Año: 2022
Nacionalidad: España
Director: Joaquín Mazón
Reparto: Karra Elejalde, Enric Auquer, Megan Montaner, Lander Otaola, Maribel Salas, Gorka Aguinagalde, Yanet Sierra, Manuel Burque, Pablo de Santos, Unax Hayden.
Género: Comedia
Sinopsis: Mikel, un joven y ambicioso chef, recibe la visita inesperada de su padre, desaparecido hace treinta años. En un momento crítico para el futuro de su restaurante, Mikel deberá hacerse cargo del alocado e imprevisible Juan, un verdadero huracán de vitalidad que pondrá a prueba todas sus ideas sobre la cocina y la vida.
[Fuente: Filmaffinity]
Me gusta el género de la comedia. Ver una película durante hora y media, que te haga reír, es un bálsamo para los días más grises. Pero debe ser comedia pura. Nada de esas cintas pseudo-cómicas, mezcladas con un romance excesivamente edulcorado, que ni te despierta la risa ni te provoca una carcajada. Y me gustan las comedias de cualquier nacionalidad: británicas, francesas, argentinas, italianas y, por supuesto, españolas. Si además de comedia el reparto lo encabeza un actor como Karra Elejalde, la tentación es demasiado poderosa como para resistirse. Así que, aquí me tenéis. Vengo a hablaros de La vida padre.
En La vida padre todo gira alrededor de una familia y el restaurante Ataria, en Bilbao. Para conocer la historia completa hay que retrotraerse en el tiempo, y viajar al año 1990. Por entonces, el Ataria era un restaurante reputadísímo, dirigido por el genio culinario Juan Intxausti. Una noche, cuando no cabía un alfiler en el establecimiento, donde se habían congregado personalidades de todos los ámbitos -futbolistas, políticos, empresarios y hasta el mismísimo rey emérito- ocurre una terrible desgracia que hundió por completo la reputación de Juan. Todo por lo que había luchado se vino abajo y Juan nunca más levantó cabeza. De hecho, tomó una decisión drástica, que afectó a toda la familia.
Lo que os he contado hasta ahora sirve de introducción al verdadero desarrollo del argumento porque el presente de la película ocurre en 2022. Han pasado más de treinta años y el Ataria vuelve a lucir con esplendor. Su chef es Mikel Intxausti, hijo de Juan y ganador de dos estrellas Michelín. Está en juego una tercera pero todo depende de que Mikel sea capaz de replicar la famosa crema de erizo que elaboraba su padre. Pero de Juan Intxausti nunca más se supo después de aquella noche de agosto de 1990. Dado por muerto, su mujer continuó con su vida y sus dos hijos -Mikel y Ander-, crecieron con la ausencia del padre. Pero, ¿está muerto realmente? Bueno, no os desvelo nada nuevo (ya lo dice la sinopsis) si os adelanto que la tranquila vida de Mikel y su familia se verá alterada por la reaparición de alguien que fue muy importante en sus vidas, por el regreso de Juan Intxausti. ¿Dónde ha estado todos estos años? ¿Qué consecuencias tendrá su reaparición para la familia y el restaurante? En eso consiste esta película, en narrar cómo afectará a unos y otros el regreso de Juan.
En definitiva, La vida padre es una película que explora las relaciones padres e hijos, dejando constancia de que, al final, la sangre tira mucho. Todo esto en clave de humor, aunque con algún toquecito dramático para compensar la balanza.
Qué me ha gustado de esta película
Grosso modo, me gusta el argumento. No es excesivamente original, ni en lo referente a lo culinario ni tampoco en lo que le ocurre a Juan. Digamos que pasado y presente se funden para enfrentar, a su vez, lo tradicional con lo moderno. ¿Qué tipo de comida ofrecía Juan en el Ataria? ¿Qué oferta gastronómica elabora su hijo Mikel? En este sentido, hay cierta crítica porque, en un momento dado, uno de los personajes se pregunta a sí mismo qué es lo que hoy se hace en restauración: ¿guisar o crear una obra de arte minimalista? Lo mismo, por ahí deberían haber escarbado más porque yo creo que, en los restaurantes de altura, se cuelan muchísimo con tanta cocina de vanguardia y tanta gaita.
¿Y es divertida? A ver, reír, te ríes. Al menos, yo sí me he carcajeado en varias ocasiones pero diría que el argumento tiene baches. Hay escenas muy divertidas, gags buenísimos, pero también te encuentras chistes un tanto tontos y escenas cómicas que te dejan totalmente indiferente. Así que, a mi criterio, la película genera en el espectador sensaciones que van y vienen.
Y técnicamente me gustaría resaltar la transición que podemos ver entre el pasado y el presente, es decir, entre la Bilbao de 1990 y la de la actualidad, mostrando cómo ha cambiado la ciudad y lo distinta que es la parte de la ría de lo que fue décadas atrás. La ciudad no es que tenga gran protagonismo. Serán pocas las escenas de exterior en las que podemos identificar lugares reales de la ciudad. Casi todo ocurre en el interior del restaurante, o en la casa de Mikel.
Qué no me ha gustado de esta película
La introducción será narrada por el propio Mikel, conectado en videoconferencia con una mujer. ¿Quién es esa mujer? No lo sabemos. Podemos intuirlo pero no se explica. ¿Tiene importancia ese detalle? Pues no, la verdad. Sin embargo, a mí me gusta que todo tenga una justificación.
Por otra parte, creo que el pasado de Juan durante esos treinta años que ha estado desaparecido está excesivamente camuflado. No pido que se cuente con detalle lo que le ha ocurrido durante ese periodo de tiempo, pero no hubiera estado mal algo más de información. Por ejemplo, qué pasó las horas posteriores a ese momento trágico que él vive en 1990, cuando toda su vida se viene abajo, por qué su familia piensa que está muerto, por dónde se ha movido, qué ha hecho. Tan solo un par de detalles y un par de escenas nos permiten tener una somera idea.
Y cuidado con las relaciones amorosas. ¿Es necesario desarrollar una trama sentimental? A veces sirven solo de relleno. Quizá, en este caso, sí tenga algo de sentido, por el hecho de enfatizar que los cocineros solo viven por y para sus platos, sin tener vida familiar, ni social, ni amorosa. Pero en La vida padre, ese hilo argumental es casi anecdótico, el desarrollo es tan minúsculo, que prácticamente se podría haber obviado.
Como anécdotas, en algún momento se tira de estereotipo, de la idiosincrasia de los vascos, del tira y afloja con otras comunidades autónomas. Por suerte, los andaluces nos libramos en esta cinta, cosa rara porque siempre nos han dado por todos lados. Sin embargo, algún que otro chascarrillo si irá contra madrileños y catalanes, algo que no sé cómo encajarán. Ya he leído alguna opinión diciendo que son bromas de mal gusto.
Reparto e interpretaciones
No cabe duda de que el mejor papel de todos es el de Juan Intxausti, interpretado por Karra Elejalde. Juan es un hombre que tiene su propio mundo interior, que se resiste al avance del tiempo, que no entiende mucho de lo que ocurre a su alrededor, y esa desorientación y locura es la que genera situaciones divertidas, que sacarán una carcajada al espectador. Elejalde es un punto y aparte. Hay actores y actrices a los que no les hace falta pronunciar palabra para transmitir. Les basta una mirada, un levantamiento de ceja, un fruncir el ceño para que todo cobre sentido. No es fácil llegar al espectador con el simple lenguaje gestual pero Karra lo ha conseguido siempre. Y más en esta ocasión, en la que el mundo en el que se mueve le parece tan extraño y raro que, a veces, no da crédito.
En cuanto a Mikel Intxausti, es un digno sucesor de su padre. Él ha absorbido la pasión por la cocina que sentía su padre y al restaurante se dedica en cuerpo y alma. Su personaje arrastra un enorme sentimiento de culpabilidad, del que mejor no os digo nada, y, tras la aparición de su padre, cree sentirse en deuda con él. Eso hará que Mikel cambie su estilo de vida, que reconozca qué es lo que realmente merece la pena y por lo que hay que preocuparse de verdad. Interpretado por Enric Auquer, hace buena pareja con Elejalde y, tanto actores como personajes, componen un buen tándem.
Sin embargo, el papel de Nagore, la doctora que se introduce en la vida de los Intxausti por circunstancias de la vida, queda muy en el aire. Sin ella, no habría trama amorosa y, sinceramente, como dije antes, tampoco hubiera pasado nada si se elimina ese hilo. Además es que, lo que ocurre entre Nagore y Mikel es evidente desde el minuto uno. Demasiado predecible.
Interpretado por Megan Montaner, a mí esta chica me aporta poco. La he visto recientemente en la serie Si lo hubiera sabido que, dicho sea de paso, no merece mucho la pena, más allá de las estampas que ofrece sobre Sevilla.
Eso sí, el resto de personajes que están interpretados por ese grupo de actores vascos que todos conocemos -Maribel Salas, Gorka Aguinagalde, Iker Galartza, Santi Ugalde-, está muy muy desaprovechado. La madre de Mikel y su actual pareja podrían haber dado mucho más juego. Y luego hay otros dos personajes también muy conocidos que apenas tienen unas líneas de guion.
En fin, La vida padre está bien. Su visionado permite echarse unas risas pero, en lo que a mí respecta, es una película muy pasable.
Tráiler:
La verdad es que coincidimos bastante en la opinión sobre la película. Karra el grande; un rato de sonrisas y con eso es más que suficiente.
ResponderEliminarEstá siendo un buen año para el cine español.
Besos, Marisa.
Hola! No conocía la película pero no termina de atraerme del todo así que no se si la veré. Gracias por tu reseña.
ResponderEliminarUn saludo!
Pues si se cruza no me importaría verla. Siempre vienen bien unas risas. Y siempre es un placer ver a Karra Elejalde.
ResponderEliminarBesotes!!!
No soporto las películas en las que se tira del estereotipo regional. No me gusta que los vascos ejerzan de vascos, los catalanes de catalanes, los andaluces de andaluces, etc. Desde que vi Ocho apellidos vascos huyo de ese tipo de películas. Esta, de la que leí la crítica de Miguel en su blog, seguramente la veré porque Karra Elejalde me gusta mucho y porque el tema de la cocina me encanta. esperaré a tenerla en alguna plataforma. Igual como voy sin muchas expectativas resulta que me gusta más de lo esperado.
ResponderEliminarUn beso.
No me importaría verla que como dice Margari siempre viene bien reirse un rato. Besos
ResponderEliminarMe encanta Karra Elejalde y con echarme unas risas me conformo.
ResponderEliminarBesos.
No lo tengo del todo muy claro, aunque supongo que por darle una oportunidad no pierdo nada. Le echaré un ojo a ver qué tal.
ResponderEliminarUn beso ;)