Conversar con Víctor del Árbol es mantener un diálogo sosegado, en el que el autor analiza y explica su novela, estableciendo, a veces, comparaciones entre la trama y la vida real. Mucho de realidad y actualidad hay en su última publicación, El tiempo de las fieras, editada por Destino. Estamos ante una novela en la que el lector emprende un camino que pronto se bifurca en otros senderos, para luego atar cabos y contemplar el paisaje global que el autor ha compuesto para nosotros.
El tiempo de las fieras habla de eso, de fieras, de gente sin escrúpulos pero también de gente humilde. Esta novela nos adentra en una segunda parte que no es tal, pues recupera personajes de la novela previa, Nadie en esta tierra. Y no temáis porque yo he leído esta novela, sin haber leído la anterior aunque, confieso que no tardaré en hacerlo.
Víctor del Árbol pasó por Sevilla hace una semana y conversamos en esa quietud que el autor genera. Os dejo con nuestra charla.
Marisa G.- Víctor, un placer tenerte en Sevilla, otra vez.Víctor A.- Siempre, siempre es un placer venir aquí.
M.G.- Alegra volver a verte aunque. La última vez nos vimos fue El hijo del padre. Estoy ahora con El tiempo de las fieras. Llevo sólo doscientas páginas. No lo he terminado de leer.
V.A.- Pero ya te has metido en la trama.
M.G.- Sí, muy metida pero, leyendo la sinopsis, entiendo que esta novela tiene relación con la anterior porque tú estás rescatando personajes de Nadie en esta tierra. Así que te quería preguntar de qué manera va a afectar la lectura de esta novela a los lectores que, como es mi caso, no hemos leído la anterior.
V.A.- Son historias totalmente independientes. Es decir, tú tienes aquí suficiente contexto como para poder armar la historia. Me gustaría que, cuando acabes de leer esta, digas ¡ostras!, hay algunos personajes de los que quiero saber más, de dónde vienen, y entonces te leas Nadie en esta tierra. Porque eso te va a dar una perspectiva muy diferente de cómo evolucionan o cómo cambian. Por ejemplo, personajes como Virginia, que la novela anterior era policía y ahora está en el otro lado; o cómo ha cambiado, por ejemplo, un personaje que Nadie en esta tierra es completamente secundario, como Soria y, sin embargo, aquí es un poco el alma mater de la novela.
Lo bonito es cuando el lector, que no ha leído Nadie en esta tierra, quiere volver atrás para ver esa evolución tan bestia que hacen los personajes en tres años. Y la idea era que quien ya haya leído Nadie en esta tierra, se lleve una alegría al reencontrarse con algunos de estos personajes, porque no es algo que yo hago exactamente.
M.G.- Porque es la primera vez que lo haces.
V.A.- Sí, sí, sí. Y no sé si volveré a hacerlo.
M.G.- En la sinopsis se nos habla de un policía que está a punto de jubilarse. Se trata de Soria, a quien has mencionado. Por decirlo de alguna manera, a Soria lo destierran a Lanzarote y allí le asigna un caso, hipotéticamente, menor, como es la investigación de un atropello. Eso es lo que pone en la sinopsis. Pero esa es la punta del iceberg, porque cuando el lector se mete en las páginas de esta novela se encuentra que todo es mucho más grande.
V.A.- Claro. Todo parte de un accidente de tráfico en una isla como Lanzarote, en una carretera desierta. Ahí se producirá toda una convergencia de vidas, de destinos que no tienen nada que ver los unos con los otros. Y ese es el famoso efecto dominó, ¿no? Es decir, empezando por saber quién es esta chica que han atropellado. ¿Quién conducía el coche que la ha atropellado? ¿Por qué se ha dado a la fuga? ¿Quién es el policía que investiga esto? ¿Y qué connotaciones tiene eso en otra serie de gente? Hasta que nos damos cuenta de que, de ese simple accidente de tráfico, parte toda una trama de corrupción económica, de narcotráfico, de crimen organizado, que a mí me sirve para hacer un fresco, un poco picassiano, si quieres, un poco dramático, de lo que es el tiempo de las fieras, de lo que es el siglo XXI.
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M.G.- Porque, si lo pensamos, la actualidad es la mejor fuente de inspiración para escribir esta novela.
V.A.- Cuando me preguntáis qué es El tiempo de las fieras, siempre respondo, mirad las noticias. El tiempo de las fieras es el de los ciudadanos de a pie, saliendo a manifestarse por el derecho a la vivienda frente a las leyes del mercado y frente a unos políticos incapaces de poner los valores humanos por encima de los valores económicos. Ese es el tiempo de las fieras. El tiempo de las fieras es provocar una guerra porque hay una serie de intereses geopolíticos, geoestratégicos, incluso personales, sin tener en cuenta las víctimas inocentes. Es decir, vivimos en ese tiempo de las fieras, donde yo diría que hay un grupo de ególatras, narcisistas, patológicos, y gente anafectiva, que se ha adueñado de los mecanismos del poder y que ha instaurado una lógica que todos damos por asumida, que para mí es una lógica criminal.
M.G.- De todos los temas que tocas hay un pasaje que a mí me puso los pelos de punta. Me refiero a la actitud de esas grandes empresas, que le dan tan poco valor a una vida humana. Son empresas que creen que con el dinero se arregla absolutamente todo. Es lo que vamos a ver en el incendio que se produce en una fábrica y en el que mueren personas. Las reflexiones de los gerifaltes, de los altos cargos de la empresas, lo que piensan sobre esas personas fallecidas, fue lo que me puso los vellos de punta.
V.A.- Para las leyes del mercado, las personas somos números que formamos parte de un Excel. En ese Excel hay dos columnas: beneficios y pérdidas. Y sólo se mira en ese sentido. En este caso, no hay una concepción del mal, en un sentido moral. La gente que toma esas decisiones en un fondo de inversiones de Nueva York, no es que quiera que tú pierdas tu trabajo en Lanzarote, simplemente es que no lo tienen en cuenta. No les importa. Esas decisiones se toman, y van bajando de escalafón hasta el que las tiene que ejecutar. Es lo que yo llamo colaboradores necesarios. El poder no es nada. El poder es una abstracción. Son las personas concretas las que llevan a cabo las acciones que acaban perjudicando al resto. Y es ahí, a ese tipo de fieras a las que yo ataco con más saña, a los que viven de las migajas del poder, a los que entregan su ética, su moral, sus valores por un beneficio espurio que al final ¿para qué? ¿Para comprarte una casa más grande? ¿Para tener un yate? ¿Para...? ¿Y sabes qué pasa? Que cuando esa gente ve el mundo, lo ve desde su perspectiva y su perspectiva es la de un dios. Un dios que no le tiene que dar explicaciones a los hombres. Un dios hace lo que hace y sólo responde ante dioses más poderosos. Cuando hay ese choque de realidades, entre gente que vive en una burbuja y gente que pierde su trabajo, que por desesperación son capaces de provocar un incendio, como es el caso de la novela, y que acaba afectando a muchas personas, entonces se sorprenden y se preguntan: ¿no se supone que nosotros somos las fieras y ellos son las presas? Pero, ¿qué pasa cuando las presas se rebelan? ¿Qué pasa cuando un ser, una persona de la calle dice que no se conforma con el status quo? Ese es el secreto de esta novela. ¿Qué pasa cuando uno dice ¡basta!, ¡basta ya!, ¡no lo soporto más!?
M.G.- La chica que sufre el atropello se llama Vesna. De ella sabremos que es un hacker, una persona que sabe moverse muy bien en el mundo de la ciberdelincuencia. Eso da que pensar porque, a través del móvil y de las redes sociales, estamos totalmente vendidos.
V.A.- Sí. Pensamos que estamos protegidos porque vamos cambiando cada semana la contraseña. Bueno, quien las cambie.
M.G.- Eso
V.A.- Si te fijas, hoy día todo el mundo tiene un teléfono móvil. No hay nadie o prácticamente nadie que no tenga un teléfono móvil. Estos aparatos son elementos de control porque toda nuestra vida está ahí. No me refiero a las redes sociales, me refiero a que ahí están tus cuentas bancarias, ahí están tus contactos personales, ahí está tu intimidad. Vesna es una nativa digital. Ella ya ha crecido, ya ha nacido en el mundo de la tecnología. Lo que ella hace es mostrarnos lo frágiles que somos, lo fácil que es entrar en nuestra privacidad y lo fácil que es destruirnos, también. Eso debería hacernos pensar sobre la utilidad que le damos a la tecnología.
M.G.- Sabemos el peligro que tiene pero aún así...
V.A.- ...lo hacemos.
M.G.- Pues sí. Bueno, esta es una novela muy coral. Vas leyendo y te vas encontrando con personajes que, aparentemente, tienen un papel muy secundario. Sin embargo, de repente, das un giro y empiezan a adquirir mucho protagonismo. Y eso me ha gustado porque eran personas que estaban ahí y, de repente, me los pones en bajo el foco.
V.A.- Sí, es que no me gustan las historias secundarias. Siempre pienso que alguien que se cruza delante de mis ojos es alguien importante. Lo he dicho en muchas entrevistas pero para mí no existen las personas pequeñas ni los destinos pequeños. Por una razón muy sencilla. Y es que todo lo que hacemos está interrelacionado y cualquier persona, por insignificante que nos pueda parecer, en el momento que hace algo, eso tiene unas consecuencias. Y no somos conscientes de hasta dónde pueden llegar esas consecuencias. Por ejemplo, cuando escribo un libro, lo escribo por una serie de motivaciones personales, pero yo no sé quién va a leer ese libro y no sé cómo va a reaccionar esa persona después de leerlo o qué consecuencias va a tener, pero tenerlas, las tiene. En el momento en el que nosotros hacemos algo significativo, eso incide en la vida de los demás. Quizá nosotros no llegamos a saberlo nunca. Es decir, yo no creo que existan personas secundarias. Me gusta mucho esa idea coral de las historias, esa idea coral de la vida, porque además te ofrece una perspectiva de un mismo problema desde muchos puntos de vista totalmente diferentes, porque todos somos totalmente diferentes.
M.G.- Has mencionado a Soria, el Gordo Soria, un personaje más secundario en la novela anterior pero que aquí va a tener bastante más protagonismo. A este personaje le gusta hacer dioramas. Con la descripción que nos ofreces del personaje, me lo imaginaba haciendo dioramas, y me resultaba todo un contraste entre su aspecto físico y lo que a él le gusta hacer. ¿Cómo es el Gordo Soria?
V.A.- El Gordo Soria es precisamente la antítesis del héroe clásico. Es esa persona que juzgamos por la apariencia, sin entrar en su intimidad, sin entrar en su personalidad, y cuando entramos en su personalidad nos demuestra lo equivocadas que son las apariencias. El Gordo Soria es una persona que a diferencia de todos los demás personajes, no tiene deudas con el pasado. Él no tiene traumas que solucionar como el resto de personajes. Y eso le da una libertad de pensamiento y de acción muy grande, porque, para empezar, él no se toma en serio a sí mismo. Él sabe que ha sido un funcionario mediocre toda su vida y no aspira a la notoriedad, simplemente aspira a acabar su carrera de la mejor manera posible y marcharse a casa con su Pura, sus dioramas y sus cigarrillos. Pero precisamente por no querer ser un héroe, es el héroe que a mí me importa, porque es un héroe, a su pesar. No es como Julián Leal que resulta ser un héroe más trágico, más quijotesco, más cervantino, en el sentido de estar más enfrentado al destino, a la enfermedad,... Soria, no. Soria es una persona completamente fuera del sistema, un ser que podemos llegar a detestar porque es lenguaraz, desagradable, pero tiene una cosa que a mí me gusta mucho, y es que tiene un sentido de la ironía muy acerado. Tiene una visión sobre la vida muy irónica, y la ironía sólo la pueden practicar las personas que son muy inteligentes.
M.G.- En un momento dado, un personaje le dice a Soria que parece que los muertos se le van cayendo del bolsillo. Y es casi verdad porque, si te fijas, al principio de la novela hay muchos muertos. No sé si mucho más muertos de lo habitual que en el resto de tus otros libros.
V.A.- En realidad, y si no recuerdo mal, creo que hay cuatro en la isla. Pero claro, para una isla como Lanzarote, que tiene uno de los índices de delincuencia más bajos de España, son muchos. El tema de la proporción depende mucho de con qué lo comparemos. Él mismo lo dice, que cuatro muertos en Nueva York son una anécdota de café, mientras que cuatro muertos en Lanzarote son una crisis nacional. En esta novela, lo que me interesaba era llevar el infierno al paraíso. Lanzarote, para mí, es un paraíso. Es una isla que adoro, que conozco desde hace muchísimos años. Es una isla donde la belleza de la naturaleza y la obra del hombre, gracias a César Manrique, han creado algo maravilloso. Por eso me interesaba llevar el infierno al paraíso. ¿Qué pasa cuando el lobo llega al rebaño y el pastor está durmiendo?
M.G.- Virginia es otro de los personajes que me gustaría recalcar. En la anterior novela era policía. Ya no lo es porque ha cedido a las presiones de su padre, ha tomado las riendas de los negocios de su padre. Es un personaje que tiene una lucha moral entre lo que le gustaría ser y lo que se ha obligado a ser.
V.A.- Por eso tienes que leer Nadie en esta tierra cuando acabes El tiempo de las fieras. Virginia es el ejemplo perfecto de esas personas que hace un pacto con el diablo con las mejores intenciones pero luego se arrepiente. Sin embargo, el diablo no acepta devoluciones y, en este caso, el diablo es su padre.
Virginia, por lealtad a Soria y a Julián Leal, se acaba convirtiendo en lo que más odia. Y lo que más odia es la figura de su padre. Pero claro, su perspectiva cambia completamente cuando estás en el lado de la ley. Virginia siempre ha sido una persona muy rígida, que no creía en la justicia. Ella creía en la ley, que es otra cosa. Creía en el orden y en el control. Pero, de repente, se ve en otro tipo de selva, en la selva de las altas finanzas, de la lucha feroz que hay ahí arriba para mantenerse en el poder y no perder los privilegios con los que ella ha nacido, esos privilegios que quiere dejarle a sus hijas, a Sara y a Ana. Claro, ese dilema entre proteger lo mío pero sin perder del todo la humanidad es lo que a ella la atrapa. Se siente atrapada entre su padre y los amigos, -Julián Leal y Soria-, que la han conocido cuando era otro tipo de persona. Y en esa contradicción, atrapada entre esos dos juicios, ella se debate sobre qué es lo correcto y qué es lo incorrecto. Para saberlo hay que llegar al final de la novela. Hay un diálogo que no te puedes perder entre ella y su hija. Es extraordinario.
M.G.- Vale, estaré pendiente.
Y no podemos dejar atrás a ese otro personaje misterioso, a ese matón que trabaja para el Oso Dávila. A veces, leyendo lo que él piensa, especialmente en esos pasajes en los que él recuerda su infancia, llegué a pensar que, a pesar de que hablamos de fieras, no siempre el león es tan fiero como lo pintan.
V.A.- Es fiera pero tiene sus razones para serlo. El hombre de los ojos oscuros es mucho más que alguien que mata por otros. Es decir, hay gente que no se quiere ensuciar las manos. Yo hablaba antes de colaboradores necesarios. El sicario, en este caso, es el colaborador necesario del Oso Dávila y de otros muchos que lo contratan para hacer el trabajo sucio porque saben que él lo va a hacer. Pero es mucho más que eso.
Lo que estamos viendo en El tiempo de las fieras es la génesis de un asesino. Es muy interesante ver de dónde viene, cómo se ha convertido en lo que se ha convertido y, al mismo tiempo, cómo puede ser que haga lo que haga y piensa lo que piensa, porque es un tipo muy racional. Es una persona que incluso, en determinados momentos, puede llegarnos a resultar hasta fascinante. Y, sin embargo, él nunca olvida lo que es y nunca nos permite a nosotros, a los lectores, que olvidemos lo que es. El sicario sabe que representa la fascinación que sentimos, un poco absurda y romántica, por el mal, por eso no tiene nombre porque no es una persona sino una idea. El mal, la violencia, la crueldad, a través de las series de televisión o del cine, se ha llegado a convertir incluso en algo a lo que rendir culto, a lo que aplaudir.
Decidí crear esta imagen del sicario porque, una vez vi por la calle a un chico joven que llevaba una camiseta con la imagen de Pablo Escobar, como si fuera alguien a quien admirar. Ahí es donde se me ocurrió construir a este personaje, alguien a quien admirar pero sobre el que no deberíamos olvidar nunca que es el mal encarnado en una persona.
M.G.- Víctor, nos quedan unos cinco minutos pero no quiero dejar pasar los guiños que existen en la novela. Por ejemplo, con el personaje de Vesna se hace un guiño a Stieg Larson, hablas de Saramago. Hay también un personaje apellidado Fité y todos los que conocemos un poco la editorial Destino sabemos de dónde viene.
V.A.- Sí, y Manuela Juan es una amiga periodista. Hay guiños a escritores. Por ejemplo, Rafael Reyes, un personaje entrañable, un derrotado de la vida, pero de los que, al final, resiste. Está inspirado en Rafael Reig, un escritor al que yo admiro muchísimo.
También hay un montón de guiños a la obra de Miguel Delibes, a la música de Bruce Springsteen. A mí me parece muy bonito hacer juegos metaliterarios para los lectores, sin interferir en la historia. El propio Soria es un personaje salido del Quijote, porque es Sancho Panza. Me gusta mucho, sí. Me gusta hacer este tipo de homenajes a personas, libros, música, arte, que de una manera u otra me han ayudado a convertirme en el escritor que soy.
M.G.- Ya para terminar, hablamos de fieras, de esa rebelión por parte de los ciudadanos de a pie. ¿Nos queda esperanza para luchar contra esas fieras?
V.A.- Claro, y creo que la literatura es una simiente. Concibo la literatura como una forma de entretenimiento, pero que además es un espejo maravilloso porque nos permite imaginar otro mundo posible. Quizá la diferencia entre El tiempo de las fieras y otras novelas que he escrito es que aquí, más que nunca, se palpa la esperanza, esa semilla de resiliencia, de empatía, de solidaridad, y de rebeldía que todos los seres humanos tenemos dentro y que, llegado un punto, cuando el sistema nos aplasta de tal manera en la que lo único que nos queda es la rebelión, es cuando surgen los Soria, las Vesna, y estos personajes que el sistema deja al margen porque no los considera y son precisamente los que plantan cara al sistema.
M.G.- Víctor, un placer volver a conversar contigo y volver a leerte.
V.A.- Ha sido un placer.
Sinopsis: Un policía a las puertas de la jubilación es desterrado por los suyos hasta la tranquila Lanzarote, donde deberá pasar los últimos años de su carrera. Lo que no puede imaginar, ni él ni nadie, es que la investigación del caso del atropello de una joven de diecinueve años originaria del Este va a desenmascarar una trama de crimen y poder en varias ciudades europeas.
En una espiral de intriga que no da tregua al lector, conoceremos desde las razones íntimas de unos personajes inolvidables hasta los altos intereses económicos que mueven las insospechadas piezas del juego. Una novela magistral que nos acerca al corazón de la gente corriente y nos muestra cómo el ansia de poder puede transformar a las personas en esta era que vivimos: el tiempo de las fieras.
Un thriller épico y voraz.