Vaya por delante que respeto todo tipo de creencia. Yo tengo las mías propias, que buena parte de la población critica y juzga. Y como no me gusta que nadie me cuestione, yo tampoco cuestiono a los demás. Podré tener una opinión -todos debemos tenerla- porque eso es lícito, pero de ahí no paso. Respeto. Siempre, respeto. Y cuento todo esto porque, cuando me propusieron entrevistar a José Miguel Peinado y me hablaron de su libro, Hijo de Luna, me mandaron este enlace. Nada más abrir el link, del titular me llamó la atención dos expresiones: «mundo oscuro de la delincuencia» y «mundo de la magia». La primera me impactó muchísimo. Aunque no he vivido en zonas muy aristocráticas que digamos, sino más bien, en barrios muy humildes, y lindando con zonas algo más problemáticas, el mundo de la delincuencia me queda muy lejos. Para ser honesta, y lo confieso ahora por primera vez en mi vida, lo más cerca que he estado de un hurto ha sido cuando, siendo adolescente, fascinada ya por los productos de maquillaje, entré en un gran almacén y sustraje de un embalaje abierto una sombra de ojos rosa. Pero atentos porque el producto en cuestión no estaba en la sección de cosmética, sino en la de juguetes. Es decir, que me llevé una sombra de ojos rosa para muñecas. Ese era mi nivel de delincuencia.
Y con respecto a la segunda expresión, sentí curiosidad. De la delincuencia a la magia. Admito que cometí un error de apreciación porque al leer magia, yo me imaginé al típico mago que saca conejos de chisteras y no, por ahí no iban los tiros. La magia a la que se refería el artículo era la que se hace a través de hechizos, conjuros y rituales. Y es que José Miguel Peinado era un joven que no iba por buen camino. Algo le ocurrió que le hizo cuestionarse el tipo de vida que llevaba. Y algo más sucedió que obró la transformación de su destino.
Lo que José Miguel nos cuenta en esta entrevista -y en su libro- te parecerá como de película. Creo que es normal. Pero yo lo escuché y, sobre todo, lo respeté. ¿Quién soy yo para cuestionar nada? Máxime cuando yo misma creo en algo que no se ve, pero que yo siento. A eso añado que tengo clarísimo que en este mundo hay más cosas que están y son pero que no somos capaces de ver. Que cada cual crea lo que quiera, siempre que sus creencias no hagan daño a los demás, ¿no os parece? Os dejo con lo que este joven catalán, que acaba de publicar su primer libro, me contó en nuestra conversación telefónica.
Marisa G.- Hola, José Miguel. Soy Marisa. Creo que tenemos una charla cerrada para esta hora.
José M.P.- Sí, correcto. Te estaba esperando.
M.G.- Pues José Miguel, un placer saludarte desde Sevilla. Te llamo para hablar de Hijo de la Luna, tu primer libro, que se publica con ExLibric. Pero antes de meternos de lleno en el libro, veo en tu biografía que estudiaste Etología y eres adiestrador de perros. Sin embargo, algo ocurrió en tu vida, y a partir de ahí te metes en el mundo espiritual y de la magia. Y de ahí, a la literatura. No sé si puedes contar lo que te ocurrió para que tu vida diera ese giro de timón.
J.M.P.- Bueno, es cierto que estudié Etología, pero no ejerzo. Soy muy amante de los animales y estudiar me ha hecho entender mejor a mis perros, pero no ejerzo.
Lo que me pasó es que, desde la niñez me metí en la delincuencia. Siempre he tenido una vida difícil y, al final, caí en la oscuridad. En el mundo de la delincuencia siempre hay aventuras, normalmente malas, aunque uno se acostumbra y se tienen enemigos. Un día tuve una pelea con un enemigo mío por una deuda de dinero. Él me sacó una pistola y primero me disparó al pie. Luego me apuntó al pecho. Estaba como a dos metros de distancia, pero tuve la suerte de que la pistola se encasquilló y me libré. Al día siguiente, volví a tener problemas, otra pelea. Resulta que los que eran mis amigos, mi banda, me dejan de lado. Ahí me di cuenta que estaba viviendo una mentira. Para nosotros, la lealtad es algo muy importante. Es un código que tenemos en la calle. Hay que tener lealtad con tu gente, con tus amigos, y con tus principios. Pero ellos me dejaron de lado y fue cuando entendí que había vivido una mentira todos esos años.
Un día me encontraba sentado en un banco, pensando en lo que iba a hacer. Pasó una mujer por delante de mí y se me quedó mirando insistentemente. Yo también me fijé en ella y me preguntaba por qué esa mujer me miraba tanto. Al final, se acercó a mí y me dijo: «Oye, ¿tú sabes que tendrías que haber muerto este año?». Claro, yo me quedé anonadado. No hacía ni dos meses que me había pasado lo que, ¿cómo decirlo? Pues esa especie de experiencia cercana a la muerte. Es muy difícil que una pistola se encasquille. Le conté lo que me había pasado hacía dos meses. Esa mujer era una bruja de alto nivel. Era de Málaga. No sé lo que hacía en Lleida, mi ciudad. Le conté mi vida. Ella me dijo que yo tenía algo especial, como una protección muy potente, y que si me interesaría iniciarme en el mundo de la alta magia. Yo soy una persona que acepta todo y se sube a todos los trenes, así que le dije que sí. Y así empezó mi formación en el mundo espiritual.
M.G.- Esto que me estás contando, ¿con qué edad te ocurre?
J.M.P.- Yo tengo hoy 39 años y esto me ocurrió en 2018, cuando tenía 33.
M.G.- Y desde 2018 estás inmerso en este mundo espiritual, gracias a esa mujer que conoces en Lleida.
J.M.P.- Sí. Así es.
M.G.- En el libro mencionas como a una comunidad formada por una serie de personas que, tengo que serte sincera, tienen unos nombres muy peculiares, como Bruja Estrella de la Noche, Bruja Vigía del Norte,... ¿Cómo es esa comunidad? ¿Y estas personas que mencionas en Agradecimientos, qué papel han jugado en tu vida?
J.M.P.- Mira, la mujer de Málaga fue la que me inició. Ella fue mi primera mentora. Cuando te metes en serio en el mundo espiritual y de la magia, de la brujería y de la hechicería, tienes que hacer un rito de iniciación, que suele durar un año. Durante ese tiempo tienes un mentor y tendrás que hacer como una especie de pacto con entidades de otro mundo. Pero estamos hablando de un nivel alto de magia. No es el típico brujo o bruja que pone cuatro velitas en un altar. Esto es mucho más serio.
Después de mi iniciación, conocí a la que hoy día es mi mentora, una mujer de EEUU. Formo parte de su grupo. Cuando te inicias en la magia, te asignan un nombre. En mi caso, soy Mago del Rayo. Y mi mentora se llama Bruja Luz de Luna. Dentro de este grupo, aprendemos sobre ocultismo, esoterismo, magia, rituales,...
M.G.- Y este libro, ¿por qué se llama Hijo de la Luna?
J.M.P.- Porque es el nombre de nuestro grupo. Se me ocurrió que el mejor nombre para este primer libro debía ser Hijo de la Luna. Es un libro que tiene pinceladas de mi vida pero que contiene además mucha información. Hay mucha tergiversación con el tema del satanismo o de la magia. Especialmente aquí en España, donde el tema es tabú. Si hablas de estas cosas con la gente piensan que estás para allá. No creen porque no hay tampoco muchas raíces aquí. Sin embargo, en Sudamérica es algo muy normal.
M.G.- José Miguel, a ti siempre se te ha conocido como Toy Lérida. Ese era el nombre que usabas cuando estabas en el mundo de la delincuencia, ¿no?
J.M.P.- Sí. Pero sigo con el mismo nombre porque es algo que no se puede quitar. De hecho, si me llaman José, ni siquiera me giro. Desde pequeño me llaman Toy Lérida, incluso mi familia. Pero ahora, con este libro, es cuando empiezo a usar mi nombre de verdad.
M.G.- ¿Y queda algo de aquel Toy Lérida del año 2017 o 2018? ¿O eres una persona nueva?
J.M.P.- Soy una persona nueva. De todos modos, cuando estás en el mundo de la delincuencia no todo es malo. Al final, adquieres principios y valores como, por ejemplo, lo que te digo de la lealtad. Para mí, la lealtad es súper importante. Me he quedado con la parte buena, con el aprendizaje a base de sufrimiento y dolor, que también me ha enriquecido como ser humano. Ahora soy una persona a la que se le da muy bien improvisar ante cualquier tipo de problema. Rápidamente encuentro una solución. Ya te digo que me he quedado con lo positivo. Ahora soy un hombre de paz, cuando antes era una persona muy violenta.
M.G.- ¿Crees que, si no te hubiera ocurrido lo que te ocurrió, seguirías todavía inmerso en el mundo de la delincuencia?
J.M.P.- Sí. Hubiera acabado muy mal. Era cuestión de tiempo que hiciera daño a otra persona. Seguramente hubiera acabado en la cárcel o estaría ya en el otro barrio. Ese era mi destino. Iba muy, muy cuesta abajo y sin freno. Era una persona que ni sentía ni padecía. Me daba lo mismo hacer daño a una persona, hacer daño a los de mi alrededor. Vas dejando de ser una persona para convertirte en un animal, que va a lo suyo.
M.G.- Bueno, pues en Hijo de la Luna cuentas lo que te ocurrió y cómo te sumerges en el mundo de la magia. ¿Es un libro totalmente autobiográfico o has incluido algo de ficción?
J.M.P.- No, nada. Todo es autobiográfico. Todo lo que he escrito en esas páginas son aventuras mías, lecciones que he aprendido. Lo único que no es verdad es el nombre del personaje, que se llama Juan en vez de José.
M.G.- ¿Y por qué le has puesto al personaje un nombre distinto si, al fin y al cabo, es tu historia?
J.M.P.- Sí, es mi historia, pero entre los delincuentes está mal visto que cuentes tus vivencias. Si te fijas, nunca uso nombres. En la segunda parte, que se llama Hijo de la Noche, en la que explico cómo me introduzco en el mundo de la delincuencia, no menciono los nombres de las personas que me rodeaban. Está feo.
M.G.- ¿Y por qué escribes este libro? ¿El libro lo escribes para ti, para contarte tu historia o tiene el objetivo de ayudar a otras personas?
J.M.P.- Las dos cosas. Siempre he sido un culo inquieto en todos los campos. Desde pequeño, he necesitado siempre tener alguna actividad, aprender algo, montar un negocio nuevo. Empecé a cultivarme, a cultivarme y bueno, un día me puse como meta escribir un libro. Pero, de paso, imagino que hay más personas que están en el mismo camino en el que yo he estado. Así que, creo que este libro puede abrir un poquito los ojos.
M.G.- Me hablas de esos amigos que te dieron la espalda pero no mencionas en ningún momento a la familia.
J.M.P.- No hablo de la familia porque no tengo familia. En Hijo de la Noche sí cuento que mi madre tuvo a una hija, siete años mayor que yo. Por culpa de un médico y de una negligencia, mi hermana nace deficiente. Mi madre, como las madres coraje, lo que hace es no separarse nunca de mi hermana. La cuida día y noche. Siempre de hospitales y operaciones. Así que yo, cuando tenía seis años, estaba siempre solo. Salía solo a la calle, iba solo al colegio. Mi padre, de carácter más débil, lo que hace es encerrarse en su negocio. Se iba a las 7 de la mañana y volvía a las 12 de la noche. Era su manera de evadirse. Con lo cual, he tenido familia pero no he tenido familia. Me faltó ese lazo, ese amor, y creo que por eso la amistad se convirtió en algo tan importante.
M.G.- José Miguel, ¿qué es la magia? ¿Cómo funciona?
J.M.P.- La magia existe a diferentes niveles. Es un don que puede adquirir una persona. La magia es manipulación de energía, es aprender a manipular esa energía a tu favor. Puedes castigar a una persona o puedes ayudarla, pero eso queda en manos del brujo.
En nuestro grupo, hacemos magia avanzada. Contactamos con seres de otras dimensiones, con entidades, demonios y ángeles. Sé que suena un poco a película pero es así.
M.G.- ¿Pero tú has tenido experiencias de ese tipo?
J.M.P.- Me han pasado cosas que la gente, incluso viéndolas, no las creería. En el segundo libro cuento cosas que he vivido, incluso con algunos de mis seres fallecidos. He visto a mi madre fallecida, a mi hermana también. He podido hablar con ellas después de muertas. Antes de meterme en este mundo, era como los demás. No me hubiera creído nada de esto pero cuando estás dentro, y lo ves con tus propios ojos, todo cambia.
M.G.- ¿Y existe la magia blanca y la magia negra?
J.M.P.- La magia es magia. Depende de ti, como persona, con tus principios y valores, que la uses para hacer el bien o el mal. Creo que hay que usar ese don para mejorar el mundo y nunca por un interés propio. No hay que usar la magia para atacar a la vecina de arriba porque se le ha caído las pinzas de la ropa en tu terraza o porque quieras retener a la persona que amas. Estoy en contra de todo eso. Tienes que hacer lo correcto y no lo que te beneficie a ti. Pero es muy difícil encontrar a personas que piensen así.
M.G.- Vosotros haréis conjuros y hechizos. ¿Hay rituales para cualquier cosa buena que uno necesite en la vida? Por ejemplo, para encontrar trabajo, para el amor, para el dinero,...
J.M.P.- Sí, sí,... La magia, al ser energía, va enlazada con la astrología. Por lo tanto, tienes que aprender astrología también. Si haces un ritual cuando tienes las energías en contra, no va a funcionar. Y tampoco puedes hacer un ritual para que te toque la lotería. Eso no funciona así. Sin embargo, a nivel astrológico, sí puedes aprovechar los portales abiertos para la abundancia, y favorecer que se te abran oportunidades.
M.G.- ¿Y la gente te busca para solucionar sus problemas?
J.M.P.- Bueno, yo no me dedico profesionalmente a esto. Yo soy un estudioso de la vida. Por eso, me designaron como mago y no como brujo. El mago es diferente al brujo. El mago es un alquimista de la vida, quiere entenderla, quiere leer entre líneas. Me considero un estudioso del ocultismo, pero no me anuncio ni me ofrezco por ahí. Voy por mi camino. Si encuentro a una persona que necesita ayuda, entonces sí me ofrezco pero nunca cobro por ello.
M.G.- En el libro hay capítulos muy curiosos. En uno hablas de las herramientas que usan los magos. Siempre pensamos en la típica varita, en la bola de cristal, en las cartas del tarot, pero hay muchas más como el péndulo o el pentagrama. ¿Cuál es la que te resulta más curiosa?
J.M.P.- Bueno, cada una tiene su función. A mí, las cartas del tarot no me gustan porque ofrecen un abanico tan grande de posibilidades que siempre vas a establecer alguna conexión. Yo prefiero usar el péndulo, que se me da mejor.
M.G.- ¿Y cómo funciona el péndulo?
J.M.P.- Depende de la energía, gira para la izquierda o para la derecha. Pero no basta con tener un péndulo. Tiene que ser un péndulo ritualizado para ti. Hay magos que se dedican únicamente a ritualizar objetos. Entonces, el péndulo se usa sobre una tabla, como si fuera una tabla de ouija. Vas haciendo preguntas y el péndulo se inclina hacia un lado u otro.
M.G.- Incluyes también en el libro casos y testimonios que no sé si son reales o no.
J.M.P.- Sí, sí, lo son.
M.G.- ¿Puedes contar alguno?
J.M.P.- Te voy a contar lo que me ocurrió hace poco. Yo tuve una pareja en Barcelona que era de religión santera. Ella no practicaba pero, como en todos los países de Sudamérica, la gente tiene un padrino o una madrina, como si fuera nuestro médico de cabecera de aquí. Cuando le van mal las cosas, acuden a ellos y estos hacen movimientos astrales o les hacen limpiezas. Total, que yo me separo de esa chica. No volví a tener más contacto con aquella chica a la que empezaron a irle mal las cosas. Creo que ellos pensaron que yo le había hecho algo para que a ella le fuera todo mal. Y de repente, en mi casa empecé a notar un olor muy fuerte como a cadáver, como a un cuerpo pudriéndose. Al principio pensé que sería el desagüe. No se me ocurrió pensar en otra cosa. Pero otra ex pareja mía, con la que estuve quince años y con la que mantengo muy buena relación, vive ahora en mi casa porque necesita ayuda. A ella le gusta llenar la bañera y tomar baños. Y un día, mientras se bañaba, algo la empujó bajo el agua, como si trataran de ahogarla. Entonces, ahí empecé a pensar que algo no cuadraba. Le consulté a mi maestra y averiguamos que mi ex pareja me había mandado muertos a casa. No sé con qué intención porque a mí no me hicieron nada. A mí no me podían hacer nada porque cuando tú pactas con una entidad, cuentas con una protección. Sé que suena a película pero es así. Incluso se me murieron los dos perros que tenía y los dos en la misma fecha. No tuve más remedio que hacer una limpieza con humo y demás. Invoqué a las entidades y hablé con los muertos. Les dije que no tenían permiso para estar aquí, que se marcharan. Desde entonces, ya no ha vuelto a pasar.
M.G.- ¡Qué historia! Mira, es verdad que, para los que no estamos metidos en este tema, nos puede sonar a fantasía, pero yo acostumbro a respetarlo todo. Y no creo que sólo exista aquello que vemos. Así que respeto pero también me impacta mucho todo lo que me estás contando. Y para terminar, ¿cómo ves tu futuro?
J.M.P.- Pues, la verdad es que he perdido el lujo de hacer planes. Siempre que hago planes, me sale todo al revés. Como te comentaba antes, se me da tan bien improvisar que ya no hago planes nunca.
Lo que sí tengo claro es que no voy a volver nunca más a la delincuencia. Soy testarudo y ambicioso. La trilogía está escrita. A ver qué pasa con los libros. Y ahora estoy estudiando las inversiones en bolsa. Como veo que Occidente va un poco cuesta abajo, no se sabe lo que puede llegar a pasar. Quiero tener un plan B por si me toca irme a otro país. Es lo que te puedo contar.
M.G.- Muy bien, José Miguel. En cualquier caso, te deseo la mayor de las suertes. Que todo te vaya muy bien. Te agradezco mucho que me hayas atendido.
J.M.P.- Muchas gracias.
Sinopsis: Juan, un hombre que ha estado inmerso en el mundo del crimen desde su juventud, experimenta un cambio radical en su vida tras un evento que lo pone al borde de la muerte. Este suceso actúa como un catalizador, llevándolo a cuestionar sus decisiones de vida y a buscar un nuevo camino. A pesar de la falta de apoyo de su entorno, que incluso parece regodearse en su desgracia, Juan toma la decisión de cambiar. Hijo de la luna se sumerge en la transformación personal y espiritual de su protagonista, que pone sus nuevas habilidades al servicio de los demás, encontrando una felicidad que había estado ausente en su vida. A través de la historia de Juan, el libro nos muestra que siempre es posible cambiar y encontrar un nuevo camino, independientemente de nuestro pasado.
Sí que le dio un giro la vida, afortunadamente. Aunque no suelo leer sobre estos temas. No creo que me anime.
ResponderEliminarBesotes!!!
Madre mía! Perpleja me he quedado. Yo también respeto cualquier idea siempre que, a su vez, sea respetuosa, pero hay cosas...
ResponderEliminarUn beso.