Nacionalidad: España
Director: Benito Zambrano
Reparto: Elia Galera, Eva Martín, Mariona Pagès, Marilu Marini, Tommy Schlesser, Claudia Faci, Pere Arquillué, Pep Tosar, Nansi Nsue, Ana Gracia, Hoji Fortuna, Toni Pons Vera, Joseph Ewonde, Carles Molinet, Luis Dyangani
Género: Drama
Sinopsis: En Valldemossa, un pequeño pueblo del interior de Mallorca, Anna (Eva Martín) y Marina (Elia Galera), dos hermanas que fueron separadas en su adolescencia, se encuentran de nuevo para vender una panadería que han heredado de una misteriosa mujer a la que creen no conocer. Las hermanas son dos mujeres con vidas muy diferentes. Anna apenas ha salido de la isla y sigue casada con un hombre al que ya no ama. Marina viaja por el mundo trabajando como doctora para una ONG. Mientras intentan descubrir los secretos que encierra su enigmática herencia, Anna y Marina tendrán que hacer frente a viejos conflictos familiares e intentar recuperar los años perdidos.
Esta semana solo voy a poder publicar una reseña y he elegido para la ocasión un 2x1, es decir, una película basada en una novela. Ahí vamos.
Pan de limón con semillas de amapola es la adaptación cinematográfica de la novela con título homónimo, escrita por Cristina Campos. Se publicó en 2016 y ha cosechado infinidad de buenas opiniones. Por ejemplo, Beatriz y Concha de Lector a Lector comentaron que se trata de una novela que da «pena que se acabe, de las que cuesta separarse y que cuando la acabas te quedas un rato abrazada a ella para alargar y demorar más posible ese momento»; Raquel de Los augurios de la luna dijo que se trata de una novela conmovedora, «tanto que acabé llorando agarrada al libro y pensando en si es justa o no la vida, la verdad que la autora ha sabido trazar un final que te deja tocada, a lo largo de toda la historia vas acumulando sentimientos, y todos los sueltas en las últimas páginas de la novela»; y Paco de Un lector indiscreto comentó que es «una lectura muy atractiva, visual y con claros rasgos cinematográficos». Ahí va el booktrailer:
Con reseñas tan emotivas, me quedé con las ganas de leer la novela. Sin embargo, al poco tiempo supe que Benito Zambrano tenía pensado llevarla al cine y me alegré por partida doble. Primero porque me apetecía asomarme a esta historia, aunque fuera en formato audiovisual. Segundo porque me encanta Zambrano. Me parece un director que sabe tocar la fibra del espectador. Al menos, fue eso lo que consiguió conmigo, al dirigir Solas, La voz dormida o Intemperie. Y dicho y hecho. Antes de finales de año pude ver esta película. ¿Qué me ha parecido? Triste. Tristísima, pero muy bella. Salí de la sala de cine con una congoja agarrada al pecho que no me podía quitar de ningún modo. Me costaba separarme de los personajes, de su historia, de sus sentimientos, de su drama. Y aún perdura esa sensación. Desconozco si la película adapta con más o menos libertad la novela de Cristina Campos. Sin embargo, creo que sí mantiene esa sensación conmovedora, esa ternura, esa angustia de la que hablan los que la han leído. Pero, ¿cuál es su argumento realmente?
Pan de limón con semillas de amapola cuenta la historia de las hermanas Ferrugat. Anna es la mayor. Vive en un pueblo de Mallorca. Está casada con Armando, un constructor cuya empresa no pasa por un buen momento, y es madre de Anita, una adolescente que le da más de un quebradero de cabeza. Por su parte, Marina es un médico cooperante en África. Es ginecóloga y se encarga de tratar a las mujeres embarazadas y asistirlas en el parto.
Al principio, la narración se vertebra en dos hilos, uno por cada una de las hermanas. A Marina la conoceremos en plena faena. En mitad de un parto, la madre, una mujer africana, pierde la vida, pero ella consigue salvar al bebé. ¿Quién se va a hacer cargo de la pequeña recién nacida? Nadie. La madre era prostituta y no parece tener ningún familiar que vaya a reclamar a su retoño. Solo queda que las monjas se hagan cargo de él y le encuentren una familia adoptiva.
Marina tiene pareja. Mathias es otro cooperante. Se ven poco porque cada uno tiene una misión en este país de tantas complicaciones, pero cuando consiguen estar juntos son tremendamente felices. Han conseguido amoldar su relación a la imprevisibilidad de su trabajo. Él le ha pedido matrimonio pero ella está bien así. No hay necesidad de firmar ningún papel.
Por su parte, Anna tiene una vida doméstica. No trabaja y simplemente se hace cargo de la logística del hogar. Antes lo tenía más fácil, cuando contaba con ayuda de empleadas del hogar y jardineros pero ahora, con una situación económica muy precaria, todo se ha vuelto más cuesta arriba. Incluso el banco devuelve los recibos del colegio de la hija. Anna vive con su marido y su hija en la casa familiar, en la que perteneció a sus padres y de la que ahora son propietarias Anna y Marina. A esta última nunca le importó. No hay nada en esa casa que ella quiera.
Anna no tiene una buena relación con su marido. Armando es un tipo violento, agresivo, desagradable. Trata a su mujer con la punta del pie y jamás se ha interesado por la vida de su hija. Ahora, su carácter se ha agriado mucho más, ahora que están arruinados y que podrían acabar en la cárcel. Armando está desesperado. Necesita encontrar dinero aunque sea debajo de las piedras. Y sin esperarlo, su mujer hereda un inmueble. La suerte, a veces, favorece a los más despreciables.
El misterioso legado que una desconocida deja a Anna y a Marina obligará a esta última a viajar a España. Allí tratarán de averiguar por qué una mujer de la que no sabían nada les ha dejado un inmueble, en cuya planta baja radica una panadería que regenta Catalina desde hace muchos años. Pan de limón con semillas de amapola indagará en el pasado de la familia Ferrugat. Descubrirá cómo eran las relaciones personales entre sus miembros, quién es la mujer misteriosa que ha hecho testamento en favor de las hermanas, por qué hay ciertas piezas en la historia de la familia que no cuadran. Y a la vez que indagan sobre todo esto, dos subtramas aderezarán el relato principal: la maternidad y la enfermedad.
¿Qué me ha gustado de la película?
Las historias familiares tienen ese encanto que la hacen especialmente interesantes en el ámbito literario y cinematográfico. Las familias esconden secretos, tratan de ocultar hechos vergonzosos o miembros que fueron el garbanzo negro. Indagar y descubrir todo aquello que se trata de ocultar con ahínco siempre me ha llamado la atención, y eso es precisamente lo que nos va a ofrecer esta película, la revelación de los secretos en la familia Ferrugat.
Para ello, la historia se vale de cinco mujeres. Cada una de ellas tiene una vida distinta y procede de un lugar diferente. Y, sin embargo, terminarán tremendamente unidas. A lo largo de la historia iremos viendo cómo estas mujeres van tejiendo una amistad que, a cada paso, se vuelve más necesaria. Se necesitan la una a la otra, se ayudan, se escuchan, se comprenden. Esas relaciones, las que se forjan entre ellas, es lo que más me ha gustado de la película. La amistad que las une me ha parecido de una belleza extraordinaria, que encierra un gran mensaje porque, ante la adversidad, no hay nada mejor que aunar fuerzas y apoyarse unas en otras.
Pequeñas pegas
Tengo que admitir que, al principio, me perdí un poco con el desarrollo de los hechos. No sabía muy bien de qué herencia hablaban, de qué inmueble y por qué se extrañaban tanto. Pero poco a poco vas descubriendo que la persona que ha testado en favor de Anna y Marina es una desconocida para ellas. A partir de ahí, las piezas fueron encajando en su sitio y fui comprendiendo mejor qué es lo que ocurría.
También tengo que decir que el desenlace se ve venir, y desde bastante distancia. Al menos, yo lo intuí desde la mitad de la película. Cuando hay sucesos que no encajan en la historia familiar, cuando hay un nombre que sale a la luz, empecé a atar cabos. Así que, la otra mitad del largometraje me la pasé esperando a que Marina y Anna encontraran la clave que les llevara a la misma conclusión a la que había llegado yo. De todos modos, y a pesar de la tristeza, es una historia tan bonita que no me importó intuir el final.
Personajes
Marina es una mujer que ha rehecho su vida en África. Sus relaciones familiares nunca fueron muy sólidas. Desconoce por qué ocurrieron ciertas cosas durante su infancia, pero es algo con lo que ha vivido hasta ahora, metiendo todo lo que no ha llegado a entender en un cajón, y construyendo su vida en ese país donde las ONG se dejan el pellejo. Ella ha encontrado sentido a su vida en ese lugar del mundo, donde se vuelca ayudando a los demás. Hace muchos años que no pisa España. Lo que quedó allí es solo fruto del pasado.
Cuando menos se lo espera, su cuerpo le pedirá un compromiso que ella no había planeado.
Anna es una mujer que vive encerrada en un matrimonio en el que no es feliz pero tiene asumido que es lo que ha elegido, así que calla y agacha la cabeza. Su personaje nos hará ver que a veces tiene que ocurrir algo terrible para que abramos los ojos y seamos capaces de encontrar la fuerza necesaria para cambiar nuestra vida. No importa lo que ocurra después.
Marina y Anna no se ven hace 14 años. También entre ellas ocurrió algo que las alejó definitivamente. No obstante, siempre hay una oportunidad para sanar y cerrar heridas.
Pero esta es una película de mujeres y habría que mencionar otras tres que son realmente importantes en la historia.
- Catalina es la panadera. Una mujer de carácter férreo, poco sociable. Se dedica a trabajar en la panadería y una vez que termina su jornada, a otra cosa. La llegada de las hermanas a lo que ha sido su reino durante tanto tiempo la incómoda, por eso se muestra distante y reacia a contar nada de su pasado. Marina y Anna saben que Catalina conoce la verdadera historia, esa que ellas necesitan saber, pero la panadera cierra la boca y no da su brazo a torcer. No, de momento.
- Úrsula es la dueña del hotel del pueblo, donde se aloja Marina al llegar a la isla. Ella es la guinda divertida de esta historia, la que contribuye a restar parte del dramatismo que recorre todo el relato. Nacida en Argentina, su forma de ser natural, espontánea, amable y bondadosa termina por conquistar el corazón de todos los que la rodean.
- Anita es la adolescente, la hija de Anna y Armando. Como chica joven es una rebelde, a la que no le importa nada más que sí misma. Pero el destino le dará una lección y, a su vez, ella se la dará a todos los que la rodean porque cuando más vulnerable e indefensa podría estar, se eleva sobre sus propios pies para madurar a pasos agigantados.
Pero, ¿dije que esta es la historia de cinco mujeres? En realidad, son seis. También está Lola pero de ella no os voy a contar nada.
En cuanto a las interpretaciones, todas están a la altura de lo que se espera de sus personajes. Elia Galera (Marina) aporta la serenidad de su semblante, la calma que da estar acostumbrado a ver de todo. Todo lo feo. Por su parte, a Eva Martín (Anna) le toca interpretar el papel de la sumisión hasta uno de los puntos álgidos de la historia. Su mirada está llena de silencio. Claudia Faci (Catalina) añade fuerza y coraje a la historia. Mientras que Marilú Marini pone la chispa y ayuda a rebajar la tensión.
Pan de limón con semillas de amapola me ha parecido una historia preciosa, en la que, tanto el director como el reparto, han sabido poner el corazón. Es una historia de mujeres, que se unen para andar un duro camino juntas, transitando por un sendero difícil, cogidas de la mano. Despedirán viejos fantasmas pero también tendrán que hacerle frente a otros que acaban de llegar, mientras un rayo de esperanza se instala en la familia Ferrugat. Es una historia de amistad, de curar heridas de antaño, de valor, de coraje, de secretos, de amores rotos y prohibidos, de sueños cumplidos. Lástima de ese final que vi venir desde tan lejos. Aun así, su visionado es muy recomendable.
Tráiler:
La novela la puedes adquirir aquí.