martes, 30 de junio de 2020

LAURA GOST: 'Cualquier etiqueta aplicada a la literatura es contraproducente'

Cuando me disponía a redactar esta entrada, me acordé de aquel acrónimo que empezó a utilizarse en los años 90. ¿Os acordáis de J.A.S.P.? Los de mi edad seguro que sí. Para los que no, aquellas siglas significaban "Joven Aunque Sobradamente Preparado". Todo surgió con un spot televisivo que anunciaba una conocida marca de vehículo. El anuncio caló en la sociedad y el acrónimo comenzó a usarse para designar a aquellos jóvenes con una buena formación académica, que venían dispuestos a comerse el mundo. Hoy esta denominación ya no se usa. De hecho, se ha llegado a ironizar con las siglas, asignándole un significado distinto, y que refleja la vulnerabilidad de los jóvenes de hoy en día. Puedes leer un interesante artículo aquíNo obstante, cuando me encuentro con jóvenes como Laura Gost no puedo más que pensar en la cantidad de chicos y chicas con una forma de pensar brillante, con una percepción del mundo que se vuelve cada más necesaria, y con una creatividad digna de admirar.

Laura Gost es una joven mallorquina, nacida en 1993. Con tan solo 24 años, ganó el Goya al Mejor Corto de Animación por Woody & Woody, en 2018. Confiesa que escribe desde los siete años, y acaba de publicar su primera novela, La prima mayor, que publica Temas de Hoy.



En La prima mayor, Rosa tiene que hacer frente a la inesperada convivencia con su prima Tina. Esta acaba de perder a sus padres en un accidente de coche y se traslada a un pueblo muy pequeño, para empezar una nueva vida con la familia de su tía materna. Allí conocerá a los Montsó, a un padre y a sus dos hijos. Laura Gost plantea en esta novela un entramado de relaciones, en un momento tan decisivo como es la adolescencia. Pero, mientras llega el momento de publicar la reseña, os dejo con la entrevista.

M.G.- Laura, vemos por tu biografía que estás muy vinculada al cine y al teatro. De hecho, ganaste un Goya en 2018, por el cortometraje de animación Woody & Woody. Ahora publicas La prima mayor, pero no sé si es lo primero que escribes y publicas.

Laura G.- No. Es cierto que se tiende a señalar mi faceta en el cine y en el teatro, pero yo siempre he escrito narrativa. Empecé a escribir a los siete años. Hasta ahora me había centrado en cuentos y relatos breves. Algunos han sido publicados y premiados. Acostumbrada a ese género, me planteé el reto de escribir una obra de mayor extensión y así nació La prima mayor.

M.G.- La prima mayor se publica primero en catalán con el título La cosina gran. ¿Por qué no publicar directamente en castellano?

L.G.- Soy mallorquina y, aunque domino el castellano, mi lengua materna es el catalán. Siempre he preferido escribir en catalán, principalmente por una cuestión de matices, y también por amor a la propia lengua.

M.G.- Has mencionado la palabra matices que para mí es muy importante cuando se habla de traducciones porque, en alguna ocasión, se pierden o sufren variaciones que afectan a la historia. ¿Has participado en el proceso de traducción de tu novela? ¿Estás satisfecha con el resultado?

L.G.- Es cierto lo que comentas, que los matices son muy importantes. Pero estoy muy contenta con la traducción. Creo que Victoria Pradilla ha hecho un gran trabajo. Ella me consultó algunas dudas como, por ejemplo, los nombres. Decidí que en la versión castellana, los nombres de los personajes se debían mantener en catalán. Y aunque podía haberme encargado de la traducción, preferí no hacerlo. Los traductores trabajan con rigor y buscan siempre ser fieles al texto. Si me hubiera encargado yo, lo mismo hubiera tenido la tentación de reescribir la novela.

M.G.- ¿Y cómo se te ocurrió escribir esta historia, protagonizada por dos primas, Rosa y Tina?

L.G.- En relato breve había tratado diferentes géneros y registros. Sin embargo, para la primera novela, quería tratar un tema que fuera para mí bastante asequible. Para mantener una trama durante tantas páginas, no me parecía bastante con partir de una anécdota, o tener un conocimiento superficial del tema. Tenía que buscar algo que resultara verosímil. Es cierto que dejé la adolescencia atrás hace algunos años, pero me apetecía hacer un viaje retrospectivo, hacer un viaje a la Laura de ese momento, a ese entorno que yo observaba, para plasmar un proceso tan catártico como el que ocurre a esa edad. Sin escribir una novela autobiográfica, me decanté por abordar el tema desde la distancia, apartándome de los estereotipos y de los tópicos. He querido escribir el tipo de novela que me hubiera gustado leer en mi adolescencia, sin que se tenga que etiquetar como novela juvenil. Me parece una etiqueta muy absurda porque se suele basar simplemente en la edad del personaje.

M.G.- Me alegra que hayas mencionado la etiqueta de novela juvenil porque esa era una de mis preguntas. El hecho de que La prima mayor trate sobre la adolescencia y sus protagonistas sean adolescentes, puede conducir al error de pensar que esta novela está dirigida a un público lector muy joven y no es así. 

L.G.- Claro que no. Cuando yo era adolescente leía a García Márquez. Me encontraba con personajes que iban evolucionando, desde su adolescencia hasta la vejez. El hecho de que un lector no tenga la edad del protagonista no quiere decir que no pueda empatizar con él. El término juvenil tiene un punto de paternalismo, pero los jóvenes, a partir de cierta edad, pueden leer cualquier cosa. Cualquier etiqueta aplicada a la literatura es contraproducente. 

M.G.- Los personajes principales son Rosa y Tina. ¿Cómo son estas dos primas?

L.G.- Al comienzo de la historia, Rosa tiene doce años y su prima Tina, dieciséis. Rosa está en la pubertad, en esa adolescencia incipiente. Todavía es muy ingenua y representa esa prisa por crecer. Hay un pasaje en la novela en la que ella dice que tiene muchas ganas de llegar a la adolescencia para poder dejarla atrás, lo antes posible. Si piensa así es porque le han dicho que la adolescencia es una etapa muy complicada, y ella la quiere pasar cuanto antes por esa indefinición que siempre está unida a la adolescencia, quiere dejar atrás esos años en los que no se sabe muy bien quiénes somos y qué somos. Así que Rosa termina por idealizar el ser adulto. Todavía ignora que esos procesos de dudas, conflictos, y descubrimientos, se van a mantener y a agudizar incluso cuando llegue a la edad adulta.

En cuanto a Tina, ella tiene cuatro años más, y eso se nota mucho. Es una chica que ha sufrido un suceso importante, que ha trastocado toda su vida. Por tanto está enfadada con el mundo. Está en esa fase de rebelión contra todo porque se siente asfixiada. Tina es el espejo de Rosa, en el que se van reflejando los miedos, las inseguridades, los deseos y las envidias de la prima pequeña. Tina sería para Rosa ese paradigma de chica sexy y segura, interesante y extrovertida, y no deja de compararse constantemente con ella, para lo bueno y para lo malo.

Laura Gost | Planeta de Libros
M.G.-Entre ellas hay como un juego de atracción y repudio. Rosa rechaza muchas de las actitudes de su prima mayor pero, a la vez, siente atracción y curiosidad por la vida que lleva Tina.

L.G.- Sí. Es un poco lo que ocurre con los padres a esa edad. Por un lado, el adolescente busca y necesita la aprobación de los padres pero, por otro lado, se empeña en rechazar esa aprobación, en distanciarse de las pautas que han marcado su educación.

De todos modos, hay que tener en cuenta que Tina está dibujada a través de los ojos de Rosa, que es la narradora. Por tanto, si elijo un narrador subjetivo, el lector tiene que entender que la visión que se presenta del resto de los personajes, no es puramente objetiva.

M.G.- ¿Y te ha costado mucho crear el personaje de Tina? Es muy complejo, bastante oscuro y con muchos dobleces.

L.G.- No. Tina es un personaje al que he querido tratar con cierta indulgencia. No me gusta crear personajes blancos o negros porque es algo muy aburrido. Resulta más interesante que tengan matices. Por eso he querido definir a Tina únicamente a través de los ojos de Rosa. De esta forma, dejo mucho espacio para que el lector piense que Tina puede ser mucho mejor persona de lo que podemos creer inicialmente. 

Tina es un perfil de adolescente que conocí, que existe y que puede evolucionar. La adolescencia es una etapa que nos condiciona muchísimo, pero también es un momento en el que no conviene abusar de los prejuicios y las calificaciones porque, al final, vamos arrastrando todas esas etiquetas durante muchos años. No podemos olvidar que la adolescencia es una etapa que todavía tiene mucho recorrido por delante para poder cambiar. 

M.G.- ¿Y qué me cuentas de los hombres de esta historia? Hay un padre y dos hijos que son vecinos de Rosa y Tina.

L.G.- Los hombres de esta historia funcionan como un elemento externo. Los Montsó, el padre y sus hijos, son vecinos nuevos que acaban de llegar al pueblo. Al tratarse de un entorno pequeño, y en un contexto temporal, como son los años 2000 a 2004, en el que todavía no se había producido el auge de las redes sociales, se puede jugar con una mayor intimidad y endogamia. Todo el mundo se conoce, todo es muy cercano. De repente, aparecen los Montsó, que aportan ese punto exótico. Para mí, estos personajes representan lo mismo que Tina para Rosa. Ellos se convierten en otros espejos en los que tanto Tina como, sobre todo, Rosa se van a ir reflejando. A partir de la interacción con ellos, las chicas irán extrayendo nuevas versiones de sí mismas. Van a utilizar a los Montsó para ver cómo pueden llegar a ser. Porque, todas las personas con las que interactuamos nos van enriqueciendo, y nos hacen descubrir diferentes versiones de nosotros mismos.

Para Rosa, la interactuación con Miquel Montsó, el hijo pequeño, será el primer contacto con lo que supone ese primer enamoramiento adolescente. 

M.G.- Retratas la adolescencia en los años 2000 a 2004, cuando tú no eras adolescente todavía. ¿Cómo te enfrentas a ese retrato?

L.G.- Siempre he sido una persona muy observadora. Es verdad que en el año 2004, yo tenía 11 años pero había gente de mi entorno, como primos y amigos, que sí habían alcanzado la adolescencia, y solía relacionarme mucho con ellos. El hecho de elegir esa franja temporal se debe a que no existían redes sociales. Era lo más importante. De este modo, puedo mantener un núcleo íntimo en el que Tina y Miquel  puedan interesar a Rosa durante más de medio mes. Hoy en día, con las redes sociales, la parte de misterio y de seducción sería impensable porque todo es mucho más superficial y rápido. Rosa podía saber qué había cenado Miquel en el último mes con tan solo mirar su Instagram.

M.G.- Dibujas muy bien los amores adolescentes. Todos los lectores, de cualquier edad pueden verse reflejados en lo que siente Rosa por Miquel, porque todos hemos pasado por lo mismo. 

L.G.- He intentado que todo ese proceso mantenga ese punto de ingenuidad que siempre tiene, aunque te enamores con treinta y cinco años. Era importante que no fuera como se ve en las películas americanas, que siempre están tan llenas de tópicos.

M.G.- La historia transcurre en un pueblo muy pequeño. No se menciona nombre alguno e imagino que se trata de un escenario ficticio.

L.G.- No hay nombre, es verdad. No me gusta contextualizar excesivamente las historias. Prefiero la geografía emocional. En esta novela se respira cierto espíritu mediterráneo pero no me interesaba ubicar con detalle la trama. La historia podría ocurrir en una isla de Italia, del sur de Francia, en la misma Mallorca, o incluso, en un pueblecito del norte de España. El lugar me daba igual. Lo que realmente me importaba era lo que sienten los personajes. 

M.G.- Y, para terminar, ¿sientes alguna diferencia a la hora de aproximarte a la historia en función de si se trata de un género u otro?

L.G.- Sí, hay diferencia. Con el relato siento que mi escritura es más compulsiva, me dejo llevar, y al protagonista le basta con tener una única característica, la que sea relevante para la historia.  En cambio, la novela requiere otros ritmos. Tienes que prever bien la estructura, determinar con antelación cuáles son los giros que va a sufrir la historia, dónde vas a colocar el clímax, para que el lector no pierda el interés. Además, a los personajes hay que dotarlos de muchas más luces y sombras.

M.G.- Estupendo Laura. Pues te agradezco mucho que me hayas atendido. Espero que La prima mayor sea el inicio de una carrera como novelistas, y que te veamos pronto con un libro nuevo.

L.G.- Muchas gracias a ti. 



Sinopsis: Rosa tiene apenas doce años cuando su prima mayor se queda huérfana y se ve obligada a compartir habitación con ella. Tras la precipitada mudanza, la protagonista no tarda en comprobar que su prima representa todo aquello que no tolera; Tina es una chica irresponsable, desagradecida y problemática. Pero, poco a poco, Rosa empezará a darse cuenta de que detrás de las cosas que le repelen de Tina se esconde algo que anhela para sí misma: ser una joven extrovertida, arrolladora y sexy capaz de alterar la cotidianidad del pueblo mediterráneo en el que viven.

Serán precisamente estas diferencias las que condicionarán la adolescencia de ambas, esa época en que se mezclan ingenuidad y madurez de forma tan cruda. Un choque de mentalidades que se desatará del todo con la llegada de los tres integrantes de la familia Montsó al barrio. 

¿Puede un triángulo amoroso hacer tambalear la relación de las dos primas con el mundo, la feminidad y ellas mismas?

La prima mayor habla sobre el despertar de una niña como mujer con la claridad e inteligencia narrativa propias de una guionista ganadora de un Goya. Laura Gost ha llegado para quedarse.





lunes, 29 de junio de 2020

CAFÉ DE ARTISTAS de Camilo José Cela

Editorial: Alianza
Colección: Alianza Cien
Fecha publicación: 1994
Precio: --
Nº Páginas: 61
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788420646213
Autor

Camilo José Cela (Iria Flavia, La Coruña, 1916)  es uno de los principales renovadores de la prosa española en el presente siglo. En su extensa obra narrativa, iniciada en 1942 con La familia de Pascual Duarte, late una visión desgarrada de España que nace de la misma vena a la que pertenecen desde La Celestina a Goya, Valle-Inclán o Gutiérrez Solana. Camilo José Cela obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1981.

Sinopsis

Café de artistas, relato en que resuena de forma inconfundible la atmósfera magistralmente retratada en La colmena, fue publicado por primera vez en 1953.  


[Información tomada directamente del ejemplar]


Vuelvo a tomar uno de esos pequeños libritos que pueblan mis estanterías, uno de esos títulos que en su día publicó la editorial Alianza, bajo el sello Alianza Cien. No es el primero que leo y reseño. Ya pasó por aquí, y en este formato, Los muertos de James Joyce, El Balneario de Carmen Martín Gaite y La dama de Urtubi de Pio Baroja. Y si no conoces este sello, te cuento un poco el porqué de estas publicaciones tan curiosas.

En 1993, la editorial Alianza sacó a mercado una colección de pequeñas joyas bajo el nombre de Alianza Cien, haciendo referencia a la editorial y al precio de cada ejemplar, cien pesetas. Según un artículo de El País, la idea era «recuperar autores y títulos que la superproducción editorial y la recesión económica están marginando injustamente. La programación abarca cuatro áreas -literatura española, literatura latinoamericana, literatura universal y clásicos y otros temas de carácter práctico-, la tirada inicial de cada título es de 250.000 ejemplares». Pues bien, de todos esos ejemplares que vieron la luz, andan rondando unos cuantos títulos por casa, y algunos de ellos están sin leer a día de hoy. Poco a poco, voy saldando deudas y hoy le toca a Camilo José Cela.

Café de artistas es un relato corto en el que el autor gallego narra la historia de un joven de provincias que llega a Madrid para labrarse un futuro. En un café, donde se reúnen escritores, comediantes y pintores, conocerá a Rosaura, con la que entabla amistad y terminan enamorándose. Pero la joven pareja entra en conflicto con la aparición de Renata, la prima de Rosaura. Solo con la intermediación de Mamed, un escritor, los jóvenes hacen las paces. Pero a Mamed no le espera una final muy agradable.

Ahondar en Café de artistas conlleva el riesgo de contar demasiado, ya que el relato tan solo ocupa unas sesenta páginas en un formato que ni siquiera alcanza el tamaño de una mano y, encima, tiene bastante diálogo. Siendo así, os podéis imaginar que la lectura de esta pequeña obra me ha durado un suspiro.

Sí os diré que me costó un poco entrar la historia. En cambio me ha gustado mucho el retrato del ser humano, la ingenuidad del joven de provincias que llega al café y ve a unas señoras muy distintas a las que él había conocido hasta entonces. Por otra parte, Cela hace una labor encomiable a la hora de retratar la época y especialmente los ambientes en los cafés. Siempre he sentido fascinación por estos establecimientos tan importantes en ciertas décadas, tanto en ciudades como en pueblos, donde los intelectuales se congregaban para debatir sobre las cuestiones más importantes del momento. Para ello, hay pasajes con bastante descripción y se intuye en ciertas líneas esa forma de ser de Cela, crítico y tajante, y un sentido del humor un tanto peculiar. Ya sabéis cómo era el señor Cela.

Estructurada en diez capítulos numerados más uno añadido al que titula Final, y con una prosa que roza el verso, acercarse a esta pequeña joya resulta indispensable. El relato lo podéis encontrar formando parte de alguna antología. Ahora bien, si queréis "leerlo" de una forma mucho más amena, os recomiendo escuchar la adaptación que hicieron en Ficción Sonora de RTVE. Me parece absolutamente fabulosa y resulta curioso lo mucho que cambia la percepción que tenemos de la historia, escuchando esta adaptación, después de haber leído el relato.






Dicho lo cual. No te la pierdas.





[Fuente: Imagen de la cubierta ]

Puedes adquirirlo aquí:





viernes, 26 de junio de 2020

EL MERCADER DE LIBROS de Luis Zueco

megustaleer - El mercader de libros - Luis Zueco
Editorial: Ediciones B
Fecha publicación: Marzo, 2020
Precio: 21,90 €
Nº Páginas:  608
Encuadernación: Tapa dura con sobrecubiertas
ISBN: 9788466667005
[Disponible en eBook;
puedes empezar a leer aquí]


Autor

Luis Zueco (Borja, Zaragoza, 1979) es director de los Castillos de Grisel y de Bulbuente, dos fortalezas restauradas y habilitadas como alojamientos con encanto y para la realización de eventos. Además, es ingeniero industrial, licenciado en Historia y máster en Investigación Artística e Histórica, miembro de la Asociación Española de Amigos de los Castillos y colaborador, como experto en patrimonio y cultura, en diversos medios de comunicación.

Ha logrado un éxito internacional de crítica y público con su fascinante «Trilogía Medieval»: El castillo (Mejor Novela Histórica 2015 por la web Novelas Históricas), La ciudad y El monasterio, tres novelas que pueden leerse de manera independiente y con las que accedemos, a través de adictivas tramas de intriga ambientadas en los escenarios arquitectónicos más importantes de la época, a aspectos fundamentales de la Edad Media. El mercader de libros es su último gran éxito.

Sinopsis

Todo gran viaje comienza en los libros

Hubo un tiempo en que los libros podían descubrir nuevos mundos, tambalear los dogmas más sagrados y cambiar el curso de la Historia.

Esta novela es un viaje a los años siguientes a la invención de la imprenta, cuando un mercader de libros emprende la búsqueda de un misterioso ejemplar que ha sido robado de la mayor biblioteca de Occidente, creada en Sevilla por el hijo de Cristóbal Colón.

Año 1517. El joven Thomas atraviesa la incipiente Europa renacentista huyendo de su pasado. Son los años siguientes al descubrimiento de América y la invención de la imprenta, un periodo de profundos cambios que han supuesto el fin de la Edad Media. La curiosidad que siente por el Nuevo Mundo, cosechada en sus múltiples lecturas, le llevará hasta España, donde comenzará a trabajar con un mercader de libros.

El encargo de localizar un ejemplar envuelto en un halo misterioso le conduce hasta Sevilla, una próspera ciudad que sirve como enlace en el comercio con las Indias y que alberga, entre sus murallas, la biblioteca más importante de Occidente, creada por el hijo de Cristóbal Colón y llamada la Colombina. Será precisamente allí donde Thomas descubra que alguien ha robado el libro que él busca y, por alguna razón, tiene mucho interés en que nadie lo encuentre.

Hubo un tiempo en que los libros permitían descubrir nuevos mundos, tambalear los dogmas más sagrados y cambiar el curso de la Historia. Luis Zueco nos sumerge en los albores de la bibliofilia y nos traslada, en una perfecta unión de rigor histórico y trama trepidante, a una época en la que la palabra impresa podía ser el arma más peligrosa

[Información tomada directamente del ejemplar]


Solemos decir que los libros nos hacen viajar, nos transportan a otros tiempos y a otros espacios para vivir aventuras y meternos en la piel de algún personaje histórico, o bien ficticio, pero con una vida apasionante. Hay casos en los que la magia llega a tal punto, que el viaje se convierte prácticamente en algo tangible, traspasando nuestra imaginación. Es lo que ocurre con El mercader de libros, la nueva novela de Luis Zueco. Este ha sido mi estreno con la narrativa del autor zaragozano. El resultado no ha podido ser más satisfactorio, porque Zueco no se ha limitado a escribir un libro, sino que ha construido todo un universo. 

El mercader de libros narra la vida de Thomas Babel. Nacido en Augsburgo y huérfano de madre desde los seis años, el joven está bajo la protección de su padre, Marcus Babel, el famoso cocinero de Jacobo Függer, un acaudalado banquero "con negocios en toda la Cristiandad" y rival de los Welser, otra familia rica, "descendientes del general bizantino Belisario". Tras un encuentro con la bella Úrsula, que le robará el corazón, el joven Thomas comienza a encontrar un problema tras otro bien pronto. Fruto de una mezquina conspiración, Marcus Babel es arrestado y acusado de intento de envenenamiento. Thomas se verá obligado a huir para salvar su vida, aun dejando a su padre atrás. Este será el punto de partida de un viaje que lo llevará al sur de Italia, acompañando a un comerciante de paños, libros, vinos y otros artículos. Pero la traición será una compañera fiel del personaje y su vida se convertirá en una constante huida hacia delante. 

En Amberes entrará a trabajar en una imprenta, donde aprenderá el noble arte de los libros. Tras un nuevo engaño, partirá hacia España, pasando por Bilbao, San Juan de Gaztelugatxe o Vitoria. En el norte de España conocerá a Alonso, un mercader de libros para el que empieza a trabajar. Junto a él, recibirá el encargo de localizar un libro titulado Amores imposibles, escrito por el sevillano Jaime Moncín e impreso en la misma ciudad. Se trata de un tratado amoroso "novedoso, muy moderno, y sobre todo, que cuenta con una grabados espléndidos, muy sensuales". Así que ponen rumbo a Sevilla, escenario principal de esta novela, donde Thomas tendrá que seguir la pista al escritor, al que parece que se ha tragado la tierra, y del que nadie ha vuelto a tener noticias en muchos años.

Será en la ciudad del Guadalquivir donde transcurra el grueso de la novela. Tras doscientas páginas llenas de vivencias y aventuras, la historia continúa en la "capital del Viejo Mundo" y puerto de embarquea hacia el Nuevo, con la Casa de Contratación y los barcos que llegan de América, cargados de riquezas. La búsqueda del libro de Moncín lo pondrá en contacto con Hernando Colón, el mayor comprador de libros, con el propósito de construir la biblioteca más grande de la Cristiandad.

"Una enorme biblioteca, una réplica multiplicada hasta lo imposible de la mayor librería que Thomas hubiera visto jamás. Libros y más libros. Y más allá, más libros. Todo eran estanterías, una tras otra, una encima de la otra, y cuando parecía que esta se acababa aparecía otra más. Pasillos que giraban y volvían a girar hasta donde alcanzaba la vista. Todos ellos completamente repletos de libros" [pág. 220]

"Desde aquí luchamos contra la oscuridad y la superstición de la Edad Media", le dice Hernando Colón a un Thomas que no da crédito a lo que está viendo. A partir de aquí, al lector le esperan cuatrocientas páginas llenas de mil avatares. En El mercader de libros tendremos conspiraciones, misterios, asesinatos, traiciones, chantajes,... Y también amores, porque Thomas es un joven enamoradizo al que es fácil arrebatarle el corazón. Serán varias las mujeres que pasen por su vida y por muchas de ellas sufrirá el desamor. Pero no será el único personaje que tenga líos de faldas. Los amores prohibidos y los triángulos amorosos afectarán a más personajes e incidirán en cierto modo sobre el desarrollo de los hechos.

Y, a pesar del volumen de la novela, os garantizo que se lee con suma agilidad y dinamismo. Al pobre Thomas le pasan tantas cosas, lo traicionan tantas veces, sufre tantas penalidades que su vida jamás aburre. A ello hay que unir que la historia gira y gira, mostrando múltiples recovecos, haciendo pensar al lector una cosa, para sorprenderlo después con un cambio de dirección. Estamos ante una novela que bebe de muchos géneros. Tiene toques de literatura de viajes, de aventuras, de romance y, por supuesto de histórica. 

La acción se inicia en 1516 y finaliza en 1555. Son casi cuarenta años en los que se producen importantes hitos históricos. Guttenberg ya ha regalado al mundo su invento más revolucionario, la imprenta, aunque, como nos comentó Luis Zueco en la entrevista publicada hace unos días (puedes leer aquí), aquel invento escondía un propósito menos prosaico que la difusión de la cultura. Igualmente, el Nuevo Mundo ya ha sido descubierto por Cristóbal Colón, y han sido varios los viajes que se han emprendido a aquellas nuevas Indias a las que creían que habían llegado. Pero el contexto histórico llega mucho más allá. Francia y España están en una pugna constante por apoderarse de la mayor parte del territorio que ocupa la Cristiandad. Por otra parte, surge el Humanismo y Erasmo de Rotterdam se convierte en el artífice de la nueva corriente de pensamiento. Se plantea traducir la Biblia. Lutero y sus tesis se colocan en el punto de mira, dando pie a su excomunión, y las reuniones en Worms empiezan a tener cada vez más repercusión.  Al mismo tiempo, España intenta arrebatar a Portugal el dominio de la Ruta de las Especias.

La imprenta nos ha facilitado un enorme conocimiento que está posibilitando avances técnicos, médicos y científicos y por tanto, también descubrimientos de nuevas tierras [pág. 222]

Pero, ¿cómo era la Sevilla del siglo XVI? Aquí teníamos a la Inquisición y un imponente castillo-prisión del que todavía quedan restos. Sin embargo, el Santo Oficio es simplemente una sombra en la novela. Los personajes conocen y temen las consecuencias que pueden tener sus creencias, su actitud, su comportamiento. El castillo de San Jorge vigila la ciudad e impone respeto y temor a todo el que llega. Aún así, en la trama no se profundiza demasiado en las actuaciones de la Inquisición, ni vamos a ver a los inquisidores andando por las calles de Sevilla.





Ahora bien, la ciudad queda detalladamente retratada. Sevilla era una ciudad de luces y sombras. Centro del Mundo, a sus calles llegaban las riquezas más espectaculares, y aquel trasiego de barcos con las bodegas llenas también atraía a los personajes de peor calaña, siempre buscando algo que rapiñar. Matones y asesinos se arremolinan en el muelle de mulas, los chivatos y soplones cruzaban el puente de barcas para alcanzar el barrio de Triana, en el Arenal se levantaba la mancebía más famosa de la ciudad y a los pies del mercado el Monte del Malbaratillo se amontonaban todas las porquerías y basuras que los vecinos habían ido arrojando desde tiempos remotos. En la calle de la Sierpe y en la plaza de San Francisco se congregaban los comercios, un mercado rodeaba la catedral y en sus escalinatas se trapicheaba con cualquier cosa. Lo más valioso en esta ciudad que nunca dormía era la información, auténtica moneda de cambio

Pero Sevilla también tenía una parte luminosa, con familias de abolengo como los impresores Cromberger o los Enériz -proveedores de plantas del Nuevo Mundo-. Había edificios suntuosos y palacios hermosos como el que habitaba Hernando Colón, del que ya no queda nada, y que contaba con un extenso jardín donde crecía todo tipo de especies florales, árboles y arbustos traídos del Nuevo Mundo. La narración nos permite asomarnos a un vergel maravilloso y caminar entre plantas exóticas o frutos curiosos como ese de color rojo y forma redondeada al que llamaban tomate. 





[Luis Zueco nos lee las primeras páginas de El mercader de libros.

Fuente: Facebook autor]

En cuanto a los personajes, no sabría decir cuántos asoman a estas páginas. El protagonista principal será Thomas Babel, un joven apuesto, de pelo oscuro y espeso, con aire pensativo y misterioso, y unos brillantes ojos verdes. Aún siendo hijo de un cocinero, será una persona culta y con educación. La buena relación de su padre con la familia Függer, le abre las puertas al conocimiento, al permitírsele asistir a las clases del monje Klopp, y ser compañero de pupitre de los sobrinos de Jacobo Függer. 

Thomas es un personaje que evoluciona con el avance de la trama. No perderá su carácter soñador en ningún momento, y se sentirá tan atraído por la Isla de las Especies o el Nuevo Mundo que hará todo lo posible por conocer esos lugares maravillosos. De corazón enamoradizo, serán varias las mujeres que ocupen su corazón a lo largo de la trama. Y aunque inicialmente lo veamos como un joven manipulable y confiado, lo cierto es que los diversos y reiterados reveses que sufrirá, lograrán hacerlo madurar rápidamente. No estamos ante un personaje sin dobleces ya que, en algún momento, tendrá que actuar de forma poco apropiada para conseguir su propósito.

Entre los personajes secundarios, me ha gustado mucho Massimiliano, un contador de cuentos, exponente de la tradición oral, que se gana la vida de aquí para allá, narrando historias extraordinarias sobre el Nuevo Mundo. 

Sebas es un maleante sevillano que parece tener el don de la idoneidad. Se conoce Sevilla como la palma de su mano. Con contactos hasta en el infierno, ayudará a Thomas en más de una ocasión. 

Entre las mujeres, me decanto por Edith, la hija del impresor Thys en Amberes. Vivaz, apasionada e inteligente, tiene un acusado sentido del feminismo. Lectora de Christine de Pizan, es defensora de la literatura femenina y de la educación de la mujer. 


"Las mujeres han escrito libros, pero nadie los conoce; apenas se imprimen. Si así fuera, todo habría sido diferente, el mundo sería mejor. Ojalá yo pueda, algún día, escribir un libro explicando la vida de las mujeres." [pág. 126]

Encabeza la lista de personajes reales Hernando Colón.  Junto a él vamos a descubrir su fabulosa biblioteca, la red extendida por toda Europa, a través de la cual consigue todos los libros que se imprimen, la manera en que los clasifica y el Libro de los Epítomes, "un extenso compedio" que recogía un resumen de todos los libros que había en su biblioteca. Me ha gustado la forma en la que Zueco nos aproxima al que fue uno de los hijos de Cristóbal Colón. 

Más allá de la trama, El mercader de libros se transforma en una enciclopedia que recoge los hitos históricos más importantes de la época, así como un cúmulo de anécdotas que no hacen más que evidenciar la ingente tarea de documentación que habrá tenido que llevar a cabo Zueco. Desde el proceso de construcción de la Basílica de San Pedro, pasando por el negocio de la lana, la clasificación de libros, el demonio Titivillus, al que se le achacan los errores ortográficos, el origen de los perros San Bernardo, hasta las leyendas o mitos de Sevilla, este libro supone una absoluta fuente de conocimiento que sorprenderá al lector con infinidad de curiosidadesLas estancias en algunas ciudades, el contacto con algunos personajes y las conversaciones entre ellos originan que el autor se adentre en algunas cuestiones colaterales, que enriquecen la narración. Ahora bien, en algún momento puntual, como es el caso del pasaje en el que se habla de los tercios de Lombardía, he sentido que Zueco ahonda un pelín más de la cuenta en la información que nos ofrece. Vaya por delante que todo lo que se recoge en este libro es sumamente interesante pero, bajo mi punto de vista, en un par de ocasiones se tira mucho de documentación. Aún así, no puedo más que quitarme el sombrero ante toda la información adicional que nos ofrece porque, incluso me ha descubierto curiosidades de mi propia ciudad, como el origen de las calles Vida y Muerte. Chapó.

Pero, tratándose de un homenaje a los libros, estos van a tener un grandísimo protagonismo en la novela. De entrada, ya advertimos en Thomas un verdadero interés por la literatura y por los libros, algo que le viene de pequeño, cuando su padre le leía cuentos por la noche. Zueco nos explica un sinfín de detalles curiosos sobre los libros, como cuando habla de los desglosables, libros que eran publicados por partes. Encabezando muchos capítulos vamos a encontrar citas maravillosas y hay pasajes que son una belleza:  


"Los libros nos permiten saber lo que piensan miles de hombres, lo que descifraron los sabios de la antigüedad, lo que descubre un genio en la otra punta del mundo. Los libros nos enseñan la historia, podemos aprenderla para no cometer los mismos errores que nuestros ancestros. (...) Los libros sin una mente inmensa, que abarca el saber de toda la humanidad. Sin ello... seríamos poco más que animales. Cada generación olvidaría lo aprendido por la anterior y así y una y otra vez" [pág. 336 - 337]

Escrito en tercera persona y narrado de manera lineal, El mercader de libros cuenta con una estructura amplia. Un prefacio da pie a siete grandes bloques, a lo largo de los cuales se distribuyen ochenta capítulos de corta extensión. Culminan este volumen, un epílogo que supone un broche de cierre fabuloso. Insisto, aunque este libro cuenta con seiscientas páginas, os diré que se lee de manera muy ágil y amena. La mezcla de géneros consigue que la historia enganche a todo tipo de lectores que quedarán satisfechos con el desenlace que se nos ofrece porque, aunque la resolución del enigma en torno a Jaime Moncín se intuye en la página cuatrocientos, lo cierto es que no todo concluye ahí, sino que al lector le esperan aún muchas más sorpresas en los capítulos finales.

En definitiva, me ha gustado mucho El mercader de libros. Creo que es una obra completa, bien urdida, con muchos puntos de interés y una narración cercana, a pesar de que los hechos transcurren en el siglo XVI. La he disfrutado mucho, por lo que no me queda más que invitaros a visitar la Sevilla de antaño con este libro bajo el brazo.


"Cada libro que veis tiene alma. El alma de quien lo escribió y el alma de quienes lo han leído y vivieron y soñaron con él. Cada vez que un libro se lee, su alma crece y se hace más fuerte." [pág. 224]

Algunos libros mencionados en El mercader de libros:

- Las cartas de Abelardo y Eloísa (Anónimo)
- Eneida de Virgilio
- Elogio de la locura de Erasmo de Rotterdam 
- La Ciudad de las Damas de Cristina de Pizán
- La educación de la mujer cristiana de Juan Luis Vives
- Iliada de Homero
- Odisea de Homero
- El Banquete de Platón
- La Celestina de Fernando de Rojas.




[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

Puedes adquirirlo aquí:






jueves, 25 de junio de 2020

JÚLIA PERÓ: 'Este libro es una bañera y todo lo que hay dentro soy yo'

Los jóvenes vienen pisando fuerte. Alzan la voz para expresar su pensamiento, su alegría y también su dolor, porque este, no tiene nada que ver con la edad. Creemos que la juventud es una continua fiesta, que los jóvenes tienen una vida simple, sin miedos, sin angustias, sin preocupaciones. "Ya verás cuando crezcas y te hagas mayor", solemos escuchar. Sin embargo, hay jóvenes que se hacen mayores de un día para otro, porque la vida no discrimina, y si tiene que dar un zarpazo lo hace sin mirar la fecha de nacimiento. 

Júlia Peró conoce el dolor. Miró de frente a la muerte y tuvo que aceptarla como compañera de viaje. Durante mucho tiempo la sintió a su lado sin poder hablarle, hasta que un día encontró la forma de dialogar con ella. Lo hizo a través de sus textos, de sus palabras escritas que fueron el hilo de sutura de sus heridas. 

Esta joven escritora, nacida en Barcelona en 1995, acaba de publicar un libro lleno de dolor y de bálsamo. En Anatomía de una bañera (Planeta), Júlia Peró se reconstruye, resurgiendo de sus cenizas.

M.G.- Júlia, aunque has participado en alguna antología, este es tu primer libro en solitario. Sé que vienes del arte. Me gustaría que me hablaras un poco de ti y de por qué has escrito este libro.

Júlia P.- Me dedico al diseño gráfico y soy directora de arte. Es con lo que me gano el pan. Pero, por otro lado, hago otras muchas cosas: activismo femenino, escribo, fotografío... Me gusta decir que soy un artista multidisciplinar, porque abarco muchas disciplinas dentro del arte.

En cuanto al libro, te diría que, cuando empecé a escribirlo, no sabía que al final se convertiría en libro. En el pasado me ocurrieron ciertos sucesos, algunos más traumáticos que otros. No podía hablar de ellos, no podía verbalizarlos. El sistema que me ayudó fue escribir sobre ello.

M.G.- En la introducción lo resumes muy bien. Dices que "el cometido era vaciarme de toda esta tristeza".

J.P.- Totalmente. Es así.

M.G.- Me parece muy llamativo el título, Anatomía de una bañera. En esa misma introducción dices que en las bañeras te ha ocurrido lo mejor y lo mejor. ¿Qué simbología tiene una bañera para ti?

J.P.- El suceso más impactante de mi vida pasó dentro de una bañera. Fue lo que me empujó a escribir. En el mismo libro, cuento que no hacía más que escribir sobre ese hecho y, por lo tanto, solo escribía de esa bañera. De alguna manera, de tanto escribir autobiográficamente sobre ese suceso ocurrido dentro de una bañera, yo misma me convertí en una bañera. También hice una mirada hacia atrás y me di cuenta que hay muchas cosas en mi vida que me han marcado, y que han ocurrido dentro de bañeras. Terminé por personificar la bañera, por convertirme en ella, por todo lo que me ha marcado. Por eso se llama Anatomía de una bañera porque, en realidad, es la anatomía de mí misma. Este libro es una bañera y todo lo que hay dentro soy yo.

M.G.-  ¿De qué nos hablas en tus poemas? Los primeros son muy duros.

J.P.- El libro tiene tres partes muy diferenciadas. En la primera hablo principalmente de la muerte y el duelo por un ser querido, pero de una forma diferente. La he vivido de manera muy cercana, converso con ella y la trato como si fuera casi mi compañera. En esa parte escribo tanto sobre ese suceso que me ocurrió que, mientras más escribo, menos daño me hace y, por lo tanto, menos necesidad tengo de escribir sobre ello.

Cuando empiezo a convivir con la muerte y a superar aquel hecho, me abro a otras cosas que recojo en la segunda parte. Me enamoro de otras personas, sufro un desamor, que es casi un segundo duelo.

En la tercera parte, cuando supero el segundo duelo, me doy cuenta que he cambiado. Ya no soy la misma persona de la primera y de la segunda parte. He crecido, ha surgido una nueva Júlia y, por lo tanto, sufro otro tercer duelo por la antigua yo. En esta parte aparece el feminismo, la seguridad, abandono todas las culpas y las debilidades de la primera y la segunda parte, que me habían pesado mucho y no me habían dejado avanzar. 

M.G.- Estas tres partes corresponden a textos de años concretos.




J.P.- No es así exactamente. Esas fechas no reflejan los años en los que escribí esos poemas, sino los años en los que los viví. Por ponerte un ejemplo, un poema de la primera parte puede que lo viviera en 2012, pero no conseguí escribir de ello hasta 2015.

M.G.- Este libro entonces es la materialización de un proceso de cicatrización de heridas.

J.P.- Totalmente, es así. No se puede decir mejor.

M.G.- Los poemas de la muerte me gustan mucho. ¿Pensamos mucho o poco en la muerte?

J.P.- Creo que pensamos mucho pero de una manera que, a mí especialmente, no me ha ayudado. El hecho de que me hayan enseñado a pensar en la muerte como algo malo, algo a lo que temer, te hace estar constantemente preocupada porque llegue. En el libro, intento hablar con ella, hacerme su amiga, para seguir hablando de ella, pero de forma muy distinta.

M.G.- Me gusta cuando hablas de la diferencia entre la muerte inesperada y la muerte que se acerca. Y también esa visión de la muerte como una forma de perder al ser querido pero también de retenerlo. Es una visión muy esperanzadora.

J.P.- Me gustan las palabras que has usado porque eso significa que mi intención se ha entendido. En este libro, hay muchos tipos de conversaciones con la muerte. A veces le estoy agradecida. Otras veces la culpo. Al final, termino por darme cuenta de que, el hecho de hablar con la muerte es una forma de hablar conmigo misma. Me ha ayudado mucho a quitarle valor pero, a la vez, a añadirle un valor distinto.

M.G.- Júlia, ¿y cómo definirías tu poesía?

J.P.- Es sincera. Es un adjetivo muy claro o poco poético pero, a la vez, lo es mucho. Bueno, esta definición sirve exclusivamente para este libro. Actualmente estoy trabajando en otros, y si me preguntaras por ellos, elegiría otro adjetivo. En este libro, he escrito porque lo he necesitado, y he escrito lo que he necesitado.

M.G.- ¿Y qué es lo que más te inspira?

J.P.- Lo que me va pasando a mí y a la gente de mi alrededor.

M.G.- En este libro no solo encontramos poemas sino que también hay prosa. ¿Lo definirías como un poemario?

J.P.- No es un poemario. Es una bañera. Y no lo llamaría poemario porque me da mucho miedo esa palabra, al igual que me da mucho miedo la palabra poeta. No soy poeta, sino escritora. Escribo a través de muchos sistemas y desde muchas perspectivas, y hacia textos completamente diferentes.

M.G.- Haces uno de un lenguaje, hipotéticamente, inclusivo. Utilizas expresiones como "nosotres mismes", "amigues". Es llamativo.

J.P.- Este libro no es político, no es feminista pero, a la vez, es evidente que, quien lo escribe, lo es. Por lo tanto, se nota en la manera de escribir, de igual modo que un autor es machista en su forma de escribir, aunque no esté hablando de machismo. En mi día a día hablo así, me expreso así. Creo que es la forma más respetuosa e inclusiva de hablar. Por lo tanto, si yo hablo de una forma inclusiva en la calle, en el libro también.

M.G.- Háblame de esa actividad feminista. ¿Qué piensas del momento que estamos viviendo?

J.P.- Es un momento muy importante. Por un lado, es muy fácil, por todo lo que hemos conseguido. Por otro, también es muy difícil, por todo lo que aún hay que conseguir. En esta sociedad, hemos avanzado muchísimo pero si rascas un poco, te das cuenta de que todavía falta mucho por hacer. Creo que toda ayuda es necesaria. Hay que conseguir que la gente abra los ojos y no solo los hombres, sino también las mujeres. No concibo una forma no feminista de vivir. 


M.G.- ¿Y qué tres cosas debe ser o tener un lector para conectar con tu poesía?

J.P.- De hecho, ninguna. La única cosa que necesitas para leerme es querer hacerlo. Nada más. Luego vendrán implícitamente otras cuestiones, relacionadas con tu forma de pensar pero, antes de nada, debe estar la intencionalidad.

M.G.- Hay algunos poemas que son simplemente una palabra, una línea. He apuntado unos cuantos como "Haces frío" o "La muerte me sonrío". Y hay uno especialmente bonito que dice: "Ojalá no tengas que hacerme daño para olvidarte". ¿Qué es lo que más daño te hace?

J.P.- Te diría que yo misma, aunque cada vez menos. No hay nadie que más daño me pueda hacer que yo misma. Creo que nos pasa a todos. Yo soy la que más me conoce, la que más se repudia, la que más se culpa y la que más se exige. 

M.G.- Hablábamos antes de que este libro es un camino hacia la cicatrización de heridas. No sé si al terminar de escribirlo te sientes curada totalmente.

J.P.- Bueno, sí. El objetivo principal de este libro, más allá de querer ser leída, era poder explicar cosas que no podía explicar con la palabra en ese momento. A medida que iba escribiendo, iba sanando, hasta tal punto que hubo un momento en el que me estaba preocupando más por la palabra exacta, la ortografía o la gramática que por los sentimientos en sí. Eso dio pie a darme cuenta de que ya estaba curada, de que había aprendido a vivir con lo que pasó.

M.G.- Júlia, ¿a quién lees? ¿Cuáles son tus referentes?

J.P.- Cuando empecé a escribir este libro, no tenía realmente ningún referente porque empecé a escribir antes de que me empezara a gustar leer. Después han venido Alejandra Pizarnik o Marguerite Durás. Hay muchos poemas que me recuerdan a Gloria Fuertes, por su sencillez. También me gusta Cortázar, aunque no me agrada nombrar a escritores masculinos porque siempre veo en ellos alguna tilde de masculinidad tóxica, algún comentario que me duele. Alessandro Baricco también es un referente para mí. Tiene muchas cosas recalcables negativamente, pero otras que son increíbles. 

M.G.- De acuerdo. Pues lo vamos a dejar aquí. Te agradezco que me hayas atendido. Espero que la vida te sonría y que este libro sea solo el principio de un largo camino.

J.P.- Ojalá. Muchas gracias.

Sinopsis: Esto no es un libro. Es una bañera. Y me preguntaréis cómo esta bañera puede tener estas esquinas. Es cierto que podría parecer un libro. Por aquello de las páginas o su olor, las cubiertas, el tamaño, todo este texto o la capacidad y ganas que tienen sus hojas de doblarse. Pero no. No lo es. Es una bañera. Una bañera de mármol, porque desde pequeña así lo he creído. Y cuando empecé a grabar en este mármol mis palabras yo misma también me convertí en una.

Antes de bañera, fui niña. Luego crecí por acumulación de gotas saladas y dejé de serlo. O no, no sé. Nada dura salvo lo que ya no está. Después de eso empecé a escribir. A escribir sobre las cosas que me han llevado a ser una bañera. A escribir sobre cómo coser caricias. Sobre cómo a veces no se destierra a quien se va, sino a quien se queda. Sobre dejar de ser y aprender a perder. Sobre aquellos silencios que nunca me parecerán incómodos. Sobre que nada es de nadie o sobre los tipos de sed que hay. O sobre las agujetas que tengo a veces por echarme de menos, por ejemplo. Y en esta bañera también me he preguntado muchas cosas. Cosas difíciles de responder: ¿por qué nunca he llorado por no llorar lo suficiente?, ¿cuál será mi última palabra?, ¿cuánto dolor cabe en una persona? Esta me la sé: 230 litros. Exactamente todo lo que cabe en una bañera.




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