martes, 31 de julio de 2018

MEIRAV KAMPEAS- RIESS: 'Mi abuela siempre me ha enseñado que hay que respetar a todos los seres humanos'

Nadie que no haya vivido el Holocausto, que no haya convivido hacinado, que no haya pasado frío, hambre, miedo y enfermedad en los campos de concentración, que no haya sentido cómo la muerte le arrebata la vida al compañero de al lado,... podrá jamás imaginarse lo que fue aquello. Por desgracia, tenemos testimonios terribles pero muy valiosos que nos hacen comprender hasta qué punto el hombre puede perder toda su humanidad. 

Uno de esos testimonios se recoge en el libro titulado El pequeño libro de los grandes valores de Meirav Kampeas-Riess, una profesora de hebreo que reside en nuestro país desde hace unos años. En Nitzanim, el kibutz situado al sur de Israel, vive hoy una anciana de 95 años de edad, cabello blanco como la nieve, mejillas sonrosadas y una mirada limpia y bondadosa. Se llama Edith Roth, o Editka como la llamaban sus padres. Ella fue una de las muchísimas personas que padecieron los horrores de la persecución judía y una de las pocas que consiguió sobrevivir a aquella terrible masacre. Gracias a su nieta Meirav, podemos conocer su gran historia recogida en un pequeño libro del que os hablaré en los próximos días. De momento os dejo con la entrevista a su autora.


Marisa G.- Meirav buenas tardes, ¡vaya libro has escrito! Creo que te puedes imaginar qué sensaciones he sentido.

Meirav K.- Cuéntame. Estoy deseando saberlas.

M.G.- Ha sido muy fuerte pero antes de entrar en materia me gustaría saber si es tu primer libro publicado. Creo que sí, ¿no?

M.K.- Sí, es mi primer libro pero espero que no sea el último porque me ha encantado la experiencia.

M.G.- Publicar un primer libro y encima estrenarse con el testimonio de tu abuela debe ser una responsabilidad muy grande, y no solamente a la hora de captar lectores sino también por transmitir la realidad y sus vivencias.

M.K.- Sí, mucha responsabilidad. Para mí, este libro es un legado, es una forma de transmitir lo que ella no pudo contar durante muchos años. He querido sacar su testimonio a una luz universal. No he querido escribir una historia que tiene que ver solo con el pueblo judío sino que, a través de este testimonio, he querido transmitir un mensaje que sea universal. Convertir el horror en abono para una buena educación y unos buenos valores.

M.G.- Si no me equivoco, la idea de escribir este libro surge cuando tú observas cómo una señora desprecia a una persona indigente en la puerta de un supermercado.

M.K.- En realidad, con aquella escena entendí el día a día que tenemos hoy. Pasan muchas cosas a nuestro lado, sin tocarnos en lo personal, y somos nosotros mismos los que podemos decidir si podemos ayudar o bien seguir caminando o comprando, sin importarnos nada. Si no hacemos algo, si no cambiamos lo que ocurre a nuestro lado, el mundo jamás cambiará.

M.G.- Meirav, ¿tú recuerdas la primera vez que tuviste conciencia de que tu abuela había vivido el Holocausto en primera persona?

M.K.- Sí, pero no recuerdo qué edad tenía yo exactamente. Desde muy pequeña siempre me gustó hablar con ella, hacerle preguntas sobre cómo era su vida, su casa,... pero nunca tuve la visión completa de su vida. Solo eran anécdotas, pequeñas historias, pero para escribir el libro me hacía falta más información,  así que, recolecté todo lo que sabía y completé la historia hablando con Asher, el hermano de mi abuela que hoy tiene 91 años y aún conserva muy buena memoria. Él me ayudó a tener otra visión de lo que les ocurrió, de la etapa en la que estuvieron en Budapest, porque ellos no pasaron el Holocausto con mi abuela en Auschwitz.

M.G.- Pero tengo entendido que tu abuela no quería hablar del pasado.

M.K.- No. Es algo que le duele mucho. Si le preguntaba algo no me quería contestar o se ponía a llorar. Le cuesta mucho hablar de aquello. Fue en 2007 cuando decide contar todo de principio a fin. En Jerusalén hay una asociación que se llama 'Yad va shem', que traducido al castellano significa 'brazo y nombre'. Ellos se encargan de conservar la memoria de los supervivientes del Holocausto. Llegaron a casa con todo un equipo de grabación y le preguntaron a mi abuela muchas cosas. Luego yo he ido completando esa información con más detalles. 

M.G.- Muchas personas que sobrevivieron al Holocausto han quedado con secuelas físicas y sobre todo psíquicas. ¿Cómo crees que tu abuela superó todo aquello?, porque, por lo que sé, ella rehízo su vida, formó una familia y ha tenido una existencia tranquila y en paz.

M.K.- Sí, mi abuela es una persona muy sana física y mentalmente. Es una de las mujeres que más influye en mi vida y en mi forma de ser. Creo que todo se debe a los valores que ella aprendió en su casa y que luego, en los momentos más duros, le sirvieron de ayuda. Gracias a ellos, mi abuela pudo superar el horror, mantuvo siempre la ilusión de enamorarse, casarse y tener hijos aunque tuvo que empezar prácticamente de cero y, tras la llegada a Israel, sufrió muchas pesadillas de las que con el tiempo consiguió recuperarse. 

M.G.- ¿Ella ha visto ya el libro? 

M.K.- No, dentro de unos días me marcho a Israel para presentarlo y se lo enseñaré. Desgraciadamente no lo puede leer porque está en español. De momento. 

M.G.- Le hará mucha ilusión, seguro. 

Meirav, en el libro relatas la historia de tu abuela desde el año 1938 a 1948. En el 45 se produce la liberación de los campos y ella y sus hermanos -Moshe y Asher-, tras un emotivo reencuentro, deciden marcharse a Israel. ¿Aquella decisión la tomaron porque ellos pensaban que Israel era el lugar al que verdaderamente pertenecían? Otros muchos supervivientes decidieron quedarse en Europa.

M.K.- Efectivamente hubo mucha gente que decidieron empezar de cero en Europa, Estados Unidos o Argentina. En el caso de mi abuela y sus hermanos fue algo curioso porque ellos no tenían ningún apego con la tierra de Israel, aunque sus hermanos sí eran más sionistas. Mi abuela solo quería estar con ellos, no separarse de nuevo y por eso decidió seguirlos y marcharse con ellos a Israel.




M.G.- Todo lo que cuentas en el libro es real aunque en el prólogo señalas que te has tomado algún tipo de licencia pero, ¿de qué tipo?

M.K.- Por ejemplo, sabes que en la narración aparece una llave que va pasando de una persona a otra. Esa llave no es real. Solamente es un símbolo que pretende representar los valores que podemos transmitir de una generación a otra para hacer el bien. 

M.G.- También aparecen unas cartas. ¿Son reales?

M.K.- Sí, sí, son muy reales. Eran cartas que encontré en el armario de mi abuela. Fueron escritas antes de que salieran del gueto y la trasladaran a Auschwitz. Estaban escritas en húngaro pero Asher hizo la traducción al hebreo. Así pude saber lo que ocurrió en aquellos años. 

M.G.- De los hermanos de tu abuela, tengo la impresión de que Asher era más reaccionario, se rebela con más fuerza contra la injusticia. He percibido en él mucho carácter. ¿Es así?

M.K.- Sí, sí, es verdad. Moshé siempre fue muy bueno, más tranquilo. Asher es un gran artista, pinta y hace escultura. Es una persona muy decidida, tiene sus propias opiniones sobre todo. 

M.G.- El libro inicialmente lo escribiste en hebreo porque esa es tu lengua materna, ya que tú naciste en Tel-Aviv, aunque se tradujo al castellano. ¿Se publicará el libro en Israel? 

M.K.- Sí, lo vamos a traducir al hebreo. La historia de mi abuela la escribí en hebreo porque pienso mejor en mi lengua que en español pero luego sí que hay partes que escribí directamente en castellano. De todos modos, como te digo, lo vamos a traducir al hebreo para poder publicarlo allí. 

M.G.- ¿Y cómo fue el proceso de escritura? Imagino que, al meterte en la piel de tu abuela, algunos pasajes te costarían bastante escribirlos. 

M.K.- Fue tremendo emocionalmente. Como soy profesora, el mes de agosto lo tenía libre y los niños estaban con su padre. Después de un viaje a Israel donde estuve hablando con mi abuela, llegué a España con todo el material y con muchas ganas de escribir. Me encerré en mi casa, no hablaba con nadie, casi no dormía ni comía. Lo único que hacía era escribir ocho o diez horas al día. Para inspirarme, coloqué en las paredes del salón todas las fotos que me traje de Israel. De todo aquello salía  mucha energía y así me llevé tres semanas, tras las cuales el libro estaba prácticamente acabado. Pero lo pasé muy mal, con dolor en el pecho incluso. A veces tenía que parar para calmarme. Ponerte en el lugar del otro y con una historia como esta, es muy duro. Sin embargo, hoy puedo decir que me ayudó mucho. Fue como una terapia porque antes no me sentía preparada para visitar Auschwitz. Ahora creo que sí podría. 

M.G.-  Al libro lo acompaña una faja en la que figura una frase del humorista José Mota. Cuéntame algo de esto.  

M.K.- José Mota fue una de las personas que me ayudaron con este proyecto. Luego está un buen amigo, Cipri Quintas, autor de 'El libro del Networking'. Fue él el que me empujó desde el principio. Él me dijo que esta historia no podía quedarse en un cajón sino que tenía que ver la luz.

M.G.- Hay un pasaje, hacia el final del libro, cuando se funda el Estado judío, en el que te haces eco de unas palabras del embajador de Egipto en Naciones Unidas. 'Un millón de judíos viven en paz en Egipto y en el resto de los países islámicos, y disfrutan de todos los derechos como ciudadanos. Ellos no quieren emigrar a Palestina. Sin embargo, si se funda un Estado judío, nadie podrá evitar las desgracias. Se desatarán disturbios en Palestina, se extenderán por todos los países árabes y tal vez desemboquen en una guerra entre razas'. Leyendo este pasaje, inevitablemente pensaba en tu abuela porque, después de todo lo que había pasado, llega a Israel y ocurre todo lo que llevamos viviendo, esos terribles enfrentamientos. ¿Cómo vive ella todo esto?

M.K.- Mi abuela, cuando llegó a Israel, se encontró con que los británicos no la dejaban entrar. Era algo brutal y lo pasaron muy mal. Acuérdate del momento en el que ellos llegan a Haifa.  Era un campo de refugiados, por llamarlo así, en el que también los separaron. Los hombres por un lado y las mujeres por otro.

M.G.- Como un campo de concentración. 

M.K.- Exacto. Esos primeros años fueron también muy duros para ella. Pero mi abuela siempre me ha enseñado que hay que respetar a todos los seres humanos, da igual de dónde vengan, el color de su piel o  sus creencias. A pesar de lo que ella ha vivido, tiene unos valores y una fuerza interior tremenda. 

M.G.- ¿Ha podido perdonar todo lo que le hicieron?

M.K.- No lo sé. Perdonar a quienes han matado a toda tu familia es muy difícil pero se ha reiniciado su vida con otros valores que le han ayudado a empezar de cero. Ella lo único que ha hecho es intentar seguir para adelante para sobrevivir. 

M.G.- ¿Cómo está la abuela Edith a sus 95 años? 

M.K.- Está muy bien.

M.G.- Y seguro que se alegra mucho al saber que los beneficios por la venta del libro van destinados a la Ong Mensajeros de la Paz.

M.K.- Creo que es mi obligación dar ejemplo, como madre y como profesora.  No podemos simplemente hablar, porque las palabras bonitas son tienen ningún valor. Hay que dar ejemplo porque solo así se puede producir un cambio. 

M.G.- Tienes toda la razón. Bueno Meirav, no te robo más tiempo. Gracias por dejar testimonio de la vida de tu abuela.  Siempre digo que libros como este son muy necesarios. Debemos conocer las vivencias personales de las personas que sobrevivieron para que algo así no se repita nunca más. 

M.K.- He pretendido con el libro conectar con los sentimientos del lector. Llegar a su corazón porque si usamos el corazón, muchas de las cosas terribles que suceden no ocurrirían. 

M.G.- Cierto. Muchas gracias por todo.

M.K.- Gracias a ti. 

Muy pronto os hablaré sobre el libro, un testimonio que pone la piel de gallina. Es una pena que tantos tengan que padecer para entender que hay cosas que no se pueden repetir y que existen límites que jamás se deben traspasar.




Ficha novela

Editorial: Alienta.
Encuadernación: Tapa dura.
Nº Páginas: 224
Publicación: junio, 2018
Precio: 12,95 €
ISBN: 9788416928736
Disponible en e-Book
Puedes empezar a leer aquí.
Ficha completa aquí.











5 comentarios:

  1. El tema siempre me parece muy interesante. Es cierto que creo que por mucho que leamos nunca nos podremos hacer una idea de lo que sufrieron. Muy buena la entrevista.

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  2. ¡Que interesante historia Marisa! Espero que algún día nadie tenga qud vivir situaciones de este tipo.

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  3. Mi abuelo me decía que quien no respeta al vecino va camino de faltarse el respeto a sí mismo.
    Una entrevista estupenda, muy profesional y cuidada. Enhorabuena.

    Besos.

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  4. Por mucho que leamos, siempre nos impactará tanto sufrimiento, tanto horror, tanto terror... No conocía a la autora, así que gracias por esta magnífica entrevista.
    Besotes!!!

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  5. A mi me pasó lo mismo con mi abuelo. Yo quería que me contará cosas de las guerra civil pero no era plato de buen gusto para él.

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