos de poca enjundia, algún robo o algún atropello con fuga. Y es que una joven que circulaba en bicicleta por una «carretera desierta que cruzaba una llanura sin relieves» ha sido atropellada. El conductor se ha dado a la fuga y la joven queda varada y malherida en una ladera. Este accidente de tráfico, camuflado en apariencia como un simple siniestro y un abandono provocado por el miedo, esconderá mucho más. De entrada, la intención.
La víctima del atropello, de nombre Vesna, consigue sobrevivir. Es de origen moldavo y lo primero que sabremos de ella es que ha tenido una vida algo nómada. Con la sensación de no encajar en ningún sitio, se ha movido de un lugar a otro hasta terminar residiendo en Lanzarote.
«De una manera u otra, siempre terminaba volviendo a ella la sensación de que no encajaba en ninguna parte. Fingía tratando de ser una más, de hacer lo que hacía la gente normal, interpretar un papel, pero al cabo de poco tiempo los demás la señalaban como la rara, la introvertida y elusiva, esa chica un poco fuera de la realidad de la que no se sabía exactamente qué esperar». [pág. 13]
Allí trabaja como camarera y no tiene más conocido que el cocinero de su lugar de trabajo, un tal Román con el que entabla una cierta amistad, sin excesiva profundidad.
Al Gordo Soria le tocará investigar este atropello, pero la chica se lo pondrá difícil al desaparecer sin más. Así que, como primer hilo de la trama, tendremos a una joven extranjera, ejerciendo de camarera en Lanzarote, pero Vesna tiene muchas capas que el lector irá descubriendo con el avance de la lectura y a través de la investigación policial.
Por otra parte, un segundo hilo se centrará en otro personaje misterioso, que viene de la novela anterior.En las primeras páginas y capítulos conoceremos a un hombre que nos habla desde el anonimato y en primera persona. Poco a poco él se irá encargando, en una especie de monólogo interior, de ir desvelando piezas de su pasado: dónde vive, con quién se relaciona, por qué está en aquel lugar, que ocurrió en su pasado o cuáles son sus mayores enemigos. Este personaje despierta una gran curiosidad en el lector pues, si bien, no parece tener conexión con lo que iremos leyendo después, lo cierto es que su protagonismo será muy importante. Y muy vinculado a este personaje, tendremos al Oso Dávila, «el hijo de puta más grande que ha pisado la faz de la tierra», pero del que mejor no cuento nada más.
Pero a estas dos subtramas se sumarán las vidas de otros viejos conocidos, como la de Virginia Ortiz, una ejecutiva que acude a Lanzarote a investigar el incendio de una de las fábricas de su emporio familiar y el fallecimiento de ocho trabajadores, más un suicidio. Y, por último, más en segundo plano, la vida actual de Julián Leal, con un pie más en el otro mundo que en este, y quetambién procede de la novela anterior.
Esto sería, simplificando mucho, lo que vas a encontrar en El tiempo de las fieras. ¿Qué conexión habrá entre la joven atropellada, el subinspector venido a menos, el tipo misterio, la ejecutiva y o el moribundo? Bueno, esa es la labor de Víctor del Árbol, construir una historia en la que todas las piezas encajen.
Qué me ha gustado de esta novela
Y encajan. No puedo más que aplaudir la urdimbre de esta historia. Víctor del Árbol consigue levantar una estructura sólida y, a mi modo de ver, de muy difícil ejecución. La historia avanza y retrocede, porque resulta necesario conocer el pasado de los personajes para entender su presente. Al margen de que, también hay que poner al nuevo lector -aquel que no leyó Nadie en esta tierra- en contexto. Además, y teniendo en cuenta que la novela cuenta con un amplio abanico de personajes, la trama se focaliza en uno u otro para que podamos conocerlos con mayor profundidad. Y a todo esto se une el viaje geográfico que el autor nos propone pues, casi sin despeinarnos, nos moveremos de Lanzarote a Nueva York, pasando por Barcelona, Bosnia, México o Venezuela. ¿Entendéis por qué os digo que la urdimbre es para aplaudir? Y esos escenarios no van a ser meras localizaciones. A Víctor del Árbol le gusta ubicar exactamente al lector, y sus descripciones de los espacios consiguen que nos integremos en el entorno. Podremos ver la aridez y el carácter desértico de Lanzarote o los cangrejos de la Isla de Cubagua.
«Esta tierra pertenece a la lava y al océano, a sus volcanes y a sus profundidades. Si quieres vivir aquí, tienes que dejar que la isla te reconozca; con el tiempo se acostumbrará a tu presencia y te cederá un sitio». [pág. 13]
Más allá de las tramas y de los personajes, el punto fuerte de las novelas de Víctor del Árbol es la intencionalidad. ¿Qué desea mostrarnos este autor? ¿Sobre qué quiere que reflexionemos? Admito que no he leído todo lo que ha publicado pero en las novelas que han pasado por mis manos, siempre me he encontrado una historia dura, con hombres y mujeres que no son meros paseantes de este mundo, sino supervivientes. A unos no les queda más remedio que jugar con las cartas que la vida les ha dado. Y otros, sólo quieren huir y encontrar una vida mejor. Víctor del Árbol refleja como pocos la complejidad de la naturaleza humana, la dualidad del hombre, porque ni los buenos son siempre buenos, ni los malos lo son a todas horas. En sus novelas, como en el mundo, hay gente sin escrúpulos. Todos sabemos que en el entramado financiero y empresarial hay individuos a los que no les importa pisar al prójimo con tal de conseguir dinero y éxito. Ahí fuera hay fieras, las que dan título a esta novela, gente que mueve los hilos del mundo, cuyas decisiones, aunque creamos que no, terminan por afectarnos. Pero también hay gente que se ve obligada a una vida que no ha elegido, que le ha venido impuesta. Porque eso de que todos tenemos la opción de decidir qué camino coger es sólo verdad hasta cierto punto.
«Cuando se nos obliga a elegir, lo hacemos, aunque no quieras, aunque duela». [pág. 39]
¿Es necesario leer Nadie en esta tierra?
Como te dije antes, yo no he leído esa novela y he podido leer esta sin problemas. Pero aquí entramos en el eterno debate. ¿Realmente no es necesario? Yo respondería lo de siempre,no es necesario pero sí recomendable.De todos modos,si te metes en esta historia sin un conocimiento previo, no te preocupes. Víctor te va a dar las claves necesarias para que comprendas quién es quién y por qué ocurre lo que ocurre. Lo que pasa es que, para rellenar esas pequeñas lagunas que irán surgiendo con la lectura, tendrás que ser paciente y , poco a poco, irás respondiendo a las preguntas que te irán surgiendo a medida que vayas leyendo, si bien es cierto que serían muchísimas menos si hubieras leído la novela anterior. En fin, eso ya es decisión de cada uno. Yo sólo me limito a contarte mi experiencia e insistirte en que la he leído sin problema alguno, que la he entendido, y que, si en algún momento me falto información, esperé a que Víctor me la facilitara.
Personajes
El tiempo de las fieras es una novela muy coral. Hablar de todos los personajes sería pesado y largo, así que me limito a unos cuantos.
* Vesna es un personaje que arrastra su pasado como si fuera esa bola de hierro que a los presos le ataban antaño al tobillo. De entrada, sabremos cómo es su vida actual pero toda la información de ese pasado terrible nos llegará en su momento justo. Entonces, sabremos por qué la han atropellado, por qué ella trata de desaparecer, o por qué necesita hacer justicia. A mí me ha gustado mucho este personaje. Siento que es de esas personas que no sólo se quejan sino que actúan, aunque eso suponga enfrentarse a terribles monstruos. Y gente así nos hace mucha falta.
* Gordo Soria, el subinspector deslenguado e irónico que me cae bien. Es un tipo de métodos cuestionables pero es que el camino recto es el más directo. Me gusta verlo en esos momentos de soledad, cuando está entretenido con sus dioramas. A veces me he sonreído pensando en él porque lo veo así, algo brutote, pero entregado a la complejidad de algo tan delicado como son los dioramas. También me gusta verlo cuando se debate con sus propios monstruos, cuando piensa en su mujer Pura, cuando lo vemos vulnerable y débil.
* El hombre misterioso. Percibo a este personaje como un apátrida, un lobo solitario que debe cuidar de sus espaldas. No crea vínculos con cualquiera. No le interesa porque una sombra le pisa los talones. Pero este hombre tiene familia, aunque las cosas se hayan deteriorado tanto. Y también fue niño un día, y tuvo un padre, al que ha llegado a entender y a mí eso me produce cierta ternura porque, a pesar de su destino, le veo un ápice de humanidad. Un hombre que habla así de su padre tiene que tener algo de luz en su interior.
«Sí, mi padre era un borracho, y un pusilánime -casi un cobarde-, pero era algo más que eso; todo el mundo es algo más que sus virtudes o sus defectos. Él nos amaba, por muy banal que suene ahora, por más que su amor no tuviera consecuencias duraderas. Amaba a mi hermana Elisa, y sé que me amaba a mí, pero sobre todo amaba a nuestra madre, y lo hacía sólidamente, si contrapartidas ni preámbulos, sin acuerdos previos. La amaba con desesperación -cuando se frotaba la cara con ambas manos escuchando sus reproches-, como una derrota inevitable. Siempre con aquel maletín y sus catálogos inútiles a cuestas, con la eterna promesa hecha a sí mismo de que en alguna parte estaba su destino bordado con letras de oro... Quien se atreva a juzgar a un hombre por eso no conoce sus propias debilidades». [pág. 48]
Para mí este es ese personaje del que os hablaba antes, el que juega con los naipes que le han dado, porque no le queda otra.
* Virginia Ortiz es madre, hija de ejecutivo y ejecutiva a su vez. Por cuestiones que ya descubriréis, renuncia a su verdadera vocación. Es ese personaje que sufre un dilema interno. ¿Ha hecho bien vendiendo su alma al diablo? Virginia tiene la oportunidad de mirar el mundo desde dos perspectivas distintas - la justa y la injusta, la que le tiende la mano al otro y la que lo pisotea-, así que será un personaje que nos dejará importantes reflexiones.
«Quizá su hija mayor tenía razón, tal vez era una auténtica hija de puta, manipuladora, iracunda, una cuarentona amargada y odiosa. Una olla a presión a punto de reventar. Sin nadie con quien hablar de las heridas del pasado, de matrimonios fallidos, de horrores vistos durante sus años en la policía, de la culpa por haber dejado tirado a su mejor amigo cuando este más la necesitaba». [pág. 104]
Todos ellos, y otros tantos -Jorge Migrén, Norman Hill, los hermanos Driss, Mario, Lejla o Román-, que irán surgiendo, consiguen que las dispersas piezas del puzle que compone el autor terminen por encajar. Algo que me gusta mucho en las novelas del Víctor del Árbol es que todos sus personajes son protagonistas. Si inicialmente pensabas que alguno era un mero figurante, de repente, ocurre algo que lo coloca en el centro del escenario, eclipsando a todos los demás. Y es que dice Víctor del Árbol que no le gustan las historias secundarias porque no hay personajes secundarios, sino que todos somos importantes en un momento dado, que todos son necesarios para el otro, en una determinada circunstancia.
Estructura y estilo
La novela está estructurada en seis partes, a las que anteceden un prólogo y quedan cerradas con un epílogo. A lo largo de esos seis bloques se distribuyen un total de cincuenta y cuatro capítulos de corta extensión, y encabezados por la ubicación en la que se desarrollarán los hechos, y que incitan al lector a continuar leyendo.
Dos voces narrativas nos esperan entre estas páginas. Diría que el grueso de la trama viene narrado por una voz en tercera persona mientras que el hombre misterioso se dirigirá a nosotros en primera. Creo que elegir esta opción para ese personaje ha sido muy acertado. Yo decía antes que era un lobo solitario y, por tanto, nadie mejor que él para hablarnos de sí mismo.
No le falta ritmo a esta historia. Constantemente estamos cambiando de localización, y continuamente cambiando de un personaje a otro, de tal modo que, en esta lectura no cabe el aburrimiento. Y como los capítulos son tan breves, lo que te decía antes, te vas a exigir leer uno más, uno más, uno más.
En definitiva, El tiempo de las fieras es una novela más negra que el carbón, de compleja estructura y personajes definidos en lo profesional y en lo personal. La novela hace un retrato del lado más oscuro de la sociedad del siglo XX y XXI. Entre estas páginas no faltan los homenajes y tampoco los giros inesperados, que conducen a los personajes por los vericuetos de la venganza, la traición, el chantaje, y los silencios comprados. Estamos ante una novela muy recomendable, con un final a la altura, que pone fin a la vida de Vesna, el Gordo Soria y el resto del elenco.
[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]
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El pasado día 17 de marzo, y con motivo del inminente lanzamiento de su novela LA PINTORA DE LA LUZ (Ediciones B), la autora malagueña Inma Aguilera organizó, junto a su editorial, un encuentro con los medios de comunicación en Sevilla. Como ya sucedió con su anterior publicación, La dama de la Cartuja, tuvimos la oportunidad de hacer un recorrido por diversos escenarios de esta ciudad, que tendrán cierta relevancia en la trama.
A las 12 de la mañana fuimos convocados en la Plaza de España, donde, en primer lugar, Ana María Caballero, editora de Penguin Random House, nos dio la bienvenida y nos comentó el éxito que había tenido La dama de la Cartuja, una novela que afianzó la presencia de la autora en el panorama literario español, ganándose muchísimos lectores. Ahora, con La pintora de la luz, nos espera la continuación de aquella novela, que tendrá como protagonista a Trinidad, una de las tres mujeres que ya conocimos en la novela previa.
Aguilera nos explicó que La pintora... no sólo es una continuación de La dama..., en la que quiso rendir homenaje a las mujeres alfareras que trabajaron en la Fábrica de Pickman y en los talleres del barrio de Triana, sino que, con esta novela, también responde al deseo de homenajear a Sevilla en su conjunto. Para ello, y a través de las casi seiscientas páginas que contiene este libro, el lector va a poder asomarse a esa Sevilla de principios del siglo XX. Por entonces, la ciudad se veía sumida en circunstancias difíciles. No obstante, esa Sevilla sería la que daría pie a la Sevilla actual. «Quería hacer un homenaje a todos esos genios artísticos que estaban detrás» de ese desarrollo de la ciudad, señaló Inma Aguilera.
Acceder a la Plaza de España por sus distintas puertas y accesos es maravillarse de su belleza y magnitud. Llama poderosamente la atención la cantidad de azulejería que recubren las paredes de este edificio, un proyecto que surgió de una de las mentes más privilegiadas en materia de arquitectura que ha dado este país, el sevillano Aníbal González. En cada paño, en cada rincón, en cada esquina, los azulejos muestran diseños a cual más bonito, entre mosaicos o estampados geométricos. Para entender algo más sobre este mundo de la ilustración de la cerámica, temática que tendrá mucho que ver en la novela, la autora nos explicó que algunos de esos diseños proceden de la fábrica de Mensaque, donde artesanos y artistas han trabajado para dejarnos un legado impresionante.
Y como artesana y artista, el lector de La dama... volverá a reencontrarse con Trinidad que, tras abandonar Sevilla en la novela anterior, regresará de nuevo a la ciudad para formar parte de la construcción de la Plaza de España, un monumento que se encuadra dentro del estilo regionalista. No obstante, el estilo arquitectónico que reinaba por entonces era el modernismo, cuyo máximo precursor era Antoni Gaudí. Ambos arquitectos eran coetáneos.
[Clic en el vídeo para escuchar a Inma Aguilera, autora de La pintora de la luz]
La autora malagueña puntualizó que la Plaza de España es fruto de esa segunda oportunidad que se merecía Sevilla, una ciudad masificada, con mucha precariedad laboral, y que tenía un elevado índice de mortalidad. Pero este edificio no solo suponía un empuje para Sevilla, sino también para toda España, ya que el país andaba a vueltas de la guerra de Cuba y mantenía un sentimiento nacional débil y empobrecido. En este sentido, Aníbal González se comprometió con la ciudad para levantarla y por eso, Inma Aguilera desea que el ciudadano piense en el arquitecto como alguien que hizo algo muy importante por Sevilla y por España, en su conjunto.
Sobre la figura de Aníbal González, no sólo un genio en la arquitectura sino también en lo humano, la autora añadió que se siente muy orgullosa de haber podido acercarse a la vida del arquitecto, y a la de todos esos hombres y mujeres, -como la propia Trinidad, en la ficción-, que contribuyeron a crear un edificio que, a día de hoy, visitan más de cuatro millones de turistas al año.
Si alguna vez has visitado la Plaza de España, habrás observado que su disposición es semicircular, y a lo largo de ese semicírculo se distribuyen un total de cuarenta y ocho bancos recubiertos de azulejos. Hay un banco para cada provincia, a excepción de Sevilla, aunque sí podemos encontrar paños de azulejería que muestran escenas cotidianas de la ciudad en la época. De estos paños, la autora destacó el que muestra a las cigarreras de la antigua Fábrica de Tabacos(hoy sede principal de la Universidad de Sevilla). «Una de las escenas que me inspiraron la novela es esta, en la que vemos a un conjunto de mujeres en unas circunstancias muy típicas de la época», señaló.
Explicó también que su intención a la hora de escribir esta novela era arrancar desde el momento en el que acaba La dama de la Cartuja, «con Sevilla muy sepia», tal y como se muestra en el paño de azulejos anterior, para dar pie a que Trinidad, la protagonista de La pintora, artista ayude a los grandes genios de la época, como «Aníbal González, el maestro Montalván, Soto o Pedro Navia a convertir a Sevilla en una ciudad llena de color», aunque también será una ciudad con sombras.
Pero La pintora de la luz no es sólo una novela en la que se aúna historia y arquitectura sino que también dejará espacio al romance, porque el amor no falta en las novelas de Inma Aguilera.«Quiero pensar que soy una autora de romántica», comentó con una sonrisa. Y aprovechando que en la novela anterior Trinidad acaba sin su propia historia, la autora ha querido, en esta ocasión, tenderle un puente hacia el amor.
El recorrido continuó por Triana.Allí nos esperaba el Centro de la cerámica, un espacio en el que se recoge de manera permanente la historia de la tradición alfarera del barrio. Rodeados de cientos de piezas de cerámica, Inma Aguilera nos explicó las distintas fases por las que pasa la industria azulejera. Por un lado, hay que distinguir a los alfareros, los que trabajan la arcilla desde el principio, de los ceramistas, los que pintan las piezas de arcilla y son auténticos artistas, como luego veremos. Esta labor artesana la veremos en uno de los personajes de la novela, en Enrique Giner, alfarero y pintor. Inma nos confesó que, para la construcción de este personaje, se había inspirado en otros reales, como el propio Goya, «artistas rebeldes por naturaleza».
Por último hicimos una interesante visita a la tienda de cerámica Santa Ana donde pudimos contemplar cómo trabaja una ceramista, María Dolores García Colón, y cuál es el resultado final, una vez que la pieza ha pasado por el horno. Allí pusimos fin al recorrido por Sevilla.
En su día os hablé de La dama de la Cartuja (puedes leer mi reseña aquí). Aquella novela la recomendé por activa y por pasiva, y me consta que a muchos otros lectores les fascinó. Mucho me tengo que equivocar si La pintora de la luz no causa el mismo efecto. Inma Aguilera tiene una sensibilidad especial a la hora de narrar y sabe cómo trasladar, sin atosigar al lector, toda esa parte histórica que suponen la base de sus novelas, en las que no falta la tradición y, por supuesto, el amor. Asomarse a la Sevilla que nos muestra esta autora es asomarse a la historia de una ciudad que ha enamorado a todo el que la visita. Así que, desde aquí os animo a conocer a Trinidad, a esta pintora de la luz, que ya tenéis en librerías.
Sinopsis: Sevilla, 1911. Han pasado nueve años desde que Trinidad viajó a la ciudad para descubrir la historia de su familia, ligada a las míticas vajillas de La Cartuja. Instalada de nuevo en Inglaterra y volcada en su labor como ceramista, recibe una carta de la marquesa de Pickman, la propietaria de la fábrica de loza, que la hará regresar al lugar que marcó su vida.
UN DESAFÍO ARTÍSTICO IRRESISTIBLE
La propuesta es participar en el gran proyecto que hará brillar la ciudad como nunca: la construcción de la plaza de España, donde deberá trabajar mano a mano con el ambicioso arquitecto Aníbal González. Este enorme desafío artístico llevará a Trinidad desde las aristocráticas fiestas en el palacio del Real Alcázar hasta los humildes talleres de Triana, haciendo que su destino se vea zarandeado por la lucha de clases y el amor de dos hombres.
UNA EMOCIONANTE SAGA HISTÓRICA QUE PERDURARÁ EN EL TIEMPO
Tras el éxito de La dama de La Cartuja, Inma Aguilera continúa la envolvente y adictiva saga histórica que ha enamorado a miles de lectores, en esta ocasión con el origen de la majestuosa plaza de España de Sevilla como telón de fondo.
Pasión, misterio y amor en los albores del siglo XX.
Rubén Bevilacqua y Virginia Chamorro siguen dando alegrías a los lectores. Se cumplen ahora treinta años desde la publicación de El lejano país de los estantes y, aunque Vila tiene ya unos añitos, Lorenzo Silva, el artífice de esta pareja literaria de guardias civiles, tiene claro que a estos dos todavía les queda mucho camino por recorrer.
A Vila y a Chamorro los hemos visto actuar en diferentes localizaciones nacionales e internacionales, siempre tras la pista del criminal que haya perpetrado el asesinato de turno. En esta ocasión, se quedan en territorio patrio, moviéndose entre Extremadura y Toledo. Y es que, en esta nueva novela, Las fuerzas contrarias, nos encontramos dos líneas argumentales. Por un lado, una investigación que se desarrolla en Badajoz sobre la desaparición de Esperanza Gil y el cerco al supuesto sospechoso. De este asunto se ocupará Arnau, un compañero del equipo. Por otro lado, la muerte de una anciana en un edificio del pueblo de Illescas. Al principio piensan que esa muerte es por Covid pero una serie de circunstancias inclinan la balanza hacia un asesinato.
La idea para esta novela parte de un dato curioso. A Lorenzo Silva le contaron que, durante la época más dura de la pandemia y el coronavirus, si se daba aviso a la policía del fallecimiento de alguna persona en su domicilio, comunicaban el óbito al médico forense para que certificara la muerte. La cosa es que, algunos médicos, y ante el temor del contagio, si no existían evidencias de signos de violencia que hubieran podido provocar el fallecimiento de la persona, ni siquiera acudían al domicilio e inspeccionaban el cuerpo sino que, desde el mismo portal, firmaban la defunción por coronavirus. Esta singular actuación da que pensar. ¿Y si resulta que la persona en cuestión murió por asfixia? ¿Y si alguien, aprovechando la coyuntura, cometía un asesinato que quedó camuflado como muerte por Covid? Esta es la premisa de la que parte la novela. De esto y de muchos asuntos más conversé con Lorenzo Silva la semana pasada. Os dejo con la conversación.
Marisa G.- Lorenzo, un placer tenerte en Sevilla y volverte a ver.
Lorenzo S.- Lo mismo digo.
M.G.- Empecé a leer tu novela. Voy por la página doscientas y me la estoy bebiendo.
L.S.- Me alegro. Para eso son.
M.G.- Creo que estamos en la entrega número ¿doce o catorce?
L.S.- Duodécima novela pero hay dos libros de relatos más, así que este sería el decimocuarto catorce.
M.G.- Tengo que confesarte que soy un poco reticente a la hora de enfrentarme a sagas. Porque no tengo paciencia y no por otra cosa. Pero estamos hablando de una serie de tiene muchas entregas y admiro a esos autores que, como tú, son capaces de mantener esa atención de los lectores a lo largo de los años. Son 30 años ya.
L.S.- Treinta años y cinco mil páginas.
M.G.- ¿Y eso cómo se consigue?
L.S.- Pues fíjate, cuando empecé no sabía que iba a ser una serie. Pero escribí una segunda y empecé a pensar que esto podría tener continuidad pero me planteé como una media docena, sin pasar de ahí. Pero llegué a la media docena, escribí la séptima y después de la séptima pensé que estos personajes estaban vivos y que podría continuar. A partir de ahí me pregunté cómo yo mismo podría sobrevivir a algo tan largo. Decidí convertir esta serie y a estos personajes en una especie de lugar donde vivir, al que vuelvo de vez en cuando y que, al igual que ocurre con tu casa, la tienes que mantener habitable, la tienes que reacondicionar, cambiando muebles de sitio. Lo que sí tuve claro en ese momento fue que no podía escribir catorce veces la misma novela, que tenía que cambiar. Por eso hay novelas en las que volvemos al pasado del personaje, o novelas en las que los envío a sitios tan excéntricos y distintos como Afganistán, o novelas en las que, por ejemplo, Vila y Chamorro no están juntos. De hecho, hay una novela en la que a Chamorro le pegan un tiro al principio de la trama y ellos van a mantener una relación como a distancia. Intento siempre buscar un argumento nuevo, una forma nueva de contar y de acercarme a estos personajes. La ventaja que tengo es que los conozco muy bien. Les tengo mucho cariño y uno siempre quiere volver con la gente a la que le tiene cariño. Creo que eso se transfiere al lector. Si los lectores vuelven a la serie es porque les tienen cariño y no porque la novela les vaya a deslumbrar, a asombrar, a descolocar. No hay deslumbramiento que aguante treinta años. Si tú estás con una persona treinta años no es porque te sigue deslumbrando cada mañana, sino porque habéis desarrollado esa forma de afecto, de familiaridad, de estar a gusto, de estar en un lugar en el que uno quiere estar y al que quiere volver.
M.G.- Las fuerzas contrarias arranca en el momento en el que el presidente del Gobierno anuncia que va a decretar el estado de alarma. Es una novela que se engloba dentro de la pandemia y del confinamiento. Si te soy sincera, cuando vivimos aquella mala experiencia, pensé que iba a haber un boom de novelas enclavadas en la pandemia. Me ha sorprendido que, al final, no haya tantas.
L.S.- En libros y ficción audiovisual, prácticamente nada. El cine o la televisión le han dado la espalda completamente. A mí no me sorprende. No es la primera vez que escribo sobre este tema. Cuando me planteo cómo escribir y acercarme a este asunto, tengo que ser consciente de que para mucha gente es un recuerdo amargo, un recuerdo tenebroso, incluso. El ser humano no quiere volver a lo amargo ni a lo tenebroso, más bien prefiere eludirlo o sortearlo. Quizá sea esa la razón por la que se indaga poco en este episodio. En el caso de la serie de Bevilacqua, que desde hace treinta años tiene como cierta vocación, notarial si quieres, de levantar acta de lo que va sucediendo en la sociedad española, ¿cómo iba a evitar este episodio? No podía hacerlo. La novela anterior acaba en la Navidad del año 2019, por tanto, esta tenía que situarse en la primavera del año 2020. No me podía saltar la pandemia. Tenía que haber dado un salto de año y medio para llegar a cierta normalidad. Pero estoy había que contarlo a través de Bevilacqua y Chamorro. Lo que pensé fue que,sin escamotearle al lector el recuerdo de todo eso que ninguno queremos recordar, era una ocasión para escribir sobre la pandemia y atestiguar, de alguna forma, todo lo que no fue tan terrible, todo lo que en cierto modo nos permitió afrontar esa adversidady superarla en la medida en que la hayamos superado. Es decir, escribir sobre la gente que estuvo en su lugar, la gente que hizo lo que debía, la gente que se sacrificó, la gente que se expuso, la gente que puso interés en cuidar a los que estaban siendo descuidados. Todo eso también es la pandemia. Todo eso también es parte de lo que vivimos. Además, hay otra dimensión que también está en la novela, la de esos personajes que viven solos, que acaban encontrándose, no sólo con su propia soledad, sino con esa soledad que comparten, ese vínculo que tienen desde hace treinta años. Eso fue una cosa buena que trajo la pandemia y estos personajes, como hicimos todos, recapacitan sobre quiénes son, dónde están, qué hacen, por qué lo hacen, a dónde van, qué tiene sentido de lo que eres,... También revisan sus prioridades en la vida, como hicimos todos. Y ese ejercicio siempre es bueno. Hombre, es mejor que no te lo desencadene un acontecimiento tan traumático pero, ya que estás ahí... No creo que saliéramos mejor como sociedad pero sí tuvimos la oportunidad de, como individuos, mejorar algo. Luego cada uno lo aprovechó en la medida de sus posibilidades, de su carácter o de su disposición. Pero todos tuvimos esa oportunidad de mejorar individualmente y de no ir tan atolondrados por la vida.
M.G.- Creo que esa asignatura de mejorar y de convertirnos en mejores personas la suspendimos, a pesar de las expectativas que teníamos de ser más humanos.
L.S.- No, no. Eso, con carácter general, la historia lo cuenta una y otra vez. No es la primera vez que hay una pandemia. Ha habido muchas y en todas ocurre lo mismo. En el momento del miedo, todo el mundo intenta volverse a la virtud, a los valores y tal pero, cuando el miedo desaparece, regresamos de nuevo a los vicios. Eso es lo que dice, no recuerdo bien si Procopio de Cesarea sobre la peste de Bizancio o Tucídides sobre la peste de Atenas. Uno de los dos dice que cuando desapareció el miedo se volvió al vicio con más intensidad. Creo que es Procopio el que lo dice.
M.G.- Lo has comentado en otras entrevistas. La idea de la que parte la novela fue algo que te contó alguien, algo muy significativo y que te hace pensar si realmente todas aquellas muertes por Covid, realmente fueron muertes que provocó el virus.
L.S.- Recientemente hemos sabido que una desaparición que se denunció como tal en Canarias, en realidad, fue un asesinato. Su marido la asesinó, la descuartizó y fue regando con los trocitos de su cuerpo todo el barrio, de camino al supermercado. Y lo denunció como desaparición. Es decir, aprovechó ese escenario en el que todo el mundo estaba desbordado, en el que había un montón de muertos y demás para para cometer un crimen. Esa circunstancia es una circunstancia real. Es decir, en el momento más duro del confinamiento aparecían muchos cadáveres al día. En Madrid hubo días que aparecieron quinientos cadáveres. A veces, aparecían en sus casas. Al encontrarlos, la policía llamaba al médico y algunos certificaban las muertes desde el portal, por miedo al contagio y porque, si el cadáver no presentaba signos de violencia, lo más probable es que hubiera muerto por Covid. Pero esta circunstancia da oportunidad a quien tenga una mala idea de que, en medio de ese trastorno y en esa alteración tan sensacional de la normalidad, un crimen pase inadvertido. Es perfectamente posible que alguien tuviera una mala idea y que la pusiera en práctica. No sé en cuántos casos porque eso no lo sabremos nunca.
M.G.- Cuando estuviste aquí, en Sevilla, junto con Noemí Trujillo para promocionar La forja de una rebelde, que también sucede en el confinamiento, ya comentamos que hubo muchos crímenes ventajistas que se produjeron en pandemia. Fue una época en la que todo el mundo estaba encerrado y eso podía hacer pensar que los delitos iban a reducirse. Sin embargo, sí aumentaron las adicciones, la venta y el consumo de drogas, los delitos cibernéticos,...
L.S.- Sí, sí. Las malas ideas nunca descansan. Esa situación también generó oportunidades y hay gente que esas oportunidades las aprovechó. Todos éramos más vulnerables. Todo lo que hacíamos lo teníamos que hacer por Internet. Es decir, al final, se creaban nuevas oportunidades. Y luego, está claro que, durante ese tiempo, mucha gente se vio forzada a una convivencia de semanas. Seguramente se multiplicaron los delitos de violencia de género, la violencia intrafamiliar, más allá de lo que dicen las denuncias porque no se podía denunciar como sí se puede en condiciones normales.
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M.G.- Centrándonos en la historia que recoge la novela, recuerdo que empecé a leer y lo primero que me vino a la mente fue la madre de Vila. Estamos en un momento complicado.
L.S.- Y él también es de la primera que se acuerda.
M.G.- Hijos y padres separados, con el temor a que los mayores se contagien. Le pasa a Chamorro también. Dentro de las situaciones propias de un entorno laboral, a la investigación criminal se unen esas preocupaciones personales, el temor a que tus familiares más vulnerables se contagien.
L.S.- Todos teníamos ese temor. Vivíamos con eso y además con la incapacidad de no poder hacer otra que llamarlos por la mañana y por la tarde, hacerles una videollamada. No podías darle ningún calor al que lo necesitaba, a quien tú tenías todo el deseo de dárselo. Al inicio de esa época empezó a quedar pronto claro que las personas mayores eran más vulnerables y eso casi te preocupaba más que caer tú enfermo. El miedo a tu propia enfermedad es un miedo bastante conjurable porque tú sabes si estás mal o no, pero el miedo a la enfermedad ajena es mucho más angustioso porque está fuera de tu control.
M.G.- En la novela encontramos muchas referencias al Quijote. Parte de la trama se desarrolla en Illescas, una localidad cercana a otro municipio vinculado con Cervantes. El Quijote es una sombra que planea por la novela.
L.S.- Es una sombra que planeta por toda la serie. Nunca lo he ocultado. Don Quijote y Sancho Panza se echan a los caminos y duermen en las ventas. Bevilacqua y Chamorro se echan a las autovías y paran en las áreas de servicio. Son dos practicantes de la andante caballería del siglo XXI.
Mi trabajo como novelista, como el de cualquier novelista español, está en la estela de Cervantes. O de cualquier novelista que escriba en español, por ampliarlo un poco más. Incluso como novelista que se acerca a la ficción criminal en español es todavía más insoslayable la presencia de Cervantes. Antes lo comentaba en otra entrevista que tanto en El Quijote, en el episodio de los galeotes, como en las Novelas ejemplares, ya sea Rinconete y Cortadillo, El casamiento engañoso o La fuerza de la sangre, está muy presente el mundo de la criminalidad de su época. Se puede ver en el episodio de los galeotes, lo bien que él conoce a los criminales y ese conocimiento lo adquirió aquí al lado, en ese edificio que estamos viendo, donde pasó un rato largo [se refiere al edificio de la Cárcel Real de Sevilla, que se ubica cerca del ayuntamiento y que hoy, obviamente, tiene otra finalidad] .
M.G.- Cierto. Ahí estuvo. Bueno, y marca también de la casa, Lorenzo, no es sólo escribir una trama criminal, sino ir intercalando, a través de los pensamientos de Vila o de las conversaciones con Chamorro, reflexiones sobre la actualidad, sobre la realidad que vivimos. En este caso, y dado que la novela está ubicada en la pandemia, se habla mucho de la soledad o del sistema penitenciario. Hay un tema que me ha gustado mucho, porque creo que es otra asignatura pendiente, y más entre las generaciones más jóvenes, que es poner en valor a la gente mayor. Hoy somos lo que somos porque lo que ellos hicieron en su día.
L.S.- Es evidente que la sociedad, desde antes de que lo escribiera Rousseau, se basa en un contrato, en un pacto social. Y una parte muy importante de ese pacto social es un pacto entre generaciones, un pacto que establece un principio de solidaridad entre unos y otros, entre los mayores y los más jóvenes, entre los que nos precedieron y entre los que nos han de seguir. Pero tengo la sensación de que, en buena medida, ese pacto está roto en España, está deteriorado, alterado. Hay realidades que no son normales, que son anómalas. Muchos jóvenes sienten que no tienen oportunidad y muchas personas mayores sienten que su esfuerzo, su trabajo y su sacrificio por los que vienen después, no es reconocido, ni valorado, ni atendido. Hay aspectos, más concretos y cuantitativos como, por ejemplo, que el salario medio inicial sea bastante más bajo que la pensión media inicial de los que acceden a la jubilación. Eso, para empezar, es que ni siquiera es sostenible aritméticamente.Y ese desequilibrio no lo estamos atendiendo, no lo estamos cuidando, no lo estamos solventando. Eso va distanciando y, a veces, oponiendo, incluso enemistando a los mayores contra los más jóvenes. Y este es el principio de la descomposición del pacto social y de una sociedad. Es decir, es un problema realmente grande.
Durante la pandemia, muchas personas mayores se sintieron solas, desatendidas, descuidadas. En la novela, la víctima de uno de los crímenes se llama Caridad, un nombre que, aparte de significar beneficencia, compasión y conmiseración, también significa amor y cuidado. Eso faltaba entre nosotros. Y también, la pandemia golpeó a los jóvenes que estaban en precario de una manera que no golpeó a un funcionario público de media edad. Estas situaciones golpean más a los más vulnerables y en aquel momento se puso de manifiesto muchos desequilibrios en nuestra sociedad. Por ejemplo, en la novela vemos una contraposición entre personas que tienen, más o menos, una cierta seguridad económica, de una cierta edad, y personas que viven la precariedad más absoluta, viviendo en pisos compartidos, con contratos eventuales o sin contratos, falsos autónomos. Una sociedad no puede funcionar así. Tenemos un montón de asignaturas pendientes con las que estamos conviviendo muy alegremente. Y por más que afloraran hace cinco años de manera tan cruda, tengo la sensación de que, como sociedad, hayamos tomado conciencia de la gravedad que tiene esto, la menos, a juzgar por las medidas que se han tomado para intentar revertir estos desequilibrios, medidas que son pocas o ninguna, que yo tenga conocimiento.
M.G.- Y Lorenzo, yo que no me he leído la saga completa, me pregunto si a este Vila, honesto e íntegro, no se le conocen debilidades ni vicios.
L.S.- Sí, claro que sí. Es un hombre que ha aprendido el valor de la honestidad y el valor de la integridad, porque no siempre ha sido íntegro y porque no siempre ha sido completamente honesto. Y eso está en el relato de su vida. Creo que la virtud del que no está expuesto a ninguna tentación y la virtud del que no tiene ninguna oportunidad, pues tampoco tiene mucho valor. Vivir sometido a tentaciones, como vive alguien que tiene la vida de Bevilacqua, y con oportunidades para ser deshonesto es un aprendizaje vital. Es una decisión que tiene que ver con la inteligencia. Eso lo decíaWittgenstein, que cualquier pensamiento deshonesto es irracional, o cualquier comportamiento deshonesto es irracional. Lo racional no es ser deshonesto porque la deshonestidad no es una solución. Bevilacqua, no trae eso de fábrica y por eso ha cometido errores. La vida le ha enseñado que lo racional es comportarse honestamente. Además, en su caso, hay algo muy evidente. En su trabajo, si un agente de Policía judicial se salta las reglas y toma atajos se carga la investigación, se la carga legalmente. Es decir, le está dando una baza al abogado defensor del delincuente para exonerarlo. Así que, más allá de su integridad ética, si quiere hacer bien su trabajo, tiene que seguir los cauces legales y ser honesto en la investigación, incluso con el delincuente.
M.G.- No nos queda mucho tiempo pero todavía quisiera hacerte un par de preguntas. Vila y Chamorro siempre han tenido una relación afable, de respeto, de cordialidad, de compañerismo. En esta novela, en la que todos se sienten más vulnerables, parece que la crisis sanitaria les permite un acercamiento más personal y no tanto profesional. Esa situación hace que exista una conexión más personal e íntima entre los dos.
L.S.- Sí. Hay un concepto en la pandemia que es el de convivientes. Convivientes era la gente que vivía empadronada en el mismo sitio que tú. Con esa gente te podías quitar la mascarilla. Bueno, pues Bevilacqua y Chamorro, técnicamente, no tienen ningún conviviente. En su casa solo están empadronados ellos. En la casa de Bevilacqua sólo está empadronado Bevilacqua y en la casa de Chamorro sólo está empadronada Chamorro. Sin embargo, en el curso de la investigación y en el curso de esa soledad en la que viven cuando vuelven de trabajo, o de esa soledad compartía que viven cuando están trabajando juntos, porque hasta han fragmentado al equipo para no contagiarse entre ellos, en esa soledad descubren que ellos, aunque no en términos técnicos de la pandemia, también son convivientes. Son convivientes porque pasan la mayor parte del tiempo juntos y, además, ese roce, aunque sea profesional, ha traspasado los límites del trabajo para entrar en quienes son, en su ser más profundo. Probablemente nadie conoce a Chamorro con tanta profundidad como Bevilacqua y viceversa. Incluso hay un momento en el que se quitan la mascarilla y si cae uno, caen los dos porque, en cierto modo, son convivientes. Es una situación que no se podía producir en ninguna novela anterior de la serie. Esta coyuntura excepcional me ha servido para dar una vuelta de tuerca a su relación, que no podría haberle dado en otra, en otro contexto.
M.G.- Me llevaría más tiempo hablando contigo pero hay que acabar. Por último, quisiera plantearte algo. Vila ya tiene unos años. Chamorro es más joven. ¿Cabe la posibilidad de que Vila se jubile y continúes la serie únicamente con Chamorro?
L.S.- Bevilacqua se va a jubilar en ocho años porque en la ficción tiene cincuenta y siete años. Podría aguantar con una prórroga en la reserva hasta los sesenta y cinco. Puede que cambie la ley pero, si no cambia, en ocho años, es decir en 2028, a Bevilacqua lo pasaportan de la Guardia Civil. La ficción, como vemos en esta novela, va por el año 2020. Chamorro es más joven pero ya veremos. Cuando llegue a ese río ya veré qué puente hago para cruzarlo. Y no quiero destripar la novela pero sí diré que, en el desenlace, se va a producir un cambio sustancial en la situación de Bevilacqua y en la relación de los dos.
M.G.- Pues déjamelo ahí en el aire que tengo que terminarla.
L.S.- Te lo dejo ahí pero en la siguiente novela ya estará en otra situación.
M.G.- ¡Ah! Lo dejas ahí. Pues la terminaré pronto. De momento, te digo que la estoy disfrutando mucho. Me la estoy bebiendo porque es muy entretenida. Es verdad que la pandemia nos remueve a todos por dentro pero es algo que hemos vivido y ya está.
L.S.- Sí, lo tenemos que asimilar y lo tenemos que convertir en un aprendizaje, hasta donde cada uno sea capaz y tenga posibilidad de aprovecharlo.
A raíz de la pandemia, he perdido a personas muy cercanas pero bueno, eso es la vida y la vida es así. Creo que cuando uno tiene una conmoción de este calibre, también tiene una cierta obligación de extraer algo que te sirva para construir tu camino futuro. Creo que, a nivel individual, bastantes personas lo han hecho. Yo he intentado hacerlo y no sé si lo he conseguido pero sí sé que hay personas que se han replanteado cosas importantes en sus vidas. Me sabe mal que colectivamente no lo hayamos hecho. Es decir, hace cinco años el mundo estaba hecho unos zorros y ahora está casi peor y en peores manos. Qué poco hemos sacado en claro de lo que vivimos.
M.G.- No hemos aprendido nada. Lo dejamos aquí. Lorenzo, un placer tenerte en Sevilla.
L.S.- Un placer.
Sinopsis: Un caso único para Bevilacqua y Chamorro. Una de las sagas más exitosas de nuestro país que celebra tres décadas.
El subteniente Bevilacqua y la brigada Chamorro tendrán que enfrentarse a no de los mayores retos de su carrera: el esclarecimiento simultáneo de dos muertes en el momento más crítico que ha vivido nuestra sociedad en las últimas décadas.
Dos casos que dejan huella en una novela que nos habla sobre cómo con ocasión de la pandemia se hacen sentir las fuerzas adversas a nuestro bien común, a nuestro futuro, a nuestra esperanza; unas fuerzas que vienen de más atrás y van más allá de la acción del virus.
Una narración que explora, a través del género negro y de la complicidad entre un hombre y una mujer que llevan media vida batallando juntos, esa conmoción colectiva tras la que nada, tampoco para ellos, volverá a ser igual.
La historia más íntima de Bevilacqua y Chamorro. Una doble investigación en tiempos oscuros que los unirá como nunca y marcará un giro en su relación.
Macarena Zambrana nació en Sevilla en 1983. Es licenciada en Derecho por la Universidad de Sevilla, abogada en ejercicio, y apasionada de la lectura y de la escritura. Comenzó su incursión en las letras tras llevar a cabo una terapia narrativa. Operación Lena es su primera novela; una ficción histórica de dos mujeres cuyo nexo de unión es el hallazgo del abrigo que arropó a la mujer que cambió el rumbo de la Segunda Guerra Mundial.
Sinopsis
Sola y completamente rota tras la muerte de su madre, Ángela aterriza en Londres dispuesta a buscar ese punto de inflexión que cambie su visión pesimista de la vida. Blitz es el punto de partida de una historia que comienza con una chica derrotada. Un abrigo vintage y una nota remontará a Ángela a la Segunda Guerra Mundial, para conocer a una mujer fascinante... La mujer que dio nombre a una operación que cambió el rumbo de la historia.
[Información tomada directamente de la web de la editorial]
Vengo a rendir homenaje. Seguro que muchos ya sabéis que la rama de ficción de Algaida Editores ha desaparecido. En lo que a mí respecta, tengo mucho que agradecer a esta editorial. Fue la primera que me tendió la mano cuando me adentraba en este mundillo y, a lo largo de los años, he entablado amistad con algunos editores, jefes de prensa y comerciales. Por eso, y porque una de las últimas novelas que leí de esta editorial me gustó mucho (y todavía se puede conseguir en librerías) no quería dejar pasar la oportunidad de hablaros de Operación Lena.
Antes de entrar en materia, me gustaría daros algunos apuntes sobre la autora, Macarena Zambrana. Abogada de profesión, llegó al mundo de la literatura por necesidad, buscando una terapia. Ella misma lo cuenta en la entrevista que pude hacerle (y que puedes leer aquí). Macarena perdió a una hija hace unos cuantos años. Buscando salir de aquella situación tan dolorosa encontró en la escritura un refugio donde liberaba sus emociones. Fue así como empezó a unir letras, aunque su pasión por la escritura y la lectura ya venía de antes. A veces la vida te pone en una terrible tesitura, una experiencia amarga, de la que también se puede extraer algo positivo.
Ahora sí, hablemos de la novela. Operación Lena se vertebra en dos líneas temporales. Por un lado, lo que sería el presente de la novela (año 2015), vamos a conocer a Ángela, una mujer a la que no le gusta llamar la atención. Por otro lado, la autora nos hará viajar hasta el año 1944. Estamos en plena Segunda Guerra Mundial. Estamos en Auschwitz. Esta parte de la historia está protagonizada por Lena. Pero vayamos por parte.
Ángela
La acción de la novela se inicia con este personaje, de treinta y cinco años de edad, a bordo de un avión. Nerviosa, arrastrando miedos y complejos, Ángela huye del dolor. Está rota por dentro y se siente totalmente desubicada. «No sabes lo jodidamente difícil que es vivir sintiendo que vas sin rumbo. No es que no tenga valor para tomar decisiones, es que simplemente no sé qué tengo que hacer con mi vida», le dirá a Beatriz Santandreu, psicóloga de profesión, pero también antigua compañera de pupitre. El avión que ha tomado Ángela tiene como destino la ciudad de Londres.Viaja sola, aunque no del todo. Le acompaña un libro, No digas que fue un sueño de Terence Moix, y entre las páginas de la novela, una fotografía.
«Se trataba de una mujer embarazada, vestía un jersey rojo de cuello vuelto y estaba de pie, delante de una ventana dando la mano a una niña de unos seis años». [pág. 11]
Ángela porta sobre su espalda un enorme peso. Su madre acaba de fallecer y ella, que invirtió tanto tiempo de su vida en sus cuidados, se siente ahora totalmente perdida. Y es que, cuando una se ha dedicado tanto tiempo a hacer lo mismo y, de repente, su foco de atención desaparece, todo se le hace un mundo y no atina a imaginar cómo será su vida a partir de ahora.
La relación entre madre e hija nunca fue fácil. A la sombra de un padre ausente y del que no se podía ni hablar, se unió la personalidad de una progenitora dominante y exigente. Fría y distante, «mi madre nunca nos hizo felices porque ella no lo era», llegará a confesar. A Ángela no le quedó más remedio que quedarse a su lado, cuando la madre enfermó. Máxime cuando su hermana decidió marcharse y huir de una familia donde la palabra amor no se materializaba jamás. Pero han sido años tratando a su madre, cuidándola y ahora que no está, Ángela siente que no tiene un objetivo en la vida. Animada por su amiga Beatriz, emprenderá un viaje a Londres con una misión, encontrarse a sí misma, aprender a escucharse y despertar de nuevo la ilusión.
«Quiero que compres un billete de ida sin fecha de regreso. Vete con poca ropa. Una vez allí, déjate llevar por los días, la gente, el viento y la vida. Deja que las energías te empujen, disfruta de ti y del inmenso placer de conocerte». [pág. 16]
En la ciudad del Támesis, se alojará en el barrio de Candem Town, el más alternativo de Londres. Allí conocerá a varias personas, como Irune, con la que entablará una relación muy intensa porque ambas se complementarán
«Irune y Ángela eran muy diferentes, sin embargo, juntas hacían un binomio perfecto. La mañana se llenó de risas y momentos divertidos entre las dos. En algunos de los rincones más emblemáticos del barrio sacaron fotos juntas para el recuerdo. A Ángela le costaba entender que esa desconocida le hubiese aportado tanto en apenas unos días». [pág. 138]
También conocerá a Chay, el camarero de un Starbucks, con una vida tranquila y serena.
Ángela, Irune y Chay serán tres personajes que, a poco que los conozcamos, descubriremos que tienen muchos puntos en común.
En ese viaje a Londres, Ángela descubrirá muchas cosas. No sólo encontrará su lugar en el mundo, sino que la imagen que tenía de su madre cambiará radicalmente, a raíz de un descubrimiento.
Lena
Viajemos ahora a uno de los campos de concentración más conocidos del nazismo. Hasta allí llega la otra protagonista de esta novela.
«Magdalena Wiesel tenía diecisiete años y viajaba en el tren que llegó a Auschwitz el 23 de febrero de 1944».[pág. 22]
La mayoría de nosotros ya sabemos lo que encontró Magdalena (Lena) cuando llegó al campo de concentración: miseria, hambre, un número tatuado y la muerte, en la mayoría de las ocasiones. Pero Lena es una mujer «testaruda, inteligente, romántica, impulsiva y risueña» y está dispuesta a sobrevivir. Contará con la ayuda de Jonás Golik, «un chico inquieto, divertido, apuesto, generoso», con inmensas ganas de vivir. Jonás y Lena se conocieron en la infancia y, por avatares del destino, coincidirán ahora y se reencontrarán en el campo. Él será asignado al Kommando Kanada, donde se clasificaban y se seleccionaban las pertenencias de los prisioneros llegados a Auschwitz. Ella acabará hacinada con otras mujeres en el barracón 23, donde recibirá consejos de otras prisioneras.
«-No permitas que esta gente te haga creer que no puedes hacer algo. Eso es lo único que nos queda y lo único que nos permite tener esperanza. Aférrate a tus recuerdos, y busca en ellos lo que necesitas para sobrevivir aquí dentro». [pág. 39]
¿Qué le va a suceder a Lena en Auschwitz? ¿Morirá en la cámara de gas? ¿Logrará huir o sobrevivir? Obviamente, no puedo contarte nada de esto. Sí os diré que le va a tocar convivir con todo el horror que habitaba el campo, con los experimentos, con los abusos o la humillación. Y hasta ahí os puedo contar.
Candem Town y Auschwitz
Polos opuestos. Los escenarios son protagonistas en esta novela y Macarena Zambrana nos va a permitir sumergirnos en dos mundos distintos. Por un lado, el barrio de Candem Town, con sus vecinos peculiares, sus tiendas vintage, sus mercados de comida callejera y ese aire alternativo que impregna sus calles. Ángela pasará las primeras noches en Londres alojada en el hotel Little Family, regentado por Mery, «una mujer regordeta, de unos sesenta y pocos años, con aspecto bonachón, bajita y con unas gafas de pasta roja». Mery es una mujer que inspira confianza, que se convierte en un lugar reconfortante al que acudir, dentro de las paredes de ese coqueto hotel.
En la cara opuesta, el campo de concentración, con el pabellón médico, donde se llevan a cabo terribles experimentos y donde la trata de blanca era uno de los atractivos para los oficiales nazis. La novela nos va a permitir conocer la distribución del campo, las diversas estancias y las tareas a las que cada prisionero era asignado.
Pero no serán los únicos escenarios. Operación Lena nos va a permitir viajar a través de los personajes por ciudades como Varsovia, Madrid o Lisboa.
Qué me ha gustado de esta novela
Bueno, debéis de saber, porque no lo he dicho hasta ahora pero seguro que os lo vais a imaginar, que ambas historias tendrán un nexo en común. Zambrana articula una trama en la que, de algún modo, el pasado se convierte en presente. De esta manera, la propia vida de Lena terminará por conectar con la de Ángela de la forma más inesperada. Pero el lector podría disfrutar igualmente si cada una de estas tramas fueran independientes una de la otra. Lena y su paso por Auschwitz nos abrirá las puertas al episodio más negro de la historia de la humanidad. Siempre digo que nunca sabremos lo suficiente sobre lo que ocurrió durante la persecución de los judíos y el Holocausto. Operación Lena -y de este nombre os hablaré un poco más adelante- me ha descubierto datos que desconocía. Por ejemplo, nunca había leído que hubiera una facción del nazismo que estuviera en contra de los planes de Hitler. Hasta este momento, para mí, pensar en los nazis era pensar en la ignominia, en la barbarie, en el sinsentido. Sin embargo, no todos los alemanes, no todos los nazis, veían con buenos ojos el horror, la muerte y la destrucción que se sentaba sembrando en el mundo.Operación Lena indaga sobre esta cuestión a través de un par de personajes, algún miembro de la SS del que descubriremos que, al contrario de lo que podríamos pensar, posee cierta dosis de humanidad, un toque de moral y una pizca de conciencia. Pero, ¿por qué Alemania odiaba tanto a los judíos? Si os digo la verdad jamás me había planteado esta pregunta. Pues en esta novela se profundiza sobre este tema y esas páginas (más las venideras) me han resultado muy interesante.
En cuanto a Ángela, ¿quién no se ha sentido perdido alguna vez? Este personaje que, por cercanía temporal, vamos a entender como más parecido a nosotros, no deja de ser una mujer que trata de buscar su lugar en el mundo después de una pérdida. El duelo de Ángela, la necesidad de recuperar el control de su vida y sentirse viva de nuevo no nos va a resultar indiferente. A través de este personaje entenderemos que la vida es una noria, que hoy estamos abajo pero mañana nos puede sorprender y elevarnos a las alturas. Asomarse al resurgir de Ángela, cuál ave fénix, ha sido muy emotivo y entrañable.
Los personajes son humanos. Cada uno de ellos arrastra sus penas y miserias, como lo hacemos cada uno de nosotros. Y, a pesar de ello, también tendrán tiempo para amar y reír.
Pero lo más interesante de esta novela es que, cuando crees que simplemente se trata de dos historias alejadas en el tiempo con un nexo en común, la trama se complica. Junto a los personajes, el lector tendrá que desenredar una madeja que, por motivos que no voy a explicar, permanece enmarañada, pero también vivirá una aventura que, ahora sí, llevará por nombre Operación Lena.No es ficción. Durante la Segunda Guerra Mundial se llevó a cabo una operación a la que se le puso este nombre. ¿Qué se sabe de esta operación? Podéis encontrar muchos datos en la novela pero, a grandes rasgos, os puedo decir que fue un plan que se trazó para debilitar la posición del Führer en Europa. Y lo que creías una novela sobre casualidades de la vida, se convierte en una historia de espías, contraespionaje, o servicios de inteligencia, incluso con la presencia de personajes reales que te van a sorprender.
Estructura y estilo
Con un total de ochenta y tres capítulos, numerados, titulados y de corta extensión, la primera toma de contacto con esta historia será en primera persona. Lo que siente Ángela en ese primer capítulo, a bordo de un avión, dará pie a una narración en la que se irán mezclando las voces narrativas. Concretamente, cada inicio de capítulo viene narrado en primera persona, como un vehículo directo que trata de aproximarnos aún más a un personaje.
A través de diversos flashbacks la autora nos hace viajar al pasado de algunos personajes, especialmente en el caso de la trama más lejana en el tiempo, para ver cómo era la vida de esos hombres y mujeres que terminaron con sus huesos en Auschwitz. De igual modo, Zambrano acostumbra a saltar de un personaje a otro de forma rápida, casi como si se tratara de diversas secuencias cinematográficas, que nos van a permitir conocer y de manera simultánea la situación que viven todos ellos en un determinado momento.
Con algún toque de intriga y suspense que se enfatiza con el avance de la lectura, una trama mucho más compleja que lo que cabría esperar, en Operación Lena se habla de dolor, de la traición y de la pérdida, pero también de la amistad, el amor y el reencuentro con el pasado. Cierto es que algún diálogo me pareció algo flojo pero debo admitir que Macarena Zambrana articula bien la historia, con un desenlace que resuelve todas las incógnitas.
A mí me gustó y, por tanto, la recomiendo.
[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]
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