viernes, 29 de marzo de 2019

XINGÚ de Edith Wharton



Editorial: Contraseña.
Fecha publicación: febrero, 2012. 
Precio: 14,00 € 
Género: Narrativa breve. 
Nº Páginas: 86 
Encuadernación: Tapa blanda con solapa. 
ISBN: 9788493930837

Autora

Edith Wharton (de soltera Edith Newbold Jones) nació en Nueva York el 24 de enero de 1862 y falleció en la localidad de Saint- Brice-sous-Forêt, cerca de París, el 11 de agosto de 1937. Perteneciente a una familia de la alta sociedad neoyorquina, recibió una esmerada educación. En 1885 se casó con Edgard Robbins Wharton, de quien se divorció en 1913. Gran admiradora de la cultura europea, en 1907 estableció su residencia en Francia. Autora de novelas, relatos, poemas, libros de viajes y de decoración, entre sus obras podemos destacar La edad de la inocencia (Premio Pulitzer en 1921), La casa de la alegría, Las costumbres nacionales, Las hermanas Brunner o Ethan Frome.

Sinopsis

Las señoras Ballinger, Plinth, Leveret y Roby Y las señoritas Van Vluyck y Glyde son las integrantes del Club del Almuerzo, en cuyas reuniones se dedican a debatir sobre libros y los más variados temas culturales. Un día, Osric Dane, una famosa escritora, visita la ciudad, y el Club le cursa una invitación para quee asista a una de sus reuniones. Las integrantes del club ven en el encuentro con la escritora una excelente oportunidad para lucir sus mejores galas intelectuales. Sin embargo, la reunión se desarrollará de manera muy diferente a como habían previsto.

[Información tomada directamente del ejemplar]



Así empieza Xingú:

 [Lectura de las páginas 29, 30 y 31;
música: 'Bittersweet Waltz' - Biblioteca audio Youtube]

La semana pasada estuve de viaje. Con la idea de llevarme algún libro que pudiera leer en el avión y ocupara poco espacio en la maleta, me decanté por Xingú, un pequeño relato de Edith Wharton cuyo curioso titulo había llamado mi atención en un artículo de una revista literaria. Desconocía exactamente el fondo de la historia pero su ventajoso tamaño y el hecho de que contara con ilustraciones de Sara Morante, me parecieron argumentos más que suficientes para mi elección. Ha sido una lectura tan gratificante, divertida, irónica y sarcástica que tengo la intención de adquirir un ejemplar porque el volumen que me llevé de viaje pertenece a la biblioteca.

En Xingú el lector conocerá a seis mujeres -las señoras Ballinger, Plinth, Levere, Roby, Van Vluyck y Glyde. Son las integrantes de una especie de club de lectura que ellas han denominado El Club del Almuerzo, abanderado por su fundadora, la señora Ballinger. Estas damas de la alta sociedad acostumbran a reunirse frecuentemente para comentar algún libro y exponer sus opiniones. Son el adalid de la Cultura (ojo a la mayúscula) de la localidad de Hillbridge, pero entre este selecto club, del que es difícil formar parte, hay miembros de primera y de segunda clase. Entre las que figuran más en la sombra están la señora Leveret y especialmente la señora Roby, cuya integración estará siempre en entredicho pues no parece que esté a la altura intelectual del resto.

Entre las diversas actividades que lleva a cabo este encomiable club figura la de invitar a distinguidos escritores, así que, para la próxima sesión, contarán con la presencia de Osric Dane, autora de obras como Las alas de la muerte. A pesar de las altas expectativas que genera el encuentro, la reunión se convierte en un absoluto fracaso pues la propia autora, que se muestra en todo momento distante y fría, no parece tener muchas ganas de comentar con aquellas damas la profundidad de su obra. La situación se vuelve algo incómoda hasta que la señora Roby, por quién nadie apostaba, consigue salvar la situación mencionando la palabra 'Xingu'.

Esta pequeña joya de Edith Wharton encierra todo un mundo en el que las apariencias están en primera línea. No cabe duda que la intención de la autora es poner en evidencia a todas esas personas que se sienten superiores y cuyas ideas, siempre brillantes e inteligentes, son el dogma a seguir. Como según se explica en el prólogo -largo para la extensión de la obra pero realmente interesante-, firmado por Eva Puyóo, la autora hace un retrato maravilloso de la sociedad neoyorkina encerrada en el microcosmos de este club de lectura. Todas las integrantes, a excepción de la señora Roby, adoptan una actitud de autosuficiencia y engreimiento bastante divertido. Esgrimen argumentos que rozan el ridículo, se muestran altivas y eso las coloca en una posición desde la que se permiten la crítica despiadada y la desconfianza. Pero la jugada les saldrá mal cuando tengan que debatir sobre Xingú, un tema que sacará a la luz la señora Roby, con el que ella les devuelve la pelota a las restantes señoras. Todas esas páginas de debate arrancarán la risa en el lector al ver a las damas intentar salir airosas de una situación peliaguda. 

Hay algunas reflexiones que son bastante punzantes pero que esconden una intención más cómica que otra cosa. En relación a la literatura se censura la existencia de libros con el mero objeto de entretener. Algo totalmente inconcebible para unas damas que persiguen 'la Cultura en cuadrillas, como si fuera peligroso encontrársela a solas'.



En cuanto a los personajes, son sus propios actos los que las definen. La señora Ballinger impone su criterio basándose únicamente en el hecho de ser la fundadora del club. Se jacta de estar al día en las nuevas tendencias literarias y dejará constancia de lo mismo empleando un pequeño ardid. Por su parte, la señora Leveret siempre va a remolque de las demás, sin llegar a tener un criterio propio y teniendo que echar mano de algún que otro recurso para ganar en confianza. A su vez, la señora Plinth, a la que es mejor no preguntar directamente su opinión sobre un libro, defiende la idoneidad de su casa para acoger este tipo de reuniones intelectuales. Y es que ella cuenta con una galería de cuadros que puede sacar de un apuro en caso de que el debate se estanque en un punto y sobre todo, porque ella cuenta además con un lacayo. Pero de todas ellas, es la señora Roby la que más interés despierte en el lector. Ninguna de sus compañeras de té muestra mucha confianza en su capacidad a la hora de comentar un libro y mucho menos, si cuentan con la presencia del autor. Sin embargo, será ella la que ponga a las demás en su sitio y la que demuestre al lector que el resto de damiselas dejan mucho que desear. Curtida, viajada y con criterio propio, la señora Roby salva el encuentro.

El estilo de Edith Wharton no es precisamente simple, no al menos en esta obra y en todo momento. Puedes encontrarte con algún que otro párrafo algo más farragoso pero que no supone ningún obstáculo para disfrutar de la lectura. 

Como comenté antes, el volumen cuenta con un muy ilustrativo prólogo que nos desvelará parte de la vida de la autora, su inclinación por la escritura desde muy pequeña, su fracasado matrimonio, su relación con Henry James, su amor por Europa o la visión que tenían de sus libros lectores y críticos. En dicho prólogo se menciona que Wharton siempre tuvo la sensación de no encajar en la sociedad que le tocó vivir, la sensación de no pertenencia, y en ese sentido, y tras la lectura, el lector casi puede ver a la autora en el personaje de la señora Roby, 


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Estamos ante un relato corto cuya lectura te llevará tan solo un par de horas. Lo decía al principio, el texto está bellamente ilustrado por la mano de Sara Morante que retrata a las damas con sobriedad. Es interesante fijarse en los detalles de las ilustraciones, las telas floreadas de los vestidos, las plumas de los sombreros, la delicadeza de los juegos de té, el tapizado de las sillas y los sillones,... Todo eso permite al lector adentrarse en la narración como un testigo más.

En definitiva, Xingú no solo sirvió para entretenerme durante las horas de vuelo, también me permitió asomarme a un mundo lleno de mujeres que miran por encima del hombro a los demás y que me provocó más de una carcajada. Siendo breve, divertido e ilustrado, ¿cómo no recomendarlo? En unos minutos voy a la librería a por mi ejemplar. Este quiero tenerlo en mi biblioteca.







 

[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]
Puedes adquirirlo aquí:

jueves, 28 de marzo de 2019

CARLOS RÍOS: 'Acostumbramos a tomar alimentos que están ultraprocesados y no somos consciente de ello'

Desde hace unos años vigilo lo que ingiero. Tras una época en la que mi cuerpo decidió expandirse a lo ancho, debido principalmente a una alimentación errónea con cenas copiosas, poca actividad y muchas inmersiones al adictivo mundo de los ultraprocesados, me decanté por una alimentación más equilibrada y sana, con procesos de elaboración exento de grasas y un aumento del consumo de frutas y verduras. Pero esta es una batalla que llevo librando a diario desde entonces porque me ponen una pizza por delante o una hamburguesa con todos su avíos y pierdo los papeles. Reconozco que, a pesar de procurar estar muy pendiente de lo que me llevo a la boca, no consigo encarrilar mi alimentación hacia el buen camino y es frecuente que los fines de semana me desmadre totalmente. Y también estoy convencida que muchos de mis supuestos hábitos saludables no lo son tanto, así que me hablar con Carlos Ríos, nutricionista de profesión,  y leer su libro Come comida real, me ha abierto muchos los ojos.

El autor estuvo hace un par de semanas en Sevilla y hablamos de todo esto. 


Marisa G.- Carlos, ¿qué te empujó a estudiar nutrición? Me parece una materia muy interesante, especialmente en los tiempos que corren, en los que parece que cuidamos más lo que comemos.

Carlos R.- En realidad, el estudiar nutrición fue casual. Como le pasa a muchos jóvenes hoy día, no tenía muy claro lo que quería hacer, aunque sí sabía que tenía que estar orientado a la rama sanitaria. Así que, cuando llegó el momento de elegir, decidí probar con la nutrición. Al principio, encontré que las asignaturas no me apasionaban pero luego descubrí el poder que tenía la nutrición, que podía ayudar a las personas a mejorar su salud, a cambiar sus hábitos alimenticios. Así que, hoy por hoy, más que mi trabajo se ha convertido en un hobby para mí. 

M.G.- Todo esto lo cuentas en las primeras páginas del libro. Cuando estabas en la universidad, tu objetivo era ir aprobando asignaturas y punto. Sin embargo, cuentas que fue tu abuela la que te hace ver las cosas desde otro punto de vista.

C.R.- Así es. Durante la carrera veía algunas incongruencias. Por ejemplo, aprendíamos mucho sobre calorías y nutrientes, cosas que mi abuela desconocía por completo. Con sus ochenta años, ella conocía muy bien los alimentos, los cocinaba bien sin necesidad de ir a la universidad. Sin embargo, hoy iba al supermercado, veía alimentos ricos en fibra, sin gluten,... Caía en las mismas trampas que cae el resto de consumidores pero lo realmente importante es lo que hacía mi abuela, saber qué alimentos eran realmente buenos y cómo cocinarlos. Eso es lo más importante.

M.G.- En la cubierta del libro se dice que eres el creador del movimiento Realfooding. ¿En qué consiste realmente?

C.R.- Pues básicamente en lo que te comento, en conocer los alimentos y no estar tan pendientes de las calorías y los nutrientes. Debemos aprender a defendernos de todos esos productos nuevos que están saliendo, de los ultraprocesados, que tienen mucha visibilidad y los tenemos a nuestro alcance. El movimiento Realfooding pretende defender la comida de las abuelas.Le puse ese nombre para conectar más con mi público. La idea de comer de manera saludable no está relacionada con la dieta, con pasar hambre o con una comida monótona. No se trata de cuidar lo que comemos antes del verano porque queremos bajar de peso, se trata de alimentarse bien y de forma sana todo el año. 

M.G.- Los ultraprocesados son los productos talibanes de nuestra alimentación pero, con el ritmo de vida que llevamos, ¿cómo es posible compaginar nuestro día a día con la comida casera de nuestras abuelas, que requiere su tiempo o una cocción lenta? 

C.R.- Entiendo que, al tenerlos a nuestro alcance y consumirlos simplemente abriendo el paquete y calentándolos o haciendo un pedido a domicilio, es una tentación con el poco tiempo que tenemos pero se trata de aprender una serie de hábitos y de herramientas para que eso no sea determinante. También podemos poner la excusa de que no tenemos tiempo para hacer deporte. Bueno, no tienes tiempo si no lo priorizas. A lo mejor tienes que dejar de hacer otras cosas para hacer deporte. Pues con la comida pasa lo mismo. No estoy reclamando una alimentación que requiera tirarte cuatro horas en la cocina al día porque yo mismo tampoco tengo tiempo. Pero lo que sí hago es ponérmelo fácil y buscar los alimentos reales que más fácil me puedo preparar, que sean más gustosos, que los pueda preparar con recetas fáciles,... Es todo cuestión de planificación. El domingo lo dedico a preparar varias comidas que luego congelo y así las tengo lista para la semana. También me cuadro el día de la compra para poder tener los alimentos disponibles para la semana. Es cuestión de planificación y gestión de tu alimentación, al mismo que gestionas tu economía.

M.G.- Hay que ser muy disciplinado también.

C.R.- Eso llega con el hábito. Llega un momento en el que el propio cuerpo te lo pide.

M.G.- Pero con respecto a los ultraprocesados, mencionas en el libro que también los podemos encontrar en tiendas ecológicas y herboristerías. Leer esto me descolocó muchísimo.

C.R.- Es que lo puedes encontrar incluso en los hospitales. En el fondo este tipo de alimentos es un negocio y todo el mundo quiere ganar dinero con ellos. Como negocio van a utilizar todas las técnicas de marketing para vender más. Hay alimentos que llevan la etiqueta 'Bio' o 'Ecológico' pero luego vas a la verdad, a la lista de ingredientes, y te encuentras que ese producto ecológico viene con azúcar añadido o con aceite de palma. No se garantiza que sea saludable. Hoy en día no hay una etiqueta, ni siquiera la etiqueta 'Natural' que proteja a la población ni la ayude a diferenciar qué es comida real de lo que no.

M.G.- Pero ¿existe un control sanitario severo sobre esos productos que se venden como 'Bio' o 'Ecológico'?

C.R.- Sí pero las etiquetas 'Bio' o 'Ecológico' hacen referencia al cultivo de los ingredientes pero no al procesamiento. Puedes encontrarte una manzana normal y una ecológica. Ambas son saludables pero una tiene un cultivo diferente de la otra. Y luego te puedes encontrar un pastel de manzana ecológico y un pastel de manzana normal. Ninguno de los dos serán saludables porque llevan esos ingredientes añadidos. Lo mismo ocurre con los alimentos sin gluten, serán sin gluten pero dependiendo del procesamiento serán sanos o no.

M.G.- Porque sí que existen productos procesados que no son perjudiciales, ¿verdad?

C.R.- Sí, exacto. Hay diferentes métodos de conservación que se han ido perfeccionando como las conservas en latas, en botes, encurtidos, congelados,... Incluso la tecnología nos facilita hacer una ensalada de manera rápida, con esas bolsas que contienen diferentes tipos de lechugas y que solo hay que abrir y usar porque ya vienen limpia. Eso es un buen procesado porque está mínimamente manipulado. Lo que diferencia un procesado a un ultra-procesado son los ingredientes y las cantidades que se añaden a los alimentos. Puedes encontrar un tomate triturado de bote que contiene azúcar pero te das cuenta que lleva menos de 10% de azúcar, por ejemplo 5 gr de azúcar. Esto no tiene nada que ver con esas barritas de cereales que vienen con 30 gr o con un yogur azucarado que viene con más de 20 gr de azúcar. Todo esto es importante. Entiendo que es algo lioso y por eso doy unas reglas generales, que tiene sus excepciones pero que facilita la lectura de las etiquetas. Siempre digo que si en una etiqueta figuran más de cinco ingredientes, probablemente sea un alimento ultraprocesado.



M.G.- ¿Cuáles son los errores más comunes que cometemos los que creemos que comemos de manera saludable?

C.R.- Hay veces que la gente excluye alimentos reales porque creen que engordan y no son buenos. Por ejemplo, no suelen tomar frutos secos porque dicen que tienen muchas calorías, cuando esas calorías no tienen por qué engordar. Es más, las calorías de los frutos secos engordan menos que la de los alimentos ultraprocesados. Tampoco comen huevos con frecuencia por tienen mucho colesterol pero ese colesterol no es malo. La grasa del aguacate es otro ejemplo o no comer legumbres porque tienen hidratos de carbono. Todos estos alimentos no se deben descartar. Y por otra parte, incluyen alimentos en su dieta que están muy procesados y no lo saben, como los palitos de cangrejo que llevan de todo menos cangrejo, o los zumos, las galletas,... Acostumbramos a tomar alimentos que están ultraprocesados y no somos consciente de ello.

M.G.- En el libro también hablas del Omega-3 y el Omega-6. En la televisión vemos muchísima publicidad de alimentos que dicen contener estos aceites pero hay que tener cuidado, ¿verdad?

C.R.- Exacto porque son aceites que debemos consumir de forma equilibrada. El Omega-6 se extrae de las semillas y se añaden a muchos productos precocinados y el Omega-3 lo encontramos en el pescado, frutos secos,... Ahora bien, nuestro cuerpo también acumula grasas, Omega -3 y Omega-6, en su justa proporción. Si tomamos muchos alimentos que lleven Omega-6 y pocos con Omega-3, se desequilibra totalmente la proporción. Este desequilibrio, en base a las evidencias científicas, provoca una inflamación crónica de bajo grado, relacionado con enfermedades cardiovasculares, algunos tipos de cáncer, y demás. Es una inflamación que tú no detectas.

M.G.- ¿Y qué pasa con los edulcorantes? El azúcar blanca es mala, la estevia, la panela, el jarabe de agave que ahora está tan de moda,... ¿qué es lo que debemos usar para edulcorar?

C.R.- En realidad hay dos tipos de endulzantes. Por un lado están los calóricos  como azúcar blanca y sus derivados como la panela, el sirope de agave,... Todo es azúcar y sigue teniendo el mismo efecto. Por otro lado, están los acalóricos como los edulcorantes artificiales: la stevia, la sucralosa, el aspartamo... Todos estos no aportan calorías pero tampoco son la solución porque alteran nuestro paladar, hacen que tengamos más preferencia por las cosas dulces. Incluso te puedo decir que algunos no son nada inocuos y alteran nuestra microbiota, es decir, nuestras bacterias del colón que son beneficiosas cuando le damos fibra o comida real. Los edulcorantes trastocan esas bacterias.

M.G.- Pero si tú te tomas un café, ¿qué le echas?

C.R.- Nada. Intento disfrutar del sabor del café. Es como si te tomas una cerveza y pretendes que esté dulce. El café no tiene un sabor dulce. No obstante, el problema no está en el azúcar que le echas al café sino en el azúcar oculto en otros alimentos. Cuando te estás tomando un producto de bollería, un yogur, un batido, o un refresco, hay un montón de azúcar. Ese es el problema.

M.G.- Los ultraprocesados llevan muchos conservantes y aditivos, y recuerdo que hace muchísimos años se emprendió una batalla contra el E-330. ¿Todos son tan perjudiciales?

C.R.- No. En el libro, desgloso y analizo los diversos ingredientes de un ultraprocesado para explicar cada uno de ellos y hago hincapié en que el problema está en el todo. Tú no te comes un conservante, te comes el conservante y todo lo demás, todo junto. Los aditivos se usan para dar características al alimento, el color, el sabor y ayudan a la conservación. Sí que es verdad que algunos tienen efectos adversos, como por ejemplo los nitritos que están relacionados con el cáncer de colon, los potenciadores del sabor o los emulsionantes que afectan a nuestra microbiota pero hay que alejarse de los rumores de que son tóxicos y provocan cáncer. Esto no está demostrado porque lo que produce estas enfermedades es el ultraprocesado completo y su consumo a largo plazo.

M.G.- En libro explicas un experimento que has llevado a cabo por redes sociales relacionado con el pan. Hay gente que no puede pasar sin comer pan todos los días. 

C.R.- Sí, me di cuenta en la consulta. A los pacientes le hago el recuento diario de lo que comen y el pan aparecía siempre. Es más, algunos ni siquiera lo tenían en cuenta, no decían que comían pan porque es algo muy común. Muchos decían que solo lo usaban para empujar, como si no contara en la ingesta. No somos conscientes de la cantidad de pan que consumimos al día. Hacemos un mal uso de este alimento porque, si no comes lentejas todos los días, ¿por qué sí comes pan todos los días en todas las comidas? Se abusa mucho del pan.

Por otra parte, la calidad del pan hoy en día es malísima. La harina no suele ser integral, la fermentación es muy rápida, es más indigesto, tiene alto contenido en gluten... No es un alimento nutritivo. Incluso para mucha gente le será obesogénico, es decir, un producto que promueve el sobrepeso y la obesidad.

M.G.- Carlos, yo tengo un gran problema. Si veo una película en casa o voy al cine, me gusta comer las típicas palomitas. Y luego soy una adicta a las chucherías. Sé que son malísimas pero ¿qué puedo comer para esas ocasiones?

C.R.- Si vas al cine puedes hacerte tus palomitas caseras en casa antes de salir. Te va a costar ocho veces menos que en el cine, eso para empezar, y luego no le echas esos aceites y esas cantidades de sal que llevan las que compras en la calle. En casa, pues también puedes tomar algunos frutos secos, chocolate negro, aceitunas, encurtidos, altramuces o fruta cortada. Creo que todo es acostumbrarse. Es como el fumador que no entiende cómo los demás podemos vivir sin fumar. 

M.G.- Intentaré poner en práctica tu consejo, a ver cómo se me da. En cualquier caso, el libro está dividido en dos partes. La primera se centra en los ultraprocesados y la segunda en la comida real. En esta segunda parte podemos encontrar recetas. Eso me gusta.

C.R.- Sí, claro. La famosa crema de cacao y avellana la hago con ingredientes saludables, con dátiles, con avellanas, con cacao puro y con algo de aceite de coco. Son formas de hacer alimentos apetecibles pero con ingredientes más saludables. No tendrá el mismo sabor pero es cuestión de acostumbrarse a la comida real y para ello hay que cocinar. No hay que ser un chef de estrella Michelin, es simplemente combinar de la forma que más te guste. Las verduras no tienes por qué tomarlas hervidas puedes comerlas en puré, salteadas, especiadas,... Existen muchas formas de prepararlas, sanas y rápidas. Es cuestión de combinar y probar.  

M.G.- Entiendo que cuando hacemos la compra deberíamos leer las etiquetas de los alimentos pero yo no me entero porque no manejo la terminología. ¿Cuáles son las palabras claves que debo tener en cuenta para sacar un alimento de mi cesta de la compra?

C.R.- Es muy complicado sí, y a largo plazo debería ser una cuestión política . Habría que vender los productos con un etiquetado más claro, como hacen en otros países, como Chile, donde la etiqueta te advierte si el producto es saludable o no. Y como es tan difícil, por eso digo que, de forma general, si el producto tiene más de cinco ingredientes, probablemente sea ultraprocesado. No obstante, también hay excepciones porque hay alimentos que llevan más de esos cinco ingredientes pero son aceptables porque no llevan azúcares, aceites, harinas refinadas,... Los azúcares tienen muchos nombres como la maltodextrina o dextrosa y sé que es complicado conocerlos todos pero, como digo, si no reconoces lo que lees en el etiquetado, seguro que es un producto ultraprocesado. Al final consumimos muchos ingredientes y pocos son reales.

M.G.- Carlos, ¿siempre eres estricto con lo que comes?

C.R.- Aplico lo que digo en el libro. Es utópico decir que jamás como ultraprocesado. Lo que hago es no comprarlos, así evito la tentación de recurrir a ellos cuando estoy en casa pero claro, también tengo vida social y ahí sí que puedo caer. De todos modos, sé que no son saludables, sé detectarlos y sé cómo poder minimizar su ingesta por lo menos. Mi patrón de alimentación se sustenta en un 90% de comida real, por lo tanto si el 10% restante es ultraprocesado tampoco me voy a sentir culpable. Ahora llega la Semana Santa y me tomaré una torrija sin remordimiento. Y llegará el verano y me tomaré un helado o varios al mes y no hay problema porque soy consciente de lo que como y tomo mejores decisiones.

M.G.- Pues sin duda voy a tener muy en cuenta todos los consejos que das en el libro. Espero erradicar mis malos hábitos y fomentar una alimentación con comida real. 

C.R.- Seguro que lo consigues.

M.G.- Eso espero. Muchas gracias Carlos.

C.R.- Gracias a ti.

El contenido del libro Come comida real no puede ser más interesante. Es verdad que hemos perdido la costumbre de alimentarnos como hacían nuestras abuelas porque no tenemos ni ganas ni tiempo pero lo que ingerimos beneficia o perjudica a nuestro cuerpo y es algo que debemos tener en cuenta. 

Carlos Ríos cuenta con miles de seguidores en sus redes sociales. Yo he echado un vistazo a su Instagram (@carlosriosq) y a su Facebook (Carlos Rios) y en estos espacios podemos encontrar información muy valiosa porque no solo nos da consejos sino que también nos explica el etiquetado de algunos alimentos que podemos encontrar en los supermercados más conocidos y frecuentados. Yo ya he tachado de mi lista de la compra algunos artículos y los he sustituidos por otros. Te recomiendo que te asomes a sus redes y verás lo que descubres.





Ficha novela

Editorial: Paidós.
Encuadernación: Rústica con solapas.
Nº Páginas: 320
Publicación: Marzo, 2019
Precio: 17,00€
ISBN: 978-84-493-3561-7
Disponible en e-Book
Puedes empezar a leer aquí.
Ficha completa aquí.






miércoles, 27 de marzo de 2019

TU HIJO (THRILLER - 2018)


Año: 2018


Nacionalidad: Española.

Director: Miguel Ángel Vivas.

Reparto: José Coronado, Pol Monen, Asia Ortega Leiva, Ana Wagener, Luis Bermejo, Ramiro Alonso, Sergio Castellanos, Ester Expósito, Paqui Montoya, Vicente Romero, Sauce Ena.

Género: Thriller.

Sinopsis: La vida del doctor Jaime Jiménez se viene abajo cuando su hijo de 17 años queda en estado vegetativo debido a una brutal paliza que recibe a la salida de una discoteca. Tras ver que la justicia no hace nada por detener a los culpables, él mismo emprenderá un viaje a los infiernos en busca de venganza.

[Fuente: Filmaffinity]


Nueva película de José Coronado con la que estuvo nominado a los Premios Goya y Premios Forqué como Mejor Actor, sin que se llevara el galardón. Tu hijo no puede tener una temática más interesante porque, como bien se recoge en la cartelera, ¿hasta dónde serías capaz de llegar por tu hijo? Una pregunta que pone en jaque la moral de unos padres y a la que yo añadiría ¿conocemos realmente a nuestros hijos? 

Jaime Jiménez (José Coronado) es un feliz padre de familia. Ejerciendo como cirujano de profesión, sus horarios en el hospital son totalmente incompatibles con los de su mujer Carmen y sus hijos, Marcos y Sara, por eso apenas coincide con ellos, nada más que en las primeras horas del día. La película incidirá especialmente en la relación que mantiene Jaime con Marcos pues toda la trama girará alrededor de ellos. A pesar las dificultades para la conciliación familiar, padre e hijo suelen encontrar el momento para salir a correr juntos y así ponerse al día y estrechar lazos. Todo transcurre con calma. Jaime atiende a sus pacientes en el hospital, los salva de una muerte prematura y recibe las alabanzas de los familiares. Marcos acude a la universidad, estudia y sale los fines de semana con sus amigos. La vida les sonríe hasta el momento en el que a Marcos le dan una paliza a la salida de una discoteca y lo dejan medio muerto, en coma. La policía iniciará una investigación. Indagará entre las amistades del joven, cotejará unas declaraciones con otras, preguntará a los padres por los hábitos de Marcos pero el sistema judicial es lento y para colmo la gente no quiere meterse en problemas. Jaime se desespera, se vuelve una fiera enjaulada e intentará averiguar por su cuenta lo que ocurrió esa noche y quién le propinó la paliza a su hijo. Poco a poco, y tal como dice la sinopsis, 'emprenderá un viaje a los infiernos' y con cada escalón que descienda, irá descubriendo la verdad, una verdad que cambia radicalmente los hechos. 

Particularmente me ha gustado el punto de partida de esta película. El vínculo entre padres e hijos suele ser de acero pero ¿siempre es lícito ponernos de parte de los hijos? ¿Son nuestras criaturas tal y como pensamos? En este sentido, la película coloca al espectador en un punto de reflexión. ¿Qué harías tú en la piel de Jaime? ¿Es justificable todo lo que ocurre en el largometraje? Asimismo, el punto de mira se coloca sobre el sistema judicial, sobre su comprobada ineficacia, sobre su reacción tardía debido a un procedimiento lento y farragoso. Un padre no puede quedarse quieto sin hacer nada. Es algo que Jaime ha oído mil veces en el hospital y ahora entiende el sentido de la frase. Pero, ¿todo vale por amor al hijo? Bueno esta es una pregunta que inevitablemente el propio espectador se formulará al acabar el visionado.

José Coronado en el papel de padre está espectacular. A lo largo del metraje se producirá una transformación en el personaje que podemos percibir a través del rictus del actor. De un aspecto relajado y tranquilo pasará a una crispación constante que roza la locura. La vida le ha hecho una putada y lo ha colocado en una situación muy dolorosa y comprometida. Todo su sufrimiento está perfectamente dibujado en su rostro y el espectador empatizará con el personaje en todo momento.  

Ana Wagener (Carmen) es una gran actriz que en esta ocasión está totalmente desaprovechada. Apenas tiene unos minutos de protagonismo y es difícil calibrar su trabajo. Teniendo en cuenta que sin ella el hijo no existiría, y que el vínculo entre madre e hijo dicen que es aún más potente, no comprendo muy bien cómo su papel es tan pequeño. Cabría esperar muchísima más presencia en la historia. 

Pero en el terreno interpretativo, hay una escena que me ha maravillado por su realismo. Ester Expósito interpreta a Andrea, la ex novia de Marcos. En un momento dado, ella sufre un ataque de ansiedad que traspasa la pantalla. Quizá su interpretación podrá parecer exagerada a quienes no hayan sufrido nunca un ataque de este tipo pero os garantizo que es totalmente creíble. 

La película está rodada en Sevilla. Los escenarios son fácilmente identificables para los que vivimos aquí y la ciudad, aunque no cobra especial protagonismo, sí muestra levemente una pequeña pincelada de su folclore. No hay problema. Sevilla es ella y sus circunstancias. Lo que no entiendo es una escena concreta en la que aparece un caballo, de los que tiran del típico carruaje para turistas, tirado en medio de la vía, en plena agonía. ¿Qué ha intentado decirnos aquí el cineasta? Mejor no lo pienso.

Como única pega tengo que señalar que el largometraje está lleno de largos silencios, todos esos momentos en los que Jaime cavila sobre lo que hacer, cómo superar el duro trance por el que está pasando, cómo hacer pagar a los que han hecho eso a su hijo. Esos momentos imprimen cierta lentitud a la película que se vuelve algo densa a pesar de que se puede entender el propósito del director. Por otra parte, también debo decir que me queda algún fleco suelto. Uno de los personajes lleva a cabo una tarea y desaparece sin más, sin que se explique qué ha ocurrido cuando resulta que su acción acarrea graves consecuencias judiciales. ¿Nada que decir al respecto? ¿Se queda así la cosa? Parece ser que, en el desenlace, el director nos pasa el testigo de la historia, que somos nosotros los que tenemos que poner el verdadero final a la historia, es decir, ¿qué pasa con ese padre que se ha tomado la justicia por su mano? 

En definitiva, y a pesar de esas cuestiones que señalo, Tu hijo es una película que me ha gustado bastante. Primero porque cuenta con un argumento que escarba en la conciencia del espectador y le obliga a hacerse diversas preguntas. Segundo porque la interpretación de José Coronado es fabulosa. Una pena que algunas secuencias estén tan carente de contenido y sean especialmente largas.





Tráiler:

Puedes adquirirla aquí:





martes, 26 de marzo de 2019

NURIA LABARI: 'He escrito el libro que me hubiera gustado leer sobre la maternidad'

La lectura de La mejor madre del mundo zarandeó mis cimientos. Aunque inicialmente me costó un poco adentrarme en la historia, tengo que reconocer que, tras unas cuantas páginas, la novela me ganó por completo. Con La mejor madre del mundo he reído, he asentido, he reflexionado y también he llorado. Me he encontrado con una novela que aborda una cuestión, la maternidad, que me toca muy lejos pero sobre la que he pensado mucho. Así que siempre me gusta acercarme a diversos puntos de vista.  

Hace unas semanas nos visitó Nuria Labari. Llegué a aquella entrevista con la novela incrustada en mi piel, con la historia de una narradora que tiene que recurrir a la fecundación in vitro para cumplir su deseo de ser madre, una mujer con pareja, que tiene un segundo hijo, que a su vez tiene su propia madre, y por encima de todo eso, tiene mucho que decir al respecto de la maternidad.   

Marisa G.- Nuria, creo que la pregunta más inmediata es si la historia tiene algo que ver con tu vida o es simplemente la historia de una mujer con una pareja y dos hijas.

Nuria L.- Tiene mucho que ver conmigo. De hecho soy una mujer de la misma edad que la protagonista, con una pareja y dos hijas. Es un libro que seguramente no hubiera escrito sin mi experiencia pero también te digo que he usado otras experiencias que no son mías. Me he ido a la ficción, al ensayo e incluso a la ciencia ficción, cuando la protagonista se pone a hablar con Lucy, la Madre de la Humanidad. Así que, no es un libro testimonial pero sí cuenta con una parte mía muy expresionista, y a la vez excede muchísimo mi biografía.

M.G.- En definitiva, no es autobiográfico.

N.L.- No, no,... Solamente tiene retazos.

M.G.- Pero la intención que esconde el libro, ¿cuál es? ¿Quieres desmitificar la maternidad? ¿Hacer un homenaje a la familia? 

N.L.- Lo primero que te puedo decir es que he escrito el libro que me hubiera gustado leer sobre la maternidad. Creo que me pongo a tomar notas sobre la maternidad porque no encontraba el libro que yo quería leer, un libro que abordara esta cuestión vista desde un prisma intelectual. En el mercado, puedes encontrar un montón de libros que te explican lo que le va a ocurrir a tu cuerpo, qué emociones vas a sentir,... Todo eso está muy bien pero no es lo que yo esperaba. La maternidad siempre se ha tratado como una esfera doméstica. Aunque hoy en día hay muchísimas mujeres que escriben y muchísimas mujeres que acuden a la universidad, hay temas sobre los que falta tradición y yo lo que quería era conectar la maternidad con una experiencia intelectual, sin anclarla simplemente a un testimonio. 

M.G.- Dice la protagonista que el hecho de no poder tener hijos de forma natural y tener que recurrir a la fecundación in vitro, es una de las razones que la impulsa a escribir este libro. ¿Cuáles son las restantes?

N.L.- Esa es la primera razón, sí. Sin embargo, la protagonista ha tenido que pensar mucho en la maternidad antes de ser madre, incluso mucho más que muchas otras madres porque no puede serlo de forma natural, porque ella se enfrenta a un montón de problemas. Hay muchas mujeres pasándolo muy mal y es precisamente desde la infertilidad desde donde más se piensa en la maternidad. Las mujeres que lo están intentando y no pueden no dejan de preguntarse de dónde viene su deseo, si lo mantendrán en el tiempo, si es verdadero, si pueden ser felices y completas sin ser madre. Te sometes a ti misma a un tercer grado.

M.G.- Hay partes con la que he conectado muchísimo. Yo no soy madre porque no he querido serlo y me encuentro con que la protagonista dice en un momento dado que las mujeres solo alcanzan la felicidad siendo madres. Pero claro, lo dice en plan irónico. Estoy un poco cansada de ese tipo de pensamiento.

N.L.- Claro. Exactamente esa es otra de las cosas de las que ella se va dando cuenta. Analizará dónde queda la no-maternidad, si el deseo que siente de ser madre es totalmente suyo. Hay muchas cosas que hacemos porque hay que hacerlas. Hay un momento en el que ella compara tener hijos con estudiar inglés. Hay gente que estudia inglés porque hay que estudiarlo pero ¿te va a servir de algo en la vida realmente? ¿No hubiera sido mejor dedicar ese tiempo a otra cosa? Para muchas personas tener un hijo es así, es lo que toca y no solo eso, sino que encima hay un reproche hacia las mujeres que libremente deciden no tener hijos. El libro da una vuelta a todo esto.

Y luego está la otra cara, cuando ya por fin consigues ser madre y ahí estás tú, absolutamente generosa, asumiendo que estás preparada para el martirio, asimilando que vas a aceptar todo lo que la criatura te haga,... Todas esas cosas que hemos visto y que tienen que ver con ser madre, cosas que no las vemos en un padre porque nunca asocias la paternidad con el martirio. Pero una mujer, cuando es madre tiene que dar un paso atrás y volver a re-colocarse. Por supuesto que las mujeres que no tienen hijos son perfectamente completas y se sienten totalmente realizadas, tanto más cuando no les da la gana de tenerlos, pero para las que tenemos hijos, nuestra realización no es la maternidad. Somos mujeres que además tenemos hijos. Nada más.

M.G.- Pero es que parece que la mujer que es madre deja de ser mujer.

N.L.- Totalmente. Es más, el protagonista de esta novela se llama 'Hombre'. Lo puse así porque, aun con los hijos, hombre sigue siendo hombre. Pero ella, es madre y la madre de la protagonista es MiMadre. Mucha gente me ha preguntado que por qué no le he puesto nombre a los protagonistas y siempre respondo que las MiMadre no tienen nombre. Todas se llaman MiMadre. Tú le dices a alguien 'mi madre' y la otra persona enseguida se imagina a un personaje hecho y derecho en la cabeza. Todo esto es un tema que afecta de forma íntima a la mitad de la población. Bueno, más bien a la totalidad de la población porque el cómo nos tomamos nosotras todo esto, también afecta al resto. 

M.G.- En cualquier caso, aunque no sea autobiográfica, he sentido que la narradora se abre en canal, hace un ejercicio de valentía y expone sobre la mesa absolutamente todo. Y eso me lleva a preguntarte si para ti, la escritura de este libro ha sido terapéutica.

N.L.- Pues mira, es absolutamente cierto que se abre en canal. He escrito otros libros antes y sin embargo, este lo entrego con un pudor que no te imaginas. A cada persona que le doy una copia del libro le suelto un 'speech' que no veas... Y es que en este libro me he vaciado por completo. No solo con la parte biográfica, también con la intelectual, con las lecturas,... Creo que cualquier lector apreciará que la narradora no se ha guardado nada, que lo que tenía lo ha puesto. 

Y sí, ha sido terapéutico. Ha sido una escritura alegre. Mi anterior libro trataba sobre los atentados del 11 de marzo, con varios protagonistas. Fue durísimo escribirlo, muy doloroso. Tuve que cubrir los atentados y me acuerdo de estar amamantando y repasando obituarios. Fue una escritura en la que me tuve que contener mucho y tener mucho cuidado con lo que decía porque era un tema reciente y delicado, que podían leer las víctimas. Así que me planteé que lo siguiente que escribiría sería casi con una sola voz, sin ningún escenario, con una protagonista de mi edad, como yo... Luego llegué a la maternidad, escribí sobre ello. Ha sido una escritura liberadora. En esta ocasión, ni siquiera le he dejado el texto a nadie, ni a mi propio agente. Pensé que quería vivir la escritura de este libro y luego, si no gustaba, lo guardaría y punto. De todos modos, siempre tuve claro que tenía que haber, como mínimo, alguna persona como yo, otra persona a la que le hubiera gustado leer este texto. Y con una persona sería suficiente. La verdad es que con este libro he aprendido más de lo que esperaba porque empecé a escribir con mucha culpa.

M.G.- De hecho la narradora lo dice. Una madre escritora es una madre culpable.

N.L.- ¡Claro! Porque, ¿qué haces escribiendo sobre cómo es jugar con tus hijas cuando lo que realmente deberías estar haciendo es jugar con ellas? Así que durante un tiempo solo veía culpa. Esto es como para contarlo en el parque rodeadas del resto de madres, cada una diciendo los minutos que pasan con sus hijos. Todo parece una competición. Pero, conforme iba escribiendo, me di cuenta de otro gran error, de otro gran mito. Pensamos que a los hijos los podemos crear, que son como libros, que si los haces de determinada manera el niño será de un modo u otro en su edad adulta. Si el niño se convierte en un adulto horrible será porque algo han hecho sus padres. De gente pensando así están llenas las consultas de los psicoanalistas. Con los niños no hay 'editing'. Al igual que cuando termino de escribir un libro y lo publico, deja de ser mío y se convierte en algo de los lectores, los niños pertenece al mundo. Como máximo hay un acompañamiento. Cuando llegué a esta conclusión, desapareció la culpa, dejé de sentirme mal por invertir tiempo escribiendo. En realidad les estaba haciendo un regalo a mis hijas. Si ellas un día deciden ser madres, y trabajar, pintar o hacer otra cosa, lo vivirán con naturalidad, sin sentirse culpables.



M.G.- Pues otra cuestión que me ha gustado es esa parte tan crítica, todos esos mantras que giran alrededor de la maternidad, esa necesidad de integrar a los hijos en nuestras vidas a toda costa. Hay un episodio en la que la protagonista intenta usar ese paño que ahora está tan de moda y que sirve para portar al hijo como si fueras un canguro. No termino de ver que eso sea cómodo para el hijo.

N.L.- Sí. Con respecto a todo esto estamos en un mal momento. Por un lado porque la familia tradicional, para bien en cierto modo, se ha roto. Cada vez nos casamos menos, y según el CIS, en 2030 ya no se casará nadie. El matrimonio como institución social ya no sirve para nada. La esfera doméstica ha cambiado, la mujer ha salido de ahí, del sitio que también era el sitio de los cuidados, de los afectos,... En ese espacio ahora no hay nadie. En la actualidad, hombres y mujeres tenemos que ver cómo vamos a cuidar a los hijos, incluso socialmente porque ni siquiera  hay guarderías suficientes. A pesar de que se ha cambiado todo para que vayamos a la universidad, nos incorporemos al mercado laboral y lleguemos más tarde a la maternidad, luego la Seguridad Social tampoco es capaz de ayudarnos a todas a ser madre a los 35 porque hay unas listas de espera que, o pagas, o no lo consigues.

M.G.- Es que lo de pagar esas cifras tan astronómicas me parece tremendo. ¿Quién se puede permitir eso?

N.L.- Bueno las cifras que se manejan en el libro son de media, aunque ahora también hay algunas clínicas que te devuelven el dinero si no te quedas embarazada.

M.G.- ¡Ah, qué considerados!

N.L.- Sí En definitiva, ha cambiado mucho el sentido de todo pero por otra parte, también hay que reinventarse. De mi maternidad a la de mi madre hay un abismo. Para empezar, que yo me planteara ser madre, tener que ir a una clínica y encima tener pagar, eso ya le volaba la cabeza. Y luego está el hecho de querer ser madre pero no como lo era la tuya, sino mucho más moderna, mucho mejor,... Todo eso lleva a la protagonista a ponerse un pañuelo africano, intentando colocárselo sola en el salón de su casa, con un Dvd que le explica cómo amarrárselo para portar a su hijo,... La protagonista no puede pedir ayuda a su entorno porque ni su madre, ni sus tías han usado eso en la vida. Y es que en este continente jamás se había usado eso para portar a un bebé. Es muy gracioso. Nos ponemos a comprar cosas porque el modelo de maternidad tradicional no funciona en nuestros días y nos tenemos que inventar otro. Y en estos casos somos muy talibanes.

M.G.- Y ese postureo que hay en los núcleos de madres, ese 'mi hijo duerme toda la noche del tirón', 'es un bendito',... Yo siempre pienso que todo eso se lo inventan para quedar muy por encima.

N.L.- Pobres de nosotras, las madres.  Antes, tener un hijo no era ninguna heroicidad. Las mujeres tenían muchos hijos y era lo más normal del mundo pero ahora la mayoría de las mujeres tienen que tener hijos, ir al trabajo cada día, criarlos,... La verdad, no es para tener muchos. Hoy en día sí que es una heroicidad, nos sentimos heroínas y como tal, creo que a veces ocurre lo que dices. Ahora que estoy asistiendo a clubes de lecturas me encuentro con mujeres que me comentan que su amiga se llevó toda una comida hablando de la caca de su hijo. ¿Por qué pasa esto? Pues porque se ha perdido naturalidad y espacio social. Al no existir el espacio social de la casa, que parecerá algo del pasado, pero ahí estaba, donde había mujeres, se criaban hijos,.. pues allá vamos a torturar a la amiga o a quien pase por ahí. Como una madre te empiece a hablar de su hijo, huye y cuanto más pequeño, peor. Nos está costando reencontrar desde qué lugar afrontar la maternidad.

M.G.- Tu libro me ha hecho llorar, me ha hecho reír y me ha llevado de sorpresa en sorpresa. He alucinado al conocer el mercadeo que existe con la leche materna.

N.L.- Es absolutamente demencial. En realidad, todo lo relacionado con la mujer es un espacio muy fértil para el mercado. Esto es como el dicho de los cerdos, que de su cuerpo se aprovecha todo. Pues con la mujer pasa igual. Desde pequeñas hay prostitución, que si te alquilo el útero, que si la leche... Pero la leche no solo para amamantar a otros niños sino también para los deportistas. Incluso  hay estudios que relacionan la leche materna con la lucha contra el cáncer de manera muy positiva. En el libro figuran webs que se pueden visitar y son auténticos supermercados de leche materna donde tú puedes comprar leche de madre no fumadora, vegana, que hace deporte todos los días. Esta es mucho más cara que la de una madre más estresada, aunque no hay ningún control sanitario, claro. Es una absoluta locura. Se ha mercantilizado mucho el cuerpo de una mujer y ahora también la maternidad. Piensa por ejemplo en la gestación subrogada. El derecho de filiación, el derecho ser el hijo de la madre que te parió, ha sido irrenunciable desde el paleolítico pero ahora alguien renuncia por contrato a que ese hijo tenga ese derecho. Esto puede ser un tema menor pero imagínate por un momento que Leticia Ortiz se convierte en madre subrogada  y tiene un varón y ese niño a los 18 años tiene que renunciar a ser rey porque alguien ha firmado por él ese contrato. Hay temas de herencia, de patrimonio,... Nadie piensa en todo esto. Te vas a Ucrania, pagas, te traes un niño y no se piensa en nada más. 

M.G.- Los intereses y el dinero tapan otras cuestiones. De todos modos, en la maternidad, el hombre también tiene su porcentaje de protagonismo y de todo ello habla la narradora, de su relación con 'Hombre', una relación en la que saltan chispas cuando llegan los hijos.

N.L.- Siempre saltan chispas. Y en el caso del libro encontramos un hombre estupendo, maravilloso, que siempre está dispuesto todo el rato pero en realidad, la mujer lleva una carga mental que él no lleva. Todo lo que te he contado de una madre que se siente culpable porque está escribiendo, puede que le haya pasado a algún hombre, pero no a la mayoría. Ellos no llevan esa carga. El día que te ves con un bebé en brazos asumes que tienes que hacer ciertas cosas para hacerlo bien, para ser una buena madre, la mejor del mundo. Ser madre viene con una lista de cosas que no has firmado pero que las tienes muy interiorizadas. Como esa lista, ya sea por educación, cultura, herencia y otras muchas cosas más, nuestras parejas no la llevan, se empieza crear una especie de guerra subterránea donde, cuando la mujer estalla, el hombre no entiende nada. Repartir las tareas está muy bien pero también hay que repartir la carga mental que no figura en ningún papel pero si quieres te cuento lo que hay en mi cabeza y voy sacando cosas. Es que pasa incluso cuando no hay hijos de por medio. Hay muchas mujeres que vivimos en pareja con hombres y nos reconocemos con una carga doméstica mental superior a la que ellos llevan.

M.G.- Está la balanza muy desequilibrada porque existe la etiqueta madre trabajadora pero no la de padre trabajador, por ejemplo.

N.L.- Nosotras somos unas intrusas en el trabajo. Estamos pidiendo que nos den un trocito de ese mercado laboral pero luego, en casa, somos muy generosas porque estamos deseando repartir el espacio doméstico, aunque es un espacio que no lo quiere nadie porque ha estado siempre muy devaluado. Ese espacio no tiene apoyo de las instituciones, no se paga a nadie por ocuparlo. Veremos con el tiempo si la cosa cambia. Y es que el cuidado de los niños y los mayores es irrenunciable en una sociedad avanzada. 

M.G.- Hay tres palabras que he relacionado. Maternidad con Sacrificio porque el Amor no lo puede todo.

N.L.- Efectivamente el amor no lo puede todo. La protagonista se enfrenta a esa demanda absoluta, a esa sumisión que requiere la crianza con amor. Cuando tu 'deber ser' coincide con lo que te 'apetece hacer', no hay ningún problema. Pasa igual en las relaciones. Al principio, lo damos todo sin ningún esfuerzo porque no queremos estar haciendo otra cosa pero claro, ella va a aprender que hay un momento donde no llega el amor o el enamoramiento, o esa pasión inicial, y ahí aparece el sacrificio. Es algo por lo que pasamos todas las madres, en mayor o menor medida. La protagonista dice que la maternidad es un entrenamiento en sumisión. Se ha pasado toda la vida construyendo su libertad, su carácter y ahora tiene que aprender a callar y a obedecer complacientemente, hacer lo que le pide el hijo, que lo que me pide es totalmente legítimo porque se trata de amamantar a demanda, cambiarle los pañales, pero también de levantarte cada vez que llore, de atenderlo con amor, de cuidarlo si está malito. Ella dice que una vez que has aprendido a obedecer, ya sabes hacerlo para el resto de tu vida, ya eres para siempre un ser más dócil. Es algo que yo pensaba mientras escribía este libro, alguien que ha criado a cinco, seis, siete hijos, debe ser la docilidad máxima. Es que si no haces todo eso de manera gustosa y agradecida, será que eres una mala madre. Y si fueras una mala madre, no pasaría nada pero es que además habrá unas consecuencias nefastas para ese hijo cuando en realidad todo es mentira. Todos sabemos que no hay una fórmula mágica para hacer hijos felices, así que da igual lo que hagas.

M.G.- Es que ese hijo escogerá su propio camino.

N.L.- Sí, pero las madres caminamos con muchísimas mochilas a cuesta.

M.G.- Nuria, ¿en el libro flota una sensación triste? Puede ser una impresión personal pero a veces he sentido a la narradora como muy apesadumbrada.

N.L.- No, creo que no porque también hay momentos de estallido, de felicidad suma. Aunque sí es un libro que deja espacio a la tristeza, que abre las puertas sin miedo pero mucha gente que me han dicho lo contrario, que hay momentos absolutamente almibarados.

M.G.- Eso no lo he notado. 

N.L.- No lo sé. En lo que a mí respecta he escrito este libro con mucha alegría, mucho humor pero también mucho dolor. Está todo muy apegado a la vida, también a la muerte. Creo que es un libro en el que cabe de todo. He intentado que convivan a la vez y de manera simultánea y contradictoria, la felicidad, el dolor, la tristeza, el humor,... Todo eso batido en 'La mejor madre del mundo'.

M.G.- Pues yo simplemente tengo que añadir que el libro me ha gustado muchísimo, mucho más de lo que esperaba inicialmente. Así que te doy las gracias por escribirlo y, por supuesto, por este rato que has compartido conmigo.

N.L.- No, no,... Muchas gracias a ti, sin duda.

La mejor madre del mundo es un libro valiente, sobre mujeres valientes, que hay que leer sin ningún atisbo de duda. En breve os haré llegar mis impresiones. 




Ficha novela

Editorial: Literatura Random House.
Encuadernación: Tapa blanda con solapas.
Nº Páginas: 224
Publicación: Febrero, 2019
Precio: 18,90€
ISBN: 9788439734970
Disponible en e-Book
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