Llevo siguiendo a Xenia García por redes sociales desde hace mucho tiempo y, aunque no interactúe con ella, admito que siempre ha sido un gusto leerla. Tiene un algo especial e incluso en los momentos más delicados consigue transmitir calma y serenidad. Un halo que ya se intuye tras esa sonrisa luminosa que jamás pierde.
La vida es una moneda con cara y cruz. Nunca sabes de qué lado va a caer si la lanzas al aire. Pero está claro que a veces se hace. Después de algunos sinsabores, uno termina recibe alguna recompensa y el destino termina por premiar el trabajo y el tesón. Es lo que le ha pasado a Xenia en los últimos tiempos. Todavía no había asimilado el premio de la Fundación Monteleón, por su volumen de relatos Cárceles de azúcar, cuando se entera de que su novela Kudryavka (perra de pelo rizado) se alza con el Premio Unicaja de Novela Fernando Quiñones. ¿No os parece un título curioso? Definir esta novela es muy difícil. Leed la sinopsis y así os hacéis una somera idea. Pero sí os puedo adelantar que trata temas muy duros y complicados, narrando de ese modo en el que debemos leer entre líneas.
Xenia que reside en Sevilla y aprovechando la proximidad, nos sentamos a conversar hace algunas semanas. Yo, ante un zumo de naranja por aquello de luchar contra los virus que entonces me invadían. Ella, ante agua con gas. Fue una conversación larga. Mucho más de lo que recojo aquí. Y al final de nuestro encuentro, la dejé en aquella cafetería, enredada entre papeles y seguramente con alguna idea literaria en mente. Os cuento nuestra conversación.
Marisa G.- Xenia, te tengo que felicitar por dos cosas. Primero, por los
premios que has recibido últimamente. Porque no solamente está el Premio Fernando Quiñones, sino que hay otro más. Y, segundo, por lo vitalista que eres. Da gusto leerte en redes sociales. Incluso en los momentos complicados, das como un chute de
entusiasmo.
Xenia G.- Muchas gracias. Yo lo tengo como vía de escape. Cuando no escribo mucho, lo hago por Facebook, por redes sociales. La verdad es que a mí me sirve mucho.
M.G.- Y a los que te leemos, también.
X.G.- Me quito peso de encima. La privacidad la mantengo, por supuesto, pero me gusta como soltarme ahí.
M.G.- Bueno, tu volumen de relatos previo, Cárceles de azúcar, también ha recibido un premio, pero hoy vamos a hablar de la novela. Kudryavka (perra de pelo rizado), que recibe el Premio Unicaja de Novela Fernando Quiñones. ¿Por qué decidiste presentarte a este premio exactamente?
X.G.- Eso no me lo han preguntado nunca. A ver, tenía el manuscrito desde hace un año guardado en un cajón y me pasó que me diagnosticaron cáncer de mama. Y ahí fue cuando me dije que no lo quería tener guardado. Busqué entre los premios que pensaba que eran limpios porque yo, aunque haya salido a relucir los nombres de Sara Mesa y Juan Bonilla, no tengo padrinos. Si los he conocido ha sido por temas literarios pero, de hecho, ninguno de los dos sabía que me presentaba al premio. Me fijé primero en el Premio Herralde, al que me presenté. Luego, vi también el Felipe Trigo y este, el Fernando Quiñones. Quedé finalista en el Felipe Trigo y entonces, releyendo las bases del Herralde, vi que no podía presentarme a ninguno más y me retiré de ese. Y nada, me presenté al Felipe Trigo y al Fernando Quiñones porque pensaba que los dos eran honestos y transparentes. Además, Alianza ha sido mi editorial desde pequeña. Para mí era como un sueño poder publicar con ellos.
M.G.- Alianza nos ha acompañado a todos, incluso desde muy jóvenes.
X.G.- Claro, claro. Me decían que era un premio honesto y que miraban la calidad de la obra. Así que me presenté, con dos manuscritos, Cárceles de azúcar y este.
M.G.- Y se alinearon los planetas.
X.G.- Sí, sí, sí.
M.G.- Bueno, hasta ahora solo habías escrito relatos. Esta es tu primera novela. Entiendo que este premio te ayuda a seguir en el género.
X.G.- Sí. Leo mucho, digamos, lo que escribo. Desde pequeña he leído muchos cuentos pero llevaba uno o dos años leyendo exclusivamente novelas. El género es distinto. Ahora, me apetece otra novela así.
M.G.- Como dices, el género es distinto. Y la manera de aproximarse a la obra y de escribirla también es distinta. Es
verdad que los relatos, bajo mi punto de vista, tienen esa dificultad de la
concreción, de contar mucho un poco. La novela te permite explayarte más pero, en cualquier caso, todo género es difícil.
X.G.- El cuento es un género súper difícil y una escuela maravillosa porque no puede sobrar nada. Bueno, yo no soy muy partidaria del cuento redondo, donde nada debe faltar ni sobrar. Creo que el cuento tiene existencia después del lector. De hecho, la novela está claro que no es de una novelista, digamos.
M.G.- Es que tiene ese toque típico del relato, en el que cuento sin contar.
X.G.- Efectivamente. Me encanta jugar con las elipsis. Y cada capítulo es casi un cuento en sí mismo. Podría quitar algún capítulo y transformarlo en un cuento para un libro de cuentos. Tiene el punto de giro, tiene el conflicto, el personaje evoluciona. Tiene todo eso propio del cuento.
M.G.- Y antes de preguntarte por el título, ¿cómo se gesta esta historia en tu cabeza?
X.G.- Pues hay un montón de semillas, realmente. Y no me he dado cuenta hasta después. Esta novela viene de un cuento de Cárceles de azúcar que se llama Kudryavka. Lo escribí durante el confinamiento, cuando estábamos encerrados. Quizá aquella situación me permitió meterme en el cuento con una profundidad que, por el tipo de vida que solemos llevar, no hubiera podido de otro modo. Después de aquel cuento, sentí que quería contar algo más sobre Pepa, su protagonista. Como que tenía muchas más ideas en mi cabeza y el cuento no era el género adecuado. Además, hay temas que siempre me han interesado mucho, como el abuso, la infancia, la muerte simbólica y física,... De hecho, en Cárceles de azúcar toco el tema de la muerte pero de una muerte simbólica, y también hablo de la locura, de la depresión, del suicidio y de la muerte real. Durante el confinamiento, recibí la noticia de unos cuantos suicidios. Aquello me hizo pensar en la forma de afrontar el suicidio, en cómo cada familia afrontaba ese hecho, en la interpretación de la muerte y en el peso de la religión a la hora de afrontar una muerte por propio deseo. Porque el suicidio es un tema tabú, de lo que no se habla.
Y, por otra parte, también me llevaba rondando una noticia desde hacía mucho tiempo. Hablaba de una mujer que, después de veinte o veinticinco años con su marido, un día descubre que tiene material pedófilo en su ordenador pero no lo denunció. ¿Por qué no lo denunció? Ahí me puse a hacer conjeturas y estuve pensando qué haría yo si me pasara a mí algo así. Y aunque no denunció, al final la Policía de Delitos Tecnológicos irrumpió en su casa y lo requisó todo. Bueno, pues todo eso se me quedó ahí, en la cabeza. Así que, esta novela ha sido fruto de muchas semillas.
Pero con el cuento de Kudryavka empecé a investigar y a documentarme sobre el suicidio. Leí muchísimos ensayos sobre el tema y también leí mucho sobre la pedofilia, los perfiles psicológicos. Hablé con jueces, psicólogos y policías expertos en delitos tecnológicos. Me metí en la dark web. El proceso de documentación se desarrolló paso a paso y fue así como me venía el argumento de la novela.
M.G.- Y la experiencia de meterse en la dark web, ¿qué tal? Eres el primer autor/a que me cuenta que se ha documentado a ese nivel. Es verdad que he leído novelas que tratan este tema pero sus autores no se habían metido.
X.G.- Yo sí me metí pero tampoco quise indagar demasiado. La protagonista de mi novela, en su necesidad de intentar entender de dónde vienen esas barbaridades, le pide a un informático que le enseñe. Mi marido es informático y le pedí ayuda. Yo no quería hacer una tesis ni un ensayo pero sí quería saber de qué estábamos hablando porque yo no tenía ni idea. Me di cuenta lo fácil que es encontrar todo tipo de barbaridades. Bueno, y no barbaridades también. Ahí la gente habla sin miedo, sin tapujos y de todo. Hay documentos de todo tipo. Por ejemplo, esa lista que incluyo en el libro (se refiere al capítulo Lista de precios) la tomé de la dark web. Me metí también en un chat. Pero vamos, desgraciadamente, la pornografía infantil está también en la web normal.
M.G.- Cierto. Y más cerca de lo que pensamos.
Bueno, el título es lo primero que llega al lector. Queda explicado en la lectura pero no deja de ser un título curioso que llama la atención. ¿Por qué eliges este título concretamente?
X.G.- Cuando escribí el relato se me quedó este título. Estuvimos barajando la posibilidad de quitarlo porque es de muy difícil pronunciación pero es que a mí me interesaba mucho el bautizo de las personas. En esta novela, los personajes apenas tienen nombre. Solo en casos muy contados, hay personajes con nombres. Digamos que, la única que tiene nombre es Pepa pero a ella, debido a un acontecimiento oscuro de su vida, se lo cambian. Un adulto, en una situación de abuso, le pone otro nombre. Me gusta jugar con eso de manera simbólica.
Los soviéticos le cambiaron el nombre de Kudryavka a Layka al lanzarla en órbita. Y ese el mismo periplo que vive Pepa. A mí me gusta mucho jugar con los símbolos y por eso también le puse el subtítulo de Perra de pelo rizado.
M.G.- Y más allá de la sinopsis en la que se habla de una mujer de cuarenta años que se llama Pepa, de un ex marido que muere de un infarto, de un incendio y de secretos, si alguien te preguntara qué narras en este libro, ¿qué dirías? Porque creo que es difícil de definir.
X.G.- Muy difícil. Además es que lo que se cuenta en la sinopsis luego no tiene nada que ver con lo que se narra en la novela. Era muy difícil no contar nada para no desvelar lo que pasa en la novela y cargarse así la experiencia lectora. Esta es una novela que tiene muchas capas. Es como la dark web que tiene también muchas capas. Empiezas a escarbar, a escarbar, y te vas encontrando cosas, y cosas, y cosas. Se tocan muchos temas. A lo mejor, no profundizando mucho, pero es que no hay un único tema en la novela. No se puede decir que esta novela trate sobre pedofilia, sexo o suicidio. Ni el Opus Dei, que está en la novela de forma anecdótica. Todos ellos son pilares básicos de un secreto. Es como un mosaico. Es lo que yo buscaba, la complejidad de temas, que no hubiera ni buenos ni malos, aunque claro, no creo que nadie se ponga a defender a un pedófilo, pero para mí los monstruos no existen, no nacen, sino que todos, en este engranaje que estamos viviendo, propiciamos un poco que haya personas así y además miramos para otro lado. Eso es lo que quería reflejar en la protagonista.
M.G.- Creo que esta novela cuenta más por lo que calla, por lo que se lee entre líneas, que por lo que realmente se narra. En algún momento, al ir leyendo, me paraba y volvía a releer porque intuía que ahí me querías decir algo más.
X.G.- Sí. De hecho, Pepa mantiene un diálogo con su mejor amiga en el que se dice que una mujer vale más por lo que calla que por lo que dice. Así nos lo han enseñado a muchas de nosotras, o por lo menos, a mí. En las familias, casi es más importante lo que no se dice que lo que se dice. Muchos de los personajes de la novela denuncian esa incomunicación a través de los malentendidos.
M.G.- Antes has mencionado la palabra símbolos. Yo he apreciado un juego de metáforas. Al menos, así lo he percibido yo. Por ejemplo, hay una muñeca de cartón que, sin entrar en detalles, en algún momento se deshace. También hay una niña que pinta constantemente gusanos. No sé, en todo eso yo veo otros significados.
X.G. Claro, es que era muy difícil hablar de temas tan duros, siendo muy explícita. En este sentido, trabajamos mejor con metáforas y con símbolos. Y luego, otro de mis propósitos era desanimalizar la pedofilia. Es decir, no son animales. Y precisamente para ello, he incluido en la novela muchos animales, muchas veces, porque además intentaba buscar comportamientos análogos en el reino animal. Por eso, para el tema del suicidio, se habla de la mariquita, del pulgón del guisante, o de la abeja. Y con respecto a los gusanos, pues son repugnantes para la mayoría de las culturas, o para los occidentales. Todo eso me interesaba.
M.G.- Lo has comentado antes. Cada ciertos capítulos vas incorporando listas, como esa lista de precios que sale de la dark web, y luego hay otra lista que recoge los cien libros más vendidos de Amazon en 2010. Esta lista, ¿es real? Lo digo porque uno de los libros más vendidos habla sobre la pedofilia.
X.G.- Es real. Me encontré con eso documentándome y no pude no ponerlo. En parte, es una novela de denuncia. A mí realmente no me gusta usar ese término como etiqueta, pero como sí se está denunciando una realidad, me traje muchos elementos reales a la novela. Y antes de incluir esas listas, algunos lectores me decían que la lectura de la novela los dejaba sin aire.
M.G.- Así que las introduces como respiro.
X.G.- Sí, aunque realmente es más una estocada. Cuando me encontré que uno de los libros más vendidos era una guía para pedófilos...
M.G.- Eso lo que refleja es lo enferma que está la sociedad.
X.G.- Claro, es que eso lo descargan personas. No lo descargan boots. Es algo que me parece terrorífico. Y después está la lista de los 27 pasos para captar a una niña. Ese es un documento real de una asociación con ex miembros del Opus Dei, con los que me documenté.
Y luego está la lista que lleva el Hombre en el bolsillo, con una serie de nombres. Creo que fue en 1977 cuando un montón de intelectuales franceses trataron de derogar una ley que regulaba las relaciones sexuales de los menores.
Es decir, el libro tiene muchas lecturas. Evidentemente, si no lo explico no se entiende pero claro, yo lo quería poner en boca del Hombre, por eso ese hombre tenía la lista con esos nombres en el bolsillo. Aquellos intelectuales defendían el amor libre y que un niño o una niña de trece años tienen libertad como para tener relaciones sexuales con adultos y que eso no debería estar penalizado ni nada. Y sobre eso, se han escrito muchos libros.
M.G.- La historia está contada principalmente por Pepa, por esta mujer de cuarenta años. Como has dicho antes, es el único personaje que tiene nombre porque los demás se llaman Hombre, Niña, Hijo. ¿Por qué hacerlo así?
X.G.- Porque cualquier niña puede ser la Niña. Cualquier hombre puede ser el Hombre. Y cualquier hijo puede ser el Hijo.
Durante el proceso de documentación fui viendo qué perfil psicológico tenía un pedófilo y una niña abusada, y los adapté a los personajes. Un porcentaje mayoritario de niñas abusadas tienen en torno a los doce años. Suelen tener un comportamiento raro o peculiar con respecto a su cuerpo, con respecto al sexo. Lo que he hecho es coger las estadísticas y los perfiles psicológicos de los dos y les he dado carne. Lo que denuncio es que los pedófilos viven con nosotros y como puede ser cualquier hombre, no quería nombres propios.
M.G.- Pedófilos que abusan de niños y que, a su vez, tienen hijos. Y en esta novela, vamos a ver la visión que tiene Hijo de Hombre, el hijo del padre, un padre que es pedófilo. Y Pepa está en medio.
X.G.- Esa parte me costó un montón. Es la culpable, entre comillas, de que haya usado tres puntos de vista, de tres personas distintas. Porque, al principio, intenté hablar del Hombre en primera persona pero no fui capaz. Mira que me documenté un montón. Incluso llegué a hablar con pedófilos en la red pero no, no era capaz. En el papel de la niña me podía poner más fácilmente pero en el papel del hombre me costaba un montón. Y entonces se me ocurrió usar la segunda persona. Como leí que los pedófilos sufren mucho de disociación, me planteé una segunda persona como si fuera el hombre hablándole al monstruo, o el monstruo hablándole al hombre.
Con la niña prefería usar la tercera persona porque le daba mucha riqueza. Y además, también me permitía darle pistas al lector sobre quién estaba hablando. Como la estructura es compleja, si hubiera utilizado siempre una primera persona para tres personajes, creo que hubiera sido más lioso.
M.G.- Nos hubiéramos liado.
X.G.- Sí, claro. Aunque existan giros distintos, porque Pepa habla con frases muy cortas, casi como una letanía, y el hombre use frases subordinadas porque esa es su forma de pensar o interpretar el mundo. Hubiera sido más complicado al usar solo la primera persona.
M.G.- Y del sentimiento de culpa que planea constantemente sobre Pepa, ¿qué me dices?
X.G.- Es un mecanismo de control brutal. Eso es algo que vivimos desde pequeñitas. Pepa tiene muchos episodios de culpa. Empezando por cuando era pequeña que no habló y ahora vuelca en la Niña toda esa necesidad de denuncia que ella no consiguió. Además, Pepa se sentía una niña fea pero sexualmente se libera. Quería construir un personaje en el que el lector no confiara al principio en ella. No quería un personaje bueno o malo, porque no creo que los personajes así funcionen. Según los episodios de tu vida, te comportas de una forma o de otra. Al final, te adaptas al medio. Cuando una persona no tiene más remedio que mentir para conseguir lo que quiere, pues miente.
Pepa es una mujer que le fue infiel al Hombre y ahí vuelve a estar cargada de culpa. También se considera una mala madre, más culpa. El personaje de Pepa lo trabajé incluso con psicólogos. Vamos a ver una evolución de su personaje, desde el dolor, sin saber además por qué le duele tanto, la ira, el enfado, el odio hasta llegar a la compasión. A lo mejor, Hombre no era tan malo, ¿no? O todos hemos contribuido un poco a convertirse en lo que fue.
Mira, me documenté sobre un pedófilo muy joven, que se sentía atraído por las niñas, y fue a pedir ayuda a una psicóloga pero ésta lo echó de la consulta. A mí eso me generó mucha compasión. No soy psicóloga ni creo que la pedofilia sea una enfermedad pero, ¿de verdad estamos listos para ayudar a los demás? Por eso el libro está plagado de preguntas. No pretendo ser yo las que las responda pero sí quería plantearlas porque ese hombre tenía un dolor inmenso.
M.G.- Y por eso acude a la consulta de un psicólogo, ¿no?, porque quiere eliminar ese comportamiento y como respuesta recibe rechazo.
X.G.- Claro.
M.G.- Bueno, entre los temas que tratas en la novela está la pedofilia, pero también el suicidio, la maternidad, las infancias rotas. Y en la novela también hablas del Opus Dei, algo que me interesa. ¿Por qué introducir lo que en la novela se llama la Obra?
X.G.- Porque es una organización basada en el secretismo y la novela está plagada de secretos.
Contacté con varios ex miembros del Opus y vi la manipulación a la que sometía la organización. Es una organización muy jerarquizada que intenta esconderse. Tiene una doble moral y eso va mucho con el argumento de la novela.
M.G.- ¿Pero este tipo de organización sigue tan viva? Cuando yo era pequeña se hablaba mucho de ellos pero, sinceramente, hace muchísimos años que no he vuelto a escuchar nada del Opus Dei. ¿Siguen con fuerza?
X.G.- No sé si con mucha fuerza o poca pero sí siguen cerca del poder.
M.G.- Y a la hora de documentarte sobre ellos, ¿con quién has hablado?
X.G.- He hablado con ex miembros. En los agradecimientos menciono una página web y solo con el material que tienen publicado ahí da para escribir varias novelas. Además, he conocido a gente del Opus, en todos los entornos. Ni todas las familias son así, ni todos los miembros del Opus son así. Pero tenía que hablar de alguien en concreto.
M.G.- Xenia, yo es la primera vez que te leo, más allá de las redes sociales. Veo que tu estilo es muy peculiar. Creo que te gusta jugar y emplear todos los recursos a tu alcance, bailar con las voces narrativas, con el tiempo narrativo, llevas al lector adelante y atrás,... Algo muy propio.
X.G.- Eso me han dicho. Tardé en encontrar la estructura de esta historia. Desde el principio, sabía lo que quería contar pero los puntos de vista y la estructura, me costó. A Juan Bonilla, en la última etapa, lo traía loco. Soy muy metódica a la hora de construir la historia en mi cabeza. En cada capítulo lanzo una pregunta que es respondida cuatro o cinco capítulos después. Lo hago así para mantener la atención del lector. Y luego, el tema del pasado y del presente, me permitía mostrar que no somos muy conscientes del impacto que tiene la infancia en nuestra vida adulta. Me fascina cuando hablo con alguien, un amigo, que de pronto me confiesa cosas de su infancia. Somos de dónde venimos y somos lo que vamos siendo.
M.G.- Sevilla es una sombra en la novela. La ciudad no tiene gran repercusión en el desarrollo de los hechos pero aparece de vez en cuando. Podías haber elegido cualquier otra ciudad.
X.G.- Era como otra lista más, como otra ancla con la realidad. Lo escribí en Sevilla, una ciudad que tiene mucha luz. Quería dar algo de luminosidad a la historia. Los hechos se desarrollan principalmente en el piso de Hombre, muy oscuro y muy tétrico. Pensé que, la ciudad podría dar un poco de contrapeso porque, de otro modo, esto iba a parecer Londres.
M.G.- Entiendo, pues no tengo más preguntas. Te agradezco mucho que me hayas atendido y espero que te vaya todo muy bien.
X.G.- Muchas gracias a ti.
Sinopsis: "Kudryavka (perra de pelo rizado)" cuenta la historia en primera persona de Pepa, una mujer a quien la policía avisa de que su exmarido ha muerto de un infarto, al mismo tiempo en el que se producía un incendio. Kudryavka es una perra perdida en el espacio sideral y otra que despedaza una muñeca. Es una niña de doce años en una mujer de cuarenta que narran la historia en presente, el tiempo de las heridas abiertas y sangrantes. Es la historia de un amor tembloroso, de un duelo corrupto y patológico, pero también es la historia del Hombre, del Hijo. De la Niña. De aquello que decimos cuando callamos. ¿Estamos preparados para descubrir los secretos que guardan los muertos?