Nunca había leído a Cruz Sánchez de Lara. En 2022, saltó al panorama literario con la novela titulada Cazar leones en Escocia, que publicó la editorial Planeta. En aquella obra, la abogada y vicepresidenta del periódico El Español, narraba la historia de tres mujeres, y nos hablaba del trance de las herencias, de las familias, del amor y de la felicidad.
Es, en este mes de marzo, cuando Sánchez de Lara publica su segunda novela, bajo el mismo sello, pero abordando una temática que supone una de las muchas lacras sociales a exterminar en nuestros tiempos. La autora asegura que lo ha pasado realmente mal, enfrentándose la escritura de esta novela, en la que ha volcado todas esas historias de mujeres maltratadas que ha estado escuchando durante veinticinco años de profesión.
A su paso por Sevilla, hemos hablado de Maldito Hamor. Sí, amor con H. Os dejo con nuestra conversación.
M.G.- Cruz, un placer tenerte en Sevilla y conocerte.
C.S.- Muchas gracias.
M.G.- Es la primera vez que te leo. He empezado a leer esta novela, Maldito Hamor, y amor con H. Conozco tu trayectoria. Sé que estás muy comprometida socialmente. Imagino que tu vida laboral te deja poco tiempo. ¿Por qué empiezas a escribir?
C.S.- Pues mira, toda la vida he sido una escritora que no publicaba. Escribir me ha hecho muy feliz toda la vida. De hecho, el primer dinero que yo gané fue escribiendo en concursos literarios, cuando era jovencita. Pero luego la vida nos pone en situaciones difíciles, hay que ganarse la vida, hay que trabajar, y lo aparcas. Pero un día me llamó una editora, mi editora ahora, y me dijo, tras leerme en el periódico, que pensaba que podía escribir ficción. Yo decía que qué iba ella a saber si me había leído solo un poco, y le respondí que me llamara al mes siguiente. Y al mes siguiente volvió a llamarme. Pensé que esa mujer se merecía por lo menos el respeto de ir a explicarle que tengo mucha exposición para jugármela.
Pero bueno, escribí mil palabras sobre el primer tema que se me ocurrió, y con esas mil palabras me fui a verla. Le dije que le había traído un texto sobre lo primero que me había venido a la cabeza para que ella lo leyera, pero le pedí que teníamos que hacer un pacto entre señoras. Quería que nos miráramos a los ojos y que me dijera sinceramente si valía o no, porque yo no tenía ni necesidad ni tampoco me apetecía hacer el ridículo. Ella me respondió que aquello no era una ONG, sino una empresa, y que solo me iba a publicar si la historia era buena. Y bueno, le dejé el texto. Aquella tarde no me llamó. Pensé que no me iba a llamar más pero, al día siguiente, recibo su llamada. Me pidió que le jurara que no había escrito nunca, y me comentó que el texto era buenísimo. Y fue así como escribí una primera novela [se refiere a Cazar leones en Escocia], que fue muy bien de público y de crítica.
Para mí es un orgullo. Con esto no espero ni hacerme rica ni famosa, que son las aspiraciones de la mayoría de la población en estos momentos. Para mí, esto es un plan de jubilación porque es lo que me hace más feliz. Me encantaría ser una viejecita que escribe. Si me preguntan qué quiero ser de mayor, respondería que escritora. Estoy trabajando todo lo que puedo. Me parece una buena forma de plantear mi vejez. Mientras la cabeza te aguante bien, tú, con tu ordenador, eres la creadora de un mundo que luego otros publican y otros leen. Y eso no tiene nada que ver ni con el cuerpo, ni con estar guapa, ni con la tiranía de ser siempre joven. Y el día que la cabeza no funcione, pues me dará todo igual porque no me enteraré.
M.G.- No, en ese momento seguramente no te importará nada.
C.S.- Por eso me parece que es una inversión muy buena para mientras sea consciente de lo que me espera. Y la verdad es que hago todo porque me dejen seguir escribiendo.
M.G.- La anterior novela fue Cazar leones en Escocia. Enfrentarse al público lector conlleva sus riesgos, porque hay gente que le puede gustar lo que uno escribe y gente a la que no. ¿Aprendiste de las opiniones que no fueron tan positivas?
C.S.- Siempre aprendo, y además escucho. Hablo mucho y rápido, y parece que lleno los silencios. Maldito Hamor es el fruto de años de escucha. He escuchado muchísimo, sobre todo porque he sido abogada, y un abogado es alguien que te acompaña en un proceso vital. También hay gente que vive la abogacía de otra forma y que lo que ve es la minuta, pero muchos abogados, la mayoría de los abogados, vivimos de poder acompañar a personas en procesos personales. He escuchado hablar mucho sobre amor, sobre desamor y sobre amor con h, que es el peor de los amores, un amor totalmente fake, porque eso no es amor.
Con la anterior novela, me dijeron que tenía que hacer una sinopsis, una lista de personajes. Como soy muy bien mandada, hice todo eso. Y con esta, llegué con la primera frase del libro («Aquel día en que te maté fue el comienzo de muchas cosas») y les pedí que me dejaran hacerlo sin sinopsis. Pero en la vida no se puede ir nunca de listilla, nunca. Ha salido un libro que yo tendría que haber escrito en algún momento en mi vida, porque llevo documentándome muchos años. He conocido a muchas Cleas, a muchos Henrys, a muchas Amalias, a muchos personajes de los que representan un papel en esta novela. Pero también ha sido una novela que ha representado mucho sufrimiento y mucha agonía a la hora de escribirla, en el sentido etimológico del sufrimiento, porque es muy difícil desde el punto de vista de las emociones. De hecho, he intentado abandonarla en dos ocasiones pero las personas más cercanas a mí no me han dejado. He sufrido mucho y creo que he contado muchas cosas que he aprendido sobre la naturaleza humana. Con la primera novela sentí que escribir era una maravilla. No entendía por qué había escritores que sufrían. Pues he bebido de mi propia medicina. Lo he pasado fatal. Pero creo que esta novela puede ayudar a mucha gente, a gente que está sufriendo, a gente que no sabe ver el sufrimiento en los demás, a gente que no ha pensado nunca dónde están los límites. La primera novela fue buena para mí y luego resultó ser buena para los demás. Esta novela no es para mí. Esta novela es para los demás. Y se ha escrito sola, usándome como vehículo conductor.
M.G.- Estás contestando a todas las preguntas que te iba a hacer, pero tengo por aquí dos apuntes. Por aquello de que la realidad supera a la ficción, y teniendo en cuenta todas esas conversaciones con mujeres por tu trayectoria profesional, imagino que todo eso te ha servido de bagaje para construir la novela.
C.S.- Esta historia es la suma de la historia de muchas mujeres. Es decir, lo que he intentado es explicar por qué nadie debería decir nunca: «A mí me daban la primera». Todos hemos oído eso o «a mí no me pasaría algo así». He intentado explicar por qué hay que ser comprensivas con quienes ceden a una realidad tan dramática y tan triste. Esta es una historia de manipulación, de sometimiento y de llevarte hasta tus propios límites. Todos deberíamos pensar cuáles son nuestros propios límites. ¿Hasta dónde seríamos capaces de llegar? ¿Mataríamos si viéramos que están violando a nuestros hijos? ¿Nos comeríamos a alguien si no tuviéramos otra cosa de comer? ¿Robaríamos si no tuviéramos para comer? ¿Dónde están nuestros límites? Si tú estás viviendo una vida como un muerto en vida, en una relación de co-dependencia absoluta, en la que lo estás asumiendo todo, y no eres capaz de librarte de una persona, ¿intentarías matarla para seguir viviendo tú?
He intentado contar con patrones que he escuchado durante mucho tiempo, cómo son las bofetadas que no se dan, cómo son los latigazos para los que no hace falta el látigo, cómo es la destrucción de las personas sin que se note, sin que deje heridas, o que deje heridas que se haga uno mismo. He intentado hablar del aguanta por tus hijos o del quédate, que no pasa nada. O tú juega porque esto es juego y siempre se puede salir. O pobrecito, si va a cambiar. Creo que esas escenas o esas conversaciones las hemos tenido todas. Todas hemos pensado alguna vez que no nos pasaría nada porque somos fuertes, que contigo no va a poder porque puedes y estás segura de que vas a conseguir que todo vuelva a ser lo que era. Todas hemos dicho maldito amor en alguna ocasión, aunque sea por estar amando. Amar implica una generosidad que te hace olvidarte en ocasiones de ti y hasta cuando el amor es sin h, hemos dicho maldito amor. Pero cuando el amor es con h, es un amor que puede llevarte a la muerte o a la muerte en vida, que en ocasiones puede ser peor.
Estamos gritando y hablando mucho de política y de igualdad, pero hay unos que están negando que existe un problema de desigualdad, y otros están hablando como si la vida fuera un eslogan permanente. Pero, justo en medio, hay muchas personas que sufren porque tenemos problemas educacionales, problemas de roles en las relaciones, problemas de co-dependencia y de sumisión tremendos, porque todos tenemos la misma necesidad, que nos quieran. Y hacemos muchas cosas, a veces superando los límites, por el mero hecho de que nos quieran, quién hemos decidido que nos quiera. Porque, a lo mejor, tenemos otros muchos que quisieran querernos y no les dejamos. Esto es la complejidad humana. Pues, he intentado explicar todo eso y espero que le sirva a la gente, porque yo, pasármelo bien, no me lo he pasado.
M.G.- De hecho, querías abandonar en el capítulo trece, precisamente por ese malestar que sentías a la hora de escribir.
Y fíjate que has mencionado un montón de frases tipo y a mí hay una que me escuece especialmente. A veces, las mujeres maltratadas justifican a su maltratador. Me refiero a cuando el maltratador tiene problemas de alcoholemia y se suele decir: «Pobrecito, es que cuando bebe, no sabe lo que hace».
C.S.- El alcohol es un potenciador de nuestras cualidades personales. Yo creo que todos nos hemos tomado una copita en la vida. Bueno, habrá gente que no. Yo ahora ya, porque tengo más años y eso, no bebo, pero cuando me tomo una copa, a mí me da por ser súper simpática y bailar. El alcohol es un potenciador de tus cualidades, pero a mí nunca me ha dado por pegar a nadie. Lo que pasa es que te desinhibe. Eso de «es que cuando bebe» es horrible pero también es horrible cuando se dice: «Es que cuando él es bueno, es buenísimo».
M.G.- Hay muchas frases de este tipo.
Mi madre que es de Málaga, siempre me dice: «Hija, pero, ¿qué necesidad tienes?» Pues ese qué necesidad tienes es el que le diríamos a cualquiera que esté pasando por esto. Lo que ocurre es que ellas tienen la autoestima aniquilada. Hay que ponerse en la piel de alguien que tenga la autoestima aniquilada y que, sin tener una gotita de combustible en el cargador, aparece un señor que le dice que sin él no es nada. Y ella necesita vivir. Esta es una historia que no nos es ajena a ninguno, lamentablemente, porque todos hemos tenido cerca alguna historia como esta, en mayor o menor medida. Ojalá que esta novela sirva a mucha gente, ahora que estamos con el 8M, de enfrentamientos y estamos dejando sin voz a las víctimas que realmente necesitan que se hable de igualdad y de salir del pozo. Ojalá haya alguien que se vea en el espejo o que diga: «Yo también necesito ayuda». Ojalá esto sirva para algo.
M.G.- Ahora que has mencionado el 8M, ¿qué radiografía harías tú de la situación de la mujer? Es verdad que hemos avanzado mucho. Probablemente nos quede mucho que avanzar. ¿En qué situación estamos?
C.S.- Ahora mismo, una muy triste. Muy triste. Yo estoy muy triste. Lo que ha pasado este año me parece una cosa tan lamentable. Que haya habido tantísimas mujeres que nos han posibilitado que tú estés hoy haciéndome la entrevista y yo contestándotela, que teniendo las niñas otras opciones distintas a las nuestras, y que estemos escuchando dos mensajes contrapuestos,... Uno, que no existe la desigualdad, que eso nos lo hemos inventado, llamándonos feminazis a las feministas. Y luego, por otra parte, están las que se han olvidado de que somos mujeres y que nos queda mucho por avanzar, que andan gritando como si las demás no quisiéramos que las trans- tuvieran todos sus derechos. Esto es un incendio en medio del que se han olvidado los derechos de las personas. Creo que lejos de haber un interés porque la sociedad mejore, lo que hay es un interés por quedarse en ese juego de la silla. Se están olvidando de lo que realmente somos las mujeres. Hay ochenta que gritan y millones que callan.
M.G.- Vamos a centrarnos en los personajes, Cruz. Esta novela narra la historia de Clea que, al conocer a Henry, entran en una relación de amor con h, en una relación tóxica. Hablemos de Clea, por ejemplo, hay un antes y un después, obviamente, después de Henry. ¿Cómo es el personaje? ¿Cómo evoluciona?
C.S.- Pues mira, Clea es una señora de treinta y cinco años, sin problemas económicos, arquitecta, alegre, vital, que se apunta a un bombardeo. Ella se cansa de los hombres antes de que las relaciones se vuelvan serias y no tiene un anclaje realmente con nada importante. Sí es muy perfeccionista, auto-exigente y nunca ha tenido un gran fracaso. Pero se empeña en que la quiera alguien que no sabe querer, o que no quiere querer. Y ahí hay un antes y un después. La Clea de la mitad de la novela es una Clea destrozada, pero la Clea del final de la novela es una Clea sorprendente.
M.G.- Henry es la pareja de Clea, una persona manipuladora, un maltratador. Todo maltratador tiene un perfil psicológico muy concreto, con unas cualidades muy concretas. ¿Cuáles son las que tiene Henry?
C.S.- A mí me encanta la definición de Miguel Lorente, un andaluz y una de las personas que más saben de violencia de género del mundo. Él dice que un maltratador es un narcisista perverso. Y creo que es así. Normalmente suelen ser personas acomplejadas que necesitan establecer una relación de poder, una relación de sumisión en una relación afectuosa. Necesitan que la otra persona se sienta inferior y que sienta que está agradecida por estar con él, porque realmente ni a él mismo le gusta cómo es. Creo que suelen ser de los que cuentan que son estupendos, pero en el fondo están llenos de complejos. Narcisista, perverso, acomplejado,... Creo que esa es la radiografía. Pero luego son encantadores socialmente.
M.G.- Encantadores de serpientes, que se suele decir.
C.S.- Claro, encantadores socialmente. Ahora ya están más controlados los medios pero antes, le ponías un micrófono a los vecinos y todos decían: «Pero si era una pareja excepcional, buenísima, ejemplar, ¿cómo es posible que esto haya pasado?» Pues hacía falta que la matara para que todos se dieran cuenta de que ahí estaba pasando algo anormal.
M.G.- En esta novela hay mucho personaje femenino. El tema está muy vinculado con la mujer. Seremos muchas las mujeres que leeremos esta novela pero a mí me interesa mucho el efecto que causa en el hombre.
C.S.- Piensa que en esta novela hay dos homicidios y una investigación policial. Así que, por ahí los hombres,... Además es sorprendente porque es muy ambigua en todo momento y, al final, hay una solución muy concreta.
Cuando salió la novela, la primera persona que me entrevistó fue un hombre. Me llamó mucho la atención que me dijera que se había quedado preocupado. ¿Por qué?, le pregunté. Me dijo que porque le había parecido muy buena y se había quedado preocupado con un comportamiento suyo. Me dijo que él, cuando discute, castiga con el silencio. Y es que castigar con el silencio es un castigo muy brutal, o con la desaparición. Ahora los modernos lo llaman ghosting pero eso ha pasado toda la vida. El silencio como castigo, cuando el otro necesita saber, es muy doloroso y además parece inocuo. Nadie siente que está haciendo nada grave. Esta novela es un buen espejo porque creo que va a haber hombres que comprendan. La falta de autoestima de las mujeres, vista desde fuera, es bastante incomprensible. Tú ves gente que va con una soberbia por el mundo, increíble y sobre todo injustificada, y luego ves gente que vale un montón y que dices: «Si tú vieras en el espejo lo mismo que veo yo». Creo que a los hombres también les puede ayudar a conocernos un poco mejor, porque hay cosas, como lo de la autoestima, que son muy difíciles de entender.
Las mujeres que salen de relaciones violentas, más tarde tienen otras. En parejas heterosexuales, me refiero, porque es de lo que va el libro. En relaciones heteros, hay muchas mujeres que salen de historias violentas, que luego empiezan a tener historias con hombres que necesitan entender qué ha pasado. Por eso creo que esta historia puede ayudar a que se entienda cómo es el proceso para llegar hasta una situación de destrucción personal tan brutal.
M.G.- ¿Y has construido los personajes basándote en personas de tu entorno?
C.S.- Estos personajes son la suma de muchas personas pero no he tenido la inspiración de nadie. Igual que, por ejemplo, en Cazar leones en Escocia, para una de las dos mujeres mayores tenía en la cabeza a una amiga que murió, en esta novela, los personajes son totalmente ficticios.
Lo que sí son reales son las historias. Es decir, he procurado buscar situaciones que ejemplifiquen el maltrato psicológico o cómo te llevan a determinadas situaciones, uniendo muchos patrones de conducta que he escuchado. Es decir, es una novela muy documentada, muy documentada, sin que yo me haya sentado, y me ha haya puesto a estudiar para escribirla. Es una novela muy documentada con cientos de testimonios.
No sé si la novela tendrá éxito o no tendrá éxito, porque hay novelas buenísimas que se mueren sin haber visto un éxito tremendo, y hay novelas malísimas que tienen un feedback brutal. No sé cuál será el destino, pero la intención y el esfuerzo ha sido el máximo que podía dar.
M.G.- Entre los temas que se abordan en la novela está la depresión, el amor tóxico, la manipulación sentimental. Algo que siempre me ha llamado la atención es que pensamos que la mujer maltratada corresponde a un estrato social bajo. Pero, en la realidad y en la novela, vemos que no es así. Afecta a cualquier mujer. ¿Cómo se puede escapar de una relación tóxica?
C.S.- Para escapar lo primero que hay que hacer es identificar el problema. Pero no quieres perder lo que tienes. Aunque sea algo pernicioso, a ti te parece algo excepcional. Te parece que tienes la suerte de tu vida porque él te ha hecho ver que tienes la suerte de tu vida por estar con él. Y una cosa que se repite mucho es el hacer pensar que, si no te quiero yo, no te va a querer nadie. Así que, lo primero que hay que hacer es ser consciente de que tienes un problema. Pero es un error decirle a otra persona lo que le está pasando.
Lo que siempre he hecho cuando me he encontrado a una mujer así es escucharla, hasta donde ella quiera contar. Cuando una mujer se escucha a sí misma, se escucha decir en voz alta lo que le está pasando, su cabeza hace un clic. Y si no, pues coge confianza contigo, y le puedes abrir las puertas a una ayuda profesional. Para que una víctima salga, lo primero que debe ocurrir es que lo asuma. También ir a un psicólogo, aunque sea para arreglar su situación, ayuda a que la mujer se dé cuenta de lo que está viviendo.
M.G.- Mezclas voces narrativas en la novela. Se habla en tercera persona, con ese narrador omnisciente que prácticamente narra el grueso de la novela. Pero también vemos una segunda persona. Clea reflexiona mucho y entra mucho en monólogo interior. ¿Cómo ha sido manejar esas voces?
C.S.- Es como me sale. Te podría contar un rollo tremendo, que si utilizo la técnica del no sé qué. Cuando lees a alguien que ha escrito sobre tu novela es muy divertido porque dicen que si eres una experta en la gestión de los tiempos y tal, y cual.
Yo no he hecho cursos de cómo escribir una novela. Escribo como a mí me sale. Es verdad que dicen que manejo bien el irme para atrás, para adelante en el tiempo, y tal y usar unas voces. Pero de verdad, es como el que toca el piano de oído. Agradezco mucho haber tenido muy buenos profesores de lengua y de literatura cuando era pequeña. Creo que me enseñaron a leer muy bien y creo que, al final, lo que he aprendido ha sido de leer, de leer muchísimo. Lo que he aprendido ha sido leyendo.
M.G.- Pues mira que hay autores que dicen que ellos no leen, que solo escriben. Cosa bastante incomprensible.
C.S.- Pero porque han leído antes. Cuando tengo un ratito, procuro irme a escribir, pero yo he leído toda mi vida. Es más, yo me leo hasta las etiquetas del champú. Es que no lo puedo evitar. Es el vicio de leer.
Mira, aprendí a leer en la guardería. Mis padres no sabían que yo sabía leer. Creo que he tenido la suerte, la fortuna, de tener grandes maestros, y eso es fundamental en la vida.
M.G.- Te doy totalmente la razón. Me pasa igual. Creo que soy lectora hoy gracias a los profesores que tuve.
C.S.- Hay que ser agradecido. Soy chica de pueblos, educada en andaluz, y eso se agradece, porque es una forma de entender la vida. Yo soy por lo que han sido conmigo.
M.G.- Dos últimas preguntas para terminar. No me quiero dejar atrás los escenarios, que son muchos en esta novela. ¿Qué importancia tienen las localizaciones en la historia?
C.S.- Las localizaciones tienen, para mi gusto, la importancia de abstraerte de la historia. Por ejemplo, hablo de Biarritz y todo el mundo me dice que cómo se nota que he estado en Biarritz. Yo no he ido a Biarritz en mi vida. Lo que pasa es que ahora tenemos la posibilidad de documentarnos muy bien porque tenemos toda la información a nuestro alcance.
Creo que poner en escenarios bonitos a gente con desahogo económico, te permite centrarte en la parte psicológica, en el alma, que es lo que a mí me interesa. A mí me interesa lo profundo de las personas y todo eso es mucho más fácil con ciudades como Nueva York, que todo el mundo tenemos identificada con el cine, o Biarritz, que la identificamos con la antigua nobleza. Y mis descripciones son breves pinceladas, pero creo que te transportan a lo que tienes en la cabeza. Hacerlo todo cómodo, te permite luego bajar al barro, al terreno de las emociones, de las bajas pasiones que, al final, es lo que nos preocupa a todos. Porque las bajas pasiones mueven el mundo muy a nuestro pesar y condicionan nuestra vida.
M.G.- Y ya para finalizar, en ese proyecto de futuro que tienes, de verte en el día de mañana, centrada, escribiendo únicamente, entiendo que vas a seguir escribiendo ficción.
C.S.- Estoy en el tercer capítulo de la siguiente novela. Me voy a los años 40, del siglo pasado, y me está encantando. Igual que te digo que esta la he sufrido, con esta otra estoy teniendo mucho que estudiar, porque claro, tienes que documentar un entorno. Creo que es una novela bastante ambiciosa, pero me está gustando mucho. Ahora estoy buscando mis ratitos para poder ponerme a escribir. Tengo la suerte de que, cuando tengo un rato, me concentro y me concentro. Como tengo tampoco tiempo libre, la inspiración no es un lujo para mí. Y además hay otra cosa. Los abogados tenemos una cosa buenísima. Me he pasado veinticinco años escribiendo historias que no decidía yo, que tenía que documentar, y para la que no tenía el lujo ese de encontrar la inspiración. Tenías diez días, cinco días, veinte días, y tenías que hacerlo cuando te tocaba. Toda esa formación profesional es buenísima porque si tengo una historia que contar, me siento y la cuento.
Estos cincuenta años de mi vida me han venido muy bien. Ansón [se refiere a Luis María Ansón] me dice que debería dejarlo todo para ponerme solo a escribir y que tengo la suerte de haber empezado a escribir en la edad ideal, porque hay que vivir antes de escribir.
M.G.- Hay que tener bagaje. Cruz, lo dejamos aquí. Te agradezco que me hayas atendido. Muchas gracias por haber venido a Sevilla y un placer hablar contigo.
C.S.- Un placer. Gracias a ti.
Sinopsis: Ella tiene una obsesión
Él tiene un objetivo
Un crimen imperfecto los arrastrará a situaciones diabólicas
«El deseo lo vestía todo: la diversión, la necesidad. ¿A quién le importan las desavenencias, los desencuentros o las tensiones? Los malos recuerdos murieron contigo. Seré la custodia, la cancerbera de un relato único, de una historia de pasión desenfrenada, de entrega, de una tormenta de necesidad desgarradora. Lo seré siempre».
La pasión de Clea Castán son las reformas, algo en lo que la joven arquitecta va adquiriendo prestigio poco a poco en su Madrid natal. Hija única de un consultor de éxito y un ama de casa, desde pequeña, la perfección y la belleza que rodean su trabajo y su vida independiente son las máximas que dirigen sus pasos, siempre custodiada por el amor incondicional de sus padres. Pero esta situación idílica va a dar un vuelco hasta un extremo que ni a Clea ni a los suyos se les había pasado jamás por la cabeza. Los ingredientes no pueden ser de mejor calidad: un palacete que reformar en Biarritz, un atractivo aristócrata inglés, un amor apasionado y sensual, y una vida de lujo llena de ambientes de objetos hermosos. Sin embargo, el plato que Henry Astor VI cocina para Clea se sirve frío y es amargo, porque el aderezo lleva celos, obsesión, egoísmo, perversión… y muerte.
Biarritz, Nueva York, Madrid, Londres, Viena son los escenarios de la segunda novela de Cruz Sánchez de Lara, un thriller psicológico que disecciona la psicología del mal amor, del no amor al que ponemos nombre propio, que nos reduce a la nada, que nos hace desear morir o matar, que nos lleva a pozos de oscuros fondos de los que es difícil salir sin la ayuda de la única persona cuyas iniciales deberíamos añadir siempre al amor: las nuestras.
Leo la entrevista y es que... sin tener la experiencia, ya imagino lo complicado y duro que tiene que ser escribir sobre esto. Temáticas muy duras, que además ha presenciado en primera línea, muy en contacto con ellas por su trabajo. Muy duro... y también tiene que ser duro leerla, temáticas dolorosas. Pero indudablemente, necesarias conocer.
ResponderEliminarPor cierto, también me parece incomprensible esto de algunos autores que señalan que solo escriben, que no leen jaja Como dice Cruz, habrán leído antes al menos, porque si no... no sé, es como correr antes que caminar. En fin.
Un abrazo.
Un abrazo.
Buenas tardes, Marisa. Al empezar a leer esta entrada pensé que me apetecía mucho la primera novela. Ya el título es cautivador y sabes que las historias familiares me seducen sin remedio. No me apeteció tanto la segunda cuyo título me dice menos, pero a medida que te leía y leía las respuestas de la autora me he convencido totalmente. Apunto las dos.
ResponderEliminarUn beso.