Autora
Novelista y música, procedente de una familia franco-ruso-polaca, Lola Lafon (1974) es autora de seis novelas, todas ellas traducidas a varios idiomas; entre ellas, "Mercy, Mary, Patty", "La pequeña comunista que no sonreía nunca", galardonada con numerosos premios literarios, y "Zozobrar", publicada por AdN y por la que le han otorgado el premio Landerneau, el premio France-Culture Télérama y el Choix Goncourt de la Suisse. "Cuando escuches esta canción" ha recibido el premio Décembre 2022 y el premio Les Inrockuptibles 2022. En el ámbito de la música, tiene en su haber dos álbumes: "Grandir à l'envers de rien" y "Une vie de voleuse".
También disponible de Lola Lafon en AdN: "Zozobrar".
Sinopsis
«El 18 de agosto de 2021 pasé la noche en el Museo Anne Frank, en el Anexo. Anne Frank, a quien la gente conoce aunque no sepa gran cosa de ella. ¿Cómo calificar su célebre diario, que todos los escolares han leído y que ningún adulto recuerda de verdad? ¿Es un testimonio, un testamento, una obra literaria? La de una muchacha que no va a poder más que subir y bajar unas escaleras, menos de cuarenta metros cuadrados por recorrer durante setecientos sesenta días.
Vine a experimentar el espacio, porque el tiempo no se puede. Es imposible concebir cuánto pesan las horas, qué densidad tienen las semanas. ¿Cómo imaginar veinticinco meses de vida de ocho personas escondidas en estas exiguas habitaciones?
[Información tomada de la web de la editorial]
La figura de Anne Frank siempre me ha conmovido. Es ver una fotografía suya, o leer algo sobre su vida, y sentir una emoción intensa y una rabia incontenible. Imagino que serán sentimientos comunes y que muchos, especialmente los que hemos leído su diario, sentiremos lo mismo. No me canso de leer sobre su vida y sobre lo que le ocurrió. Películas, documentales, ensayos y novelas gráficas están llenos de Anne Frank, y aunque te sepas su inicio y su final, no puedo evitar sentir una atracción desmedida. Por eso, cuando conocí la existencia de Cuando escuches esta canción, libro escrito por Lola Lafon y editado por AdN, supe que tenía que leerlo. Estamos ante una novela en la que su autora relata la noche que pasó en lo que fue la última residencia, por llamarlo así, de Anne Frank y su familia. Pero no queda ahí todo. Habrá mucho más.
En Cuando escuches esta canción, Lafon comienza refiriéndose a unas imágenes rodadas por un aficionado en 1941, en las que se puede ver a Anne Frank. Alguien, quizá un familiar, grababa a unos novios saliendo de un edificio. La cámara enfoca a Ana. Son solo unos segundos pero la vemos en movimiento. Me impactó leer ese pasaje. Obviamente, fui en busca de ese vídeo. Aquí lo tenéis. Es la joven asomada a un balcón.
Anne Frank pasó, junto a su familia, setecientos sesenta días escondida en un espacio de 120 metros, en el que cohabitaban ocho personas más: sus padres y su hermana Margot; la familia van Pels, compuesta por el matrimonio y un hijo; y el dentista, amigo de las dos familias, Fritz Pfeffer. Lo que ocurrió en esos días lo sabemos por el diario de la joven. Cómo pasaban las jornadas, quiénes se encargaban de suministrarles alimentos, el miedo a enfermar, o a ser descubiertos,... La autora se hace eco de las palabras de Anne Frank y acude a párrafos del diario más famoso de la historia, probablemente uno de los libros más leídos, más editados, más reeditado, y más vendido. De hecho, en el libro se comenta que se han vendido treinta millones de copias. Guardo con especial cariño mi ejemplar del Diario de Ana Frank, que leí siendo muy jovencita, y cuya lectura me produjo una ternura cálida, que aún hoy se mantiene en mi corazón. Porque tiene razón Lola Lafon cuando menciona en su libro lo siguiente:
«Cuánto se la quiere a esa muchacha judía que ya no existe. La única muchacha judía a quien se quiera tan locamente». [pág. 8]
Pero, ¿qué nos cuenta la autora en Cuando escuches esta canción? Lafon quiso vivir la experiencia de pasar una sola noche en el lugar en el que Anne Frank vivió más de dos años, hasta que la Gestapo invade el lugar el 4 de agosto de 1944. ¿Por qué? Imagino que necesitaba sentir o acercarse a lo que aquellos judíos experimentaron. Porque una cosa es que te lo cuenten, pero otra muy distinta es vivirlo. Imagino que también influye que la autora proceda de familia judía. Su propia madre, que a los cuatro años ya sabía que ser judía era una condena a muerte, también estuvo escondida durante la guerra. A eso se suma que miembros de su familia rusa y polaca (Rusia y Polonia, tierra de persecuciones) también sufrieron el horror de los pogromos y los guetos.
«El estrago, en mi familia, se transmitió igual que en otras el color de los ojos». [pág. 35]
Por eso, y por otros datos que se recogen al final del libro (los que os animéis a leerlo, recordad el nombre de Ida Goldman), como se apunta en la sinopsis que acompaña al libro, el 18 de agosto de 2021, Lafon pasó la noche en el Museo de Anne Frank, concretamente en el Anexo, o lo que también se conoce como La casa de atrás, no sin cumplir rigurosamente las normas del servicio de seguridad del museo. Como ella misma explica, quería «experimentar el espacio, porque el tiempo no se puede». Así que pasó toda esa noche, moviéndose por el lugar, dejándose impregnar por las vibraciones del recinto.
«Así que voy a pasar toda la noche yendo de una habitación a otra. Iré del cuarto de sus padres al cuarto de baño, del desván al cuartito de estar compartido, contaré los pasos de los que disponía Anne, tan pocos pasos». [pág. 9]
Y si hablo de vibraciones no voy muy descaminada. Lafon opta por ocupar la habitación en la que dormían los padres de Anne, la misma estancia que también compartían con su hija Margot. Y es que la otra, de la joven, «está muy habitada».
A la autora, narrar la experiencia de pasar una noche en el Anexo le sirve también para hablar de sí misma, o de su propia familia. Entristece mucho algunas confesiones de Lafon, por ejemplo, su negativa a asistir a las clases en las que se explicaba la Segunda Guerra Mundial porque no necesitaba ni leer ni ver, ya que esa historia se la sabía perfectamente. O su deseo de formar parte de una familia normal, «que no fuera el tema de ningún libro de historia, que no suscitase ni compasión ni odio».
Todos esos recuerdos le sirven para alejarse un poco de la figura de Anne Frank porque, como digo, este libro no trata únicamente de la joven judía cuya historia llega hasta nuestros días, sino también de la vida la autora, del recorrido vital de su familia, como en un intento de entender por qué tanta maldad, dolor y muerte. No son pocas las reflexiones que iremos encontrando a lo largo de estas páginas, hasta llegar incluso a lo que significa para ella el acto de leer o de escribir.
«Somos los hijos de las novelas que nos han gustado, se depositan en lo hondo de nuestras dificultades, de nuestras carencias, contienen todo cuanto se nos hurta, que pasa sin que lo hayamos podido entender». [pág. 74]
El porqué de esta novela, cómo se le ocurre la idea, qué permisos tuvo que pedir para pasar la noche en el Anexo, o con quién habló para ahondar en la figura de Anne Frank serán cuestiones que se resolverán en el libro. Pero, me detengo un momento en esas conversaciones que Lafon tuvo con personas estrechamente vinculadas a la joven judía. Impactan mucho las charlas que mantuvo con Laureen Nussbaum, una profesora universitaria ya jubilada que habla de Anne como «su vecinita». Cuando Laureen conoció a la joven autora del diario, la una tenía catorce años, mientras que la otra contaba con once.
«Laureen Nussbaum es una de las últimas personas vivas que conoció bien a los Frank y es también una pionera: lleva estudiando el Diario como obra literaria desde los noventa». [pág. 13]
A través de las palabras de esta profesora nos sentiremos más cerca de la joven Anne. De ella, a la que se refiere como una charlatana que no soportaba no tener razón, nos cuenta datos que nos harán sonreír. Y aunque su carácter la convertía, a veces, en alguien inaguantable, resultará igualmente adorable al mismo tiempo.
Nussbaum nos ofrece información interesante sobre los Frank, sobre cómo trataron de huir a Estados Unidos pero no les dio tiempo. Se requería demasiado papeleo que fue imposible conseguir antes de que cerraran las fronteras. Luego llegarían las medidas antijudías, como separar a los alumnos de sangre judía en las aulas o suprimir a los judíos del funcionariado. Laureen cuenta a Lafon todo lo que recuerda de aquellos días: la obligación de llevar la estrella amarilla, las redadas, el miedo que sentían por recibir lo que llamaban la «citación», documento que también recibió Margot el 5 de julio de 1942.
«La Gestapo se las enviaba a los judíos jóvenes, entre dieciséis y veinte años. Tenían nueve fías para presentarse ante la policía». [pág. 17]
Pero no solamente sabremos más de Anne Frank. También conseguiremos profundizar en la vida de otros protagonistas de esta historia, como el padre de la joven. Otto Frank fue el único superviviente de la familia. Mimó mucho a sus hijas, pero fue un hombre moderno que pretendía criar a sus niñas para que tuvieran criterio y opinión propia. Laureen recuerda a Otto como un hombre elegante y erudito, cuyo porte la impresionaba. Sin embargo, tras su paso por Auschwitz-Birkenau, volvió verlo en 1945, y aquel hombre con clase y distinción se había transformado en otro totalmente «irreconocible, esquelético y exhausto», que hizo todo lo posible por localizar a su mujer y a sus dos hijas. La mala noticia le llegó en forma de carta. Y qué doloroso es leer el capítulo en el que se narra la muerte de las niñas.
«Anne y Margot, de cuerpos esqueléticos, infestadas de sarna, plagadas de piojos, se mueren de hambre, de frío y de tifus». [pág. 99]
Diario de Anne Frank
Hay un momento en el que, durante la conversación de Lafon con Laureen, el enfado de esta última traspasa las páginas. Ella lleva toda su vida analizando aquellas líneas que dejó por escrito la que fuera hermana de su amiga Margot. Nussbaum comenta que cada edición del diario viene acompañado en su sinopsis por palabras que hablan de nobleza, de paz, de superación de la adversidad,... A esta profesora jubilada, que también vivió el horror de la persecución contra los judíos, le molesta sobremanera que no se hable del régimen nazi, o de las penosas condiciones en las que la joven escribió aquel diario.
«Anne no laboraba por la paz. Le ganaba tiempo a la muerte escribiendo su vida. Que no se le olvide esto -insiste Laureen Nussbaum-: Anne Frank quería que la leyesen, no que la venerasen. [...] Su Diario es la obra de una muchacha víctima de un genocidio perpetrado ante la absoluta indiferencia de todos aquellos que estaban enterados. No use la palabra esperanza, por favor». [pág. 22-23]
Aquel libro dejó de convertirse en un diario y ha pasado a ser una obra literaria. Anne soñó que su relato pasara de sus manos a las manos de la humanidad. Se ilusionó con esa idea cuando, en el verano de 1942, el ministro de los Países Bajos, exiliado en Londres, solicita a través de la radio, que los ciudadanos holandeses no se deshagan de sus cartas, de sus diarios, porque «después de la guerra, esos escritos serán otros tantos testimonios valiosos».
Pero, ¿qué significa escribir un diario para una mujer? ¿Cómo se interpreta? En este punto la autora reflexiona sobre una cuestión que nunca me había planteado... ¿Es posible que el diario escrito por un hombre goce de mayor respeto y prestigio que el escrito por una mujer, percibido como un simple entretenimiento? Hasta el momento, nunca me había hecho esta pregunta. Es cierto que, como dice Lafon, los diarios femeninos parecen recoger el lado más emocional del ser, mientras que los hombres se ciñen a los hechos. Pero Anne Frank llegó mucho más lejos.
«El mundo de Anne Frank se extiende lo más allá posible; sondea sus entrañas, se aventura al filo de los precipicios verticales. Burla el encierro, su yo tropieza con el entorno». [pág. 77]
A su vez, se nos relata cómo el diario llegó a las manos de un editor, y de ahí a la publicación en 1952. También se ofrecen algunos datos sobre la supuesta censura que sufrió en 1947, suceso que desconocía por completo. E incluso, se trató de transformar la historia para que no pareciera tan triste ni tan judía. Y cuando el diario llegó a otras manos, también hubo quién señaló a Otto Frank de embaucador, asegurando que aquellas páginas eran un invento, que Anne no podía haberlas escrito porque «se pasaba de inteligente y de irreverente para ser una chiquilla».
En fin, todo esto que os muestro no es más que una muestra muy pequeña de todo lo que contiene este libro. Quiero incidir en el hecho de que, el libro cobra más valor, no ya porque nos permita acercarnos a la figura de Anne Frank, sino porque también nos abre una puerta a nuevas historias, al alma de otra persona judía que, durante mucho tiempo, deseó no serlo. Es una delicia ahondar en las conversaciones con Laureen Nussbaum, o las que mantiene Lafon con Rosetta, una de las supervivientes de Bergen-Belsen. Son testimonios que, como dije antes, te pueden ayudar a entender pero nunca podrás comprender totalmente.
Estructura y estilo
La novela está escrita originariamente en francés y traducida al castellano. Narrada en primera persona, en la voz de la autora, los capítulos (sin numerar) son muy cortos -un par de páginas-, lo que imprime cierta velocidad en la lectura. La narración se antepone a los diálogos, siempre en estilo indirecto.
Poco más os puedo contar. Cuando escuches esta canción es más un libro para descubrir por uno mismo. A mí me ha conmovido y, desde aquí, os animo que lo descubráis.
[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]
Puedes adquirirlo aquí (tapa blanda) y aquí (eBook)
casualmente acabo de ver una serie titulada Una pequeña luz. No sé si la conoces. trata del caso de Ana Frank, pero lo que cuenta es la vida y actividad de la señora Miep que les escondió y fue su contacto con el exterior durante los dos años de encierro. me han dado ganas de releer el Diario y, como no, esta novela de la que no sabía nada. Muchas gracias por compartirla.
ResponderEliminarUn beso.
Buenas tardes, Marisa.
ResponderEliminarEfectivamente, como comentas, esta historia resulta conmovedora. No solo por le que le ocurrió a Anna Frank y a su familia, sino por lo que supuso a generaciones posteriores de judíos, que sintieron íntimamente ese miedo y dolor heredado de sus ancestros. Por otro lado, cualquier individuo con un mínimo de sensibilidad puede hacerse eco del padecer de aquellas gentes. El Holocausto, la Segunda Guerra Mundial es un tema que siempre me ha interesado. Por ese motivo me llevo este título. Muchas gracias por dármelo a conocer!!
Un abrazo
Conocí Zozobrar y la anoté en wishlist pero finalmente no me animé, no me digas por qué, y este nuevo pues me gustaría (h)ojearlo y decidir.
ResponderEliminarGracias por tu opinión, besote.
Hola. Leí el diario hace muchos años, cuando era menos aprensiva que ahora aunque también lo pasé un poco mal. La historia no puede ser más triste y dura aunque se ve que la autora aquí, más bien lo que quiere es que la conozcamos mejor y no ensañarse con el corazón del lector. No creo que yo sea capaz de pasar una noche en ese lugar, es más, cuando estuve en Alemania me impresionaban los carteles antiguos de las estaciones de tren. Y por supuesto no me apuntaría al tour por los campos.
ResponderEliminarSolo los judíos saben lo que han vivido a lo largo de la historia y que a la gente se le olvida tan fácilmente y por eso dice ciertas cosas.
No creo que me atreva con este libro.
Besos
Se nota que la has disfrutado y que has sentido cada página. Tomo buena nota, que no la conocía.
ResponderEliminarBesotes!!!
¿Te puedes creer que aún no he leído El diario de Ana Frank? Y lo peor no es eso, lo peor es que lleva ya el libro en mi casa como unos tres años... Y además tengo la novela gráfica. No me da la vida para tantos pendientes. Pero me llevo este bien apuntado, que es de esas historias que me gusta leer. A ver si le saco hueco...
ResponderEliminarBesotes!!!
A mí también me conmueve Anne. No descarto su lectura.
ResponderEliminarUn beso.
Un libro que me marcó, El diario de Ana Frank. Acabo de terminar una novela sobre el Holocausto y me ha dejado muy tocada, sobre todo por nuestra actualidad, nunca hubiéramos pensado que algo así pudiera repetirse y las víctimas se convirtieran en verdugos. Ahora leer sobre esto es muy diferente porque yo al menos, pienso diferente. Muy interesante esta novela, pero no apta para mí en estos momentos. Besos
ResponderEliminarNo leí El diario de Ana Frank, pero ya sólo escuchar su nombre impone, por todo lo que significa esta niña y la brutalidad humana que acabó con su vida. Vi esa grabación en la tele y, aunque sólo son apenas segundos en los que se la be asomada a la ventana, impresiona. Besos.
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