Juan Pedro Cosano, conocido abogado de Jerez, se inició en el mundo de las letras literarias hace unos cuantos años. Lleva publicando con Espasa desde el año 2014, desde que ganó el Premio Abogados de Novela con El abogado de pobres. Esta fue la primera entrega de una serie protagonizada por su personaje Pedro de Alemán. De toda su bibliografía, he tenido la oportunidad de leer un par de títulos y ambos me han gustado mucho, especialmente La fuente de oro, ubicada en el Jerez de los años 30 y el mundo de las bodegas.
En este año 2020, complicado donde los haya, Cosano ha decidido cruzar al otro lado del charco, y embarcarse en una aventura de dimensiones colosales. El rey del Perú narra la conquista de los españoles de uno de los países andinos. Con el autor estuvimos conversando hace un par de días. Aquí el resultado de esa charla.
Marisa G.- Juan Pedro, El rey del Perú supone un salto muy significativo con respecto a tus anteriores novelas. ¿Por qué Perú y la conquista de los españoles?
En este año 2020, complicado donde los haya, Cosano ha decidido cruzar al otro lado del charco, y embarcarse en una aventura de dimensiones colosales. El rey del Perú narra la conquista de los españoles de uno de los países andinos. Con el autor estuvimos conversando hace un par de días. Aquí el resultado de esa charla.
Marisa G.- Juan Pedro, El rey del Perú supone un salto muy significativo con respecto a tus anteriores novelas. ¿Por qué Perú y la conquista de los españoles?
Juan P. C.- Bueno, es una novela diferente en cuanto a ubicación en el tiempo y en cuanto a temática. Fue Espasa la que me hizo la sugerencia de escribir una novela sobre la conquista del Perú. La idea original era escribir sobre Francisca Pizarro Yupanqui, hija mestiza de Francisco Pizarro y de una princesa inca. Con esa idea, empecé a escribir una historia muy novelada de la conquista, que titulé La dama inca. Pero no cuajó porque me di cuenta que era muy complicado encajar el personaje en una novela sobre la conquista. Así que, escribí una segunda novela, titulada La hija del marqués, y también centrada en este personaje, pero enfocada en la vida de la joven, una vez que su padre había ya fallecido. Lamentablemente, esta tampoco nos convenció. Así pues, optamos por dejar de lado el personaje de Francisca, y me centré en Gonzalo Pizarro. Al documentarme sobre él, me di cuenta que era un personaje fascinante. Siempre digo que Gonzalo Pizarro fue el primer rebelde de América.
M.G.- Gonzalo Pizarro que, en la novela, mantiene una relación amorosa con una mujer inca, Nayaraq.
J.P.C.- Sí, como queríamos una historia de ficción, me inventé ese personaje. Para mí es la gran protagonista de la novela, la que narra buena parte de la historia.
M.G.- Entonces, estamos ante una novela de ficción histórica, ¿verdad?
J.P.C.- Es una novela histórica, una ficción ubicada en un tiempo pasado y narrando acontecimientos de ficción. Es diferente a la historia novelada que recrea acontecimientos reales con personajes reales. El rey del Perú es pura ficción y lo que sí es real es el telón de fondo en el que se recrea ese amor ficticio entre Gonzalo Pizarro y Narayaq. Aunque el 90% de los personajes que aparecen en la novela son históricos.
M.G.- De los Pizarro, todos conocemos a Francisco. Sin embargo, tu novela se centra en Gonzalo, en el hermano menor, que tuvo una vida muy novelesca. En este sentido, tu novela resulta muy original.
J.P.C.- Salvo que me equivoque, no creo que exista ninguna obra de ficción sobre Gonzalo Pizarro. Al menos, yo no conozco ninguna. Cuando me documento para escribir el proyecto originario, descubrí los pormenores de este hombre. Me encontré que era el más apuesto de los hermanos, el que buscó el País de la Canela, el primer español en tener el sueño de El Dorado. Gonzalo Pizarro se rebeló contra el rey de España, algo impensable en la conquista de América, y durante cuatro años se convirtió en el amo y señor del Perú. Además, le pidió dispensa al Papa para poder casarse con su sobrina carnal Francisca, y así unir las dos sangres, la sangre de los conquistadores y la sangre de los emperadores inca, dado que Francisca fue la nieta del último emperador. De este modo ganaba en legitimidad para declararse rey del Perú.
M.G.- Por lo que me cuentas, era un hombre muy ambicioso, con las ideas muy claras. Sabía lo que quería y trataba de conseguirlo a toda costa.
J.P.C.- Sí, la descripción que hago es bastante verídica, tanto en su apostura como en su capacidad guerrera. Garcilaso de la Vega dice que fue la mejor lanza que pasó por América. Su alzamiento contra el rey es una verdad histórica pero, a partir de ahí, hay mucha ficción. En cualquier caso, creo que es una novela muy verosímil porque los hechos ficticios van en consonancia con la personalidad de Gonzalo Pizarro.
M.G.- Gonzalo Pizarro por un lado y Nayaraq, por otro. Dos personajes que te permiten mostrar al lector la cara y la cruz de la conquista.
J.P.C.- Exacto. La conquista fue una empresa con dos miradas: la del que conquista y la del que es conquistado. No se puede entender una epopeya como aquella sin tener en cuenta estas dos miradas.
He querido llevar al lector la épica de lo que los españoles conseguimos hacer en Sudamérica. Quería hacerlo con realismo pero sin hacer un análisis mezquino, con ojos de odio, sobre lo que pasó hace quinientos años. De igual modo, quería también recrear lo que tuvieron que sentir los incas que, aunque con una civilización dulce y atractiva, eran un pueblo muy poco avanzado. ¿Qué pensaron al ver llegar a esas personas blancas y barbadas, sobre casas flotantes? Al principio, pensaron que eran los hijos del dios Viracocha, un dios muy parecido al dios Quetzalcóatl de los aztecas. El dios Viracocha desapareció un día pero antes dijo que regresaría acompañado de hombres blancos y barbados. Por eso, a los españoles los llamaron los viracochas. También quería contar cómo ese imperio glorioso e invicto, que jamás había sido derrotado en el campo de batalla, cae a manos de doscientos viracochas.
En definitiva, la novela pretende hacer una recreación de un mundo nuevo, mediante la mezcla de dos civilizaciones, una que absorbe a otra, una que se impone a la otra.
M.G.- ¿Qué es lo que más te ha sorprendido de la cultura inca?
J.P.C.- Conocía muy poco la cultura inca. Pensaba que era una cultura más científica, más avanzada y, al documentarme, descubrí que no. No conocían la rueda, ni la escritura, ni el hierro. Eran menos guerreros que los aztecas, menos belicosos pero sí estaban más apegados a la naturaleza. Me sorprendió mucho su concepción del sexo. Tenían mucha libertad sexual y contaban con un matrimonio de prueba o otro definitivo. En realidad, me ha sorprendido todo porque de ellos sabía muy poco.
M.G.- Volviendo a Nayaraq, te ha salido un personaje muy mágico. Es una mujer a la que le has atribuido unos dones muy especiales y eso la convierten en un personaje muy interesante.
J.P.C.- Sí, Nayaraq tiene el don de lenguas, aprende un idioma muy rápido, y también era capaz de predecir la cercana muerte de una persona. Es la primera vez que introduzco elementos sobrenaturales en una novela. En este caso, la ficción me lo pedía así. Esos dos dones justifican el acercamiento de la joven inca a los españoles conquistadores.
El personaje de Nayaraq me fascina. De todos los que he creado, es al que más cariño le tengo porque me parece una mezcla ideal de ternura, de sacrificio y, al mismo tiempo, de entereza, de entrega. Estoy muy orgulloso de este personaje, y de la trayectoria vital que se marca en la novela.
M.G.- Has construido una novela con una estructura muy definida, dividida en bloques, y mezclando voces narrativas.
J.P.C.- Me lo ha exigido así la propia narración. No he querido caer en el detalle de la conquista, narrando todas las batallas, las derrotas o el propio asesinato de Pizarro, sobre el que se pasa de puntillas en la novela. Pero sí quería que el lector conociera cómo fue el ambiente de la conquista. Para eso necesitaba un narrador omnisciente, que pudiera contar el desembarco de los españoles en el norte del Perú, y su descenso hasta Cajamarca. Pero una vez que eso está contado, esa voz se unifica con la de Nayaraq, que será la que nos cuente la historia hasta el final.
M.G.- En cuanto a la documentación, habrá tenido que ser muy ardua. No solamente retratas las atmósferas sino el lenguaje, las expresiones típicas de los incas.
J.P.C.- Claro, ellos hablaban en quechua, idioma que aún siguen usando. Sin abusar, y sin necesidad de un glosario, me pareció interesante introducir palabras, y acercar la traducción al término original en el propio párrafo. De este modo, el lector podía hacerse una idea del idioma de los incas y de lo que significan sus palabras.
Me he documentado mucho, pero no he querido abusar ni cansar al lector con datos, cifras y fechas. Me interesaba mucho más contar cómo era la vida de los incas, qué comían, cómo vestían,... Todo ello para recrear cómo era el mundo inca sin caer en el anacronismo.
M.G.- Y sobre los escenarios, también te habrás tenido que documentar mucho. Por ejemplo, has tenido que averiguar cómo era el Cuzco de entonces.
J.P.C.- Mira, eso me ha costado. No ha sido fácil saber cómo el Cuzco de aquella época, pero indagando mucho, conseguí averiguar cómo era la planimetría de la ciudad, cómo estaba distribuida. Nunca he visitado Perú, pero tomando datos de un sitio y otro, me construí en la mente una recreación, con sus palacios incas, alguno de los cuales todavía siguen en pie. Esa imagen de mi mente, es la que he tratado de transmitir al lector.
M.G. - La novela tiene una dedicatoria que me parece un tirón de orejas a todos los que recelan de la historia de España, y sus logros.
J.P.C.- La dedicatoria está puesta con toda la mala leche posible. En estos tiempos de pensamiento único y auto-censura, decir que eres español es significarte ideológicamente. Pero no es así. Soy español porque nací en esta tierra bendita. Y al igual que quiero mucho a mi gente y a Jerez, el terruño donde nací, también quiero mucho el país en el que nací.
Con esta novela, he podido acercarme a lo que hicimos los españoles en Sudamérica. No he querido ocultar que hubo barbaridades, pero a todos los que me hablan de la leyenda negra, siempre les digo que un país es responsable de lo que se hace como nación. Cuando Colón se presentó delante de la reina Isabel la Católica, acompañado de cinco o seis indios, la reina le dice que los libere inmediatamente porque, aunque sean indios, son tan vasallos suyos como el propio Colón y, por lo tanto, no pueden estar amarrados.
La monarquía española del siglo XVI fue una precursora de los derechos humanos. España dictó leyes, órdenes y reglamentos, tendentes a proteger a los indios. El propio Francisco Pizarro ejecuta a algún soldado por maltratar a los indios. Es decir, España como nación protegió a los indios y las barbaridades que se cometieron no se llevaron a cabo en nombre de España sino que fueron perpetradas por personas con nombres y apellidos. Por tanto, admitiendo esas acciones cruentas que se cometieron, hay que reconocer que, gracias a los españoles, allí llegó la vid, el olivo, la religión, la lengua y las universidades.
M.G.- Juan Pedro, ya lleva unas cuantas novelas. ¿El escritor se está imponiendo al abogado?
J.P.C.- Siempre digo que tengo dos oficios que me gustan por igual, aunque hoy día el que me da de comer es la abogacía. Intento compaginar ambos y sacar tiempo para una cosa y la otra. De momento, lo estoy consiguiendo. Tengo la virtud de ser rápido escribiendo y, cuando me concentro, avanzo con rapidez.
M.G.- Como última pregunta, sé que estaba planeado presentar la novela mañana pero el acto se ha tenido que suspender.
J.P.C.- Sí, sí. Lo he suspendido porque no me atrevo con las circunstancias que estamos viviendo. En la presentación de las anteriores novelas, han asistido más de doscientas personas al acto en Jerez. Por lo tanto, no me parece que sea el momento. Hoy vamos a hacer una presentación virtual. Para la presentación presencial, habrá que esperar, en caso de que se pueda hacer.
M.G.- Pues esperemos que esa presentación presencial se pueda hacer muy pronto. Muchas gracias por estos minutos de conversación. Y hasta la próxima, Juan Pedro.
J.P.C.- Gracias a ti, Marisa.
[Nota: La presentación virtual será a través del Instagram de la editorial Espasa. A las 19.30 horas. Acompañará al autor, la editora Myriam Galaz]
Sinopsis: Juan Pedro Cosano presenta una novela con un episodio poco conocido de esa epopeya: la aventura de Gonzalo Pizarro, hermano menor de Francisco, bastardo como él y que lo acompañó en su expedición a América en 1531, principio de la conquista del Perú.
Tras el brutal asesinato del conquistador Pizarro por un grupo de españoles en torno a Diego de Almagro en 1541, Gonzalo encabezó una facción rebelde, enfrentada a la Corona y con el propósito de hacerse con el dominio de los riquísimos territorios incaicos recién dominados. La historia está contada desde el punto de vista de su amante, la dama Nayaraq (nombre que en quechua significa «la que tiene muchos deseos»), testigo del fin de un mundo y del principio de otro.
M.G.- Por lo que me cuentas, era un hombre muy ambicioso, con las ideas muy claras. Sabía lo que quería y trataba de conseguirlo a toda costa.
J.P.C.- Sí, la descripción que hago es bastante verídica, tanto en su apostura como en su capacidad guerrera. Garcilaso de la Vega dice que fue la mejor lanza que pasó por América. Su alzamiento contra el rey es una verdad histórica pero, a partir de ahí, hay mucha ficción. En cualquier caso, creo que es una novela muy verosímil porque los hechos ficticios van en consonancia con la personalidad de Gonzalo Pizarro.
M.G.- Gonzalo Pizarro por un lado y Nayaraq, por otro. Dos personajes que te permiten mostrar al lector la cara y la cruz de la conquista.
J.P.C.- Exacto. La conquista fue una empresa con dos miradas: la del que conquista y la del que es conquistado. No se puede entender una epopeya como aquella sin tener en cuenta estas dos miradas.
He querido llevar al lector la épica de lo que los españoles conseguimos hacer en Sudamérica. Quería hacerlo con realismo pero sin hacer un análisis mezquino, con ojos de odio, sobre lo que pasó hace quinientos años. De igual modo, quería también recrear lo que tuvieron que sentir los incas que, aunque con una civilización dulce y atractiva, eran un pueblo muy poco avanzado. ¿Qué pensaron al ver llegar a esas personas blancas y barbadas, sobre casas flotantes? Al principio, pensaron que eran los hijos del dios Viracocha, un dios muy parecido al dios Quetzalcóatl de los aztecas. El dios Viracocha desapareció un día pero antes dijo que regresaría acompañado de hombres blancos y barbados. Por eso, a los españoles los llamaron los viracochas. También quería contar cómo ese imperio glorioso e invicto, que jamás había sido derrotado en el campo de batalla, cae a manos de doscientos viracochas.
En definitiva, la novela pretende hacer una recreación de un mundo nuevo, mediante la mezcla de dos civilizaciones, una que absorbe a otra, una que se impone a la otra.
M.G.- ¿Qué es lo que más te ha sorprendido de la cultura inca?
J.P.C.- Conocía muy poco la cultura inca. Pensaba que era una cultura más científica, más avanzada y, al documentarme, descubrí que no. No conocían la rueda, ni la escritura, ni el hierro. Eran menos guerreros que los aztecas, menos belicosos pero sí estaban más apegados a la naturaleza. Me sorprendió mucho su concepción del sexo. Tenían mucha libertad sexual y contaban con un matrimonio de prueba o otro definitivo. En realidad, me ha sorprendido todo porque de ellos sabía muy poco.
M.G.- Volviendo a Nayaraq, te ha salido un personaje muy mágico. Es una mujer a la que le has atribuido unos dones muy especiales y eso la convierten en un personaje muy interesante.
J.P.C.- Sí, Nayaraq tiene el don de lenguas, aprende un idioma muy rápido, y también era capaz de predecir la cercana muerte de una persona. Es la primera vez que introduzco elementos sobrenaturales en una novela. En este caso, la ficción me lo pedía así. Esos dos dones justifican el acercamiento de la joven inca a los españoles conquistadores.
El personaje de Nayaraq me fascina. De todos los que he creado, es al que más cariño le tengo porque me parece una mezcla ideal de ternura, de sacrificio y, al mismo tiempo, de entereza, de entrega. Estoy muy orgulloso de este personaje, y de la trayectoria vital que se marca en la novela.
J.P.C.- Me lo ha exigido así la propia narración. No he querido caer en el detalle de la conquista, narrando todas las batallas, las derrotas o el propio asesinato de Pizarro, sobre el que se pasa de puntillas en la novela. Pero sí quería que el lector conociera cómo fue el ambiente de la conquista. Para eso necesitaba un narrador omnisciente, que pudiera contar el desembarco de los españoles en el norte del Perú, y su descenso hasta Cajamarca. Pero una vez que eso está contado, esa voz se unifica con la de Nayaraq, que será la que nos cuente la historia hasta el final.
M.G.- En cuanto a la documentación, habrá tenido que ser muy ardua. No solamente retratas las atmósferas sino el lenguaje, las expresiones típicas de los incas.
J.P.C.- Claro, ellos hablaban en quechua, idioma que aún siguen usando. Sin abusar, y sin necesidad de un glosario, me pareció interesante introducir palabras, y acercar la traducción al término original en el propio párrafo. De este modo, el lector podía hacerse una idea del idioma de los incas y de lo que significan sus palabras.
Me he documentado mucho, pero no he querido abusar ni cansar al lector con datos, cifras y fechas. Me interesaba mucho más contar cómo era la vida de los incas, qué comían, cómo vestían,... Todo ello para recrear cómo era el mundo inca sin caer en el anacronismo.
M.G.- Y sobre los escenarios, también te habrás tenido que documentar mucho. Por ejemplo, has tenido que averiguar cómo era el Cuzco de entonces.
J.P.C.- Mira, eso me ha costado. No ha sido fácil saber cómo el Cuzco de aquella época, pero indagando mucho, conseguí averiguar cómo era la planimetría de la ciudad, cómo estaba distribuida. Nunca he visitado Perú, pero tomando datos de un sitio y otro, me construí en la mente una recreación, con sus palacios incas, alguno de los cuales todavía siguen en pie. Esa imagen de mi mente, es la que he tratado de transmitir al lector.
M.G. - La novela tiene una dedicatoria que me parece un tirón de orejas a todos los que recelan de la historia de España, y sus logros.
J.P.C.- La dedicatoria está puesta con toda la mala leche posible. En estos tiempos de pensamiento único y auto-censura, decir que eres español es significarte ideológicamente. Pero no es así. Soy español porque nací en esta tierra bendita. Y al igual que quiero mucho a mi gente y a Jerez, el terruño donde nací, también quiero mucho el país en el que nací.
Con esta novela, he podido acercarme a lo que hicimos los españoles en Sudamérica. No he querido ocultar que hubo barbaridades, pero a todos los que me hablan de la leyenda negra, siempre les digo que un país es responsable de lo que se hace como nación. Cuando Colón se presentó delante de la reina Isabel la Católica, acompañado de cinco o seis indios, la reina le dice que los libere inmediatamente porque, aunque sean indios, son tan vasallos suyos como el propio Colón y, por lo tanto, no pueden estar amarrados.
La monarquía española del siglo XVI fue una precursora de los derechos humanos. España dictó leyes, órdenes y reglamentos, tendentes a proteger a los indios. El propio Francisco Pizarro ejecuta a algún soldado por maltratar a los indios. Es decir, España como nación protegió a los indios y las barbaridades que se cometieron no se llevaron a cabo en nombre de España sino que fueron perpetradas por personas con nombres y apellidos. Por tanto, admitiendo esas acciones cruentas que se cometieron, hay que reconocer que, gracias a los españoles, allí llegó la vid, el olivo, la religión, la lengua y las universidades.
M.G.- Juan Pedro, ya lleva unas cuantas novelas. ¿El escritor se está imponiendo al abogado?
J.P.C.- Siempre digo que tengo dos oficios que me gustan por igual, aunque hoy día el que me da de comer es la abogacía. Intento compaginar ambos y sacar tiempo para una cosa y la otra. De momento, lo estoy consiguiendo. Tengo la virtud de ser rápido escribiendo y, cuando me concentro, avanzo con rapidez.
M.G.- Como última pregunta, sé que estaba planeado presentar la novela mañana pero el acto se ha tenido que suspender.
J.P.C.- Sí, sí. Lo he suspendido porque no me atrevo con las circunstancias que estamos viviendo. En la presentación de las anteriores novelas, han asistido más de doscientas personas al acto en Jerez. Por lo tanto, no me parece que sea el momento. Hoy vamos a hacer una presentación virtual. Para la presentación presencial, habrá que esperar, en caso de que se pueda hacer.
M.G.- Pues esperemos que esa presentación presencial se pueda hacer muy pronto. Muchas gracias por estos minutos de conversación. Y hasta la próxima, Juan Pedro.
J.P.C.- Gracias a ti, Marisa.
[Nota: La presentación virtual será a través del Instagram de la editorial Espasa. A las 19.30 horas. Acompañará al autor, la editora Myriam Galaz]
Sinopsis: Juan Pedro Cosano presenta una novela con un episodio poco conocido de esa epopeya: la aventura de Gonzalo Pizarro, hermano menor de Francisco, bastardo como él y que lo acompañó en su expedición a América en 1531, principio de la conquista del Perú.
Tras el brutal asesinato del conquistador Pizarro por un grupo de españoles en torno a Diego de Almagro en 1541, Gonzalo encabezó una facción rebelde, enfrentada a la Corona y con el propósito de hacerse con el dominio de los riquísimos territorios incaicos recién dominados. La historia está contada desde el punto de vista de su amante, la dama Nayaraq (nombre que en quechua significa «la que tiene muchos deseos»), testigo del fin de un mundo y del principio de otro.
Muy buena entrevista. Un período histórico sobre el que me gusta leer, porque sé muy poquito y así aprendo.
ResponderEliminarBesotes!!!
¡Hola, hola! Acabo de descubrir tu blog y me quedo como seguidora.¡Espero verte por el mio!
ResponderEliminarConocía a este escritor, sin embargo, no he tenido la dicha de leer su libro todavía.
Espero poder leerlo pronto. Muy buena entrada♥
¡Nos leemos!
Hola Marisa!!
ResponderEliminarMe encanta conocer nuevos autores y más si son de cerquita. Aunque esta obra en concreto no me llame mucho la atención,le seguiré la pista al autor.
Muchas gracias por traernos esta entrevista!
Me ha parecido un autor muy lúcido. Le tendré en cuenta.
ResponderEliminarUn abrazo.
La época de las conquistas en América no es algo que me haya atraído, pero hace unos meses leí "Del Sol llegaron sombras" de Sara mañero, donde también se habla de Francisco y Gonzalo Pizarro, aunque el protagonista sea el hijo de Sebastián Garcilaso de la Vega, un conquistador de los que llegó con Pizarro y al que conocemos como el Inca Garcilaso de la Vega.
ResponderEliminarMe gustó más de lo que esperaba dada la época, pero tanto como esperaba dada la autora. El hecho es que me hizo perder el miedo a ese momento de la historia por lo que apunto esta novela.
Muy interesante la entrevista. Me maravilla el trabajo de documentación que tienen que hacer los autores para hablar de esos momentos tan complejos de la Historia.
Un beso.
Buenas tardes:
ResponderEliminar¡Qué interesante entrevista nos traes hoy! Yo soy una enamorada de la historia, quizá me he interesado menos por la que implica a España con la conquista en tierras de América, siempre he mirado más hacia Europa. Por ese motivo me parece una buena oportunidad aprovechar el momento y echar un ojo al libro que nos presentas hoy.
Un abrazo!!
He disfrutado mucho con la entrevista. Autor y libro nuevo para mi, lo tendré en cuenta. Esta época de la historia tampoco es que la conozca mucho, es una buena oportunidad. Un abrazo.
ResponderEliminarMe atrajo la sinopsis que leí de esta novela entre las novedades editoriales, y tu interesante entrevista me indica que estamos ante una trama atractiva. Besos.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu entrevista Marisa, y he comprendido un poco más lo que pretendía el autor. Yo también me he enamorado del personaje de Nayaraq. Besos
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