jueves, 16 de diciembre de 2021

CRISTINA SORIA: ❝Entender nuestra vulnerabilidad nos hace mucho más humanos❞

A Cristina Soria la conocemos por sus libros pero también por ser la cara televisiva que interpreta los gestos de los famosos en los programas de corazón. La conocí hace unos cuantos años cuando visitó Sevilla para promocionar su tercer libro, Elige tu aventura. Clave para afrontar la toma de decisiones (puedes leer aquella entrevista aquí). Desde entonces no ha dejado de formarse como coaching, profundizando en diferentes ámbitos que, con posterioridad, vuelca en sus publicaciones.

Recientemente ha firmado el que es su séptimo libro, Renuévate. Como encajar las piezas de tu nueva vida, un libro que nace con la vocación de ayudarnos a la hora de asimilar, aceptar y amoldarnos a la nueva situación que vivimos, y en el que recoge algunas conversaciones con el psiquiatra Javier García Campallo.

Marisa G.- Cristina, creo que nos conocimos con el segundo libro y ya vas por el sexto.

Cristina S.- Séptimo.

M.G.- Pues he contado mal entonces.  ¿Y qué diferencia este libro de los anteriores?

C.S.- Hay más conocimiento y más experiencia, porque lo que cuento en los libros es lo que yo vivo y trabajo. He seguido formándome mucho y especializándome en otras áreas. Es lo que me permite aportar algo más en cada libro.

M.G.- En el prólogo comentas que nadie sabe lo que va a ocurrir pero que hay que adaptarse a esta nueva vida y apuntas que lo que pretendes con este libro es aportar las piezas claves que nos pueden ayudar a llevar esta nueva realidad que nos toca vivir.

C.S.- Sí. La pandemia no deja de ser una incertidumbre que está ahí. Ahora estamos todos obsesionados con la pandemia pero cada persona vivirá a nivel personal sus propias incertidumbres y sus propios cambios. Y después de esto vendrán otras situaciones en las que no sepamos qué va a pasar.  Con la excusa de la pandemia, que nos ha puesto a prueba a todos, debemos aprovechar y a adquirir recursos para que, cuando venga un cambio de un día a otro, pues nos enfademos, lloremos y pataleemos pero también tengamos al alcance recursos y experiencia.

M.G.- Como profesional, ¿cómo viviste esos meses que estuvimos encerrados?

C.S.- Con mucha tristeza porque perdí a un familiar en los primeros días. Fue muy difícil de gestionar porque estaba muy lejos. Pero luego, en mi casa, estuve muy tranquila. Tuve más trabajo que en un periodo normal. Me metí en muchos proyectos, había muchas opciones de cursos y formación, de directos. Había días que mi agenda estaba a tope. Me di cuenta que había muchas cosas que se dejaban de hacer porque pensabas que las tenías ahí siempre y, de repente, ves cómo te las arrebatan. Pero no me aburrí. En casa vimos mucho Netflix, leímos muchos libros y estuvimos haciendo muchas cosas diferentes, y comunicándonos de forma diferente. Pero, en mi caso, era una afortunada. No tengo una casa pequeña, mis hijos no tenían necesidad de compartir ordenador, lo que sí le ocurría a muchas familias. Mi situación es muy privilegiada y no me puedo quejar.

M.G.- En el libro hablas de muchas cuestiones interesantes. De entrada, trabajar la aceptación, una pieza clave en estos momentos en los que nos toca aceptar las cosas tal y como están viniendo. Comentas que hay que aprender a mirar las cosas desde otro ángulo, aunque reconoces que tenemos un patrón interiorizado.

C.S.- Sí, pero ese patrón se puede cambiar. Todos tenemos expectativas y, a lo mejor, esperamos que nuestros hijos sean de determinada forma, o que estas navidades nos podamos reunir con nuestras familias, o poder llevar a cabo planes de futuro pero, de repente, todo eso se derrumba. Pero hay una frase del psiquiatra Javier García que es muy útil: «Esto ha llegado así, esto es tal y como es y así lo acepto». De otro modo, la resistencia, la rabia y el enfado no nos dejarán actuar. Lo que llega está bien. A partir de ahí tienes que pensar qué está en tu mano, qué puedes hacer para cambiar de la situación. Siempre preferimos que sean los demás los que nos resuelvan el problema o echar la culpa fuera. No nos damos cuenta que hay una parte que depende de nosotros. Cuando hay una situación que no queremos, por ejemplo, que me echen de la empresa, ¿qué puedo hacer? Si mi empresa cierra y me echan, ¿voy a estar todos los días dándome contra la pared?  No. Hay que sacar un aprendizaje de esa situación. Es lo único que está en nuestras manos. Lo demás se nos escapa.

M.G.- Ahora que mencionas a Javier, en el prólogo se habla de los niños, de los pequeños que están normalizando la mascarilla, la distancia social, los no abrazos y besos a los abuelos,... ¿Estos niños serán una generación fría?

C.S.- Ya se verá qué pasa con ellos porque efectivamente ellos están dando por normal algo que no es. Pero yo no me creo que sus padres no los abracen.

M.G.- ¿Pero y con los demás?

C.S.- Es verdad que el contacto social es diferente en ellos. Les ocurre igual a los adolescentes. Están en una edad de salir y ahora les cortan las alas. Las consecuencias de todo esto se verán más adelante. En cualquier caso, no creo que haya nada que no sea reversible.

Mi sobrina, con seis o siete años, le decía el otro a mi madre que tenía muchas ganas de abrazar a sus amigas, pero abrazarlas de verdad, sin mascarilla. Lo que estamos viviendo lo podemos transformar más adelante. Esto es fruto de una situación pero eso no quiere decir que más adelante las cosas no sean diferentes. Eso es lo que hay que enseñar a los niños. Que esto es así ahora, pero no va a ser siempre. 

Y luego la forma de sociabilizar y de demostrar cariño se puede hacer de muchas maneras. No quiero pensar que estos niños se conviertan en adultos fríos y retraídos

M.G.- La ira es otra emoción que abordas en el libro. Todos sabemos las reacciones que provoca la ira, comportamientos impulsivos y decir cosas que no se piensan. Sin embargo, tú señalas que la ira también puede tener puntos positivos, algo que jamás había pensado.

C.S.- La ira es una emoción que demuestra que están cruzando tus límites. Y no hay emociones positivas ni negativas. Todas son positivas porque te están dando información. El problema está en que cuando llega la ira, si no sabes gestionarla, se produce una violencia excesiva que, además es contagiosa. Lo que hay que hacer es escuchar las emociones, escucharlas de verdad, y aprender de lo que estás sintiendo, aprender si la situación que te ha provocado ira merece la pena realmente o no, o se trata de una pataleta que está sacando a tu yo-niña, cuando resulta que ya eres una adulta.

M.G.- Leemos en el libro: «El miedo ha llegado para quedarse». Todos hemos sentido miedo al contagio, miedo a la muerte. ¿Cómo se gestiona ese miedo?

C.S.- El miedo es otra emoción que te permite sobrevivir, porque te avisa cuando estás en peligro. Pero lo que no se puede es tener miedo a cualquier cosa y que se convierta en un miedo patológico. Hay que preguntarse si aquello que te está provocando miedo es presente, es pasado o me estoy adelantando al futuro. Eso es fundamental. Si tengo miedo por algo presente trataré de gestionarlo. Pero si es por algo del pasado o del futuro, hay que pensar que lo pasado, pasado está, y el futuro ya veremos cuando llegue. No hay que afrontar las cosas antes de tiempo porque no sabemos lo que va a pasar realmente. 

El miedo es una emoción muy seductora. Y cuando escribo en el libro que ha llegado para quedarse es porque hay que darse cuenta de que somos vulnerables. No se trata de vivir con miedo permanente, sino entender que hay situaciones que nos ponen en riesgo. Entender nuestra vulnerabilidad nos hace mucho más  humanos. Si no, aparece ese ego y esa soberbia que nos hace creer que podemos con todo. 


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M.G.- Con respecto al miedo pones un ejemplo que me gusta mucho. Por ejemplo,  hablas del miedo a conducir. En estos casos, no nos podemos decir que queremos conducir para superar nuestro miedo, sino que vamos a conducir para disfrutar de la conducción. Ese matiz, en el cerebro, te hace reaccionar de una manera diferente.

C.S.- Las palabras que nos decimos provocan una reacción u otra. En nuestro cerebro empiezan a liberarse una serie de hormonas y neurotransmisores que pueden provocar un impacto en nuestro físico. Según lo que pienso, me comporto. Ese diálogo es lo que hay que transformar. Si estoy obsesionada por quitarme el miedo a conducir, el cerebro siempre se quedará con la idea de ese miedo a conducir. En cambio, si me digo que voy a aprender a disfrutar conduciendo, en esa frase no hay ni una sola palabra mala o negativa. El cerebro interpreta la frase como algo positivo. Todo es cuestión de cambiar las palabras, de elegir esas que en coaching trabajamos tanto, y que le dan la vuelta a todo. En las frases afirmativas y de motivación no puede haber palabras que resten, ni palabras negativas, porque entonces el cerebro se quedará con eso, con lo negativo, que es lo que le gusta.

M.G.- En otros capítulos del libro hablas del sentido vital, de los objetivos, de las metas. ¿Qué claves nos aportas al respecto?

C.S.- El sentido vital es algo que aprendí a través de dos españoles que escribieron un libro sobre ikigai. El sentido vital es un concepto que viene de la cultura japonesa, muy relacionado con el hecho de vivir el momento actual. Es fundamental que cada uno sepamos hacia dónde vamos. Es mucho mejor vivir la vida y disfrutarla que sobrevivir a ella, aunque las circunstancias te lo pongan difícil. Cuando conectas con tu sentido vital eres capaz de dejar espacios a ese sentido vital en tu vida. Imagina que para alguien su sentido vital es compartir. Te pasas todo el día trabajando pero dejas un tiempo para compartir con los demás. Es algo que te va a aportar mucha energía porque estás cumpliendo con un valor importante para ti, con lo cual te vas a encontrar mejor.

Y en cuanto a los objetivos y las metas, tenemos que dirigirnos a algún sitio. Hay que proponerse pequeños retos todos los días, proponerse cosas que nos cuesten, porque eso te permite superar obstáculos y confiar luego más en ti. 

M.G.- Hay un capítulo muy interesante en el que se nos propone hacernos amigo de nuestro cerebro. Nosotros somos los primeros que nos ponemos trabas.

C.S.- Sí, porque le hacemos caso al que está aquí arriba (se señala la frente). Las creencias, los pensamientos que nos han lanzado, incluso desde antes de nacer, porque las vamos heredando de generación en generación, es como el gps de un coche. 

Para mí, uno de los momentos claves cuando empecé a estudiar sobre la neurociencia, fue cuando me dijeron que el cerebro lo único que quiere es que respires porque así sobrevive. Su intención primaria es la supervivencia. Cuando vas descubriendo el funcionamiento del cerebro, entiendes que hay veces que te digas que no puedes, que te digas cosas feas, que te creas cosas que te limitan. Hay que pararse y hablar con uno mismo, saber si lo que nos estamos diciendo es verdad o no, entendiendo que la tendencia primera del cerebro es decirte que no lo hagas. Tienes que hacerte amigo del cerebro y cuestionar lo que te dice.

M.G.- De todos modos, no vamos a conseguir nada si no nos queremos y no confiamos en nosotros mismos.

C.S.- Tengo un compañero, Luis Bueno, que dice que tenemos que rellenar primero nuestro vaso para luego darle de beber a otro. A veces queremos que lo que no nos damos a nosotros mismos, nos lo dé el resto. Y realmente hay cosas que nos pueden dar los demás y nosotros no. Pero hay que tener claro que, si yo no me respeto ni me doy cariño, no puedo pretender que el otro me respete o me dé el cariño que yo misma no me estoy dando. Le estaré exigiendo que me dé algo que yo no me doy. Si el otro me ve en esa carencia se aprovechará porque hay gente buena y gente que no es tan buena. 

Especialmente a las mujeres, nos han educado hacia afuera. Tienes que ser una buena hija, una buena hermana, una buena mujer, una buena madre,... ¿Pero y yo? ¿Cuándo me dejo ese espacio para mí? ¿Cuándo empiezo a cuidarme y a darme las cosas que solo puedo darme yo? No lo hacemos porque parece que eso es ser mala.

M.G.- Egoísta.

C.S.- Claro. Egoísta.

M.G.- Tienes razón. Y otra cosa curiosa, las mañanas del salvador. ¿Esto qué es?

C.S.- Eso se lo robé a Enrique Jurado. Es un coach buenísimo que, durante la pandemia, nos lo explicó. Con cada letra de la palabra "salvador" hay que hacer una acción. Al final, de lo que se trata es de dedicarnos un periodo corto de tiempo al día, unos minutos, para conectar con nosotros, y saber cómo nos encontramos, física y emocionalmente, para hacer algún tipo de ejercicio, visualizar cómo queremos que sea ese día, a construir un mensaje positivo hacia nosotros. Durante la pandemia lo hacía todo, y me podía pasar dos horas dedicadas a mí. Ahora eso es inviable pero sí empiezo por la mañana con un momento de silencio y meditación, hago deporte a primera hora de la mañana, y a lo largo del día leo. Y luego hay una frase que me repito cuando hay momentos en los que cojeo un poco. 

Las mañanas del salvador consiste en hacer ciertas acciones que me van a predisponer para ese día, desde el punto de vista positivo. Sienta fenomenal porque es un ratito que te dedicas a ti mismo. Se trata de conectar contigo esos primeros minutos del día y de la noche porque, al conectar contigo, sabes lo que necesitas, si estás haciendo lo que realmente quieres o no, si eres feliz con lo que estás haciendo,... 

M.G.- Durante esta pandemia siempre hemos dicho que vamos a salir mejor, más tolerantes, mejores personas pero yo creo que, lo que realmente hemos aprendido, y tú lo mencionas en el libro, es a no programar, a vivir el presente. Por lo demás, creo que hemos vuelto a ser los de siempre. 

C.S.- Y aun así seguimos programando porque hay cosas que son necesarias. Pero es verdad que, durante la pandemia, hicimos muchos propósitos y luego todo ha quedado en nada. Seguimos con el ya quedaremos, a ver si voy a ver a mis padres, a ver si hago esto,... pero no nos damos cuenta de que los días van pasando. De todos modos, somos incapaces de parar. Durante el confinamiento nos esforzamos por rellenar las horas, y no fuimos capaces de disfrutar de no hacer nada. 

M.G.- Cuando empezó la pandemia, yo decía que la gente joven tenía que estudiar psicología, psiquiatría, coaching porque lo vamos a necesitar. ¿Tú has notado que ha aumentado la demanda de estos profesionales?

C.S.- Sí, sí. De hecho dicen que han subido los niveles de depresiones, suicidios y ansiedad, en España y en Europa, en general. Hay personas que estaban mentalmente sanas pero esta pandemia les ha tocado y han empezado a sufrir de estas patologías. Encontrarte mal psicológicamente y tener la naturalidad de pedir ayuda va a ser algo fundamental en los próximos años. Hay que normalizar ciertas cosas que, hasta ahora, no están normalizadas. Por eso ahora se está dando mucha importancia a la salud mental, cuando resulta que es algo que está ahí desde hace mucho tiempo. La gente está ahora como más enfadada, más irascible, con más angustia porque hay familias que no llegan a final de mes y no pueden mantenerse. 

M.G.- Creo que todavía no somos conscientes de la huella que esto nos está dejando.

C.S.- Secuelas de todo tipo. Cuando un país pasa una guerra las secuelas se van viendo con el paso de los años. Con la pandemia, tendrá que pasar todavía un tiempo hasta que podamos ver la mella que realmente nos ha dejado. No somos muy conscientes de lo que hemos vivido porque el cerebro intenta que nos olvidemos.

M.G.- Cristina, tu libro es muy práctico. Hablamos mucho de teoría pero cuenta con muchos ejercicios que podemos hacer para poner en práctica todo lo que explicas. ¿Cómo planteas estos ejercicios?

C.S.- Son herramientas con las que trabajo habitualmente con mis clientes. La teoría se explica pero para cambiar hay que actuar. Estos ejercicios ayudan a tomar conciencia, a poner en prácticas ciertos hábitos, a hacer las cosas de diferente manera. 

M.G.- Pues un placer hablar contigo, Cristina. A mí lo de las mañanas del salvador me ha encantado. Me gustaría ponerlo en práctica.

C.S.- Es ponerse. A lo mejor no lo puedes hacer todo del tirón, pero se trata de ir poniendo en práctica las diferentes siglas a lo largo del día. Me ayudó mucho durante el confinamiento.

M.G.- Gracias, Cristina.

C.S.- A ti.

C.S.- Un placer.

Sinopsis: Cómo encajar las piezas de tu nueva vida.

Tras pasar por una experiencia negativa, como la pandemia que paralizó nuestras vidas en 2020, ha quedado demostrado que las expectativas, los sueños y el devenir de nuestro día a día pueden cambiar de un momento a otro y, por ello, es fundamental que nos preparemos física, emocional y mentalmente para renovarnos por dentro. Si una cosa ha quedado clara en este tiempo es que debemos adquirir las herramientas y las destrezas necesarias que nos permitan superar con éxito todos los obstáculos que se nos presenten en el futuro.

¡RENUÉVATE y ponte en marcha para cumplir con tu sentido vital! Cristina Soria te dará las claves para encajar las principales piezas de tu nueva vida y te enseñará a que te quieras y a querer a los demás, a compartir, a conocerte mejor, a buscar nuevas ilusiones, a vivir el aquí y el ahora y a agradecer, porque ahí radicará tu éxito. ¿Te animas? 

1 comentario:

  1. Hola.
    No soy nada de este tipo de libros pero seguro que habrá personas que les resulte de ayuda.
    Un saludo.

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