Editorial: Contraseña.
Fecha publicación: febrero, 2012.
Precio: 14,00 €
Género: Narrativa breve.
Nº Páginas: 86
Encuadernación: Tapa blanda con solapa.
ISBN: 9788493930837
Autora
Edith Wharton (de soltera Edith Newbold Jones) nació en Nueva York el 24 de enero de 1862 y falleció en la localidad de Saint- Brice-sous-Forêt, cerca de París, el 11 de agosto de 1937. Perteneciente a una familia de la alta sociedad neoyorquina, recibió una esmerada educación. En 1885 se casó con Edgard Robbins Wharton, de quien se divorció en 1913. Gran admiradora de la cultura europea, en 1907 estableció su residencia en Francia. Autora de novelas, relatos, poemas, libros de viajes y de decoración, entre sus obras podemos destacar La edad de la inocencia (Premio Pulitzer en 1921), La casa de la alegría, Las costumbres nacionales, Las hermanas Brunner o Ethan Frome.
Sinopsis
Las señoras Ballinger, Plinth, Leveret y Roby Y las señoritas Van Vluyck y Glyde son las integrantes del Club del Almuerzo, en cuyas reuniones se dedican a debatir sobre libros y los más variados temas culturales. Un día, Osric Dane, una famosa escritora, visita la ciudad, y el Club le cursa una invitación para quee asista a una de sus reuniones. Las integrantes del club ven en el encuentro con la escritora una excelente oportunidad para lucir sus mejores galas intelectuales. Sin embargo, la reunión se desarrollará de manera muy diferente a como habían previsto.
Así empieza Xingú:
[Lectura de las páginas 29, 30 y 31;
música: 'Bittersweet Waltz' - Biblioteca audio Youtube]
La semana pasada estuve de viaje. Con la idea de llevarme algún libro que pudiera leer en el avión y ocupara poco espacio en la maleta, me decanté por Xingú, un pequeño relato de Edith Wharton cuyo curioso titulo había llamado mi atención en un artículo de una revista literaria. Desconocía exactamente el fondo de la historia pero su ventajoso tamaño y el hecho de que contara con ilustraciones de Sara Morante, me parecieron argumentos más que suficientes para mi elección. Ha sido una lectura tan gratificante, divertida, irónica y sarcástica que tengo la intención de adquirir un ejemplar porque el volumen que me llevé de viaje pertenece a la biblioteca.
En Xingú el lector conocerá a seis mujeres -las señoras Ballinger, Plinth, Levere, Roby, Van Vluyck y Glyde. Son las integrantes de una especie de club de lectura que ellas han denominado El Club del Almuerzo, abanderado por su fundadora, la señora Ballinger. Estas damas de la alta sociedad acostumbran a reunirse frecuentemente para comentar algún libro y exponer sus opiniones. Son el adalid de la Cultura (ojo a la mayúscula) de la localidad de Hillbridge, pero entre este selecto club, del que es difícil formar parte, hay miembros de primera y de segunda clase. Entre las que figuran más en la sombra están la señora Leveret y especialmente la señora Roby, cuya integración estará siempre en entredicho pues no parece que esté a la altura intelectual del resto.
Entre las diversas actividades que lleva a cabo este encomiable club figura la de invitar a distinguidos escritores, así que, para la próxima sesión, contarán con la presencia de Osric Dane, autora de obras como Las alas de la muerte. A pesar de las altas expectativas que genera el encuentro, la reunión se convierte en un absoluto fracaso pues la propia autora, que se muestra en todo momento distante y fría, no parece tener muchas ganas de comentar con aquellas damas la profundidad de su obra. La situación se vuelve algo incómoda hasta que la señora Roby, por quién nadie apostaba, consigue salvar la situación mencionando la palabra 'Xingu'.
Esta pequeña joya de Edith Wharton encierra todo un mundo en el que las apariencias están en primera línea. No cabe duda que la intención de la autora es poner en evidencia a todas esas personas que se sienten superiores y cuyas ideas, siempre brillantes e inteligentes, son el dogma a seguir. Como según se explica en el prólogo -largo para la extensión de la obra pero realmente interesante-, firmado por Eva Puyóo, la autora hace un retrato maravilloso de la sociedad neoyorkina encerrada en el microcosmos de este club de lectura. Todas las integrantes, a excepción de la señora Roby, adoptan una actitud de autosuficiencia y engreimiento bastante divertido. Esgrimen argumentos que rozan el ridículo, se muestran altivas y eso las coloca en una posición desde la que se permiten la crítica despiadada y la desconfianza. Pero la jugada les saldrá mal cuando tengan que debatir sobre Xingú, un tema que sacará a la luz la señora Roby, con el que ella les devuelve la pelota a las restantes señoras. Todas esas páginas de debate arrancarán la risa en el lector al ver a las damas intentar salir airosas de una situación peliaguda.
Hay algunas reflexiones que son bastante punzantes pero que esconden una intención más cómica que otra cosa. En relación a la literatura se censura la existencia de libros con el mero objeto de entretener. Algo totalmente inconcebible para unas damas que persiguen 'la Cultura en cuadrillas, como si fuera peligroso encontrársela a solas'.
En cuanto a los personajes, son sus propios actos los que las definen. La señora Ballinger impone su criterio basándose únicamente en el hecho de ser la fundadora del club. Se jacta de estar al día en las nuevas tendencias literarias y dejará constancia de lo mismo empleando un pequeño ardid. Por su parte, la señora Leveret siempre va a remolque de las demás, sin llegar a tener un criterio propio y teniendo que echar mano de algún que otro recurso para ganar en confianza. A su vez, la señora Plinth, a la que es mejor no preguntar directamente su opinión sobre un libro, defiende la idoneidad de su casa para acoger este tipo de reuniones intelectuales. Y es que ella cuenta con una galería de cuadros que puede sacar de un apuro en caso de que el debate se estanque en un punto y sobre todo, porque ella cuenta además con un lacayo. Pero de todas ellas, es la señora Roby la que más interés despierte en el lector. Ninguna de sus compañeras de té muestra mucha confianza en su capacidad a la hora de comentar un libro y mucho menos, si cuentan con la presencia del autor. Sin embargo, será ella la que ponga a las demás en su sitio y la que demuestre al lector que el resto de damiselas dejan mucho que desear. Curtida, viajada y con criterio propio, la señora Roby salva el encuentro.
El estilo de Edith Wharton no es precisamente simple, no al menos en esta obra y en todo momento. Puedes encontrarte con algún que otro párrafo algo más farragoso pero que no supone ningún obstáculo para disfrutar de la lectura.
Como comenté antes, el volumen cuenta con un muy ilustrativo prólogo que nos desvelará parte de la vida de la autora, su inclinación por la escritura desde muy pequeña, su fracasado matrimonio, su relación con Henry James, su amor por Europa o la visión que tenían de sus libros lectores y críticos. En dicho prólogo se menciona que Wharton siempre tuvo la sensación de no encajar en la sociedad que le tocó vivir, la sensación de no pertenencia, y en ese sentido, y tras la lectura, el lector casi puede ver a la autora en el personaje de la señora Roby,
Entre las diversas actividades que lleva a cabo este encomiable club figura la de invitar a distinguidos escritores, así que, para la próxima sesión, contarán con la presencia de Osric Dane, autora de obras como Las alas de la muerte. A pesar de las altas expectativas que genera el encuentro, la reunión se convierte en un absoluto fracaso pues la propia autora, que se muestra en todo momento distante y fría, no parece tener muchas ganas de comentar con aquellas damas la profundidad de su obra. La situación se vuelve algo incómoda hasta que la señora Roby, por quién nadie apostaba, consigue salvar la situación mencionando la palabra 'Xingu'.
Esta pequeña joya de Edith Wharton encierra todo un mundo en el que las apariencias están en primera línea. No cabe duda que la intención de la autora es poner en evidencia a todas esas personas que se sienten superiores y cuyas ideas, siempre brillantes e inteligentes, son el dogma a seguir. Como según se explica en el prólogo -largo para la extensión de la obra pero realmente interesante-, firmado por Eva Puyóo, la autora hace un retrato maravilloso de la sociedad neoyorkina encerrada en el microcosmos de este club de lectura. Todas las integrantes, a excepción de la señora Roby, adoptan una actitud de autosuficiencia y engreimiento bastante divertido. Esgrimen argumentos que rozan el ridículo, se muestran altivas y eso las coloca en una posición desde la que se permiten la crítica despiadada y la desconfianza. Pero la jugada les saldrá mal cuando tengan que debatir sobre Xingú, un tema que sacará a la luz la señora Roby, con el que ella les devuelve la pelota a las restantes señoras. Todas esas páginas de debate arrancarán la risa en el lector al ver a las damas intentar salir airosas de una situación peliaguda.
Hay algunas reflexiones que son bastante punzantes pero que esconden una intención más cómica que otra cosa. En relación a la literatura se censura la existencia de libros con el mero objeto de entretener. Algo totalmente inconcebible para unas damas que persiguen 'la Cultura en cuadrillas, como si fuera peligroso encontrársela a solas'.
En cuanto a los personajes, son sus propios actos los que las definen. La señora Ballinger impone su criterio basándose únicamente en el hecho de ser la fundadora del club. Se jacta de estar al día en las nuevas tendencias literarias y dejará constancia de lo mismo empleando un pequeño ardid. Por su parte, la señora Leveret siempre va a remolque de las demás, sin llegar a tener un criterio propio y teniendo que echar mano de algún que otro recurso para ganar en confianza. A su vez, la señora Plinth, a la que es mejor no preguntar directamente su opinión sobre un libro, defiende la idoneidad de su casa para acoger este tipo de reuniones intelectuales. Y es que ella cuenta con una galería de cuadros que puede sacar de un apuro en caso de que el debate se estanque en un punto y sobre todo, porque ella cuenta además con un lacayo. Pero de todas ellas, es la señora Roby la que más interés despierte en el lector. Ninguna de sus compañeras de té muestra mucha confianza en su capacidad a la hora de comentar un libro y mucho menos, si cuentan con la presencia del autor. Sin embargo, será ella la que ponga a las demás en su sitio y la que demuestre al lector que el resto de damiselas dejan mucho que desear. Curtida, viajada y con criterio propio, la señora Roby salva el encuentro.
El estilo de Edith Wharton no es precisamente simple, no al menos en esta obra y en todo momento. Puedes encontrarte con algún que otro párrafo algo más farragoso pero que no supone ningún obstáculo para disfrutar de la lectura.
Como comenté antes, el volumen cuenta con un muy ilustrativo prólogo que nos desvelará parte de la vida de la autora, su inclinación por la escritura desde muy pequeña, su fracasado matrimonio, su relación con Henry James, su amor por Europa o la visión que tenían de sus libros lectores y críticos. En dicho prólogo se menciona que Wharton siempre tuvo la sensación de no encajar en la sociedad que le tocó vivir, la sensación de no pertenencia, y en ese sentido, y tras la lectura, el lector casi puede ver a la autora en el personaje de la señora Roby,
Estamos ante un relato corto cuya lectura te llevará tan solo un par de horas. Lo decía al principio, el texto está bellamente ilustrado por la mano de Sara Morante que retrata a las damas con sobriedad. Es interesante fijarse en los detalles de las ilustraciones, las telas floreadas de los vestidos, las plumas de los sombreros, la delicadeza de los juegos de té, el tapizado de las sillas y los sillones,... Todo eso permite al lector adentrarse en la narración como un testigo más.
En definitiva, Xingú no solo sirvió para entretenerme durante las horas de vuelo, también me permitió asomarme a un mundo lleno de mujeres que miran por encima del hombro a los demás y que me provocó más de una carcajada. Siendo breve, divertido e ilustrado, ¿cómo no recomendarlo? En unos minutos voy a la librería a por mi ejemplar. Este quiero tenerlo en mi biblioteca.
[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]
Puedes adquirirlo aquí:
En definitiva, Xingú no solo sirvió para entretenerme durante las horas de vuelo, también me permitió asomarme a un mundo lleno de mujeres que miran por encima del hombro a los demás y que me provocó más de una carcajada. Siendo breve, divertido e ilustrado, ¿cómo no recomendarlo? En unos minutos voy a la librería a por mi ejemplar. Este quiero tenerlo en mi biblioteca.
[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]
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