lunes, 30 de noviembre de 2020

POEMAS IMPERSONALES de Juan Ramón Jiménez


Editorial: Fundación José Manuel Lara
Colección Vandalia
Fecha publicación: Noviembre, 2020
Precio: 15,00 €
Género: Poemario
Nº Páginas: 336
Encuadernación: Rústica con solapas
ISBN: 9788417453602
[Disponible en eBook;
puedes empezar a leer aquí]




Autores

Juan Ramón Jiménez (1881- 1958), autor de algunos de los libros más renovadores e influyentes de las literaturas hispánicas del siglo XX y Premio Nobel en 1956, continúa siendo en la actualidad una figura de referencia indiscutible en la poesía española contemporánea. Desde sus inicios en el modernismo hasta la particular trascendencia de sus últimos libros, su capacidad de evolución constante lo sitúa entre los más altos creadores de su tiempo. Al igual que Historias -publicado por Vandalia al cuidado de Rocío Fernández Berrocal-, Poemas impersonales se inscribe en la serie de libros de primera época que quedaron inéditos tras su muerte. Se anuncian en él parte de los tonos que caracterizan la renovación que ya se percibe en Estío (1915) y queda consolidada definitivamente con la publicación del célebre Diario de un poeta recién casado (1916).


Soledad González Ródenas se doctoró en 1999 con la tesis titulada Juan Ramón Jiménez a través de su biblioteca. Lecturas y traducciones en lengua francesa e inglesa (1881 -1936) (2005). Desde entonces, además de numerosos artículos, ha realizado diversas ediciones de la obra de este autor: Platero y yo y Josefito Figuraciones (2004) -en colaboración con Howard T. Young-, Música de otros. Traducciones y paráfrasis (2006), Antolojía poética (2007), Guerra en España (2009), Por obra del instante. Entrevistas (2013), Isla destinada (2016), Segunda antolojía poética (2017) y el volumen de ensayos Cien años de Platero y yo (2017) -en colaboración con Eloy Navarro. En 2018 la Fundación Zenobia-Juan Ramón Jiménez le concedió el Perejil de Plata como reconocimiento a su labor investigadora. 

Sinopsis

A finales de 1912 Juan Ramón Jiménez regresa a Madrid después de seis años de retiro en Moguer, acarreando en su equipaje un buen número de libros inéditos, de los que sólo dará a conocer una breve muestra en sus selectas Poesías escojidas (1917) y en la posterior y muy difundida Segunda antolojía poética (1922). Soledad González Ródenas reúne en la presente edición los textos pertenecientes a Poemas impersonales, uno de los títulos más singulares que, tras su muerte, quedaron sin publicar en su totalidad. Compuesto en su mayor parte en 1911 y revisado varias veces a lo largo de la trayectoria del poeta, se conservan aún en sus archivos más de una treintena de composiciones hasta ahora desconocidas. El poemario inicia la estética sobria y concisa que más tarde denominará "poesía desnuda", y se distingue netamente del resto de los suyos. JRJ recoge en él un corpus que aúna la expresión personal con acentos no estrictamente propios: "lo menos mío que es posible". Constata así un peculiar desdoblamiento de identidad, capaz de desarrollar tonos de inspiración diversa y variaciones de personalidad con las que el poeta configura difusos heterónimos de sí mismo.

[Información tomada directamente del ejemplar]


En el año 2014 se conmemoró el centenario de la primera publicación de Platero y yo, obra insigne del escritor moguereño Juan Ramón Jiménez. Para celebrar tal efeméride, el Ayuntamiento de Moguer organizó una serie de actividades en dicha localidad onubense. Consistían en conferencias y rutas que permitían al visitante conocer un poco más al poeta. Haciendo uso de lo que denominaron Pasaporte Platero, todo aquel que se acercara a este municipio tenía acceso a la Casa Museo Zenobia-Juan Ramón, así como también a la casa natal, sita en la calle Ribera. En la fachada del inmueble puede verse este azulejo.




Y sí, se ve el mar. Hay que subir a la azotea del edificio y, allá a lo lejos, muy lejos, una franja azul saluda al oteador. Viendo su biblioteca, su máquina de escribir, las fotos, los documentos de su puño y letra,... quise imaginarme al poeta envuelto en versos, componiendo aquel:


Estaban en la azotea

¡qué coronadas de estrellas!

Se veían sus ideas

como guirnaldas perfectas

plateando sus frentes bellas

orgullo y luz de la tierra.


Fue en Moguerde donde se marchó en 1900 para recorrer las calles de Madrid y a donde regresó en 1906, donde Juan Ramón Jiménez escribió buena parte de los poemas que ahora, la Fundación José Manuel Lara, en su colección Vandalia, y de la mano de Soledad González Ródenas, publica bajo el título de Poemas impersonales. Dice la nota de prensa que el «poemario inicia la estética sobria y concisa que más tarde denominará 'poesía desnuda', y se distingue netamente del resto» de su composición.  

El libro recoge numerosos poemas que ven ahora la luz por primera vez, más seis textos que han sido corregidos, con motivo de la presente edición. Según nos explica González Ródenas, la mayoría de los poemas fueron compuestos entre 1911 y 1923. Posteriormente, algunos fueron modificados, entre 1953 y 1954, en un intento por parte del poeta, de organizar su obra completa. 

Pero, ¿por qué parte de estos poemas no llegaron a publicarse en su momento? La especialista aclara que, durante los años que Juan Ramón Jiménez decidió retirarse en su pueblo (entre 1906 y 1912), buena parte de su producción poética la distribuyó entre varios libros. Sin embargo,  «las dificultades económicas de su familia -que hasta entonces le había facilitado la publicación de su obra- y un nivel de autoexigencia cada vez más acusado hicieron que el poeta fuera postergando la publicación de una serie de libros más experimentales -entre los que se encuentra 'Poemas impersonales' - que suponían una transición hacia nuevas formas creativas».

[Imágenes de la casa natal]

El volumen está dividido en cinco secciones -Preludios, Versos a, por, para, Iconlojojías, Al encausto y Dejos-, que abordan temas dispares. A lo largo de las mismas se pueden encontrar desde un homenaje a Azorín hasta versos que nacen tras la contemplación de una anónima joven ahogada. Sin una métrica fija, estos poemas son reflejo de la vasta producción poética de Juan Ramón Jiménez que aún queda por descubrir. «Más de sesenta años después de su muerte sigue siendo posible encontrar muchos textos, anotaciones y reflexiones inéditas que no han sido incluidas en su obra conocida», aclara Soledad González Ródenas. Defiende también que la obra del poeta moguereño debe transcender más allá de su Platero y yo, dándose a conocer más profundamente entre los jóvenes estudiantes porque este autor andaluz, ganador del Premio Nobel, «tiene lo fundamental que ha de tener todo verdadero poeta». 

Poemas impersonales cuenta además con un estudio introductorio, en el que Soledad lleva a cabo un exhaustivo análisis de la obra, con multitud de anotaciones y explicaciones sobre el corpus productivo del poeta. 


«En el presente volumen hemos procurado, por primera vez, recuperar el conjunto total de los originales custodiados en ambos archivos, así como sus múltiples variantes. Ciento diecinueve poemas entre los que contamos cincuenta y cuatro inéditos, aunque diecinueve de ellos son borradores en distintos estadios de redacción que hemos agrupado en una sección aparte. También se han incluido aquí siete de los poemas con lagunas que Francisco Garfias publicó como textos acabados. En el apartado final 'Notas' damos cuenta de las incidencias particulares que afectan a cada caso». [pág. 35]

 


Se incluyen además, fotografías del álbum familiar, así como de los facsímiles de los manuscritos.




Para los amantes de la poesía, para los enamorados de la obra de Juan Ramón Jiménez, este volumen supone una oportunidad única, que permite al lector adentrarse en una serie de composiciones inéditas. Estamos ante un tesoro de la literatura, un libro póstumo, el más completo editado hasta la fecha, que no puede faltar en la biblioteca de los lectores.

La obra se presentó la semana pasada en la Biblioteca Infanta Elena (Sevilla), con la presencia de la consejera de Cultura y Patrimonio Histórico, Patricia del Pozo, y la directora de la Cátedra Juan Ramón Jiménez de la Universidad de Huelva, Rosa García Gutiérrez. Ambas estuvieron acompañadas por el director general de la Fundación José Manuel Lara, Pablo Morillo, y el editor de la fundación, Ignacio F. Garmendia.


[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

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viernes, 27 de noviembre de 2020

CORONAVIRUS. HISTORIAS REALES EN PRIMERA LÍNEA DE BATALLA de Enfermera en apuros

Editorial: Zenith
Fecha publicación: Octubre, 2020
Precio: 15,95 €
Género: Novela gráfica
Nº Páginas: 176
Encuadernación: Rústica con solapas
ISBN: 9788408232810
[Disponible en eBook;
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Autora

Ana Polegre (29 años, Tenerife) es la creadora de Enfermera en apuros. Ilustrando y dando visibilidad a la Enfermería y al resto de sanitarios desde 2014, vuelve tras su primer libro Enfermera en apuros. La que elige el tamaño de la aguja (2015, Zenith) para mostrarnos la realidad vivida por el colectivo durante una de las mayores crisis mundiales hasta la fecha: el COVID-19 (coronavirus).

Enfermera de profesión, dedica todo su tiempo, junto a su equipo, a diseñar y crear productos y soluciones originales, bonitos pero sobretodo, útiles, para sus compañeros sanitarios.

Además, no para de narrar las aventuras y desventuras de la Enfermería en sus redes sociales.

Sinopsis

Este libro contiene verdad.

Contiene historias impactantes, desgarradoras, emocionantes y muy, pero muy, reales que han vivido las enfermeras y todo el personal sanitario durante la crisis del COVID-19.

Porque puede que no sepas todo lo que pasó.

Puede que no conozcas, o que la leerlas te veas reflejado. Lo importante es que te des cuenta de que lo que pasaste tú, o pasó tu familiar o amigo, también lo pasaron otros.

Pero, sobre todo, este libro pretende darle voz a todos aquellos sanitarios que lo han dado todo por nosotros y que ahora necesitan y merecen ser escuchados.

Este libro está narrado desde primera línea de batalla.

[Información tomada directamente del ejemplar]


Lo comentaba hace unas semanas por Instagram. No me canso de leer libros sobre lo que estamos viviendo, especialmente si contienen testimonios, reflexiones, anécdotas y vivencias, que nos ayuden a entender la magnitud de la situación en la que estamos inmersos y nos permitan poner cara a todas esas personas que están en primera línea de batalla. Coronavirus. Historias reales en primera línea de batalla de Ana Polegre o, lo que es lo mismo, de Enfermera en apuros, ha sido otra incursión más en el universo coronavirus. Este volumen se centra en nombres concretos, todos ellos pertenecientes al sector sanitario, y por eso vamos a conocer a Sarita, enfermera de la UCI; a Andrea, enfermera del Servicio de Enfermedades Infecciosas; a Verónica, enfermera en una planta COVID-19; o Irene, enfermera en una residencia de ancianos.

Todas estas personas, y muchas más (un total de cuarenta y cuatro) nos cuentan lo que ha sido para ellos estar a pie del cañón, con turnos interminables, haciendo lo que podían con los escasos recursos de que disponían. Todos conocemos la precaria situación en la que se encontraban, haciendo frente a un enemigo del que se sabía poco y contra el que luchaban sin apenas material de protección. Se vieron obligados a reutilizar mascarillas y a alargar la vida útil de las batas esterilizadas. Todo el mundo recordará las famosas fotos de sanitarios envueltos en bolsas de basuras, ¿verdad? Por no hablar de las mascarillas defectuosas o de las que desaparecían de la noche a la mañana, fruto de la insolidaridad y del mal civismo de unos desaprensivos, a los que no les importaba la situación en la que dejaban al resto de compañeros. 

En este libro se habla de sanitarios a los que la declaración del estado de alarma los pilló fuera de España, bien de vacaciones con sus familias, o bien estudiando en otros países. No dudaron en regresar para ponerse al frente. Había que estar donde había que estar, incluso si eso lo obligaba a cambiar de domicilio para evitar contagiar a los suyos. A través de diversos testimonios, nos asomaremos a la peculiar relación que se forjó entre paciente y sanitario. Médicos, enfermeros y auxiliares de enfermería eran la única familia que tenían los pacientes ingresados, las únicas manos a las que se podían aferrar. Marina, enfermera de una planta COVID-19, nunca olvidará a J., del que se tuvo que despedir, sin que pudiera hacer más nada por salvarle la vida.


«Entrar en una habitación y que el paciente solo pueda ver unos ojos un tanto achinados debajo de todo el disfraz, unas gafas empañadas por el calor y el agobio del traje y solo poder transmitirle paz y tranquilidad con tus palabras es duro, muy duro.

La sensación de deshumanización y frialdad que invade la habitación hace que intentes sacar fuerzas de donde sea para transmitirle que no está solo, cuando en realidad quieres llorar y te invade la tristeza». [pág. 26]


Por atender a todas las personas contagiadas, fueron muchísimos los sanitarios que, a su vez, se contagiaron y un porcentaje nada desdeñable perdió también la vida. Ellos no solo ponían en riesgo su salud, sino también la de las personas con las que convivían. Por eso, como dije antes, muchos optaron por cambiar de domicilio y alejarse de sus familias, de sus padres, parejas e hijos durante unos cuantos meses. A pesar de las precauciones, un bueno número de ellos acabaron en la UCI, y para cubrir las bajas hubo que incorporar al servicio activo a personal que todavía no había acabado la carrera o poner en puestos delicados a sanitarios que acaban de terminar sus estudios. En algunos de los testimonios que se recoge en el libro se habla de la inseguridad que muchos sintieron, de las dudas que le asaltaron, de las preocupaciones. ¿Lo estaré haciendo bien?, se preguntaban muchos. Tenían que seguir unos protocolos de actuación muy precisos y cualquier despiste podía conducir al contagio. La situación era de sumo estrés. Tanto es así que Irene y Laura, trabajadoras en una residencia de ancianos, lo pasaron realmente mal. La primera sufrió severos ataques de ansiedad porque se sentía totalmente desbordada. La segunda, fisioterapeuta de profesión, acabó realizando labores de enfermería porque todas las manos eran pocas a la hora de atender a los residentes.

Pero, entre estas páginas también se habla de la solidaridad, de todas esas personas que, a nivel individual, echaron una mano, confeccionando mascarillas cuando el desabastecimiento de material de protección en los hospitales era una realidad difícil de entender. Y también dieron un paso al frente algunas empresas, que hicieron donaciones y fabricaron objetos tan sencillos y necesarios como los salvaorejas, -¿sabías que muchos sanitarios han sufrido úlceras detrás de sus orejas por el roce de las cintas de sujeción de las mascarillas?-, por no hablar de los respiradores o de las pantallas de protección. 

Y mientras unos se dejaban la piel en la batalla, el resto nos asomábamos a las ocho de la tarde para aplaudir, pensando que esta enfermedad afectaba solo a personas mayores o con patologías. Sin embargo, Natalia, que por arrimar el hombro trabajaba en dos hospitales distintos, nos cuenta su experiencia con Alberto, un joven de 38 años que acabó intubado en la UCI. Con cuatro pinceladas esta enfermera nos relata la evolución de su paciente -evolución a peor-, y su relato encoge el corazón. 

La población general jamás olvidará el año 2020. A todos nos ha marcado lo que hemos y estamos viviendo. A nivel psicológico estoy segura de que esta pandemia nos pasará factura. Con más razón aún a los sanitarios, cuyos ojos han visto de todo, y se han tenido que enfrentar constantemente a la muerte de sus pacientes en circunstancias lastimosas. A ellos, a los que atendieron a tantas y tantas personas -y lo siguen haciendo-, no solo les quedará una huella interna. También la pandemia les ha dejado marcas externas, heridas provocadas por las gafas de protección o por las mascarillas. Y aun así, con el desgaste, el machaque emocional, el cansancio,... todavía tuvieron que soportar la poca empatía de ciertos ciudadanos, vecinos que los invitaban amablemente a abandonar el inmueble en el que residían. El desprecio, la intolerancia, la falta de empatía de unos cuantos fue la moneda con la que pagaron a estos profesionales que se jugaban la vida cada día. No me extraña que Laura, otra enfermera que aparece en este volumen, diga que ha perdido la confianza en el ser humano. Ya se ha demostrado con hechos que no nos hemos vuelto mejores personas.

[Fuente: https://shop.enfermeraenapuros.com/


Pero de todos los testimonios que se ofrecen en el libro, algunos de ellos me han resultado especialmente llamativos y dolorosos. Me sorprendió que Verónica comentara que, inicialmente, no les dejaban dar información a los familiares por teléfono. También es desgarrador lo que nos cuenta Estefanía, en cuyo hospital se habilitó una zona para los pacientes pre-exitus, es decir para aquellos que estaban próximos a fallecer, y que ni siquiera eran «candidatos a la UCI». Esa era la realidad. Mucho se habló de la criba que se hacía entre los enfermos. Al principio, yo pensaba que no sería más que una información falsa pero aquí tenéis a esta enfermera, que lo dice bien clarito. El testimonio de Estefanía ha sido el que más consternación me ha producido. Y de igual modo, me zarandeó lo que nos cuenta Sheila, enfermera de una residencia de ancianos: «Ver cómo el 061 se negaba a derivar a un abuelito a una UCI por no cumplir los criterios, como, por ejemplo, tener un deterioro cognitivo leve [...] Tener que tragarte las lágrimas y llamar a la familia (porque no siempre había un médico) y darle la noticia era algo que te encogía el corazón y, muchas veces, era imposible no hundirte con ellos al otro lado del teléfono». 

Y, aunque todo suene a espíritu de sacrificio, a valor, arrojo y coraje, también podéis encontrar en este libro algún testimonio que hablará de todo lo contrario, de la incapacidad para luchar codo con codo con otros compañeros. Ana confiesa que ella no pudo, que decidió no unirse a la causa. Y a mí me ha parecido un testimonio valiente y sincero. Los sanitarios son personas, y tienen miedos, dudas, temores, y también familia. Esto no tiene nada que ver con la vocación. Esto es sencillamente naturaleza humana. Y creo que, si tan admirable es la confesión de una enfermera que dice haber doblado turnos, asfixiarse dentro de los EPIS, sufrir el virus en su propia piel, o contagiar a sus familiares, también lo es el de Ana, que optó por retirarse y dejar su espacio a otros compañeros. 

En cuanto a las ilustraciones, están realizadas por la propia Ana Polegre, y  muestran el día a día de los sanitarios durante aquellos primeros meses. Son imágenes, en cierto modo, alegres, realizadas con tonos pastel. Le pregunté a la autora en la entrevista que le realicé en su día (puedes leer la entrevista aquí) si con esa paleta cromática pretendía restar algo de dramatismo a las historias que se recogían entre aquellas páginas. Me respondió que: «...es la gama cromática distintiva de la marca. Enfermera en apuros es alegría en medio del caos».

Estructurada en siete capítulos (Primeros síntomas, Todo se fue al meconio, Aprendiendo a todo correr, Mala gestión de la crisis, Más de 50.000 sanitarios infectados, Por eso elegí esta profesión y Los verdaderos supérheroes), el libro está escrito en primera persona, a través de los distintos sanitarios que han prestado su voz, para hablar sobre lo que se han tenido que enfrentar, y para defender su profesión, porque no se les ha valorado lo suficiente. Y todavía hoy, hay gente desaprensiva que sigue sin valorar los que estos profesionales hacen. Por eso, para concienciar, para abrir los ojos, para conocer, para apoyar es necesario este tipo de libros, un volumen que nos acerca a esa primera línea de batalla en la que todavía hoy, los sanitarios de este país se están jugando el tipo. 


[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

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miércoles, 25 de noviembre de 2020

EL ENGAÑO (THRILLER - 2018)

Año: 2018

Nacionalidad: EE.UU

Director: Veena Sud

Reparto: Mireille Enos, Peter Sarsgaard, Joey King, Cas Anvar, Nicholas Lea, Patti Kim, Devery Jacobs, Alan Van Sprang, Dani Kind

Género: Thriller

Sinopsis: Cuando su hija adolescente confiesa haber matado impulsivamente a su mejor amiga, dos padres desesperados cubren el horrible crimen con una red de mentiras y engaños.

[Fuente: Filmaffinity]

Haciendo una búsqueda por Amazon Prime, me encuentro con El engaño. No conozco a la directora y del reparto, tan solo me suena un nombre. Pero leo la sinopsis y parece interesante. Sin pararme a leer opiniones me dispongo a verla. Resultado: muy pasable. El engaño es una película de las que yo llamo "sierra", con un guion de altibajos constantes, con picos de interés de baja relevancia, que apenas se mantienen en el tiempo. 

Kayla es una quinceañera consentida. Sus padres -Jay y Rebecca- están divorciados y ambos están en proceso de rehacer sus vidas. Sin embargo, y por el bien de la hija en común, mantienen una relación cordial. Cuando la joven tiene que trasladarse a un campamento, su padre se encarga de llevarla a destino. Durante el camino, encuentran en una inhóspita y solitaria parada de autobús a Britney, una amiga de Kayla, que también va camino del campamento. Jay recoge a la joven pero, en un punto del trayecto, las jóvenes se bajan del coche para orinar. Es un paraje desangelado, solitario, con una profunda capa de nieve que lo recubre todo. Mientras espera, Jay escucha un grito y va en busca de las chicas. Encuentra a Kayla sentada sobre la barandilla de un puente. Está sola. Ni rastro de Britney. En evidente estado de nerviosismo, Kayla confiesa a su padre que ha empujado a su amiga a las gélidas aguas del río. ¿Por qué hace eso Kayla? ¿Qué se supone que debe hacer el padre ahora? ¿Entregar a su hija o protegerla? Hay que elucubrar un plan. El problema es que no contaban con el padre de Britney. Pero, un problema aún mayor es el desenlace. Totalmente absurdo.

El engaño parte de una premisa ya vista. Son varias las películas que analizan la complicada situación de unos padres que deben encubrir los delitos de sus hijos. La moral y el amor entran en una pugna, en la que siempre gana el segundo contrincante. Jay y Rebecca trataran por todos los medios de salvar a su hija de las manos de la justicia. No importa lo que tengan que hacer. Lo principal es proteger a su niñita, a la que no parece importarle lo que ha hecho. Porque Kayla vuelca toda su responsabilidad sobre sus padres -o eso creemos-, y se sabe amparada bajo el cálido abrigo de sus padres. 

El guion resulta a veces predecible y no cuenta con la suficiente coherencia. Atención a la siguiente escena:


[Situación: Hombre y mujer se acercan a una casa con todas las luces encendidas. Mientras ella vigila, él se cuela en el jardín de la casa. De repente, las luces de la vivienda se apagan]

Ella: ¡Fulanito, fulanito! ¡Sal de ahí! ¡Se han apagado las luces! ¡Hay alguien en la casa!

Y, aunque en situaciones de estrés el ser humano acostumbra a hacer cosas incomprensibles, en este largometraje, los personajes a veces reaccionan de una manera bastante irracional. También quedan algún flecho suelto. Se nos da a entender que la joven sufre algún trastorno psicológico motivado por la separación de los padres. Se alude a un comportamiento del que luego no se aclara nada. Pero lo peor de todo es que la película hace trampa y por ahí no paso. En un momento dado nos muestra una imagen concluyente, que luego descubriremos que no es cierta. La película se llama El engaño, sí, pero no vale engañar al espectador de esa manera tan burda.  

En cuanto a los personajes, a Kayla entran ganas de darle dos buenas bofetadas sonoras, de esas que dejan una rojiza huella sobre el moflete. Jay y Rebecca son dos padres angustiados, pero las interpretaciones de Mireille Enos y Peter Sarsgaard dicen poco. La desesperación de los padres no llega al espectador. Al menos, no a mí.  

De ritmo sosegado en su mayor parte, El engaño es una película para pasar el rato. La cinta explora la complicadas y típicas relaciones entre padres e hijos adolescentes; la descorazonada situación que sufren los jóvenes ante padres divorciados; la necesidad de llamar la atención; pero sobre todo eso, el nivel de sacrificio de los padres por sus cachorros y la unión que se genera entre dos personas en momentos llenos de obstáculos.

Con algún momento de tensión que luce poco, debido a un guion flojo e inconsistente, El engaño sirve para lo que sirve: hora y media de entretenimiento que no consigue despejar la mente de tus cuitas diarias. Y dicho esto, no es de extrañar que, siendo un película realizada en 2018, se haya estrenado en Amazon Prime dos años después. Parece que Blumhouse, mi adorada productora de terror, se lo ha estado pensando todo este tiempo. Al final, ha decidido lanzarse a la piscina. Vacía, lamentablemente.





Tráiler:     




                                        

martes, 24 de noviembre de 2020

MARÍA ORUÑA: 'Existen lugares bonitos y llenos de historia, pero si no siento el pálpito, no hay novela'

Hace algo más de un mes os hablé de El bosque de los cuatro vientos, la nueva novela de la gallega María Oruña, editada por Destino. Como ya os comenté en aquella reseña (que puedes leer aquí), por casa andan Puerto Escondido y Donde fuimos invencibles, esperando que encuentre el momento para sentarme a leerlas pero, no ha sido hasta ahora que he podido estrenarme con la prosa de la autora. Admití entonces y admito ahora que El bosque de los cuatro vientos «me ha gustado mucho, no solo por la trama, llena de magia y leyenda, sino también por el estilo narrativo de la autora, con el que he conectado inmediatamente». Estamos ante una novela que transcurre en Galicia, con dos hilos temporales. El uno, datado sobre 1830, con un padre y una hija que llegan al monasterio de Santo Estevo para encargarse de su botica. El otro, mucho más contemporáneo, en el que conoceremos a un detective de arte que anda tras la pista de nueve anillos milagrosos.

Pues bien, hace una semana tuve la oportunidad de conversar telefónicamente con María. Muchas eran las preguntas que tenía anotadas. Algunas de ellas, con sus respuestas, quedan transcritas a continuación. 

[@Javi Collazo]
M.G.- El bosque de los cuatro vientos es una novela independiente de la saga Valentina. ¿Hay que entenderla como una manera de no sobrecargar al lector con el personaje de Valentina?

María O.- En realidad, no lo pensé así. Como funciono mucho por pálpitos, se me apeteció escribir esta historia ubicada en Galicia. Lo mismo no era lo más conveniente porque los lectores me seguían pidiendo con urgencia la siguiente historia de Valentina. Incluso, hasta la editorial me sugirió que me lo pensara bien. Pero creo que si no escribes con ganas o con ilusión, después se nota mucho en el resultado. Así que, me dejé llevar por mi intuición. Sentí que era el momento de adentrarme en el bosque de los cuatro vientos y es lo que tocó. Ahora bien, también te digo que, tal y como terminé de escribir esta novela, me puse inmediatamente con Valentina. Esa nueva entrega de la saga ya está escrita y saldrá el año que viene. 

M.G.- ¿Y cómo llegas a Galicia y al monasterio de Santo Estevo?

M.O.- Quería contar la Galicia que yo conozco, la que yo he vivido desde niña. Literariamente, me resulta imposible encontrar mi tierra en algún libro, tal y como yo la siento. 

A Santo Estevo llego en el año 1996. Pasé un fin de semana por la zona, en compañía de unas amigas. Hicimos excursiones y vimos muchas aldeas abandonadas y algunos monasterios. El de Santa Cristina es una maravilla. Pero el último enclave del recorrido era el monasterio de Santo Estevo. Si el de Santa Cristina me gustó, el de Santo Estevo me dejó muy impresionada. No me esperaba aquel mastodonte en ruinas porque, por entonces, no era parador todavía. Fue una visita que me dejó huella. Por eso, cada vez que pasaba por los alrededores, siempre buscaba una excusa para acercarme a verlo de nuevo. Luego me enteré de la leyenda de los nueve anillos y, con el tiempo, lo hicieron parador. En cuanto tuve tiempo, me puse a investigar su historia.

M.G.- Entonces, ¿la leyenda de los nueve anillos que se cuenta en el libro es real? ¿Y el monasterio, ahora parador, es tal y como lo describes en la novela? 

M.O.- Todo es cierto, aunque en el apartado de curiosidades, menciono que, de toda la documentación a la que hago referencia, solo hay dos documentos que me saco de la manga, para poder hilar bien la trama. Por supuesto, hablamos de los datos históricos porque el resto de la historia es ficción. 

M.G.- Galicia es una tierra tan rica en cultura, en tradiciones. Creo que es una de las comunidades más literaria o que más se presta a las novelas de misterio. No sé si tú piensas igual.

M.O.-  Pues no lo sé. Creo que una buena historia la puedes encontrar en cualquier lugar, pero sí es cierto que Galicia llama la curiosidad. Influye que cuente con bosques de espesuras inmensas, con un montón de recovecos, que sea una tierra húmeda, que su gente tenga un carácter algo desconfiado, que sea gris y que esa semi-oscuridad que la caracteriza invite al recogimiento. Pero la historia tiene que surgir. A veces, me han propuesto ir a algún lugar en concreto para ambientarme y escribir una novela enclavada en ese sitio, pero la cosa no funciona así. No, al menos, en mi cerebro. Existen lugares bonitos y llenos de historia, pero si no siento el pálpito, no hay novela.

M.G.- El bosque de los cuatro vientos se estructura en dos hilos temporales. El más contemporáneo está protagonizado por un investigador de arte, Jon Bécquer, para el que te has inspirado en una persona real, que tú conoces.

M.O.- Sí, en Arthur Brand. Aunque no nos conocemos personalmente hemos intercambiado mensajes. Pero Brand no es tan torpe ni tan pedante como Bécquer. Arthur es muy conocido, tanto que ya le han hecho un cómic en Holanda e incluso han sacado una serie que reproduce sus investigaciones.

M.G.- ¿Y a qué corresponde la elección del apellido Bécquer?

M.O.- Siempre me fascinó Bécquer. En casa de mis padres había un ejemplar de sus rimas y leyendas, que yo leía y releía con ocho años. Pero existen más motivos para mi elección. Por un lado, poner ese apellido a un personaje actual me permite trasladar al lector al siglo XIX. Y, por otra parte, hay un guiño añadido ya que Bécquer tenía muy buena relación y admiraba profesionalmente a la autora gallega, Rosalía de Castro. 

M.G.- Sé, porque lo has contado, que tú has seguido los pasos de Jon Bécquer, que has recorrido todos los lugares que él visita, y que has llevado a cabo el mismo proceso de investigación.

M.O.- Sí. Esto nunca me había sucedido. Con mis anteriores novelas, he tenido que entrevistar a arqueólogos, a investigadores paranormales, a historiadores pero yo nunca era la protagonista de la investigación de campo. Sin embargo, en este caso, y al igual que Bécquer, tuve que que pedir permiso para una entrevista en el Archivo Diocesano, y tuve que hablar con el archivero, diálogo que transcribí tal cual en el libro. Es decir, que todo lo que Jon va haciendo en la novela, lo he tenido que hacer yo.  

M.G.- Un personaje que me gusta mucho es Xocas Taboadas, el sargento de la guardia civil, encargado de investigar un asesinato dentro de Santo Estevo. Me parece un personaje muy entrañable.

M.O.- A mí también me lo parece. Se nota mucho cuando el autor o la autora se lo está pasando bien, mientras escribe. Con Xocas he disfrutado mucho en los diálogos, porque quería mostrar ese típico humor gallego, la retranca, ese sí pero no, te cuento pero no todo, te creo hasta cierto punto. Bécquer llega con ese aire de madrileño, pedante, a lo que él considera un pueblo insignificante, donde la gente habla un idioma que él no entiende. Xocas se lo toma todo con cierta "pachorra", tan típica en Galicia pero, en realidad, es serio en su trabajo. Xocas representa el gallego prototípico que se mantiene a día de hoy, con esa forma de ser tan indefinible. 

M.G.- Luego está el otro hilo temporal, protagonizado por Marina. Es una joven muy distinta a las muchachas de la época. No sé si estarás de acuerdo en que Marina es el pilar más poderoso de la novela.

M.O.- Sí, de hecho sabía que iba a eclipsar con diferencia a Bécquer.  A pesar de que él estuviera investigando la leyenda de los nueve anillos, a pesar del cadáver vestido de monje que aparece en Santo Estevo, sabía que no iban a ser componentes tan atractivos como los que encontramos en el hilo de Marina. De todos modos, yo necesitaba mostrar cómo era el monasterio y en lo que se ha llegado a convertir. Aunque ahora sea un parador, aún perviven cosas de aquel tiempo lejano.

M.G.- La vida monacal la retratas muy bien. Es muy interesante todo lo que cuentas. Hay un detalle que llamó mucho mi atención. El padre de Marina, uno de los médicos más reconocidos de Valladolid, va a Santo Estevo a ocupar la plaza de médico en el monasterio. Y a pesar de ser una institución eclesiástica, que hipotéticamente debe socorrer al más desvalido, este hombre era el «médico para los curas, para los huéspedes del monasterio, sus criados, pero no para los mendicantes».

M.O.- Había clases. Aunque no quise insistir mucho en ello, no podemos olvidar que venimos de una España muy clasista. Me pareció muy interesante mostrar todo aquello tal y como ocurría. Del mismo modo que he tratado la epidemia de cólera en la novela, documentándome en los tratados de la época, y no en estudios más actuales. Era una época en la que, el nivel social del individuo, determinaba en muchas ocasiones si podía salvarse o no, ante una enfermedad.

M.G.- Hay retrato social en esta novela. Vemos a una España que está pasando por un momento convulso, con  muchos cambios.

M.O.- Sí, sí. Situar la trama entre 1830 y 1835 no fue casualidad. Era una época de tanta incertidumbre, casi como ahora, que no sabemos si la situación actual se arreglará o no. Por aquel entonces, el país se partió en cincuenta provincias, Galicia deja de ser reino, se abole la esclavitud pero aún así, siguen anunciándose las negras en el servicio doméstico, se crea la máquina de hacer hielo, las colonias se independizan, surge una nueva burguesía que se ha apropiado de todos los terrenos de la iglesia porque, por supuesto, no fueron parar a manos del pueblo. Además, los roles sociales empiezan a cambiar y nos enfrentamos al comienzo de algo nuevo. Fíjate que, a finales de ese mismo siglo, ya vamos a encontrar a la primera mujer que es admitida en la universidad. Pero, antes de todo eso, es un momento de quiero y no puedo. 

M.G.- María, la novela no tiene una estructura simple. Al margen de los hilos temporales, también juegas con las voces narrativas.

M.O.- Es una forma de darle dinamismo al texto y no perdernos detalle. A pesar de la extensa documentación que he manejado, tan solo he utilizado un porcentaje mínimo. Ahora bien, había detalles históricos y de ambientación que necesitaba incluir porque son interesantes para el lector. Para eso, me valgo de Jon Bécquer, que se encarga de describirlo todo con sumo detalle hasta el punto de convertirse en un ser cansino. Hasta el propio Xocas lo tiene que frenar en su discurso y pedirle que se centre exclusivamente en los hechos, que no divague.

Además, he querido escribir una novela literaria, que no tratara al lector de tonto. Esto no es exactamente un thriller, como son las novelas de Valentina que tienen mucho diálogo y suceden cosas todo el tiempo. Aunque en esta novela también tienen lugar muchos sucesos, no encontramos giros extraordinarios imposibles, con cliffhanger en cada capítulo. He querido emplear un ritmo más pausado, para que el lector también se amolde a esa época, en la que no había televisión, ni móviles. He querido que mis palabras tengan suficiente calidad y que la trama sea tan potente para que el lector se encuentre con una literatura visual y de impacto, que suponga un agradable paseo. Es lo que he pretendido y para ello he tenido que arriesgar. 

M.G.- Vas por la cuarta edición. Es decir, tanto éxito como la saga Valentina.

M.O.- Aunque es una novela de corte más histórico, ha sido muy bien recibida por los lectores. Se trata de una apuesta muy diferente a mi tono habitual, más cercano al de Agatha Christie. Estoy muy agradecida a los lectores por confiar en mí. Sé que gastarse 20€ en un libro es un esfuerzo hoy día, así que no podemos engañar a los lectores, prometerles algo que luego no se cumple. Por suerte, estoy recibiendo un feedback muy bueno por parte de los lectores.

M.G.- A mí me ha gustado mucho, sinceramente te lo digo. Pero también me gustaría descubrir a Valentina. Y dado que anuncias nueva novela de la saga para el año que viene, te pregunto: ¿Debo empezar por el principio?

M.O.- No, no... Es curioso porque los lectores hablan de trilogía pero en realidad no lo es. Las novelas de Valentina no hay que leerlas en orden, como tampoco es necesario hacerlo con las de Agatha Christie. Ahora bien, siempre es mejor empezar por el principio porque, de ese modo, vas descubriendo la evolución del personaje. En cualquier caso, como son misterios independientes y auto-conclusivos, puedes empezar a leer por la entrega que desees.

M.G.- Pues, como tengo la primera en casa, creo que empezaré por ahí. Muchas gracias, María.

M.O.- Gracias a ti. 


Sinopsis: A comienzos del siglo xix, el doctor Vallejo viaja de Valladolid a Galicia junto con su hija Marina para servir como médico en un poderoso monasterio de Ourense. Allí descubrirán unas costumbres muy particulares y vivirán la caída de la Iglesia. Marina, interesada en la medicina y la botánica pero sin permiso para estudiar, luchará contra las convenciones que su época le impone sobre el saber y el amor y se verá inmersa en una aventura que guardará un secreto de más de mil años.

En nuestros días, Jon Bécquer, un inusual antropólogo que trabaja localizando piezas históricas perdidas, investiga una leyenda. Nada más comenzar sus indagaciones, en la huerta del antiguo monasterio aparece el cadáver de un hombre vestido con un hábito benedictino propio del xix. Este hecho hará que Bécquer se interne en los bosques de Galicia buscando respuestas y descendiendo por los sorprendentes escalones del tiempo.

lunes, 23 de noviembre de 2020

¡HASTA LUEGO, COCODRILO! de Soledad Mora

 

Editorial: Martínez Roca
Fecha publicación: Marzo, 2015
Precio: 5,95 €
Género: Narrativa
Nº Páginas: 240
Encuadernación: Rústica con solapas
ISBN: 9788427041363
[Disponible en eBook;
puedes empezar a leer aquí]


Autora

Soledad Mora Sagués nació y vive en el Principado de Andorra. Cursó estudios de Derecho en la Universidad Central de Barcelona. ¡Hasta luego, cocodrilo! es su primera novela publicada; sin embargo, cuenta en su haber con numerosos cuentos y relatos, fruto de su paso por el Ateneo barcelonés, en el que cursó desde el primero al último curso

Sinopsis

Caprichosa hasta el exceso y mimada has­ta la extenuación, Gloria lleva 25 años casada con una de las principales fortunas del país. Envidiada por todas sus amigas, su principal objetivo vital es ser la clienta más destacada de las tiendas más lujosas de Barcelona. Su último objeto de deseo es un bolso exclusivo de piel de cocodrilo que la espera solo a ella en su boutique de referencia... O eso es lo que cree...

A partir de un inocente error de la de­pendienta, se abre la caja de los truenos y Gloria descenderá de golpe toda la escala social...

¿CONSEGUIRÁ NUESTRA ANTIHEROÍNA REINVENTARSE, COMO DICEN AHORA?

Aunque sus antiguas amigas lo dudan, los cami­nos del Señor son inescrutables.


[Información tomada directamente de la web de la editorial]


Estos días atrás me apetecía leer novelas livianas, divertidas, concebidas únicamente para entretener al lector y hacerle pasar un buen rato. Rebuscando entre mis estanterías encontré ¡Hasta luego, cocodrilo!, la primera novela de la Soledad Mora, editada por Martínez Roca en 2015. Recuerdo que esta cubierta me llamó la atención. Me pareció fresca y simpática, la puerta de entrada a una historia amena, que me hiciera olvidar. Era justo lo que necesitaba. Así que, me acomodé para la lectura y me dispuse a adentrarme en un relato lleno de humor.

¡Hasta luego, cocodrilo! narra la historia de Gloria, una mujer de 50 años, acostumbrada a tenerlo todo en la vida, rodeada siempre de lujo y confort. Está casada con Javier Arnau, un empresario millonario, perteneciente a una de las familias más poderosas de Barcelona y es madre de dos hijos: Pablo y Carla. Gloria tiene pocas preocupaciones. Más allá de mantener un ritmo de vida elevado, organizar fiestas y pasar el tiempo entrando y saliendo de los atelier más prestigiosos de Madrid y París, su vida transcurre entre algodones. Sin embargo, todo se tuerce cuando descubre que su marido ha encargado un Birkin de cocodrilo para una mujer que no es ella. La destinataria es una joven dependiente llamada Beatriz Suárez. Aunque no es la primera vez que su marido tiene un desliz, en esta ocasión la situación se vuelve especialmente delicada. Un Birkin de cocodrilo es un regalo demasiado lujoso -veinticuatro mil euros- para una aventura pasajera. Así que el asunto explota en la cara de nuestra protagonista, que tendrá que reinventarse, descubriendo que hay vida más allá de ese mundo de oropel en el que ella ha vivido hasta ahora.

La trama de ¡Hasta luego, cocodrilo! es divertida. Hay muchas secuencias llenas de humor, que nos sacarán alguna sonrisa. Gloria es la típica mujer superficial que siempre quiere quedar por encima de sus amigas. Aunque forma parte de un selecto círculo social, acostumbra a inventarse cosas para impresionar a sus amigas, con las que compite constantemente. ¿Quién es la que viste mejor? ¿Quién se codea con la realeza? ¿Quién tiene los hijos más guapos e inteligentes? ¿Quién organiza las fiestas más elegantes? Gloria es el punto fuerte de esta historia y, a través de este personaje, la autora intercala algunas reflexiones sobre lo verdaderamente importante en la vida. Las dificultades por las que pasa la protagonista le hacen ver la vida de otro modo, comprender qué es indispensable o de qué se puede prescindir para ser feliz, quiénes son amigos verdaderos o quiénes están a tu lado solo por puro interés. 

Gloria y Javier componen un matrimonio de conveniencia. Cada uno saca tajada de esta unión conyugal. Javier se encarga de que a su mujer y a sus hijos no les falte de nada. Cubrir los caprichos más extravagantes de su familia es un salvoconducto para hacer y deshacer lo que le venga en gana, sin sentir remordimientos de ningún tipo. Por su parte, Gloria hace la vista gorda a los deslices de su marido, a cambio de mantener su estatus social y económico. Un quid pro quo perfecto.

Pablo y Carla, los hijos del matrimonio, también tendrán gran protagonismo. Son dos veinteañeros que han llevado hasta ahora un tren de vida envidiable. Cada uno de una forma de ser distinta, este par de jóvenes sorprenden al posicionarse junto al más débil, dejando constancia de que la justicia existe.  Especialmente, cuando llegamos a un desenlace donde el tiempo pone a cada uno en su sitio.

Y habrá muchos más personajes, como Marta Capdevila, la mejor amiga de Gloria; o Inés, la esposa de Alfonsito Grau, cirujano estético y mejor amigo de Javier. Con ellos, Gloria protagoniza escenas hilarantes y simpáticas.

¡Hasta luego, cocodrilo! está lleno de malentendidos, de traiciones, mentiras y desilusión, pero también de glamur y dinero. Escrito en primera persona, estamos ante una novela que analiza un estilo de vida frívolo y superficial en el que no tienen cabida el verdadero amor por uno mismo. Me he divertido leyendo este libro. Creo que Soledad Mora no ha pretendido escribir una novela inolvidable, sino ofrecer al lector la posibilidad de un rato de entretenimiento, a través de una historia fresca, cargada de humor y mucha ironía. Así que, si necesitas algo liviano con lo que evadirte, esta novela funciona perfectamente.



[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

Puedes adquirirlo aquí:



viernes, 13 de noviembre de 2020

CENIZAS Y ROSAS de Charo Jiménez

Editorial: Triskel
Fecha publicación: Octubre, 2020
Precio: 17,00 €
Género: Narrativa
Nº Páginas: 254
Encuadernación: Rústica
ISBN: 97884122257403
[Puedes empezar a leer aquí;
también disponible en ebook]


Autora

Charo Jiménez nació en Sevilla en 1961. Recuerda su niñez como una etapa sorprendente en la que descubre, gracias a Andersen, Perrault, Rabindranath Tagore..., que los libros guardan sueños y secretos extraordinarios. Ya nunca abandonó su pasión por las letras.

Es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla y ha sido profesora durante muchos años. Por circunstancias ajenas a su voluntad se ve obligada a abandonar las aulas y, tras un periodo de adaptación en el que, como decía Ortega y Gasset, tiene que esforzarse en salvar sus circunstancias para salvarse ella, publica su primera novela Trampantojo (Triskel Ediciones, 2015). Dos años después cuenta la extraordinaria historia de Jánovas, un pueblo del Pirineo aragonés, en su novela Ara, como el río (Triskel Ediciones, 2017).

Cenizas y rosas, su trabajo más personal, trata temas tan delicados como la vejez, la muerte, el duelo y la superación del dolor desde una perspectiva sanadora, profunda y llena de luz.

Sinopsis

¿Cómo afrontaremos el final de nuestra vida? José Martín llega a sus últimos días rodeado de una cuidadora, con la que le cuesta entenderse, y de parte de su familia. El pasado y el presente se mezclan enturbiando la dañada mente de José, aunque en los breves fogonazos de consciencia aún se percata de todo el amor que le arropa, en especial de su hija Beatriz.

Charo Jiménez, con su acostumbrada delicadeza literaria, realiza en Cenizas y rosas una instantánea maravillosa a una realidad de la sociedad actual: el cuidado de nuestros mayores. La inmediatez del día a día y las interminables horas en el trabajo hacen que la longevidad de nuestros abuelos se haya convertido en un dilema en lugar de una bendición. ¿Cómo encararán las familias este nuevo reto del siglo XXI?

[Información tomada directamente del ejemplar]


Yo sabía que me iba a doler. Lo sabía desde aquel momento en el que Charo Jiménez me habló muy por encima sobre lo que estaba escribiendo. Lo sabía desde el instante en el que vi la ilustración de la cubierta. (¿Cómo no pensar en ti, papá?). Lo sabía desde esa tarde de principios de octubre, en la que Charo me entregó su libro y leí la dedicatoria.




Sí, yo sabía que leer este libro me iba a doler y, aun así, me lancé a la lectura. No se trataba de sufrir por sufrir, sino de compartir. Asomarse a otro pozo distinto con aguas igual de negras, donde uno puede verse reflejado.  En eso consiste a veces la literatura, en buscarse a uno mismo.

Como bien apunta la biografía de la autora, Cenizas y rosas nos habla de «la vejez, la muerte, el duelo y la superación del dolor», temas universales que, lamentablemente, nos llega a todos. Es muy difícil enfrentarse al deterioro y a la decrepitud de un ser querido. Y resulta triste, y a la vez sorprendente, comprobar cómo la vida se repliega sobre sí misma, convirtiéndonos de adulto en lo que ya fuimos de niños, unos seres indefensos y desvalidos. De todo esto habla Charo Jiménez en esta novela, y lo hace centrándose en dos familias. Por un lado, está Pepe y sus hijos (Beatriz, Cándido y Natalia). Pepe es un hombre mayor. Está viudo y posee un mundo propio, el que su enfermedad ha ido tejiendo dentro de su cabeza. A veces confunde tiempos. Cree vivir en otros muchos más felices, en los que aún podía sentir el calor de su esposa. Su mente le juega malas pasadas y, por suerte, no suele ser consciente de la preocupación que provoca en sus hijos. A Pepe lo cuida una mujer de origen extranjero, pero con frecuencia recibe la visita de sus hijos, especialmente la de Beatriz. Es ella la que está más pendiente de su padre. El tiempo pasa. Irremediablemente, los hechos se precipitarán en la única dirección posible. 

Por otro lado, tenemos a Juana, la que fue esposa de Silverio, la madre de Reme. Él era un borracho y un maltratador. Ella, una mujer de su casa, de esas que llevan el sufrimiento grabado en las arrugas de su rostro. El matrimonio perdió a una hija, y eso ha marcado a todos. Especialmente a Reme que, vencida por las circunstancias, cayó en un profundo hoyo, del que ha conseguido salir. Sin embargo, la infancia que vivió sigue estando ahí. Las desavenencias con sus padres, también. De Juana iremos sabiendo poco a poco. Era una mujer con sueños. Casi estuvo a punto de cumplir algunos. La vida puede ser muy cabrona.

Cenizas y rosas es la historia de Pepe y sus hijos, y también la de Juana y los suyos. Es la historia de los que se van, pero también de los que se quedan. He llorado mucho. Hay pasajes que me han arrancado amargas lágrimas, capítulos en los que he preferido abandonar porque apenas me llegaba el aire a los pulmones. El efecto que causa esta lectura variará de tus circunstancias personales, de las que vives en la actualidad, de las que has vivido recientemente. Todo depende de si tus heridas están cerradas o siguen sangrando. Pero no te asustes. Porque, aunque a mí me ha dejado tocada y hundida, Cenizas y rosas es bella, es hermosa. Esta novela es un canto al amor, a las relaciones paterno-filiales, al consuelo y a la esperanza. 

En cuanto a los personajes, todos te dan ese pellizquito en el corazón. Pepe es un hombre que enamora. Enamoran sus desvaríos, fruto de una enfermedad que lo consume. Enamora un intento de rebeldía, la última ilusión que siente. Y enamora el maravilloso acto de amor cuando su final se acerca. Es inevitable sentir ternura por este personaje, que nos recordará a nuestro abuelo, a nuestro padre, perdido en su retahíla mental. ¿Qué piensa una persona en su senilidad? (Quisiera saber lo que piensas, papá. Aunque te confieso que me da miedo). Y también sabrá arrancarnos una sonrisa con sus ocurrencias. Porque todo en él es pura paradoja. A su alrededor hay tristeza, pero él sonríe. Su llama se va a apando, pero él es un hombre lleno de luz. Consuela a los demás, cuando sería él quien debe recibir consuelo. 

Pero yo siento predilección por Beatriz. Hija que batalla, «tan miedosa y tan valiente a la vez»tirando del carro de su propia vida, mientras siente sobre su espalda el peso de un padre que emprende el camino de no retorno. Beatriz escribe. Asiste a talleres literarios en los que deja fluir su interior, para evadirse del mundo. 


«Dar rienda suelta a la imaginación, escribir sin ocuparme de cuestiones estéticas, volcar mis pensamientos y sentimientos de manera inconexa, irreflexiva tal vez, instintiva -seguro-, visceral -irremediablemente-». [pág. 25]


Beatriz no tuvo una adolescencia fácil. La veremos recordar a su madre aquejada de una dolencia silenciosa, que la dejaba postrada en la cama la mayor parte del tiempo. En esos años en los que hace tanta falta una madre, Beatriz no pudo contar con ella. Ahora la recuerda más que nunca. (Con los años, una se da cuenta que las madres hacen falta toda la vida). Ella y sus hermanos representan esos hijos que no soportan asistir al deterioro de sus padres, que no saben cómo asimilar el verlos vencidos, agotados, cansados de vivir. Enfrentarse a eso es doloroso y complicado, te hunde en el más profundo de los desánimos. Y tienes que obligarte a bracear hasta la superficie, para tomar una bocanada de aire fresco. Oxígeno. Respira. Llega el consuelo, cuando ella reconoce a su padre en sus propios gestos. (Yo también me muerdo el labio inferior cuando hago algún esfuerzo con las manos, papá)


«Viviremos. Mientras haya quien nos recuerde, nos añore, nos sueñe, viviremos».


Cenizas y rosas es pura verdad. Es un reflejo vivo de una realidad compleja. Es el dibujo de ese momento en la vida, tan difícil de tragar, cuando todo se rompe. Hasta las relaciones fraternales más sólidas terminan por agrietarse, cuando las obligaciones y las responsabilidades aumentan. Surgen entonces los reproches, las discusiones, un desahogo que hiere porque siempre hay uno más fuerte que otro, porque siempre hay uno más desgastado que otro, ese uno que termina por explotar y llevarse al resto por delante.

Me paro un momento a pensar. ¿Lo estoy contando bien? ¿Estoy transmitiendo de forma certera lo que ha sido esta lectura? Dudo. Dudo mucho. Leer ha sido como tragar virutas de cristal. Revisar mis notas me ha colocado de nuevo en el ojo del huracán. Pero releo porque a pesar del dolor, también hay belleza en estas páginas. Y llego de nuevo al núcleo duro, y ahí está otra vez ese nudo en la garganta que ni sube ni baja. Cinco líneas que son cinco estocadas, o ese «Que no daría yo», que hace sangrar a cualquiera.


«Estamos rotos por dentro, pero sabes qué, que entre tanto dolor había una belleza enorme y pura y quiero grabar a fuego en mi memoria cada sensación». [pág. 126]


En Cenizas y rosas hay mucho de Charo Jiménez. La he encontrado entre estas líneas. Su sensibilidad grita en cada página. Su emoción se libera. Retales de su vida se esconden. Pero ella siempre encuentra el aliento necesario para enfrentarse a sus propios fantasmas. Lo hace con la prosa, y también con el verso. Charo ha exprimido su corazón sobre estas páginas y nos ha hablado del duelo a su manera. No importa que otros lo hicieran antes.


«Nazareth, la profesora del taller, nos dice que todo está dicho, todo está escrito, pero no con nuestra voz, nuestras emociones y nuestras tripas. Y eso convierte nuestras palabras en algo especial y único». [pág. 26]


No. No lo estoy contando bien. No sé si hablaros de ese capítulo de la abuela Carmen, o de ese otro que nos muestra una carta balsámica, o de aquel en el que la luz se apagó. Cenizas y rosas me ha hecho pensar, medir mis propios actos, rebuscar entre mis emociones. He pensado mucho en mi madre. Más aún en mi padre. En un latigazo de dolor, recordé aquellas palabras que él me dijo cuando tenía unos veinte años: «Tú, no me defraudarás». Recuerdo que al escucharlas sonreí, y pensé que mi padre tenía una fe inquebrantable en mí. No sabéis lo mucho que me han marcado esas palabras con el paso de los años. Cada decisión que tomaba, ahí estaban las palabras de mi padre. «Tú, no me defraudarás». Y hasta no hace mucho tiempo, creí firmemente que no lo había defraudado. Hoy no estoy tan segura.  

Cierro esta reseña con el corazón palpitante. Acaricio la ilustración de la cubierta. Y con un suspiro, os invito a asomaros a estas páginas, en las que vais a encontrar la vida misma. Porque nadie es ajeno a lo que aquí se cuenta. 

A esta lectura, volveré.  



[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

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