viernes, 26 de julio de 2024
VACACIONES
jueves, 25 de julio de 2024
DANIEL FOPIANI: ❝Quiero ser un escritor de verdad y no un escritor superventas❞
La última entrevista antes de que Lecturápolis se tome un respiro estival me trae aires de Cádiz. Vuelvo a sentarme de nuevo con Daniel Fopiani, el escritor gaditano al que conocí en 2017, cuando ganó el Premio Valencia Nova de Narrativa en Castellano que otorga la Institució Alfons el Magnànim por La carcoma. En esta entrevista, Fopiani confiesa que hoy día siente un poco de vergüenza al releer aquella historia, unos tímidos inicios que le abrieron las puertas a un sendero mucho más largo y luminoso. Está claro que este autor, sargento de Infantería de Marina, ha ido madurando literariamente con cada nueva novela. La última, El linaje de las estrellas que publica bajo el sello de Espasa, es una apuesta contundente, con una trama que pone sobre la mesa cuestiones de hondo calado.
Esta es la última entrevista de la temporada. Pero no será la última vez que lea a Daniel Fopiani. Con un poco de suerte, tampoco será la última vez que converse con él. Os dejo con nuestra charla de hace unas semanas.
Marisa G.- Daniel, un placer volverte a tener por aquí, por Sevilla. Qué gusto verte de nuevo y qué gusto verte con una nueva novela, con este linaje de las estrellas. Con la novela anterior ya tocaste el mundo militar, un mundo que vuelves a abordar de nuevo. Parece que ahí has encontrado una fuente de inspiración.
Daniel F.- Bueno, me siento muy cómodo hablando de lo que sé, de mi trabajo. De alguna manera es también una forma de compartir con mis lectores las experiencias que he ido adquiriendo a lo largo de más de quince años de servicio. La novela anterior, El corazón de los ahogados, era más militar que esta. En esa se trataba el tema de la inmigración ilegal, algo en lo que he trabajado durante más de nueve años. Sin embargo, en esta novela, lo militar no cobra tanto protagonismo. Pero lo que sí tenía claro es que quería utilizar la figura del capellán castrense como protagonista.
Cuando ingresé en las Fuerzas Armadas, con dieciocho años, yo pensaba que un capellán castrense era un cura, un sacerdote, un hombre que estaba siempre en soledad, orando. Pero los capellanes castrenses no son así. Son sacerdotes que, si nos destinan a Afganistán o a Irak, ellos vienen con nosotros. Además tienen adiestramiento militar y formación física. Es algo que a mí me llamó mucho la atención y era algo que tenía pendiente de utilizar en una de mis novelas. Es una manera de que la sociedad conozca un poco mejor nuestro trabajo, porque el mundo militar es muy hermético. Muy poca gente ha pisado un cuartel, por eso, hay un par de capítulos en el que describo cómo es el cuartel por dentro, cómo nos adiestramos. Disfruto haciendo esto y me consta que los lectores también lo disfrutan.
M.G.- Y vuelves a Cádiz. Fíjate que, entre tú y algunos otros autores, estáis convirtiéndola en una ciudad literaria. Me parece fantástico porque ya le tocaba. Además, la ciudad de Cádiz tiene mucha historia.
D.F.- Es una ciudad milenaria. Tiene un casco antiguo histórico precioso. Siempre digo que, los de Cádiz conocemos la fama que tiene la ciudad, con su sol, sus cervecitas en las terrazas, sus gambitas y su carnaval pero también conocemos la otra realidad, esa parte más oscura de la ciudad, con el paro, los barrios humildes, la pobreza,... Son claroscuros con los que podemos jugar. Son herramientas que nos permiten crear un thriller o una novela policíaca.
Al ubicar la acción en Cádiz también hablo de lo que sé. Cádiz es la ciudad que me ha visto crecer, conozco a su gente, conozco su idiosincrasia, sus calles,... Creo que el lector, sea de Cádiz o no, nota perfectamente que estoy escribiendo de lo que conozco. También me enorgullece saber que hay gente de otra parte de España que puede conocer Cádiz a través de mis novelas. Mucha gente me está diciendo que desconocía que existiera el Panteón de Marinos Ilustres, o el Real Observatorio de la Armada, que es el centro astronómico más importante de España, desde donde se difunde la hora que tenemos en nuestros teléfonos, nuestros relojes,... Me alegra difundir un poco esa cultura, esa riqueza de patrimonio que tenemos.
M.G.- Yo, desde luego, no sabía nada de eso. Tocaremos más adelante esos escenarios. Y hablaremos también de Ezequiel Expósito, ese páter castrense del que nos has hablado. Pero hay que decir que la novela arranca con el hallazgo de un cadáver que presenta unas peculiaridades muy concretas. ¿Cuáles son, Daniel?
D.F.- Pues aparece con una esvástica realizada con cortes en la zona abdominal, con la cuenca de un ojo vacía porque le han extirpado un ojo y, además, con una constelación grabada a fuego en la frente.
Durante el proceso de documentación descubrí que los nazis estaban obsesionados tanto con la astrología como con el ocultismo, llegando a crear sociedades que dependían directamente de la SS. Estas sociedades hacían expediciones por todo el planeta, con el objeto de encontrar el origen real de la raza aria. En la novela se habla de una de esas sociedades, Las mujeres de Vril, que estaban obsesionadas con la estrella Aldebarán, en la constelación de Tauro. El día que fui a documentarme al Observatorio Real de la Armada, que cuenta con una de las bibliotecas científicas más importantes del país, descubrí que tenían un ejemplar del Atlas Coelestis, un volumen único, y estaba abierto justamente por la constelación de Tauro, con la estrella Aldebarán, que es la que más brilla de todas, la misma estrella con la que estaban obsesionadas Las mujeres de Vril. En ese momento me di cuenta de que tenía ante mí la trama perfecta para el thriller que tenía en mente. Fue justo ahí donde me vino la inspiración.
M.G.- Es decir, que llegas de casualidad.
D.F.- Bueno, pero para llegar de casualidad hay que trabajar y tienes que tener la intención de escribir algo. Yo quería a un capellán castrense como protagonista. Los capellanes castrenses ofician misa en el Panteón de Marinos Ilustres, así que, lo primero que hago es ir allí a documentarme.
Soy muy fanático de la física teórica, de la física de partículas y me apetecía crear esa dualidad en un sacerdote, que fuera físico, que los hay, como el sacerdote Lemaitre, padre de la teoría del Big Bang. Quería a un sacerdote con dudas, con la mente abierta, como para poder explicar algunas cosas desde el punto de vista religioso, de la fe, de la espiritualidad, y otras, desde la ciencia y la razón.
El segundo lugar que visito para documentarme es el Observatorio Real de la Armada. Allí descubro el atlas que te comento. Y siempre digo, a día de hoy, tenemos muchas facilidades para documentarnos. Contamos con internet, donde podemos buscar y encontrar todo, pero a mí, lo que siempre me ha servido mucho es acercarme a la gente, a personas especializadas en la temática sobre la que quiero escribir, o ir a ver con mis propios ojos los edificios o los lugares donde quiero ambientar la trama. Así siempre surgen ideas nuevas. Si no hubiera buscado el Real Observatorio por internet nunca hubiese visto el atlas abierto por esa página en concreto.
M.G.- Pero esos lugares no se pueden visitar, ¿o sí?
D.F.- Sí, se pueden visitar. El Panteón de Marinos Ilustres cuenta con un guía, que aparece en la novela, con nombre y apellido. Y con respecto al Real Observatorio de la Armada, su bibliotecario, que también aparece con nombre y apellido, hace rutas y nos enseña los libros que hay allí.
M.G.- Hablaremos de esos lugares en un momento. Pero, hay que decir que, ese asesinato que ocurre en el Panteón de Marinos ilustres conecta con una trama del pasado, con Alemania, con el Tercer Reich, y el hallazgo de una reliquia que se encuentra en el Tíbet. En la novela nos hablas de la Ahnenerbe, esa sociedad de investigación y enseñanza sobre la herencia ancestral, que tenía un propósito muy concreto, encontrar el origen de la raza aria.
D.F.- Exacto. Y hacían expediciones por todo el planeta. Estuvieron aquí, en España, concretamente en Montserrat, buscando el Santo Grial. También estuvieron en las islas de Gran Canaria, porque pensaban que eran parte de los restos de la Atlántida, de ese continente perdido. Creían que los canarios, con sus ojos claros y el cabello rubio, podían aproximarse al origen de la raza aria. Y luego, también estuvieron en el Tíbet. Es ahí donde se inicia la novela y es ahí donde hallaron una estatuilla, el Hombre de Hierro. Me llamó enormemente la atención saber que esa estatuilla está esculpida en un meteorito que aterrizó hace 15000 años en el este de Siberia. Aquella figura pasó automáticamente a la colección de reliquias sagradas o de objetos de poder del imperio alemán. Ellos pensaban que ese tipo de objetos les daría ventaja para ganar la Segunda Guerra Mundial.
M.G.- Una reliquia que, además, cuenta con un detalle muy curioso. Una esvástica.
D.F.- Sí. Tiene una esvástica rotada a 45 grados en el abdomen. Es la misma esvástica que vamos a encontrar en el abdomen del cadáver que aparecerá en el Panteón de Marinos Ilustres.
M.G.- Antes has dicho que los nazis estaban muy obsesionados con el ocultismo y desconocía la existencia de Las mujeres de Vril. ¿Qué papel jugaban esas mujeres en el Tercer Reich?
D.F.- Eran un grupo de mujeres que se dejaban crecer la melena porque pensaban que así tenían mejor conexión con las estrellas. Probablemente fuera un grupo muy aislado, que dependía directamente de la Ahnenerbe. No fueron su mano derecha, pero sí llegaron a estar muy cerca de Himmler, el fundador de la SS. Se supone que estas mujeres, al tener contacto con seres de otros planetas, tenían información privilegiada y acceso a tecnología avanzada que por entonces se desconocía por completo. De hecho, no es difícil encontrar algunos bocetos de la Alemania nazi, que muestran ovnis u objetos voladores. Todo esto viene de la mano de la Sociedad Vril que, al recibir información, se la pasaban directamente al ejército alemán.
M.G.- Qué curioso.
D.F.- Es curioso y, a veces, resulta poco creíble porque parece sacado de una novela de ciencia ficción, de fantasía,... Pero de esto hace menos de ochenta años. El año que viene es el ochenta aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial.
Lo que planteo en esta novela es qué ocurriría si los grupos de extrema derecha de hoy día siguieran con el pensamiento de la Alemania nazi. Además, juego con la baza de que en Cádiz hubo una gran presencia nazi. Allí hay una playa que se llama Playa de los Alemanes,...
M.G.- Magnífica, por cierto.
D.F.- Preciosa. Hace unos años tuve la suerte de conocer a Wayne Jamison, un periodista especializado en la presencia nazi en la provincia de Cádiz. Él publicó un libro titulado Esvásticas en el sur. Después de leer ese libro me senté con él para resolver todas las dudas que tenía. Yo no quería plantear que hubiese presencia nazi en la provincia de Cádiz sin que eso fuera correcto históricamente. Pero parece ser que es algo que está documentado, que, durante la Segunda Guerra Mundial, tanto el Estrecho como Algeciras eran puntos muy calientes, y por esas aguas recalaban submarinos alemanes. Atracaban allí para abastecerse o para repostar. Después de la guerra, en su huida, Algeciras y toda la provincia de Cádiz se convirtieron en un refugio. Así que tenía las herramientas perfectas con las que me cuadraba todo. Pero, insisto, para que cuadre, uno tiene que indagar, tiene que buscar,...
M.G.- Sí, porque las cosas no vienen regaladas.
D.F.- Exacto.
M.G.- Bueno Daniel, en esta novela tocas varios temas. Ya has mencionado que te gusta mucho la ciencia, y tocas el universo, la astrología, el nazismo, el rechazo a los inmigrantes... Concretamente, ciencia y religión, son temas que te interesan.
D.F.- Sí. Son temas que siempre me han gustado. Como digo, me apetecía reflexionar sobre la ciencia y la religión, como cuestiones que no siempre han estado tan separados o no siempre tan enfrentados. He querido jugar con todos esos conceptos, con la realidad, el universo, las estrellas,... Todos venimos de ese polvo de estrellas, independientemente de la nacionalidad que tengas, independientemente de la religión que profeses o a la que sacrifiques tu vida. Es una idea que ya adelanté un poco en El corazón de los ahogados. Todos somos hijos de la Tierra y todos pertenecemos o venimos del mismo sitio. Es un mensaje que sigue estando en este libro.
En El linaje de las estrellas vamos a ver cómo el sacerdote, además de dedicar toda su vida a la religión, al magisterio de la Iglesia, es licenciado en física de partículas, en física teórica. Sus estudios los inducen a generar más dualidad o fomentar la lucha interior a la hora de explicar el porqué de las cosas. Ese monólogo interior se irá incrementando al descubrir que se ha cometido un asesinato en el lugar donde es párroco oficial, al verse empujado a descubrir lo que ha ocurrido. Ahí empezará a estrechar lazos con la madre de la víctima. Se producirá un cierto acercamiento a medida que vaya avanzando la trama. Al final, el páter se sumirá en un dilema moral que también me apetecía desarrollar en la novela.
M.G.- Hablemos de los personajes. Ezequiel es ese páter que comentas. Es un hombre que se acerca a los débiles porque él también tiene un pasado que, en cierto modo, lo lastra un poco.
D.F.- Ezequiel se apellida Expósito. Ese es el apellido que les ponían a los niños que aparecían en las casas de cuna, o de los que se desconocía quiénes eran sus padres o de qué familia venían. Ezequiel fue un niño huérfano, que se crio en una casa cuna de Sevilla, por cierto, muy vinculada con la Iglesia. Quizá, con ese impulso, él inició ya su trabajo, su carrera dentro de la Iglesia. El dolor y la sensación de abandono lo va a perseguir a lo largo de toda su vida. Es algo que vamos a ver en varias escenas de la novela. Ezequiel va a tener una compasión especial por Natalia, la madre del soldado brutalmente asesinado, al ver que la mujer pasa por tanto dolor, por tanto sufrimiento, y estar tan sola.
Has comentado que también trato la injusticia o las desigualdades que suele haber con los extranjeros, con los migrantes o inmigrantes. Es algo que trabajé con mucha más profundidad en mi novela anterior, aunque en esta también sigue estando presente.
M.G.- ¿Y Natalia?
D.F.- Natalia es una venezolana que abandonó su país para encontrar mayores oportunidades en España, pero aquí se ve sin familia. Está prácticamente sola. Terminó enamorándose de un hombre con el que no le fueron muy bien las cosas, del que, si te apetece, también podemos hablar. Tras la muerte de su hijo, se ve sola. Ezequiel se compadece de ella y siente la necesidad de ayudarla. Quiere hacer todo lo que esté en su mano para aliviar su dolor, ese sufrimiento tan atroz que la está atormentando.
En esta novela no me valgo tanto del sensacionalismo de los crímenes aunque sí creo que es una de mis novelas más duras. Sobre todo, por ese dolor de la madre, que se transmite constantemente. Es uno de los puntos que más me ha costado a la hora de escribir, el ponerme en la papel de una madre que acaba de perder a su hijo. Cuando hablamos de un soldado que ha fallecido, automáticamente mucha gente piensa en un hombre adulto, aguerrido, apuesto pero cuando yo entré en la Armada tenía dieciocho años recién cumplidos. Era un niño. Ahora, con unas cuantas canas más, cuando veo entrar a los que ingresan en las Fuerzas Armadas, lo que veo son niños a los que todavía les queda mucho por madurar. Madurarán haciendo la mili y así es la víctima de esta novela, un niño de dieciocho años.
M.G.- Roberto es el padre del soldado fallecido, la expareja de Natalia. Ese es el personaje que has mencionado. Es un personaje al que veremos evolucionar. Al principio, lo vamos a ver de un modo pero luego...
D.F.- De primeras, Roberto no va a caer bien. Es una persona que no ha sabido tomar buenas decisiones en su vida. No es muy inteligente. Desde el principio, vamos a ver que se dedica al trapicheo con drogas. Fue denunciado por malos trato por parte de Natalia. Sin embargo, muchos lectores me han dicho que, después de leer la novela, es uno de los personajes que más ha gustado. Me dicen que les parece el más real. De alguna manera, Roberto es un personaje que está inspirado en esas familias humildes o esos barrios más bajos de Jerez, de San Fernando, de Cádiz,..., o de cualquier otra ciudad que conozcamos. Podremos intuir que está siendo utilizado por la abogada que lo defendió en su primer juicio, pero, a medida que se va desenvolviendo la trama, vamos a ver que hay cierta evolución en él y que hay cierto descubrimiento interior en Roberto. Es un personaje que he disfrutado mucho a la hora de escribirlo porque, como digo, es muy real, muy actual.
M.G.- Hay muchos más personajes. Tenemos a Lorenzo, el juez instructor el caso, totalmente volcado en su trabajo, algo que le traerá problemas. Y luego está Jesús.
D.F.- Sí, Jesusito, que me sirve precisamente para hacer que el lector se relaje y para meter ese toque de comedia o humor que yo introduzco en cada una de mis novelas. Vamos a ver sufrimiento y dolor continuo, por parte de la madre de la víctima, pero Jesusito, de alguna manera, rompe con ese sufrimiento extremo. Jesús es un personaje con el que me lo he pasado muy bien. Es una persona que ha dedicado la mayor parte de su vida a los videojuegos. Apenas sale de su habitación. Es también un personaje muy real, como todos esos niños, esas nuevas generaciones que se encierran en sus casas. De hecho, en Japón, hay una auténtica epidemia de niños que sólo viven en su habitación, jugando a videojuegos. Incluso lo pasan mal cuando se ven en zonas exteriores. Me apetecía un poco reflexionar sobre lo que estamos viviendo, con la tecnología, los videojuegos, los podcast, y las redes sociales muy presente.
Y Lorenzo es la parte más judicial o más policial que vamos a ver en El linaje de las estrellas. Lorenzo es el juez que instruye el caso de la muerte de David Lucero, el soldado fallecido en el Panteón de Marinos Ilustres. Me sirve para mostrar al lector esa parte de la instrucción de un caso. En los primeros capítulos coloco un informe forense o actas judiciales, o explico cómo es el proceso del levantamiento de un cadáver. En este sentido, tengo la suerte de estar asesorado por dos de mis mejores amigos, dos guardias civiles. Uno de ellos, en concreto, es sargento de la Guardia Civil y está encuadrado en la policía judicial, en una unidad de investigación. A golpe de teléfono o con un café de por medio, puedo resolver las dudas que se me plantean sobre los procedimientos, tanto policiales como judiciales. Lorenzo será quién mantenga el eje central de la investigación porque, por otro lado, Ezequiel hará sus propias pesquisas.
M.G.- Efectivamente, Ezequiel se va a interesar por la muerte de este chico que aparece muerto en el panteón, pero no hemos dicho exactamente dónde aparece. Será dentro de un estanque que hay en el interior del edificio. Me he quedado alucinada.
D.F.- ¿Lo has buscado por internet?
M.G.- Sí, sí.
D.F.- El cenotafio es la sala más impactante y más emotiva de todo el panteón. Es una especie de estanque, como bien comentas, que contiene agua de todos los océanos del mundo y que, de alguna manera, pues sirve para rendir homenaje a todos aquellos que han perdido la vida por España. Y me parecía un lugar fantástico para que, en ese estanque, apareciese flotando el cadáver que va a dar inicio a esta novela.
M.G.- La fotografía que vi me pareció impactante. Y Daniel, has comentado que introduces informes judiciales, actas, pero también hay dibujos, tablas, mensajes de WhatsApp, códigos de QR,... Todo es muy dinámico.
D.F.- Mira, en esta novela me ha pasado una cosa. A medida que iba escribiendo capítulos fui dándome cuenta de que todos mis personajes eran dependientes del teléfono móvil. El sacerdote tiene teléfono móvil. Natalia tiene teléfono móvil. La policía o la unidad investigadora se comunica a través de correos electrónicos y de whatsapp. Entendí que estaba haciendo un retrato de la sociedad sin darme cuenta porque todos y cada uno de nosotros somos prácticamente dependientes del teléfono móvil. Así que, una vez que descubro esto, aprovecho para hacer una crítica sobre la capacidad de atención que estamos perdiendo por culpa de los teléfonos móviles. Y no es sólo un problema de las nuevas generaciones. Me considero una persona adulta y me he dado cuenta que, si por ejemplo, estoy leyendo un libro, cada vez que acabo un capítulo tengo el vicio de mirar el móvil. Eso nos pasa a todos hoy pero es algo que no nos pasaba hace tres o cinco años. Miramos el móvil, y si vemos que no tenemos nada, caben dos opciones: o nos olvidamos del móvil o caemos en el error de entrar en ese bucle infinito de la información. Son temas que he querido tratar en El linaje de las estrellas. Y siempre hablamos de lo mismo. Está bien que haya una trama que atrape y mantenga al lector enganchado pero, por otro lado, hay que hablar de muchas otras cosas que nos está pasando como sociedad. Hay que hacer crítica y, de alguna manera, hacer reflexionar a los lectores para ver si así podemos cambiar algo, aunque sea durante unos días. Por ejemplo, con esto que te comento del móvil.
M.G.- ¿Podríamos decir que esta es tu novela más compleja?
D.F.- Yo diría que sí, claro. Y quiero que la siguiente aún lo sea más.
M.G.- Pues sí que te vas a complicar.
D.F.- A ver, por complejo se puede entender una trama enrevesada y, quizá, no voy tanto por ahí. Lo que quiero es superarme con cada novela, en el sentido de que la narrativa sea mejor o haya una mejor literatura. Eso es lo que siempre me ha obsesionado. Cuanto tengo que estructurar la novela me lo paso muy bien. Me pongo mi pizarrita, voy creando personajes, y voy haciendo conexiones. La fase de la documentación también es una parte que disfruto mucho pero lo que realmente me frena es el proceso de escritura. Quiero hacer de Daniel Fopiani una voz que se identifique, tener una voz propia, que es lo más difícil para un escritor. Pero es cierto que cada vez me voy viendo un poco más cómodo, voy entendiendo dónde meter una metáfora o dónde yo entiendo que debe estar, dónde hacer una comparación, un juego narrativo, dónde romper la estructura. Eso es lo que realmente disfruto de la escritura de un libro pero, ¿qué ocurre? Pues que es lo que más me frena.
M.G.- Te entiendo. Pues últimas dos preguntas, Daniel. Por un lado, ¿qué evolución has notado desde La carcoma?
D.F.- Noto un salto, como digo, en la narrativa y en la manera de contar. Lo que no ha cambiado son las ganas de seguir aprendiendo y las ganas de seguir depurando. Muchos, cuando comenzamos, pensamos que, si alcanzamos éxito editorial, ya no queda nada más que hacer, sino simplemente seguir publicando novelas y vivir del cuento, por decirlo de una manera rápida. La carcoma es una novela de la que yo, a veces, siento un poco de vergüenza, aunque hay muchos lectores que me dicen que es la que más les gusta. Pero esa novela la escribí con veintidós años. Ahora siento que escribo mucho mejor. Es una novela de la que me siento muy orgulloso pero considero que las que vinieron después están mucho mejor escritas. La melodía de la oscuridad fue la primera que publiqué con el grupo Planeta, sin desmerecer ninguna de las otras editoriales. Pero yo nunca sentí que ya estaba el camino hecho, sino todo lo contrario. Pensé que, si había escrito esa novela y la había comprado una gran editorial, tenía que hacer cosas mejores para que mis lectores vieran que seguía trabajando, que me lo tomo en serio. Quiero ser un escritor de verdad y no un escritor superventas. Vender está muy bien. La primera edición de esta novela se agotó en veinticuatro horas. Eso se lo debo a la generosidad y a la amabilidad de mis lectores, a los que han leído mis anteriores novelas. Y luego, el boca a boca ha conseguido que otros nuevos lectores se hayan sumado. Todo eso está muy bien y me hace muy feliz pero yo no empecé a dormir tranquilo hasta que, dos o tres días después de publicar El linaje de las estrellas empecé a recibir las primeras opiniones. Es algo que me pasa con todas las novelas. Cuando algunos lectores me empezaron a decir que la novela estaba de maravilla, que estaba muy bien escrita, que la trama gustaba... ahí fue cuando me tranquilicé. Entonces me dije que el trabajo ya estaba hecho y que ahora tocaba disfrutar de la promoción, de hablar con la prensa,... Las ventas no es que no me importen, pero lo que realmente me quita el sueño es saber que estoy haciendo bien mi trabajo.
M.G.- ¿Y cómo otros autores y amigos te ves dejando el trabajo, dejando el ejército, para dedicarte únicamente a escribir?
D.F.- No voy a negar que eso sea un sueño. Es un futuro que me gustaría alcanzar. No obstante, considero que, en la actualidad, tengo un trabajo bastante bueno. Ahora mismo me encuentro destinado en Madrid y puedo compaginar perfectamente el mundo de la escritura con el ámbito militar. Soy militar desde los dieciocho años. Empecé a escribir con quince o dieciséis. Ambos oficios han estado presentes siempre a lo largo de mi vida y no me importaría imaginar un futuro en el que ambos oficios siguieran presentes. Hay veces que me imagino dedicándome únicamente a la literatura, despertándome por la mañana, haciéndome un café en casa, y poniéndome a escribir. Y otra veces me imagino estando de misión, desplegado en zona de operaciones, escribiendo en una libreta. No sabría decirte. Ambas opciones son buenas. No sé qué ocurrirá en el futuro. Lo que sí es cierto es que mis condiciones laborales ahora mismo son muy buenas y estoy muy contento con los dos trabajos.
M.G.- Pues Daniel, un placer volverte a ver con otra novela. Y espero verte con la siguiente.
D.F.- En un par de añitos, que es lo que tardo.
M.G.- En un par de años, sí. Gracias.
D.F.- A ti.
martes, 23 de julio de 2024
ILU ROS: ❝Es un honor acompañar estos libros con mis ilustraciones❞
He tenido el placer de leer y disfrutar de las ilustraciones de la murciana Ilu Ros desde que, en 2020, publicara Cosas Nuestras (Lumen), un volumen en el que la ilustradora rendía homenaje a su abuela. Después de aquel libro llegaron Federico y Una trilogía rural. Últimamente, Ros ha puesto color a algunas obras de Emilio Pardo Bazán. En el caso que nos ocupa, Ilu ha ilustrado una de las obras más insignes de la autora gallega, Los pazos de Ulloa. Junto al texto de Bazán, el lector encontrará en este volumen la representación gráfica de algunas escenas de la mano de esta ilustradora. Así que, amante de los libros ilustrados y de las buenas letras, estáis de enhorabuena con esta edición que pone a la venta Alma Editorial.
Os dejo con nuestra conversación.
[Foto: web editorial] |
Marisa G.- Ilu, un placer volver a hablar contigo. La última vez que nos vimos en Sevilla fue con Una trilogía rural.
Ilu R.- Con la trilogía, sí. Me acuerdo. En aquel hotel.
M.G.- Exactamente. Aquella obra, y la anterior que publicaste, estaban dedicadas a Federico García Lorca. Y ahora veo que le ha tocado el turno a Emilia Pardo Bazán. Lo primero que pienso es que debes ser una mujer a la que le gustan los desafíos, porque de García Lorca pasas a Pardo Bazán, y no se puede decir que no sean dos grandes nombres de la literatura.
I.R.- Bueno, con la trilogía rural fui yo la que se lo ofreció a la editorial. En cambio, tanto con Insolación como con Los pazos de Ulloa fue la editorial Alma la que me hizo la propuesta. Fueron ellos los que me propusieron ilustrar estos dos clásicos.
M.G.- ¿Y qué te pareció la propuesta?
I.R.- Pues qué me va a parecer... (ríe). De Emilia Pardo Bazán conocía Los pazos de Ulloa pero no Insolación. Me parecía una autora muy interesante. Y nunca se había pasado por la cabeza ilustrar sus obras, pero cuando me lo propusieron sentí como que me pegaba bastante ilustrarla.
M.G.- Creo que ya te lo pregunté con Federico, que, en cierto sentido, es una responsabilidad muy grande, ¿no? Es ilustrar las letras de dos nombres tan importantes como Lorca y como Pardo Bazán. Es un reto importante.
I.R.- Claro, por supuesto. Es que si le empiezo a dar vueltas, no lo hago. Pero son proyectos muy bonitos. Puede ocurrir que, por ejemplo, me ofrezcan ilustrar a un autor que no me guste, o con el que no conecte, o por el que no sienta admiración. Pero si te ofrecen a un autor que admiras, es como un regalo, ¿no? Te gusta leerlo, te gusta ilustrarlo, te gusta imaginar un poco su mundo, su universo creativo y narrativo. Así que intento tomármelo más bien desde el disfrute y que no salga la impostora que llevo dentro. Sí, al final, es un reto porque creo que son libros fundamentales de la literatura española y es un honor acompañarlos siempre con mis ilustraciones.
M.G.- Y antes de estos proyectos, ¿ya eras lectora de Pardo Bazán?
I.R.- Había leído Los pazos de Ulloa.
M.G.- Ya conocías la trama de la obra pero, imagino que para ilustrarla, habrás tenido que leerla de nuevo.
I.R.- Claro, claro. Lo que pasa es que comencé leyendo Insolación porque iba a salir antes que Los pazos de Ulloa, que es un libro que se relaciona más con Emilia Pardo Bazán, y con esa Galicia que ella muestra, porque sus libros, o bien se sitúan en Galicia o están ambientados en lugares que recuerdan mucho a esa atmósfera gallega. Pero Insolación me llamó mucho la atención. Es muy diferente al resto. Tengo entendido que es el único que está ambientado en Madrid. No tiene ese peso tan dramático que tiene Los pazos... Insolación es un libro mucho más luminoso, más alegre, tiene mucha picardía, porque habla del deseo sexual de la mujer en aquella época. No me esperaba nada de eso.
M.G.- Dicen que es uno de esos libros que sorprende mucho a los lectores porque les choca mucho la historia.
I.R.- Sí, sí, te choca. Si sabes que fue publicado en 1897 o 1899, escrito por una mujer, que ya era difícil ser escritora, y encima de lo que trata,... Pues se la comieron viva, la criticaron muchísimo. Decían que era una novela folletín, que no estaba a la altura, que no sé qué. Ella habla en ese libro de una cosa que a los hombres y a la sociedad no les interesaba, del deseo de una mujer.
M.G.- Bueno, Pardo Bazán fue siempre una mujer muy adelantada a su tiempo, una gran escritora, una pensadora y crítica, muy influyente en el siglo XIX. Como se suele decir, iba a su aire. Pero me pregunto que, al margen de leer las obras, si también has tenido que profundizar en su vida.
I.R.- Eso siempre ayuda. En este caso, Emilia Pardo Bazán es también muy conocida por otras facetas, aparte de la literaria. Fue una mujer muy feminista, una figura importante de la época. Así que sí que me parecía también importante conocer un poco quién era ella. De todas formas, a la hora de la ilustración, me centro más en su obra, aunque con Insolación me ayudó conocer su contexto. Además, Insolación trata de una viuda que se enamora y tal... Ella no estaba viuda pero sí divorciada, y vivía su vida sentimental de una manera que, a lo mejor, no estaba bien vista en esa época.
M.G.- No sé si de Insolación han llegado a hacer alguna adaptación para la tele pero para Los pazos de Ulloa me consta que sí. ¿Has visto esa adaptación?
I.R.- Hay una miniserie. Me acuerdo de haberla visto en su momento, o hace unos años, pero, a la hora de ilustrar el libro no quise verla. Si hay adaptaciones intento alejarme para no coger inspiración, ideas o imágenes de otro lugar, que no sea yo misma.
M.G.- Para no dejarte influir, vamos.
I.R.- Claro, lo que tienes en la memoria está ahí y prefiero irme a otro lugar que no sea la visión que ha tenido otro autor o, en este caso, un cineasta o un director de televisión.
M.G.- Y de Los pazos de Ulloa, ¿qué destacarías?
I.R.- Me parece una novela que tiene como muchísimo del momento en el que se escribió. Es una novela que describe un mundo que, yo creo, ya estaba quedando como atrasado. Ese final del siglo XIX, con ese peso del clero, de esa nobleza que está ya como en decadencia, también -como le pasa al marqués, al dueño de Los pazos de Ulloa - y esa hostilidad que se produce en esos lugares donde la gente está viviendo con una gran diferencia social y económica. Me parece una novela en la que, al final, todos los personajes sufren, están en constante sufrimiento porque hay mucha hostilidad alrededor, mucho engaño. Creo que en ella se respira la brutalidad, ¿no?
M.G.- Ilu, tú tienes que dibujar a los personajes, ¿cuál de ellos te ha impactado más? ¿O cuál te ha parecido más fácil de dibujar, por las descripciones de la autora? Y no me refiero únicamente a la descripción física, sino a la psicológica.
I.R.- Creo que el cura. La novela empieza con la llegada del cura a Los pazos... Será él quien vea todo lo que ocurre y, además, es como una persona inocente. Él llega con una idea, con una expectativa, y se da de bruces con la realidad. Creo que ahí es donde está el naturalismo de Emilia Pardo Bazán. Es todo como muy real y el cura irá descubriendo toda esa realidad. Él tenía unas expectativas sobre lo que era un marqués, lo que era vivir en un pazo, y luego se da cuenta de la realidad, de la crueldad increíble, y de que ahí todo el mundo es mala persona. El cura se siente responsable de lo que sucede en el pazo.
M.G.- ¿Y cuántas ilustraciones contiene el volumen?
I.R.- Pues no lo recuerdo ahora... No sé si serán doce o trece. Creo que en Insolación son diez y en Los pazos, unas doce o trece.
M.G.- Bueno, una decena o un poco más. ¿Y qué crees que las ilustraciones aportan al texto? ¿Cómo se complementan?
I.R.- Evidentemente, a estos libros no les hacía falta que llevaran ninguna ilustración, ¿no? Lo que ocurre es que Alma ha creado una colección de clásicos ilustrados. Creo que, para traerlos un poco a la actualidad, hacen estas ediciones tan bonitas. Son libros muy agradables y muy llamativos. Creo que también intentan como actualizarlas o atraer a los lectores de hoy en día. Quizá, con las ilustraciones, sea una manera de conseguirlo.
En este caso, el trabajo del ilustrador es poner el granito de su imaginario, mostrar cómo imagina este clásico o cómo lo pondrías en escena, si fueras un director de escena.
M.G.- Sigues muy fiel a tu estilo, a tu manera de ilustrar. Sin embargo, y corrígeme si me equivoco, he leído en una entrevista que, en este caso, has ilustrado de manera digital. ¿Es así?
I.R.- Sí, sí. Esta edición de Alma Editorial tiene un apunte técnico que es para todos los ilustradores. La cubierta tiene que ser siempre a color pero las ilustraciones interiores tienen que ser en bitono. Eso significa que hay un tono común para todos, que será el negro, y luego, cada ilustrador elige un pantone con el que cree que sus ilustraciones casarán con el libro. Yo elegí el amarillo en Insolación, por aquello del sol, el calor, la alegría con la que se desarrolla la obra, en ese San Isidro madrileño, con esa algarabía,... Me pareció que el amarillo chillón, el amarillo canario, le iba muy bien. Y luego, para Los pazos de Ulloa elegí un tono azul, o verde,...
M.G.- Como un verde azulado.
I.L.- Sí, sí... Me parecía que encajaba con esa oscuridad de Galicia, con la melancolía de la novela, con mucha lluvia, todo muy frondoso, mucha agua y mucho verde. Me pareció que era un color que podía crear esa atmósfera.
Y luego, llevaba un tiempo pensando en incorporar a mi trabajo el digital. Me pareció que, al hacer ilustraciones en bitono, era un buen momento para empezar.
M.G.- ¿Y resulta más fácil? Entre dibujar a mano y en digital, no sé con qué técnica te sientes más cómoda.
I.R.- Es diferente. En este caso, por ejemplo, lo que va en negro es como si lo hiciera sobre el papel. Al final, trabajo como dibujando igual. Estoy intentando adaptarme. Bueno, no es adaptarme. No quiero cambiar. Simplemente, lo que quiero es trabajar con la técnica que me compense más en cada momento, que me venga mejor para cada trabajo. Creo que hay que ir incorporando cosas nuevas porque eso es también beneficioso. Pero no diría que es más fácil. En el aspecto técnico, sí, porque te quita pasos como, por ejemplo, el tener que escanear los dibujos, digitalizarlos. La técnica digital da más opciones a la hora de cambiar algo del dibujo. Pero, ya te digo, que, dependiendo del proyecto, usaré una técnica u otra.
M.G.- En este caso, ¿cómo has hecho para elegir los pasajes del libro que quieres exactamente ilustrar?
I.R.- Generalmente, cuando hago una primera lectura del libro, ahí ya van surgiendo ideas, ya voy pensando cómo voy a hacer la ilustración, y qué ilustraciones quiero hacer. A lo mejor hay un pasaje del que no veo la ilustración pero sé que es una parte importante. Todo eso lo voy apuntando, lo voy marcando en el libro, y voy tomando notas también. Cuando termino la lectura, tengo anotaciones de muchas cosas y es ahí cuando empiezo a delimitar qué quiero ilustrar.
M.G.- Últimamente, te hemos visto ilustrando libros de otros autores pero, ¿para cuándo vamos a ver otro libro ilustrado propio de Ilu Ros?
I.R.- Pues, en principio, para el año que viene. Si todo va bien, saldrá otro libro de Ilu Ros. Si lo entrego (ríe). Pero sí, en principio, para el año que viene debería de salir.
M.G.- Muy bien. Pues entonces, esperaré con ganas ese nuevo libro.
I.R.- Yo también. Estoy deseando que salga porque me está costando.
M.G.- Bueno, bueno, poco a poco. Ya irán saliendo las cosas. Espero poder verte con ese nuevo libro por aquí, por Sevilla.
I.R.- Espero que sí. Sevilla es siempre un lugar a visitar.
M.G.- Pues nada, Ilu, te agradezco que me hayas atendido. Y espero verte con el nuevo libro.
I.R.- Muchas gracias.
Sinopsis: Julián es un joven sacerdote que abandona su Santiago natal para ejercer de capellán en los Pazos de Ulloa. Allí encuentra un mundo primitivo y brutal, muy alejado de sus expectativas. La de los Ulloa es una casa en decadencia, donde reinan la lujuria y la deslealtad. Guiado por su ingenuidad, Julián se propondrá devolver los Pazos a la vida noble y cristiana, una iniciativa que tendrá consecuencias inesperadas.
Emilia Pardo Bazán escribió Los Pazos de Ulloa cuando ya era una autora consagrada y en ella ensayó el naturalismo por el que abogaba. Un magnífico estudio de ambientes y personajes que hizo de esta la obra cumbre de la gran dama de las letras españolas.
domingo, 21 de julio de 2024
JUNIO... ¡DE UN VISTAZO! (#06/2024)
jueves, 18 de julio de 2024
CARMEN MACEDO: ❝Quiero que el lector juegue un poquito a los detectives❞
Hace unas semanas pude conversar con Carmen Macedo, autora de La noche que sonaron las campanas, editado por N de Novela. Esta es la primera novela de la autora sevillana, una novela cuyo germen nació como trabajo final del Máster de Escritura Creativa que Macedo cursó en la Universidad de Sevilla. Carmen confiesa ser lectora de novela negra, policíaca y de thriller, y dice haber escrito el tipo de novela que a ella le gusta leer. Sin ninguna pretensión y casi sin creérselo todavía, la novela llega a la librerías, prometiendo al lector una historia que nos transportará a Asturias, tierra de leyendas y mitos. Bajo un legendario tejo aparecerá el cadáver de un hombre. ¿Qué se esconde tras este crimen?
Ahí va mi conversación con la autora.
[Foto facilitada por la autora] |
Marisa G.- Carmen, un placer conocerte. La noche que sonaron las campanas es tu primera novela, así que felicidades y enhorabuena por su publicación, algo que no siempre resulta fácil.
Carmen M.- Verdad. Muchas gracias.
M.G.- Antes de meternos de lleno en la novela, cuéntame. Profesionalmente, te mueves en el mundo del marketing, la comunicación, el periodismo. Sin embargo, lo que realmente te gusta es la escritura y la criminología. ¿No es así?
C.M.- Bueno, soy periodista. Cuando terminé la carrera, hice un máster de criminología porque me gustaba el derecho penal y todo lo relacionado con la investigación criminal. Buscaba especializarme en sucesos y tribunales. Pero siempre me he dedicado profesionalmente al marketing y a la generación de contenido. La escritura era como una asignatura pendiente, una afición oculta. Fue por lo que hice el Máster en Escritura Creativa de la Universidad de Sevilla y porque, por entonces, ya tenía un poco más de estabilidad laboral y personal.
M.G.- ¿Y La noche que sonaron las campanas es tu primera novela publicada y escrita o hay otras novelas que aguardan en un cajón, como le ocurre a otros escritores?
C.M.- No. Es mi primera novela publicada y mi primera novela escrita. No hay otras. Bueno, sólo hay relatos cortos, algunos poemas, algunas escenas sueltas, probando distintos géneros, de ficción, de no ficción. Pero novela, como tal, ésta es la única que tengo terminada.
M.G. ¿Y cómo llegas a la editorial N de Novela?
C.M.- Pues mira, esta novela, en su versión preliminar, la trabajé para el TFM del máster. Era mucho más corta, con menos profundidad. Cuando terminé el máster, algunos profesores me comentaron que creían que la novela era publicable si la trabajaba más, si la ampliaba un poco. Estuve un tiempo, yo solita, trabajando en la novela para mejorarla, según mi criterio, y cuando entendí que estaba, más o menos, enseñable, la moví un poco entre algunas agencias literarias. Una de ellas se interesó por la novela, me contactó y llegué a un acuerdo con ellos. Durante un tiempo, estuvimos perfilando algunos aspectos de la novela y luego, cuando estuvo bien trabajada, fueron ellos los que empezaron a moverla entre las editoriales y fue N de Novela los que mostraron interés por publicarla.
M.G.- ¿Y qué le dirías a los lectores sobre tu novela? ¿Cuál es la historia que van a encontrar en este libro?
C.M.- Fundamentalmente, es una historia de investigadores. En esencia, es una novela policial que narra la investigación que se lleva a cabo para esclarecer una muerte, en principio, violenta. El cadáver de un concejal aparece debajo de un árbol milenario en un concejo del interior de Asturias, aunque el concejal ejerce en otro concejo asturiano distinto. Una de las líneas de investigación tiene que ver con ese cargo público que ostentaba la víctima. Pero claro, aparece debajo de un árbol considerado sagrado desde la antigüedad, así que, los lectores van a encontrar también misterios y leyendas.
M.G.- ¿Cómo, cuándo y por qué nace La noche que sonaron las campanas? ¿De dónde nace la idea para esta novela, con estos elementos, esta muerte violenta, precisamente en Asturias?
C.M.- El género de novela policial, con un componente mágico o de misterio, responde a mi interés como lectora. He viajado mucho por el norte de España, pero Asturias es el lugar donde más veces he ido. La he pateado muchísimo, desde muy jovencita. Desde siempre, he tenido la idea de que, cuando escribiera algo en serio, tenía que ambientarlo en Asturias porque es el escenario adecuado para el tipo de novela que yo quería escribir. Y hace unos cuantos años, en uno de mis viajes, descubrí el tejo, como especie. Fue en Cantabria, en el Valle de Liébana, en Santa María de Lebeña. Yo no sabía ni lo que era un tejo pero hicimos una ruta y nuestra guía nos contó la historia del tejo de Santa María de Lebeña. Una pasada. Pues bien, al verano siguiente o así, estando en Asturias y buscando una ruta, amplié mucho el mapa y leo Tejo de Bermiego. Dije ¡ostras! y fui a verlo. Ese enclave es súper mágico. Supe entonces que ese era el lugar en el que quería que mi novela arrancara. La novela no está ambientada totalmente en Bermiego pero sí es una localidad que tiene mucho peso.
M.G.- Ese tejo tendrá mucho protagonismo y bajo el mismo, aparecerá el cadáver del concejal en determinada pose. ¿Cómo?
C.M.- La escena es un poco rocambolesca. El pobre hombre no aparece allí tirado, sin más, sino que lo encontrarán con las piernas amputadas o semi amputadas, semi enterrado y apoyado sobre sus manos. Será una vecina del pueblo la que encuentre el cuerpo. Cuando días después llega la UCO, se encontrará como un escenario, en cierto modo, teatralizado. Por la manera en la que está dispuesto el cadáver, por el escenario, empiezan a pensar que se puede tratar de un crimen ritual, de alguna ceremonia extraña. Eso se unirá a la condición política del muerto.
M.G.- Entonces, el hecho de que se trate de un político, ¿tendrá relevancia en la trama?
C.M.- Bueno, se trata de tener distintos elementos que nos permitan explorar diferentes vías. El caso que presenta la novela no está basado en ningún otro que sea real. Ni tampoco está inspirado. Pero sí es verdad que, en España, y más concretamente en el norte, sí han habido casos de políticos asesinados. Esto es una novela y quiero que el lector juegue un poquito a los detectives, que vea por dónde pueden venir los tiros, nunca mejor dicho.
M.G.- Es un thriller rural, en un municipio, cuya población no llega ni a cien habitantes. Eso aporta a la historia una serie de elementos que enriquecen la trama.
C.M.- Sí. Hay una parte importante de leyenda, de tradición oral y popular. Eso suele estar en los pueblos, no sólo en los de Asturias, sino en cualquier lugar de España. Pero es que, además, yo quería poner el foco de atención en el entorno rural asturiano porque es único, original y diferente a todo. Son los pueblos con una esencia más profunda y más auténtica. Las familias de esos pueblos, al margen de vivir de la ganadería, viven en un paraíso. Y para los que vivimos en una ciudad, aunque no sea muy grande, como le ocurre a Sevilla, visitar Bermiego nos hace plantearnos muchas cosas, como nuestra forma de vida, nuestro ritmo, las necesidades que tenemos,... Yo quería poner el foco ahí y reivindicar que se cuide el tejo. El de Bermiego tiene entre mil y dos mil años y hay que cuidarlo porque el tejo tiene consideración de Monumento Natural, por un Real Decreto del año 95. Esta novela es como un homenaje a esos lugares que me encantan, a la tradición,... También me da mucha pena todos esos pueblos que se están vaciando porque se pierde su historia.
M.G.- Tu novela se puede entender también como una defensa del medio ambiente, ¿no? Porque lo estamos destrozando.
C.M.- Es lo que hacemos. Aunque no sé muy bien qué debemos hacer con la naturaleza. ¿Dejarla a su aire y no entorpecer? Por un lado, a veces pienso que los que sobramos somos los humanos. Por otro lado, si la gente no cuida de la naturaleza se terminaría perdiendo. Pero, sin duda, es un homenaje. Como vivo entre cemento y asfalto, cuando voy a lugares como Bermiego, alucino. No te digo que me gustaría quedarme allí porque seguramente sería difícil. No estoy acostumbrada a vivir en un entorno así.
M.G.- Entiendo. Y ese tejo milenario, que tendrá bastante relevancia en la novela, es muy curioso. Se dice de él que es el árbol de la vida y de la muerte.
C.M.- El tejo se conoce como el árbol de la vida y de la muerte desde los celtas porque tiene, en casi todas sus partes, un alcaloide, una toxina muy potente. Es venenoso y, evidentemente, no se puede consumir. Julio César ya lo dice en La guerra de las Galias, que el jugo del tejo se usaba como medio para hacer sacrificios rituales. A su vez, los celtas lo usaban para defenderse. Con la misma madera del tejo fabricaban flechas y recubrían su punta con el veneno del tejo. No obstante, sus principios activos se usan también en ciertos tratamientos médicos.
M.G.- Es curioso... Bueno, la víctima se llama Amador Braña, si no me equivoco, y el equipo de investigación que tiene que descubrir quién mató al concejal está liderado por un andaluz que se llama Juan Peña. ¿Cómo es este personaje?
C.M.- Juan Peña es andaluz, de Sanlúcar de Barrameda. Pertenece a la UCO y está afincado en Madrid. No es el único andaluz de la novela porque su compañero también es de Cádiz. Juan Peña tiene cincuenta años. Cuando arranca la novela acaba de ser abuelo. Es un momento muy significativo en su vida porque se va a plantear muchas cosas, como sus prioridades. En esas está cuando se tiene que hacer cargo de la investigación que va a poner a prueba sus esquemas mentales. Es un investigador de homicidio no muy dado a los procedimientos y a las leyes. Además, aunque es la primera vez que va a Asturias a resolver un caso, tiene ciertos fantasmas e historias personales vinculados con ese lugar, que han sido importantes para él. Eso ha impedido hasta ahora que Juan regrese a Asturias. Creo que es un personaje que nos va a sorprender. Tiene ciertas características que son muy necesarias hoy día, como la empatía.
M.G.- Y tendrá un equipo a su cargo.
C.M.- Sí, él cuenta con tres compañeros: el sargento Rubio, el cabo Cava y la guardia León. Los personajes es algo que he trabajado mucho. En Asturias se tendrán que entender con los guardias locales, los que llevaban el caso antes de que apareciera la UCO. En la novela se aborda también cómo es la relación entre ambos equipos.
M.G.- ¿Y quién es Golondru?
C.M.- Golondru es uno de mis personajes favoritos de la novela. Es el bueno entre las personas del entorno de la víctima. Es un señor mayor, el amigo de pesca de la víctima. En las parejas de pesca es algo habitual que uno sea muy mayor y el otro muy joven. Es un personaje que nos va a hacer reflexionar porque viene de vuelta de todo. Es como la voz de la experiencia pero no quiero desvelar mucho más de él. Es mejor leer la novela.
M.G.- Carmen, esta novela es muy sensorial. Es una novela que suena, desde el mismo título, que nos habla de campanas, y también suena a través de esa coruxa, esa lechuza que vemos en la cubierta.
C.M.- Mira, a mí es que me ocurrió una cosa una vez. Ojalá que me vuelva a ocurrir pero no creo que vuelva a tener esa suerte. Yo he oído una manada de lobos en plena naturaleza. Es algo que no aparece en la novela porque me ocurrió cuando ya estaba escrita. Si no, hubiera metido hasta lobos. Cuando estás en un pueblo como Bermiego, en medio de la montaña, y de noche, el silencio es abrumador pero también hay un montón de sonidos. Son esos sonidos los que, al final, sirven para dar voz a la gente del lugar, y para adentrarnos en todo ese mundo de leyendas. La lechuza de la cubierta y el sonido de las campanas son un poco la representación de todos esos sonidos que se escuchan en un pueblo como este, augurios de cosas buenas o malas, según quién te cuente la leyenda. A lo largo de la novela vamos a ir viendo qué significan esos sonidos. Van a tener un papel importante en el devenir de la investigación.
M.G.- ¿A qué tipo de documentación te ha obligado la escritura de esta novela?
C.M.- Antes de empezar a escribir la novela, no tuve un periodo de documentación demasiado grande. Los lugares que aparecen como ambientación cero son todos espacios que yo he recorrido sobradamente. De todos modos, durante la escritura y, sobre todo, cuando ya estaba casi terminándola, sí que volví a esos lugares porque quería comprobar de primera mano algunas cosas. Por Bermiego no te puedes pasear con el Google Maps, ni mucho menos. Tienes que ir allí.
Luego, sí tuve que documentarme bastante en cuestiones forenses, pero tengo algunos contactos con los que, por suerte, puedo hablar y puedo hacerles alguna consulta. Y también tuve que documentarme sobre la parte más histórica del tejo y la mitología asturiana, lo cual no resultó fácil porque la mitología asturiana no es tan conocida como la gallega, por ejemplo.
M.G.- Cuando nace un investigador nuevo, los lectores siempre nos preguntamos si cabe la posibilidad de que Juan Peña, en este caso, se convierta en personaje de saga. ¿Qué piensas?
C.M.- Pues, que cuando empecé a escribir la novela y aún recién terminada, no era una posibilidad con la que contaba. Es verdad que la novela tiene ingredientes que permitirían hacer una saga porque cuenta con un equipo de investigadores que se desplazan de un lugar a otro. Hoy pueden estar aquí y mañana allí. Y además, Juan Peña es como el anti-protagonista actual. Tenemos a un señor que no es joven, ni atractivo, es muy mundano, y a todos nos puede recordar a alguien que conocemos. Eso es algo que me han comentado muchos lectores. Entonces, ¿puede haber otras novelas? No te digo que no, pero también te digo que no será una obligación. Si no encuentro la manera de darle forma a una nueva novela, y que los personajes sumen, pues nada. A mí estos personajes me gustan, pero igualmente puedo construir otros.
M.G.- Y Carmen, primera novela y primera promoción a la que te enfrentas. Sé que has estado en la Feria del Libro de Madrid. ¿Qué sensaciones te bullen por dentro? ¿Cómo estás viviendo la promoción?
C.M.- Mira, yo escribí la novela sin pensar que un día se publicara. Era sólo una posibilidad muy remota. Ni siquiera pensé en la autopublicación. Yo sólo escribí la novela para que me gustara a mí. Así que no tenía ninguna pretensión. Es más, firmé el contrato con N de Novela sin ninguna pretensión y también me reuní con los editores sin ninguna pretensión. Y es la misma que tengo. Cero. Con lo cual, el día que publicaron la pre-venta fue como ufff. Ya no había vuelta atrás pero a mí me dicen que tengo que ir a Oviedo, y voy, que tengo que ir a la Feria del Libro de Madrid, y voy. Me lo tomo con mucho estrés porque yo trabajo y tengo que cuadrarlo todo. Pero me lo paso bien.
M.G.- Bueno, de eso se trata, ¿no? De pasarlo bien. Sí hay autores a los que la promoción les abruma un poco.
M.C.- Esta novela ha tenido una promoción con la que yo no contaba. Yo, al dedicarme al marketing, sé lo que hay detrás de una promoción como esta. Y sí, me abruma pero tampoco esto significa nada, ni quiere decir nada. La editorial entendió que había que darle esa promoción y se la ha dado. Y ahora ya pasará lo que tenga que pasar con la novela.
M.G.- Pues como última pregunta, y teniendo en cuenta que esto es un thriller y a que a ti te gusta el género, me gustaría saber cuáles son los autores que te inspiran.
M.C.- Creo que, como referencias absolutas, y como autores que más me gustan, me quedo con Dolores Redondo y con Lorenzo Silva. Dolores Redondo tiene esa parte de realismo mágico maravillosa. En cuanto a sagas policiacas, me gusta mucho Lorenzo Silva. Y luego hay otros autores de otros géneros, como Aramburu, que me fascinan.
M.G.- No tengo más preguntas, Carmen. Te agradezco mucho que hayas estado aquí conmigo para conversar sobre esta novela. Te deseo mucha suerte. Muchas gracias y que sigas disfrutando.
M.C.- Muchas gracias, Marisa.
Sinopsis: EN EL SILENCIO DE LAS MONTAÑAS TODOS LOS RUIDOS ANUNCIAN LA MUERTE
El cadáver de un concejal aparece desmembrado y enterrado hasta las rodillas bajo las ramas de un tejo milenario. ¿Forma parte de un morboso ritual, de una venganza política o alguien ha copiado un terrible asesinato del pasado?
Las creencias populares y la celebración de unas extrañas ceremonias entre la niebla de las montañas asturianas inquietan al equipo policial encargado de la investigación, con el reflexivo teniente Juan Peña a la cabeza, quien deberá sumergirse en una realidad que parece más propia de otro orden.
Donde todos parecen ocultar algo, solo existe una manera de hallar la verdad: hurgando en lo más profundo de la sangrienta naturaleza humana, allí donde habita la raíz del miedo.