El nombre de Greta Alonso sale a la luz en 2020, cuando publicó El cielo de tus días (Editorial Planeta). Lo que muchos pensamos que era una autora nueva, que publicaba por primera vez con su nombre y apellido, se convirtió en un misterio. Greta Alonso es un seudónimo. No es la primera vez, ni será la última, en la que un autor o una autora se refugia tras un nombre y no quiere formar parte del mundo de las ferias del libro, de las firmas, de las promociones cara a cara. No será la primera vez, ni la última, que un autor o una autora prefiere mantener su parcela de intimidad, dedicarse a idear historias, entretener al lector con relatos llenos de suspenses e interactuar con ellos a través de redes sociales, sin que conozcamos su rostro. No pasa nada. Todo es respetable. Al fin y al cabo, lo que más prima es la calidad literaria y que la historia sea buena, enganche y funcione. Que la autora en cuestión sea rubia o morena, alta o baja, de ojos azules o marrones es algo totalmente intranscendente. Pero claro, es inevitable que el lector sienta curiosidad. Especialmente si sus novelas tienen éxito, gustan, se leen y se recomiendan. Eso es lo que pasó con El cielo de tus días.
Ahora, tres años después, Greta Alonso vuelve a publicar. La dama y la muerte es una nueva novela negra, con un nuevo investigador protagonista. Mateo Valtierra se enfrenta a una investigación criminal. La víctima será Lucas Cúe, un futbolista de élite, retirado en el mejor momento de su carrera profesional. ¿El asesino? Eso es lo que Mateo tendrá que averiguar. Y en esta investigación se cruzará un nombre, el de un pintor o pintora, que se esconde bajo el seudónimo de Dama. Sus cuadros adquieren un precio desorbitado y eso que nadie sabe lo que los lienzos contienen. El que adquiere «un Dama» lo hace con la obra envuelta, sin ver la pintura previamente, y firmando un contrato de confidencialidad para no desvelar ningún detalle de la pintura. Con estos mimbres, Greta Alonso nos promete una historia que atrape al lector y lo adentre en el mundo del arte.
Hace unos días, pude conversar, vía Zoom, con Greta Alonso. Obviamente no me mostró su rostro. Solo sus manos. Os dejo con nuestra conversación que puedes leer o bien ver en el vídeo que os dejo más abajo.
Marisa G.- Greta, encantada de hablar contigo. Te saludo desde Sevilla. No sé exactamente en qué punto estás tú.
Greta A.- Estoy en el norte. Cerca del mar.
M.G.- Cerca del mar. Un sitio estupendo.
Me gustaría hablar de tu segunda novela pero para empezar, quisiera saber cómo has vivido el éxito de tu anterior novela. Si te esperabas esa buena acogida que tuvo el título previo entre los lectores y la crítica.
G.A.- Con muchísima ilusión. Esa primera novela la escribí casi a modo de terapia. Fue una forma de evadirme del trabajo y de la vida diaria. Salía de trabajar, acababan todas mis obligaciones cotidianas, y me sentaba a escribir. Fue una sorpresa que Planeta la quisiera editar y que además aceptaran que lo hiciera con seudónimo.
Y en cuanto a la aceptación de los lectores, fue algo maravilloso. No lo esperaba. Así que tengo mucho que agradecer. Ver que estás escribiendo algo, que te ilusiona, que hay personas que lo leen y que gracias a eso esas personas, que lo mismo han tenido un mal día, pueden evadirse, me parece maravilloso.
M.G.- Te leí en las entrevistas que diste con aquella primera novela que no todas las editoriales estaban dispuestas a aceptar el anonimato, que publicaras con seudónimo, que no tuvieras tampoco un contacto directo con los lectores,... Algunas editoriales no comprendieron tu decisión.
G.A.- Sí, pero yo también comprendo a estas editoriales. Es muy difícil lanzar a un escritor con seudónimo. Hoy en día, los autores hacen giras promocionales, van a ferias, y contactan con los lectores cara a cara. Entiendo que para las editoriales no es fácil que el autor no haga estas cosas. Pero a Planeta le encantó la novela y decidieron arriesgar. Y con la segunda novela ha vuelto a pasar lo mismo, les ha gustado mucho, y han aceptado que no haga promoción y que no vaya a ferias.
Es cierto que, cuando se publica con seudónimo, hay un hándicap. Personalmente, para mí tiene muchas ventajas porque el seudónimo me permite mantener mi vida como siempre y compaginarlo con mi trabajo, que es bastante exigente. Es algo que me da mucha libertad. Sin embargo, también me dificulta mucho el contacto con los lectores. Es algo que empieza a ser algo complicado. Aunque utilizo mucho las redes sociales e interactúo mucho por Instagram, se pierde el cara a cara y poder dedicarle un libro a una persona que te lee desde el principio, que te admira. No es fácil lo del seudónimo. Tiene ventajas pero también ese lado oscuro.
M.G.- No será fácil tampoco que tu entorno mantenga el secreto. No sé si a veces sientes temor de que haya alguna filtración. A mí me parece Greta que tú no respondes a la imagen típica de novelista, de esos escritores que les encantaría tener éxito literario y poder dejar su trabajo, para dedicarse únicamente a escribir. Creo que tú vas en otra línea.
G.A.- Para mí, lo ideal sería poder compaginar mi trabajo con la literatura, a la que todavía considero una afición. Para mí la literatura es una evasión. Si tuviera que vivir de la literatura, la evasión se convertiría en presión. Me da mucha libertad el tener mi trabajo por un lado, y la literatura, por el otro. Escribo cuando tengo algo que decir, cuando necesito expresarme. No sé si podría vivir como lo hacen otros autores. En eso soy algo diferente.
Y luego, las personas que saben quién soy, familia y amigos muy íntimos, confío plenamente en ellos. De todas maneras, si en algún momento alguien me preguntara si soy Greta, lo negaría. Y en la gente de la editorial también confío plenamente. Además, creo que la gente va mucho a lo suyo. Mira, este anillo que llevo ahora (se ve en las imágenes del vídeo) a veces me lo quito, pero otras veces se me olvida. Y hago mi vida cotidiana con el anillo puesto. No se fija nadie. Creo que hoy en día vivimos tan acelerados, estamos tan metidos en nuestra rutina y problemas, que no nos fijamos en nada más.
M.G.- Hablemos de La dama y la muerte. Me gustaría que les contaras a los lectores qué se van a encontrar en esta nueva novela.
G.A.- Es una novela negra, policíaca y muy vertiginosa. Me he obsesionado mucho con esta novela. Es muy rápida y tiene mucho que ver con el mundo del arte, con las obras de arte robadas, con las subastas, con la restauración.
Todo comienza con el asesinato de Lucas Cúe, un deportista que se ha retirado en la cima de su carrera. Mateo Valtierra, el inspector que investiga el caso, encontrará muy pronto un nexo entre este crimen y la obra más reciente de un pintor o pintora, no se sabe, que se hace llamar Dama. Es también un seudónimo. Sus cuadros siempre se subastan envueltos. La tarde anterior a la muerte de Lucas se ha subastado un cuadro de Dama en Sotheby's, en Londres. Valtierra encuentra una conexión entre el crimen y esa obra. Ahí comienza una trama en la que hay que averiguar quién ha matado a Lucas, quién es Dama y también qué hay en los lienzos. Los cuadros de Dama siempre se subastan envueltos. Nadie sabe qué hay pintado en ellos y esa incógnita es la que hace que sus precios sean cada vez más elevados. ¿Por qué utiliza seudónimo y por qué sus cuadros se subastan envueltos?
Anticipo que los motivos que tiene Dama para pintar con seudónimo no tienen nada que ver con los míos para escribir.
M.G.- Son motivos distintos pero sí es un guiño hacia a ti misma, hacia tu forma de presentarte en literatura.
G.A.- Sí. El hecho de haber publicado la primera novela con seudónimo me afectó. De manera inconsciente, creo que eso me hizo idear esta trama. Fue surgiendo poco a poco la idea del pintor con seudónimo y los cuadros ocultos. Pero como digo, mis motivos no tienen nada que ver con los de Dama. Es curioso porque me identifico mucho más con la víctima, con la necesidad de Lucas Cúe de vivir tranquilo, de huir de la vorágine. Con 24 años se retira porque está muy desengañado del deporte de élite, con todo lo que tiene que ver con la publicidad, con los medios, los flashes, las fiestas y los eventos. Así que se retira del ruido.
[Si prefieres ver y oír nuestra conversación por Zoom, dale al play]
M.G.- Sé que acostumbras a llevar una libreta en la que vas a apuntado cosas que se te ocurren o que ves. ¿Cuáles son esos chispazos o esos detalles tras los cuáles presientes que hay una historia?
G.A.- Anoto muchísimas ideas que me van llegando. Soy una persona a la que le gusta mucho estar en la calle, hablar con la gente, observar, y no sé muy bien de dónde vienen las ideas. Las voy a apuntando como van llegando y tengo montones de cuadernos. Llega un momento en el que todas esas ideas comienzan a encajar. Es como si fraguaran en una idea mayor. Cuando llega esa gran idea, entonces es cuando me siento a escribir, cuando tengo muy claro qué es lo que quiero plasmar en las páginas, el inicio, nudo y desenlace. Lo que ocurre es que, luego van surgiendo otras subtramas o ideas nuevas que, en un principio, no estaban ahí.
Muchas veces los personajes van tomando las riendas y hacen cosas en las que yo no había pensado, se acaban casi independizando de mí. Pero yo les doy libertad. Creo que eso es bueno para una novela, que no sea demasiado rígida, que se le dé dinamismo porque eso hace que sea más rica.
M.G.- Hablas de anonimato porque no sabemos si Dama es pintor o pintora. Hablas de secretos con esos lienzos que se subastan envueltos. Hablas de contratos de confidencialidad. Todo esto genera mucha expectación y es lo que hace que los cuadros de Dama se vendan a precios desorbitados. Esto conecta con uno de los temas que muestras en la novela, con las apariencias, con el postureo, con el poder, con demostrar a los demás que te puedes permitir comprar un Dama.
G.A.- Es muy curioso cómo las personas nos dejamos arrastrar por las opiniones de los demás, ya sea por una moda o por el postureo. Los cuadros se vendan cada vez más caros sin que la gente vea qué hay en el lienzo. Solo se oyen rumores. Se dice que los cuadros son bestiales, que tienen una calidad inmensa. Se sabe que Dama pinta con la mano izquierda y que la firma está oculta, como hacía Durero. También se dice que esos cuadros pueden formar parte de un todo, de una tabla gigantesca que se ha troceado y que se vende por trozos. Esto es algo que ocurrió ya. En Madrid, hace mucho tiempo, había pintor, Paris Anglada, que pintó una tabla gigantesca que luego se troceó en veintiún trozos, y esos trozos fueron apareciendo un siglo después en el Rastro de Madrid. Esa idea me sirvió para montar una hipótesis sobre los cuadros de Dama. Pero no hay nada claro. Toda esa incógnita es lo que hace que los cuadros de Dama sean más interesantes. Esa intriga y ese misterio despiertan el interés de la gente porque cuando algo está oculto, más interés sentimos. El ser humano es explorador y siempre queremos ir más allá.
M.G.- Mateo Valtierra será el encargado de investigar el asesinato de Lucas Cúe. ¿Cómo es Mateo? Creo que el caso lo absorbe tanto que llega incluso a implicarse de manera personal.
G.A.- Es el personaje con el que más vamos a empatizar. Al menos, yo empatizo mucho porque tengo mucho en común con él. Mateo proviene de un barrio obrero y su familia es muy humilde. Su madre tiene un bar y tiene un hermano con problemas mentales. Mateo es un hombre que ha estudiado mucho y ha progresado mucho dentro de su ambiente laboral. Él es imagen de esa generación, de los 70 y de los 80, que pudo ir un poco más allá de lo que pudieron sus padres o sus abuelos. En su barrio, prácticamente se le considera un dios. También es un líder en su familia, al que todo el mundo acude, cuando tienen un problema. Me gusta mucho este personaje porque es totalmente normal. No es el inspector cliché, con traumas de la infancia, violento, ni tiene ningún tipo de pasado truculento. Él es una persona normal a la que iremos viendo evolucionar. Le afectará todo lo que ocurre en la novela porque se implica demasiado y lo acaba pagando caro. Es un hombre pragmático, muy escrupuloso con las formas, metódico, que va perdiendo el norte. Surge una parte de él, que siempre ha estado ahí pero oculta. Los acontecimientos que vivimos nos hacen conocer partes de nosotros mismos que ni nosotros conocemos.
M.G.- Mateo tiene un hermano, Samu, con problemas mentales, con el que está muy unido. Su relación con Samu, ¿ha marcado su personalidad?
G.A.- Sí. Mateo se ha sentido siempre protector con su hermano. Siente que Samu es responsabilidad suya, en parte. Es una persona que ayuda a los demás, de las personas que resuelven los problemas. Pero ese rol que ha adquirido, el de ayudar, termina por pesarle demasiado porque se implica con todo el mundo y siempre está en el meollo de todas las situaciones. Creo que al final él mismo acaba saturado de su forma de ser.
M.G.- Greta, cuando un autor publica una novela policíaca, protagonizada por una policía, un investigador, y esa novela tiene éxito, por regla general, ese personaje vuelve a repetir. Sin embargo, tú has querido cambiar de manera radical y hacer algo muy distinto, en vez de hacer lo habitual, continuar con el personaje y seguir explotándolo.
G.A.- Da pena cortar con un personaje porque lo he creado yo y sientes afinidad. Pero también te digo que cambiar de personaje da mucha libertad. Cuando vas a escribir una segunda novela, con los mismos personajes, te puedes sentir muy limitada porque cuentas con una serie de pautas preestablecidas que no se pueden cambiar. Pero con un nuevo personaje, se siente más libertad. Y probablemente vuelva a cambiar. Mateo es un gran personaje y me va a dar mucha lástima. Bueno, no sé, no lo he decidido todavía pero creo que es bueno ir cambiando de personajes. Además, si una historia está bien contada y finaliza, a lo mejor ese personaje no tiene más recorrido. Y tampoco tenemos por qué ser reiterativos. En cualquier caso, no lo tengo decidido. Pienso que Mateo es mi mejor personaje, mejor que los de la novela anterior.
M.G.- Hay muchos más personajes en la novela. Tenemos a un juez, hay especialistas en restauración y otros tantos. Me gusta porque tejes una red en la que, de un modo u otro, algunos personajes están vinculados. A lo mejor son personas del pasado que vuelven al presente, antiguas relaciones,...
G.A.- Sí, además son personajes que vienen de estratos sociales muy distintos. Eso es algo bueno. Además, tienen diferentes edades, profesiones o intereses.
A veces pienso que vivimos en una burbuja. Nos relacionamos con gente de nuestro ámbito laboral, de nuestra edad, de nuestro ámbito social, y casi estamos recluidos en un mundo que podría ser mucho más rico si abriéramos nuestro campo de visión. Es algo que me gusta hacer en las novelas.
En este libro, aunque son personajes muy distintos, están todos interrelacionados. Además podemos captar la brecha generacional que se percibe también en esta libro. Y una brecha social, que se ve entre el mundo de Mateo y el mundo sofisticado y glamuroso de las casas de subastas, de los museos, el mundo de Bianca de Arbide, que vive en una mansión impresionante, o el mundo de Miriam, con despacho en la City de Londres, lleno de obras de arte. Es un contraste interesante, ver cómo las personas, aunque se muevan en ambientes tan diferentes, y tengan formas de ser y de vivir tan distintas, en lo básico, a todos nos asolan las mismas pasiones como el miedo, la ira, el dolor, el amor,... Es algo universal que está en todos.
M.G.- Y hay personas muy oscuras, como Gresilda Stoner. Un personaje muy siniestro.
G.A.- Es una mujer muy turbia. Desde el principio, el lector es consciente de que oculta algo. Nada de lo que dice es cierto, y siempre habla con medias verdades. Además, la ubiqué también en un ambiente bastante siniestro, en esa casa de piedra, con ese jardín con lago, lleno de nenúfares, y esa vidriera de San Jorge y el dragón. Todo acompaña al personaje. Disfruté muchísimo recreando esa casa y ese ambiente.
M.G.- En una novela en la que el arte y las subastas están muy presentes, entiendo que habrás tenido que consultar fuentes para documentarte.
G.A.- Mi formación es científica y no tiene nada que ver con el arte y la literatura. Sin embargo, el mundo del arte me ha interesado desde siempre y, en cierta manera, me ha llegado hasta obsesionar. Ya había escrito algo, algún relato, relacionado con el mundo del arte y tenía la espinita de escribir una gran novela sobre este tema. Lo que pasa es que hay un gran peligro cuando se escribe sobre arte y es que, lo que se escribe, sea demasiado académico, demasiado denso. Por eso, lo más complicado ha sido sintetizar toda la información que iba recabando, que ha sido muchísima. Hay libros, documentales, puedes visitar museos. La información sobre arte es infinita y, además, muy interesante. Por ejemplo, el tema de las subastas, como te comentaba antes, con cuadros troceados o desaparecidos o destruidos. Fue complicado resumir todo eso, y quedarme solo con una parte que era adecuada para la novela, sin hacerla demasiado farragosa, sin que al final resultara un libro académico. Tenía muy claro que estaba escribiendo una novela policíaca, donde lo básico eran los personajes, la trama, la investigación policial, científica y forense.
He disfrutado mucho. La escritura de este libro ha sido maravillosa. Me ha dado pena acabarlo, y quizá por eso lo he estado revisando durante tanto tiempo, porque no quería desprenderme de él. Ahora me va a costar ponerme a escribir porque los personajes y la trama siguen ahí. Me va a costar pasar página.
M.G.- Introducir subastas en la novela te ha obligado a moverte por distintos escenarios. Ese mundo, el de las subastas, es algo que siempre me llamó la atención. Me imagino un mundo glamuroso, con gente con mucho dinero, mucho tiempo libre,... Esto es lo que yo me imagino. ¿Qué te has encontrado tú? Y luego, háblame un poco de los escenarios.
G.A.- Me encanta conocer los lugares que aparecen en mis novelas. Por ejemplo, aparece el museo Lázaro Galdiano, que recomiendo a todo el mundo que lo visite. No es muy conocido. Está en Madrid, en la calle Serrano. Es un caserón maravilloso, con obras de Goya,...
Con respecto a las subastas, es curioso porque tenemos la idea de que, para acceder a una subasta de obras de arte, hay que tener algún tipo de recomendación o tiene que ser una persona de determinado estrato social, pero no es así. En una subasta de arte puede entrar cualquiera. Pero es curioso porque, la persona que está realmente pujando por la obra, no es la persona que está en la subasta. Muchas veces, las personas que están en la sala son galeristas, agentes o personas que representan a los auténticos compradores. Y sí es un mundo glamuroso. Ha habido subastas memorables. Por ejemplo, un príncipe saudita adquirió un cuadro de Leonardo da Vinci, el Salvator mundi, por seiscientos millones de dólares. Fue en Christie's. Y a las pocas horas se empezó a rumorear que el cuadro era falso. Y luego hay otro caso de un cuadro barroco que se encontró en un piso. Se iba a subastar en Ansorena por mil quinientos euros. Era un cuadro sin más, de autor desconocido, pero empezó a correr el rumor de que era un Caravaggio. Entonces, el Ministerio de Justicia reclamó el cuadro, paralizó la subasta, analizó el cuadro y, efectivamente, se trataba de un Caravaggio. Se declaró bien de interés cultural. Hay un montón de anécdotas relacionadas con el mundo de las subastas. Algunas se relatan en la novela y otras muchas se han quedado en el tintero.
M.G.- Para terminar, me gustaría preguntarte por qué eliges este seudónimo concreto. ¿Por qué Greta Alonso?
G.A.- Tiene mucho que ver con mi madre. Mi madre siempre insistía en que me tenía que haber llamado Greta. Cuando me planteé enviar el manuscrito a editoriales, yo ya tenía claro que lo quería hacer con seudónimo. Y elegí Greta como nombre. Y Alonso, es un apellido muy común en España y, al ser Greta un nombre algo especial, lo de Alonso encajaba muy bien. Ahora mismo, la verdad, cuando estucho Greta Alonso me siento yo. No considero que sea otra persona ni siento que sea un seudónimo. Lo siento ya como si fuera mi auténtico nombre. Me identifico plenamente.
M.G.- Greta, pues lo dejamos aquí. No te quiero robar más tiempo. Te agradezco que nos hayas regalado esta nueva novela. Espero que sigamos hablando sobre literatura, sobre una tercera novela. Y si llega el día que decides salir a la luz pues nosotros, los lectores, estaremos encantados y si no, pues no pasa nada. Te doy las gracias por atenderme y te deseo mucha suerte.
G.A.- Muchas gracias. Gracias por no importante el hablar conmigo de esta manera, aunque no se me pueda ver el rostro. Te agradezco mucho que me hayas permitido participar de esta charla. Gracias.
M.G.- Un saludo desde Sevilla. Y hasta la próxima.
G.A.- Gracias.
Sinopsis: Nadie sabe quién es Dama, solo que pinta. Se desconoce si es joven o anciano, si es hombre o una mujer. De Dama solo se ha oído que emplea su mano izquierda, que ejecuta sus trabajos como acuchillando el lienzo. Salvo aquellos que las compran, nadie ha visto lo que oculta bajo el papel de estraza con el que envuelve sus pinturas.
Con cada subasta, su obra se revaloriza y la incógnita sobre su identidad aumenta; pero cuando Lucas Cúe, el popular deportista, aparece brutalmente asesinado, el inspector Valtierra debe encontrar un nexo entre el crimen y el cuadro más reciente del misterioso pintor; descubrir quién acecha tras el seudónimo.
Santander, Madrid, Londres, París. Una amalgama de horror y belleza, una trama vertiginosa y oscura que nos sumerge en el mundo del arte y la muerte, en las sombras ocultas que manejan nuestras vidas.
Alguien la observa, respira a su lado, y ella concluye que va a morir.
Fantástica entrevista enhorabuena. Yo tengo pendiente El cielo de tus días, de esta autora espero leerlo pronto chao
ResponderEliminarJusto esta semana estoy con su novela. Me ha encantado la entrevista y siento mucha curiosidad por saber quién puede ser. La novela me está gustando mucho. Besos.
ResponderEliminarYo vivo empanada, que no sabía que el nombre de esta autora era un seudónimo... Muy interesante la entrevista y desde luego su último libro es muy tentador. Pero tampoco he leído el anterior, así que me voy con muchos deberes apuntados.
ResponderEliminarBesotes!!!!
Leí una reseña sobre esta novela y me convenció lo que cuenta el administrador del blog en sus impresiones. Junto con las respuestas de la anónima autora invita a leerla, sin duda. Besos.
ResponderEliminarQuise decir pseudónima, Marisa. ¡Ains! Lapsus. Besos.
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