Autor
Arturo Pérez-Reverte nació en Cartagena, España, en 1951. Fue reportero de guerra durante veintiún años y cubrió dieciocho conflictos armados para los diarios y la televisión. Con más de veinte millones de lectores en el mundo, traducido a cuarenta idiomas, muchas de sus obras han sido llevadas al cine y la televisión. Hoy comparte su vida entre la literatura, el mar y la navegación. Es miembro de la Real Academia Española y de la Asociación de Escritores de Marina de Francia.
Sinopsis
Junio de 1960. Un temporal mantiene aisladas en la idílica isla de Utakos, frente a Corfú, a nueve personas alojadas en el pequeño hotel local. Nada hace presagiar lo que está a punto de ocurrir: Edith Mander, una discreta turista inglesa, aparece muerta en el pabellón de la playa. Lo que parece un suicidio revela indicios imperceptibles para cualquiera salvo para Hopalong Basil, un actor en decadencia que en otro tiempo encarnó en la pantalla al más célebre detective de todos los tiempos. Nadie como él, acostumbrado a aplicar en el cine las habilidades deductivas de Sherlock Holmes, puede desentrañar lo que de verdad esconde ese enigma clásico de habitación cerrada. En una isla de la que nadie puede salir y a la que nadie puede llegar, inevitablemente todos se acabarán convirtiendo en sospechosos en una fascinante novela-problema donde la literatura policial se mezcla de modo asombroso con la vida.
[Información tomada de la web de la editorial]
Lo comenté por redes cuando empecé a leer este libro. El problema final, la nueva novela de Arturo Pérez-Reverte, me estaba gustando mucho. Por entonces, tenía avanzada la lectura unas cien páginas. Y en líneas generales, tras haberla leído en su totalidad, sigo manteniendo la misma impresión. No obstante, sí debo confesar que hay algún punto que me crispó una mijilla.
No se le puede negar a Arturo Pérez-Reverte un toque de originalidad e ingenio en esta novela. Rara es la vez que leo una sinopsis antes de iniciar lectura. Me gusta la aventura, dejarme sorprender y comenzar a leer sin tener la menor idea de lo que me voy a encontrar. Por eso, si tengo intención de abordar un libro y me topo con una reseña, la leo en diagonal. Así que, cuando comencé esta lectura, fui de sorpresa en sorpresa. Os cuento.
La acción arranca en Génova, en el mes de junio del año 1960. El protagonista de esta historia, Ormond Basil, pasea tranquilamente por las calles de la ciudad. Con sesenta y cinco años de edad, es actor de profesión pero ya hace tiempo que ningún director se acuerda de él para ninguna película. No parece excesivamente preocupado pero sabe que el dinero se agota con el tiempo. Inesperadamente, se tropieza con un viejo amigo. Pietro Malerba es productor de cine y va acompañado de Najat Farjallah, una célebre soprano cuya «belleza está a punto de marchitarse». Pietro puede tener algún trabajo para Ormond y para discutir los detalles, el productor lo invita a pasar unos días navegando en su yate Bluetta. Embarcados los tres, ponen rumbo a Corfú. No obstante, un desconsiderado temporal los obliga a recalar en la isla de Utakos. Allí, Basil, Malerba y Farjallah tendrán que alojarse en el único hotel de la isla, el Auslander. De hecho, la única edificación de toda la roca.
«Incluso en tales circunstancias, Utakos era bellísima: un minúsculo paraíso de olivos, cedros, cipreses y buganvillas, con el embarcadero en forma de espigón bajo las ruinas de un antiguo fuerte veneciano, una colina espesamente arbolada que conservaba arriba los restos de un tempo griego, y en una concavidad de ésta, protegido de casi todos los vientos, el hotel Auslander: una villa del siglo XIX con espléndidas vistas a la costa de Albania y al relieve montañoso de Corfú,...» [pág. 16]
En la misma, además de ellos tres y del personal de servicio, se alojan seis huéspedes más. Lo que parecen unos días de tranquilidad, mientras el temporal amaina, se tornará en jornadas llenas de misterio y suspense. Todas las alarmas saltan cuando el cadáver de una joven aparece en el pabellón de la playa, «una cabaña de madera» que los huéspedes utilizan como vestuario. No será el único. Irremediablemente se irán sucediendo más muertes, lo que irá estrechando el círculo, pues cada vez van quedando menos habitantes en la isla. En Utakos, convertida ahora en la isla de los diez negritos, hay un asesino. ¿Está alojado en el hotel? ¿Es alguien que se esconde en algún rincón de la roca? Estas preguntas y otras tantas irán surgiendo entre los huéspedes y para encontrar respuestas, todos ellos dirigirán sus miradas hacia Ormond Basil, la única persona que, por su experiencia profesional, puede dar con el asesino. Con la ayuda de un escritor de novela negra español, llamado Paco Foxá, tratará de averiguar quién es el que ha cometido tales crímenes y con qué motivo.
Qué me ha gustado de esta novela
Hay muchas cosas que me han gustado de esta novela. Para empezar, me parece una genialidad hacer protagonista de una novela negra a un supuesto actor que interpretó a Sherlock Holmes en casi una veintena de películas. Ormond Basil no existió realmente pero, si les echas un vistazo a los actores (más de setenta) que dieron vida al detective creado por sir Arthur Conan Doyle, y por similitud en el nombre, podemos pensar que el personaje de Reverte está inspirado en Basil Rathbone. Por si no sabes quién es, te dejo aquí su foto.
Luego, es una novela muy metaliteraria, en la que, por un lado, he encontrado mucha crítica al género negro y, por otra, se permite al lector visitar la trastienda de lo que debe ser una buena novela de misterio. Arturo Pérez-Reverte pone sus miras en lo que siempre se ha llamado como la novela-problema, novelas que planteaban un enigma inteligente ( respondiendo a las preguntas quién, cómo y por qué cometió el crimen) y que únicamente los lectores inteligentes podrían llegar a resolver. Aunque, «cuando una novela está bien construida, según las reglas del género, es casi imposible que el lector descubra al culpable antes que el detective». Frente a eso, «el thriller ha matado el escalofrío intelectual» y hoy día, las novelas están llenas de «detectives privados turbios, policías corruptos y rubias peligrosas», fruto de la «moda impuesta por el cine americano», y un gusto por una novela negra más insustancial porque «el público prefiere temblar a pensar».
A lo largo de toda la narración vamos a ir desvelando los elementos y requisitos que necesita una buena novela negra para ser una «novela seria». Se hace alusión al dominio de la técnica narrativa, al perjuicio que ocasiona la profundidad psicológica frente a lo verdaderamente importante, que no es más que «estimular la inteligencia o la emoción del lector». También se hace hincapié en la contribución de Agatha Christie al género y de la que se dice que «inventó prácticamente todas las situaciones imaginables», por lo que a los autores actuales solo les queda copiar lo que ya hicieron otros.
En fin, que todas esas reflexiones sobre el género negro me han parecido interesantísimas. Y es que, no sé vosotros, pero a mí me suele suceder que, en ocasiones, siento como si estuviera leyendo siempre la misma novela, con los mismos recursos, los mismos artificios, los mismos personajes. Hoy día, es muy difícil que una novela negra sorprenda.
Y tres cuartos de lo mismo ocurre con el cine, otro de los grandes temas de este libro. El hecho de que Ormond Basil sea un actor permite al autor adentrarse entre bambalinas, colocarse detrás de la cámara, y analizar qué cine se hacía antes, en esos años 50 y 60, haciendo a la vez un repaso a los actores más importantes del momento, grandes intérpretes que, al igual que los autores más brillantes, vieron cómo otros llegaron para desbancarlos de su lugar. Habrá lugar para recordar películas como La máscara de hierro, Dos caballeros y una rubia, La ventana indiscreta, en la que James Stewart «se vuelve detective sin pretenderlo», sin dejar atrás la maravillosa El crepúsculo de los dioses. Y siendo Ormond la encarnación de Sherlock Holmes, no puede faltar la mención a títulos como El perro de los Baskerville. Largometrajes que apetece volver a ver, o descubrir por primera vez, a la par que te invitan a reflexionar sobre el cine que se hace en la actualidad. Yo, que soy fan del cine clásico, de ese otro al que tampoco le hacía falta el color, me he preguntado muchas veces si el cine de antaño no es mucho mejor que el de ahora. A aquel le faltaban recursos y técnica pero era inteligente. Hoy día, muchas películas tienen un gran presupuesto pero cuentan con un guion muy empobrecido.
En el otro extremo del tema, los actores y las actrices. Por estas páginas también pasean los nombres de Roger Moore, Rita Hayworth, Tyrone Power, Ava Gadner y, especialmente, Errol Flynn y David Niven. El lector encontrará muchas anécdotas tales como esta:
«—No, de las otras. La patrulla del desierto, una de la Legión Extranjera, con Ray Milland y Rita Hayworth... ¿La vio?—Me parece que no, lo siento.
—No importa. No se perdió gran cosa, excepto la danza de Rita en un cabaret moruno —bebí otro sorbo—. Eso sí valía la pena.
Se apoyaba Gérard en el mostrador, cortésmente interesado.
—¿Ya había hecho Gilda?
—No, pero prometía —señalé las botellas en los estantes—. Hasta que dejó de prometer». [pág. 111]
Me preguntaba, ¿será cierto lo que dice de tal o cual actor? La respuesta es sí. El mismo Arturo Pérez-Reverte lo admite en muchas de las entrevistas que ha concedido estos días, a raíz de la publicación de esta novela.
Me ha gustado también asomarme a una novela negra de corte clásico, a una novela-problema. El número de personajes te hace pensar en Diez negritos de Agatha Christie. El hecho de que supuestamente Ormond Basil haya sido el actor que más veces ha encarnado a Sherlock Holmes te pone en la mente de manera constante a Arthur Conan Doyle. Y luego está el modus operandi de los crímenes, siempre perpetrados, como podríamos decir, a puerta cerrada, aludiendo a esos asesinatos cometidos sin que, a priori, se pueda saber cómo ha entrado o salido el asesino, pues el cadáver es hallado en una habitación cuyas puertas y ventanas están cerradas por dentro. Durante toda la narración hice mis propias cábalas. ¿Quién era el asesino? ¿La dueña del hotel? ¿El camarero atractivo? Ya os adelanto que no acerté ni de lejos.
Qué es lo que no me ha convencido totalmente
Solo hay una cuestión que, en algún momento, enturbió mi lectura. El problema final se sustenta casi continuamente en el diálogo. ¿En qué afecta la predominancia del diálogo frente a la narración? Pues que la novela se lee en un suspiro. Sin embargo, cuando ya había traspasado la mitad de la historia, tanto diálogo comenzó a incomodarme, con lo cual, surtió el efecto contrario. En vez de avanzar muy deprisa, empecé a estancarme, especialmente en las conversaciones entre Ormond y su Watson particular, Paco Foxá, del que hablaré seguidamente. Pero bueno, eso es una apreciación muy personal y probablemente, a otros lectores no le ocurra como a mí.
Paco Foxá
De todos los personajes, a mí me intrigaba mucho que Reverte hubiera elegido a un escritor de novela negra llamado Paco Foxá, para ayudar a Ormond en la investigación de los crímenes. A medida que lo vamos conociendo, me atrevo a pensar que es un personaje que podría venir a representar al tipo de escritor que más abunda hoy día. Dice Foxá que se gana la vida con el género que está de moda (todos sabemos que el thriller, la novela negra y policíaca se llevan gran parte del pastel literario), novelas que requieren «más músculos que cerebro», pero que satisfacen a lectores porque estos ya son menos exigentes que los de antes. Y continúa diciendo, que de la treintena de novelas que lleva publicadas, «ni media docena pasaría un filtro de calidad. Las despacho en un mes». ¿Soy yo o aquí el autor está lanzando dagas a diestro y siniestro? Que lo mismo son cosas mías pero en estas afirmaciones y en este personaje, yo he visto el panorama literario actual: infinidad de nuevos escritores que surgen como champiñones; autores que son capaces de despacharse una novela cada seis meses; lista interminable de novelas negras, cuyas tramas, en muchas ocasiones, parecen muy repetitivas,... Y ojo, que no digo que tales autores y sus novelas no deban existir porque gustos literarios hay de todo tipo. A unos les gusta leer algo ligero que lo entretenga sin más complicaciones. Y otros prefieren otro tipo de lectura, que le plantee preguntas y lo empujen a reflexionar.
Estructura y estilo
El problema final cuenta con nueve capítulos de media extensión, funcionando el último a modo de epílogo, donde se desvelará la verdadera identidad del criminal y sus motivaciones. Escrita en primera persona, en la voz de Ormond Basil, el personaje cuenta esta historia desde el presente y retrocediendo en el tiempo, eso le confiere cierta perspectiva y capacidad de análisis.
Como dije antes, la carga de diálogo es brutal, factor que suele jugar a favor de una lectura fluida pero, en mi caso particular, tanta conversación terminó por abrumarme un pelín.
En definitiva, El problema final es una novela que, bajo mi punto de vista, encierra más de lo que cuenta. Es un bonito homenaje a la novela policíaca de corte clásico que tanto éxito tuvo en su momento y que ha sido desbancada por otra forma de hacer misterio y suspense. Por suerte, autores y autoras como Agatha Christie se siguen leyendo porque aquellas novelas tenían algo especial, lo mismo que tenía el cine de la época dorada de Hollywood que nunca envejece. Así que, Pérez-Reverte mete en una coctelera a Conan Doyle, Agatha Christie, literatura, cine, escritores, actores y actrices, un buen puñado de reflexiones y nos sirve en una copa de cóctel, aderezada con una aceituna, una historia entretenida que a mí, particularmente, me ha gustado mucho leer.
Cierro esta reseña con una frase que me parece magnífica:
«El duelo en una novela policíaca no es entre el asesino y el detective, sino entre el autor y el lector» [pág. 264]
[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]
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Hola. Tenía muchas ganas de que fueran ya apareciendo más reseñas. Yo lo cogí con muchas ganas, disfruté muchísimo con la parte cinéfila, buscando también si eran ciertas o no las referencias, pero me aburrí con la cantidad de veces que tienen la misma conversación sobre por qué el actor debe asumir el papel de investigador real y más tarde con las deducciones que iban haciendo. Me pareció lenta. Lo que también me encantó y es habitual en las novelas de Reverte es el lugar y en especial el hotel. Todavía quiero ir algún día al que sale en el de El tango de la vieja guardia. Lo malo es que a veces no existen y me da rabia.
ResponderEliminarEl final me dejó un poco como a medias. Sinceramente prefiero a Reverte en su registro habitual.
Besos
Hace bastante tiempo, creo que desde Hombres buenos, que Pérez-Reverte no me entusiasma. Su trilogía de Falcó me gustó y la disfruté mucho, pero esa calidad de Hombres buenos o El tango de la Guardia Vieja no la he encontrado. Cierto que no he leído las últimas: Línea de fuego es demasiado bélica para mí, Revolución trata de un tiempo que no me atrae y sí que quiero leer El italiano. También leeré El problema final.
ResponderEliminarEs cierto que salen autores de negro-thriller-policial como setas, pero yo ya tengo a unos cuantos totalmente vetados. También salen autores muy buenos que me encanta descubrir.
Un beso y gracias por tu reseña.
Pues no me llamaba en principio mucho, pero al final vas a hacer que lo lea, que se nota que lo has disfrutado.
ResponderEliminarBesotes!!!
"El Problema Final" de Arturo Pérez-Reverte cautiva con su trama trepidante. Un duelo mental entre narrador y asesino, envuelto en misterio e ingenio, que desafía hasta el lector más astuto.
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