Hace unos días, la zaragozana Sara Barquinero (1994) visitó Sevilla, para promocionar su última novela Estaré sola y sin fiesta (Lumen). Considerada como una revelación literaria, Barquinero ha recibido diversos premios, entre los que destacan: el Premio Virginia Woolf de relato en lengua inglesa en 2017 o el Premio Voces Nuevas de poesía de la Editorial Torremozas en 2019. Estaré sola y sin fiesta nace a raíz de que Sara encontrara un diario en plena calle. La autora de ese puñado de páginas, datados en 1990, se hace llamar Yna y relata su desesperación amorosa, su tormentosa relación por un hombre llamado Alejandro, que no la corresponde. Partiendo de este hallazgo, y tras un intento infructuoso de localizar a Yna y saber qué ocurrió con ella, Barquinero relata el periplo ficticio de una joven en busca de la autora del diario y de su amor Alejandro.
Os dejo con nuestra conversación.
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[Fuente: Web editorial]
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Marisa G.- Sara, veintisiete años y un montón de premios. Dicen que eres la promesa de la literatura española. ¿Cómo se vive este momento?Sara B.- Por una parte, estoy más contenta que nunca en mi vida pero, por otra parte, estoy abrumada, como si me diera vergüenza. Estoy en esa dualidad. Supongo que todavía no me lo acabo de creer.
M.G.- Esta novela parte de un hecho real, el hallazgo de un diario. ¿Cómo fue ese momento?
S.B.- Más o menos, tal y como se cuenta en la novela, aunque está abreviado. Iba por la calle con una de mis mejores amigas, encontramos unos contenedores, miramos lo que había y encontramos el diario. A partir de entonces empecé a pensar en esta historia.
M.G.- ¿En qué año fue eso?
S.B.- En 2017, 2018. Durante ese curso.
M.G.- Yo me sé la historia porque la he leído pero, ¿cómo le resumirías al lector lo que contiene ese diario?
S.B.- Son las cartas de amor no enviadas de una mujer llamada Yna a un hombre que se llama Alejandro. Él no le devolvía las llamadas, aunque ella le insistía mucho en que quería estar con él.
M.G.- El presente de la novela es 2018, aunque el diario está datado en 1990. ¿Es así?
S.B.- Sí, así es.
M.G.- De todos modos, salvo el hallazgo del diario, todo lo que se cuenta en la novela es ficticio, ¿no? Es decir, no narras nada de tu realidad, excepto lo del diario.
S.B.- Exactamente. Al principio, intenté investigar un poco sobre quién había escrito ese diario pero no conseguí ninguna información, así que, abordé otra vía.
M.G.- ¿Pero anduviste el mismo camino que hace la protagonista de esta novela, para seguir la pista de Yna?
S.B.- Sí, sí. Fui al barrio en el que supongo que vivió Yna. El diario estaba tirado en un contenedor de Torrero (barrio de Zaragoza), pero a saber si habían vivido realmente allí o por qué aquel diario había acabado allí. Fui preguntando a la gente y nadie sabía nada. Si alguien te daba algo más de información, nunca tenía la certeza de que fuera verdad lo que me estaban contando. Así que abandoné la investigación.
Hay una escena en la novela, en la que la protagonista contacta con alguien a través de Facebook, con la que pensaba que podía ser la hija de Yna. Eso sí es verdad.
M.G.- ¿Y la respuesta que da esa supuesta hija a la protagonista de la novela es la que realmente esa persona te dio a ti?
S.B.- Es muy parecida. En la novela introduzco algunos detalles más pero básicamente me dijo que dejara en paz a su familia.
M.G.- ¿Tú te has parado a pensar qué diría Yna, que hoy tendría unos sesenta años, si llega tu novela a sus manos? ¿Has pensado qué podría decir?
S.B.- No lo sé. Quiero pensar que no le sentaría mal. No la expongo a ella como persona, solo expongo su texto. Creo que la he intentado tratar con respeto. Además, la obra va más allá de su diario. De todas formas, siempre he pensado que Yna estaba muerta.
M.G.- ¿Por qué?
S.B.- Porque encontramos todas sus cosas en un contenedor. Así que, o está muerta o en una residencia de ancianos. No creo que esté para leer.
M.G.- De todas formas, sería muy fácil reconocer que se trata de ella porque, en la novela, se incluyen fotografías reales de ese diario. El lector puede ver la grafía de Yna, con esa forma de expresarse que no es gramaticalmente correcta.
S.B.- Sí. Creo que, en todo caso, podría salir alguna de sus hijas, pero no la propia Yna.
M.G.- Hemos dicho que el diario está fechado en 1990. Te has tenido que asomar a esa década. ¿Cómo ha sido esa inmersión?
S.B.- Recurrí a un libro de Eduardo Maura (Los 90. Euforia y miedo en la modernidad democrática española), en el que hace una radiografía política de los 90. Leí muchísimos periódicos y hablé mucho con mi familia. Digamos que gasté tres meses en investigar sobre los 90.
M.G.- Una vida muy distinta a la que tenemos ahora.
S.B.- Pero me resulta familiar porque es la vida que he visto muchas veces reflejada en ficción o en las narraciones de mis padres. No ha sido como desplazarse más atrás en el tiempo.
M.G.- La protagonista de la novela no tiene nombre. ¿Por qué?
S.B.- Para respetar la memoria de la mujer original. No sé si ha sido algo acertado o no. Me parecía que mantener a la protagonista de una forma más desdibujada le daba más peso a Yna.
M.G.- ¿Y qué me puedes decir de la protagonista? ¿No está un poco desorientada? ¿No anda un poco perdida?
S.B.- Sí. Muchas personas me han preguntado si se trata de algo que me ha pasado a mí y la verdad es que no. Por suerte o por desgracia, a nivel laboral y vital, siempre he tenido las cosas claras. Pero con este personaje quería expresar algo que yo veo a mi alrededor todo el tiempo, en gente de mi edad. Son gente muy válida, que van como vacas sin cencerro, pero no es su culpa, sino de las condiciones materiales y sociales que les ha tocado, y que no les permite hacer planes a largo plazo porque no tienen un sueldo estable, un lugar estable, una vida estable.
M.G.- Si la gente de tu edad estáis en esta tesitura, que os sentís un poco desubicados porque no tenéis estabilidad laboral, ¿qué podéis esperar de la vida?
S.B.- Creo que esa pregunta es inadecuada. No creo que hayan nacido una serie de personas desorientadas y confundidas, sino que la situación social transforma la vivencia colectiva en sufrimiento y desorientación individual.
M.G.- La protagonista de tu novela, la que encuentra el diario, hace un periplo por España. Siguiendo la pista del amor de Yna, pasa por diferentes ciudades. Y en cada una de esas ciudades, va a mantener una relación sexual. Creo que esta chica intenta aferrarse a algo pero, a la vez, intenta huir de su vida, ¿no?
S.B.- Si introduje tantos encuentros sexuales, quizá demasiado condensados en el tiempo, era porque me apetecía reflejar cómo se puede llegar a vivir el amor hoy, en comparación a cómo lo vivía Yna en los 90. Lo que busca la protagonista es la posibilidad de amar, lo que pasa es que ninguno de sus encuentros la lleva a alguna parte. ¿Qué puedes esperar de un tío que has conocido por Tinder en Bilbao? Probablemente no sea el amor de tu vida.
M.G.- El amor que vive Yna es una relación de dependencia, muy tóxica. La protagonista de tu novela sabe que ese amor es muy perjudicial pero, al mismo tiempo, creo que le gustaría vivir y experimentar un amor tan tórrido como el que vive Yna.
S.B.- Total. Es lo que me pasó a mí leyendo el diario. Yo no quiero repetir los errores de esas mujeres que piensan que un hombre es lo único que puede salvarte. No quiero eso. Sin embargo, por la forma en la que se me ha educado, quiero un amor completo, absoluto, que me exija todo y me dé todo. ¿Cómo solucionar esa tensión? Lo que intenté apuntar en la obra es que ni la idea de volver al pasado, como le pasa a Yna, es la adecuada, porque esa visión nostálgica del pasado como algo mejor no es real. Pero tampoco debemos caer en la idea de que cualquier cuerpo o circunstancia vale. Intenté mostrar una vía intermedia o mostrar las cosas malas de ambas situaciones.
M.G.- Aparte de esa obsesión por Alejandro, ¿qué perfil psicológico tiene el personaje?
S.B.- Sería decir mucho porque Yna fue una persona real. Cuando me puse a trabajar sobre el diario pensé que, probablemente, era de Argentina o Uruguay, basándome en cómo escribe castellano. El diario fue comprado en Amsterdam porque tiene una etiqueta. Imagino que fue una persona migrante y que, en algún momento, recaló en España. Aunque tenía dos hijas, se sentía sola. Me imagino que quizá fue una de las primeras inmigrantes latinoamericanas que llegó a España, en circunstancias que no podemos saber. Si es complicado hoy día, que ya se han hecho algunos avances en extranjería, imagínate cómo sería en los 90. Creo que eso podría explicar su desasosiego.
M.G.- A raíz del hallazgo del diario, la protagonista reflexiona sobre la soledad, la muerte, la espera, el amor. ¿A qué conclusiones llegará?
S.B.- Intenté dejarlo un poco abierto. Me gustan las novelas que te plantean preguntas sin darte la respuesta completa. No quería que mi protagonista llegara a una conclusión sólida pero, tal y como acaba la novela, creo que se da cuenta que su añoranza del pasado es un error, pero que también ha conseguido alguna herramienta para enfrentar el presente.
M.G.- Hemos hablado de la obsesión, que gira alrededor de todos los personajes. Yna está obsesionada por que Alejandro vuelva. La protagonista está obsesionada por localizar a Yna o a Alejandro y, a la vez, la propia protagonista tiene una pareja, Carlos, que no la deja ni a sol ni a sombra.
S.B.- Sí. Construí el personaje de Carlos de este modo porque creo que, hoy en día, muchos hombres heterosexuales son así. O bien hay una situación de desapego o son unos señores que te quieren tener de esposa y madre de sus hijos en su casa. Esto es algo que he visto mil veces. Pero también, el personaje de Carlos me ha servido para restar culpa a Alejandro, porque parece muy malo. Alejandro se acuesta con Yna y pasa de ella. Sin embargo, la protagonista hace lo mismo y no la vemos como un diablo con cuernos.
M.G.- Sé que has estudiado filosofía. ¿Te han servido tus estudios a la hora de hacer reflexionar al personaje?
S.B.- Cuando empecé a escribir este texto, tenía una asignatura que se llamaba Dios y el problema del mal, en la que tratábamos sobre cómo se justificaba el mal en la Historia. Estuvimos leyendo muchos textos que me ayudaron para hablar sobre dónde queda el sufrimiento de la historia que no se cuenta en ninguna parte.
M.G.- Cartas manuscritas, diarios,... Todos estos elementos que utilizábamos hace muchos años daba cierto aire romántico a nuestra existencia, pero todo eso se ha evaporado. ¿Hemos salido perdiendo en ese sentido?
S.B.- No. La cuestión es que siempre se romantiza lo que ha pasado. Estoy segura de que, dentro de diez años, nos parecerá romántico el Whatsapp. Creo que no es más que la actitud natural hacia el pasado.
M.G.- ¿Y qué me puedes decir del desenlace de la novela? Sin desvelar mucho, hay que decir que el lector llega a ese final, ve a la protagonista sentada a una mesa, y...
S.B.- No quería dar una respuesta cerrada a la historia porque afecta a personas reales. No quería tener una gran conversación catártica. Y luego, imagínate que tienes una amiga que lo ha estado pasando muy mal por un chico y te habla mucho de él. Cuando conoces al tío, ¿qué te parece? Generalmente, es decepcionante. Te habías imaginado a un señor increíble y luego es un señor con su panzita.
M.G.- Que no merece tanto la pena, ¿no?
S.B.- Exactamente.
M.G.- Oye, la editorial anuncia dos nuevas novelas. ¿Qué nos puedes adelantar de ellas, si es que se puede decir algo?
S.B.- Estoy trabajando en una novela sobre la depresión, el suicidio, y los videojuegos. Una cosa alegrísima. Y tengo otra novela que tengo que retocar, sobre el terremoto de Lisboa y la profecía de que se va a volver a repetir.
M.G.- Bueno, crucemos los dedos. Pero me llama la atención que toques la idea del suicidio. Es un tema del que he estado últimamente hablando con gente muy joven.
S.B.- Para bien o para mal, es un tema de moda. Creo que es la causa de muerte más común en varones de más o menos mi edad. Incluso, aunque no lleguen a cometer suicidio, el tema de la ideación suicida en la gente de mi generación está a la orden del día. Es algo que no se puede ignorar. Es cierto que la literatura en castellano, y en general, está un poco alejada de la temática de la muerte en la última década, quizá por las condiciones sociales y económicas, pero ahora parece que vuelve a reaparecer.
M.G.- Por último. Sara, la literatura no es lo único en tu vida. Cuéntame qué es sibaruaq.
S.B.- (Ríe). Es el seudónimo que tenía cuando hacía cosas más macarras en la adolescencia. Hacía pintura, performances, fanzines,... Cuando empecé a escribir, lo que hacía era escribir diez folios, hacer tres fotos, pintar un cuadro, graparlo todo y venderlo a dos euros. De esa época, me queda todavía lo que era mi seudónimo.
M.G.- ¿Y todo eso lo abandonaste?
S.B.- Sí, pero me gustaría volver. De hecho, me gustaría volver con otro diario que encontré en la calle.
M.G.- ¡Pero bueno! (Risas)
S.B.- Es que rebusco mucho. (Ríe). Me encontré el diario de un hombre con Alzheimer, donde iba anotando lo que desayuna, lo que comía,... para acordarse después. Pensé que eso no merecía tanto un novela sino algo más performativo, mezclando diferentes técnicas,... Quizá, cuando acabe con las novelas, puede que vuelva por ahí.
M.G.- Sara, gracias por atenderme.
S.B.- A ti.
Sinopsis: ¿Quién es Yna? ¿Por qué su diario íntimo, crónica de su enamoramiento de Alejandro en 1990, ha aparecido en un contenedor de Zaragoza? La protagonista de Estaré sola y sin fiesta no puede evitar hacerse estas preguntas cuando encuentra el viejo cuaderno manuscrito de Yna. Hay algo en la prosa sencilla de esa desconocida que la empuja a querer saber más. Su historia tiene una fuerza contagiosa que, a pesar de la distancia, la obliga a pensar en sí misma, hasta el punto de dejar toda su vida en pausa para dar comienzo a una investigación que la llevará a Bilbao, Barcelona, Salou, Peñíscola y, finalmente, de vuelta a Zaragoza. ¿Es cierto que nadie fue al cumpleaños de Yna el 11 de mayo de 1990? ¿Tiene sentido que el amor de su vida nunca la llamara? ¿A qué respondía esa gran obsesión romántica? ¿Y dónde estarán ahora sus protagonistas? ¿Seguirán vivos?
Con ecos de Roberto Bolaño y Julio Cortázar, la jovencísima filósofa y escritora Sara Barquinero construye una asombrosa historia de deseo y de intriga que recorre España, y que es la primera piedra de un ambicioso proyecto narrativo: un regreso a la novela filosófica sin renunciar al pulso vertiginoso.