martes, 17 de diciembre de 2024

JULIA NAVARRO: "LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD ES UNA HISTORIA DE MIGRACIONES"

El pasado día 30 de octubre un grupo de lectores tuvimos un encuentro con la autora Julia Navarro, que visitó Sevilla para promocionar su última novela El niño que perdió la guerra (Plaza & Janés). Sentarse con un autor o una autora para debatir sobre sus libros siempre supone un aliciente y un añadido que contribuye a mejorar la lectura de una obra. Las preguntas curiosas de los que nos reunimos con ella fueron saliendo a la luz, interrogantes a los que Julia Navarro fue dando respuesta poco a poco, compartiendo con nosotros las emociones que le invadieron durante la escritura. Hace muchos años, en otro encuentro similar, nos confesó que le gustaba sentarse a conversar con sus lectores, de los que siempre aprendía algo nuevo. A juzgar por la complicidad y el buen ambiente que reinó durante aquella hora de conversación, sigue disfrutando de esos momentos que le permite la promoción de sus novelas. Así que, reunidos en un discreto rincón, fuimos desgranando la trama de esta novela,  protagonizada principalmente por dos mujeres, Clotilde y Anya. La primera es española y trabaja como caricaturista en un diario. La segunda reside en Rusia y es pintora. Clotilde es la madre de Pablo, el niño que tendrá que dejar su familia para marchar a la Unión Soviética. Allí será acogido por Anya, que se convertirá en su segunda madre. La acción se desarrolla entre el invierno de 1938 y la primavera de 1939, años en los que España está sumida en la guerra civil. La República tiene las horas contadas. Por su parte, la Unión Soviética vive bajo el yugo del régimen de Stalin.




Como primera pregunta, quisimos saber por qué había querido escribir esta novela. Julia Navarro nos respondió que «este es un libro que me ha costado toda la vida», una novela en la que se recogen todas las preocupaciones y obsesiones de la autora, que son recurrentes en sus libros.  Aseguró que no tiene claro cuándo surgió la idea de escribir este libro. «Probablemente, surgió hace mucho tiempo y sin darme cuenta». Nos explicó que el origen de esta novela podría estar en las lecturas que hizo sobre los poemas de Anna Ajmátova, porque aquellos versos la sacudieron. Hizo alusión a un pasaje de la vida de esta poeta y que se narra en la novela. Nos contó que Ajmátova, haciendo cola delante de los muros de la prisión de Leningrado, fue interpelada por una mujer que la reconoció. Aquella señora se le acercó para preguntarle si ella podía contar lo que sucedía en la Unión Soviética. «Ella respondió 'sí, puedo' y aquella respuesta me produjo una doble sacudida», confesó la autora. Es decir, aquella mujer le estaba pidiendo a la poeta que hiciera público lo que el régimen totalitario estaba haciendo a los ciudadanos, anular cualquier atisbo de libertad. «Nosotros también hemos vivido en un régimen totalitario, e imagino que, el pasado de España, unido a las lecturas y a aquella frase de Ajmatova, fue lo que hizo que esta novela empezara a configurarse, sin yo saberlo», añadió.

El desarraigo vuelve a ser un tema importante en esta novela, ese romper con las raíces y la obligación impuesta a hombres, mujeres y niños, que tienen que exiliarse a otro lugar. Es un tema que Navarro analiza con frecuencia en sus libros, que le preocupa, y confiesa que suele ponerse con frecuencia en la piel de los otros. «Cada vez que veo esas imágenes mostrando a personas que llegan a las costas españolas o que intentan llegar a Europa por distintos lugares me impresionan sus rostros». Dijo Julia que en esos rostros ve el miedo, la desolación y la incertidumbre.  Comentó que ella se preguntaba muchas veces cómo se sentiría si mañana tuviera que dejar atrás su vida para marcharse a otro país, «y tener que aprender una lengua nueva, unos códigos de conducta, una cultura distinta». A través de su labor como colaboradora en la Ong Entreculturas, ha conocido a muchos inmigrantes y también a los que trabajan en las labores de acogida. «Todos ellos me han hablado de violencia, de miseria, de hambre, o de guerra y me siento especialmente sensibilizada hacia ese dolor y a esa tragedia», afirmó. Continuó comentando que no debemos olvidar que todos hemos sido emigrantes de un modo u otro, ya sea a través de una vivencia directa o a través de nuestros antepasados, quienes un día dejaron atrás su lugar de nacimiento, para marcharse a otro pueblo, a otra ciudad, o a otro país, buscando una vida mejor. «La historia de la humanidad es una historia de migraciones porque, a lo largo de los siglos, el hombre se ha movido de un lugar a otro, buscando siempre un destino donde poder vivir mejor».

En cuanto a los personajes, inevitablemente hablamos de las dos grandes protagonistas de la novela, Clotilde y Anya. Entre ellas existe el hilo conductor de la cultura. Clotilde es dibujante y caricaturista, mientras que Anya es poeta. Serán dos mujeres que viven en un régimen que pretende asfixiar su creatividad y la forma de ser y de pensar de cada una las hubiera hecho simpatizar, si ambas hubieran vivido en el mismo país. «Además tienen algo muy importante, que es un hijo en común». Porque Anya se hará cargo de Pablo, el hijo de Clotilde, al que, con cinco años, envían a la Unión Soviética para alejarlo de una España en guerra. Anya será también como una piedra en el zapato y no solo para el régimen de Stalin, sino para su propia familia. «Para su padre es una tragedia tener una hija como Anya», nos explicó la autora, aunque, con el paso del tiempo, ese padre, artífice de la revolución y compañero de Lenin, verá cómo el régimen irá devorando y fulminando a toda su familia, incluso a su hija Anya, a la que enviarán a un gulag. «Tener que convivir con eso es complicado, es un personaje de tragedia griega»

Entre Clotilde y Anya, Pablo tendrá dos madres porque, asegura Navarro, «las dos son igual de madres para él». Clotilde es su madre biológica y Anya la adoptiva, junto a la que ha crecido, y junto a la cual se hará un hombre. Clotilde y Anya son dos mujeres con sus imperfecciones porque «en mis libros no hay personajes perfectos». A Navarro no le interesan los héroes ni las heroínas«siempre intento escribir sobre situaciones que nos puede haber pasado a cualquiera de nosotros». Confiesa la autora que le interesa el ser humano y su complejidad«la gente que sufre, que se equivoca, que comete barbaridades pero que también es capaz de llevar a cabo actos importantes en favor de la libertad y de los demás».

Ahondando aún más en los personajes, también estuvimos hablando del marido de Clotilde y de Anya, dos hombres con ideas muy diferentes a las que defienden sus esposas. En el caso de Boris, marido de Anya, terminará pagando las consecuencias de haberse casado con una mujer como su ella. Pero entre todos los nombres que aparecen en la novela, surgieron dos más. Por un lado, Enrique, «un hombre que se marcha de España porque no quiere participar de la lucha fratricida que se está gestando».  Dijo Navarro que de los personajes como Enrique se habla poco porque su actitud podría ser etiquetada por otros como de poco heroica y poco entregada. «Sin embargo, Enrique representa al común de las personas, es el antihéroe». Un personaje querido por la autora y sobre el que trabajó mucho.

El otro nombre que surgió en nuestra conversación fue Igor, el hijo de Anya. Este niño lo tendrá complicado porque tendrá que acostumbrarse a la presencia de Pablo. «Igor tendrá que compartir con este niño al que no conoce de nada, su habitación, sus juguetes y a hasta su madre. Es un niño que reacciona de la manera más natural». Al principio será difícil para él pero «será el tiempo el que consolide su relación y los convierta verdaderamente en hermanos».

Quisimos saber también porque había titulado así esta novela y nos respondió que los niños siempre pierden las guerras que previamente han perdido sus padres. «Las guerras que han perdido los padres marcarán luego a los hijos», al formar parte de un bando perdedor. En este caso, el título hace referencia a Pablo, que huye del infierno de España para luego encontrar otro similar en la Unión Soviética. «El padre de Pablo es el que decidirá mandar a su hijo a Rusia para alejarlo de la guerra en España». Aunque la Unión Soviética no fue el único destino. Otros niños fueron enviados a Francia o México pero, «el problema de los niños que fueron enviado a la Unión Soviética es que luego no pudieron volver porque el régimen franquista no tenía relación con el régimen de Stalin», explicó Navarro. 

El niño que perdió la guerra se configura como un alegato en favor de la cultura, siendo esta la única vía de escape del ser humano que vive en una dictadura. «Generalmente, los escritores, los músicos, los pintores,... ponen muy nerviosos a los autócratas porque son personas que tienen pensamiento propio y que expresan a través de una manifestación artística al alcance del resto de la ciudadanía».

Dedicada a los que saben y se atreven a decir «no», reconoce la autora que esta es una novela dura y dolorosa, cuya escritura se lo ha hecho pasar mal. «Mientras lo escribía no podía ser indiferente a lo que estaba contando». Pretende Navarro plantear también un análisis de la política actual porque, a su juicio, la democracia es un asunto de todos y todos somos responsables de su cuidado.

De este modo se puso fin al encuentro que mantuvimos con Julia Navarro, una charla amena y distendida sobre El niño que perdió la guerra, novela que ha conmovido a muchos lectores.


Sinopsis: Madrid, invierno de 1938

Clotilde, una artista gráfica que dibuja caricaturas para los diarios republicanos, asiste en Madrid a los últimos meses de la Guerra Civil. La caída de la República es inminente, por lo que su marido, militante comunista que trabaja para los rusos, decide enviar a Moscú a su hijo Pablo, de tan solo cinco años, en contra de su voluntad. Clotilde se resiste con todas sus fuerzas, pero no logra evitar que el comandante Borís Petrov emprenda ese arriesgado viaje por una España en llamas para cumplir con el deseo de su camarada de llevar a Pablo a la Unión Soviética, donde Stalin está levantando un nuevo país sobre las ruinas del antiguo régimen.

Moscú, primavera de 1939

Allí es recibido por su nueva familia que, conmovida por su trágico exilio, acoge con afecto a un niño exhausto y enfermo. Anya no duda en cuidar de Pablo como si fuese su propio hijo, sin hacer distinciones con Igor, su hermano de adopción. Hija y esposa de dos orgullosos héroes de la Revolución -su padre luchó junto a Lenin, su marido a las órdenes de Stalin-, Anya ama la poesía y la música, aficiones sospechosas y burguesas a los ojos del poder. Mientras sus ilusiones naufragan en el ambiente cada vez más opresivo del terror estalinista, su espíritu se rebela contra la injusticia, la miseria, la ausencia de libertad y el Gulag.

Pablo crece entre el recuerdo cada vez más tenue de su madre, que no ceja en su empeño por recuperarlo, y el cariño de Anya, quien le transmite su amor por la música, la literatura y sus deseos de libertad. Dos mujeres unidas por el destino de un niño y enfrentadas al mismo espejo: el de las ideologías totalitarias a las que sucumbió el siglo xx.

Se puede perder una guerra, pero se puede ganar la libertad


5 comentarios:

  1. Has sacado un titular fundamental para un libro para regalar o regalarse. Un orgullo codearse con estas figuras. Feliz Navidad, Marisa.

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  2. Interesante ese encuentro con la autora. Tengo el libro en mi lista de pendientes y espero no tardar en leerlo. Esta entrada me lo ha hecho muy apetecible.
    Un beso.

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  3. Parece una historia interesante estaré pendiente a ver que cuentas. Y te recomiendo que te acerques a Ajmatova su vida y sus poemas merecen mucho la pena. Besos.

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  4. Muy bien acompañada te veo en esa foto. Tuvo que estar genial este encuentro. Buenas preguntas y muy interesantes todas las respuestas. EL contexto en el que se desarrolla la novela me resulta muy atractivo. Es hora de volver a leer algo de esta autora y esta novela tiene muchos puntos para caer.
    Besotes!!!

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  5. ¡Hola, Marisa!
    Una autora que me encanta, he leído muchos de sus títulos, aunque reconozco que llevo años sin volver a ella, básicamente porque siempre hay tanto que leer, tantas prosas nuevas para saborear y poco tiempo para hacerlo :(
    Me apetece mucho leer "El niño que perdió la guerra", lo llevo apuntado desde que salió publicado, espero poder hacerlo el próximo año.
    Aprovecho para desearte una Navidad llena de abrazos, sonrisas y mucha felicidad ;)
    Un besote.

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