martes, 8 de agosto de 2017

ENTREVISTA a RAY LORIGA (Rendición).

megustaleer - Ray LorigaAutor

Ray Loriga (Madrid, 1967), novelista, guionista y director de cine,es autor de las novelas Lo peor de todo (1992), Héroes (1993), Caídos del cielo (1995), Tokio ya no nos quiere (1999), Trífero (2000 y 2014), El hombre que inventó Manhattan (2004), Ya sólo habla de amor (2008), Sombrero y Mississippi (2010), El bebedor de lágrimas (2011) y Za Za, emperador de Ibiza (2014), y de los libros de relatos Días extraños (1994), Días aún más extraños (2007) y Los oficiales y El destino de Cordelia (2009). Su obra literaria, traducida a catorce idiomas, es una de las mejor valoradas por la crítica nacional e internacional. Como guionista de cine ha colaborado, entre otros, con Pedro Almodóvar y Carlos Saura. Ha dirigido las películas La pistola de mi hermano, adaptación de su novela Caídos del cielo, y Teresa, el cuerpo de Cristo. Ha colaborado en publicaciones como Ajoblanco, El Europeo, El País y El Canto de la Tripulación.

megustaleer - Rendición (Premio Alfaguara de novela 2017) - Ray LorigaSinopsis

¿Quiénes somos cuando nos cambian las circunstancias?

La guerra dura ya una década y nadie sabe a ciencia cierta cómo transcurre, qué bando fue el agresor y cuál el agredido. En la comarca, la vida ha continuado entre el temor a la delación y la añoranza de los que fueron al frente.  Cuando llega el momento de evacuar la zona por seguridad, él emprende camino junto a su mujer y al niño Julio, que ayuda a amortiguar el dolor por la ausencia de los hijos soldados. 

Un futuro protegido parece aguardarles en la ciudad transparente, donde todo es de dominio público y extrañamente alegre. Allí los recuerdos desaparecen; no existe intimidad, ni siquiera se puede sentir miedo. Hasta el momento en que la conciencia despierta y se impone asumir las consecuencias.

[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]


************************************

La semana pasada, al anunciaros que me cogía vacaciones, os comenté que tenía intención de publicar algunas entrevistas que aún estaban pendientes. La que realizamos a Ray Loriga en el mes de junio era una de ellas. He considerado que, dado que Loriga se ha alzado recientemente con el Premio Alfaguara de Novela, no podía quedar en el tintero hasta el mes de septiembre, máxime cuando, de Rendición, el jurado del premio ha dicho que se trata de «Una novela kafkiana y orwelliana sobre la autoridad y la manipulación colectiva, una parábola de nuestras sociedades expuestas a la mirada y al juicio de todos». Así que, aquí la tenéis.  Esto es lo que Ray Loriga nos contó.

Marisa G.- Ray, en primer lugar muchas felicidades por ese premio. A un autor con una trayectoria como la tuya no le hacen falta premios para reafirmarse aunque siempre vienen bien, ¿verdad?

Ray L.- Muchas gracias. Y sí que viene bien. Viene bien en todos los sentidos, no solamente en lo crematístico, por ser finos, sino también por la exposición, la difusión por Hispanoamerica que te permite llegar a más lectores. Aunque de todos modos, con el libro anterior estuve en la Feria de Bogotá, en Guadalajara,... Siempre he viajado con los libros. No obstante, esto es más brutal. Por otro lado, hay que tener en cuenta el prestigio del jurado, tan exquisito. Son colegas a los que he leído, salvo a Eva Cosculluela, la librera de Zaragoza a la que conozco y además escribe crítica literaria. También habría que considerar los antecedentes, los anteriores premiados,... Todo eso junto hace que uno siga con ganas de seguir trabajando.

M.G.- Te he leído decir que es un premio honesto. Algo muy importante.

R.L.- Lo he dicho muchas veces y la gente lo dudará mil veces más porque aquí parece que todo es sospechoso. Yo yo he sido jurado de ese premio y no supe nunca quién estaba debajo de cada plica. Ni yo lo supe ni la editorial me dio nunca ninguna pista de quién podría ser.

M.G.- Has escrito novelas, relatos, guiones de cine. No solo eres escritor, también has dirigido dos películas. Una que es una adaptación de una de tus novelas y la otra Teresa, el cuerpo de Cristo. Me llama la atención que te fijaras en la religiosa para hacer la película.

R.L.- En una santa de Ávila y de Triana. Lo dije en su día, me gustaba mucho la figura de Teresa. La he leído con frecuencia. Para empezar es la primera mujer doctora de la Iglesia en un tiempo muy duro para las mujeres, muy difíciles. Lo sigue siendo ahora así que imagínate antaño. Además era muy buena escritora y muy  buena lectora. La santa patrona de todos los escritores católicos del mundo.

M.G.- ¿En serio? Eso no lo sabía.

R.L.- Eso lo sabe poca gente. Lo que incluye a Samuel Beckett y por supuesto a todos los irlandeses. Todo eso me hacía ilusión porque, aunque no sea especialmente creyente, me interesaba la dimensión intelectual de esta mujer.

M.G.- A Santa Teresa no le gustaba absolutamente nada esta ciudad en la que estamos, Sevilla. 

R.L.- No lo pasó muy bien por aquí.

M.G.- Eso he leído. Por lo visto, también comentaba que a las sevillanas se nos nota en la mirada que estamos  alejadas de Dios.

R.L.- Tenía carácter la mujer. En Madrid no la dejaban ni entrar.


M.G.- Carácter fuerte, sí. Bueno centrémonos en Rendición. Se dice que es una novela con un toque distópico y digo solo «un toque» porque es verdad que dibujas un mundo diferente al que vivimos pero también hay similitudes con nuestra realidad.

R.L.- La verdad es que lo de las distopía lo voy a quitar de la promoción porque esta novela habla de hoy, de aquí y de ahora. Al menos ese era mi empeño aunque utilizara el territorio de la fábula y algo que me inventé que se llama «retrofuturo», aunque tampoco me lo he inventado del todo. Son esos futuros que nunca llegaron a ser. En realidad, quería hablar de mis dudas de este hoy, de este aquí y de este ahora. Y cuando digo de este aquí no me refiero a Sevilla o a España, me refiero, como mínimo, al mundo occidental.


M.G.- Pero de todos modos Ray, tú aquí planteas cuestiones que enlazan con esta distopía de la que hablamos. Por ejemplo hay una guerra que dura diez años, un sistema de seguimiento de las personas,... Pero también te digo que las emociones y las sentimientos del narrador son muy de este mundo.

R.L.- Exacto. Lo que he intentado es un acercamiento casi hiperrealista a una fábula, aunque no sé si lo he conseguido. Los personajes se hacen inventario constante de su situación y comprueban, por ponerte un ejemplo, cuántas latas de atún les quedan. Quería jugar con dos técnicas, con esos dos mundos. Uno parece el futuro pero luego está ese conteo de la realidad, el saber que nos quedan exactamente dos latas de atún, una botella de vino,... Y cada vez nos va quedando menos.


M.G.- En la sinopsis figura la siguiente pregunta: «¿Quiénes somos cuando nos cambian las circunstancias?» ¿Esta interrogación define, explica, justifica toda la novela?

R.L.- De alguna manera sí. A circunstancias distintas, ¿quiénes somos de verdad? ¿Qué es del poderoso cuando pierde el poder? ¿Qué es del humilde cuando lo gana? De todas esas cuestiones es de las que quería hablar. 

M.G.- Y lo haces a través de un matrimonio que acoge a un niño que aparece de repente en la puerta de la casa. Me resulta curioso que tengas la costumbre de no poner nombres a los personajes. En Rendición, hay personajes que sí lo tiene pero los principales no, ¿por qué?


R.L.- Bueno, en algunas de mis novelas sí lo tienen y en otras no. Tengo una novela que se llama Trífero, es el apellido del protagonista -Saúl Trífero-. En Tokio no nos quiere, el protagonista es un hombre que va olvidándolo todo y al final no recuerda ni su nombre. En esta lo que pretendía era invitar al lector, de alguna manera, a un monólogo interior donde el personaje no está contando al lector lo que le sucede, ni lo que piensa, ni lo que siente, sino que se lo está contando a sí mismo, con lo cual él sí sabe cómo se llama y a su mujer él la llama «Ella» porque él sí sabe cómo se llama su mujer, y sabe de qué país está hablando, de qué guerra,... He intentado ese equilibrio sutil para que el lector pudiera asistir a una narración donde el personaje obvia las cosas que da por sentadas.

M.G.- Es como si estuviera escribiendo un diario.

R.L.- Es un runrún de su cabeza. Ni siquiera tiene la intención de dejar nada por escrito. El personaje va reaccionando según van sucediendo las cosas.

M.G.- En este matrimonio, entre él y ella, hay diferencias culturales. Ella es mucho más culta mientras él es más ignorante. No sé si esto ha influido a la hora de elegir la voz narradora. ¿Por qué contar la historia a través de él y no de ella?

R.L.- Bueno, alguna voz tenía que elegir pero normalmente me he sentido más confortable con una voz masculina. De todos modos tengo un personaje, Virginia, una joven periodista que reaparece en algunos de mis libros como por ejemplo El hombre que inventó Manhattan con la que me divierto mucho. En cualquier caso, lo que me sale más natural es escribir con la voz de un hombre porque para mí, está claro, es más cercano. Esto no quiere decir que sea más fácil porque todas las voces son difíciles en literatura. Y ese hombre no se parece a mí en nada. 

M.G.- Me gusta que lo aclares porque quería preguntártelo. De todos modos, y como digo, hay diferencias culturales entre él y ella. Él tiene un sentido muy fuerte de lo que es el bien y el mal, al menos yo así lo percibo.

R.L.- Bueno tiene las verdades del barquero. Que nadie se piense que el tipo este le va a descubrir ahora... Lo que yo he intentado en el libro es, una vez creada esa voz y ese personaje, ser justo con esas reglas y no incluir mi voz por encima de la suya.

M.G.- Pero en comparación con ella... Ella es mucho más manipulable.

R.L.- Ella se adapta mejor al entorno. 

M.G.- Más maleable, entonces.

R.L.- No lo sé. Quizá la palabra sea versátil. El matiz es muy fino. Ella se adapta mejor en un mundo darwinista. Antes se hacía hincapié en la constancia del ser humano. Ahora todo el mundo dice que la capacidad del futuro es la flexibilidad, la capacidad de cambiar y adaptarte a una nueva circunstancia. Y es en esa situación en la que yo quería indagar y ver si los lectores comparten conmigo algunas de mis dudas, mis inquietudes,...

M.G.- A ver, no hay necesidad de elegir entre un personaje u otro pero si como lectora me tengo que posicionar, y siguiendo la corriente del maniqueísmo, yo me quedo con él. Me parece mejor persona.

R.L.- Una valoración injusta porque ella no llega a explicarse por sí misma. Solo sabemos de ella lo que él nos cuenta.

M.G.- Hombre, visto así...  No lo había pensado.

Bueno,  ¿y qué cuentas de Julio, el niño que acoge el matrimonio? ¿Qué papel pretendías que jugara en la narración?


R.L.- Tampoco te puedo contar mucho pero pretendía que creara inquietud porque primero el niño no habla, no sabemos de dónde viene, no sabemos si pertenece al enemigo. Lo único que sabemos es de la necesidad del matrimonio por llenar la ausencia de sus hijos con otro cariño y otro cuidado. Él teme que la primera palabra que el niño diga no sea «Gracias» y esa inquietud es la que cruza toda la novela.

M.G.- A él lo veo evolucionar a lo largo de la historia. Es un personaje que se hace mil preguntas y que reafirma esa teoría de que a los gobiernos no les interesa un pueblo que piensa por sí mismo.

R.L.- No, no... Si ya hemos consensuado entre unos cuantos ¿para qué vas a opinar tú? También he querido indagar en estos temas que no son estrictamente políticos, sino sociales. Es decir, la política es la organización de lo social. Somos un grupo y nos tenemos que organizar de alguna manera. O eso o nos matamos en una guerra. Quería plantear qué lugar tenía la identidad de cada uno, la identidad individual, y cómo es juzgada por el consenso general. Si eres un estorbo para nuestra felicidad, nosotros decidiremos. Te dejaremos la libertad de expresión pero no nos interesa un pimiento. 

M.G.- Rendición es una novela de frases potentes.

R.L.- En el fondo es literatura.

M.G.- Sí pero hay literatura que te hace reflexionar y en esta novela hay mucha reflexión.

R.L.- La buena literatura tiene que ir asociada a la reflexión. Con esto no quiero decir que la mía lo sea. No presumo de eso.

M.G.- Bueno, la crítica y los lectores lo dicen.




R.L.- Sí, han salido críticas muy serias, de muy buenos críticos literarios que casi me avergüenzan pero por otro lado me alegran mucho. Esto es ditirambo, elogio por encima de mérito que yo agradezco mucho. Ellos piensan que es una buena novela y tampoco quiero pecar de falsa humildad porque es lo que yo pretendía conseguir, una buena novela, buena literatura pero la literatura pasa por mil cosas, el sonido, el ritmo, el fraseo,... Y por supuesto está la intención y el hecho de llegar al lector. Es muy difícil conseguir todo eso. Ese es el trabajo de un escritor. 



M.G.- Pero volviendo a esas frases contundentes que te menciono, he ido subrayando muchísimas. «Se obedece porque conviene y se duda porque se piensa», o «Todo son buenas palabras hasta que uno quiere hacer algo por sí mismo, entonces surgen los problemas». Si agrupamos todas estas frases casi se puede formar un catecismo.

R.L.- (Risas)

M.G.- Vale, vale. Ya sé que puede sonar raro pero es que son las impresiones que a mí me ha causado tu novela. (Risas)

R.L.- Tus impresiones son las que me interesan porque tú eres la lectora. Para bien o para mal, la opinión del lector es el destino final de todo este viaje que hacemos los escritores. Así que me parece bien todo lo que la novela te haya causado porque yo lo que quiero es conseguir provocar algo en el lector, llegar al lector de alguna manera. Con lo cual tu opinión sí me importa.

M.G.- Yo creo que esta novela lo consigue. A mí por ejemplo me ha mantenido enganchada y cuando he llegado a los capítulos finales le pegas un giro a los acontecimientos de puro vértigo, pero de eso mejor no digamos nada.

R.L.-  No, eso mejor que lo descubran.

M.G.- Y a ver, Rendición es una novela en la que el protagonista lo pasa regular, sin embargo hay muchos toques de humor.

R.L.- No puedo vivir sin el humor. Mis escritores favoritos lo tiene.

M.G.- Pero es un humor muy socarrón.

R.L.-  Si cada diez páginas no hay humor entonces mejor nos pegamos un tiro, pero no solo en la novela, sino en la vida y en todo. (Risas) 

M.G.- Además de verdad. Bueno Ray, vamos ya llegando al final. En tu novela yo percibo una crítica a la parsimonia. ¿Es invención mía?

R.L.- Siendo poco hipócritas es que aspiramos al bienestar. Esa es nuestra meta.

M.G.- A complicarnos poco la vida.

R.L.- Nada. Lo menos posible. Cervecita, vacaciones y jubilación anticipada. Un buen sueldo o paga, asistencia sanitaria,... No tenemos más sueños. Y no me parece ni bien ni mal pero se puede decir. Yo no estoy por encima de ese juicio porque me incluyo. Hasta que a mí no me toquen lo mío, lo mismo ni me quejo.

M.G.- Pero, con esa actitud tan pasiva, es normal que nos pase lo que nos pasa.

R.L.- Es que no es tan pasiva porque hay que matarse a trabajar para conseguir ese poco.

M.G.- Pues sí. Es verdad.

R.L.- Nos matamos a trabajar para conseguir ese poquito de bienestar para nosotros y para los nuestros. Y a partir de ahí, si es con una cervecita y encima a la sombra pues mejor incluso. Y si es delante del mar, ni te cuento. Que yo vivo en Madrid y tengo que mirar a la acera.

M.G.-  Bueno, te queda el río.

R.L.- Llamar río a eso es mucho decir. (Risas)

M.G.- También, también.

Última pregunta, el título. A pesar de que el protagonista intenta luchar se rinde varias veces a lo largo de la novela.

R.L.- Se van rindiendo constantemente pero me gustaría pensar, y esto me lo dirán los lectores, que hay una especie de epifanía al final, un instante de lucidez.

M.G.- Pero hay mucho pesimismo, ¿no?

R.L.- Quizá el protagonista termina comprendiendo que los demás tienen razón. Esa quizá sea su última rendición.

M.G.- Precisamente por ahí voy, sí.

R.L.- Tampoco empeñarse en lo absurdo es una victoria. Lo que me gusta es jugar con esos matices para que el lector tome sus decisiones y no se lo tenga que dar yo todo mascado.

M.G.- Correcto. Ray, aquí lo dejamos. Te agradezco muchísimo este rato que has compartido con nosotros y te felicito de nuevo.

R.L.- Muchas gracias. Ha sido un placer.

Placer fue el mío al poder conversar con Ray Loriga. Espero que os haya gustado. Animaros a leer su novela. Rendición es otro mundo, nunca mejor dicho. 


[Algunas ilustraciones e imágenes tomadas de Google]

5 comentarios:

  1. Muy interesante, Marisa. Ray Loriga siempre da juego, es puro ingenio. Rendición me pareció un buen libro, aunque diferente a lo que yo al menos esperaba de este autor, visto los precedentes.
    Disfruta del verano.

    ResponderEliminar
  2. Qué buena entrevista, Marisa. Gracias!
    Besos.

    ResponderEliminar
  3. Qué interesante, pero qué interesante. Creo que he aprendido mucho de este escritor en lo que, al menos a mí, más me interesa: su visión escritora. Gracias tocaya, un increíble trabajo el tuyo. Abrazos.

    ResponderEliminar
  4. hola marisa! me encanta la reseña y como vas a la yugular, es un decir, y no dejas nada sin preguntar, colosal! gracias, la tendremos en cuenta, me gusta eso de las frases potentes y que es una literatura para reflexionar. gran trabajo! abrazosbuhos.

    ResponderEliminar
  5. hola marisa! hoy llegamos de visita y nos llevamos tu entrevista, que nos parece muy, muy interesante. gracias por compartirla! saludosbuhos.

    ResponderEliminar