lunes, 25 de julio de 2022

RUMBO A LAS VACACIONES

Buenas tardes. Imagino que todos estaréis igual, asfixiados de calor. Muchos dicen que lo que ahora llamamos ola de calor es el verano de toda la vida pero no estoy tan segura. No recuerdo un año con tantos días (y tantas noches) seguidas de calor sofocante y tan altísimas temperaturas. Lo único que me apetece cuando salgo del trabajo es estar tumbada, bajo el chorro frío del aire acondicionado, sin moverme. Tenía pensado en "cerrar" por vacaciones a principios de agosto, pero voy a echar el cierre antes. Me cuesta encender el ordenador, y sentarme a redactar reseñas. El calor me tiene derretidas las meninges. Así que opto por deciros "Hasta luego". Que disfrutéis del verano, de las vacaciones, descanséis mucho, y leáis aún más. 

Nos vemos a la vuelta.




 

jueves, 21 de julio de 2022

MIKEL SANTIAGO: ❝No doy por cerradas las novelas en Illumbe❞

La última entrevista de la temporada se centra en un autor que siempre me ha gustado mucho. Mikel Santiago recaló en Sevilla hace un par de semanas para presentar su última novela, Entre los muertos. Con este título tan hitchconiano, supuestamente pone final a la trilogía que comenzó en 2022 con El mentiroso, y a la que siguió En plena noche. Con Entre los muertos, el lector regresa a Illumbe, esa localidad vasca ficticia en la que el autor de Portugalete ha situado la trama de estas tres últimas novelas. Volvemos a ese lugar, y esta vez, con una novela más policíaca, protagoniza por Nerea Arruti, la ertzaintza a la que ya vimos en las entregas previas, y que ahora copa todo el protagonismo.

La acción sitúa a Arruti en una situación delicada. Envuelta en una relación sentimental con un hombre casado, la pareja sufrirá un accidente en mitad de la noche. Aparentemente, todo debería quedarse en un susto salvo porque, el hombre muere posteriormente en circunstancias que a Nerea no le cuadran. A partir de ese punto, la ertzaintza tratará de averiguar por su cuenta qué le ha pasado a su amante, mientras se esfuerza en evitar que todos los dedos la señalen como sospechosa. Hablamos con Mikel Santiago.

Marisa G.- Mikel, si la editorial habla de trilogía, y esta es la tercera entrega, ¿me tengo que despedir ya de Illumbe?

Mikel S.- Creo que solo es un hasta luego. Lo vamos a dejar ahí, bien alto. Esta novela tiene un personaje, Nerea Arruti, que, además, enlaza las tres novelas. Está muy bien que ella sea la gran estrella que ha nacido de estos tres libros. Es un personaje que ha aguantado las tres entregas y, al final, ha terminado protagonizando una. Quizá lo siguiente que haga no tenga nada que ver. O quizá, sí. Ahora mismo no lo sé porque tengo la mente en blanco. Pero Illumbe ha gustado mogollón, Arruti como protagonista ha gustado bastante. Así que podría continuar con Arruti o bien, podría ser Illumbe en otra época. O más de lo mismo, igual de divertido y rápido. Pero no doy por cerradas las novelas en Illumbe.

M.G.- Cuando supe de la publicación de esta novela y vi el título, inmediatamente pensé en Hitchcock. Precisamente, has incluido una cita inicial del cineasta. 

M.S.- Claro. Esto lo hacemos para compensar a los fans. Que no piensen que nos hemos sacado el título de la manga. Sabemos que Entre los muertos es un pequeño homenaje a Hitchcock, un homenaje casi obligatorio, después de tantas novelas en las que se le ha mencionado tantas veces. 

M.G.-  Si tuvieras delante un lector que duda sobre leer tu libro, ¿qué le dirías? ¿Qué va a encontrar en esta novela?

M.S.- Mis novelas están construidas sobre dos filosofías. Una es el entretenimiento desde la primera página. Y dos, siempre te voy a plantear un juego. Quiero que el lector, desde que entra en la novela, se haga preguntas y empiece a teorizar.  Quiero que apueste, que crea que sabe, que intente anticiparse, y, al final, yo le sorprenda. 

En este sentido, creo que es una novela lúdica, muy divertida, que se lee muy rápido. Está recomendada para todos los públicos. Especialmente para aquellos que no leen mucho. Ha habido gente que me ha dicho que hacía mucho que no leía, o que estaba en un parón lector. Hay gente que se tiene que entretener en circunstancias chungas. Durante la pandemia, fue cuando más lectores alcancé. Y todavía hay gente que me escribe desde hospitales, acompañando a enfermos, gente que trabaja por las noches. 

M.G.- Esta novela empieza con un supuesto accidente, que tiene que investigar la ertzaintza Nerea Arruti. Luego hablaremos de ella, pero también hay un personaje enigmático o una organización, todavía no lo tengo claro, que lleva por nombre Belea. ¿Quién o qué es?

M.S.- Mira, esta novela empieza con un hecho muy personal. De hecho, es una novela policíaca inusual. Nerea se ve involucrada en la historia, en una relación de infidelidad. Tendrá que mentir muchísimo porque no quiere desvelar a su amante, ni destrozarle su reputación. Así que, poco a poco, se va a ir metiendo en un embrollo gigante. Pero es que, además, ella tiene su día a día. Y lentamente, uno de los casos de su día a día comienza a tener cierta conexión con la muerte de su amante. El nexo de unión entre las dos grandes tramas es Belea que, en euskera, significa cuervo. Belea es una entidad fantasmagórica, que nadie ha visto, que jamás ha estado detenido, pero del que se habla como alguien que opera por la zona y que figura detrás de un montón de muertes y desapariciones. 

Hay un momento en la novela, en la que Nerea, cuando está tan metida en este embrollo, llega a una conclusión. Si ella logra desvelar quién es Belea, entonces todo se solucionará, con lo que logrará méritos a pesar de todas las mentiras que ha soltado. Esa será la carrera contra el reloj que se cuenta en Entre los muertos, desvelar la identidad de Belea, antes de que cojan a Nerea por haber mentido tanto, y como posible sospechosa de la muerte de un hombre.

M.G.- Casi que esta novela se podía haber llamado La mentirosa. La primera fue El mentiroso, pero ahora tenemos también a una mujer que no para de mentir.

M.S.- Exactamente. Hay una simetría con la mecánica narrativa de El mentiroso, pero esta novela es un thriller de corte más policíaco, donde la esfera de los acontecimientos transcurre dentro de la policía. Por otro lado, hay menos personajes. En Entre los muertos tenemos a Nerea, como personaje principal. También está su compañero, Orí; el tío de Nerea, un antiguo policía que ahora está ingresado en una residencia con Alzheimer. Este es un personaje a través del cual se cuentan muchas historias. Y por último, está la esfera de la comisaría que es algo relativamente nuevo en las novelas que he escrito. Así que creo que, en este libro, las dos novedades son la esfera policial y la mujer, como personaje narrador.

M.G.- ¿Estás tratando de darle más protagonismo al personaje femenino frente al masculino?

M.S.- Bueno, el gran desafío de esta novela es el personaje de Nerea, esa policía. Me he alejado del rockero de En plena noche o de Álex, el jardinero de El mentiroso. He construido a una mujer policía, deportista, amante del reglamento pero que, al mismo tiempo, es una persona inadaptada y solitaria. Esto ha sido una construcción de oficio.


[Si prefieres escuchar nuestra conversación, dale al play]

M.G.- Ahora que hablas de una mujer solitaria, es verdad que es una persona muy reservada. Tiene un pasado complicado y complejas relaciones familiares.

M.S.- Sí. Todos somos productos de nuestras biografías, y de las oportunidades que hemos tenido, conjugadas en todo momento con nuestro temperamento.

Lo que vamos a descubrir en este libro es que Nerea es una chica que tuvo una infancia, no dramática pero sí muy desordenada. Su madre estaba llena de frustraciones hasta el punto de sufrir una depresión diagnosticable. En ese momento tan malo, en el que Nerea tenía trece años, aparece su tío. Este hombre es todo lo contrario. Es serio, emocionalmente muy opaco, muy lineal. Se lleva a Nerea a vivir con él y, aunque no le vaya a dar mucho amor, sí le dará orden. El contraste emocional entre el amor de su madre artista, frustrada y depresiva, y su tío, serio pero plano en cuanto a sentimientos, genera un temperamento en la personalidad de Nerea que será la que descubramos. Es una mujer con fuego en las entrañas, que se enamora, pero que no permite descontrolarse.

Esta novela la llevará a ese punto límite consigo misma. Tiene que mentir a esos compañeros de profesión, a los que ella tanto respeta.  

M.G.- Hablando de compañeros de profesión. Tú eres amigo de Ibón Martín y aquí hay un guiño a uno de sus personajes.

M.S.- Hay un cameo pactado. Durante una presentación literaria en Donosti, acordamos sacar un personaje de otro en nuestras novelas. En este caso, he elegido a Ana Cestero e Ibón, ya veremos lo que hace en su próxima novela, que saldrá en enero o febrero del año que viene. 

M.G.- Pues estaré pendiente, entonces.

Mikel, al abrir el libro, encontramos una nota tuya en la que aclaras que no es necesario leer las dos novelas previas para leer esta. Es verdad, porque yo la anterior no la he leído todavía. Sin embargo, sí hay muchas referencias a los dos casos previos.

M.S.- Si te lees Entre los muertos sin haber leído las dos anteriores, vas a notar que, en determinados momentos muy pasables, se hace referencia a cosas que se dan por supuesta. Pero, está hecho de una manera que no te entorpece para entender lo que está ocurriendo en esta historia. Esta novela tiene su propia realidad y sus propios personajes. Así que puedes leerte las novelas en el orden que quieras. ¿Que es mejor seguir el orden de publicación para tener todo el contexto y disfrutarla más a fondo?  Pues sí, es lógico.

M.G.- Claro. Bueno, esto es un thriller, un género del que se publica muchísimo. ¿Está llegando un momento en que hay muchísima más oferta que demanda de este género?

M.S.- Bueno, eso ocurre con todos los libros en España. El otro día salía una nota de los libreros de España en la que se decía que, del 82% de los libros no se vendían más que un centenar de copias. Hay mucha oferta. Las editoriales están enzarzadas en esta guerra de la novedad. Pero el thriller, las novelas de suspense, de intriga y misterio, siempre ha estado entre los best-sellers, en todas las épocas. Lo que es inusual es que sean los autores españoles los que copen las listas. Antes, en los aeropuertos, te encontrabas novelas de Agatha Christie o de John le Carré, y ahora es más fácil encontrarse a autores españoles con tramas que ocurren en España. 

M.G.- Tú sueles tirar mucho de tu realidad cuando escribes. Recuerdo que me contaste que habías usado el nombre de un vecino para un personaje de El mentiroso. En la segunda, también has echado mano de algo que te ocurrió realmente. ¿Y en esta?

M.S.- En esta novela lo que hay es un trabajo de documentación sobre casos reales, de cosas que están sucediendo en el mundo criminal del País Vasco. Cuando hablaba con mis contactos de la Ertzaintza me hablaban sobre los casos que estaban investigando. Lo que aparece en la novela sobre el narcotráfico está basado en cosas que ocurren en la realidad. En esa ocasión, he procurado ser más riguroso a la hora de traer la realidad a la novela. Pero, como anécdota, te puedo decir que he usado algún nombre, algún apellido, y lo de Ibón Martín, que es lo más pestañas está haciendo parpadear.

M.G.- Es divertido eso. Y ahora que caigo, ¿por qué el nombre de Illumbe? ¿De dónde viene?

M.S.- Illumbe es una palabra castellanizada, porque en euskera se escribiría Ilunbe, y quedaría raro. Ilun es una palabra que significa oscuridad. Y por otro lado, está Unbe que es el nombre de un monte. Así lo monté yo sin saber que, en San Sebastián, hay una plaza de toros que se llama Illumbe, y un barrio en Urdaibai que se llama similar. Pero yo no lo copié de ningún sitio. Me lo inventé.

M.G.- No sé si te lo he preguntado alguna vez, ¿nadie te ha tirado el anzuelo para el cine?

M.S.- Sí, tengo cositas. Tengo varias cosas vendidas pero, de momento, no puedo decir nada. Espero que, en breve, se pueda dar una noticia chula, al respecto de alguna de las novelas, o de más de una. Como salga todo lo que está planeado, vamos a dar una fiesta tras otra fiesta. 

M.G.- Aquí una, por favor.

M.S.- Por supuesto. (Ríe)

M.G.- Para ir terminando, hay un párrafo en la novela sobre el oficio de escribir que me gustó mucho. Dice así:

«Uno de sus trucos cuando todo fallaba era salir de juerga una noche entera. Su teoría pseudocientífica era que una buena cantidad de alcohol mata las neuronas "más lentas " y solo las "rápidas" logran escapar. Y eso provoca que el cerebro sea más ligero y dinámico al día siguiente. Y que las ideas, por tanto, resulten brillantes».

¿Qué hay de verdad en esto?

M.S.- (Ríe) Te voy a decir que, en muchos momentos de elaborar una novela, una de las mejores cosas que puedes hacer es dejarlo, irte a tomarte un vino o una cervecita, olvidarte, y echarte unas buenas risas. De alguna manera, al día siguiente, y no sé si es porque has matado las neuronas tontas o porque necesitabas despejarte, vuelves con frescura y perspectiva a las cosas. En algún momento de esta novela, sí que he tenido que salir alguna noche para despejarme. Y al día siguiente, todo ha funcionado mejor. 

M.G.- El desenlace, ¿es el mejor de las tres novelas?

M.S.- Eso me lo tienes que decir tú. (Ríe). Siempre he hecho un gran esfuerzo por dejar el final muy arriba. Juzguen ustedes. Creo que la gente está cerrando el libro con una gran sonrisa y, al mismo tiempo, con pena. Hoy mismo tenía cuatro o cinco tuits de gente que se acababa de terminar el libro y quería decírmelo. Eso es buena señal. 

M.G.- Me alegro. Lo dejamos aquí, Mikel. Muchas gracias por venir a Sevilla.

M.S.- Muchas gracias a vosotros. 

Sinopsis: Hay muertos que nunca descansan, y tal vez no deban hacerlo hasta que se les haga justicia. Nadie lo sabe mejor que Nerea Arruti, agente de la Ertzaintza en Illumbe, una mujer solitaria que arrastra también sus propios cadáveres y fantasmas del pasado.

Una historia de amor prohibida, una muerte supuestamente accidental, una mansión con vistas al Cantábrico donde todos tienen algo que ocultar y un personaje misterioso conocido como el Cuervo cuyo nombre aparece como una sombra a lo largo de la novela. Estos son los ingredientes de una investigación que se irá complicando página tras página y en la que Arruti, tal como descubrirán pronto los lectores, será mucho más que la agente encargada del caso.

martes, 19 de julio de 2022

Presentación PREMIO DE NOVELA ALMUDENA GRANDES de Sevilla

El pasado 4 de julio, el Ayuntamiento de Sevilla y el Instituto Cervantes, representado por su director, Luis García Montero, convocaron a los medios de comunicación bajo la siguiente invitación:




Nadie sabía qué nueva iniciativa literaria se forjaba en la ciudad pero, nada más entrar en el salón Colón de la casa consistorial nos recibió una preciosa foto de Almudena Grandes. Ver a García Montero delante del rostro de su mujer me pareció algo mágico.




Con la sala llena, y los asistentes en su lugar, tomó la palabra el alcalde de Sevilla, Antonio Muñoz, quien nos dio la bienvenida, como también se la dio al poeta granadino que fue pareja de la escritora. El alcalde anunció que habíamos sido convocados para presentar un nuevo premio literario que llevará el nombre de Almudena Grandes, quedando así vinculada a la capital hispalense. «Será una manera de enraizar a Almudena Grandes con la ciudad de Sevilla».

Muñoz recordó las visitas de la escritora a esta ciudad, cada vez que publicaba nueva novela, presentaciones a las que acudían siempre gran número de lectores, y mencionó también aquel pregón que dio en 2018, en la inauguración de la Feria del Libro. El alcalde afirmó que, durante los últimos meses, él y su equipo habían estado pensando en organizar este premio para devolver a Grandes lo que ella había dado a la ciudad como escritora.

Las características de este premio estarán muy vinculadas al compromiso social que tenían las obras de la novelista y por eso, en las bases del premio se establecerá que se recompensará primordialmente aquellas obras que hagan hincapié en lo social, poniendo el acento en los personajes no visibles, en los ángulos ciegos de la realidad social, como mostraban sus novelas. 

El jurado de este premio estará presidido por Luis García Montero, del que también formarán parte los escritores Felipe Benítez Reyes, Eduardo Mendicutti, Sara Mesa, la directora de El País, Pepa Bueno, siendo copresidido por el propio alcalde de Sevilla.

Antonio Muñoz aclaró que, «a diferencia de otros premios literarios, no existirá una convocatoria ad hoc del mismo sino que será el jurado, en base a los valores citados anteriormente y de las ediciones que se hayan producido en el año anterior, el que seleccione la obra que considera ganadora de este premio». ¿Y por qué este formato? El alcalde explicó que, de esta manera,  «estamos contribuyendo a que aquellas novelas que tuvieron éxito el año pasado puedan tener una segunda vida, si me permitís la expresión, y también ayudar de este modo a editoriales y librerías» y si no tuvo éxito, tendrá otra oportunidad de estar en el escaparate literario. 

En cuanto al premio, este estará dotado con 10.000 € que se fallará, en su primera edición, en el otoño, en los meses de septiembre u octubre. Y recaerá en obras que se hayan editado en español durante el año 2021.



Intervención de Luis García Montero

En primer lugar, mostró su agradecimiento al Ayuntamiento de Sevilla y a la propia ciudad, donde se ha reencontrado con buenos amigos. «Cuando recibí la llamada del ayuntamiento para proponerme la idea, la agradecí de corazón. Sevilla es una ciudad que ha estado muy relacionada con la vida literaria de Almudena». Recordó que, cada vez que publicaba un libro, acudía a la ciudad para reunirse con los lectores. 

En cuanto al premio en sí, García Montero afirmó que le gustaba el planteamiento propuesto. Le parecía interesante que fuera un premio, no a libros inéditos sino a libros ya publicados. Compartió con los asistentes cualidades de la personalidad de Almudena Grandes, de la que destacó su absoluta generosidad y su tendencia a recomendar lecturas, aunque fueran de autores noveles. Y arrancó una sonrisa a los presentes al comentar las peculiaridades del mundo literario y las distintas rencillas que se pueden originar entre escritores.

Terminó su intervención dando de nuevo las gracias en su nombre, y en nombre de la familia, por este reconocimiento a Almudena. «Le hubiera hecho feliz porque ella se sentía siempre muy querida y muy partícipe del gran compromiso de la ciudad con la cultura, con el periodismo, con la implicación social».

Tras la ronda de preguntas se dio por finalizado el acto. El próximo otoño conoceremos qué título se llevará el I Premio de Novela Almudena Grandes, del Ayuntamiento de Sevilla.

lunes, 18 de julio de 2022

EL EFECTO FOEHN de Susana García Nájera

Editorial: Fundación José Manuel Lara
XLI Premio de Narración Corta Felipe Trigo
Fecha publicación: abril, 2022
Precio: 11,90 €
Género: Thriller
Nº Páginas: 128
Encuadernación: Rústica con solapas
ISBN: 9788417453947
[Disponible en eBook;
puedes empezar a leer aquí]


Autora

Susana García Nájera es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Alcalá de Henares de Madrid (UAH) y Filología Inglesa por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Ha publicado la novela Saudade (2021, Premio Nacional de Novela Ateneo Mercantil de Valencia) y dos libros de relatos: La teoría de los momentos (2018) y Cicatrices a las once (2016). Ha participado en las antologías Ya nadie pisa los charcos (2021), Cuando fuimos malos (2018) y Es raro olvidarlo todo (2013). Sus relatos han sido premiados en numerosos certámenes nacionales e internacionales. Ha vivido en Londres, París y Pisa, y actualmente reside en Madrid, su ciudad natal.

Sinopsis

Perfecto en su estructura circular, este absorbente thriller avanza hasta un final que es también el principio

Lola es una escritora superventas que se traslada a Londres cuando su hija Sara, una atractiva estudiante universitaria, desaparece en la capital inglesa. Para Lola los meses se suceden vacíos, angustiada por no saber el paradero de su hija y, mientras espera, reflexiona sobre la vida y la futilidad de su propia obra. Todo cambia cuando la inspectora Amanda Ramsey-Dunn da con una pista crucial que hace que el caso cobre una nueva dimensión y ambas mujeres inician una búsqueda a contrarreloj para encontrar a Sara. En su afán por encontrar también su propia identidad y el sentido de sus vidas, irán revelando naturalezas complejas que se sobreponen a una trama de absorbente intriga. La atmósfera que envuelve el relato, la lluvia y el llamado efecto Foehn se convierten en un personaje más, que influye en los protagonistas de forma rotunda. El lector casi sentirá la necesidad de abrigarse o abrir un paraguas para enfrentarse a este thriller a la vez que pasea por los paisajes más emblemáticos de Londres o escucha una de las canciones legendarias del movimiento punk. Susana García Nájera logra que sintamos como propias las zozobras de cada uno de los personajes, incluso del más deleznable, y más allá del desenlace prolonga la estremecedora historia, perfecta en su estructura circular, hasta un final que es también el principio.

[Información tomada directamente de la web de la editorial]



¿Sabéis de esos libros que están ahí, quietecitos, sin llamar mucho la atención pero que esconden más de lo que parece? Pues eso es El efecto Foehn de Susana García Nájera, obra ganadora del XLI Premio de Narración Corta Felipe Trigo. Confieso que el libro del que vengo a hablaros hoy tiene una cubierta que me resulta muy atractiva (ya sabéis mi fijación por las portadas), pero fue su sinopsis lo que terminó por seducirme. Londres, una escritora superventas, una hija que desaparece, una madre que trata de averiguar qué fue de su hija. Todo ello en apenas algo más de cien páginas. Me sentí tentada, así que ayer me llevé este libro a la playa. Me duró apenas un par de horas. 

El efecto Foehn narra la historia de Sara. Arranca de un modo perturbador. Jorge, un español que trabaja en la capital británica, espera en el interior de su vehículo, aparcado a las puertas de un hospital. En esos primeros párrafos nos toparemos con un personaje atormentado. Siente que algo grave se le viene encima, que está metido en un lío enorme. Se habla de mentiras, de responsabilidades, de deseos siniestros. La sensación de angustia y desesperación que siente el personaje se recrudece con la llegada de una tormenta que amenaza con desatarse por encima de su cabeza. 

El motivo por el que Jorge está en las inmediaciones del hospital es porque Sara, una joven española de veintitrés años, está siendo atendida en su interior. No te desvelaré por qué la joven ha acudido al hospital, ni la relación que existe entre ambos personajes, porque ahí justo está el meollo de esta historia. Los dos primeros capítulos se centrarán en ellos dos. El narrador describirá a grandes rasgos quiénes son y qué los une. Sin embargo, en el tercer capítulo daremos un salto hacia delante. Han transcurrido unos meses desde esos sucesos iniciales. Sara ha desaparecido y su madre Lola, una escritora de éxito, con varios best-sellers traducidos a varios idiomas, se traslada a Londres para averiguar qué ha ocurrido con su hija. Inmediatamente contactará con Amanda Ramsay-Dunn, la policía encargada de investigar la desaparición de la joven. Su primer paso será interrogar a las amigas de Sara, preguntar aquí y allá, y tirando del hilo llegará a una pista que precipitará la investigación hasta llegar a una resolución que dejará atónito a todos los personajes de esta historia.

De este modo, Susana García Nájera construye un thriller a dos aguas. En capítulos alternos viajaremos al pasado reciente, a la vida de Sara en Londres, a sus estudios, a sus amigas y amistades. Mientras, por otro lado, se narrará la estancia de Lola en Inglaterra, a la espera de que la policía averigüe qué ocurrió con su hija y termine por localizarla. ¿Viva o muerta? 

Qué me ha gustado de esta novela

En primer lugar, debo decir que la historia en sí es sencilla pero eso no le resta interés. La trama de El efecto Foehn narra una desaparición y su correspondiente investigación. No es una novela que tenga grandes giros, salvo uno, ni tampoco vamos a acompañar a Amanda en todos y cada uno de los pasos de la investigación. La novela tiene algo más de cien páginas y en ese margen no hay espacio suficiente para desarrollar los hechos con exhaustiva profundidad. Sin embargo, me ha gustado porque tiene su punto de suspense, su dosis de intriga, elementos necesarios para mantener la atención del lector. Todo ello queda envuelto por esa atmósfera gris y lluviosa que caracteriza la ciudad británica, una climatología que incide en el ánimo de los personajes y que crea una atmósfera propicia para un thriller. Precisamente, de ahí el título de la novela, que queda debidamente explicado.

Aun así, tengo que decir que el lector sabrá con certeza, en unos casos, o intuirá, en otros, lo que ha ocurrido o va a ocurrir pero, en esta novela, nuestro papel es más de acompañamiento. A mi juicio, creo que nuestra función es ver cómo los personajes se van a mover dentro de la trama, que decisiones van a tomar o cómo van a reaccionar a los hechos, teniendo a nuestro alcance mucha más información de la que tienen ellos mismos. 

Además, me ha parecido muy interesante la forma en la que García Nájera aprovecha el personaje de Lola para hablarnos de la vida de los escritores, sujetos siempre pendiente de las opiniones de los lectores, sometidos a la presión de un mercado en el que la competencia es tan brutal, comparándose con otros autores que son más prolíficos, que publican más, que tienen más éxito, que están más mimados por el público. A pesar de que Lola es una escritora de éxito internacional, la situación por la que atraviesa no es la más idónea para adentrarse en un nuevo proyecto literario. Digamos que no tiene la cabeza para inventar historias ni construir personajes. Pasando por una etapa de sequía, en la que su vida personal ha dado un vuelco, intuyo a su editor nervioso, temiendo que su gallina de los huevos de oro peligre, y se atreve a hacerle una propuesta que, sinceramente, me ha parecido fuera de lugar, denotando poco sentido de la moral. Probablemente haya editores así de chupa-sangre. Y aunque es un personaje que apenas asoma, la figura del editor me ha hecho reflexionar sobre el mundo editorial. 

Y todo ello para llegar a un desenlace que me ha resultado emotivo y sanador. Un final que, en el último capítulo, se convertirá en un tirabuzón que cierra la historia en círculo.

Qué no me ha gustado

Hay algunas cosas que quedan en el aire, aunque no puedo dar muchos detalles porque entonces destriparía la trama. Creo que, al tratarse de una narración corta, la autora no ha podido extenderse mucho más de lo que el género le permite. Para mi gusto, hubiera estado bien alargar la trama algo más, dar algún detalle más concreto sobre sucesos que son importantes. No obstante, he disfrutado de la historia. Eso no lo puedo negar.

El narrador

Prácticamente toda la novela está narrada por un narrador omnisciente. Su descripción de los hechos es aséptica, fría, no existe implicación por su parte.  Ejerce el papel de mero transmisor de los sucesos, dejando espacio al lector para que observe desde la distancia, para que acompañe a los personajes, a cada uno de ellos en sus dilemas. Y así, como meros oteadores, veremos a Sara viviendo unos momentos difíciles en el hospital, a Jorge acorralado en un callejón sin salida, a Lola desesperada por tratar de averiguar qué le ocurrió a su hija, y a Amanda buscando con ahínco alguna pista que la conduzca al paradero de la joven.

Pero en ese tirabuzón que os comentaba antes, en ese capítulo final que hace que la historia se repliegue sobre sí misma, aparecerá una voz en primera persona. Ese último capítulo es interesante porque nos permite escuchar de forma directa la voz del depredador o de la depredadora, del culpable o la culpable de la desaparición de Sara. Es decir, esas últimas páginas, que se remontan a hechos ocurridos en 2013, podrían prácticamente considerarse el inicio de la historia.

Estructura y estilo

Con un total de quince capítulos de corta extensión, la lectura de este libro te dura un suspiro. Cuenta con una narración sencilla, sin abusar de pasajes descriptivos, manteniendo un equilibro adecuado entre narración y diálogo. El cambio en la voz narrativa que se produce al final del libro aporta una visión inquietante de la historia pues, sabiendo lo que va a ocurrir, llegas a pensar en que jamás terminas de conocer a los que te rodean. No añado nada más.


En definitiva, El efecto Foehn, en toda su sencillez, es un libro ideal para viajar. Tiene la duración exacta de un vuelo de avión de media distancia, de un desplazamiento en coche, de una espera en una estación de tren o de autobús.  Y también es perfecto, como hice yo, llevártelo a la playa y disfrutar de su lectura entre chapuzón y chapuzón.

[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

Puedes adquirirlo aquí:


jueves, 14 de julio de 2022

RODRIGO CORTÉS: ❝La verdadera literatura es difícil de adaptar al cine❞

Concursante (2007), Buried (2010), Luces rojas (2012), Blackwood (2018) o El amor en su lugar (2021). Estos títulos son parte del trabajo que Rodrigo Cortés ha desarrollado como cineasta. Pero el director de origen gallego también escribe. Hace justo un año publicó, a través de Literatura Random House, segunda novela, Los años extraordinarios, en la que su protagonista, Jaime Fanjul recoge sus memorias. Tratar de definir esta novela es prácticamente imposible. Al menos, yo no soy capaz. Pero sí resulta mucho más fácil determinar el impacto que ha causado en los lectores. Basta con pasearse por el perfil de Cortés en Twitter para comprobar que, a pesar de ser una novela en la que ocurren hechos insólitos, tanto la trama como su protagonista ha enamorado a muchos lectores. Hace unas semanas, Rodrigo Cortés visitó Sevilla. Aquí, el resultado de nuestra conversación. 

Marisa G.- Rodrigo, ¿cine o literatura? Seguro que me vas a decir que no puedes elegir entre un ámbito u otro porque son compatibles perfectamente, pero sí me gustaría saber si te sientes más cómodo en una esfera u otra.

Rodrigo C.- No. Para mí es imposible concebir la cámara sin la pluma y la pluma sin la cámara. Lo que ocurre es que son lenguajes completamente distintos. El lenguaje cinematográfico es sucinto, económico, directo. La estructura se mucho más circular. Es el terreno de la acción, en el sentido de que el personaje se define a través de las decisiones que toma, y no a través de largos parlamentos introspectivos. Mientras que la literatura es el terreno de la evocación, de la resonancia, de la sensorialidad del propio lenguaje, que encierra en sí mismo su propio mensaje. El personaje se piensa y es más importante la mirada sobre las cosas que las cosas mismas. No es tan importante la trama como la reflexión sobre lo que sucede. Son terrenos distintos. La verdadera literatura es difícil de adaptar al cine. Pero, en mi caso personal, se complementan.

M.G.- En cualquier caso, aquello que queremos contar, ¿es más fácil en el plano audiovisual, por los recursos que se puedan utilizar, que en el plano literario?

R.C.- No, no. Para empezar, el plano audiovisual es más caro. Hacer una película mala es muy difícil, por mala que sea. Es mucho más fácil hacer una mala novela. Y los recursos son completamente distintos. Hasta me atrevería a decir que la literatura es más flexible en este sentido. El cine, por naturaleza, exige realismo. La imagen que se muestre, por surrealista que parezca, tiene que ser tangible y creíble porque, de otro modo, se desmorona el cuento. En cambio, en la literatura, y a través de la descripción, el cerebro te hace ese trabajo. Es como poner a comparar la escultura con la música, o la cocina con la arquitectura. Podemos hacerlo, por tener elementos comunes, pero son deportes distintos.

M.G.- Este libro se publicó en junio de 2021. Y sigues en promoción.

R.C.- Sí, porque, para sorpresa de todos, se convirtió en un éxito editorial para el que no estaba destinado. Es una novela muy literaria para la que me he dado toda la libertad del mundo. No responde a ninguna recomendación del mercado. No es una novela de auto-ayuda, ni es un thriller. Ni tampoco es una novela sobre los diarios de una abuela empoderada, de los años 30, que una nieta encuentra en el desván. El personaje no se esfuerza por ser querido. Y pese a todo esto, la novela alcanzó la tercera edición en dos semanas y sigue vendiéndose como al principio, lo cual es una sorpresa. El primer sorprendido soy yo y mi editor, el segundo.

M.G.- He visitado tu perfil de Twitter, leyendo las opiniones que te dejan los lectores. Hay algunos que dicen que es una novela para releer e incluso otra persona asegura que has inventado un nuevo género.

R.C.- (Ríe) No, no he inventado nada. Stricto sensu, no sé lo que he hecho. Hay novelas de mapa y novelas de brújula, pero esta es una novela de dados. Me sentaba cada día, tiraba los dados, y acogía el resultado con deportividad y seguía desde ahí, sin saber lo que iba a suceder. Es una novela divertida pero también es triste, honda y mema. Es una novela multitentacular. Sigue la técnica de apretar el polvorón, consiguiendo decir en el menor número de palabras posibles la mayor cantidad de resonancias. En cada frase cabe un párrafo, en cada párrafo cabe un capítulo, y en cada capítulo cabe una novela. No sé si eso define un género. Creo que esto forma parte más bien de una tradición que, sin comparar, tiene que ver con Quevedo y Cervantes, y que pasa por Cunqueiro, Valle-Inclán, Jardiel, Azcona, Mendoza o Cuerda. No, no creo que invente nada pero tampoco persigue de forma consciente ningún rastro ni fotocopia nada. Si la novela tiene alguna característica, precisamente por su falta de plan y propósito, es que es libérrima.  

M.G.- Te has dejado llevar. Te sentabas a escribir y a lo que saliera.

R.C.- Bueno, no era tan sencillo como dejarse llevar. Se parece más al pico y a la pala porque, cuando uno se sienta cada día frente al teclado y no sabe lo que va a suceder, no cierra los ojos y se conecta con un autor muerto, sino que tiene que inventar algo. Pero es cierto que acogía cualquier idea o imagen que surgiera por irracional que fuera su origen.

M.G.- Leemos la sinopsis y encontramos que Salamanca tiene mar, que los coches funcionan con el pensamiento. Un montón de cosas que nos hacen pensar que has creado un mundo paralelo, un mundo alocado y esperpéntico.

R.C.- Sí, pero no es tan alocado porque hacen falta reglas precisas. Es nuestro siglo XX pero tomado por la vía de servicio. Si fuera una novela mágica lo sería a duras penas. Puedes inventar las reglas, puedes doblarlas o  subvertirlas, pero tienen que existir. Es decir, puede haber coches impulsados por el pensamiento, pero hay que definir que son coches alemanes y que fuera de Alemania no funcionan muy bien porque la gente no piensa, y que, de vez en cuando, hay que llamar a un estudiante de filosofía para que te lo arranque. Puedes establecer diálogos entre los protagonistas y los fantasmas, pero tienes que dejar bien claro que los fantasmas solo se pueden ver por la izquierda o por el rabillo del ojo, y además solo puedes ver a los de tu propio país. Y en un momento dado, el protagonista entra a trabajar en un taller para estropear cosas pero tienes que definir que estropear no es romper porque romper lo hace cualquiera, pero estropear es llegar al sentido último de las cosas, a su sagrado meollo. El arte del estropeo está lleno de sutilezas. En fin, puedes inventar un mundo, pero ese mundo tiene que ser tangible, real y cerrado en sí mismo.

M.G.- Hay lectores de tu novela que dicen que han llorado pero también han reído muchísimo. Que un libro te haga reír es muy complicado, mucho más complicado que te haga llorar. En tu caso, ¿cómo has conseguido arrancar la carcajada al lector?

R.C.- No lo sé. No buscándolo. Tiene mucho que ver con la perspectiva, con mi forma de mirar el mundo, de interpretarlo. Por un lado, siempre se busco los contrastes porque tengo una especie de tendencia a la frustración de las expectativas. Por alguna razón me divierte generar una expectativa al inicio de párrafo y frustrarla al llegar al final. La novela es una constante saturnalia. Las reglas se invierten. De este modo, cuando la novela corre algún riesgo de parecer inteligente, procuro romper un vaso en algún momento. A la vez, también hay situaciones en las que la carcajada se congela, y llega un hachazo que la convierte en otra cosa.

M.G.- Ese mundo que tú construyes, y en el que todo puede ocurrir, queda un poco reflejado en la ilustración de la cubierta, que tanto me recuerda al Jardín de las Delicias.

R.C.- O a Lewis Carroll. De una manera casi inconsciente, esta novela es una reivindicación de la tontería. Yo quiero escribir tonterías toda mi vida. Quiero leer tonterías toda mi vida. De alguna manera, y una vez más sin compararme, las grandes obras de la literatura universal son enormes tonterías. La Odisea es una tontería tras otra, y el Quijote, y Alicia en el país de las maravillas. Nuestra idea infantil de la lectura es la de enfrentarnos a una enorme tontería que rompe todo tipo de reglas. Por supuesto, todo eso tiene luego resonancias y lecturas que no se buscan. En este sentido, huyo mucho de la alegoría directa, o del carácter simbólico de las cosas, o de la metáfora forzada para tratar de hablar de teóricas honduras. Precisamente, cuando la ficción se abraza a sí misma en toda su libertad es cuando se hace pervivente. 

M.G.- No hemos hablado del germen de la novela, del porqué de esta historia.

R.C.- Es fácil de contestar. No lo sé. No tenía ningún propósito, ni plan, ni esquema. Cuando escribí la primera línea, ese «Nací el 18 de octubre de 1902» no sabía quién lo estaba diciendo, ni cómo era el personaje. Cuando escribí que algo sucedió antes de que el mar llegara a Salamanca fue cuando descubrí que el mar iba a llegar a Salamanca y que necesitaría un capítulo en el que ese manto gris golpearía el muro romano de la ciudad. Insisto, yo no sabía quién era Jaime, cómo iba a evolucionar o con quién se iba a encontrar.

Tal vez, por todo esto, escribí en riguroso secreto. Nadie sabía que lo estaba haciendo porque ni yo mismo estaba seguro de que tuviera sentido lo que estaba haciendo. Pero sí tenía la intuición de que debía llegar al final y entonces darme permiso para mirar atrás. Así que la respuesta a casi todas las preguntas que me hagas es: no lo sé.


[Si prefieres escuchar nuestra conversación, dale al play]


M.G.- Todos los que leemos, todos los que escribís, tienen sus referencias. ¿Cuáles son las de Rodrigo Cortés?

R.C.- Millones. Irish Murdoch, Stephen King, Cervantes,...  Soy totalmente omnívoro y muy desordenado. Yo empecé a leer robando libros de la biblioteca de mis padres. Me leí la Metamorfosis con nueve años porque en la solapa ponía que un señor se levantaba una mañana convertido en un insecto. También leí Viven con ocho años, que hice coincidir con los libros de Barco de Vapor. Mis lecturas siempre han sido muy desordenadas y desacomplejadas, y muy poco vinculadas con la actualidad. Estoy poco al día de lo que se hace. Aunque también leo novedades recién publicadas, un libro del año 52 es para mí tan contemporáneo con cualquier otro recién editado. 

M.G.- Hablemos del protagonista, de Jaime Fanjul. ¿Cómo es? He escuchado a lectores decir que se han enamorado de él, y a una mínima parte no le gusta.

R.C.- Sí, hay lectores que se han enfadado con él. El otro día, en un club de lectura, una mujer estaba indignada con el personaje. Decía que era un exangüe, un ser insoportable, que le daba igual ocho que ochenta. Confieso que esperaba muchas más reacciones así. Jaime no se lo pone fácil al lector. Ni es un personaje simpático ni está diseñado para serlo. Pero también ha sido un personaje que ha sido acogido y adoptado por el lector, para mi sorpresa. Al igual que le ocurre a los personajes con los que se cruza, el lector lo ha perdonado. Ve en él mucho más de lo que él ve en sí mismo. El lector acoge sus defectos con mucha más indulgencia que él. Es un personaje muy difícil de definir. 

M.G.- Jaime tiene mujer e hijos. ¿Cómo es su relación con ellos?

R.C.- A veces, muy irritante. Pero a la vez es un personaje que, por su naturaleza, es imposible de manipular. Jaime no responde a las vanidades habituales. Y no es porque sea más fuerte sino porque emplea una herramienta que no es emocional. La novela nunca es sentimental, nunca es maniquea, no encierra consejos o recomendaciones de ningún tipo, y jamás es ejemplar. Jaime puede hacer de todo. Forma parte de un grupo de anarquistas, habla de que sus mejores años son los pasó como terrorista, y de hecho comienza un párrafo diciendo que su primer atentado tuvo muy buenas críticas. Es un personaje indefinible e inaprensible, que te desarma con su naturaleza libre. Jamás pide que nadie lo acoja. 

M.G.- Sé que has comentado en más de una entrevista que el personaje no tiene nada que ver contigo pero hay una frase en la novela que a mí me ha sonado muy autobiográfica. Dice así: «Lo que soy o he dejado de ser lo he sabido siempre por los demás»¿Te sientes identificado con esta frase?

R.C.- Sí. Con esa frase, sí. La novela está escrita, por razones naturales y dada su ausencia de plan, en sentido puramente cronológico, con la excepción del epílogo, que es de donde procede esa frase. 

Es verdad que contesto muy a menudo que no me parezco al personaje. De hecho, le hago tomar constantemente decisiones que yo no tomaría, para meterle a él en problemas y para meterme a mí en problemas como autor. Pero con el tiempo me he dado cuenta que eso te desnuda por acción y por omisión, porque al darle o quitarle una característica al personaje, acabas desnudándote también y descubro que se va pareciendo cada vez más a mí, conforme avanza más la novela. En cualquier caso, aunque no me siento identificado con él, sí me siento muy identificado con ese epílogo, que no escribí de forma cronológica. Era el inicio de uno de los capítulos de mitad del libro y, al cabo de un par de párrafos, me di cuenta que estaba escribiendo el epílogo. 

M.G.- ¿Por qué crees que los lectores han vinculado tu novela con otras o con otros autores tan dispares? A cada uno le ha recordado un texto distinto.

R.C.- Creo que porque no se parece a casi nada pero tiene que ver con que yo acogía cualquier tipo de idea que me venía a la cabeza, por irracional que fuera. Eso significa que no solo conecta con posibles lecturas sino que puede conectar también con el niño de seis años que está viendo una película de aventuras sobre un relato de Kipling, antes de leer al propio autor, o con otras experiencias que se han vivido, o con otras reflexiones que se han hecho.

M.G.- Jaime Fanjul se pasea por buena parte del mundo. Vamos a encontrar ciudades reales pero también te has inventado alguna.

R.C.- En mi favor, o contra mí, diré que me las he inventado todas, incluso las reales. El cerebro de la ficción sirve para todo e irremediablemente todo es ficción. Para mí, Espuria es una ciudad tan real como Madrid. Esto no impide que unas y otras encierren sus propias verdades. 

M.G.- ¿Hay alguna posibilidad de adaptar esta novela al cine?

R.C.- Diría que no, por varias razones. En primer lugar, porque la literatura pura no es muy adaptable al cine. Y con esto no quiero darle un carácter elitista a la novela. Las grandes obras de la literatura no se han adaptado bien. Se adapta mucho mejor el relato muy narrativo, de trama con sorpresa final, con personajes claros que dibujan actos inesperados. Pero además, sería muy difícil de adaptar presupuestariamente. Se cruza el siglo XX entero, varios continentes, y se narra desde el nacimiento hasta la senectud del personaje, lo cual exigiría cinco actores diferentes. Si alguna vez me planteara adaptar algo así, sería con las herramientas del cine mudo.

M.G.- ¿Y qué sentiste al finalizar la novela? ¿Te planteaste meterla en un cajón?

R.C.- No. Busqué editor. Después de quitar, deshacerte de cosas, pulir, peinar y sobrevolar el monstruo fue cuando empezó la labor de encontrar una casa y que no se viera como la ocurrencia de un director de cine que, una primavera decide que tiene una novelita que contar.

M.G.- Última pregunta. He estado mirando esas definiciones que haces en ABC, en la sección Verbolario. Hace poco definiste lectura como variedad introspectiva de la escalada. Algunas de esas definiciones son asumibles pero con esta me pierdo. ¿Me la explicas?

R.C.- No, no voy a hacer tal cosa (ríe). Es como explicar un chiste. Verbolario propone, en el mejor de los casos, un viaje mental alrededor de la manzana. A veces, el lector se detiene un segundo porque no le valen las herramientas, detiene un segundito el mundo, da una vueltita a la manzana y luego, llega a un punto o no. Lo que importa es dar esa vuelta. Muchas de las definiciones de Verbolario son hasta excluyentes o contradictorias entre sí. No buscan tener razón. Es un diccionario satírico que no busca definir las palabras sino desnudarlas. 

M.G.- Rodrigo no te robo más tiempo. Un placer conocerte y conversar contigo.

R.C.- A ti.

Sinopsis: Los años extraordinarios recoge las memorias de Jaime Fanjul, nacido en Salamanca en 1902 en el seno de una familia burguesa apasionada por las serpientes, y nos propone un recorrido valleinclanesco por el siglo XX a través de sus recuerdos y viajes. No hay clave fundamental del siglo que esta prodigiosa novela no evoque: de la llegada del mar a Salamanca al breve auge de los coches impulsados por el pensamiento; de la terrible crueldad de las cárceles portuguesas a la guerra de los de Alicante contra España (y los holandeses contra el resto del mundo); de las hazañas del Miseno, barco submarino transitador de túneles, a las insólitas habilidades de los teósofos, capaces de levitar unos centímetros por encima de la silla; de la llegada —boca abajo— del hombre a la Luna al cambio de ubicación de la ciudad de París en 1940.

En Los años extraordinarios caben los niños con poderes antiguos, los esclavos que aterrorizan a sus amos, los fantasmas con ropa de sastre, las jovencitas de ochenta años, los judíos que cambian el tiempo, las peleas a puñetazo limpio con monjas bravas, los talleres de estropear cosas... Jaime Fanjul recorre el mundo contando lo mucho que le pasa y lo poco que aprende. Serio, observador, sin queja, rememora su camino con humor imprevisible y aliento poético.

 

miércoles, 13 de julio de 2022

100 DIAS CON LA TATA (DOCUMENTAL - 2021)

Año: 2021

Nacionalidad: España

Director: Miguel Ángel Muñoz

Género: Documental

Reparto: Miguel Ángel Muñoz, Luisa Cantero

Sinopsis: Los padres del actor Miguel Ángel Muñoz tuvieron que recurrir a la “Tata” (Luisa Cantero) para que cuidara a su hijo mientras ellos trabajaban. Desde entonces, la Tata (97) y Miguel Ángel (38) nunca se han separado. Pero tras varias complicaciones de salud de la Tata, Miguel Ángel se da cuenta de que su historia de amor se puede acabar y decide llevar a cabo todas las cosas que tiene pendientes de hacer junto a ella: un road trip, conocer los orígenes de Luisa y hasta rodar una película juntos. Una aventura que se ve interrumpida por la llegada de la pandemia. Un giro que, lejos de entristecerlos, hará que ambos estén más unidos y disfruten más que nunca durante 100 días juntos en un piso de 35m2. Pero que también forzará a Miguel Ángel a encarar su mayor miedo: la separación de la persona más importante de su vida.

[Fuente: Filmaffinity]

Hoy, la cosa no va de películas. Hoy me decanto por un documental. ¿No os pasa a veces que la oferta cinematográfica os resulta tan poco interesante que os parece más apetecible un documental? Me está pasando con Netflix. Ya no encuentro nada que llame mi atención. Ni películas, ni series. Así que, mirando el catálogo de esta plataforma, me encontré con 100 días con la Tata, un documental dirigido por el actor Miguel Ángel Muñoz en el que relata la relación tan especial que tiene con la mujer que lo cuidó de pequeño. Paré en seco. ¿Por qué no? Conocía parte de la historia y quería saber más.

100 días con la Tata nos permite conocer a una mujer extraordinaria. Luisa Cantero es una señora nonagenaria, hermana de la bisabuela de Miguel Ángel Muñoz, la mujer que se encargó de cuidar del actor cuando era pequeño, mientras sus padres trabajaban. Desde pequeño, entre ambos se fue forjando un vínculo extremadamente sólido y especial. 

«¿Cómo es tu relación con la tata?», le preguntan a Miguel Ángel en este documental. Y él responde: «Es muy difícil de explicar. Es como esa relación de amor perfecta en el momento más perfecto». Pero sabe que esa relación idílica acabará algún día. La tata es tan longeva que el futuro que le queda por delante, irremediablemente, no puede ser mucho. Algún que otro achuchón ya asustó al actor, unos más graves que otros. Sufrió un ictus del que, milagrosamente, se recuperó. A partir de ese momento, Muñoz entendió que aquella mujer no estaría a su lado para siempre. Pensó que era hora de devolverle todo lo que la tata había hecho por él, así que, hicieron planes, emprendieron viajes, compartieron momentos y experiencias juntos y, para inmortalizar ese amor que había entre ellos, decidió rodar una película. Entiendo que más para él que para el público. 

Con una mujer que cada vez se podía valer menos por sí misma, que necesitaba cada día más ayuda, Miguel Ángel Muñoz despliega toda una logística para tener atendida a esa abuela a la que tanto le debe. Y cuando estaban en pleno rodaje, cuando lo tenía todo más o menos controlado, llegó la pandemia.

La pandemia

El documental cuenta cómo, de un día para otro, todas las personas que atendían a la tata dejaron de acudir al domicilio. ¿Qué hacer entonces? Con el mundo paralizado, el actor decidió irse a vivir con ella. De tener una casa propia, un trabajo como actor, amigos, viajes, vida en general,... Miguel Ángel Muñoz se fue a vivir a un piso de 35 metros cuadrados con una anciana. ¿Qué hacer con una mujer de 97 años para cuidarla, atenderla, evitar que se preocupara por la situación que se vivía en el exterior, impedir que se contagiara de coronavirus, distraerla...? Todo esto se cuenta en el documental. Incluido esa faceta de instagrammer, en la que Luisa Cantero se convirtió en todo un fenómeno viral a través de la cuenta @soylatatareal. Por medio de este perfil, el actor y la anciana conectaban todas las tardes con el mundo exterior y hacían un programa, al que pusieron de nombre Cuarentata, donde hablaban de lo divino y de lo humano. Aquel espacio subió en popularidad como la espuma. Cada vez había más seguidores y cada vez la tata enamoraba a más personas con su forma de ser. Sus intervenciones llegaron incluso a los medios de comunicación, nacionales e internacionales. 

Queda mucho por hacer

Y lo que en principio podían ser 15 días se convirtió en 3 meses. En ese tiempo, sin poder salir de casa, Muñoz cuida de la anciana, con todo lo que conlleva cuidar de otra persona (alimentación, aseo, distracción, medicación,...). Aprovechó ese tiempo para hacer mil cosas, para hablar de mil temas: el pasado, la situación actual, la soledad, la muerte. La hizo reír, la escuchaba, le pintó los labios de rojo, le hizo cosquillas en los pies. Todo ello, unido a las tareas propias que requiere el cuidado de una persona mayor. «Soy tu bebé», le llega a decir la tata a Miguel Ángel en un momento dado, y ambos rompen a reír. En definitiva, el actor trata de devolverle la ilusión, las ganas de reír, conseguir que cada noche se acueste con una sonrisa. Y lo consigue.  

Luisa Cantero

La Tata no pudo estudiar. Desde muy niña tuvo que encargarse de cuidar de su madre. Dice Muñoz que ella se ha pasado la vida cuidando a los demás. Sin tener vida para ella misma, sin formar una familia, ni tener hijos. Ha sido una mujer entregada que se dio a los demás y en cuyo interior no existe ni rencor, ni arrepentimiento. La miras y no puedes evitar sonreír. Tiene una sonrisa luminosa y una mirada algo pícara. Habrá pasado mucho en su vida pero ella sabe quedarse con el lado positivo. Tendrá sus penas pero su simpatía brilla. Y aunque dice que ya no tiene ganas de nada, está claro que el amor por el actor es lo que le da vida. ¿O es al revés?

¿Por qué me ha gustado tanto este documental?

Porque, más allá de ser un producto audiovisual, me parece un gesto precioso y generoso. Lo de rodar una película me parece algo totalmente anecdótico. Lo que realmente valoro es la decisión de compartir tiempo con la tata, de cumplir algunos de sus sueños, de mostrar el inmenso amor que le tiene. Miguel Ángel habla de la tata en este documental como si fuera un enamorado, cuya mirada se entristece cuando piensa que su idilio no será eterno. Y eso le produce tanto pesar que incluso llega a necesitar ayuda psicológica para fortalecerse, para saber cómo reaccionar cuando llegue ese momento. 

100 días con la Tata está cargado de emotividad y frescura, de naturalidad y sinceridad, de corazón y amor. Por no hablar de los valores que transmite, que deberían ser asimilados por todos, especialmente por los más jóvenes. Los ancianos no son un trasto. No se les puede arrinconar, hay que tenerlos en cuenta y atenderlos, a nivel social y familiar. Lo que hoy somos, lo que hemos conseguido, es gracias a ellos pero parece que, traspasada cierta edad, ya no tienen importancia, ya no se tiene en cuenta su opinión, ya solo les queda esperar la muerte. 100 días con la Tata transmite un importantísimo mensaje. Tiene momentos dramáticos y otros muy divertidos. Hay dolor pero también esperanza, y la Tata, con su forma de pensar y sus reflexiones, llega a conquistar el corazón de todos. 

Por otra parte, también me ha parecido genial mostrar la carga mental y física que supone ejercer de cuidador. Es un rol mucho más complicado de lo que la inmensa mayoría imagina, pero eso lo sabemos quienes hemos estado en esa situación. Miguel Ángel Muñoz sufre lo que se llama el síndrome del cuidador.  Se olvida de sí mismo, se desanima, siente que ha perdido su vida, y eso le genera una serie de problemas psicológicos, y también físico. No es nada fácil estar en esa situación. Os lo aseguro.

He disfrutado muchísimo de este documental, en el que el actor también hace un repaso a su vida profesional. Miguel Ángel Muñoz saca su lado más personal e íntimo. Vaya por delante que como actor, Muñoz nunca me hizo especial gracia, pero es justo reconocer que con esta historia ya soy incapaz de mirarlo con los mismos ojos de antes. En este documental no he visto al actor sino al hombre, empeñado en hacer feliz a una mujer, volcado por completo en otra persona que requería toda su atención, tratando de hacerla feliz, y de mantenerla en calma y segura. He visto a una persona que deja de pensar en sí mismo para pensar en otra persona y eso me parece maravilloso.

Tirando de fotografías, vídeos domésticos grabados a lo largo de los años y durante el propio confinamiento, me ha gustado mucho ver 100 días con la Tata, así que, desde aquí, te recomiendo que entres en Netflix y lo disfrutes.

Yo, de mayor, quiero ser Luisa Cantero.

 Qué suerte tienes, Miguelito.


Tráiler:



lunes, 11 de julio de 2022

LA SEÑORA MARCH de Virginia Feito

Editorial: Lumen
Fecha publicación: enero, 2022
Precio: 19,90 €
Género: narrativa
Nº Páginas:328
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
ISBN: 9788426409652
[Disponible en eBook
y Audiolibro]

Autora

Virginia Feito nació en Madrid en 1988, y ha vivido en París, en Londres -donde cursó Literatura Inglesa y Arte Dramático en la Queen Mary University y desarrolló su amor por la literatura gótica y el teatro-, en Nueva York y nuevamente en Madrid, donde estudió Publicidad en la Miami Ad School. Ha trabajado en importantes agencias publicitarias y ganado varios premios en festivales nacionales e internacionales. En 2018 decidió dejarlo todo para dedicarse a escribir en inglés La señora March, su primera novela, que propició una subasta por los derechos en Estados Unidos y está siendo traducida a varios idiomas. Publicada en 2021, ha ganado el Premio Best Novel Valencia Negra 2022, ha sido uno de los libros del año según el Library Journal y The Times, figura entre los libros más vendidos según el Sunday Times y Blumhouse Productions está adaptándola al cine junto con Elisabeth Moss, que interpretará a su protagonista. La crítica estadounidense ha comparado a Feito con Patricia Highsmith, Hitchcock y Shirley Jackson.

Sinopsis

La última novela de George March es un gran éxito, y nadie se enorgullece tanto de ello como su devota esposa, la señora March, que lleva una vida exquisitamente ordenada en el Upper East Side. Una mañana cualquiera, mientras se dispone a comprar el pan de aceitunas en su pastelería favorita, la dependienta insinúa que la protagonista del nuevo libro de George parece inspirada en ella. Este comentario casual le arrebata la certeza de saberlo todo sobre su marido —y sobre ella misma—. Así empieza un viaje alucinado y alucinante que puede desvelar un asesinato y secretos sepultados durante demasiado tiempo.

[Información tomada directamente de la web de la editorial]

He leído varias opiniones sobre La señora March en redes sociales y sé que esta dama no ha caído bien a todo el mundo. Yo tuve la oportunidad de leer la novela en enero y de hablar con su autora, Virginia Feito, (puedes leer la entrevista aquí, algo que te recomiendo porque es muy esclarecedora). A mí me encantó. Me pareció una lectura diferente y su protagonista, lejos de irritarme, me divirtió muchísimo. Os cuento mis impresiones.

La señora March es la flamante esposa de un escritor de éxito. Su marido, George March, acaba de publicar nueva novela que pronto será considerada como una obra maestra. Las librerías muestran escaparates en las que lucen pirámides de este nuevo título y todo el mundo habla de este acontecimiento.


«"Has leído el último libro de George March?" se había convertido en la frase de moda para iniciar una conversación en los cócteles». . [pág. 11]


La señora March es y está feliz. El éxito de su marido viene acompañado de una vida tranquila y sosegada, de largos paseos en los que se toma su tiempo, contemplando «los árboles sin hojas que flanqueaban las calles, las flores de Pascua aterciopeladas que enmarcaban los escaparates, las vidas que se vislumbraban detrás de las ventanas de los edificios». Pero semejante estado de bienestar quedará inmediatamente hecho añicos a causa de una lectora. Cuando la señora March entra en una pastelería, la dependienta le comenta con euforia que está leyendo la nueva novela del marido, que le está gustando muchísimo, y acto seguido le pregunta:


«- Pero es la primera vez que se inspira en usted para crear a un personaje, ¿no?»


Esa inocente pregunta la deja fuera de juego. En otras circunstancias, se podría considerar un halago pero no es el caso. La preguntita en cuestión es todo un mandoble para la señora March. Y es que la protagonista de la novela es una prostituta de nombre Johanna, con la que nadie quiere acostarse, fea, estúpida y horrible. ¿Cómo puede pensar Patricia, la pastelera, que su marido se ha inspirado en ella para construir al personaje? El comentario la horrorizó tanto que pretextó una excusa y salió corriendo de la tienda, dejando la compra atrás. ¿Pero de qué trata realmente el libro de su marido? Ella solo ha leído un borrador por encima. De aquella lectura recuerda que la protagonista era una prostituta gorda y patética, y que la trama le resultó muy realista, desagradablemente explícita. ¿Cómo ha podido su marido escribir una novela así inspirándose en su mujer? Ella que siempre lo apoyó incondicionalmente, a pesar de que apenas se puede vivir de vender libros. La señora March, ofuscada y confusa, decide leer el libro. Puesta a indagar sobre la veracidad de tal hecho, llega a casa y entra en el despacho de George. Allí encuentra un ejemplar de la novela. Lee por encima, llega a los agradecimientos y encuentra las palabras que su esposo le ha dedicado a ella, considerándola su constante fuente de inspiración. La cosa empeora.

Y lo hará todavía más cuando, medio oculto en el interior de una libreta, encuentra el recorte de un periódico, con el siguiente titular: «Sylvia Gibler sigue desaparecida, se baraja la posibilidad de su muerte»¿Quién es esta joven? ¿Por qué su marido guardaba aquel recorte de periódico?

A partir de aquí, la señora March entra en una espiral, un agujero negro que la irá engullendo cada día más. Reflexionará sobre su matrimonio, rememorará cómo se conocieron, qué opina su madre sobre aquella boda por lo civil y qué opinión tiene ella de Paula, o Paulette, como la llaman cariñosamente, la hija de George, de un matrimonio previo. Es una joven por la que la protagonista llega a sentir celos, con la que no sentirá ninguna afinidad, y a la que considera una joven arrogante, testadura muy guapa, y que siempre hace preguntas impertinentes.

Y mientras ella va analizando el mundo que cree ver, emprenderá una especie de investigación. Tratará de averiguar algo sobre la joven desaparecida y si tiene o no vinculación con su marido. La veremos en infinidad de situaciones, algunas totalmente descabelladas, hasta un desenlace que nos dejará en estado de shock. ¿Qué le pasa a la señora March realmente?

Qué me ha gustado de esta novela

A mí, particularmente, lo que más me ha gustado es el personaje. Sé que hay lectores que no la aguantan pero a mí me ha fascinado. A pesar de que lo que le ocurre no es precisamente divertido, yo no pude evitar reírme con sus cosas. Cada vez se va hundiendo más, construyendo un mundo paralelo. La he visto actuar de manera impulsiva, como acto de rebeldía, tratando de vengarse contra ese mundo que le recuerda lo imperfecta que es. Es una mujer insegura, indecisa, se quiere poco, piensa que todo el mundo habla mal de ella, y tiene poca confianza en sí misma. Eso provoca que se meta en un pozo sin fondo hasta consecuencias inimaginables, viviendo dentro de sus propias ensoñaciones y enfrentándose a todos esos que creen saber más que ella. En realidad, es una pobre mujer, pero el ser humano es capaz de cualquier cosa si está sometido a presión y, por paradójico que parezca, a mí me divertido verla cada vez en situaciones más rocambolescas, en su bajada a los infiernos. Las cosas a su alrededor se van transformando en función de la tormenta que se desarrolla en su interior. 

También me gusta la atmósfera que se respira en la novela. Está muy bien ambientada en una época indeterminada pero en la que es fácil ubicarse. Es como si Feito hubiera viajado en la máquina del tiempo, para anotar cómo eran las casas, las cenas en familia, las fiestas, o las tiendas de barrio. Me he sentido inmersa en esa época, rodeada de mujeres como la señora March, con sus coquetos sombreros y sus guantes de piel. 

Estructura y estilo

Escrita en tercera persona, la novela se compone de un total de cuarenta capítulos de corta o media extensión. La narración es muy fluida. La mezcla entre una pizca de suspense, humor sutil y una gran dosis de delirio consiguió que me leyera la novela casi de una sentada. 

En definitiva, he disfrutado de la lectura. Creo que el truco está en entrar en el juego que nos propone Virginia Feito, contemplar a la señora March desde la distancia. No hay que entenderla, pero sí esperarse de ella cualquier cosa. Para mí es una novela recomendable. Y seguro que también lo será la película porque se avecina adaptación cinematográfica.

[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

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