Laura Ferrero (Barcelona, 1984) es periodista y editora.
Compagina su trabajo para diversas editoriales e instituciones
culturales con la pasión por la escritura. Es autora del blog «Los
nombres de las cosas» (www.lauraferrero.com) y sus artículos y reseñas
han aparecido en publicaciones como La Vanguardia, FronteraD o Revisiones. Piscinas vacías
es su primer libro de relatos. Publicado por primera vez en los
formatos digital y papel en la plataforma de autoedición
megustaescribirlibros.com, trepó de inmediato al top 100 de Amazon, con
5 estrellas en las calificaciones de todos los lectores (el máximo
posible). ABC la entrevistó como autora revelación. En la actualidad trabaja en su nueva novela, de próxima publicación en Alfaguara.
Con treinta años Laura deja a su pareja y abandona Ibiza para mudarse a Nueva York. Su juventud ha estado marcada por la relación con su padre, un hombre intolerante; su madre, que desapareció para regresar cinco años después; y Pablo, su hermano, que encuentra en la pintura la manera de luchar contra la enfermedad mental que padece.
En Nueva York, Laura empieza a trabajar en una editorial y a asistir a las clases que Gael, un misterioso conocido de su madre, imparte en la Universidad de Columbia.
¿Quién es Gael? ¿Qué sabe él de todo lo que ha ocurrido en su familia?
[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]
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En realidad no somos tan distintos. Uno construye su propia vida, rodeada de los suyos, de los miembros de su familia, de sus amigos y conocidos. Uno se levanta cada día con sus miedos, sus dudas y sus incertidumbres. Uno sobrevive en un mar demasiado encrespado a veces, intentando mantenerse a flote. Y uno piensa, «Soy tan distinto». Es mentira. Nada está por inventar. A certezas como esta te conducen a veces libros como el de hoy, Qué vas a hacer con el resto de tu vida, una novela que te lanza a la cara ese interrogante indirecto como una bofetada, que te hace frenar en seco para replantearte tu vida, determinar en qué te has equivocado o cómo las equivocaciones de los demás te han influido. Y miras al futuro y te armas de valor.
Qué vas a hacer con el resto de tu vida es una novela de autobúsqueda, de encontrar ese lugar al que quieres pertenecer y poner en su sitio los lastres de los que llevas tirando demasiados años. De todo estoy hablé ayer con Laura Ferrero, una joven de treinta años que viene pisando fuerte. La avala Alfaguara y un volumen de relatos, Piscinas vacías, que se ganó a la crítica y al público. Esto es lo que nos contó.
Marisa G.- Laura, Alfaguara no solo publicó tu anterior libro de relatos, Piscinas vacías, después de una autoedición, sino que también se comprometió a publicar esta novela sin tenerla acabada.
Laura F.- Sí, cuando me captaron yo tenía nuevos relatos y me dijeron que podían contratarme para Piscinas vacías, incluyendo los nuevos relatos. Además también se ofrecieron a publicar esta novela, de la que solo tenía 40 páginas escritas. Se las mandé, les gustó, les encajó y aquí está.
M.G.- Depositaron mucha confianza en tí con solo 40 páginas escritas.
L.F.- Sí, muchísima. Todo fue muy bien. La editora me dio mucha confianza. Algo debió ver.
M.G.- Pues sí, sin duda, y no me extraña.
Bueno, Qué vas a hacer con el resto de tu vida es el título de tu primera novela publicada pero he estado leyendo por ahí que no es la primera que tienes escrita.
L.F.- No, hay más pero son de cuando tenía trece o quince años. Son las típicas libretas llenas de notas. Aunque sí que tengo otra novela que yo edité, con cuatrocientas páginas, pero eso se va a quedar ahí. Era una mezcla de las novelas que leía de mi madre con cualquier cosa que cogía por ahí.
M.G.- No hay mucha intención de que salga a la luz.
L.F.- No, no,... Por el momento, no.
M.G.- ¿Y no te parece que has elegido un título muy trascendental? Esa pregunta indirecta que nos asalta desde la cubierta, escuece un poco.
L.F.- Total. Creo que más que una pregunta es «la pregunta». Cualquier persona, en cualquier encrucijada y a lo largo de su vida, se la plantea alguna vez. ¿Para dónde tiro ahora? Cuando ya no te sirve nada de lo que tienes, tienes que plantearte reconstruir tu vida. En cierto modo, es una pregunta universal.
M.G.- Una pregunta que nos pone en un brete porque claro, no tiene respuesta fácil. Te obliga a reflexionar, a analizar tu vida anterior y a poner en tesitura los proyectos futuros.
L.F.- Te obliga a ser valiente, a considerar que igual lo que has tenido hasta ahora no te ha servido y toca cambiar y empezar de cero.
M.G.- He pensado mucho sobre tu novela, ante qué tipo de narración estamos. Qué vas a hacer con el resto de tu vida es una novela de relaciones personales en el seno de una familia «coja y maltrecha», como dice la propia Laura de esta historia. Ella la define como «la historia de cómo se pudre una familia». Pero hay muchas más cosas. ¿Qué dirías tú?
L.F.- Sí, claro. Laura empieza contando la historia de una familia, de cómo se ha ido al garete y cómo todos sus miembros han cogido un camino distinto pero en realidad lo que Laura está haciendo es contarse su propia vida, sus incertidumbres en la treintena, cuando te das cuenta de que todas esas certezas que te prometieron igual nos las vas a alcanzar. De alguna manera es una novela generacional que afronta un poco los miedos y las incertidumbres que tenemos.
M.G.- Pero son miedos universales porque aunque, Laura pertenezca a una generación en concreto, todos hemos tenidos esos miedos y esas incertidumbres en algún momento de nuestra vida.
L.F.- Sí, efectivamente. La pregunta qué vas a hacer con el resto de tu vida te la puedes hacer a los treinta, cuando ves que todos tus amigos tienen hijos y tú no, a los cuarenta, cuando ves que tienes hijos y te quieres separar, a los cincuenta, cuando tus hijos se han ido de casa,... Es como si cada década estuviera marcada por unas incertidumbres propias de esa década, pero en el fondo el amor, la soledad, son temas universales que se concretan de una manera distinta según la edad que tengas, pero en el fondo todo es lo mismo.
M.G.- El concepto de la familia tiene mucho protagonismo en la novela. Como institución, ¿no crees que en estos tiempos está más descafeinada? No sé, en la época de nuestros abuelos, bisabuelos, había más cohesión. Ahora se tiende más al individualismo.
L.F.- El paradigma de la sociedad está cambiando. Es verdad que el concepto tradicional de familia se está diluyendo porque ahora mismo tenemos más opciones sobre la mesa. Nos dicen que somos una generación que tenemos tanto donde escoger que nos hemos perdido y es verdad, aunque tampoco te digo que era lo contrario y que solo tuvieras una única opción. Pero no sé si hemos sido educados para afrontar la situación en la que estamos ahora, encima con la crisis. Se nos han venido encima muchas cosas y todo muy rápido.
M.G.- Se puede decir también que tu novela es una novela de huídas, ¿no Laura? Al fin y al cabo todos los personajes tienden a alejarse de donde están. El padre se quiere ir a una isla, la madre los abandona, Pablo de algún modo también huye y Laura deja España y se marcha a Nueva York.
L.F.- Sí, pero si te fijas en la dedicatoria menciono a los que buscan porque en realidad estos que huyen son gente que están buscando. Hay un doble juego. Todos se escapan hacia delante. Pablo se queda recluido en su mundo interior, la madre no tiene ni idea qué hacer con su vida, se va, vuelve,... Todos ellos de algún modo están exiliados, ya sea de un lugar o de una persona, y se van perdiendo.
M.G.- Sobre el exilio se habla mucho en la época que Laura trabaja en Nueva York, cuando asiste a las clases de Gael, ese personaje misterioso que tiene muchas preguntas que responder. En ese viaje a Nueva York, Laura busca una verdad que ella tiene interiorizada pero que no se atreve a verbalizar.
L.F.- Claro. Es mucho más poético pensar que te vas a Nueva York y que allí vas a encontrar detalles de una vida que tienes en Barcelona. A veces es necesario tomar distancia y respirar en otro lado para enfrentarte a las cosas pero terminas por darte cuenta que los problemas te siguen a todas partes. Laura llega a Nueva York con todo el peso de lo que lleva arrastrando y allí no puede arreglar sus problemas porque su historia no está en Nueva York, su historia está en Barcelona.
M.G.- Laura tiene muchas cosas a las que enfrentarse, entre otras, al duelo. Todo lo que vive es reflejo de eso mismo.
L.F.- Sí, creo que también es una novela de despedidas. En la vida hay que saber dejar ir y Laura ha vivido toda la vida pensando que Pablo dependía totalmente de ella. De repente Pablo ya no está y ella se queda sola. Al final, que de dependan de ti, genera también una dependencia muy grande y cuando ella se queda sin él, en cierto modo se queda como la madre sin hijo. Está confundida, ya no sabe para qué es útil, y no quiere dejarlo ir porque dejarlo ir es renunciar a una parte de nosotros mismos. Toda la novela gira en torno a cómo aprender a afrontar una pérdida.
M.G.- Hablas de temas como el dolor, el amor, el desamor, la pérdida, la ruptura, el rencor,... Son cuestiones que creo que ya abordaste en tus relatos. Te gusta hablar sobre las interioridades del ser humano.
L.F.- Sí porque son esas interioridades de las que menos se hablan. Cuando hablamos con amigos y conocidos siempre contamos lo mismo, que estamos bien y tal,... pero en realidad hay una falta de honestidad para con nosotros mismos y también para con los demás, con respecto a lo que verdaderamente nos pasa. A mí eso me llama mucho la atención.
Yo estuve un tiempo viajando sola por Sudamérica y en ese tiempo conocí a mucha gente, gente que también viajaba sola y con la que te ponías a hablar. No te contaban cosas sobre su trabajo, sino sobre sus dramas personales, problemas existenciales, como mi mujer me ha dejado y por eso estoy viajando, o he tenido problemas con mi padre o mi madre,... Detecté que el problema era que no nos comunicábamos bien o que habíamos perdido la capacidad de comunicarnos las cosas importantes.
M.G.- Pero por qué nos pasa esto? ¿Por qué tendemos a desahogarnos con quienes no conocemos?
L.F.- Porque no podemos permitir que nos juzguen. Si tú y yo fuéramos ahora íntimas amigas y tú me cuentas algo importante, tengo tantos antecedentes de ti que no te voy a escuchar libremente. Te voy a escuchar condicionada por muchas cosas. Sin embargo, cuando somos desconocidos, te voy a ser totalmente sincera porque a mí no me importa nada lo que tú pienses de mí y al revés. Me di cuenta que todos hacíamos lo mismo, que nos sentíamos muchos más libres a la hora de contar algo a un desconocido en vez de a alguien de casa, y no eran cosas banales, sino cosas que no habíamos solucionados.
M.G.- Dolores...
L.F.- Sí.
M.G.- Entiendo. No deja de ser curioso. Pues bien, en esta novela son muy importantes las relaciones entre padres e hijos. Laura tiene una relación muy estrecha con su padre pero este no hace más que criticarla. Y por otro lado, parece que llega un momento en el que ella también justifica a su madre, a pesar de que la madre los abandona.
L.F.- Laura, tras la desaparición de su madre empieza a idolatrarla. Esto es algo que hacemos mucho, tendemos a idealizar con los recuerdos a los que nos han dejado pero esto, en su caso, esto es así hasta que ocurre lo que ocurre con su hermano y ella descubre que la madre los ha metido en un embolado todos estos años. Es normal que hasta ese momento la haya excusado, no tenía toda la verdad en la mano. Luego, al conocer toda la historia, se pasa al otro extremo y no la quiere volver a ver. Laura ha ido siempre de un lado emocional a otro pero porque no ha tenido nunca toda la información. Esto es algo que nos pasa mucho, juzgamos a la gente sin tener la historia completa.
M.G.- Todo el mundo habla de lo complicado que es ser padre, que los hijos no traen manual de instrucciones pero ¿qué pasa con los hijos? Nadie habla de lo difícil que es ser hijo en cualquier situación y más aún en una familia rota, con padres que no se quieren,... ¿Por qué nadie se fija en eso con lo complicado que es?
L.F.- No, nadie y verdaderamente es algo muy complicado. Después de ir adquiriendo todos esos pesos desde pequeño, eres incapaz de gestionar tu propia vida. Si en casa no te han enseñado a querer, no te han dado unos marcos familiares normales, luego no sabes qué hacer. Como padre puedes escoger tener hijos pero como hijo no puedes escoger los padres que tienes.
Una vez me dijo una psicóloga que el padre está obligado a querer al hijo pero el hijo no tiene esa obligación. De alguna manera el padre se tiene que merecer el amor del hijo pero si tú sientes que no quieres a tu padre se generan en tu interior unos traumas terribles. No debería ser así porque si tu padre no ha hecho nada para que lo quieras, ¿por qué lo tendrías que querer? Pero ya sabes que vivimos en una sociedad en la que se idealiza el concepto de la familia y surgen muchos problemas.
M.G.- Sí y surgen adultos que como tú has dicho arrastran muchos traumas desde la infancia y que luego repercuten en su propia vida.
L.F.- Totalmente pero porque no tienen las herramientas necesarias. Los cinco o siete primeros años de vida es lo que te marca en tu trayecto vital. Si tú durante esos primeros años no tienes una persona que te abrace, te achuche, te mime mucho, eso de mayor lo vas a buscar de alguna manera y probablemente no de la manera más adecuada.
M.G.- Hay algo que me gusta mucho en esta novela. Aunque tiene un fuerte carácter reflexivo e intimista, también tiene un ligero toque de suspense. Casi toda la novela se vertebra alrededor de la expresión «todo aquello» que suele aparecer en cursiva. Ese «todo aquello» genera intriga porque el lector se queda pensando en qué es todo aquello que perturba tanto a Laura.
L.F.- Vivimos con tabús y con cosas que no se pueden decir o que no nos atrevemos a decir. Laura vive una experiencia que no quiere mencionar como si con ello pudiera borrarlo de la realidad, que no exista. Esto es algo que hacemos mucho y que yo misma he vivido. Claro, el lector tiene que averiguar qué es todo aquello que Laura no quiere ni pronunciar.
M.G.- Y Laura tiene tanto miedo de pronunciar eso que, a pesar de que nos habla en primera persona todo el tiempo, en ese capítulo en el que se cuenta lo que ocurrió, elige la tercera, como si quisiera poner tierra de por medio.
L.F.- Sí, es que ella no está preparada para contar ese tipo de cosas en primera persona. A lo largo de la novela elude mencionar lo que ocurrió hasta que llega un momento que no tiene más remedio que abordarlo, hace un esfuerzo tremendo porque su dolor es tan personal, cuesta tanto asumirlo, que no puede hablar en primera persona.
M.G.- Es muy duro. Y bueno, tenemos a Laura la escritora, tenemos a Laura la protagonista, ambas sois editoras. Resulta inevitable preguntar por los paralelismos entre ambas Lauras.
L.F.- Todas las cosas concretas, la profesión, los lugares,... son reales. He estado trabajando en Nueva York, vivo cerca de donde vive la protagonista,... No me sale inventarme sitios en los que no he estado. Al principio, aunque le puse Laura al personaje principal, pensé que era una novela en la que no hablaría nada de mí misma y que cuando llegara al final le cambiaría el nombre pero luego, cuando la acabé, me di cuenta que se había fundido un poco la persona real con la imaginaria. Ficcioné realidad y me dije a mí misma que aunque no era de Ibiza, no tenga ese padre y tal,... he vivido todo esto de alguna u otra manera. Los duelos pueden ser de muchas cosas, las incertidumbres derivar de otras muchas,... Al final pensé que lo mismo no era necesario cambiarle el nombre y así se quedó como Laura.
M.G.- ¿Y Pablo? ¿Cómo construiste ese personaje tan sensible, tan emotivo, tan tierno?
L.F.- Me gustan muchos los niños, su inocencia. Quería retratar su fragilidad, algo que me parece muy entrañable para ponerla en un personaje. Pablo aporta un contrapunto de luz. En momentos de mucha oscuridad, Pablo con su sensibilidad, ayuda a que unos se salven de otros.
M.G.- Es un personaje muy completo. No solo es su niñez sino en su época adulta en la que vuelca toda su sensibilidad en los cuadros.
L.F.- Pintar es la única manera que Pablo conoce para huir de su propia oscuridad.
M.G.- ¿Y de Ibiza qué me dices? Hay un cierto simbolismo en la novela con la isla, como también lo hay con una caja roja de la que no quiero desvelar nada. Digamos que todos se quieren alejar de Ibiza en un momento dado pero tienen la necesidad de volver porque hay que cerrar viejas heridas.
L.F.- Ibiza es casa. Muchas veces huimos de casa, la vendemos y tiramos todos los trastos pero casa sigue siendo un concepto, el concepto de haber crecido en esa playa frente al mar. Al final, casa pasa por traer una caja de vuelta y dejar ahí lo último que tiene que dejarse, que es el pasado, por mucho que nos duela, por mucho que tengamos que ir a Nueva York cargando la misma cajita y llevarla de vuelta al mismo.
M.G.- Pues Laura no quiero cerrar la entrevista sin preguntarte cómo surge esta historia.
L.F.- Hace algunos años estaba con un amigo en Ibiza y paramos en La Xanga, la playa de la novela. Y me imaginé cómo tenía que ser vivir ahí, una familia con dos niños pequeños, una casa delante del mar, con una isla en el horizonte. Pensé que había mucho aislamiento, la isla, una familia sola,... De repente empezó a surgir la historia poco a poco y salió esto.
M.G.- Pues te ha salido una historia en la que da gusto bucear. Laura es un personaje con el que me he sentido cómoda porque la he entendido y he compartido su dolor, sus dudas y sus miedos. Por otra parte, a Pablo es inevitable cogerle cariño porque lo ves indefenso y te imaginas lo que va a ocurrir y lo quieres retener a tu lado. Me ha gustado mucho leer esta novela.
L.F.- Te lo agradezco mucho. Es una alegría saberlo, de verdad.
M.G.- Gracias por este ratito de charla. Te deseo muchas más historias como esta.
L.F.- Gracias a ti.
Puedo poneros cara. De todos los que pasáis por aquí, sé a quién va a gustar esta novela, quién se va a sentir tentado y querrá leerla, quién va a disfrutarla y quién va a atesorarla. Vosotros, que os conocéis mejor que nadie, también lo sabéis, así que no puedo más que animaros a leerla. No la dejes escapar.
[Algunas ilustraciones e imágenes tomadas de Google]
No he leído nada de la autora por el momento, pero desde luego este librito tiene una pinta excelente.
ResponderEliminarUn lujazo que una editorial como Alfaguara haya confiado en ella a ojos cerrados, así que enhorabuena.
BEsotes.
Muchas gracias por esta entrevista! Me ha gustado conocer a esta joven autora.
ResponderEliminarBesotes!!!
Estoy justo leyéndolo ahora y me ha encantado leer la entrevista.Gracias.
ResponderEliminarBesos
Gracias por la entrevista. Justo anoche comencé la novela.
ResponderEliminarBesos.
Leí su anterior libro de relatos y me gustó mucho. Este me gustaría leerlo :D
ResponderEliminarGracias por la entrevista. NO he reparado mucho en el libro hasta ahora.
ResponderEliminarEstupenda entrevista. Me cae muy bien la autora, ya la conocía por "Piscinas vacías" y el hecho de haber empezado desde abajo, con un libro autoeditado y luego el fichaje por Alfaguara me parece sugerente y alentador para otros escritores nóveles. Con esta novela tengo mis dudas, pero no me importaría leerla: es la mejor manera de despejar prejuicios. Coincido con ella respecto al problema de la comunicación, de hecho he leído hace poco "La señora Dalloway" de Virgina Woolf y trata ese tema entre otros, porque da mucho juego.
ResponderEliminarUn abrazo.
Una gran novela y una de las características que más me llamó la atención de la autora fue su sinceridad en ciertos temas y la eterna sonrisa que mostró durante el encuentro.
ResponderEliminarGracias por este pedazo de entrevista. Ay, Marisa, tú que dices conocernos...¿ crees que me gustará? La tengo esperando en el estante.
ResponderEliminarBesos
Concretamente, a ti, sí! Estoy convencida. Besos
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