viernes, 5 de julio de 2019

LUCÍA BASKARAN: 'Para escribir buenos personajes tienes que ser empático y ponerte en la piel del otro'.

Los últimos tres años he visitado la Feria del Libro de Madrid. Desde que probé por primera vez, intento no perderme una edición. Subir a la capital supone un fin de semana que me sirve de breve escapada, de reencuentro con amigos y conocidos pero también es una oportunidad única para conocer a esos autores que no bajan al sur con la frecuencia que me gustaría, o para comprar ese otro libro al que le he estado dando vueltas. En los últimos años, he aprovechado esa visita para acudir a encuentros con novelistas y realizar alguna entrevista. Aunque Lucía Baskaran visitó Sevilla para presentar Cuerpos malditos, no pude citarme con ella por diversos motivos, así que aproveché mi estancia en Madrid para abordar aquella entrevista que quedó en el aire.

En Cuerpos malditos, la autora narra la historia de Alicia, una joven enamorada de Martín. Este fallece de forma trágica y repentina y ella, sumida en el dolor, se obsesiona con la idea de revivir a su pareja de una manera peculiar, teniendo un hijo con el hermano. Pero esta novela no se queda en este hecho. Cuerpos malditos profundiza y se sumerge en otras cuestiones de intenso calado.

 ©Imanol SalaberriaM.G.- Lucía, los autores, al igual que las personas en general, evolucionan con el tiempo. Ya han pasado tres años desde tu última novela, ¿has notado algún cambio a la hora de enfrentarte a la Literatura?

L.B.- Sí, sí... Hay gente que piensa que tres años no es mucho tiempo pero a mí me ha parecido bastante, sobre todo para dejar entre un libro y otro. Me costó mucho trabajo deshacerme del tono de la primera novela. La voz de Victoria, la protagonista de 'Partir' es muy fuerte y no fue fácil desprenderme de ella. Y sí que he notado diferencia, entre una y otra. En primer lugar porque quería hacer algo distinto, aunque ambas están narradas en primera persona, y en segundo lugar, la primera novela era mucho más visceral mientras que en la segunda he contado con herramientas que he adquirido a través de la escritura de la anterior, y de las notas que he ido recogiendo en mis blocs. También ha habido mucha más intencionalidad porque la primera fue el resultado de vomitarlo todo, por decirlo de algún modo, mientras que en la segunda tenía unas ideas que quería tocar, un tono que quería usar, contaba con un hilo conductor... En definitiva, sí que he notado una evolución.

M.G.- ¿En qué momento surge la chispa para escribir esta novela que cuenta con unos temas tan concretos?

L.B.- Todo surge por la historia que me cuenta un amigo, algo que le ocurrió a unos conocidos suyos. Un chico conoce a una chica en el instituto y se enamoran, llegan a la veintena y se van a compartir casa con la idea de casarse en el futuro, tener un hijo,... Todo eso. Sin embargo, él muere repentinamente en un accidente y ella empieza a salir con su cuñado y se obsesiona con la idea de quedarse embarazada para, de algún modo, devolver el muerto a la vida. Esto es real y no le ocurre a una chica desequilibrada sino a una persona normal y corriente. Aquella historia me impresionó. Me puse a investigar sobre el tema y por lo visto esto no es tan poco común como pensamos. Tanto es así, que en Euskal Herria y en algunos otros puntos del Estado español, se acostumbraba a casar a una mujer con el que tenía el mayorazgo en un caserío. Si a ese hombre le pasaba algo, inmediatamente casaban a la mujer con el hermano. De este modo no se pierde la herencia y se seguía dando continuidad a la familia. Esto ha sido una costumbre hasta hace relativamente poco. Es una historia que me tocó mucho y estuve mucho tiempo planteándome cómo se sentiría la chica, y cómo llegó a aquella conclusión, a la idea de revivir a su marido teniendo un hijo de su cuñado. Y quise probar qué era estar en esa piel. 

A su vez, mientras la escribía, pasó algo muy bonito. Conocí a una de las tres únicas rabinas que hay en Francia. Le conté la historia y ella me respondió que eso era una ley bíblica, la ley del levirato. Me parecía muy interesante meterme ahí.

M.G.- Tocas temas con muchísimo peso como la amistad, la maternidad, incluso la autolesión,... Son cuestiones muy potentes. ¿Cómo vertebras todos estos temas en la historia?

L.B.- Tenía muy claro que quería abordar la amistad entre mujeres pero mostrando incluso sus contradicciones porque la relación entre mujeres es tan conflictiva como todas las relaciones del mundo. A la maternidad y la autolesión llegué a través de la escritura. Cuando escribo suelo tener un punto a donde quiero llegar pero luego también me gusta perderme entre lo que surge. 

En el caso de esta novela, y teniendo en cuenta cómo percibe Alicia, la protagonista, su cuerpo, la autolesión era un tema que cuajaba, era exteriorizar lo que ella tenía acumulado en su interior durante tantos años.

En cuanto a la maternidad, me interesaba mucho tener varios perfiles de madre y poner un micrófono a lo que se considera una mala madre, una madre que abandona a su hija en un momento dado. 

M.G.- A Alicia le cuesta trabajo llamar 'mamá' a su madre. Suele llamarla Cristina y eso define muy bien la relación que mantienen.

L.B.- Sí. Eso es un detalle muy pequeño pero muy significativo. Es algo que me dio mucho juego para tratar la relación que tienen ambas.

M.G.- El duelo también es parte de la historia.

L.B.- Sí, pero el duelo es solo una excusa para tocar los temas que a mí me interesaban. Más que el duelo por la pareja, lo que más me interesaba era el duelo metafórico, la pérdida de una identidad propia que te has construido en base a algo, en base a la mirada de Martín, la pareja de Alicia. Ese es el duelo que a mí me interesaba contar.

M.G.- ¿Tiene que ocurrir algún hecho trágico en la vida de una persona para reactivarse, para analizarse como le ocurre a Alicia?

L.B.- Creo que sí, aunque quizá no tan fuerte como le ocurre a ella. Las crisis resquebrajan los cimientos y solo actuamos cuando las cosas se ponen mal.

M.G.- Y llega un momento en el que una persona echa la vista atrás y comprueba que lo que pensaba no era realmente así. De este modo funciona la relación que ella tiene con Martín.

L.B.- Sí, aunque culpar a un muerto es muy complicado. Los muertos son siempre inocentes. Hasta ese momento Alicia no ha querido mirar, no ha querido ser consciente pero a raíz de la muerte de Martín, la idea de que él no era tan príncipe azul sale a la luz. De todos modos, no es algo que ella no supiera de ante mano pero lo irá destapando poco a poco y se deja de mentir.


M.G.- Hemos hablado de Alicia, de Martín, de Cristina. Hay más personajes como por ejemplo Otto. ¿Hasta el punto de que la novela es coral?

L.B.- Fue un ejercicio para ponerme a prueba. En mi primera novela, el personaje principal tiene mucho protagonismo pero el resto simplemente orbitan. Así que probé a escribir desde más voces y que los personajes, aunque no digan mucho, incidan en la trama. Para hacer esto tienes que conocer muy bien a tus personajes. Tuve que escribirles una pequeña biografía que por supuesto no aparece en la novela, para saber quiénes son, cómo andan, cómo se mueven y por qué dicen lo que dicen. Lo que más me importaba era qué rol ocupaban en la familia, y no me refiero al papel de padres o madres, sino ese papel que desempeña cada uno y del que nadie habla, aquellos a los que les toca la parte más emocional, los que se encargan de la economía,... Es decir, qué puesto ocupan, cómo se relacionan con sus padres porque la relación paterno-filial nos afecta de forma significativa cuando somos adultos. Hacer la novela coral fue un trabajo muy bonito porque tuve tiempo para conocerlos bien.

M.G.- Quiero entender que una novela de este calado termina por afectar al autor, ¿qué ha supuesto para ti a nivel personal escribir una historia con estos componentes?

L.B.- Ha sido un reto. Aunque la historia es fuerte me lo he pasado muy bien. Por otra parte, algo que le he comentado a mi editor, me ha servido de mucho mis estudios de arte dramático porque me he tenido que meter en los zapatos de alguien que no tiene nada que ver conmigo. Ha sido un trabajo muy interesante porque para construir buenos personajes tienes que ser empático y ponerte en la piel del otro. Luego hay que relatarlo, evidentemente, pero el primer paso es vivir otras realidades que no te han tocado.

M.G.- Y dice Alicia que ella es una mujer de noventa años en el cuerpo de una mujer de veintisiete. ¿De cuántas maneras una mujer puede estar a disgusto con su cuerpo?

L.B.- De tantas... Hace poco una amiga me pasó un anuncio que hizo Dove tiempo atrás. Era un experimento real que me encantó, porque da una idea muy clara de la percepción que las mujeres tenemos de nuestro propio cuerpo. El anuncio mostraba a un montón de mujeres en una sala y que se acaban de conocer. Había un retratista detrás de una cortina y pedía a una mujer que se describiera así misma para hacer un retrato. Luego le pedía a otra mujer que describiera a la anterior. El resultado era totalmente distinto. Siempre era mucho más bonito el retrato tras la descripción de la amiga que el de la descripción propia. 

M.G.- Nos queremos poco.

L.B.- Nada, nada. Sentimos que nunca vamos a ser suficientemente delgadas, suficientemente guapas, suficientemente jóvenes,... Siempre te va a faltar algo y  es para volverse loca.

M.G.- En esas ausencias influye mucho la publicidad. Siempre nos están bombardeando.

L.B.- Por supuesto, no nos damos cuenta porque lo tenemos muy interiorizado pero estamos constantemente expuestas. Si nos paramos a pensar y hacemos un poco de 'zoom out', es terrorífico. Las publicaciones supuestamente dirigidas a mujeres están llenas de artículos para aprender a querernos y, a continuación, encontramos un montón de páginas que promocionan productos para estar más delgadas o para no tener arrugas.

M.G.- Pues yo leí en la novela todo lo que dices sobre la 'self-objectification' y el 'body monitoring'. Es decir, esa tendencia a estar constantemente pendiente de nosotras mismas, de cómo lucimos. Me di cuenta que me miro con demasiada frecuencia en los reflejos, que me toco el pelo cada poco rato para recolocarlo, que no me dejo tranquila sino que siempre me estoy analizando de cara a los demás.

L.B.- Es horrible y no nos damos cuenta porque lo tenemos totalmente interiorizado y actuamos de forma mecánica. Es mucho tiempo el que dedicamos a hacer eso sin ser conscientes. Empleamos demasiado tiempo en eso cuando podríamos dedicarlo a otras tareas mucho mejores.

M.G.- Por cierto, esos dos conceptos los defines en notas al pie lo que otorgan al libro un toque ensayístico.

L.B.- Con las notas a pie de página tuve ciertas dudas pero al final me decidí a ponerlas porque son conceptos que todavía no se han traducido al castellano. Son violencias que a todas las mujeres nos han pasado y son importantes nombrarlas.

M.G.- En la relación de la mujer con su cuerpo, ¿qué factores intervienen para que al mirarnos al espejo no nos amemos?

L.B.- En nuestra sociedad somos lo otro, y cuando eres la otredad y no la regla, nunca vas a ser suficiente porque no eres hombre. Esto es mucho más complejo de lo que estoy diciendo pero tiene que ver con que el modelo humano es siempre masculino. Esto es algo que ocurre en todos los ámbitos. En la medicina, los medicamentos se prueban en cuerpos masculinos que afectan de forma totalmente distinta a los cuerpos femeninos. De esto me he enterado hace poco porque me han descubierto piedras en el riñón y tomo una medicación que a las mujeres, a la larga, nos producen mareos, pierden audición,... 

M.G.- ¿Y el título 'Cuerpos malditos', tiene que ver con esto que estamos hablando?

L.B.- Sí, por supuesto. Tenía claro que quería la palabra 'cuerpo' en el titulo porque es el eje de la novela. Con lo de 'maldito' tuve dudas porque al principio me sonó a novela de terror. Bueno, esto era una apreciación mía, pero sí hay otra acepción, la idea que de que nunca serás el cuerpo que cuenta sino la otredad.

M.G.- Cuando hablo con las autoras me gusta preguntarles por el feminismo porque cada una tenemos una percepción distinta de lo que hemos conseguido.

L.B.- Hemos conseguido mucho pero todavía nos queda un largo camino.

M.G.- ¿Pero lo estamos haciendo bien?

L.B.- No lo sé. No lo tengo tan claro. Creo que se crean burbujas. En mi entorno todas somos feministas pero luego sales a la realidad y te encuentras de bruces con Vox. También pienso que toda esta reacción anti-feminista, tanto en los medios como a nivel político, es porque han visto que el movimiento feminista está más fuerte que nunca. Es la pescadilla que se muerde la cola. El 8 de marzo de 2018 fue impresionante. No ha habido nunca una movilización tan intensa pero a mí me da miedo que nos quedemos en el discurso que al final se puede terminar difuminando. Quiero pensar que se están dando pasos pero también quiero ser prudente. Hay que tener mucho cuidado y las mujeres que estamos en una posición más privilegiada deberíamos preguntarnos qué estamos haciendo realmente para mejorar la vida de las que no tienen tanta suerte como nosotras. Tenemos que estar en constante revisión.

M.G.- De acuerdo Lucía. Te doy las gracias por este momento que hemos compartido. Suerte con en el libro.

L.B.- Muchas gracias a ti. 

Hasta aquí la entrevista con Lucía Baskaran. Cuerpos malditos será una de las novelas de las que os hable muy pronto.





Ficha novela

Editorial: Temas de Hoy.
Encuadernación: Rústica sin solapas.
Nº Páginas: 224
Publicación: Abril, 2019
Precio: 17,90 €
ISBN: 9788499987422
Disponible en e-Book
Puedes empezar a leer aquí.
Ficha completa aquí.







3 comentarios:

  1. Hola Marisa!! Muy buena la entrevista que le has hecho a la autora, desconocía por completo su trabajo. ¡Genial entrevista y gracias por el descubrimiento! Besos!!

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  2. Muy interesante la entrevisTa Marisa
    Un beso

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  3. Hola, una entrevista genial.
    La verdad es que hacía tiempo que no me leía una entrevista completa porque siempre encuentras más de lo mismo en los blogs.
    Felicidades por ella.
    Un saludo 💕

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