Raquel Perera, a la que conocimos en 2007 cuando inició una relación con Alejandro Sanz, es mujer, madre, divulgadora y psicóloga. Pero la que fue pareja del cantante durante trece años, y de cuya relación nacieron Dylan y Alma, es también una mujer emprendedora. Al margen de sus estudios en psicología, se especializó en Marketing y Comunicación. Con o sin Alejandro a su lado, no ha parado de idear proyectos. Uno de ellos nació en 2020 cuando, en plena pandemia, funda Terapia a un clic, una plataforma online donde se ofrece ayuda psicológica. Y recientemente la hemos vuelto a ver en activo, ya que acaba de publicar su primer libro, Para que no te olvides (Espasa).
Con la publicación de este libro, fruto de su interés por el autoconocimiento, Perera pretende ayudarnos a conocernos más profundamente. Escrito como si se tratara de una carta abierta a sus hijos, la autora expone, a lo largo de algo más de doscientas páginas, diversas claves y aprendizajes que ha ido adquiriendo a raíz de su propia experiencia, para permitirnos mejorar en ámbitos como la familia, la pareja, el amor o los hijos.
Dirigido para todo tipo de lectores, Raquel pasó por Sevilla y pudimos conversar con ella.
Marisa G.- En 2020, en plena pandemia, fundaste Terapia a un Clic. ¿Qué secuelas nos ha dejado lo que vivimos?
M.G.- ¿Y ese proyecto Terapia a un clic sigue en pie?
R.P.- Sí, sigue en pie. Lo que pasa es que es una plataforma que fundamentalmente funciona en Latinoamérica. La montamos Efrén Martínez y yo. Él es un gran psicoterapeuta, escritor y divulgador maravilloso, amigo mío desde hace mucho tiempo. Además ha sido mi propio terapeuta también durante un tiempo. Él vive entre Colombia, México y Miami. La fundamos cuando yo estaba viviendo en Miami.
Obviamente, como es una plataforma online, puede acceder cualquier persona en cualquier parte del mundo. Es cierto que, al ser con un horario de Latinoamérica, resulta más difícil para los pacientes de Europa o que estén en otro continente, con seis, siete, diez o doce horas de diferencia. Pero funciona muy bien y sigue funcionando. Tiene muchas visitas de todo el mundo, visitas de personas que entran para tener acceso a ciertas herramientas técnicas de relajación o de meditación guiada; o acceso a libros donde pueden informarse de ciertas cosas.
M.G.- Raquel, Para que no te olvides es tu primer libro. ¿En qué momento nace la idea de este libro?
R.P.- Ha sido toda una sorpresa y muy accidental. Es cierto que escribo desde que soy pequeña. Me encanta escribir. Creo que es la vertiente más creativa o artística que puedo tener y lo he hecho siempre, pero de una forma muy íntima, y muy para los míos. De vez en cuando he sacado las palabras a bailar pero en alguna celebración, bautizo, boda, comunión, cumpleaños, donde daba algún discursito. Tengo escritas muchísimas cosas, muchas reflexiones,... Si en algún momento, más jovencita, he fantaseado con la idea de publicar un libro, se quedó en eso, en una fantasía que nunca perseguí. Y fíjate la vida. De repente me llaman y me dicen que quieren publicarme un libro porque les gusta mi perfil en redes sociales y creen que inspiro a la gente, por mi positividad, mi optimismo, porque cuento ciertas cosas que me han pasado a nivel personal,... A mí me encantó la idea pero no sabía muy bien qué es lo que quería escribir. Ellos me dieron libertad total. No me dijeron que tenía que ser una novela, ni ensayo, ni un cuento para niños. Estuve debatiéndome entre si escribir un cuento para niños o, lo que más peso tuvo, escribir sobre el autoconocimiento y el crecimiento personal. Lo decidí así porque, primero, he adquirido mucho conocimiento a lo largo de todos estos años. No solamente por haber estudiado psicología sino que, después de eso, la psicología ha caminado conmigo de la mano y he intentado siempre estar muy, muy cerca de todo el conocimiento que tiene que ver con el desarrollo personal y el potencial humano. Así que me propuse compartir todo lo que sé, lo que he vivido y lo que he sentido, pero sin que fuera un libro de autoayuda como tal. Para eso ya hay muchísima gente, y mucho más cualificada que yo.
Mi idea era hilar todo eso del autoconocimiento con algo de mi vida. Llevo toda mi vida diciéndoles a mis hijos desde que nacieron que hay cosas que no se pueden olvidar, que hay cosas muy importantes, que lo esencial de la vida, a veces, se nos olvida, porque estamos metidos en otra vorágine. Ellos son las dos personas que más me importan en el mundo. Quiero que estén preparados, que se soporten a ellos mismos frente a la vida, que por mucho que ésta les dé, por mucho que ésta les quite, por muy mala o muy buena que sea a veces la vida, que, por lo menos, ellos se soporten siempre con determinación y compromiso.
M.G.- Y, a la hora de escribir este libro, ¿en ningún momento te surgió la duda esa que invade a veces a los escritores, eso de por qué me he metido en este jardín?
R.P.- Desde el primer momento, desde la primera página en blanco. De repente me pongo delante del ordenador y me empiezan las preguntas: ¿cómo empiezo?, ¿qué hago?, ¿qué digo? Creo que esta habilidad que tengo con el tema de la escritura es algo innato pero tampoco me he preparado para ello. Sé que hay cursos excelentes para escritores pero yo me lancé porque me encanta escribir. Algunos amigos escritores me aconsejaron escribir, escribir y escribir, y que ya iría viendo cómo colocarlo todo.
En la combinación de mi conocimiento sobre el tema del crecimiento personal con el testamento emocional que quiero dejar a mis hijos creo que radica el éxito del libro. No es un manual de psicología con los que, a veces, te pierdes. Es un libro en el que voy entrando y saliendo, hablando directamente a mis hijos, pero también al lector. Una vez que tenía claro lo que quería escribir y cómo quería hacerlo, el libro empezó a fluir. Hubo un momento en el que no quería parar de escribir. Me dio pena entregar al bebé.
M.G.- Este libro es una carta abierta a tus hijos pero también está dirigido a los lectores en general. Y tengo una duda, ¿también es un libro para gente que no tiene hijos? Porque está muy vinculado con la maternidad.
R.P.- Pero para nada es un libro de maternidad, en el sentido de que no doy ninguna instrucción ni hablo sobre cómo criar a un hijo o lo que supone educar a un hijo específicamente. Es un libro dirigido a las personas que quieran crecer internamente, que se quieran conocer, que quieran utilizar las herramientas que tenemos, que son muchas y muy válidas, para bailar con la vida de una forma lo más feliz posible, conocer cómo funciona el mundo, conocer cómo funciona la mente, y conocer cómo funciona la mente con el mundo, esa interacción de nosotros con el mundo. Y quiero que mis hijos sepan que la vida muchas veces es fascinante, pero otras muchas veces no va a ser como ellos piensan, sino que la vida a veces es cruel, es peligrosa, pero siempre es maestra. Quiero que estén seguros.
Muchas veces flaqueamos a la hora de tomar decisiones en la vida, porque no nos sentimos seguros de nosotros mismos y no nos conocemos. No es una cuestión de que seamos menos o que merezcamos menos, es que nosotros no nos conocemos, no sabemos el potencial que tenemos. Es muy importante conocerte para así poder defenderte en la vida. Y como las dos personas que más quiero son mis hijos, quiero armarlos para que tengan todo ese conocimiento. Pero este libro va dirigido a cualquier persona que quiera crecer como ser humano.
M.G.- A mí me llama mucho la atención el tema de los hijos. No soy madre por decisión propia. Tú eres madre de Dylan y de Alma. Yo veo a los padres y madres, y a los hijos desde fuera. ¿Cómo los estamos educando? ¿Les estamos dando las herramientas necesarias para que se valgan por sí mismos o les estamos facilitando demasiado el camino?
R.P.- Creo que les facilitamos mucho la vida, que les protegemos en exceso, pero sin tener intención de hacerlo mal. A los niños les hacemos un flaco favor porque, antes de que se caigan, ya hemos puesto la red. Siempre digo que los niños tienen que sufrir lo que pueden llegar a sufrir con su edad. No tienen por qué sufrir cosas diferentes. De hecho, me parece una crueldad cuando veo niños pequeños que tienen que pasar por situaciones que no están a la par ni de su edad, ni de su comprensión, ni de su entendimiento. Hay niños que pasan por cosas que realmente son muy crueles. Pero sí creo que los niños tienen que saber lo que es el dolor y la incomodidad desde muy chiquititos. Cuando algo es un no, tienen que patalear y llorar.
En el libro cuento una anécdota con mi hijo. Una vez me hizo pasar un día horrible, con una pataleta que me montó saliendo de un teatro. En ese momento, yo estaba estudiando mucho sobre el comportamiento de los niños de los 0 a los 5 años y lo que lleva a esas programaciones en su cerebro, eso de que, si yo pataleo, mi madre me da lo que quiero. En su cerebro se hacen asociaciones de este tipo que llevan al extremo. De niño, si yo pataleo, mi madre me da lo que quiero. Cuando soy un poco más mayor, si insulto, consigo lo que quiero. Cuando soy un poco más mayor todavía, si pego, consigo lo que quiero. Y cuando soy un adulto, no pataleamos ni lloramos como los niños, pero sí tiramos del rencor, de la envidia y del odio. Este tipo de comportamientos es muy importante que se vayan frenando a medida que van creciendo pero, al mismo tiempo, tienen que sentir el dolor y la incomodidad que les corresponde con la edad.
A mis hijos les digo muchas veces «no, esto no es así». En mi caso, como madre, soy la primera que lo sufro y lo paso mal. Con tal de no aguantar la pataleta del niño soy capaz de darle el Ipad y que me deje tranquila pero en esto hay que ser fuerte. Muchas veces vas a estar tentada de darle lo que sea a tu hijo con tal de que te deje en paz y eso lo puedes hacer una vez, dos veces, pero como se vuelva una rutina y una dinámica del día a día con tus hijos, al final lo que estás haciendo es crearle una programación en su cerebro. Si él quiere algo, se va a poner a patalear porque sabe que, con esas reacciones, lo ha conseguido otras veces.
M.G.- En el libro incluyes muchos pasajes, fragmentos en los que hablas con tus hijos directamente, en el que cuentas experiencias que has vivido con ellos. Son pequeños todavía pero algún día leerán este libro. ¿Qué crees que te dirán o qué pensarán?
R.P.- Creo que les va a encantar. De hecho, hay fragmentitos que ya leen y entienden perfectamente. Les encanta cuando hablo de ellos, de su nacimiento, o cuando cuento anécdotas con ellos pequeños que, a lo mejor, no recuerdan. O cuando les hablo de la familia donde han nacido. En fin, ese tipo de cosas.
Hay una cosa que me encanta. El otro día, Dylan me dijo que cuando lee algo del libro, escucha mi voz. Es una cosa que me parece increíble. Es lo que soñaba que pasara con este libro. Que si algún día lo leen y yo no estoy cerca, sobre todo en esa época de la adolescencia, donde los padres pasamos de ser amigos a los oponentes, escuchen mi voz. Creo que es algo muy potente. Aunque yo creo que en el fondo dirán que soy una controladora (ríe).
M.G.- El libro tiene ocho capítulos en los que tratas temas diferentes. Cuéntame un poco qué temas abordas.
R.P.- Pues mira, hago un recorrido por lo que es la causa y efecto, una de las leyes de las que nadie escapa. Es decir, todo lo que ocurre, todo lo que hacemos, todo lo que decimos, y todo lo que pensamos viene por algo, y tiene un efecto en algo.
Luego hablo del término «estar en causa», algo que me ha valido mucho para hacerme responsable de lo que siento, de lo que hago, y de lo que digo. Cuando tú estás en causa, significa que te haces responsable de ti. En el momento en el que te haces responsable de lo que dices, de lo que piensas, y de lo que haces, es muy difícil que le eches la culpa a nadie. Estar en causa significa también que eres capaz de gestionar tu propio estado emocional. Yo puedo tener un enfrentamiento contigo en este momento y eso me va a causar cierta irritabilidad, me voy a poner nerviosa o me voy a poner triste. Pero estar en causa significa que, de alguna manera, yo también he participado para que esto me ocurra, porque yo permito que eso llegue a mí. Estar en causa significa que conoces todo ese recorrido que hace la emoción hasta que tú reaccionas y también significa que, como eres el responsable de tu propio estado emocional, lo puedes cambiar. Aunque el mundo exterior siga girando de la misma manera, tienes la posibilidad de cambiar tu estado emocional si quieres. Lo que ocurre es que, a veces, no queremos porque es incómodo, pero se puede hacer.
Luego también hablo del amor propio y de la autoestima, que también es un concepto fundamental para mí. Es algo que se tiene que desarrollar en los primeros años de vida. Hablo de las emociones, de la tristeza, del dolor, del sufrimiento. Y hablo de otros temas que a mí me apasionan, base del comportamiento, como son los principios, los valores, la ética, la moral, las creencias,... Muchas veces nos agarramos a creencias que creemos que son nuestras pero son heredadas, adquiridas como una norma. Y también hay principios que no lo son, sino que son puras reglas, que seguimos por miedo a un castigo o a una consecuencia.
Por supuestísimo, hablo de la amistad, del amor, y de la familia, que para mí son tres pilares también fundamentales para el desarrollo. Y luego termino con la felicidad.
M.G.- Me voy a fijar en tres palabras del libro. Acabas de pronunciar la palabra felicidad y la palabra autoestima. ¿Van de la mano?
R.P.- ¿Sabes qué pasa? Que la autoestima no es algo absoluto y ni siquiera es una sola cosa. Creo que la autoestima es la creencia que tú tienes en ti mismo. Es decir, son las posibilidades que tú tienes en un contexto determinado. Tú puedes tener mucha autoestima en un sector y muy poca en otro. Es decir, no porque tengas una buena autoestima en el terreno profesional, lo vas a tener en el terreno personal. O a lo mejor uno tiene muy buena autoestima con su aspecto físico, porque se siente fuerte, se siente que está definido, que está guapo y, de repente, tiene muy poca autoestima en otros temas.
La autoestima es muy importante trabajarla en todos los aspectos, porque no es que te dé felicidad, es que te da equilibrio, te hace sentir segura ante la vida. Cuando tú tienes autoestima, normalmente no tienes miedo, porque conoces. Y para mí el miedo es la ausencia de información. La falta de datos es lo que te hace tener miedo. Si tú supieras realmente todo lo que te va a pasar en la vida, pues el miedo bajaría a un nivel casi por el suelo, porque realmente conoces lo que te va a suceder. Creo que la autoestima va muy de la mano con el no-miedo. Si tienes mucha autoestima, bajan tus niveles de miedo, y estás más en equilibrio y más feliz.
M.G.- Y la tercera palabra es amor. En uno de los capítulos hablas extensamente del amor. Dices, haciéndote eco de las palabras de Borja Vilaseca, que el amor, a pesar de ser uno de los conceptos de los que más se habla y uno de los más estudiado, sigue siendo el menos entendido y el causante de muchos desequilibrios en la vida. ¿Por qué crees que es así?
A mis hijos siempre les digo que, cuando tengan dudas y tengan que elegir entre A, B o C, tienen que elegir siempre la opción que más amor contenga. De este modo, seguro van a estar más cerca de lo correcto.
Cuando uno prueba el amor por primera vez, pero no el amor romántico, sino el amor en todos los sentidos -el amor romántico pero también el amor propio, el amor a la familia, el amor a los amigos,... -, es algo que buscarás toda la vida. Pero lo maltratamos porque no sabemos utilizarlo. El enemigo principal del amor y de todo es el ego. Cuando el ego se mete en una relación, olvídate porque el amor se evapora.
M.G.- ¿En ese capítulo es en el que más te expones? Porque hablas de los amores que has tenido en el pasado. No solo de Alejandro Sanz sino de otros que han pasado por tu vida.
R.P.- Sí, posiblemente sí. Es el capítulo donde más me abro. Bueno, ahí no hablo técnicamente del concepto del amor, sino que hablo de mis amistades, de mis amores, de mi familia... Es, quizá, el más personal de todos.
M.G.- Te están preguntando mucho por Alejandro Sanz estos días porque la publicación de tu libro ha coincidido con esas declaraciones del cantante, en las que dice que está pasando por mal momento. Por un lado me gustaría preguntarte qué consejos le has dado. Por otro lado, y hablando de los hijos de nuevo, ellos han tenido que vivir una separación. Creo que hay que educar a los hijos para que vivan ese trance sin que sea algo traumático. ¿Cómo lo has hecho?
R.P.- Bueno, en cuanto a lo que he aconsejado a Alejandro, soy de dar muy pocos consejos porque a mí no me gustan que me los den. No le he dado ningún consejo pero sí todo mi apoyo, claro. Cualquier cosa que necesite, y en la que yo le pueda ayudar, sabe que cuenta conmigo.
Y luego, con respecto al tema de la separación, como te decía antes, tiene mucho que ver con las edades de los niños. No es lo mismo una separación cuando los niños son pequeños, que una separación cuando son adolescentes o, cuando ya son adultos. No tienen la misma capacidad de entendimiento.
A mis hijos no les he querido contar cosas que no eran capaces de entender en ese momento, pero tampoco los he engañado. Lo primero que les dijimos, la gran verdad, es que ellos no iban a sufrir y que íbamos a intentar que la separación les afectara lo menos posible; que íbamos a ser los mejores padres para ellos porque eso no iba a cambiar; que el amor muchas veces es para siempre y otras veces, pues no; pero que el amor no se acaba sino que se transforma; que el afecto que su padre y yo nos tenemos iba a perdurar porque la familia es un pilar inamovible. Aunque cambie el contenido, el continente iba a ser el mismo. Sobre todo, hemos procurado no hacerles responsable de lo que pasara entre su padre y yo.
Hay una cosa que siempre digo y es que, independientemente de lo que pasara entre su padre y yo, él nunca dejó de ser un excelente padre, que es lo que realmente tiene que afectar a mis hijos. En una separación, a veces, hay momentos incómodos pero hay que hacer un esfuerzo y hay que poner en una balanza qué es lo más importante, no en ese momento, sino a largo plazo. Y, efectivamente, a largo plazo, siempre es mejor poner la voluntad de llevarte bien.
M.G.- Pues sí.
Bueno, el libro te ha llevado por primera vez a una feria del libro, a la de Madrid. ¿Cómo has vivido la experiencia?
R.P.- Pues como una niña pequeña, como si estuviera en un parque de atracciones. Disfruté muchísimo y vino muchísima gente a verme. De hecho, en un momento en el que estaba firmando, pasó un amigo y le dije que se acercara pero el de seguridad me dijo que había una cola. Yo no sabía que había una fila de gente, esperando para que yo le firmara. Me pareció toda una fantasía. Me lo pasé muy bien y disfruté muchísimo.
Ahora entiendo los dos procesos que se producen cuando alguien crea algo. Uno es muy íntimo, cuando tú estás ahí sola, escribiendo. Y el otro, cuando lo lanzas al mundo y la gente se hace eco de las cosas que dices. Ver la cara de la gente, la felicidad que le has podido trasmitir, que le has tocado el corazón o has ayudado para que se enfrenten a ciertas cosas, es muy gratificante y muy satisfactorio, la verdad. Estoy muy contenta y agradecida.
M.G.- Y como última pregunta, Raquel, y refiriéndome al título del libro, ¿de qué no te quieres olvidar? Cuando te levantas cada día, ¿qué es eso importante que te dices y que quieres tener presente?
R.P.- No me quiero olvidar de dónde vengo. Creo que para adivinar hacia dónde vas, tienes que tener muy claro de dónde vienes. No hablo solamente de dónde he nacido, sino de mis huellas. No quiero borrar las huellas de mi camino porque es lo único que me hace ver por qué estoy aquí. No me quiero olvidar de nada de lo que he caminado.
M.G.- Muy bien. No tengo más preguntas que hacerte. Te agradezco mucho que me hayas atendido.
R.P.- A ti. Me ha encantado. Muchas gracias.
Sinopsis: Un testimonio emocional para aquellos a los que amamos y que tanto nos aman.
Raquel Perera comparte en este libro todo lo que ha ido aprendiendo de la vida con el propósito de que sirva como guía para que podamos disfrutar más de los momentos felices y enfrentarnos mejor a las dificultades.
A través de su propia experiencia y de manera didáctica nos muestra las herramientas y los valores fundamentales para entendernos a nosotros mismos, ganar autoestima y poder ser la persona que queremos ser, nuestra mejor versión.
Para que no te olvides quiere ser un faro que alumbra nuestro camino cuando más lo necesitamos, ayudándonos a reconectar con nosotros mismos.
Interesante entrevista. No conocía a la autora ni su relación con Alejandro Sanz. No me van los libros de autoayuda, pero me ha resultado muy amena la entrevista.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en que una separación se les puede hacer muy llevadera a los hijos si se les transmite que los padres se siguen queriendo de otra manera y si ambos colaboran en el bienestar de los niños. El drama no es la separación sino lo que las criaturas llegan a ver entre los padres, el hecho de que los usen como un arma para herirse uno a otro. Muy sensatas las palabras de Raquel Perera.
Un beso.
Gracias por presentarme a la autora. No la conocía. No creo que me anime con su lectura, que no es lo que suelo leer, pero siempre está bien saber un poco más de lo que se está publicando.
ResponderEliminarBesotes!!!
Me encanto, me gustaría mucho leerlo.
ResponderEliminarGracias, saludosbuhos!!
¡Hola! No sabíamos que había escrito este libro, así que gracias por contarnos.
ResponderEliminarBesos