Editorial: Hermida.
Fecha publicación:
Precio: 12,50 €
Género: Narrativa breve.
Nº Páginas: 90
Encuadernación: Tapa blanda con solapas.
ISBN: 9788494015984
[Disponible en ebook;
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Autor
Lev Nikoláievich Tolstói (Yasnaia Poliana 1828 – Astapovo
1910) nació en el seno de una familia noble de la vieja Rusia, hijo del conde
Nikolái Ilich Tolstói y de la princesa Mariya Volkonskaya. Su madre murió
cuando tenía tan sólo dos años, y su padre cuando contaba nueve. Lev se
trasladó junto con sus cuatro hermanos a casa de su tía en Kazán, en cuya
universidad se matriculó en 1844 para cursar primero lenguas orientales y
después Derecho, hasta que en 1847 abandonó los estudios, regresando a la
propiedad familiar que heredó en Yasnaia Poliana. Comenzó a redactar el Diario,
y allí respira por primera vez el ambiente de tensión entre clases,
preocupación que lo acompañará el resto de su vida. Su espíritu inquieto le
empuja a la carrera militar y al campo de batalla, aunque pronto viaja a Moscú
para después volver al ejército, participando en la Guerra de Crimea (1853),
donde se granjeó una buena reputación por su valor en el frente.
Decide dedicarse exclusivamente a las letras. Su obra
Juventud (1854), ópera prima, lo coloca ya en las primeras filas de la
literatura rusa, a la que le seguirá Dos húsares (1856). Viaja a Europa y se
siente fuertemente impresionado por la nueva pedagogía y las ideas anarquistas del
norteamericano Thoreau, que lleva a la práctica en Yasnaia Poliana, donde funda
una escuela para pobres junto a la mansión familiar. Su actitud empieza a
incomodar al gobierno, a la milicia y a la iglesia ortodoxa, cuyos ritos y
liturgias aborrecía. En 1861 concede la emancipación a sus siervos y se
establece definitivamente en su ciudad natal junto a su mujer Sofía Behrs, con
la que tuvo trece hijos. Durante los primeros años de matrimonio escribe Guerra
y paz (1864-1869), novela que lo consagra como gran escritor no solo en Rusia
sino en Europa. A ésta le seguirán otras obras, entre las que destacan Ana
Karénina (1877) y los relatos La muerte
de Iván Ilich (1886) y La sonata a Kreutzer (1889). Profundamente religioso al
final de su vida, en toda su trayectoria literaria refleja la constante
búsqueda del sentido moral de la existencia humana y su posible justificación.
Sinopsis
Considerada por la crítica como una de las mejores obras de
Tolstói, Dos húsares (1856), traducida ahora al castellano por Olga Korobenko,
es un “canto” a las licencias indecorosas y descaradas de la aristocracia
militar rusa de la primera mitad del siglo XIX, cuya ejemplaridad fue perdiendo
fuerza de generación en generación, aproximándose cada vez más hacia un ocaso
que vivía de la exaltación de las medallas heredadas y de la gloria de tiempos
pretéritos.
El conde Turbín es un oficial de húsares al que le gustan
las mujeres, el juego, la bebida y los duelos. Aunque se deje llevar por sus
gustos, no es esclavo de sus pasiones sino dueño de ellas. Dotado de un gran
sentido del humor, sensibilidad y humanidad, une a su temperamento impetuoso y arrogante la elegancia de un
carácter dominante y sobrio.
Un salto temporal de veinte años. El conde ha muerto.
Tolstói hace aparecer en escena a su hijo, también oficial de húsares, que no
puede vivir sino bajo la sombra de la fuerte e imponente personalidad de su padre, como un Hamlet desheredado.
Hábilmente, el escritor ruso logra construir, a través de un juego de espejos
entre la personalidad del padre y la del hijo, una historia de dos vidas
cruzadas por el destino de las afinidades consanguíneas y por el deseo racional
de destruirlas. Toda una obra de arte.
[Información tomada directamente del ejemplar]
Leon (o Lev) Tolstoi visitó este espacio hará unos cuantos años. En su día leí La sonata de Kreutzer, una novela que me maravilló en muchos sentidos, a juzgar por la detallada reseña, y que fue, gracias al club de lectura, mi estreno con este autor. De sus obras más conocidas, Ana Karerina o Guerra y Paz, tengo tan solo el conocimiento que me han ofrecido algunos artículos o bien las adaptaciones cinematográficas. Y es que, como digo siempre, los rusos me producen muchísimo respecto y prefiero acercarme a obras más accesibles y más breves. Es el caso de Dos húsares, un cuento sobre el que había leído infinidad de opiniones y todas muy tentadoras.
Lo primero que deberíamos preguntarnos es qué es exactamente un húsar. Según la RAE, "un húsar es un soldado de caballería vestido a la húngara". Bueno, tampoco esto nos aclara mucho. Otra búsqueda en Internet nos da la siguiente definición: "Soldado perteneciente a un antiguo cuerpo de caballería ligera de la Rusia zarista caracterizado por vestir un uniforme militar similar al del ejército húngaro". Para que nos hagamos una idea, sería algo así.
[Web: Arte militar y naval] |
Pues bien, Dos húsares narra la historia de un padre y un hijo, ambos húsares del ejército ruso, y que se desarrollan en dos épocas diferentes. A principio del siglo XIX, conoceremos al conde Turbín, que llega a la ciudad K, acompañado de su perro Blucher y su asistente Sashka. El húsar ha sido asaltado en el camino y le han robado todo el dinero por lo que, al llegar a la ciudad, no puede pagar el alojamiento. No obstante, es un hombre conocido e incluso admirado, al que se le atribuyen actos heroicos y hazañas. Además posee un atractivo natural, con brillantes ojos azules y unos cabellos rubios y rizados que captan la atención de todas las damas. Inmediatamente, recibirá ayuda de un oficial de caballería que se presta a compartir alojamiento, pero también conocerá a otros personajes, como Ilin, con un grave problema de adicción al juego. Su estancia en la ciudad le permite acudir a un baile, deslumbrando a los asistentes por sus dotes de bailarín. Allí conocerá a la hermana del oficial, la viuda Ana Fiodorovna, de la que queda profundamente enamorado. El amor se instala en su corazón y se desata la pasión.
Veinte años después, es el hijo del anterior, con veintitres años, y también húsar del ejército, el que visita la zona y conoce a Ana Fiodorovna, a su hija y a otros antiguos conocidos de su padre. El conde Turbín ha fallecido en un duelo tiempo atrás. El tiempo ha pasado y ha dejado su huella tanto en la sociedad como en las personas.
Toda la obra juega a los opuestos, valiéndose de dos narraciones protagonizadas por un padre y un hijo, que viven situaciones similares, y en dos épocas distintas. El cuento, dividido en quince capítulos, cuenta con una clara línea fronteriza que coincide con el capítulo nueve. Del capítulo uno hasta el octavo, la narración se centra en el conde Turbin y, a partir del capítulo nueve, el protagonista será el hijo del anterior. Dos secciones que transcurren en épocas distintas de las que se hace un reflejo muy atractivo.
Dos son los aspectos que más me han llamado la atención en este cuento. Por un lado, lo distintos que son los dos personajes. Si bien es cierto que el padre y el hijo son tan parecidos físicamente que incluso podrían pasar por dos gotas de agua, el carácter y el sentido de la moral de uno es diametralmente opuesto al del otro. El padre es un hombre alegre y divertido, apasionado, simpático y sociable. Encandila a las mujeres por su atractivo y a los hombres por su don de gentes. Sin embargo, no tiene una moral intachable. Su afición a la bebida y al juego lo convierten en un hombre con mácula que, no obstante, levanta la admiración y el respeto de todos.
En cuanto al hijo, es un joven inteligente, culto y con un estricto sentido de la moral, hasta el punto de repudiar a su padre, por haber tenido un comportamiento deleznable en vida. Y tanto es así, que no soporta que lleguen viejos conocidos a comentarle lo mucho que lo admiraban. Visto así, el lector podría inclinarse más a favor del hijo que del padre. Sin embargo, la lectura nos demostrará que hay algo más a tener en cuenta, algo que define aún más a los personajes.
Otra cuestión que me ha parecido interesante es el retrato de las dos épocas en las que transcurren los hechos. El párrafo inicial del texto no tiene desperdicio. En él se hace un dibujo de la época y de la sociedad, así como de la carencia de adelantos que verán la luz más tarde. Veinte años más tarde, la vida y el mundo han cambiado mucho. Así que, los dos grandes temas de la obra serían las diferencias generacionales y el paso del tiempo que van dejando su impronta. Aunque también he percibido alguna reflexión sustentada en la idea del Tempus Fugit y del Carpe Diem.
Escrita en tercera persona, y con un estilo directo, debo admitir que me gustó mucho más La sonata de Kreutzer. Aunque hay pasajes que me han maravillado, especialmente algunas intervenciones de Sashka, ese asistente del húsar padre, algo deslenguado e insolente, pero muy fiel a su señor, así como el retrato generacional, Dos húsares no me ha llegado a convencer del todo, se me ha quedado algo corta, al esperar que la historia surcara otros derroteros.. Habrá que probar con Ana Karerina y Guerra y Paz.
[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]
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Me gusta descubrir este tipo de libros y este no lo conocía así que tomo nota.
ResponderEliminarBesos =)
Pues tendría que revisar la lista por si no apunté la sonata, hacerlo ahora. De este autor solo he leído Karenina, pero 3 veces y todas muy bien descubriendo cosas diferentes. No le tengas miedo, al menos a esa obra. A mí también me asusta el tamaño de Guerra y Paz, por ejemplo pero con Karenina te aseguro que ni te enteras. Te gustará mucho.
ResponderEliminarEste de los húsares la verdad es que no me ha llamado la atención y viendo que tampoco te entusiasma me lo ahorro.
Besos
Quiero leer algo de Tolstoi pero éste no es de los que más me llaman. Eso sí, el hecho de que sea tan corto, incita a leerlo para probar
ResponderEliminarBesos
Lo tengo en el montón de relecturas para los retos de Clásicos, pero no sabía qué hacer ¡Me han dado muchas ganas! 😁🥰💋
ResponderEliminarNo lo descarto, pero ahora mismo no me veo leyendo a un ruso, tengo la cabeza saturada
ResponderEliminarBesos
Me encantó, Marisa. Ese juego de situaciones similares que viven ambos personajes refleja la diferencia del cambio generacional pero, como recalcas en tu reseña, hay algo más a tener en cuenta para definir a los dos personajes. Besos.
ResponderEliminarLo leí hace un montón, quizá merecería una relectura ahora. Estoy, en cierto modo, volviendo a muchos clásicos y Tolstoi es siempre un referente. Qué modo de narrar... Un beso
ResponderEliminarEsta vez no me animo. Confieso que los autores rusos, en general, me dan una pereza tremenda.
ResponderEliminarBesos.
¡Holaaaaaa! También me dan respeto los autores rusos hasta el punto de que no he leído nada aún... tengo La sonata de Kreutzer que pienso leer este año, pero tomo nota también de este libro porque es la segunda reseña positiva que leo de este relato. Un saludo.
ResponderEliminarLo tengo pendiente!
ResponderEliminarA ver si leo más autores rusos, que estoy verde con ellos.
Besotes