Editorial: Cims.
Fecha publicación: marzo, 2018.
Precio: 18,00 €
Género: Narrativa.
Nº Páginas: 381
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
ISBN: 978-84-8411-226-6
Precio: 18,00 €
Género: Narrativa.
Nº Páginas: 381
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
ISBN: 978-84-8411-226-6
Autora
Ana Rosenrot nació en Madrid en 1971. Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, aunque desde muy joven se orientó hacia la literatura.
Su primera novela Aeternum, primera parte de la Trilogía Aeternum, fue publicada en 2012 dando inicio a una prolífica producción literaria con la publicación, hasta el momento, de A Divinis, Ab Initio, La hija del sepulturero, Secretos en Venecia, Las hadas sin corazón y El jardín de las flores negras.
Sus novelas, con una prosa clara y vibrante, se caracterizan por crear una atmósfera inquietante y misteriosa en la que se desarrollan sus historias llenas de fuerza y pasión, de intrigas y secretos, tejiendo argumentos cuyos finales son siempre sorprendentes.
Sinopsis
Nadie sabe de lo que somos capaces, hasta que algo o alguien despierta al monstruo que llevamos dentro.
Oviedo, 1948. Durante los duros años de la posguerra, en una ciudad que como el resto del país intenta recomponerse, el padre Arteaga, un joven sacerdote con graves conflictos personales, pero con un brillante futuro por delane, intentará huir de las intrigas políticas y eclesiásticas que se ciernen sobre él. A pesar de todo, no podrá escapar de los enredos de la sensual señorita Peláez, ni de los misterios que le rodean, como los que oculta la discreta y reservada maestra en esa llave de la que nunca se separa. Pero sobre todo se sentirá atraído por los extraños habitantes de la casona de los Osorio: el desfigurado Bastián al que su padre, don Pelayo, mantiene encerrado como si fuera parte de su colección de mariposas, o la inquietante Llara con su belleza sobrenatural.
Decidido a descubrir la verdad sobre la familia Osorio, el padre Arteaga se verá atrapado en un laberinto de mentiras, miedos y oscuros secretos que desvelarán una historia sórdida, oscura y siniestra; tan inquietante como una flor negra en medio de un jardín.
[Información tomada directamente de la web de la editorial]
Así empieza El jardín de las flores negras:
Así empieza El jardín de las flores negras:
[Lectura del capítulo introductorio de la novela;
música: Marcha fúnebre de Chopin]
Cuando un libro llega a nuestras manos nunca sabemos a ciencia cierta qué efectos producirá en nosotros. No es ninguna garantía el nombre del autor, ni la editorial que lo pone en el mercado. Tan solo el contenido y la prosa determinarán si el libro en cuestión merece la aprobación del lector o no. Y así, sin expectativas de ningún tipo, me dispuse a leer El jardín de las flores negras. Con tan solo leer las primeras páginas sentí que aquella lectura iba a ser un acierto.
'Los pecados de los padres los heredan los hijos'. Esta es la frase que escuchará una de las protagonistas de esta novela en un capítulo introductorio, apenas un par de páginas que sitúan al lector en la habitación de un moribundo donde reposa arrinconado un viejo arcón. Lo que contiene en su interior horrorizará a los presentes pero la identidad del contenido quedará en absoluto suspense dando paso de este modo al cuerpo de la novela.
Con la intriga por las nubes arranca esta novela que contiene varios hilos narrativos que se irán alternando, en una sucesión de hechos que se irán produciendo en diversos escenarios, protagonizados por un amplio abanico de personajes.
Oviedo, 1948. En plena posguerra, España está rota tras una guerra civil que solo ha sembrado la tierra de sangre, muerte, recelos, venganzas y odios. En este contexto conoceremos a Pablo Arteaga, un joven cura con nula vocación que tras pasar primero por el monasterio de Covadonga y posteriormente por el seminario de Oviedo, compaginará sus estudios de Filosofía en la universidad con la tarea encomendada de ayudar a don Toribio en la pequeña iglesia de San Gerónimo. La incorporación de Pablo crea un agitada conmoción entre la comunidad pues es un hombre apuesto y atractivo que despierta el interés de las feligresas, especialmente el de Araceli Peláez, una joven de buena familia, obstinada, coqueta, caprichosa y consentida, que siempre quiere salirse con la suya.
Al margen de ayudar a don Toribio, al joven cura se le encarga la misión de impartir clases de latín a Bastián Osorio, un adolescente que vive recluido en la casa familiar pues tiene la cara desfigurada y no se relaciona con nadie. En la enorme casona, Pablo conocerá al padre del joven, don Pelayo, y al administrador de este, Buenaventura, así como a Nieves Flores, la maestra del pueblo. Se dejará seducir por la magia de un cuadro que muestra la imagen de Constanza, la madre de Bastián y conocerá también a Llara, la sobrina del sepulturero, una mujer discapacitada que ronda la finca como un fantasma.
Es importante destacar que Pablo viste la sotana como castigo. Acabará dentro del seno de la iglesia tras un grave percance que lo aleja por completo de su familia. En primer lugar, de su padre, encarcelado en la prisión de Atocha, acusado de republicano y al que siente haber traicionado tras tomar los hábitos. En segundo lugar, de su tío Fernando Arteaga, un famoso abogado de Barcelona, fiel al régimen y a la doctrina eclesiástica, que lo aborrece por sumiso.
Madrid / Barcelona (1936 - 1941). El otro hilo argumental nos lleva al pasado, a la infancia y adolescencia de Pablo. Conoceremos con más profundidad a la familia Arteaga, a su padre Juan, empleado de la compañía aseguradora La Unión y el Fénix, empresa en la que se produce una estafa. El culpable será descubierto y en su interior germinará la semilla de la venganza.
Un tercer hilo sin datar estructura la novela. Un puñado de páginas de un diario escritas en Valladolid por la mano de una mujer desconocida nos mantendrán en vilo durante toda la trama. Solo sabremos que se trata de una joven de buena familia, internada en un convento tras cometer un pecado horrible. A pesar de los golpes, los castigos, las reprimendas, la soledad y el aislamiento, la joven no se arrepiente de lo que hizo.
Estos son los tres pilares de El jardín de las flores negras, una novela con una trama muy completa y sin fisuras, en la que la realidad y las elucubraciones cuadran, llena de secretos que se entretejen consiguiendo un argumento bien urdido, en el que los malentendidos generan una serie de hechos luctuosos. Desde las primeras páginas el lector sentirá curiosidad por saber qué se esconde en ese arcón que preside la habitación de un moribundo. De igual modo querremos saber qué pecado atroz ha cometido Pablo Arteaga para tener que vestir sotana en contra de su voluntad, y por supuesto, trataremos de averiguar quién es la autora de ese diario. Pero estas no serán las únicas incógnitas de la novela. Alrededor de muchos de sus personajes, tanto los que rebosan bondad como los que se alimentan de la maldad, girarán misterios y enigmas que incitarán al lector a avanzar en la lectura, todo ello aderezado por relaciones prohibidas, tentaciones difíciles de evitar y reuniones políticas de carácter clandestino que pondrán a sus participantes en una situación complicada.
Un total de casi veinte personajes habitan entre las algo menos de cuatrocientas páginas de El jardín de las flores negras. Por nombrar alguno de los principales, destaca Pablo Arteaga del que os he dado algunas pinceladas. El joven cura es un ser atormentado. Si bien es cierto que llega a la iglesia de San Gerónimo sin fe y cuestionándose los designios de Dios, lo cierto es que su relación con don Toribio, un cura cabal cuyo único objetivo es ayudar a todo el que lo necesite sin mirar su tendencia política, cambia su forma de pensar.
Nieves Flores es la maestra del pueblo. Es una mujer con una curiosa afición, apocada y atormentada por un estigma que le acompaña desde hace años. Uno de esos personajes que pasan desapercibidos por la vida pero que guardan en su interior una gran fortaleza, llegando a sorprender su ímpetu.
Bienaventura Arboyela, el administrador de los Osorio es un tipo perverso, un desaprensivo, chantajista y violento que se aprovecha de los más indefensos dentro de su posición de poder. Así ocurrirá también con don Pelayo, solo que este último, tiene luces y sombras.
Bastián Osorio es un joven maquiavélico y diabólico. Su deformidad, originada en un accidente, lo ha convertido en un monstruo, en un torturador de animales, al que le encanta escandalizar y provocar repulsión.
En cuanto a los más secundarios, el matrimonio formado por Perete y Nela, víctimas de sus circunstancias. Doña Encarna, uno de esos personajes que vas a odiar el resto de tu vida, cotilla, manipuladora y cizañera. O Munia, una mujer que tampoco comulga con la iglesia, que tiene sus propias creencias y que poseerá la clave para resolver buena parte de los enigmas de la novela.
Muchos de los personajes de la novela, ya sean de buena cuna o pobres como las ratas, viven atormentados por el pasado y se sienten perseguidos por la desgracia.
Como añadidura a un elenco de personajes bien definidos a nivel psicológico, El jardín de las flores negras cuenta con una ambientación fabulosa. Es fácil imaginarse paseando por las calles húmedas y frías de Oviedo, en esos barrios llenos de beatas y chismosas que escudriñan la vida de sus convecinos. Es igualmente fácil entrar en la casona de los Osorio donde siempre se respira una atmósfera opresiva que asfixia a sus residentes y visitantes. Ana Ronserot consigue recrear un paisaje lleno de misterio en el que la bruma a veces juega malas pasadas en una tierra llena de leyendas. Sin duda, la autora domina la esencia de la cultura astur, y eso es algo que se nota en el aire que respira los personajes, en las tradiciones ancestrales que dominan su vida y, por supuesto, en su forma de expresarse con algún que otro dicho en bable.
Con capítulos sin numerar, y concisas referencias al tiempo y al lugar, la novela está narrada principalmente por un narrador omnisciente salvo en lo referente al diario que, como no puede ser de otro modo, vendrá detallado por una voz en primera. Cuenta además con unos diálogos construidos con naturalidad, muy veraces, muy sólidos que otorgan credibilidad a las interacciones entre personajes. Al mismo tiempo, la autora emplea una prosa con un leve matiz poético en precisas circunstancias y a pesar de ello muy transparente, posibilitando una conexión sin interferencias con el lector.
He disfrutado un montón de este jardín de flores negras que hace referencia a esa parte oscura que todos llevamos dentro, independientemente de nuestro sexo, de nuestro estatus social, de nuestras creencias o de nuestra tendencia política. Diría que, sin desmerecer en absoluto la editorial que está detrás de las novelas de Ana Rosenrot, esta historia bien merece la pena para que una editorial con un canal de distribución más potente. Si todo lo que Rosenrot escribe es así, la veo volar alto aunque en ello también tenga que intervenir el factor suerte. Así que, como han hecho otros lectores, no puedo más que recomendaros esta novela. Os va a enganchar desde el minuto uno y os conducirá a un desenlace en el que los acontecimientos se precipitan de manera brutal. Lo dicho, hay que leerla.