El pasado 22 de marzo Julia Navarro visitó Sevilla para promocionar su último libro, UNA HISTORIA COMPARTIDA. Con ellos, sin ellos, por ellos, frente a ellos. Digo libro y no novela porque, por primera vez, desde que la autora comenzó a publicar literatura estamos ante una obra de no ficción que se aleja bastante de lo que nos tenía acostumbrados.
El encuentro tuvo lugar en el Hotel Colón (Sevilla), en una sala en la que nos rodeaban libros, muchos libros de autores que ya habían pasado por allí. Alrededor de una mesa, media docena de medios, entre los que figuraban principalmente blogueros o instagrammers (a Julia le gusta hablar directamente con los lectores), pudimos conversar sobre este libro. Cada uno fue formulando preguntas a las que la autora respondió gratamente. Ahí va un resumen del evento.
[Fuente: Juan Manuel Fernández] |
Teniendo en cuenta que a Una historia compartida le preceden ocho novelas de ficción, la primera pregunta no podía no ser otra: ¿te apetecía cambiar de aires?
Julia Navarro nos comentó que este libro lo escribió durante la pandemia. Tras publicar De ninguna parte, comenzó a escribir una historia de ficción que, a día de hoy, sigue escribiendo. Sin embargo, «en ese momento se me hacía como muy cuesta arriba empezar a escribir otra novela. Y entonces decidí hacer este viaje literario y escribir algo, no sé, casi que me reconfortara a mí un poco por dentro». Afirmó que sentarse a escribir es como adentrarse en un campo de batalla en el que te ves obligado a mover muchas cosas. «Este libro era un relato más íntimo, más personal, que me exigía menos esfuerzo. Aunque he necesitado documentarme, hablo de las mujeres con las que me he encontrado, con lo cual no es un libro que me haya requerido un gran esfuerzo». Cree que diciendo esto va a defraudar a mucha gente pero es así. «Para mí ha sido un libro muy cómodo de escribir. Ha sido un libro que he disfrutado escribiendo», un libro que le ha permitido, de algún modo, escaparse de la situación que vivíamos y del encierro.
Una historia compartida, un título que lo dice todo.
Hombres y mujeres en un plano integrador. «Hasta ahora, la historia se venía contando a medias». Asegura Julia Navarro que, desde hace veinte siglos, hemos visto la supremacía del hombre sobre la mujer. «Los hombres han contado su historia, pero se han olvidado de que una parte de esa historia éramos nosotras». La autora recalcó que, salvo mujeres muy importantes y destacadas, no nos ha llegado noticia alguna de la infinitud de mujeres que realmente han tenido una vida notable y digna de contar en todos los ámbitos. «Empecé este libro pensando escribir sobre las mujeres con las que yo me había ido encontrando, pero me parecía que el relato sería incompleto si no hablaba de ellos, de los hombres que habían estado en sus vidas para bien o para mal». Confesó que, en los libros de textos, siempre ha echado en falta algo, la otra mitad, la que correspondía a las mujeres y a su papel en la Historia de la humanidad. Porque sobre los hombres, los que han dejado su huella, se ha escrito mucho pero, ¿quiénes eran las mujeres que estaban al lado de esos hombres? «Como yo creo que la Historia de la humanidad es una historia de hombres y mujeres, no podemos contarla sin los unos y sin los otros», y por eso este libro es una historia compartida porque «si no contamos la historia de todos, siempre será una historia de parte o incompleta». Hubiera sido muy fácil para la autora hacer lo que se ha venido haciendo hasta ahora, es decir, ignorar a la parte masculina, como siempre se ha ignorado a la femenina, pero ese no era su propósito. «Hubiera sido un juego infantil que no lleva a ninguna parte».
Las dos mujeres más importantes en la vida de Julia Navarro: su abuela y su madre.
La escritora afirmó que la infancia es lo que te marca y donde se van poniendo los cimientos en lo que te vas a convertir. «Mi abuela es una figura potente y poderosa. Era realmente la jefa de familia». Compartió con nosotros algunos recuerdos familiares, mencionando que toda la familia vivía alrededor de la abuela. Y sobre su madre dijo que ella la había enseñado a ser libre, inculcándole la idea de que ser mujer no implicaba tener un techo de cristal. «Siempre me enseñaron a ser independiente. Espero que algún ministro de Educación lea algo de lo que digo alguna vez porque vengo reivindicando que hay que revisar los libros de texto». Cree que el mejor plan de estudio sería incorporar a los libros de texto la infinitud de mujeres que han tenido una importancia fundamental en la historia y que están ausentes de lo que estudian los escolares. Mencionó que era muy habitual que las niñas no elijan nunca carreras de ciencia porque no existen referentes. Si las mujeres que han sido importantes en las ciencias son excluidas, las niñas jamás tendrán referentes.
Un viaje literario
Julia Navarro aclaró que lo que ella hace en este libro es un viaje muy personal, en el que va contando cuáles son las mujeres con las que se ha ido encontrando. «Aunque no todas porque luego te vas dando cuenta de todas las que faltan. Pero sí he incluido las que mí me han dejado una huella especial. De todas ellas he aprendido algo. Me interesa muchísimo la cantidad de mujeres que realmente han hecho aportaciones importantísimas en términos de física, matemáticas, astronomía o química». Mujeres todas ellas que siempre han sido unas perfectas desconocidas. «Creo que hay una obligación de rescatar a estas mujeres. Y no debe ser un rescate que haga una escritora sino que debería ser una obligación de los responsables de educación, que son los que tienen que encargarse de los libros de textos, libros que están incompletos porque faltan todas esas mujeres». Es algo que la autora repitió mucho en nuestro encuentro, reforzando su compromiso y su reivindicación.
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Un libro con mucha implicación personal
Una historia compartida no es solo un libro sobre las mujeres que han sido importantes en la vida de Julia Navarro, sino que también es un libro en el que, por primera vez, la autora se muestra más expuesta. Sobre esta circunstancia confesó que se arrepentía muchísimo. «Como era un libro escrito en una circunstancia muy concreta, como si fuera una escapada, no era consciente de todo lo que estaba contando sobre mí». Dijo que fue su marido, y luego sus amigos, quienes le advirtieron de que había contado muchas cosas sobre ella. Afirmó que, al principio, ella no lo veía así pero luego, cuando tanta gente se lo iba comentando, empezó a preocuparse. «No me gusta tanta sobre exposición». No obstante, los que estábamos en aquel encuentro coincidimos en que conocer tantos detalles personales de la autora había supuesto un punto muy positivo del libro. Ella nos aseguró que no tenía previsto que el libro fuera así pero «es que fue naciendo a borbotones. Cuando me siento a escribir una novela, tengo toda la sala de operaciones organizada, tengo a todos los personajes y sé lo que van a hacer, pero con este libro no. Este libro ha sido más fruto de la improvisación, un libro mucho más emocional y menos racional», manifestó.
Feminismo
No se considera ni fundamentalista ni fanática pero sí cree que todos tenemos algo que aportar a cualquier debate o discusión, por tanto, «me interesa mucho lo que tengan que decir las feministas de la cuarta ola». Asevera que no tiene los ojos ni los oídos cerrados a lo que estas feministas plantean. Cualquier tipo de discrepancia es interesante porque alimenta el debate. Por contra, afirma que le asusta la gente que se cierra en su propio pensamiento. Aunque tiene mucha curiosidad por la vida como para no querer escuchar también confiesa que hay ciertas cosas que no le gustan de este feminismo de la cuarta ola. «Hay un cierto adanismo, esa pretensión de que el feminismo ha empezado ahora». Hay que entender que, en este camino de la igualdad, los frutos conseguidos son el resultado de la lucha de las mujeres del ayer. «Aquí nadie ha inventado el Mediterráneo. Debemos mucho a las mujeres del pasado».
Vuelve a confesar que tampoco le gusta esa posición fundamentalista que impera en estos tiempos, eso de que el feminismo es únicamente lo que dicen ellas. Pero, en realidad, no es más que una perspectiva muy subjetiva y hay otras muchas formas de entender el feminismo. «No puede haber un pensamiento único, porque uno de los grandes problemas de nuestra sociedad es el querer imponer el pensamiento único en tantas y tantas materias. Y todo aquel que no comulga con el pensamiento único inmediatamente es el anatema». Este comportamiento horroriza a la autora, «que me digan lo que tengo que pensar y que si no pienso lo que oficialmente hay que pensar me condenan a los infiernos».
La cultura de la cancelación y el movimiento Woke
Navarro asegura que este movimiento le parece terriblemente reaccionario y además muy peligroso, «porque atenta contra la esencia de la libertad». En palabras de la escritora, no se puede cancelar el pasado simplemente porque no te guste. No se puede negar el pasado y tampoco se debe impedir que se conozca. «Que en las universidades haya escritores prohibidos porque pueden herir la sensibilidad de los alumnos es algo que me escandaliza». Se pregunta Julia Navarro qué tipo de personas estamos formando para el futuro, «con esa sensibilidad, totalmente enfermiza, que parecen tener».
Ella cree que el debate del feminismo es un debate importante. «Es un debate que no puede estar secuestrado por una parte, porque es algo que nos atañe a todos. Cuando digo todos, no digo solamente a las mujeres, sino también a los hombres». Considera que se están tomando decisiones controvertidas y algunas de ellas muy peligrosas.
Mujeres que se resistieron
Aunque la mayoría de las mujeres que vamos a encontrar en este libro han estado siempre muy infravaloradas, todas tuvieron en común que se resistieron. Afirma que le hubiera gustado hablar de muchas más mujeres pero ha tenido que dejar fuera a muchas de ellas. «No se trataba de hacer un libro de texto sino que esto es un recorrido personal». Entre las mujeres escritoras que son importantes para la también escritora figura Irène Némirovsky, que siempre ha sido un referente para ella, pero en este libro no aparece su nombre, como tampoco aparece el de tantas otras, que son también importantes para la autora.
El mundo clásico
Apasionada por el mundo clásico, cree que Occidente se sustenta sobre dos patas: la cultura judeo-cristiana y la cultura greco-romana. «Todo lo que somos viene de ahí». Confiesa que siempre ha sido feliz en Grecia y por tanto, cuando eres feliz en un lugar sientes un amor especial. «El contacto con la mitología griega siempre me ha parecido apasionante, con esos dioses tan humanos». Hizo referencia a su marido, Fermín Bocos, la persona de la que más ha aprendido del mundo clásico y al que considera un erudito en la materia. Recordó algunos viajes que hicieron en familia para recoger los escenarios más significativos de la Historia clásica. Cree que la Ilíada es el resumen de la condición humana y que en sus personajes encontramos todo lo bueno y todo lo malo que alberga el ser humano. «La Ilíada es como una guía».
Las monjas
En este libro, Julia Navarro dedica un capítulo a las monjas, a sor Juana de la Cruz y a todas las monjas que han tenido algo que ver en su vida. La autora llega a decir que se ha reconciliado con ellas. «Cuando estaba escribiendo este libro me acordé de una frase de Octavio Paz, que dijo que Sor Juana Inés de la Cruz se hizo monja para poder pensar». Reflexionó en voz alta y comentó que las mujeres, en el siglo XVI y XVII, solo tenían dos opciones: salir de la casa de su padre para casarse o para hacerse monja. Frente a la austeridad de la vida en un convento, estaba la otra forma de hacerse monja, en el caso de aquellas jóvenes de familia acomodada cuya vida conventual era mucho más llevadera. «Tenían su celda pero también disponían de un salón para recibir, donde podían visitarlas sus familiares y amigos, y hacer una cierta tertulia literaria». Los conventos de esa época, para las señoritas de buena sociedad, se convertían en lugares donde pensar. «Me di cuenta de la cantidad de monjas interesantes que había habido y que habían buscado en el convento la posibilidad de desarrollarse intelectualmente, porque no lo habrían podido hacer de otra manera».
La escritora se sonrió al recordar a las monjas de su colegio. «Se me abren las carnes cuando pienso en ellas y me costó mucho reconciliarme con las monjas». En ese proceso de reconciliación tuvo mucho que ver el tercer mundo. «Siempre digo que, cuando hay un conflicto en un país, los primeros que se van es el personal de las embajadas, luego las tropas de Naciones Unidas, los comerciantes, los periodistas y los únicos que se quedan son los misioneros». La autora manifestó que ver la implicación de estas personas en momentos complicados genera un gran respeto porque se juegan la vida sin importarles que puedan ser los últimos días de su vida. «Por eso me he reconciliado con las monjas pero con las de mi cole, no», bromeó Navarro.
Oriana Fallaci, la periodista
A la profesión que ha ejercido toda la vida, la del periodismo, le dedica una parte importante del libro. Julia Navarro cierra esta historia compartida con la figura de Oriana Fallaci. «Yo hubiera querido ser Oriana Fallaci. Para cualquiera de mi generación, Oriana fue un referente». De la periodista dijo que fue una mujer adusta, dura y antipática. «Yo no la conocí pero una de mis mejores amigas, Pilar Cernuda, sí la conoció y ella me aseguraba que era insoportable». Nos comentó que la actitud de Oriana se debía principalmente a que ella se tenía que mover en un mundo de hombres, en el que no podía mostrar ni un ápice de debilidad, y tuvo que actuar colocándose un parapeto. «Oriana siempre estuvo donde pasaba algo. No hay un acontecimiento del siglo XX en el que ella, mientras vivió, no estuviera presente».
Las anécdotas de aquellos primeros años como periodista.
Cuenta Navarro en los últimos compases del libro diversas y divertidas anécdotas que vivió cuando ella, al igual que otras mujeres, trataban de hacerse hueco en el mundo del periodismo. Una de esas anécdotas tiene que ver con unos desayunos en el hotel Ritz de Madrid. «Yo sé que todavía tenemos muchas batallas que dar y muchas cosas que conseguir, pero cuando yo empezaba a dar mis primeros pasos en periodismo, que fueron en la Transición, recuerdo que si pe pedías una entrevista a un político te decía que no». Para vencer esa barrera, Julia Navarro, junto a otras periodistas, convocaban a los políticos en el hotel Ritz para invitarlos a desayunar y así sentarse con ellos, y poder entrevistarlos. «Los desayunos del Ritz fueron algo que fue muy interesante en ese momento. Éramos la envidia de muchos de nuestros compañeros porque lográbamos que vinieran a desayunar con nosotras. Pero claro, les dábamos unos desayunos magníficos en el Hotel Ritz. No se podían quejar. Eran por todo lo alto. Si los hubiéramos invitado a un cafelito no habrían venido».
Mujeres de la ciencia
Durante aquel encuentro salieron a relucir los nombres de muchas mujeres, muchos de ellas relacionadas con diversas ciencias. Entre ellos, el de Ada Lovelace, la primera persona que empezó a imaginar lo que hoy es capaz de hacer un ordenador. Y sin embargo, los niños creen que todo es obra de Bill Gates. «Y lo mismo sucede con la banda ancha. Habría que contar a los niños que la que puso los cimientos de la banda ancha fue Hedy Lamarr, cuya labor no fue reconocido hasta los años 90». Y como el caso de Lovelace y Lamarr hay muchos otros.
Precisamente, Hedy Lamarr no solo fue una gran matemática sino también una mujer bellísima, lo que siempre jugó en su contra. «Ella era una mujer inteligentísima, con una formación increíble. Era austriaca. Huyó de su marido, que era un imbécil, y llega a Estados Unidos». Allí se ofreció para trabajar como voluntaria y ayudar en la Segunda Guerra Mundial, pero «como eres tan guapa, vamos a hacer un concurso y al que gane le das un beso». Pero Lamarr al final, terminó trabajando en el Departamento de Comunicaciones. Fue una mujer de inteligencia superior. Y seguro que ser guapa la perjudicó.
Los cuentos infantiles
Mucho revuelo estamos viendo en los últimos tiempos con respecto a la literatura infantil y juvenil. Parece que se ha puesto de moda revisar este tipo de lecturas para erradicar aquello que supuestamente pueda herir sensibilidades. Al respecto, Julia Navarro comentó que a los niños se les está adoctrinando desde pequeños, y tratando como si fueran imbéciles, que no son capaces de entender nada. «Yo soy feminista y me encantaba Caperucita, Blancanieves, los cuentos de los hermanos Grimm. Es decir, a mí no me ha afectado a las neuronas. Yo creo que los que tienen afectado las neuronas son los que quieren reescribir los cuentos porque los consideran políticamente incorrectos, porque consideran que los niños son tontos». Esto es censura y se rebela contra ella.
¿Cómo se debe leer este libro?
La respuesta de Julia fue tajante: «como te dé la gana». Bueno, añadió que no lo sabía. «Es una historia muy personal, es un recorrido muy personal y espero haber aportado algo, y sobre todo espero haber aportado algo al debate de la educación, al reclamar que las mujeres entren en los libros de texto. Pero bueno, es una reclamación mía personal». La autora afirma que no ha querido definir ni encasillar este libro. «Creo que es fruto de esa necesidad que tenía de escapar de la pandemia y lo hice viajando, que es lo que más me gusta».
Al comentarle si sería interesante que un libro como este se estudiara en los centros educativos, respondió que no aspira a eso. «Creo que los libros de texto lo tienen que hacer los historiadores, los científicos,...», porque este libro es su interpretación personal. «A lo mejor, cuando hablo de Penélope, algún historiador me tiraría de los pelos». Pero su intención con este libro es despertar la curiosidad del lector. «Si alguien puede descubrir algo que no sabía de estas mujeres, pues me doy por satisfecha».
La biblioteca de su abuelo
Se dice que somos lo que leemos y en este libro, Julia habla de aquellas lecturas en la biblioteca de su abuelo. «En mi casa había libros y siempre hubo libros, porque a mi abuelo le gustaba mucho leer y yo siempre le recuerdo con el periódico o un libro. Siempre». Recuerda que la que la obligaba a leer era su abuela.
En cuanto a aquellas primeras lecturas, nos dijo que ella le leía libros a su abuela sin que ella se enterara de lo que leía. «Pero sobre todo recuerdo con especial cariño un tomo enorme de tapas grises, que eran los cuentos de los hermanos Grimm». Es un libro que han conservado y que la autora leía y lo releía.
Y así terminó el encuentro con Julia Navarro, autora que confiesa que Tú no matarás es su novela más querida porque transcurre en el barrio de su infancia.
Y hasta aquí nuestro encuentro, bastante distendido y agradable. Tras las últimas preguntas tocó el momento de la firma y de la foto en familia.
Sinopsis: Hasta el siglo XX la Historia la escribieron los hombres. Eso explica por qué las mujeres apenas aparecemos como sujetos de las historias de la Historia. Sin embargo, la lista de aquellas que la protagonizaron es extensa: desde diosas hasta reinas, desde cortesanas hasta científicas, desde actrices hasta santas, desde escritoras hasta políticas... Hemos estado en todas partes, aunque un manto de silencio se empeñara en cubrirnos o ignorarnos.