El pasado mes de noviembre, tuvimos en Sevilla a Sonsoles Ónega y a Alfonso Goizueta, ganadora y finalista de los Premios Planeta 2023, por las novelas Las hijas de la criada y La sangre del padre, respectivamente. La presentación tuvo lugar en el Teatro Cajasol, al que acudió bastante público para escuchar a los dos novelistas, y estuvo conducido por el periodista Jesús Vigorra, presentador habitual de los premios de la editorial Planeta.
Para iniciar el acto, Vigorra dio la bienvenida, tanto a los asistentes como a los escritores, y comenzó compartiendo unas cuantas pinceladas sobre la trayectoria de los invitados. Si a Sonsoles Ónega la conocemos, no solo por su faceta como periodista, -cara conocida de la televisión-, sino también como autora de siete novelas, el nombre de Alfonso Goizueta empieza a sonar al quedar finalista de este premio, un autor que, en palabras de Vigorra, ha venido para quedarse.
Ambos autores confirmaron que el recorrido que les está deparando este premio tan potente está siendo muy divertido. «Nos está llevando en volandas», aseguró Ónega, quién alabó la obra de su compañero de premio. Los dos afirmaron haber leído la obra del otro, y mantuvieron mucha complicidad a lo largo de toda la presentación.
LAS HIJAS DE LA CRIADA de Sonsoles Ónega
Nada más leer la sinopsis de la novela, el lector entiende que la trama de esta historia navega entre dos mundos. En un pazo gallego, una noche de febrero de 1900, nacerán dos niñas: Clara y Catalina. Una será la hija de doña Inés, la señora de la casa. La otra, la hija de Renata, la criada del pazo. Apuntó el presentador que la novela «narra la vida de Clara y Catalina, desde su infancia hasta su vejez, en un mundo de venganza y desamor, y en una época en la que a la mujer no se le permitía ser dueña de su propia vida». Y motivado por esa venganza, ambas niñas serán intercambiadas, acto que llevará a cabo Renata, tras haber sido violentada por Gustavo Valdés, marido de doña Inés, y quedar embarazada.
Según comentó la autora, ese intercambio, punto de partida de la novela, está inspirado en un hecho real. Ónega aclaró que tuvo conocimiento de un intercambio que se produjo en un hospital de Logroño, del que ella tuvo que informar periodísticamente. «La fatalidad del destino es un sustrato literario que me interesa mucho y está muy presente en algunas de mis novelas», aseguró.
Acto seguido se centró la conversación en doña Inés, personaje a través del cual se cuestiona el papel de la mujer a principios del siglo XX. Sonsoles afirmó que es consciente de que Las hijas de la criada puede ser etiquetada como novela feminista, «pero cuando me pongo a escribir no me planteo escribir una novela feminista con este ingrediente o con este otro. Lo que ocurre es que mi universo está poblado de mujeres a las que admiro o he admirado». Cree Ónega que las mujeres de esta novela están luchando sin ser conscientes de su lucha, y eso que su vida no transcurre en ateneos, ni en sociedades donde se puedan codear con hombres, sino que son mujeres como cualquier otra, mujeres que, «en su metro cuadrado de gobierno intentan cambiar el mundo que le rodea con su mirada, con su sufrimiento, o con su padecimiento».
Asegura la autora que, durante el proceso de documentación, fue muy significativo llegar a una serie de fotografías que mostraban a las mujeres que trabajaban en las fábricas de conservas de Galicia. «Eran fábricas llenas de mujeres, vestidas de negro, con las manos rajadas por el frío y la humedad, limpiando pescado o empacándolo», y añadió que, sin esas mujeres, el imperio de la conserva gallega de la que seguimos viviendo, no habría sido posible. «En aquellas fábricas incluso se crearon guarderías para que las mujeres no se despistaran de su trabajo», explicó.
Aseveró Ónega que Las hijas de la criada es una novela llena de personajes que están faltos de cariño, un relato en el que hay más de una historia de amor, como el que viven doña Inés y don Gustavo, el de Catalina, o las tres historias de amor de Clara, «personaje del que estoy profundamente enamorada porque contiene todos los elementos del sufrimiento, de la lucha, de los dolores de una mujer». Clara es un personaje que mendigará amor.
Para la autora, el Premio Planeta supone la oportunidad de llegar a muchos más lectores, «por la cantidad de ciudades que visitamos y la cantidad de firmas que ponen a nuestro alcance». Considera que si algo tiene el Premio Planeta es que democratiza la literatura, «y lo digo con toda la grandeza de la palabra», porque es un premio que se compra en librerías pero también se presta en las bibliotecas, e incluso comparte cesta de la compra con los víveres de un hogar, pues se puede comprar hasta en los hipermercados. «Esto es la aspiración máxima que puede tener el que escribe», aseveró.
Hay secretos de familia que merecen ser contados.
Esta es la historia de uno de ellos.
Una noche de febrero de 1900, recién estrenado el siglo XX, en el pazo de Espíritu Santo llegan al mundo dos niñas, Clara y Catalina, cuyos destinos ya estaban escritos. Sin embargo, una venganza inesperada sacudirá para siempre sus vidas y las de todos los Valdés.
Doña Inés, matriarca de la saga y fiel esposa de don Gustavo, deberá sobrevivir al desamor, al dolor del abandono y a las luchas de poder hasta convertir a su verdadera hija en heredera de todo un imperio, en una época en la que a las mujeres no se les permitía ser dueñas de sus vidas.
Las hijas de la criada es una historia mágica y realista al mismo tiempo, en una Galicia extraordinaria, sobre hombres y mujeres que se rebelan contra su propio destino en busca de la verdad.
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Alfonso Goizueta es autor del podcast La torre del faro, y de una novela previa a la finalista del Premio Planeta, Corazón de deidades, en la que explora el mundo de los dioses y titanes. Y es que Goizueta es un amante del mundo clásico, pasión que le viene gracias a una profesora. «La mayor lotería que te puede tocar en la vida es tener a un buen profesor en el momento oportuno». Comentó que, estando en primaria, una profesora empezaba sus clases contando algún mito de la mitología griega. Aquellos inicios de clase despertaron en el autor una vocación por el mundo antiguo, hasta el punto de que, a los 12 años le pidió a su madre que le pusiera un profesor de griego, que le dio clases durante un periodo muy breve de tiempo. Fue esta una anécdota que desveló Ónega en vez del propio autor, y que vino a demostrar lo mucho que había calado la mitología griega en un joven estudiante aunque, posteriormente, su formación académica giró hacia otros derroteros, siendo hoy doctor en Relaciones Internacionales.
La sangre del padre es una novela histórica que pretende descubrir el lado más humano de Alejandro Magno, el mayor conquistador de la Historia. Alejandro, tras la muerte de su padre, Filipo II, hereda el reino e intenta arrebatar a los persas las tierras que previamente habían sido griegas. Y una vez embarcado en esta aventura, luchará por ampliar sus conquistas.
El autor habló de la relación entre Alejandro y su padre. Filipo no quería a su hijo. Goizueta es consciente de que, el lector, al principio de la novela, no se va a llevar bien con este personaje porque desprecia mucho a Alejandro. Sin embargo, «hay que entender a Filipo como un rey en su tiempo, un rey que construye Macedonia», un rey que cree que el mejor maestro que puede tener su hijo es Aristóteles, quien no solo sabía de filosofía, sino también de naturaleza, de política, de ética,..., y todo eso se lo inculcará a Alejandro. Por eso, el autor nunca ha creído que Alejandro se moviera únicamente por la ambición, si tuvo a un profesor como Aristóteles.
Nos explicó también que la conquista de Persia siempre había sido objetivo de los griegos, pero Alejandro utilizará ese viaje para huir de sí mismo. «Hay una frase que le dice su madre, y esto está documentado. Ella le dice que Macedonia se le queda pequeña». No lo dijo solo en términos geográficos o territoriales sino también porque «Macedonia lo debía de asfixiar en lo personal». De ahí esa huida hacia delante, que traerá una conquista tras otra, pero llega «un punto en el que Alejandro ya no tiene más enemigos que vencer, salvo la distancia». Cuando lleva diez años lejos de casa, se niega a regresar. En su lugar, se obstina en ver el océano Pacífico, «por tener la libertad de descubrir un mundo nuevo».
Alfonso Goizueta perfila a Alejandro Magno como un hombre que tiene alma y sentimientos, como el miedo o el deseo. «Lo que busca La sangre del padre es mostrar quién era el hombre detrás de la leyenda», al tiempo que analiza tema atemporales e introduce reflexiones que se pueden aplicar en nuestra era.
También tendrá cabida en esta novela la relación homosexual que Alejandro Magno mantuvo con Hefestión. «La homosexualidad en Grecia estaba a la orden del día y a lo largo de la novela vamos a ver esa tensión que se produce entre el deber y su corazón», explicó. Alejandro tenía que pensar en su reinado, en lo que ocurriría tras él, por eso tiene que casarse con una mujer con la que tener hijos. «La historia de amor con Hefestión es el eje central de la novela», un amor que irá evolucionando a medida que Alejandro se vuelve más poderoso, dejando de ser un amor entre iguales para convertirse en un amor entre un amo y un esclavo. «El amor acabará destruyendo a Hefestión y, de alguna forma, al propio Alejandro».
Sobre la documentación, Alfonso aseguró que hay muy poca información sobre Alejandro Magno y la que hay se escribió mucho tiempo después de su muerte. «Del tiempo de Alejandro, las únicas fuentes que tenemos son piedras», porque los primeros textos sobre este hombre datan de la época romana. Así que le ha tocado manejar una realidad muy escasa sobre la figura de su personaje, teniendo cuidado de rellenar los huecos con una ficción creíble. «No sabemos cómo era su personalidad ni su carácter y lo que vemos en el libro es producto de la ficción del autor», aclaró.
Goizueta confesó que, una vez terminado el manuscrito, no supo muy bien qué hacer con él. «Por tachar cosas de un lista, lo primero que hice fue presentar la novela al Premio Planeta, pero como el que tira una moneda a un pozo», y aseguró que la sorpresa fue mayúscula cuando vio su seudónimo entre los diez finalistas al premio.
Uno de los miembros del jurado de este premio es Juan Eslava Galán, autor muy conocido y querido en Sevilla quien, tras leer el manuscrito de Goizueta pensó que el autor de La sangre del padre tendría que tener unos cincuenta años y por eso se sorprendió tanto cuando supo que el autor tenía tan solo veintitrés. «Me sonrojo cada vez que me dicen esto porque Eslava Galán es un maestro en esta literatura histórica, en la que me estreno».
Sinopsis: La sangre del padre, Finalista del Premio Planeta 2023, es una novela épica y colosal sobre el hombre que quiso salvar a los pueblos de la tiranía en aras de la libertad.
Conquistó el imperio más poderoso del mundo, pero la guerra más violenta la libró contra sí mismo.
Tras el asesinato de su padre, Alejandro asciende al trono de Macedonia. Acaba de heredar no solo el título, sino también el deber de salir victorioso en la misión que le reclama su pueblo: arrebatar a los persas las tierras que una vez fueron griegas y devolverles la libertad.
Sin embargo, no puede detenerse ahí; la sangre de reyes, de héroes, de dioses que corre por sus venas lo obliga a llevar a cabo una empresa mucho más ambiciosa. Quiere conquistar Babilonia, Persépolis y todas las ciudades en su camino hacia el este, hasta vencer al último rey aqueménida, el temible Darío, y acabar con el Imperio persa para siempre.
Sabe que es su destino. Solo él puede lograrlo, solo él puede conquistar el mundo; solo él es Alejandro Magno.
El acto, distendido y lleno de momentos de humor, finalizó con la firma de ejemplares.
Ambas novelas, sobre todo la primera, tienen buena pinta. La sangre del padre me atrae menos porque ya sabes que esas épocas tan lejanas me gustan poco y me dan pereza, aunque es cierto que Alejandro Magno es una figura tan conocida por el nombre como desconocida en su personalidad. Tomo nota, aunque no suelo seguir los Planeta.
ResponderEliminarUn beso.
Personalmente este año no me llaman nada ninguno de los dos, pero me parece muy interesante que hayas podido asistir a esa presentación. Siempre aporta. Besos
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