Hacía mucho tiempo que no leía a Carmen Amoraga. Creo que la última vez que me crucé con sus letras fue con El tiempo mientras tanto, publicada en 2010. En los últimos años, la autora valenciana ha ejercido de Directora General de Cultura y Patrimonio en la Generalitat Valenciana, cargo que no quiso compaginar con la publicación, aunque confiesa que, durante todos esos años, siguió escribiendo. Ahora, tras su paso por el mundo de la política, Amoraga vuelve a dar luz a sus historias y lo hace con una novela a la que ha puesto por título El corazón imprudente (Espasa).
En El corazón imprudente, el lector encontrará un relato introspectivo, que nos va a permitir conocer en profundidad a sus personajes. Creo que Amoraga hace un bonito homenaje a los hombres y mujeres que, tras haber cruzado el umbral de los cincuenta años, desean seguir sintiéndose vivos y sueñan con esa vida que, hasta el momento, no han tenido. Es el caso de Tina, de José Manuel, de Ángel y de Victoria. El corazón imprudente es un relato que viene a contarnos que nunca es tarde para luchar por la felicidad.
Carmen Amoraga visitó Sevilla hace unos días. Aquí os dejo mi conversación con ella.
Carmen A.- No era solo que no tenía tiempo. Basta con vivir la publiqué estando ya en el cargo. La tenía contratada y tuvo que ser así. En 2015 empecé a trabajar como Directora General de Cultura y Patrimonio en la Generalitat y yo intuía que iba a ser difícil compaginarlo con la escritura. Pero cuando publiqué Basta con vivir ya supe que iba a ser imposible. Tenía que estar en una cosa o en la otra. Además, no quería compaginar la gestión con la publicación porque no me parecía ético. Y, por otra parte, tampoco me daba tiempo. Pero sí que he estado escribiendo. Tardé un poco pero, con la pandemia, volví a escribir. Aunque seguíamos trabajando, se quedó parada toda la parte de representatividad, de ir a estrenos, a inauguraciones. Ahí fue cuando escribí otra novela que no es esta y, al poco tiempo, empecé a escribir esta.
M.G.- Digamos, entonces, que solo te has tomado un descanso en la publicación.
C.A.- Sí, solo en la publicación.
M.G.- Bueno, El corazón imprudente es una novela muy introspectiva, porque nos vamos a meter en la psique de los personajes. ¿Cómo y cuándo surge la idea para esta novela? ¿Cuál fue esa chispa que te hizo escribir esta historia?
C.A.- Pues la chispa fue un poco la vida real, ¿no? En general, todas mis novelas son como fotos fijas de algo que yo veo en un momento determinado. En este caso, fue que, al igual que Tina, yo le daba al médico de mi madre por teléfono los índices de su glucosa. Y una de las veces, al igual que le pasa a Tina también, el médico me preguntó: ¿Y tú, cómo estás? Y como no estaba bien, me puse a llorar. En la realidad, el médico me escuchó y me derivó a mi médico. En la ficción, vemos cómo es la vida cuando, o no te apetece contarle a nadie de tu entorno lo que te pasa o, simplemente, no tienes a nadie, y tienes que buscar el consuelo en un desconocido. Un consuelo que te deberían dar las personas que están más cerca de ti, tu círculo más íntimo.
M.G.- Pero, ¿qué va a encontrar el lector en esta novela?
C.A.- Bueno, a mí me gusta la idea de pensar que va a encontrar un espejo que le va a devolver su propia vida. Tiene que ser un lector que esté ganado para la causa de antemano. Creo que esta no es una novela para todos los lectores. Tiene que ser uno abierto a encontrarse a sí mismo. Esta novela trata principalmente de la distancia que hay entre la vida que tienes y la vida que quieres que, a veces, coincide, pero otra veces, pues no. Y cuando no coincide se genera mucha insatisfacción y mucha infelicidad. Esos sentimientos los puedes achacar a muchas cosas pero fundamentalmente se producen porque la vida que tienes no es la vida que quieres.
El lector va a encontrar una serie de personajes que no tienen la vida que quieren e intentan enmendar ese error. Y esto se cuenta a través de la historia de Tina y de José Manuel, dos personas de una determinada edad, no elegida al azar. Ella tiene 57 años y él, 63. Se encuentran de manera fortuita, cuando parece que la vida les ha dado todo lo que le tenía que dar. Ellos se enamoran, en primer lugar, de la visión que el otro tiene de sí mismo. Están muy cansados de verse. Él está cansado de ver su infelicidad. Y ella está cansada de relacionarse con su insatisfacción. Así que, la relación entre ellos les devuelve la mejor versión de sí mismos. Se encuentran en un momento en el que tienen que decidir si se atreven a cambiar su vida.
M.G.- Pero esto de no tener la vida que queremos es algo muy habitual. Nos pasa a todos, ya sea en lo personal, lo laboral,... Siempre hemos soñado que íbamos a tener una vida distinta a la que luego tenemos.
C.A.- Es así. Todos hemos tenido grandes esperanzas y grandes ilusiones pero hay facetas de nuestra vida en la que estamos más abiertos al cambio, sobre todo en el cambio laboral. En el sentimental no tanto, porque está más relacionado con el dolor anímico. Pero en ambos casos, y cuando esa sensación la tienes cuando no eres joven, parece que estás más abocado a tragar, a aguantar con lo que has elegido. Si has llegado hasta aquí, ahora te aguantas. Y no es verdad. Hoy día, llegamos a la jubilación en unas condiciones muchísimo mejores que hace unos pocos años. Yo tengo ahora 54 años. Cuando me jubile no va a ser como cuando se jubilaron mis padres. Mi situación será mejor. Tenemos una mejor situación económica y social, estamos más activos pero seguimos pensando que, si has llegado hasta aquí, pues te aguantas como estés.
M.G.- Pensamos que hay que apechugar.
Bueno, los personajes de esta novela, como comentas, se niegan a renunciar a su felicidad, aunque ya caminen rumbo a la vejez. En ese sentido, esta es una novela de segundas oportunidades, de ese último tren que, si no lo coges ahora, ya no vendrá ningún otro.
C.M.- Es que tampoco tiene que ser el último tren ni una última estación. Decía el Cholo que la que la liga era partido a partido, y la vida también es así. Además, ¿quién te dice cuándo es el último tren? ¿Dónde está ese panel informativo? Porque el último tren puede pasar a los 20 años si te mueres. Y el último tren puede no dejar de pasar nunca si tienes una vida más longeva. Pero es que tenemos una educación sentimental bastante penosa, incluso las generaciones actuales. Estamos muy equivocados y muy engañados, con respecto al propio concepto del amor y al imaginario de las parejas. No hay último tren. Ni siquiera esta es una novela de segundas oportunidades, sino de oportunidades 24/7, ¿sabes?
Mira, el primer capítulo de la novela se titula El amor es un asteroide. ¿Por qué? Porque hay un asteroide que se llama amor. Hubo un astrónomo que tenía muchas ganas de ponerle amor al primer asteroide que encontrara y para ello tenía un instrumento habilitante que era el telescopio. Para enamorarte, lo primero que tienes que hacer es tener ganas de enamorarte y el instrumento habilitante puede ser salir y no quedarte en casa, o abrirte una aplicación. Al final, todo es tener ganas.
M.G.- Es una novela coral, aunque principalmente el protagonismo recae en José Manuel y en Tina, que son los que van a vivir una aventura amorosa. Pero digamos que, en cierto modo, todos los personales de esta novela están muy vinculados.
C.A.- Si ahora salimos a la plaza que está ahí fuera vamos a encontrar a un montón de protagonistas de esta novela, y casi de cualquiera, porque no vivimos solos, sino rodeados de gente que nos conforma, porque todos somos poliédricos y somos en relación a otras personas. Somos rápidos en relación a otros más lentos. Somos lentos en relación a otros más rápidos. Nos relacionamos con los demás y somos con respecto a los demás. Lo que pasa es que eso no quiere decir que nos tengamos que olvidar de nosotros mismos, que es algo que también está mucho en la novela. No podemos olvidar el amor a uno mismo ni tampoco el egoísmo al ponernos en primer lugar todo el tiempo. Tampoco te puedes poner en último lugar siempre porque la culpa es otro elemento que está en la novela. Me parece bien que intentemos hacer el menor daño posible a la menor cantidad de personas posible, pero es que nosotros también estamos ahí. También tenemos que no hacernos daño a nosotros mismos. Y Tina y José Manuel, sobre todo Tina, es una persona que, por intentar no hacer daño a los demás, al final es ella la lastimada.
M.G.- Estás hablando mucho de José Manuel y de Tina, como decimos, son los dos principales, pero también están las parejas de ellos dos, Ángel y Victoria. Victoria, por ejemplo, es un personaje que a mí me ha removido mucho por dentro, porque es verdad que, como se suele decir, tiene mucho mundo interior, mucho lastre.
C.A.- Creo que lastre tiene en todos. El personaje de Victoria me interesa mucho porque también me interesa exponer en la novela la idea de que juzgamos con muchísima severidad, a nosotros mismos y también a los demás. Y juzgamos sin saber cuántas piedras y cuánto peso tienen los demás en su mochila. Victoria me sirve para eso. Es una persona totalmente herida, con unas heridas que tiene desde antes de nacer, con heridas que no se le cierran porque ella no tiene las herramientas para cerrarlas, y que lo único que hace en la vida es abrirlas, abrirlas, abrirlas y echarse sal.
He trabajado mucho esta novela previamente a escribirla. Es la primera novela que no me ha atropellado, hablando de trenes que pasan y que te atropellan. A mí siempre me han atropellado las novelas. Siempre hay algo que las hace surgir y escribo, escribo, escribo y me arrollan. Pero con esta, no. Precisamente por estar en la Dirección General, y por no querer o no tener ni prisa ni gana, ni necesidad. Primero surgió el chispazo y luego fui pensando en los personajes. Pensé que tenían que ser mayores porque quería poner mi atención en el hecho de que, tengas la edad que tengas, mientras estés vivo, te puede pasar cualquier cosa. Es un error situar a las personas de más de 60 años en el papel de cuidadores o de cargas. Siempre han tenido ese papel pero no es el único que tienen. Y no todas las personas mayores son personas a las que tienes que cuidar o personas que tienen que cuidarte al hijo, la planta, el gato, el perro o el correo. También tienen sus propias vidas. Hay personas mayores que, por desgracia, tienen que ser cuidadas, pero otras no. Así que pensé mucho todo esto. Me hice la biblia de personajes, trabajé mucho la vida de todos ellos, con elementos que después no han salido en la novela pero me ayudaban a darles profundidad. En el caso de Victoria, es un personaje que fue creciendo mucho y ganando mucha profundidad. Es el personaje que más me ha sorprendido.
M.G.- Otro de los personajes que me gustan es Conchi. Es como ese pegamento, que une a todos los personajes.
C.A.- Sí, es verdad. A mí me gustan mucho los personajes secundarios. ¿Por qué Conchi es cómo es? Pues porque a una de mis amigas del colegio le gusta echar las cartas. Ella se ha reinventado en su vida y ahora se gana la vida echando las cartas. La relación que vemos de Tina con Conchi es la relación que yo tengo con mi amiga. Para practicar, mi amiga me echaba las cartas. Si lo que me salía me venía bien, pues me lo creía. Si me venía mal, pues decía que eso no valía para nada.
Conchi es un homenaje a la amistad de infancia, a la que te acompaña toda la vida y que, al final, es la que te aterriza, la que te pega a la tierra.
M.G.- Conchi es ese personaje inspirado en tu amiga pero imagino que también le has creado una parte de ficción. Te diré que es un personaje que me ha dado mucho sentimiento. Al igual que el resto. No sé. He sentido mucha compasión por todos ellos.
C.A.- Yo quería un personaje como Conchi, un personaje que tuviera importancia en el relato. Conchi también creció mucho. Es bonito cuando los personajes tienen su propia vida.
M.G.- Hay otros personajes que están a la sombra, Roberto y Miguel. El lector irá conociendo lo que les ocurrió, a medida que vamos avanzando en la lectura.
C.A.- Nacemos solos y morimos solos, pero no vivimos solos. Las personas que han estado con nosotros nos marcan, aunque no las hayamos conocido como es el caso de Miguel y Victoria. [Miguel es el padre de Victoria]
No solamente heredamos el color del pelo o la forma de los ojos de nuestros antepasados. También heredamos los traumas y otras muchas cosas. Victoria es libre porque su padre, aunque no lo conociera, luchó por las libertades.
M.G.- Entre los temas que abordas, pues está el amor en la edad tardía. Ese amor que se vive casi con más intensidad que en otras edades. Pero, el amor significa una cosa distinta para cada personaje. Por ejemplo, sabemos que a José Manuel no le van bien las cosas con Victoria. Él piensa que su mujer no lo ama. Pero, en el caso de Tina, parece que ella siempre ha tenido un matrimonio bien avenido, con sus hijos. Para ella, el amor con José Manuel es una ilusión pero realmente, no le ha ido mal.
C.A.- Creo que cuando eres más mayor no sabes lo que quieres más que cuando eres joven, pero sí que sabes lo que no quieres, porque has hecho más ensayo-error. Y luego, la ilusión del enamoramiento da igual los años que tengas. A los 12 años, a los 15, a los 20, 25, 35, 40, 50, 80,... Da igual porque no depende de la edad. El enamoramiento es un estado químico que provoca tu propio cuerpo y que te engaña. Igual que te engaña cuando tienes un bebé y acabas de parir, y tu organismo te engaña para que, a pesar de todo el sufrimiento que ha entrañado el parto, tú quieras a este bebé locamente y estés loco de amor por ese bebé. Cuando te enamoras, eres víctima de una enajenación mental transitoria que provoca tu propio organismo para que te enamores y según algunas teorías, te ocurre eso para que la especie se perpetúe, o para vivir el momento, y ya está. Es una enajenación mental transitoria maravillosa. Y eso te pasa igual, tengas la edad que tengas.
En el caso de esta novela, tanto para Tina como para José Manuel, ese amor es una tabla de salvación. Tina es aparentemente feliz, razonablemente feliz, pero es infeliz. Tina está súper insatisfecha. De repente, llega la persona que hace una pregunta normal y corriente: ¿y usted cómo está? Eso abre la espita para que Tina se revuelva y diga que está fatal. Lo que ella creía especial nunca ha existido pero encuentra esa especialidad en la mirada de José Manuel. Y José Manuel encuentra en Tina esa normalidad que nunca ha tenido en su relación con Victoria porque es que Victoria no llega normal a esa relación. Victoria llegó con su propia herida. Al final, todos somos seres heridos. La vida nos hiere porque la vida no es amable. La vida es hostil. Estamos diseñados para sobrevivir como seres humanos. Encontrar a una persona que te haga pasar esa vida de la mejor manera posible debería ser una obligación de todos nosotros. Lo que pasa es que, a veces, nos equivocamos.
M.G.- También hablas del perdón, del suicidio, que parece que es un tema que hay que estar ocultando en la familia, de la maternidad. Vas tocando diferentes cuestiones.
C.A.- Sí, pero todas esas cuestiones tiene en común el amor, el amor hacia los demás y, en primer lugar, el amor propio. Creo que si tú te quieres lo suficiente o consigues quererte lo suficiente como para no castigarte por los errores que hayas podido cometer, vas a estar en una mejor situación para relacionarte con los demás en la vida.
El suicidio es un tema que siempre ha sido un tema tabú. En este caso, lo relaciono con algo que, para mí, no se mantiene oculto en el mal sentido. Cuando hablamos de memoria democrática, siempre hablamos de las personas que han muerto y que están en fosas comunes o cunetas, o cuyos cuerpos no se han podido recuperar. Sin embargo, creo que la memoria democrática también debería recordar a los que sobrevivieron y luego no supieron qué hacer con su vida, ni en el sentido literal ni en el sentido metafórico. Habría que hablar más del exilio interior, de gente que se ha ido y que nunca ha acabado de cerrar esa herida. Hay mucha gente que no supo vivir después.
Todas las historias de esta novela son ficticias pero, a la vez, todas son reales. Hay un Miguel que no supo sobrevivir después de hacer la guerra, después de perder a su familia, después de estar condenado a muerte, después de estar preso, después de salir. Hay un Miguel que no supo vivir, pero es que hay muchos Migueles que no supieron vivir. Y me interesaba poner el foco ahí. Como escritora, me interesa poner el foco en lo que yo no veo iluminado. Y, por otra parte, me interesa mucho hablar del héroe anónimo. Se le da mucha visibilidad al héroe que hace cosas heroicas para los demás. Pero, para mí, el héroe más interesante es ese que se levanta o se intenta levantar cada vez que esta vida hostil le pega un bofetón que lo tumba.
M.G.- De todos los personajes, ¿hay alguno que te haya costado especialmente construir, meterte en su pie?
C.A.- No, no. Pero sí hay alguno que me ha sorprendido, que le tenía cariño 0 y luego le he cogido mucho cariño, como me ha pasado con Victoria.
M.G.- La historia transcurre en un lugar ficticio, un pueblo de nombre Miraval, un escenario que ya hemos conocido en su novela. ¿Por qué volver a ese lugar de nuevo?
C.A.- Me salió de forma natural, la verdad. Hace muchas novelas que todas las tramas pasan en Valencia, con su nombre y con nombres de sus calles. El rayo dormido la publiqué en 2012. Era una historia que tenía mucho que ver con dos personas que habían existido realmente en mi pueblo, en Picanya. Bueno, una era el cura del pueblo, asesinado durante la guerra. La otra era un luchador por la libertad, un mercenario de la libertad, compañero de Che Guevara y todo, y que también vivía en mi pueblo. Con esa novela creé el territorio imaginario de Miraval, que es no es más que mi pueblo, que mira a Valencia. Por eso lo llamé Miraval. De manera natural, la siguiente, La vida era eso, también pasa en Miraval. Y la siguiente, Basta con vivir, también. Con esta me ha pasado lo mismo. Pero todo lo demás es real. Quiero decir, está el monasterio de San Miguel de los Reyes, donde yo trabajaba. Ahí está la sede de la Dirección General. Hasta hay un momento en la novela en la que salgo yo misma. En el pasaje en el que Victoria se encuentra con su madre en el homenaje a los presos. Ese homenaje ocurrió realmente. Y la chica que va con la camisa morada, soy yo. Así que, todo lo demás es real pero, con mi pueblo no me hago el ánimo y el pongo Miraval.
M.G.- Efectivamente, como comentas, San Miguel de los Reyes es la sede administrativa donde trabajabas pero incluso sale este lugar en el que estamos, este Hotel Inglaterra. Porque Victoria pasa en Sevilla unos días.
C.A.- Es verdad que visita este hotel. Anoche me asomé a la venta y me acordé. Y viene a este hotel porque desde aquí se ve la catedral y la Giralda. Es verdad que sale, sí. Bueno, a mí me gusta este sitio. Dicen que al sitio en el que has sido feliz no deberías volver pero yo vuelvo siempre. Vuelvo muchas veces a mis espacios más habituales.
M.G.- Me encanta encontrar mi ciudad en las novelas que leo.
Bueno, no hay que olvidar que esta novela también tiene un toquecito de suspense que va creciendo hacia el final. Es algo que le da como mucha vida a un relato que requiere una lectura sosegada.
C.A.- Sí, sí, sí. Eso fue porque, como trabajé antes las tramas y se lleva tanto la novela negra, me propuse meter un muerto a ver cómo evolucionaba. Y ha evolucionado hacia ese papel activo del lector. El lector es el que tiene que decidir qué ha pasado al final. Si se trata de un accidente de caza o alguien lo ha matado realmente. Esa parte del accidente de caza está documentado. Me basé específicamente en el accidente de caza de un conocido y ocurrió tal y como lo cuento en la novela.
M.G.- Carmen, como última pregunta. Vemos este libro en librerías, con esta cubierta tan vistosa.
C.A.- Y tan bonita.
M.G.- Sí. Es muy chula y, además, el ilustrador es muy conocido.
C.A.- Sí, es de Paco Roca. Tengo la suerte de que es de Valencia y somos amigos desde hace mucho tiempo. La escena representa ese momento en el que Tina y José Manuel se encuentran por tercera vez, y van a pasar a mayores. Se citan en un local de la playa de Patacona, en el área metropolitana de Valencia, que se llama La más bonita. Es una portada muy mediterránea. No solo por el color, la luz, las palmeras, sino por la carnalidad. A pesar de que no se les ve la cara y no podemos apreciar sus expresiones, me parece una portada muy carnal y, desde luego, creo que no hay ninguna portada más bonita en ninguna librería del mundo en este momento.
M.G.- Es muy bonita, muy bonita. Bueno, Carmen, lo dejamos aquí. Te agradezco mucho que hayas venido a Sevilla.
C.A.- Gracias a ti. Yo estoy muy contenta.
Sinopsis: Carmen Amoraga, finalista del Premio Planeta y ganadora del Premio Nadal, ha escrito una novela de amor y desamor, fidelidad y desgaste, miedo y valentía.
Tina es una mujer al borde de los sesenta, con todo hecho y una vida razonablemente feliz.
José Manuel es un médico a quien se le han pasado de largo demasiadas cosas, encasquillado en un matrimonio incómodo en el que el amor solo ha sido un simulacro.
Ambos se conocen de una manera casual e, inevitablemente, caen en un espejismo amoroso que pondrá patas arriba lo que creían saber de sí mismos. Una historia que tendremos tan presente como si fuera la nuestra.
Entre 2014 y 2016 leí cuatro libros de Carmen Amoraga, pero luego fueron viniendo otras lecturas y quedó olvidada. Aunque veo que tampoco ha escrito mucho desde entonces. Me gusta eso de que trate de gente normal, un poco más joven que yo, pero cercana. la vida no siempre nos da lo que queremos, pero hay que fijarse en lo que nos da, porque igual es tan bueno o más. Tomo nota.
ResponderEliminarUn beso.
De la autora leí Basta con vivir, que me gustó mucho. Y por lo que cuenta de esta novela, creo que la voy a disfrutar también. Muy buena entrevista.
ResponderEliminarBesotes!!!