Minerva Piquero es periodista y actualmente directora de comunicación en una empresa. Fue durante la década de los 90 la chica del tiempo. Trabajó en Antena 3 dando la información meteorológica, aunque hizo más que hablar de isobaras, anticiclones y borrascas. No debió hacerlo tan mal cuando estuvo catorce años colándose en nuestras casas, aconsejándonos sobre si coger el paraguas o disfrutar del sol. Y algo hizo aquella joven para impactarnos de tal modo que, a día de hoy, seamos muchos los que aún recordamos su nombre.
Me llevé una sorpresa enorme cuando vi su nombre estampado en la cubierta de una novela. Nacida libre (Alfar Ed) es su primera publicación, una obra en la que ha dejado su sello personal, como en todo lo que hace. Minerva ha estado estos últimos días de promoción. Visitó Sevilla y tuvimos la oportunidad de conversar con ella.
Marisa G.- Minerva, me hace mucha ilusión conocerte.
Minerva P.- Gracias. Estoy muy contenta.
M.G.- Fíjate que, con todos los presentadores del tiempo que hemos ido conociendo a lo largo de los años y en las distintas cadenas, te recuerdo perfectamente. Y creo que es algo que nos ocurre a todos. Marcaste un estilo muy particular. Nos marcaste a todos.
M.P.- Fue sin querer. Ahora me dedico a desarrollar estrategias de comunicación pero, en aquel momento, con veintiún años, fue una cuestión de supervivencia. A mí me daban seis folios y muy pocos minutos en antena. Me tenía que sentar en el camerino con un diccionario y no entendía nada de lo que ponía en aquellos papeles. No tardé mucho en darme cuenta que la llegaba de inestabilidad, porque se acercaba un centro de bajas presiones, que iba a dejar precipitaciones de carácter moderado en el cuadrante noroccidental de la península, significaba simplemente que iba a llover en Galicia. Y claro, pensé que era mucho más fácil decir que iba a llover en Galicia, en vez de soltar todo ese rollo. Y encima, se iba a entender mejor. Además soy una persona muy práctica y me planteé que podía ir más al grano todavía. En vez de decir que iba a llover en Galicia, decía: 'A ver, los gallegos. Mañana ni laven el coche ni tiendan la ropa porque va a llover'. Así de sencillo. Pero es lo que te digo, fue solo supervivencia. Una necesidad de simplificar y dar un mensaje más directo y más claro.
Treinta años después he descubierto que ser directo y claro, es una buena estrategia de comunicación. La misma estrategia que he usado para escribir esta novela, que tiene un lenguaje muy directo y muy sencillo, porque a mí lo que me gusta es contar cosas.
M.G.- Es la primera vez que te sientas a escribir una novela.
M.P.- Qué osada, ¿no?
M.G.- Bueno, tampoco es eso... Se trata de intentarlo. Si uno siente algo por dentro, qué menos que intentarlo.
M.P.- Escribí esta historia para mí. Es decir, me puse a escribir y nunca me planteé qué pensaría otra persona al leerla, si le gustaría o no. No me preocupé de un estilo, ni de una estrategia literaria. Me senté, me imaginé una historia y decidí vivirla. No son hechos reales, pero todas las emociones sí lo son, porque las he vivido y puedo explicarlas. Me metía en los personajes, empatizaba con ellos y hablaba desde la verdad. Escribiendo, reí, lloré, temblé, me conmoví, odié,... Sentí todas las emociones en mi propia carne. Fue un viaje íntimo, introspectivo, muy bonito, que me enseñó muchas cosas de mí misma, que me ayudó a proyectarme. Cuando lo terminé no sabía qué hacer. ¿Compartirlo? Me entró un vértigo...
M.G.- ¿Y cómo nace la historia de Cora y Valentina, sus dos protagonistas?
M.P.- Empezó primero con Cora y fue por pura rebeldía. Estaba harta de que se escandalizaran cuando hacía un comentario sobre sexo. Las mujeres no hablamos de sexo. Si lo hacemos es entre nosotras y en privado, pero nunca en un grupo social con hombres, mujeres o familia. Los hombres pueden hacer comentarios jocosos o chistes pero una mujer, no. Está mal visto. Y eso me resulta una auténtica estupidez. Cuando alguna vez he dicho algo, nunca ha faltado ese hombre que se ha dado la vuelta y me ha comentado: ¡Qué bruta! La sexualidad está muy masculinizada. Parece que nuestro placer y nuestra vida sexual tienen siempre que depender de la intención del hombre. Así que un día, cansada de que me dijeran que no lo hiciera, que no hablara de ciertas cosas, que no podía hacerlo, me planteé contar esta historia. La conté porque me apetecía, desde la libertad, porque me da la gana, y porque podía hacerlo.
M.G.- En este mundo de lucha por las libertades, en el que la mujer intenta conquistar territorios, el sexo sigue siendo tabú.
M.P.- Absolutamente. Esta novela tiene veintisiete capítulos y hay sexo en cinco de ellos. Y de todos los personajes, solo uno tiene sexo. Bueno pues, lo primero que me dice todo el mundo es que he escrito una novela erótica. ¡Fíjate! Para dos polvos que hay, lo que llama la atención.
M.G.- Pues esto mismo es lo que te quería preguntar, si tú la consideras una novela erótica.
M.P.- No, no,... Mis personajes tienen sexo como todo el mundo. Mis personajes comen, lloran, aman, se rompen el corazón,... y también tienen sexo. Es parte de la vida pero es lo que más ha llamado la atención. Me encanta esta frase de Oscar Wilde que dice que todo en la vida va sobre el sexo, menos el sexo que va sobre poder. Efectivamente, lo que más llama la atención es el sexo, pero yo intento contar otra cosa. De hecho, en esta novela el sexo es un vehículo, un medio para reivindicar una serie de libertades. En primer lugar, la mía propia, para contar lo que me dé la gana y como me dé la gana. En segundo lugar, la libertad de mis personajes femeninos, que quieren encontrar otras cosas en la vida y empiezan por probar caminos nuevos. ¿Por qué no?
M.G.- Y aparte de esa reivindicación de la libertad, ¿qué otros mensajes deseas transmitir a los lectores con esta historia?
M.P.- La necesidad de reinvención. Hay quien dirá que es una historia de mujeres. Sí lo es, y también de los hombres que las amaron. Podrán decir que es una historia de amistad y es verdad porque hay un canto a la sororidad, algo que me parece muy importante. Yo vivo en mi día a día la sororidad. Existe ese apoyo y ese amor entre mujeres, y lo quería contar. Pero esta novela es también un canto al amor, de todo tipo, y por encima de todo, es una historia de reinvención. Hay que mirarse al espejo y perdonarse. Hay que entender que, no sólo se puede, sino que debemos empezar de nuevo, las veces que haga falta, hasta que lo que hagamos tenga sentido. Se trata de un derecho. Sin embargo, la mayoría de la gente no se mueve, no hace nada. Se preguntan que dónde van a ir con cuarenta años, o cómo van a hacer o dejar de hacer tal o cual cosa a su edad. Eso no es lo que importa. Esto no se acaba hasta que se acaba. Todos tenemos cadenas, hipotecas, hijos, familia, compromisos pero hay que ser valiente. Si la vida que llevas no te gusta, cambia, reinvéntate. Cambia de ciudad, cambia de trabajo, de amigos, cambia de pareja... Ponte el pelo morado. Es igual. Reivéntate y haz lo que necesites. Ese es el mensaje que quiero dar.
M.G.- La novela está protagonizada por mujeres. Cora está casada, acaba de romper una relación de años y se busca a sí misma a través del sexo. Y luego está Valentina, que es transexual, extranjera, y que llega a España huyendo. Háblame un poco de ellas.
M.P.- Cora es una mujer de treinta y cinco años, madrileña y de clase media. Valentina es una chica de veinte años, transexual, que viene de un país extranjero. Socialmente resulta muy difícil creer que estas dos mujeres se puedan relacionar pero, ¿por qué no? Hay que romper prejuicios. Cora es abogada y Valentina necesita servicios legales. Así es como se conocen. Lo que surge entre ellas va más allá. Creo que lo que más me gusta de estos personajes es que he juntado a una mujer de casi sesenta años, muy desengañada del amor romántico, muy independiente, que no quiere saber nada de los hombres, con una mujer joven transexual con todos los problemas que eso conlleva, y con una mujer heterosexual de treinta y cinco años, frustrada porque su matrimonio revienta por los aires. Todas estas diferencias culturales, de edad, de vida y de todo lo que son y tienen, crean un universo entre ellas tres que funciona muy bien. Se sienten bien porque no se sienten juzgadas, porque pueden permitirse ser ellas mismas, sin fingir y sin aparentar lo que no son.
M.G.- ¿Y dónde quedan los hombres?
M.P.- Ahí están también. Tienen un papel más secundario, pero son el detonante de todo. De hecho, en esta novela hay un hombre que también tiene que romper con todo y atreverse a ser él mismo. Lo que te decía, es una historia de reinvención.
M.G.- Son personajes inventados pero imagino que habrás tenido que hablar con personas que, en cierto modo, te habrán inspirado.
M.P.- Sí. Para construir a Valentina, hablé con personas transgénero que tuvieron la confianza y la generosidad de dejarme hacer preguntas muy personales, y me ayudaron para poder entenderlas. En cuanto a Cora, ella tiene experiencias sexuales que yo no he tenido, pero he hablado con otros personajes que sí, y me han contado un poco. Así que ha tocado inspirarse. Uno coge la simiente y a partir de ahí la vas regando con la imaginación, que se encarga de construir el resto.
M.G.- ¿Y te ha llevado mucho tiempo escribir esta novela?
M.P.- No, porque una vez que me puse con ella, los personajes me secuestraron. Nana Sara es un personaje mayor, que representa la mujer visionaria, la feminista, incomprendida y sola, es la abuela que todos quisiéramos tener. Esta novela es un homenaje a las mujeres fuertes y valientes de mi familia, esas mujeres que he tenido en mi vida.
M.G.- ¿Es un libro valiente? ¿Nos va a sorprender? Bueno, no sé si sorprender es la palabra más adecuada.
M.P.- La gente se sorprende a sí misma con prejuicios que no sabía que tenían. He hablado con mujeres jóvenes, no heterosexuales, que se consideran muy liberadas y muy preparadas para el mundo y, sin embargo, me han dicho que la historia les ha provocado ciertas dudas, las ha incomodado y han entendido que tenían prejuicios. También ocurre con los hombres. Algunos han leído la novela y me han contado que no sabían que tuvieran tantos prejuicios machistas. Se han tenido que enfrentar a una historia contada desde la perspectiva y la sexualidad de una mujer. Para mí todo esto es muy halagador. Me conformo con pensar que mi novela puede hacer cambiar la forma de pensar de algunas personas.
M.G.- Me llama la atención que hayas elegido una editorial sevillana.
M.P.- ¿A que soy lista?
M.G.- (Risas) ¿Pero cómo ha surgido esa relación con una editorial de aquí?
M.P.- Hablé con varias editoriales y me daba mucho miedo ser la estrella fugaz de una noche. Utilizar un pasado televisivo para salir, como otro más, con una novela. Necesitaba mimo y quería a alguien que creyera en mí. Luis Oliva, el editor, es esa persona. Me llamó y me dijo que la novela le había encantado. Me propuso hacerlo con tiempo y cariño, y así hemos estado un año. Me ha hecho sentir muy bien porque he tenido el control desde el principio. No hay una ambición voraz ni un único objetivo comercial. Obviamente Alfar es una empresa, pero hay mucha implicación profesional y pasional en el proyecto por ambas partes y eso es muy bonito. Yo le llamo socio. Y luego esta tierra, Andalucía, Sevilla... Cada vez que vengo me pregunto por qué no vivo aquí.
M.G.- Pues aquí te hacemos un hueco en un momento, ¿eh?
M.P.- (Risas) Estoy encantada. En Andalucía siempre me he reconocido.
M.G.- ¿Y la cubierta, con este color morado tan acorde con la historia?
M.P.- Pero no hablo de feminismo.
M.G.- Me gusta que lo aclares.
M.P.- No, no. La palabra feminismo no aparece por ninguna parte. De hecho, no hay ningún momento en el que hable de la guerra de sexos. Aquí hay hombres y mujeres que necesitan salir del cascarón y vivir de otra manera. Pero sí es una novela muy femenina y es una historia de libertades.
El color morado tenía que estar, con ese candado abierto, en forma de corazón. Y luego, la foto de la contraportada no podía ser otra. Insistí mucho en esto. Esta foto muestra a mi madre y le hice la trenza para jugar un poco con el personaje de nana Sara. Mi madre me parió en México. Fue madre soltera. Vivió la España gris,... No pudo ejercer sus libertades pero siempre ha tenido la frase 'Nacida libre' como lema de vida. Se la he escuchado decir muchas veces y la he visto escribirla en muchas libretas. Cuando estaba casi acabando la novela, se me ocurrió tatuarnos juntas esa frase. Y fue así cómo pensé que 'Nacida libre' podría ser un buen título para la novela. Es un homenaje a mi madre, un homenaje a mí misma, porque he decidido que voy a decir las cosas como me apetezca, y es un homenaje a las mujeres de esta historia, porque todas ellas han nacido libres.
M.G.- Minerva, buscando información sobre el libro he encontrado una lista de Spotify.
M.P.- Ay, sí. Esa lista me hace volar. La música me ha hecho vivir las emociones de este libro. En la novela hay un crimen y lo pasé fatal escribiendo la escena. Estaba tan metida en la situación que te puedo decir cómo eran las luces, cómo olía la moqueta, sentía calor,... Luego, hay otra escena en la que todo ocurre en diez minutos. Me puse el cronómetro para ajustarme a los tiempos. Quise vivir esa tensión de manera real. La música ha sido la magia. Me ha ayudado a hacer esas inmersiones emocionales.
M.G.- ¿Le has cogido gusto a esto de contar verdades, de publicarlas?
M.P.- Esta parte es la dura, ¿eh?
M.G.- ¿Más que escribir?
M.P.- Sí. Escribir es una cosa maravillosa, es adictivo, es un juego. He dicho cantidad de cosas pero no las he dicho yo, sino mis personajes. (Risas). He vomitado mis miedos, mi rabia, mis prejuicios, aquellos con los que he crecido, mi deseo de hacer y deshacer, mi opinión sobre otras personas, sobre mí,... He sacado fuera todas esas emociones. Y eso es fantástico. Escribí esta historia porque consideré que era libre para hacerlo, pero ahora soy mucho más libre que antes. He abierto la caja. Y sí, seguiré escribiendo, y me encantaría seguir publicando, pero eso dependerá de los lectores. Te diré más, estas chicas tienen continuación, tienen un 'spin off'.
M.G.- Bueno pues ponte a ello porque he leído varias opiniones y todas son muy positivas. Hablan de honestidad, humildad y personajes humanos.
M.P.- Me halagan mucho esos comentarios. Y fíjate que empecé a escribir más preocupada del estilo que de la historia. Pero no me gustaba lo que salía. Guardé la historia durante unos meses en un cajón. Al tiempo, la volví a retomar, la leí, me pareció basura y volví a empezar de nuevo. Yo quiero contar cosas que lleguen. No quiero que digan de mí que soy culta, que tengo mucho vocabulario, un estilo literario estupendo,... No quiero premios literarios. Sólo quiero contar historias que emocionen. Y al quitarle todo ese lastre, toda esa preocupación por el estilo, por si tenía calidad o no, surgió 'Nacida libre'.
M.G.- Pues espero que te vaya muy bien con esta novela, que los lectores la disfruten. Me alegra mucho haberte conocido y te deseo mucha suerte.
M.P.- Gracias a ti.
Sinopsis: Cora necesita reinventarse para salir del pozo en el que se
ve inmersa tras la inesperada ruptura con el amor de su vida.
El sexo se convertirá en el rito de iniciación hacia su
nueva identidad, un mundo desconocido donde experimentar, reencontrarse y
perdonar.
Valentina llega a España huyendo de un oscuro secreto y un
pasado traumático; necesita renacer para encontrar su sitio en el mundo. La
vida no es fácil para una joven transexual extranjera.
Las dos protagonistas de Nacida Libre, aun siendo de mundos
tan distintos y alejados, coinciden en un momento crucial para ambas en el que
deben recorrer un camino de autoconocimiento dejando atrás la traición y la
venganza.
Las circunstancias en las que se encuentran hacen que crezca
entre ellas una profunda amistad y la fuerza necesaria para entender que, a
pesar de todo, ellas nacieron libres.