Editorial: Planeta
Fecha publicación: agosto, 2023
Precio: 21,90 €
Género: thriller
Nº Páginas: 552
Encuadernación: Tapa dura con sobrecubiertas
ISBN: 9788408276593
[Disponible en eBook y Audiolibro]
Autor
Manuel Ríos San Martín (1965) es licenciado en Ciencias de la Información y ha trabajado como productor ejecutivo, director o guionista en distintas series de televisión, como Colegio mayor, Médico de familia, Compañeros, Raphael o Sin identidad. Actualmente es director argumental de Operación Barrio Inglés (TVE). Ha dirigido un largometraje, No te fallaré, y ha colaborado en la escritura de los guiones de Amigos... y Maradona, la mano de Dios. Ha coordinado y coescrito el libro El guion para series de televisión, publicado por el Instituto de RTVE. También es autor de las novelas Círculos, La huella del mal y Donde haya tinieblas; las dos últimas se están adaptando a la televisión.
Sinopsis
No hay animal más peligroso que el ser humano.
Elena es un animal de la especie humana, una veterinaria apasionada que se deja la vida en el parque zoológico de Valencia para proteger a los seres que ama: elefantes, chimpancés, leones… Ella los cuida con mimo y los salva del peligro hasta que un tirador comienza a sembrar el pánico.
¿Quién es ese criminal oculto que pretende aniquilar los ejemplares más bellos de otras especies? La peculiar investigación, llevada a cabo por un veterano de la UDEV y una joven inspectora, parece un laberinto sin salida. Según el código penal, matar a un animal no se considera «asesinato». ¿Entonces? ¿Vale más la vida de un ser humano?
Elena se apoyará en Cristina, su pareja, y en Sidy, su amante y compañero en el parque, para desenmascarar al culpable sin importar que tenga que romper la ley. Entre triángulos amorosos e insólitas sospechas, todo está servido para que corra la sangre. ¿Podría ser ella la siguiente víctima?
[Información tomada de la web de la editorial]
Me gustan las novelas de Manuel Ríos San Martín. Creo que, más allá de plantear una trama encuadrada en el género del thriller, con su toque de suspense e intriga, que permita unos días de lectura entretenida, procura abordar temas que nos invitan a reflexionar. Es lo que hizo en las anteriores, donde se metía de lleno en la prehistoria, el arte, o la religión. En su última novela, El olor del miedo, se centra en el mundo animal, en los zoológicos, y abre, a través de una trama de dolor y muerte, un amplio espacio para el debate. Os cuento.
Elena es una joven veterinaria de veintisiete años que trabaja en un parque de animales de Valencia. Es la encargada de velar por el bienestar de los elefantes, a los que conoce mejor que a muchas personas. Con el paso del tiempo, se ha forjado una unión muy especial entre ella y sus paquidermos. Su manada está formada principalmente por elefantes hembras, y Elena conoce perfectamente el carácter de cada una y qué papel desempeñan en su círculo. Ella los adora y los elefantes la corresponden con «un amor primitivo». De entre todos los animales del parque, destaca principalmente Blanca, una elefanta de dieciocho años, que constituye la imagen del establecimiento.
«Era la imagen del parque; un ejemplar albino que los niños adoraban y que se había adaptado de maravilla al clima mediterráneo». [pág. 18]
Elena no solo cuida de la salud de la manada, sino que también lleva a cabo labores de reproducción. Llevan un año intentando que Blanca quede embarazada, por aquello de preservar la especie, pero no está resultando tarea fácil. Para este propósito cuenta con varios trabajadores del parque. Entre ellos, Sidy un biólogo de etnia fulani, procedente de Senegal, de la misma edad que Elena y de carácter callado, con el que la joven mantiene una estrecha relación.
Los días en el parque transcurren con normalidad. La joven veterinaria desarrolla su trabajo cada día, muy implicada en la tarea de cuidar y amar a sus elefantes. Sin embargo, todo se ve alterado cuando una mañana, algo terrible ocurre en el parque. De repente, un zumbido surcó el aire y acto seguido:
«Elena miró hacia el exterior: Blanca se tambaleaba. Estaba intentando entender qué había ocurrido cuando algo impactó en la frente de la elefanta, a la que se le doblaron las extremidades delanteras y se desplomó. Las patas habían dejado de sustentar a su querida elefanta». [pág. 22]
Alguien ha disparado a la elefanta desde la distancia y el animal muere. Tras el suceso, la policía se persona en las instalaciones del parque. La muerte de Blanca conmueve a la sociedad y las redes sociales se vuelven un hervidero. Al cargo de la investigación estará Juan Pedro (JP) Casillas, inspector de la UDEV (Unidad de Delitos Violentos), al que no le hace mucha gracia lo que se le viene encima. Para él, Blanca no es más que un bicho. Esa será su carta de presentación. Pero no tendrá más remedio que enfrentarse a este peculiar caso porque la muerte de Blanca se ha convertido en un asunto muy mediático. Para hacer frente a la investigación, contará con la ayuda de Violeta Palacios, una jovencísima inspectora, a la que JP ve como la típica chica que, impulsada por las series televisivas, estudia criminología sin saber realmente dónde se está metiendo.
En cualquier caso, y más allá de las peculiaridades del mismo, el inspector no puede obviar que el caso resulta interesante. ¿Quién puede tener motivos para matar a un animal de un parque y para qué? Para sí mismo, confiesa que cree estar ante un asesino diferente, un perfil de criminal al que nunca se había enfrentado.
La investigación se iniciará por el primer paso, por interrogar a las personas relacionadas con el parque. De todos ellos, destacarán dos nombres: Marcos Abalde (director técnico del zoo) y Adolfo, un empleado de seguridad, al que Elena no duda en señalar abiertamente como el responsable de la muerte del elefante. Los diversos interrogatorios, el visionado de las cámaras de seguridad, y las informaciones que van obteniendo ponen en el punto de mira a los grupos animalistas. Paradójicamente, ¿es posible que ellos estén detrás de este asunto? No sabemos. La cuestión es que a la muerte de Blanca le seguirán otras más, además de producirse otros hechos violentos contra empleados del zoo, que arrojarán unos cuantos sospechosos. Con todos estos elementos sobre la mesa, la misma Elena iniciará su propia investigación criminal, tras la pista del asesino de su querida Blanca.
Pero el esclarecimiento de los hechos no será el único foco de atención de esta trama. Por otro lado, también conoceremos la vida personal de Elena y la de JP, un ámbito personal que también parece estar revuelto.
Y todo ello hasta llegar a un desenlace que a mí me ha parecido satisfactorio.
Qué me ha gustado de esta novela
Hay que reconocer que Ríos San Martín nos presenta una trama negra que brilla por su originalidad. En un thriller, las víctimas suelen ser seres humanos. Sin embargo, en El olor del miedo, el autor opta por poner sobre la mesa la muerte violenta de un animal. En este caso, ¿la muerte de Blanca se podría considerar un asesinato? ¿Tendría la elefanta el carácter de víctima? ¿Qué ocurre a partir del funesto suceso? Porque, según se recoge en el Código Penal, a los animales no se les asesina, solo a las personas. Está claro que, tras el asesinato de un ser humano, inmediatamente se pone en marcha toda una maquinaria policial y judicial, con el objetivo de esclarecer los hechos, pero ¿sería viable hacer uso de los recursos públicos para investigar la muerte del elefante? A partir de este punto al lector se le abre un camino hacia la reflexión, en la que ni él ni los protagonistas, dejarán de hacerse preguntas. ¿Cuántas veces no se ha ridiculizado a esas personas que tratan a sus animales domésticos como si fueran miembros de su familia? Todos conocemos a amigos y familiares que aseguran que muestran un amor inconmensurable por sus gatos, sus perros, sus tortugas o sus peces. Son personas que lloran la muerte de sus mascotas más que la muerte de un familiar cercano. ¿Cómo se interpreta esta actitud desde un punto de vista social y psicológico?
Por otra parte, otra cuestión que me ha gustado de esta novela es la humanidad, o la falta de ella, que destilan sus personajes. Elena y JP no son solo una veterinaria y un inspector de policía. También tienen una vida propia y asomarme al trasfondo de esa esfera íntima personal, que igualmente repercutirá en el desarrollo de los hechos, resulta interesante porque nos permite conocer a los personajes con mayor profundidad, al despojarse de todo aquello que ocultan de sí mismos en un entorno laboral.
Añado que la acción se inicia muy rápidamente. Basta que pasemos una decena de páginas para que el lector se encuentre de lleno en medio del conflicto y eso, siempre es de agradecer porque, esos arranques en los que las presentaciones y las composiciones de lugar se dilatan página tras página, me restan interés.
Y admito que, hacia la mitad de la lectura me planteé si la resolución del caso iba a estar a la altura del desarrollo. La verdad es que tenía mis dudas porque odio encontrarme con un desenlace en el que queden flecos sueltos y que no resulte creíble. Por suerte, y como dije antes, todo se resuelve de forma positiva. Pero eso no quita que el lector se haya pasado las últimas setenta o cincuenta páginas haciendo cábalas sobre la identidad del asesino para luego, tras tremendo patinazo, darse cuenta de que sus sospechas son sólo humo.
De todos modos, y en honor a la verdad, debo decir que hay un único dato que no termino de ver claro, pero tampoco sé si es que se me ha pasado algún detalle por alto, circunstancia que perfectamente podría ser. Para averiguarlo tendría que leer la novela de nuevo. En cualquier caso, eso no ha repercutido en el disfrute de la lectura.
Personajes
Aunque El olor del miedo es una novela que pivota sobre dos personajes principales, Elena y JP, esta historia es bastante coral. Entre estas páginas habrá espacio para los compañeros del inspector, para los trabajadores del parque de animales, así como para todos aquellos que conforman la esfera personal de la veterinaria y el policía. De este modo, nos acercaremos también a Rosa (la mujer de JP). Pero, centrándonos en los más principales, tenemos a:
Elena: Una joven decidida, muy impulsiva y muy comprometida con su trabajo. Ella encarna ese tipo de persona del que hablaba antes, porque para ella, la muerte de Blanca supone tanto o más que la muerte de un familiar querido. Necesita saber quién ha cometido semejante atrocidad y, de carácter imparable, no cejará en su empeño hasta conocer la verdad. Por eso iniciará una investigación por su cuenta porque cree que la policía no está haciendo bien su trabajo.
Para ella, sus elefantas son lo primero. Incluso están antes que las personas que conforman su vida, como su madre, con la que no mantiene una relación muy fluida, o como Cristina, con la que empieza a tener diversos encontronazos. Y es que los sentimientos de Elena navegan entre dos puertos. Pero eso ya lo descubriréis.
Sidy: Es el personaje que nos permite conocer a otras personas, ajenas a nuestra cultura, que han soñado con una vida mejor. Para ello, no solo ha sacrificado buena parte de su vida sino que también ha tenido que pasar calamidades y peligros hasta alcanzar su objetivo.
Sidy trabaja mano a mano con Elena. Ambos comparten un desmesurado amor por los animales, unas emociones que, a veces, se desbordan.
JP: Este personaje representa al prototipo de inspector de policía, de la vieja escuela, con una dilatada trayectoria, que ya no se sorprende de nada ni de nadie. Ha visto tantas cosas en sus años de profesión que es incapaz de conmoverse por nada. ¿Qué importa la muerte de una elefanta? No es más que un animal. A su juicio, hay asuntos más importantes en los que invertir tiempo y dinero.
Casado con Rosa, cuyos besos le incomodan, JP es arisco y cuenta con un sentido del humor más ácido que un limón. Su punto débil es su nieta Coral, una niña que le tiene robado el corazón y a la que le encantan los animales. JP será un personaje en el que apreciaremos una evolución. No solo en lo que se refiere a su labor profesional, entendiendo que los animales merecen respeto y atención, sino también en lo referente a su ámbito personal. Algo le ocurre a JP que le obliga a replantearse toda su vida.
Y paro porque es mejor no desvelar más sobre el resto de personajes.
Temas
Como comenté antes, lo interesante de las novelas de Manuel Ríos San Martín es que no se quedan únicamente en plantear un crimen y su resolución. Es habitual que el género ahonde también en otros asuntos pero, en el caso de este autor, hace una profunda labor de inmersión en ciertos temas, entre los que destacarían el amor, el duelo, y los siguientes:
El mundo animal
Al igual que me pasó con las novelas anteriores, en este caso he disfrutado mucho aprendiendo sobre el mundo animal. Más concretamente, sobre los elefantes. Entre otros datos y curiosidades, he aprendido que los paquidermos pueden percibir cualquier vibración que se produzca en la tierra, incluso si ésta se produce a más de treinta kilómetros del lugar en el que están. O que son los únicos animales que, en las migraciones, visitan el lugar donde reposan los huesos de sus antepasados, permaneciendo en ese entorno un par de días. Y no sólo conoceremos cosas sobre los elefantes, sino que también se nos facilitarán datos interesantes sobre otras especies. Sin embargo, no todo es bonito en el mundo animal, tal y como nos explica el autor en la entrevista (que puedes leer aquí). Hay ciertas especies que hacen cosas que nos pueden sorprender, pero es que la naturaleza es así.
Por otra parte, también se indaga mucho en el nexo que une a los hombres con los animales. Se explica cómo tenemos comportamientos similares o cómo hemos perdido algunos hábitos que nos acercaban a otras especies, pero que hemos perdido con la evolución. En este punto, tendrá especial protagonismo un personaje - María Santaolla, profesora universitaria-, a través de la cual Ríos San Martín nos explicará la necesidad de transmitir genes, cómo funciona la ley del más fuerte o la selección natural.
Cerrando el apartado del mundo animal, se aborda también el tema de las cacerías o las prácticas de los que se llaman cazadores blancos, gente que mata animales por diversión, para conseguir un trofeo que mostrar a sus amigos. Por no hablar de lo barato que sale matar a un animal, con sanciones que resultan irrisorias.
«La caza, desde los años setenta, cada vez tiene menos que ver con la época que les cuento. La gente no va de safaris por placer, sino para ganar puntos y hacer récords. Nosotros hacíamos batidas de cuarenta y cinco días, en tiendas de campaña de mala muerte. La caza es un duelo entre caballeros, no un asesinato. El animal debe tener la oportunidad de escapar. Ahora, se trata de fusilar cuantas más piezas mejor en poco más de una semana». [pág. 167]
Zoológicos
Otro tema interesante sería la existencia de los zoológicos. Desde siempre, estos recintos han despertado mucha polémica. ¿Tenemos derecho a mantener a otros seres vivos encerrados para el disfrute del hombre? Sobre este asunto han corrido ríos de tinta. Lo interesante es informarse, pero informarse bien. Yo, particularmente, no estoy a favor de enjaular animales pero, igual que digo una cosa, digo otra. He visitado zoológicos y parques de animales, donde he podido ver de cerca a especies que, de otro modo, no podría ver. ¿Entonces? Si os digo la verdad, al respecto, me dejó muy tranquila las palabras de Manuel Ríos San Martín, en la conversación que mantuvimos el septiembre pasado. Y es que el autor, después de hacer una importante labor de documentación y hablar con quienes saben de este tema, me aclaró lo siguiente: «...los animales que están allí no son animales capturados en la naturaleza y destinados al zoológico, sino que son animales que vienen de otros zoológicos peores, de circos, de tráfico ilegal. No llegan al zoo porque los traigan de África». Y, además, añade: «En plena naturaleza, las jirafas siempre duermen de pie porque tienen mucho miedo a los depredadores. Sin embargo, en el parque, cuando se hace de noche, se acercan a la puerta del cobijo en el que duermen bajo techo. Se acercan a la puerta como pidiendo que les abran. Entran y allí se tumban para dormir. Es decir, el parque es un sitio sin miedo».
Dicho lo cual, ¿estos animales están más seguros en su hábitat natural o en un recinto donde, precisamente, recrean ese hábitat, están al resguardo de depredadores, se atienden sus necesidades alimenticias y se les cuida cuando están enfermos?
Vosotros, ¿qué decís?
Maternidad
La maternidad es uno de esos grandes temas que suelen asomar en literatura y, tan versátil, que encaja en cualquier género. En El olor del miedo también habrá espacio para debatir al respecto. Por una parte, la maternidad se enfoca desde un punto de vista profesional. Para preservar ciertas especies, se hace necesaria su procreación. Y a ello se dedica Elena, con la ayuda de Sidy. Están tratando de que Blanca, la elefanta, se quede embarazada. ¿Lo conseguirá? ¿Será demasiado tarde?
Pero, por otra parte, y como comenté antes, Cristina y Elena mantienen una relación desequilibrada en intereses. Una quiere más. La otra está bien como está. Y la cuestión de la maternidad se interpone entre ellas. Cristina es demasiado mayor para engendrar un bebé en su interior. ¿Elena estará dispuesta a ser la portadora de una nueva criatura por el bien de la pareja? Eso ya lo veréis si os internáis en esta lectura. Lo que está claro es que será un punto de inflexión. Y es curioso porque en la novela veremos esas contradicciones de la vida, esas situaciones en las que nos vemos inmersos, y que contrastan con nuestra manera de pensar. Elena, en cierto modo, tendrá que experimentar la maternidad. No os cuento más.
Estructura y estilo
Escrito en tercera persona, El olor del miedo se estructura en seis bloques, a lo largo de los cuales se distribuyen un total de ciento treinta y seis capítulos de corta extensión, más un epílogo que cierra la novela. La narración, ágil y dinámica, consigue que el lector sienta deseo de continuar con la lectura.
Manuel Ríos San Martín no se va por las ramas. No opta por aturdir al lector con una presentación de hechos y personajes que solo consiguen demorar la entrada del conflicto. Aporta los datos precisos, -ni más ni menos-, para que el lector se haga una composición de los protagonistas, de sus vidas y de su entorno. Y tras unas cuantas páginas, los hechos se precipitan.
La acción se desarrolla a un ritmo constante que irá en aumento a medida que los sucesos van teniendo lugar. El autor sabe crear, gestionar y dosificar el suspense, de tal manera que, una vez que ha atrapado al lector ya no soltará a su presa.
Poco más quiero y debo contaros sobre El olor del miedo, una novela que, por cierto, está dedicada a Félix Rodríguez de la Fuente. En mi caso particular, me ha gustado leer esta novela, me ha mantenido enganchada, al tiempo que me ha hecho reflexionar y aprender sobre el mundo animal. Por lo tanto, y en lo que a mí respecta, a esta novela le doy un SÍ.
Cierro mi opinión con un párrafo que me ha parecido más que significativo:
«"Recordó un concepto que le había escuchado a Arsuaga en una conferencia: los humanos y el resto de las especies somos similares no porque ellas se parezcan a nosotros, sino porque nosotros nos parecemos a ellas. Esa era la clave». [pág. 272]
Fíjate que aun no he leído a Manuel, y eso que lo tengo en el punto de vista desde hace tiempo.
ResponderEliminarA ver si me decido este año.
Un besote.
Pues yo tampoco le he leído pero lo que nos cuentas de él me motiva muchísimo a tenerlo más presente.
ResponderEliminarBesitos.
Buenas tardes, Marisa.
ResponderEliminarYa sabes que este género suelo leerlo en verano. Anotado queda para entonces.
Por otro lado, me gusta cuando un autor investiga bien y aporta algo nuevo al lector. En este caso, la temática sobre el mundo animal me resulta de lo más interesante, y me parece genial que la haya utilizado como fondo de su novela. Con respecto a la dedicatoria a Felix Rodriguez de la Fuente, yo guardo su recuerdo en el corazón.
Un abrazo, y gracias por la estupenda reseña!!
Aborda tantos temas esta novela que da para muchos debates. La disfruté mucho también. Tiene un ritmo muy bueno y un buen desenlace. Siempre sabe rematar bien sus historias.
ResponderEliminarBesotes!!!
Lo iba a leer el verano pasado, pero lo cierto es que se quedó en el Kindle. No descarto leerlo más adelante.
ResponderEliminarBesos.
La tengo apuntada casi desde que salió y he de confesar que el hecho de que el muerto sea un animal, me ha desanimado un poco. No sé por qué porque creo que los animales merecen el respeto a su vida igual que un ser humano, salvo los que se crían en granjas para consumo (y sé que ahora me estoy ganando la repulsa de mucha gente)
ResponderEliminarPor lo demás el libro tiene una pinta estupenda y espero leerlo sin tardar. Tu reseña lo ha hecho subir puestos en la lista.
Un beso.
Ay, voy a soltar una opinión impopular, es que los animales así por lo general, no me gustan mucho. Supongo que si se considerara asesinato matar animales no podríamos comer filetes, ni jamón, ya me entiendes. Pero vaya, que estoy a favor de que se persiga a los que los maltratan, sin ninguna duda.
ResponderEliminarEn general no me llama mucho la atención el libro, mucho cliché que no me entusiasma. Quizás el más interesante sea el de la joven inspectora cayendo del guindo. Mucha gente estudia carreras porque idealiza una profesión y luego viene el tío Paco con las rebajas.
Besos