jueves, 30 de noviembre de 2023

PILAR GARCÍA ELEGIDO: ❝Lo que vivimos nos ha pasado factura a muchos niveles❞

Me encanta la fotografía pero no soy nada habilidosa en la materia. Mi técnica consiste en hacer una decena de fotos de la misma persona o del mismo objeto para que, con suerte, me salga una medianamente en condiciones. Menos mal que ya no hay necesidad de revelado. Así que, cuando tuve conocimiento de este libro, me sentí muy atraída. Primero, por lo que os acabo de decir, porque me encanta la fotografía. Segundo, porque las fotografías de este libro están muy relacionadas con ese episodio tan espantoso que vivimos no hace tanto. 

Pilar García Elegido es cineasta. Ha dirigido varios documentales e incluso ha ganado un Goya por su trabajo titulado Confluencias. Pero también le apasiona la fotografía. Así que, cuando nos asaltó la pandemia y se impusieron tantas restricciones, ella aprovechó para fotografiar lo que estábamos viviendo. Así nació Distancia social, un fotolibro autoeditado, en el que su autora recoge más de cuatrocientas instantáneas. Hay que mirar con detalle todas estas fotografías y leer en ellas la historia que cada una nos quiere contar. Os dejo con nuestra conversación. 

M.G.- Te saludo desde Sevilla, Pilar. Un placer hablar contigo.

P.G.- Un placer. Ay, Sevilla. Tenéis ahora el Festival de Cine.

M.G.- Sí, y los Latin Grammy hace unos días. Siempre tenemos alguna historia pero se agradece porque eso le da vida a la ciudad.

Bueno, Pilar, hablamos de tu libro, de Distancia social. Es un fotolibro. Me apasionada la fotografía, aunque soy mala fotógrafa. Antes de centrarnos en el libro, he visto que eres cineasta de profesión, y que la fotografía es para ti un hobby, ¿no?

P.G.- He hecho fotografías habitualmente. Durante la pandemia, cuando empezamos a poder salir en los horarios restringidos, empecé a llevarme la cámara. Por entonces, estaba haciendo un documental que tuve que cortar por toda la situación. Como no podía hacer cine, empecé a hacer fotografías, pero nunca pensé en hacer un libro. Era simple afición, porque veía que las calles estaban completamente cambiadas con estas medidas. Eran otras calles. Los coches no circulaban; las personas íbamos respetando la distancia social; muchos comercios, al principio, estaban cerrados. Fue algo que pasó en todo el mundo pero que yo viví en Madrid. Así que me puse a hacer fotos y, poco a poco, fui aumentando la distancia de mi casa para hacerlas. Un día, descargando las que había hecho, vi la primera que aparece en el libro. Se ven cuatro personas en la Plaza de Santo Domingo, que siempre ha estado abarrotada de gente, de coches, de todo,.. Y están ahí esas cuatro personas distantes, cada uno en una esquina de un banco. Al descargar esa foto me dije que lo que estaba retratando sin darme cuenta era la distancia social. 

Por entonces, hice una reflexión que creo que hicimos todos, y es que esa distancia social que teníamos por razones sanitarias, iba a traer consecuencias futuras. No es fácil volver al día a día, tal cual. Creo que lo que vivimos nos ha pasado factura a muchos niveles. Pero bueno, como te digo, esa fotografía fue el punto de partida para que empezara a retratar la distancia social de manera consciente. Intentaba ir a muchos barrios, ver lo que pasaba en cada uno y cómo se estaba viviendo. Y hago un paréntesis para decir que la creación nos salva. Para mí fue muy importante hacer esas fotos. Cada uno hizo lo que pudo para salvar aquel tiempo tan raro. Aunque «raro» es un adjetivo que se queda corto. 

M.G.- Esa fotografía con la que se abre el libro es impactante. Ves a esas cuatro personas, como tú mencionas, separados, cada uno en un banco. No hacen nada. No esperan a nadie. No hablan por teléfono. Están simplemente ahí, al sol. Las ves y te preguntas, ¿qué buscan?, ¿qué hacen? Era tan solo estar en la calle.

P.G.- En las plazas se veían mucho este tipo de escenas. Conscientemente las viví y las reflejé. 

M.G.- ¿Has llegado a calcular cuántas fotos has hecho en pandemia?

P.G.- Más de 30.000. Una barbaridad de fotos pero quería dejar constancia. A parte de fotografiar la distancia social, también iba por las calles haciendo fotos a la propia calle o a elementos de la calle que me llamaban la atención. Cuando las haya podido organizar un poco, todas estas fotos las voy a entregar a la Biblioteca Nacional. Creo que tenemos que dejar constancia de lo que hemos vivido. Habrá muchas fotos de la pandemia pero en ciudades como Madrid, van a estar centradas en el centro de la ciudad. Yo hice fotos de los barrios. Y creo que es mi deber entregarlas para que alguien en el futuro, si le interesa, puede ver cómo se vivió la pandemia en los barrios. 

M.G.- ¿Y qué criterios ha seguido a la hora de elegir las fotos? Porque, de esas treinta mil, ¿cuántas se incluyen en el volumen?

P.G.- El volumen incluye 403.

M.G.- ¿Y cómo has hecho para elegir esas en concreto?

P.G.- Pues ha sido una de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida. Lo he comentado muchas veces con amigos del cine. Hacer un documental o una película es tremendamente difícil pero hay unos esquemas, unas formas que ya tienes aprendidas. Pero seleccionar fotos, crear un criterio y unos epígrafes me costó muchísimo porque la información que tenía era muy amplia. Al principio, quieres meterlo todo pero luego, debes decir no. Primero, intenté hacerlo cronológicamente pero vi que no funcionaba. Tenía que ser algo más personal. Como también escribo, porque eso forma parte del cine, pensé en usar epígrafes. Algunos son muy generales y otros más concretos porque me fijaba en cosas puntuales que llamaban mi atención. Por ejemplo, había un señor que se ponía en la calle Fuencarral a vender rosas, con su mascarilla. Era un señor mayor y cada vez que pasaba por allí, le hacía una foto. Me llamaba la atención su relación con la gente. Nadie se paraba. Nunca vi a nadie comprar una rosa a aquel señor. También hay epígrafes dedicados al dulce porque, cuando empezaron a abrir los quioscos para vender cafés y churros, la gente se paraba, con las mascarillas, y la distancia social entre todos. Había cosas que me resultaban curiosas y he intentado mostrarlo, desde lo personal a lo universal.




M.G.- La mayoría de las fotos están en color pero, ¿por qué, a veces, introduces alguna en blanco y negro?

P.G.- Me gusta mucho el blanco y negro. Algunas están ligeramente retocadas porque uso muy poco la postproducción de fotos. Me gustan que sean fotos naturales. Pero sí hice algunos retoques y trabajé algunas en blanco y negro. Era una cuestión de estética. No hay ningún planteamiento de otro tipo porque, como verás, se mezclan las de blanco y negro y las de color.

M.G.- Y cuando salías a hacer fotos, ¿te marcabas un itinerario previo o te dejabas llevar?

P.G.- Me dejaba llevar. Cuando llego a una ciudad del extranjero, me sitúo en un punto y, a partir de ahí, empiezo a caminar por intuición y no siguiendo un mapa. Con los barrios he hecho lo mismo. Me situaba en un punto y desde ahí, empezaba a caminar por las calles que más me llamaban la atención. Iba variando. Luego miraba Google Maps para ver dónde había ido a parar. A veces, volvía a la calle principal. Las calles principales siempre me han ayudado mucho porque en las calles principales de los barrios siempre pasan muchas cosas. 

M.G.- Pilar, este libro está autoeditado, ¿no? Te lo pregunto porque hacer un libro de fotografías tiene un coste elevado.

P.G.- Sí, está conscientemente autoeditado.  Ni siquiera he intentado que alguien lo edite. Quería editarlo yo. Eso ha formado parte de esa creatividad de la pandemia. Quería probar a editar un libro y la verdad ha sido fascinante trabajar con el diseñador, localizar la imprenta,... He cubierto una etapa en la que no podía hacer otras cosas. Así que, ha sido como una inversión en aprendizaje para mí. Se queda como una etapa muy especial para mí y para todos. Además, ha supuesto un cambio  en el que la foto demanda su lugar porque, a partir de ahí, me han pedido una de las fotos de Distancia social para la portada de un libro, me han pedido también que haga las fotografías de otro libro,... Es decir, han ido surgiendo cosas que no hubiesen surgido de otra manera. Creo que le tengo que dedicar más tiempo a la fotografía.

M.G.- La verdad que hay fotografías que impresionan mucho. Me pregunto si alguna vez alguien te preguntó por qué hacías fotografías. Hay una, en la página 89, en la que se ve a un señor mayor, en medio de la calle, y te está mirando fijamente. ¿Alguna vez alguien te preguntó por qué los fotografiabas?

P.G.- No. Nadie decía nada. Para esto, soy muy clara. Me coloco en medio de la calle con la cámara y estoy un rato. No hay duda de que estoy fotografiando. Quienquiera se puede retirar, puede decir lo que quiera, porque soy muy respetuosa. De hecho, hay poquísimas fotos de primerísimos planos. Además, con la mascarilla no se reconoce a nadie. He sido especialmente cuidadosa en ese tema.

M.G.- Como comentas, las fotos están agrupadas por epígrafes. Hablas de deporte, de puentes, de bicicletas,... Me resultan llamativas las que muestran a la gente haciendo cola delante de las tiendas y de los establecimientos. Salías a comprar, no veías a nadie por la calle pero, de repente, te encontrabas a ocho, diez, quince, veinte personas haciendo cola en una farmacia, en una tienda,... Me resultan muy conmovedoras esas escenas.

P.G.- Sí, son fotos que quedarán como clásicas, de la pandemia. Todos hemos hecho cola para el supermercado, la farmacia, para todo,... Y en la cola, siempre respetando la distancia social. 

Recuerdo cuando abrieron La Mallorquina, en Madrid, en plena Puerta del Sol. Es una de las pastelerías emblemáticas de Madrid. La cola era como cuando abrieron El Corte Inglés. Hay dos fotos de cuando abrieron ese centro comercial, que yo no nombro en el libro. Ni siquiera se llega a ver del todo el almacén pero sí la cola del primer día. Procuraba estar en esos momentos en los que se abría una nueva etapa. Intentaba estar atenta. Veía que todo el mundo quería volver a hacer cosas que en otros momentos eran normales.

M.G.- ¿Hiciste alguna foto de los famosos aplausos de las ocho de la tarde? No he visto ninguna fotografía de ese momento. 

P.G.- De ese momento hice vídeos. Eran momentos en los que había que escuchar el sonido de los aplausos y por eso hice vídeos que, claro, no están en el libro. 


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M.G.- Lógico.

Uno de los pies de las fotografías dice: «Lo que nos sostiene. Lo que conforma nuestro modo de vida. La lectura, el cine y la ficción, la música, las artes, han sido refugio y bálsamo durante el confinamiento. Ojalá no olvidemos». Esa comunidad que se formó nos unió mucho y se decía aquello de que íbamos a salir mejores de esta situación. Pero nos hemos olvidado de todo, de todo aquello positivo que conseguimos como seres humanos. Lo hemos olvidado.

P.G.- Se tiende al olvido porque la rutina nos lleva a otros puestos. Quiero ser optimista y creo que un porcentaje de la población ha entendido que la cultura, la lectura, las películas,... todo lo que desarrollamos en ese tiempo, ha sido un salvavidas. Hay que estar incentivándolo siempre. Cuando abrieron los teatros o los cines, era como ir a... Tuve que ir a varios festivales. Fui jurado de cortometrajes en la Seminci, en Valladolid. Recuerdo que las salas estaban al 30%. Entrabas en la sala, lo mirabas todo de medio lado, viendo a ver dónde te tenías que sentar. Tenías como dos o tres butacas, entre tú y la siguiente persona. Todo era muy raro. Pero claro, si era lo que se podía hacer, había que hacerlo. Luego, poco a poco, fue subiendo el aforo al 50%, hasta que las salas se normalizaron. Era todo muy conmovedor. Parecía que todo volvía, que volvíamos a apreciar la cultura desde el patio de butacas de un cine, de un teatro, poder ir al museo... Los museos también me emocionaron mucho. Estuve en el día de apertura de los museos. La cola que se montó en Madrid para entrar en el Reina Sofía fue increíble. O en el Prado. Era emocionante ver esas colas.

M.G.- El libro se editó en enero de 2023. ¿Qué recorrido ha tenido? ¿Has hecho alguna presentación? O no sé si has expuesto estas fotografías en alguna sala.

P.G.- El libro se presentó en la Librería Ocho y Medio. También estuvimos en la feria del libro. Ha tenido un recorrido comedido, como suelen ser los libros autoeditados. Ahora estoy haciendo dos documentales y tampoco he tenido tiempo para el libro. Pero bueno, ha tenido muy buen eco entre la gente que lo ha adquirido. Creo que todos vamos buscando el reflejo de lo que sentimos durante esa época. 

M.G.- Este es un volumen que está dedicado a los familiares de las personas que fallecieron por covid en las residencias, y especialmente está dedicado a tu padre. Me ha conmovido esa dedicatoria porque mi padre falleció en una residencia de mayores, durante esa época.

P.G.- A mí me conmovió mucho todo lo que pasó. Me conmovió, me preocupó y, a ratos, me indignó. En ese tiempo, mis padres ya habían fallecido. Mi madre había estado conmigo hasta hacía relativamente poco. Y yo pensaba en los hijos y las hijas a las que les tocó vivir aquello porque era durísimo. Esta historia de no desviar a hospitales, en algunas comunidades autónomas, de no poder entrar en la residencia, no poder ver a tu madre o a tu padre,... Durísimo, ¿no? Sentía mucha afinidad con esas personas.

Y también está dedicado a mi padre porque a él le gustaba la fotografía y porque escribía. Estaba cantado que tenía que dedicárselo a él. Ojalá que con el tiempo podamos mirar todo lo que ocurrió desde la distancia porque a mí todavía me indigna el tema de las residencias.

M.G.- Yo te agradezco esa dedicatoria porque yo no me pude despedir de mi padre. Me llamaron por teléfono para decirme que había fallecido. Y él falleció sin sus hijos al lado. Así que te lo agradezco mucho porque fue algo durísimo. 

Pilar, no tengo más preguntas que hacerte. Te agradezco que me hayas atendido. He disfrutado mucho, mucho de este libro que además es original. Siempre andamos con novela, poesía, pero un libro de fotografías se agradece mucho y más si es para retratar ese tiempo duro que nos tocó vivir. Lo dejamos atrás pero tampoco hay que olvidarlo porque se vivieron muchas cosas y de ahí salió un aprendizaje. Muchas gracias, Pilar.

P.G.- Muchas gracias a vosotros. Que vaya todo muy bien por Sevilla, que tenéis una ciudad maravillosa. Disfrutadla.

M.G.- Buen día, Pilar.

P.G.- Lo mismo, buen día.

Sinopsis: DISTANCIA SOCIAL plantea un recorrido fotográfico por el Madrid de la pandemia.

Más de cuatrocientas fotografías de calle para mostrar los cambios en la ciudad y en las relaciones interpersonales como consecuencia del covid-19.

Este fotolibro nos invita a realizar un paseo amplio por Madrid y sus espacios desde una visión personal y, en algunos casos, cercana a la poesía visual.

miércoles, 29 de noviembre de 2023

LA NIÑA DE LA COMUNIÓN (TERROR - 2022)

Año: 2022

Nacionalidad: España

Director: Víctor García

Reparto: Carla Campra, Aina Quiñones, Marc Soler, Carlos Oviedo,...

Género: Terror

Sinopsis: Finales de los 80, en un pueblo no determinado. Sara (Carla Campra) acaba de llegar al pueblo y no encuentra su lugar en ese espacio cerrado. Su mejor amiga es Rebe (Aina Quiñones), mucho más extrovertida. Una noche van a una discoteca, toman drogas y durante el trayecto a casa encontrarán una muñeca vestida de comunión. A partir de ese momento, comenzará la pesadilla.

[Fuente: Filmaffinity]

¡Ay, madre mía! ¿Para cuándo una película de terror con una buena trama y que no esté llena de clichés? ¿O que no sea un refrito? ¿O que simplemente tenga un mínimo de sentido? Porque, aunque sea terror, debe haber una justificación detrás de los hechos. Y a mí que me lo expliquen, porque en esta película no entendí nada. Y mira que sabía que me iba a ocurrir esto pero aun así, andaba empecinada en ver La niña de la comunión. Erre que erre. Erre que erre. Al final, he podido verla. Voy a ser muy escueta porque el desastre ha sido total.

Os pongo en situación. Los hechos tienen lugar en un pueblo de Valencia. Se da a entender que, recientemente, una familia se ha mudado allí por motivos de trabajo. Son Antonio y Amparo, que trabajan en un matadero, empresa del cuñado de Antonio. El matrimonio tiene dos hijas: Sara, una adolescente, y Judit, una niña a la que vemos hacer la comunión en los primeros minutos de la película. Durante la celebración de la comunión ocurren un par de cosas que no te desvelo. Y no, no es lo que tú te imaginas. Te sigo contando. Sara es muy amiga de Rebe, una de las chicas más rebeldes del pueblo. Juntas salen una noche de fiesta. Han ido a una discoteca, a unos 30 km del pueblo. Regresan en un coche, con dos chicos más. Conducen en mitad de la noche cuando, de repente, una figura vestida de blanco se cruza delante del vehículo para desaparecer inmediatamente. Sara cree que es una niña que se ha perdido. Se bajan del vehículo para buscar a la niña. Solo encuentran una muñeca antigua, vestida de comunión. A partir de ahí, la vida de los jóvenes estará en peligro y es que a Sara le explican la vieja leyenda que aún sigue viva en el pueblo. Una historia de una niña que desapareció el día de su comunión. Dicen que todo aquel que ve a la niña desaparecida se vuelve maldito. 

Lo que me gustó y lo que no me gustó.

Por destacar algo, diría que, más o menos, tiene una ambientación medianamente aceptable, aunque hay mucha mezcla. La acción se desarrolla a finales de los años 80. A eso súmale que estás en Valencia y que las jóvenes se van a una discoteca. La suma dará como resultado música bakalao y éxtasis. Pero a la vez, suena música pop de los 80, con La Unión y su hombre-lobo en París o Los toreros muertos. Creo que esa música pop es lo que más me ha gustado de la película.

Pero la música no será el único elemento que nos sitúa en el tiempo. También veremos aquel famoso anuncio de Farala (inevitablemente me viene a la mente este chiste, que tantas veces he escuchado, y no puedo parar de reír), otro de Scott-Brite,... Pues así. Y ya está. Eso es todo lo que me gustó.

En cuanto a lo que no me gustó, diría que la película en sí es tremendamente aburrida. A pesar de los intentos de sobresaltar al espectador, ni me inmuté en ningún scarejump. De hecho, esa figura fantasmagórica que van a ir viendo los jóvenes a lo largo de toda la película da más risa que miedo. La caracterización es bastante penosa. A eso añádela lo de siempre: luces que titilan, puertas que se abren solas, susurros en la oscuridad, etc, etc....Y lo peor de todo, un desenlace, unido a un flashback, que te deja con dos palmos de narices. Termina de manera abrupta y creo que se quedan demasiados flecos en el aire. Para mí que hay cierta intención de continuar con esa historia y, si es así, conmigo que no cuenten. 

Personajes

La rebelde, la nueva, el camello y el amigo del camello. Sara siente que no encaja en el pueblo. Además, le molesta la servidumbre de sus padres, que tienen que estar agradecidos a la familia por haberles dado trabajo. Esa tía Tere que se regodea constantemente de su posición económica. Sara es la típica joven que se pelea constantemente con sus padres y que pide la complicidad de su hermana pequeña. 

En cuanto a Rebe, la joven forma parte de una familia desestructurada. Su padre es alcohólico y la maltrata. De la madre, nunca más se supo. Pero ni se ahonda en su vida, ni tampoco excesivamente en la de Sara. Todo es tan superficial que no te da lugar a empatizar con ninguna de ellas.

No hay interpretaciones destacables.


Y no os cuento más porque tampoco hay mucho más que decir. La niña de la comunión es una película muy prescindible. A mí ni me ha resultado entretenida. Es más, me dormí en el sofá mientras la veía, así que imaginaos. 

La tenéis en Movistar +




Tráiler: 


martes, 28 de noviembre de 2023

CARLA NYMAN: ❝Este es un oficio al que hay que dedicar muchas horas de trabajo❞

Carla Nyman es una joven escritora y dramaturga. Tan solo ha soplado veintisiete velas y ya ha publicado varios poemarios, algunos premiados, y ha estrenado varias piezas teatrales, por las que ha recibido también algún que otro galardón. Además, imparte clases de escritura dramática en la Universidad de Salamanca. Me maravilla ver a gente joven tan brillante. Siento que, a pesar de que las nuevas generaciones navegan en un caos, pues tienen pocas oportunidades a su alcance para desarrollar su extraordinaria formación, hay un sector de la juventud que ha conseguido sacar la cabeza y hacer lo que más le gusta. Creo que ese el caso de Carla Nyman, que acudió a Sevilla para promocionar su primera novela, Tener la carne (Reservoir Books). En esta novela, una madre y una hija asesinan al novio de esta última. La acción se desarrolla en Almería y, tras el asesinato, las mujeres, que se declaran culpables y reconocen ser las asesinas, tratan de ponerse en manos de la justicia. Para ello, contactarán con un juez, un magistrado que jamás responde a los intentos de comunicación de las dos mujeres. Os dejo con nuestra charla.

Marisa G.- Carla, te doy la bienvenida a Sevilla. He empezado a leer tu novela pero también me he interesado por saber quién es Carla Nyman. No es la primera vez que me siento a conversar con un joven que ha pasado por la Fundación Gala. Me gustaría saber cómo crecéis dentro de los programas que se imparten en la Fundación.

Carla N.- Creo que es el primer contacto que tenemos con la idea de que la escritura no es solamente un hobby, sino que también es una profesión, un oficio. Gracias a la Fundación, de repente tomé conciencia sobre la escritura, sobre el arte en general o la creación. Escribía de pequeña, también durante la carrera, poemas, obras de teatro, pero no sabes que esto tiene todo un engranaje profesional detrás, y que te puedes dedicar a ello. Es en la Fundación Antonio Gala cuando dices que vas a concentrar todas tus energías y tu esfuerzo, para que esto se convierta en tu trabajo.

M.G.- Tu vida ha estado más enfocada a la poesía, y especialmente al teatro. Ahora que has entrado en novela, ¿ha supuesto un reto para ti?

C.N.- Sí. Esto lo suelo decir mucho, que todos los géneros, de alguna manera, están interrelacionados, los géneros literarios. Esta novela empezó siendo justamente una obra de teatro, un monólogo teatral, pero tenía, de algún modo, aires de novela porque creo que todo está interrelacionado y esa voz, la de la protagonista, podía ser perfectamente la voz en primera persona de una narradora, en el caso de la novela. Poco a poco, se fue volcando en lo que viene a ser la tipología narrativa. Pero vamos, que sigue siendo un monólogo en sí, un monólogo teatral.

M.G.- Digamos que fue un proceso natural. Es decir, el texto o la historia en sí es la que te ha conducido a la narrativa.

C.N.- Exacto. También fue por una cuestión de querer experimentar. Al principio, era un monólogo, con diálogos intercalados de la madre. Pero, poco a poco, empezó a coger mucho poder la voz de ella y no tanto la de la madre que, al final, se veía dentro e involucrada dentro de su monólogo. Fui probando y fui experimentando, hasta que finalmente empieza a salir esta narración.

M.G.- No lo hemos dicho pero la historia habla de una madre y una hija que matan al novio de esta última. Sabremos desde el principio que ellas lo han hecho porque además se considera culpable. Lo importante en esta historia es el cómo y el porqué, cuestiones que iremos descubriendo a lo largo de la novela. Pero, ¿cómo nace la idea para esta novela, la de un asesinato en estas circunstancias y de este modo?

C.N.- Fíjate que el asesinato era algo que no tenía claro. Creo que surgió de forma natural, también. Son dos mujeres, que eso sí lo tenía claro, con una relación materno-filial, en la que parece que una es la otra. Están como mezcladas y fusionadas. 

En el verano de 2021, estoy en la playa de Garrucha, cuando empiezo a escribir esta historia como obra de teatro. Me interesan las relaciones de poder que ocurren en las relaciones heterosexuales y las relaciones materno-filiales llevadas a un extremo. Me dije que, de esta historia solo podía salir un asesinato. Me planteé estirar la historia hasta un lugar extremo, para que ocurriera algo verdaderamente trepidante y perverso. 

M.G.- Pues te iba a preguntar precisamente por qué la acción transcurre en Almería. Estamos muy acostumbrados a encontrar en novela ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla,... Almería me parecía una novedad y tú ubicas la acción de tu novela porque estabas allí veraneando.

C.N.- Sí. En el 2021, estuve allí dos semanas. Creo que lo ambiento ahí porque es un espacio no del todo turístico pero sí veraniego. Me dije que, si en algún sitio tenía que ocurrir un asesinato, debía ser en una playa un poco más deshabitada. Y ahí estaba Garrucha. 

M.G.- Comentan de tu novela que es un thriller almodovariano. Realmente, si lees la sinopsis, si empiezas a leer las primeras páginas, te das cuenta de que no le falta razón. La historia rezuma ese humor un tanto absurdo que, a veces, hemos visto en las películas de Pedro Almodóvar. Pero tú, ¿qué le contarías al lector sobre este libro?

C.N.- Le diría que se aventurara, que no tuviera ningún tipo de prejuicio, que no tuviera ningún tipo de condicionamiento, de moralidad, ni nada por el estilo, sino que entrara a leer y que entrara en la mente de esta protagonista. Al final, creo que su mente no deja de ser un reflejo de la mente que tenemos todos, con pensamientos, a veces, totalmente estrambóticos, perversos, e incluso perturbadores, pero que no terminamos nunca de verbalizar por esa imagen que damos, porque nos relacionamos desde la imagen pública. Así que, le diría al lector que entrara con toda la calma y sin prejuicio alguno.

M.G.- Hay humor pero también hay drama. De tal modo que esta novela es una tragicomedia.

C.N.- Exacto. Eso era importante porque, si hay drama, no debía caer en el dramatismo ni en el regodeo del drama. Había que hablar de ciertas cosas pero desde el humor, desde la sorpresa, desde el extrañamiento, porque eso es lo que permite justamente poder hablar de esas cuestiones y así no se cae en esos pozos demasiados oscuros.



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M.G.- Has hablado hace un momento de la relación materno-filial. Esa relación entre madre e hija, que vemos en la novela, ¿responde un poco a la relación que vuestra generación tiene con sus progenitores?

C.N.- Siempre ha ocurrido que las relaciones, sean materno-filiales, paterno-filiales, las relaciones humanas, en general, cuando se estrechan demasiado, las confianzas se vuelven extremas y se empiezan a estrechar tanto los vínculos y las emociones que llega un momento en el que se convierten en algo terrible e incluso perverso.

Lo que me interesaba era retratar a estas dos mujeres que están habitadas por la ausencia, atravesadas por el duelo, y lo único que tienen es la una a la otra. No tienen mucho más. Eso es lo que hace que el vínculo se tenga que estrechar, que todo se vuelva más hostil y, paradójicamente, es el único amor que tienen.

M.G.- Estamos hablando mucho de la madre, pero ¿qué papel ejerce el padre en esta historia?

C.N.- El padre simboliza a todos esos hombres que han pasado por la vida de ellas. Está el padre, está Bruno, que es el novio de la hija, y luego está el juez. Son tres hombres ausentes. Bruno está ausente porque es un cadáver. El padre lo está porque nunca se hizo responsable. Y el juez, porque nunca responde. El padre, al igual que el resto de hombres, representa a esas personas que han provocado un descuido en ellas dos, que las han atravesado desde la ausencia, y ellas tienen que acarrear con ese duelo. Por eso están acarreando un cadáver, y el cadáver no deja de ser el padre, el novio y el juez. Son todos los hombres que no les han dado los cuidados que ellas necesitaban.

M.G.- Con respecto a ese juez es un personaje fantasma. Es verdad que nunca responde pero, ¿no es cierto que ella fantasea un poco con él también? Hay un capítulo en el que le pide que le cuente cosas de él, que ropa usa, cosas así. 

C.N.- Sí. Como todas las personas en la vida de estas dos mujeres están ausentes, la única manera que ella tiene de poder acceder a ese juez que nunca le contesta es fantaseando con su imagen, fantaseando con su físico, fantaseando incluso con sus respuestas. Imagina qué es lo que le respondería. Y así va edificando la imagen fantasma de un juez, que no existe o que sí existe, porque ya veremos al final de la novela si existe o no. Para ellas, es la manera que tienen de rellenar ese hueco de ausencia a través de la fantasía, a través del delirio, o de unos chupitos en los chiringuitos de Garrucha.

M.G.- A través de esta historia, puedes hablar de ciertos temas en la novela, de las relaciones entre madres e hijas, de los celos, del amor,... ¿De qué manera se articulan todos esos temas en la trama?

C.N.- Creo que están interrelacionados. Para empezar tenemos un cadáver. Es el fantasma de la persona que ya no está y eso remite al duelo, a la ausencia de aquella persona que se fue. Y luego, tenemos a estas dos mujeres que son unas supervivientas natas, que intentan de alguna manera sobrevivir, subsistir, intentar pasárselo bien, de una manera súper absurda, en mitad de sus vacaciones, mientras acarrean a un muerto. Yo creo que están relacionados en ese sentido. Hay un deseo por parte de ellas dos de poder interrelacionarse con otras personas, de encontrarse en el otro y de poder cubrir esas ausencias, tener presencias, pero nunca terminan de encontrarlas. Y la única presencia que tienen es esto. Entonces, es relación materno- filial para sobrevivir, los tres hombres ausentes, y un cadáver que representa la ausencia. Es la manera de tener esa carne.

M.G.- Es verdad. No hemos hablado del título pero Tener la carne viene de ahí, de lo que estás explicando en este momento.

C.N.- Justo. Como estas mujeres están tan agujereadas, no tienen ningún tipo de presencia en su vida más que ellas mismas, y se emperran en cubrir esas ausencias, esos huecos con toda la carne. La manera de tener toda la carne es, en este caso, asesinando, intentando detener las funciones primarias de ese hombre que intenta huir. Si yo me lo cargo, pues detengo sus funciones primarias, sus funciones vitales, y así me lo quedo y tengo la carne conmigo. Sin embargo, y paradójicamente, esa persona está muerta, es un residuo, así que, realmente, no lo tienes. 

M.G.- Carla, en novela no es muy habitual encontrar temas escatológicos que sí vamos a encontrar aquí.

C.N.- La escatología era fundamental. Por un lado, tenemos un cadáver y eso es tremendamente escatológico, porque un cadáver tiene fluidos y está en proceso de descomposición. Y por otro lado, tenemos a estas dos mujeres que están agujereadas desde un punto de vista físico y simbólico. Simbólico por lo que hemos dicho, están atravesadas por un duelo permanente, por ausencias permanentes. Ellas buscan constantemente la necesidad de cubrir esos agujeros o de salirse de esos agujeros, en la búsqueda de otra persona que les pueda cuidar, que les pueda dar ese amor que les falta. Son dos mujeres que intentan sobrevivir como pueden a través de lo abyecto, de lo más mugriento, porque al final es lo único que les queda.

M.G.- Hablemos ahora del lenguaje de esta novela, que tiene mucho que ver con el entorno y con la generación a la que tú, o escritores como tú que pertenecéis. Habéis nacido en un mundo muy tecnológico, muy audiovisual. Todo eso se ve en la novela. Es una novela muy de vuestra generación.

C.N.- Claro. Sí, por un lado, está este lenguaje desmontado, que es un lenguaje que roza la oralidad. Más que la oralidad, diría que roza el desfiladero de pensamientos, porque son todos los pensamientos caóticos que tiene una persona en la mente y que, como decíamos, pueden ser tremendamente perversos. La escritura intenta emular ese pensamiento. Pero, por otro lado, es verdad que hay mucho de redes sociales, porque la fantasía o la capacidad de fantasear ocurren en sí misma en las redes sociales. Construimos una imagen virtual, una imagen imaginaria, valga la redundancia, en redes sociales, que nos ayuda a edificar nuestra personalidad, pero a la vez se vuelve un poco fantasmal. Esa imagen está ahí como expandiéndose en Internet, pero no es del todo sólida. Al final, el pensamiento también es muy fantasmal. Redes sociales y pensamiento están ahí como entrelazados y el lenguaje que se ha usado para poder mostrar esa idea fantasmal es un lenguaje dinamitado, con una gramática poco clara, muchas onomatopeyas e interjecciones.

M.G.- Y muchas referencias literarias también que no sé si son las tuyas propias.

C.N.- Sobre las referencias literarias es algo que no me suelen preguntar. Las hace la propia protagonista porque, como no recibe respuesta del juez, tiene que divertirse con su propio discurso y hacer de su discurso una obra de arte. Su discurso se convierte en un artefacto, casi en un hechizo. Empieza a mezclar su pensamiento incluso con Faulkner. Llega un punto en el que su imaginación se desborda y edifica una especie de espacio de divertimento y de entretenimiento que podría ser perfectamente una obra de literaria en sí misma.

M.G.- Carla, ¿te sientes cómoda a la hora de escribir novela? Has escrito poemas y piezas teatrales pero, a la hora de enfrentarte a una novela, ¿te sientes de manera distinta o cómo ha sido la experiencia?

C.N.- Como te dije, todos los géneros están interrelacionados. La diferencia puede estar en que, cuando escribes teatro, tienes que estar todo el rato pensando, de alguna manera, en la escena. Sí hay una serie de limitaciones que, a la vez, son detonantes y que te ayudan a ir cerrando elementos. En las obras de teatro, el tiempo convencional suele ser de hora y media pero, en el caso de la novela, me estoy dando cuenta ahora, a través de lo que leo en redes sociales, en cómo se está leyendo, cómo se está recibiendo. Si vas al teatro, la historia te acompaña durante hora y media. Pero si compras una novela, esa historia te acompaña durante tu cotidianidad y se puede alargar hasta cuando tú quieras. Vas leyendo un capítulo tras otro y puedes estar leyendo la novela unas horas o todo un año. En ese sentido, creo que la diferencia no está a la hora de escribir sino en lo relativo a la recepción. 

M.G.- Estás percibiendo diferencias en el lector...

C.N.- Sí, porque un poemario, por ejemplo, es algo que se suele leer como mucho más de prisa y más intensidad. Es más intenso y en un plazo más corto. También se puede ir dejando. Se puede ir intercalando un poema con otro, pero no hay una continuidad. En la novela, sí creo que hay una continuidad, te acompaña en tu día a día. Es otra historia paralela. Es como si otra persona te estuviera acompañando de la mano, y tú pudieras viajar de repente a su universo, mientras estás en el metro, yendo hacia el trabajo o hacia donde quieras. 

M.G.- Cuesta mucho hacerse hueco en literatura pero, ¿y en teatro? Los que hacéis teatro, especialmente la gente joven, ¿tenéis ayudas y subvenciones? ¿Podéis llevar a cabo vuestros proyectos?

C.N.- Bueno, hay ayudas, pero siempre necesitamos más. Creo que el número de subvenciones, financiaciones, ayudas, y becas es muy reducido. Además, lo terrible de todo esto es que siempre van destinadas a las mismas personas. Así que sí que es difícil encontrar un hueco. Todo se reduce a la insistencia, a tener que trabajarlo mucho, casi como un albañil, estando ahí día tras día,... Este oficio lo tenemos muy romantizado, pero es un oficio al que hay que dedicar muchas horas de trabajo, no solo delante del ordenador, o de la libreta o de lo que sea, sino que forma parte de una vida. Es decir, tienes que leer libros, tienes que encontrar tiempo para leer esos libros, tienes que encontrar tiempo para escribir, tienes que encontrar tiempo para investigar. Creo que deberíamos tener acceso a más subvenciones para poder financiar algo que es tan inmenso. No es algo con horario laboral, desde las nueve de la mañana hasta tal,... Es una forma de vida.

M.G.- Sois muchos los jóvenes que estáis escribiendo, que estáis creando. Hablando de literatura, me gustaría que destacaras a esos escritores de tu generación que te gusten.

C.N.- Por ejemplo, Laura Rodríguez Díaz, que es de aquí, de Sevilla. Ella escribe una poesía que me parece interesantísima. Es muy acuciante y muy afilada. A veces, roza lo escatológico, pero es bastante contenida, y eso es lo que me encanta de su poesía. También podría mencionarte a Aida González Rosi, que acaba de sacar un libro que es Leche condensada, publicado en Caballa de Troya, donde también trabaja lo escatológico. Y a Juanpe Sánchez, con su libro Desde las gradas, publicado en Letraversal. Hay muchísimas voces que están apareciendo ahora. Me encanta también Elisa Castelo [se refiere a Elisa Díaz Castelo], que tiene una poesía muy fragmentaria. Y también Sara Barquinero, novelista de Lumen, que ahora va a publicar Los escorpiones. Tiene un tipo de narrativa que a mí, en concreto, me interesa y creo que a la gente, en general, también, enfocada en la obsesión, la persecución, la neurosis,... Todo eso lo trabaja muy bien. Estas son las áreas en las que estamos trabajando todo el rato.

M.G.- Eso es bueno.

C.N.- Es bueno, sí pero lo que necesitamos es que nos paguen más.

M.G.- Bueno, Carla, pues te agradezco muchísimo que me hayas atendido y que espero que disfrutes de Sevilla y que te vaya todo genial.

C.N.- Muchas gracias. Ha sido un placer.

Sinopsis: Una chica ha matado a su novio con la ayuda de su madre. Es verano y el calor aprieta en la costa de Almería mientras pasean su cadáver en una silla de ruedas. Tomando el sol y bebiendo cócteles en garitos de playa acompañadas del muerto, la hija llama insistentemente al juez que tal vez podría instruir su caso para ponerle las cosas fáciles: son culpables y está dispuesta a contarle con todo detalle cómo lo han matado y por qué. Pero el juez no contesta y salta el buzón de voz.

La premiada dramaturga y poeta Carla Nyman debuta en la novela con este delirio almodovariano, un machetazo revestido de risa histérica que lanza bruscos interrogantes sobre el deseo, la feminidad, los celos, el sexo y el amor.


domingo, 26 de noviembre de 2023

OCTUBRE... ¡DE UN VISTAZO! (#10/2023)

Ojito. Estamos a finales de noviembre y vengo ahora a hacer repaso del mes de octubre. ¿A vosotros también os falta tiempo para todo? Yo necesitaría días de 24 horas para sacar adelante todo lo que siempre tengo entre manos, y noches de 12 horas para poder descansar lo que no descanso. En fin, esta es la vida que nos tocó vivir. Pero dejemos las lamentaciones a un lado y vayamos al lío. ¿Qué tal vuestras lecturas? En mi caso, mi mes de octubre fue algo mejor que el anterior. 


[Para conocer la sinopsis de los libros expuestos 
solo tienes que clicar en cada título o en los enlaces a las reseñas]


Los comprados

A finales de octubre comenzaba en Sevilla la Feria del Libro. El año pasado apenas pude pisarla. Me pilló el Covid de lleno y me tuvo recluía en casa hasta el último día de la feria. Y menos mal que para ese día había dejado de ser positiva porque me había comprometido a presentar una novela y pude acompañar al autor, sin problemas. Me río al escribir estas líneas porque no me acordaba de lo que me ocurrió. Lo gracioso es que, si el año pasado solo pude ir un único día a la feria, este año ¡¡ni la he pisado!! Temas laborales me han tenido esclavizada a un ordenador de lunes a domingo, a todas horas. Así que, otro año más que la feria del libro pasa ante mis ojos, sin que pueda disfrutarla. Por lo tanto, no pude comprar ni un solo libro. Bueno, yo no, pero mi marido, sí, aunque eso os lo cuento en otro momento.

En cualquier caso, y como os he contado ya, este año he tenido la suerte de acudir al Certamen Internacional de Novela Histórica «Ciudad de Úbeda».
¡Qué cantidad de novelas interesantes he podido conocer! Se me iban los ojos tras una, otra, y otra. Al final, me contuve y solo compré dos. 

La dama de la judería de Andrea D. Morales (Ediciones B) la tenía que comprar sí o sí. La autora es sevillana y la novela aborda la figura de Susona. Si habéis leído las crónicas que publiqué sobre el certamen, ya sabréis algo más sobre esta novela. Y si no habéis leído esos posts, os cuento que la novela nos traslada al siglo XV. Susona fue una bellísima joven, judía conversa, de la que se enamora el caballero Nuño de Guzmán. La trama de esta novela aborda un complot contra los judíos, supuestamente convertidos, a los que se trata de dar caza, pues se sospecha que siguen practicando los preceptos de su religión. 





El otro libro que compré es Pasión Imperfecta de Roberto Lapid (Roca Editorial). El autor argentino se aproxima a la vida de Friedrich «Fritz» Mandl y de su esposa Hedy Lamarr. Sobre esta mujer ya había oído hablar en el último libro de Julia Navarro, Una historia compartida. Me quedé muy sorprendida al descubrir la vida de esta actriz y matemática, a la que hoy debemos que tengamos wifi. El volumen cuenta con un anexo de fotografías que convierten esta lectura en una experiencia mucho más grata. Tengo muchas ganas de leer estas dos novelas.

Los recibidos

Os voy a mostrar tres libros que me parecen muy apetecibles, y los tres son de la editorial Contraluz. El primero de ellos se titula, Las cosas de la melancolía de Carmen Santos. A esta autora le tengo especial cariño porque, tanto ella como yo, nos estrenamos a la vez en esto de las entrevistas literarias. Carmen Santos fue la primera escritora a la que entrevisté, cuando me inicié la actividad del blog. Un mes de mayo de 2013, ella y yo nos sentamos a hablar sobre su primera novela, El sueño de las Antillas






Otro libro interesante de esta editorial es el que firma Juan Ramón Lucas, titulado Melina. Estamos ante una novela que se inspira en un hecho real y que nos permite conocer a Melina, una joven asturiana que, tras nacer en 1934, terminará por emigrar a América en busca de independencia. Sin embargo, y como la vida da muchas vueltas, también se verá obligada a regresar a España. «La historia de Melina es la de muchas mujeres que, silenciosas y constantes, marcaron sendas en el camino a la igualdad que nunca llegaron a disfrutar»Con Lucas tuve oportunidad de hablar con su novela anterior y, en principio, íbamos a cerrar un encuentro durante la Feria del Libro pero ya os he explicado que este año no he podido ni pisarla.



La misma editorial publica La última mirada de Goya de Javier Alandes. La novela, de corte histórica, pero también
 de aventuras, «explora los últimos días de Goya y la misteriosa desaparición del cráneo del artista» de su tumba de Burdeos. No me digáis que no os parece intrigante este hecho. Desconocía totalmente ese dato y, nada más leer la información de la sinopsis, me he lanzado a indagar más sobre esta novela. Habrá que tenerla muy en cuenta para futuras lecturas.

Por su parte, la editorial Oberon publica dos nuevos títulos. Por un lado, El sendero de la brujería de Lidia Pradas. ¿Os he dicho alguna vez que en el catálogo de Oberon se encuentran curiosas lecturas como esta? Esta obra cuenta con un subtítulo divertido (al menos, a mí me lo parece): Rituales y prácticas para descubrir qué tipo de bruja eres. Bellamente ilustrado, «El sendero de la brujería describe muchos tipos diferentes de brujos/as, sus dones y habilidades, y sus prácticas. Cada sendero te muestra actividades y rituales que puedes emplear para descubrir y explorar esa rama de la brujería y valorar si es apropiada para ti». Yo no soy mucho de hierbas y pócimas pero cada persona es un mundo, y estoy convencida de que habrá muchos lectores que sientan curiosidad por este libro. 




La otra publicación va a interesar a toda mujer, sea bruja o no. Y es que la menopausia es una etapa de la que, salvo terribles excepciones, no te vas a librar. La doctora Miriam Al Adib Mendiri lleva un tiempo orientando a la mujer, en la relación con su propio cuerpo, en el conocimiento de sus órganos genitales y ahora, también, en la etapa de la menopausia, a través de su nuevo libro Hablemos de menopausia. Creo que sus publicaciones están llenas de información accesible que nos ayuda a conocernos mejor, por dentro y por fuera, así que, sus libros siempre me parecen interesantes, 

Pero la mayoría de los libros que llegaron a casa venían con una entrevista concertada. De nuevo, algunas pudieron llevarse a cabo y otras, pues no. Así, desde la editorial Sargantana, me llegó Más allá de la tristeza de María García-Lliberós. Una novela que aborda el tema de las adopciones internacionales, por lo que, aprovechando que el día 9 de noviembre era el Día Mundial de la Adopción, publiqué la entrevista con la autora. La novela narra la historia de Diego, un niño nacido en Perú, y adoptado por un matrimonio español. ¿De qué manera la adopción de Diego cambió sus vidas? De eso y más, hablamos durante la entrevista que ya tienes publicada en el blog.

Los Premios de Novela Ateneo de Sevilla son habitantes habituales en mis estanterías. El pasado mes de junio os conté cómo transcurrió la gala en la que se dio a conocer el nombre de los ganadores de este año (puedes leer sobre aquel evento aquí). Me dio mucha alegría escuchar el nombre de dos escritores a los que ya conocía. En la categoría senior, el premio se lo llevó José Luis Gil Soto por Si yo te contara (Algaida Editores). Estamos ante una novela que nos traslada a la época de la guerra civil para comprobar cómo la embajada española en París se convierte en la suministradora de armamento para el bando republicano. El protagonismo de esta historia recaerá sobre un matrimonio que, a raíz de una serie de acontecimientos, se verán en lados contrapuestos. 





Por su parte, Dimas Prychyslyy recibió el Premio de Novela Ateneo Joven por Cuchara Cuchillo Tenedor. La novela está protagonizada por David, un profesor que trata de superar una ruptura sentimental. Autor sin éxito, David «decide contar su vida, incapaz de escribir nada mejor. Relata la historia de su familia, oriunda de un país de Europa del Este, el proceso de adaptación que atraviesa con su hermano en un país nuevo y las peripecias maternas que los llevarán a una nueva vida, hasta llegar a la universidad y el primer amor»

Con el médico de familia, Fernando Fabiani, he coincidido en varias ocasiones y siempre para hablar de sus libros. Fabiani se ha marcado el objetivo de acercar la salud a la ciudadanía, pero siempre desde la óptica del humor. En esta ocasión, y quizá desde un punto de vista algo más serio, el autor publica La salud enferma (Aguilar), un libro que aborda la obsesión por la búsqueda de la salud absoluta. La lectura de este libro no solo me parece interesante, sino también muy necesaria porque toca cuestiones que nos atañen a todos. La entrevista ya está publicada en el blog.

Eva del blog Reina Lectora contactó conmigo para darme información sobre algunas publicaciones y acordamos elegir dos libros, con el objeto de hacer reseña o de entrevistar a su autora. Eso dos títulos eran muy dispares. Por un lado, me fijé en El eco del bosque de Raquel Ortega. Lo primero que me llamó la atención de esta novela fue la cubierta. A mí me pones una portada intrigante por delante y enseguida se me encienden las alarmas. El eco del bosque es un thriller que se desarrolla en Irlanda, en un pequeño pueblo, en el que comenzarán a ocurrir sucesos extraños.





El otro título es un fotolibro. Distancia social de Pilar García Elegido me resultó muy interesante. Se trata de un volumen de fotografías que la directora de cine, y ganadora de un Goya por su documental Confluencias, tomó durante la época de la pandemia. Las fotografías muestran, a modo de legado, cómo cambió nuestras vidas por la Covid-19, y cómo tuvimos que adoptar otros hábitos, entre ellos, la distancia social. Hace unos días conversé con Pilar y, si nada lo impide, esta próxima semana publicaré la entrevista.


Adoro las novelas de Vanessa Montfort. Soy muy fan de su pluma y de sus historias. Por eso me dio tantísima rabia no poder conversar con ella cuando vino a la feria del libro a presentar su última novela, La hermandad de las malas hijas (Plaza y Janés). Vuelvo al tema de las cubiertas. ¿Habéis visto lo bonita que es esta portada? Lo que ocurre es que el título de esta novela, con el adjetivo «malas» en su composición, ya nos hace presagiar que la nueva novela de Montfort esconde algún que otro secreto. Haz clic sobre el título para descubrir su sinopsis.

No conocía a las siguientes dos escritoras. Con ambas tenía prevista una entrevista pero solo fraguó una de ellas. Laura Fernández publica Damas, caballeros y planetas (Random House). Leo que Laura es también la autora de La señora Potter no es exactamente Santa Claus, título que sí me suena por haber obtenido un gran reconocimiento. Pero su nueva publicación no es novela, o no propiamente, porque, según reza en su sinopsis, estamos ante «novelas en miniatura». En realidad, es un volumen de relatos a los que no les falta el humor. Habrá que echarle un ojo.





Por otra parte, la jovencísima dramaturga Carla Nyman da el salto a la narrativa y publica Tener la carne (Reservoir Books). Ya lo comentaba por redes sociales, admiro muchísimo a la gente joven que tiene la mente tan bien amueblada. En esta primera novela, Nyman desarrolla una trama con asesinato incluido, protagonizada por una madre y una hija que vivirán algunas peripecias por tierras almerienses. La entrevista con esta joven autora saldrá publicada la próxima semana.


También fue un placer conversar con Eloy Tizón. El autor vuelve al género de los cuentos después de diez años, y eso se puede entender como una fiesta. Recientemente publicó Plegaria para pirómanos (Páginas de Espuma), un volumen de cuentos (y no con cuentos), que siguen un mismo hilo conductor, y en los que, de un modo u otro, siempre aparece un personaje que lleva por nombre (o por apellido) Erizo. Estos días atrás he publicado la entrevista con Eloy, así que, si te interesa el autor y sus publicaciones, te invito a leerla. 

Dos de las entrevistas que no pude llevar a cabo corresponden a los dos libros que quiero mostraros ahora. Todo lo que ganamos es de Emi Huelva (Montena), la hermana de Elena, la joven influencer y escritora que no pudo superar la enfermedad que sufría. Yo llegué muy tarde a su vida y a su lucha. Me impactan muchísimo las historias como la de esta joven. Ahora, su hermana Emi quiere continuar con el propósito que tenía Elena, y en este libro aborda su último año para, a la vez, transmitir un mensaje valiosísimo. 




Por su parte, Sara Noguera (Kimudi) publica Ser madre es fácil (cuando no tienes hijos), publicado por Bruguera. Yo tenía muchísimo interés en hablar con Sara porque no soy madre y porque, en ocasiones, me pongo a dar consejos a los que no me lo han pedido con respecto a la crianza de los hijos. Este libro propone a las madres disfrutar de la crianza, alejando de ellas el sentimiento de culpa y de perfección. 

Planeta publica El infierno de Carmen Mola, o del trío Jorge Díaz, Antonio Mercero y Agustín Martínez. A los tres autores tuve la oportunidad de escucharlos durante el certamen de novela histórica en Úbeda. La verdad es que escucharlos es sinónimo de pasar un buen rato. Mucho se ha hablado de esta novela. Mucho y desde diversos ángulos. Pero, como digo siempre, prefiero leer primero y opinar después. 





Entre los premios que otorga anualmente la Fundación José Manuel Lara, se encuentra el Premio Manuel Alvar de Estudios Humanísticos 2023. Este año, el galardón ha recaído en Una sabiduría salvaje. Nietzsche y la religión de la abundancia de Alejandro Martín Navarro. Se trata de un acercamiento a la figura y a la obra de Nietzsche. Pero si quieres saber algo más, no hace mucho publiqué un post dedicado exclusivamente a este libro, que puedes leer aquí.




Por último, y desde Tusquets, me llegó Nada que decir de Silvia Hidalgo. La escritora sevillana ha ganado el Premio Tusquets Editores de Novela de este año. Dicen que su voz se asemeja mucho a la de Marguerite Duras. Yo he leído la novela y os diré que hay pasajes que no te van a dejar indiferente. La entrevista ya está publicada en el blog.