Tengo una foto con Máximo Huerta de hace un puñado de años. Debe de ser de cuando publicó su primera o segunda novela. Huerta acudió a Sevilla para una firma. Era en El Corte Inglés de Plaza del Duque de la Victoria, pero no en el edificio principal, sino en el que se alzaba al otro lado de la plaza, donde estos grandes almacenes ubicaron por entonces la sección de libros, música y deporte. Había mucha gente haciendo cola. Yo esperé mi turno para la firma y la consabida foto. Facebook me recuerda con cierta frecuencia la existencia de esa imagen y cada vez que la veo, no puedo más que sonreírme con nostalgia. Máximo se ha conservado bien. En cambio yo tengo cara de pipiola en esa foto. ¿Dónde quedó aquella niña? No sé por qué le tengo tanto cariño a esa foto. Con todas las personas que había para la firma, apenas tuvimos un minuto para el saludo y el comentario de rigor. Pero no sé, le tengo cariño.
Desde aquel año he visto a Máximo Huerta más de una vez. Siempre en presentaciones de sus novelas, porque al autor le gusta venir a Sevilla, de civil, como él mismo asegura en esta entrevista. Sin embargo, hasta el momento, nunca me había sentado a conversar con él en un tú a tú. Pero ese día llegó la semana pasada. Máximo volvía a Sevilla con una novela bajo el brazo. París despertaba tarde es la nueva publicación del dueño de la librería Doña Leo. Huerta vuelve a París, la ciudad que más le inspira. Y vuelve también a un personaje que ya conocimos en Una tienda en París, a Alice Humbert.
Os dejo con la entrevista.
Marisa G.- Máximo, un placer tenerte aquí en Sevilla, de nuevo. Tú acostumbras a venir cada vez que publicas una novela. Sueles visitarnos.
Máximo H.- Sí, porque es una gran capital y una plaza maravillosa.
M.G.- Además, siempre está bien dar un paseíto por aquí.
M.H.- Yo vengo también de civil, que digo. Vengo mucho por aquí.
M.G.- Bueno, vamos a hablar de esta novela, de París despertaba tarde, tu última publicación. Vuelves a París, y vuelves con esta novela a retomar a un personaje que el lector ya conocía, a Alice Humbert, a la que vimos en Una tienda en París. Seguro que te lo preguntamos todos, pero ¿por qué retomar aquel personaje de aquella novela, que si no me equivoco, publicaste hace diez años o más?
M.H.- Más, más. Doce años.
M.G.- Vale. ¿Por qué retomarlo?
M.H.- Porque me encanta la atmósfera. Me gustan esas modelos de pintores, la voz, los sueños que tienen,... Me gustaba la idea de recuperar a un personaje para que protagonizara una historia diferente, para convertir su vida en una gran historia de amor, en medio de los Juegos Olímpicos, y en medio de los talleres de los pintores. Volver a Alice ha sido como volver a casa. Conozco su voz, su forma de ser, y es un personaje que a mí me gusta mucho. Además me encantan los años 20. Me gusta mucho el recorrido que hacen las mujeres en esos años. Escribir esta historia de amor me ha parecido un regalo para ella, para la protagonista.
M.G.- Una época que tú retratas muy bien en esta novela. El lector no tiene por qué leer Una tienda en París para leer esta, ¿no?
M.H.- No, no, no tienen nada que ver. Es que como si Agatha Christie utiliza a Miss Marple para otro asunto, o a Hercules Poirot.
M.G.- París es una ciudad a la que tú recurres con frecuencia como escenario de tus escritos. ¿Qué tiene París que te inspira literalmente?
M.H.- París inspira a todo el mundo. Es la ciudad más visitada del mundo y literariamente es la ciudad más importante. Lo que ha generado en un montón de escritores desde hace siglos ha sido siempre inspirador, y yo soy uno más de los que se han quedado embobados frente a la ciudad, frente a todo lo que genera, y como yo, pintores, fotógrafos, artistas, músicos. París es una batería de energía y de inspiración. Me parece un lugar de huida precioso, un lugar de escapada literaria para componer una novela, para escribirla y para, durante el tiempo que estás escribiendo una novela, empadronarme ahí.
M.G.- Como hemos comentado, Alice es un personaje que ya venía de una novela anterior. Los que leyeron en su día Una tienda en París, ¿cómo van a ver a Alice ahora?
M.H.- Es una mujer más adulta, y que está al cargo de dos hermanos menores. Alice viene de haber perdido a su familia. Está tocada por la guerra y, además, la acaban de dejar. Tiene el corazón roto. Su amor se ha ido a Estados Unidos y la han dejado. Se siente sola. También es una mujer con arrepentimiento, con soledad y con pena. Tiene que salir de ese atolladero, de la zona gris en la que está, para inundarse del color que tiene la ciudad en ese momento, de la vida, y la alegría de los años locos y de los Juegos Olímpicos. Es una mujer con culpa y mucho dolor.
M.G.- Y en ese resurgir que veremos en la novela, Alice se apoya en otros personaje. Uno de los más importantes será Kiki de Montparnasse. Es un personaje real que me gusta mucho. Tenemos la idea preconcebida de que las modelos los artistas, de los pintores de la época, tenían una vida llena de luces. Sin embargo, también había un lado oscuro.
M.H.- Es que estamos en un tiempo que, aunque lo recordemos con glamour, no es cierto. El mundo de los pintores, de los talleres, de las modelos, es un mundo muy sórdido y muy turbio en los años 20. Se mezcla alcohol, ron, droga, deseos, amores muy tóxicos, hambre, pobreza, frío. Todo lo que rodea a eso que ahora creemos que era glamour, no lo es. La realidad es pobreza, deseos, ilusiones, sexo, y un trato difícil hacia las modelos. Lo que pasa es que en ese momento venían de algo tan dramático como la guerra en la que solo buscaban sobrevivir.
M.G.- ¿Y qué papel va a jugar Kiki en la vida de Alice?
M.H.- Kiki es la mujer más importante de esa década. Es la reina de París, la reina de Montparnasse, y como gran mujer y amiga de todos los pintores y de todas las estrellas, a pesar de la pobreza, es la que tira del carro vital de Alice. O sea, es la amiga que apoya a otra amiga, la amiga que la saca a la calle, la amiga que le dice no estés triste, es la amiga que le devuelve a la vida, y a la normalidad de París.
M.G.- Hay más personajes reales en la novela. Mencionas muchos, entre otros Coco Chanel, Monet, Fitzgerald, Hemingway,...
M.H.- Es que todo el siglo XX está en esa época. Todo el siglo XX estaba en una terraza de París. Pintores, fotógrafos, modelos, artistas, canallas, aristocracia... Nunca ha habido tanta concentración de gente creativa.
M.G.- Y retratar a todas esas personas reales es un riesgo, ¿no? Al fin y al cabo, son personas de carne y hueso que existieron.
M.H.- Sí, pero yo no engaño. Los he puesto al servicio de la historia para que acompañen a la protagonista, para que envuelvan esta historia de amor, y todo lo que hacen son hechos de la época, hechos vividos, tanto Modigliani, Monet, Fitzgerald,... Lo que he hecho es ponerlos al servicio de la historia. No podemos cambiar la historia pero sí jugar con ella. Yo he jugado con la historia de los personajes reales y con la de los de mentira.
M.G.- París, en los años 20, es un personaje más de la historia. Haces una incursión muy profunda.
M.H.- En esta novela hay dos protagonistas. Por un lado, Alice, que tiene que recuperarse de una historia de amor rota. Y por otro, París, que también tiene que recuperarse de una guerra. Son dos dolores distintos pero van a la par. Tanto París como Alice necesitan recuperar otra vez el sentido de vivir y la alegría de vivir.
M.G.- Y para retratar ese París, ¿cómo haces para embeberte de ese espíritu?
M.H.- He leído prensa de la época, mucha hemeroteca, muchos libros, mucha biografía de artistas. En esa época casi todos escribieron sus vidas, casi todos. También hay mucho cine porque el cinematógrafo está triunfando. Es la época del éxito del cine. Hay mucha fotografía y mucho retrato de la vida social de esos momentos que escribían, si no los propios protagonistas, sí los amigos de los protagonistas. Entonces, para mí ha sido un disfrute buscar la documentación para esta novela.
M.G.- A través del personaje vas a tocar diferentes temas. Hablas del amor, obviamente, porque esta novela es una novela de amor, aunque sea un amor roto.
M.H.- Sí, y una novela de una gran decisión. ¿Qué hacer, lo que te pide la cabeza o el corazón?
M.G.- Exacto. La familia también está muy presente, al igual que la maternidad y las relaciones de amistad. Las relaciones de amistad entre mujeres siempre me han interesado pero porque creo que tienen más aristas que la que puede existir entre un hombre y una mujer. No sé cómo lo ves tú.
M.H.- A mí me parece muy literaria. Las mujeres de esa época se han quedado solas, no tienen dinero y necesitan sacar las castañas del fuego. Después de la guerra no tienen maridos, no tienen padres,... Así que, la amiga es el principal motor para salir adelante. A mí me parece una amistad muy pura, muy de apoyo, de empuje, de necesidad,...
M.G.- De hombros en los que llorar.
M.H.- Sí, de hombros en los que llorar, o de brazos en los que agarrarte para salir a pasear. En la novela, me parece muy importante la amistad entre las dos mujeres y entre todas esas mujeres en ese tiempo.
M.G.- Cuando escribes una novela, ¿qué le quieres transmitir al lector? ¿O qué es lo que pretendes que el lector haga con tu novela? ¿Que sea un entretenimiento o que además aprenda...?
M.H.- No. Todo arte tiene que ser entretenimiento, de entrada. La ópera se hacía para que la gente estuviera entretenida y la música clásica era para entretener a los señores en el palacio. La cultura tiene que ser primero entretenimiento y luego debe generarte preguntas, cuestiones, interés o dudas. Pero lo primero que tiene que ser un libro es entretenido. Y yo escribo para que se entretengan. Luego ya que te hagas las preguntas que quieras, que investigues, o que te abra puertas. Pero eso, después.
M.G.- Seguimos hablando de libros pero ya no de esta novela, en concreto. Sabemos que abriste una librería, noticia que a mí me pareció preciosa. Pero vivimos un momento en el que estamos viendo el cierre de muchas librerías, lamentablemente. Así que, abrir una me parece una decisión valiente.
M.H.- Creo que hay que hablar más de las librerías que abren, porque a lo mejor eso será más contagioso, en lugar de hablar y entristecernos por las que cierran. Lo que hay que hacer es hablar en positivo de los libros, de las librerías. Empezar a hablar en positivo, regalar libros, recomendar libros, ir a clubes de lectura,... Ante la duda, regalarte un libro como quien se compra flores, porque con un libro te regalas historias y viajes a otros lugares. Creo que hay que empezar a hablar en positivo y no siempre con la tristeza. Hay que hacer una mirada en positivo, siempre.
M.G.- Lo que pasa es que la cultura tampoco es que tenga mucho apoyo institucional. Es complicado.
M.H.- Da igual. La cultura es lo que aguanta al país. Lo que quedará de Sevilla cuando se vayan todos es la cultura. O de Zaragoza. O de Valencia. Lo único que queda siempre es la cultura.
M.G.- Máximo, la semana pasada estuve hablando con una persona que te conoce bien, que te tiene un cariño especial y que, además, ha contribuido mucho en esta novela.
M.H.- ¿Sí? ¿Quién?
M.G.- Isabel Arias.
M.H.- ¿Sí? ¿Hablaste con ella?
M.G.- Sí, hablé con ella de su novela.
M.H.- Ella se leyó esta. Se la pasé para que se la leyera.
M.G.- Me lo contó. Ella habla con mucho cariño de ti, muchísimo.
M.H.- Me quiere mucho, sí.
M.G.- Dice que te debe mucho, que te debe, por ejemplo, que la novela haya sido publicada.
M.H.- Sí, sí,...
M.G.- Se lo dije a ella y te lo comentó a ti, que me parece algo maravilloso que un autor más consagrado le tienda un puente a uno que está empezando.
M.H.- Es que a mí me hubiera gustado que me apoyaran también. Me voy más feliz al otro mundo si puedo, no sé, colaborar para hacerle a alguien la vida más fácil. Me parece que eso es algo que deberíamos hacer todos y no nos debería de sorprender que todos nos ayudáramos más. Pero bueno, como entre los escritores suele haber celos...
M.G.- Es lo que te iba a comentar. Siempre hay mucho pique.
M.H.- Pues yo no tengo. Yo leo mucho. Leo a muchos. Compro libros. Vendo libros y los recomiendo. Incluso recomiendo a gente que escribe bien para que los publiquen.
M.G.- Me parece muy meritorio. Máximo no te quiero robar más tiempo. He traído preguntas para los quince minutos que tenías de tiempo para hablar. Te agradezco mucho que me hayas atendido.
M.H.- Gracias ti por la charla.
Sinopsis: Las cosas del corazón se reducen a dos simples posibilidades: se ama o no.
Alice Humbert tiene el alma desgarrada. Erno Hessel, el amor de su vida, la ha dejado para irse a Nueva York. Estamos en París, 1924, la ciudad se prepara para albergar los Juegos Olímpicos, fundados bajo el símbolo de la unión y la hermandad. Todo bulle: la culminación de la basílica del Sagrado Corazón, los movimientos artísticos, el anarquismo, su desconsuelo…
Las calles estallan de júbilo y Alice se deja envolver poco a poco; trabaja como modista en su tienda mientras escribe cartas, cuida a sus hermanos y se apoya en la protección de sus amigas, especialmente en la vitalidad de la gran Kiki de Montparnasse, una mujer luminosa.
París triunfa. Alice también, sus diseños cobran fama. Entre fiestas, competencias y atentados conoce a un nuevo hombre que la deslumbra. Todo parece ir de maravilla, pero el pasado regresa con secretos y el presente da un vuelco inesperado. Belleza, pasión y felicidad pueden ser llamas del mismo fuego, la pregunta es: Alice, ¿quieres volver a quemarte?