Rosa Montero nació y estudió Periodismo y Psicología. Ha publicado las novelas Crónica del desamor (1979), La función Delta (1981), Te trataré como a una reina (1983), Amado Amo (1988), Temblor (1990), Bella y Oscura (1993), La hija del caníbal (1997, Premio Primavera de Novela), El corazón del Tártaro (2001), La loca de la casa (Alfaguara, 2003; Premio Qué Leer 2004 al mejor libro del año, Premio Grinzane Cavour 2005 y Premio Roman Primeur 2006, Francia), Historia del Rey Transparente (Alfaguara, 2005; Premio Qué Leer 2005 al mejor libro del año, y Premio Mandarache 2007), Instrucciones para salvar el mundo (Alfaguara, 2008; Premio de los Lectores del Festival de Literaturas Europeas de Cognac, Francia, 2011), Lágrimas en la lluvia (2011), Lágrimas en la lluvia. Cómic (2011; Premio al Mejor Cómic 2011 por votación popular en el Salón Internacional del Cómic de Barcelona), La ridícula idea de no volver a verte (2013; Premio de la Crítica de Madrid 2014), El peso del corazón (2015); el libro de relatos Amantes y enemigos (Alfaguara, 1998; Premio Círculo de Críticos de Chile 1999), y dos ensayos biográficos, Historias de mujeres y Pasiones, así como cuentos para niños y recopilaciones de entrevistas y artículos. Desde finales de 1976 trabaja de manera exclusiva para el diario El País, en el que fue redactora jefa del suplemento dominical durante 1980-1981. En 1978 ganó el Premio Mundo de Entrevistas, en 1980 el Premio Nacional de Periodismo para reportajes y artículos literarios y en 2005 el Premio de la Asociación de la Prensa de Madrid a toda una vida profesional. Su obra está traducida a más de veinte idiomas.
«Al final todo acaba por desembocar en el amor. Y en el daño».
Una noche de ópera, Soledad contrata a un gigoló para que la acompañe a la función y así poder dar celos a un examante. Pero un suceso violento e imprevisto lo complica todo y marca el inicio de una relación inquietante, volcánica y tal vez peligrosa. Ella tiene sesenta año; el gigoló, treinta y dos.
Desde el humor, pero también desde la rabia y la desesperación de quien se rebela contra los estragos del tiempo, el relato de la vida de Soledad se entreteje con las historias de los escritores malditos de la exposición que está organizando para la Biblioteca Nacional.
La carne es una novela audaz y sorprendente, la más libre y personal de las que ha escrito Rosa Montero. Una intriga emocional que nos habla del paso del tiempo, del miedo a la muerte, del fracaso pero también de la esperanza, de la necesidad de amar y de la gloriosa tiranía del sexo, de la vida entendida como un lance fugaz en el que devorar o ser devorado.
[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]
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El martes pasado, Fesaro de Libros en el petate y yo, tuvimos la estupenda ocasión de sentarnos a hablar con Rosa Montero sobre su última publicación La carne, una novela fascinante que me ha sabido a poco. Tener a una autora de su talla es todo un privilegio y más teniendo en cuenta que es una mujer natural y espontánea. Bombardeada por las preguntas de uno y otro, siempre mantuvo la sonrisa y nos desveló muchos datos sobre esta, su última novela. Esto es lo que nos contó.
Marisa G.- Rosa, eres una autora con una larguísima trayectoria que mantiene novela tras novela, su estatus literario. Ya sabemos que publicar una primera vez es muy complicado pero mantenerse en una buena posición en el ranking es lo realmente difícil. ¿Cómo se consigue?
Rosa M.- No sé cómo se hace. A mí me parece alucinante. La verdad es que cuando me pongo a pensar no puedo sentirme más agradecida. Llevo treinta y siete años publicando novelas, unas gustan más, otras menos, pero todas han ido muy bien. Me siento casi bendecida.
Dice Clara Obligado en un ensayo literario que si una persona lee un libro a la semana desde los 8 años hasta los 80, -que ya está bien; sería un pedazo de lector con un pedazo de vida-, solo leería tres mil libros en toda su vida. A mí esto me parece poquísimo. Así que, teniendo en cuenta tales cifras, que cojan un libro mío y lo lean, me parece un premio más gordo que el de la Bonoloto. Así que a tu pregunta, no lo sé, la verdad.
Dice Clara Obligado en un ensayo literario que si una persona lee un libro a la semana desde los 8 años hasta los 80, -que ya está bien; sería un pedazo de lector con un pedazo de vida-, solo leería tres mil libros en toda su vida. A mí esto me parece poquísimo. Así que, teniendo en cuenta tales cifras, que cojan un libro mío y lo lean, me parece un premio más gordo que el de la Bonoloto. Así que a tu pregunta, no lo sé, la verdad.
De todos modos, una de las cosas que tienes que hacer como escritor es ser cada vez más libre. Ahí radica la madurez del escritor, y ser más libre significa serlo hasta de las propias expectativas, simplemente llegar a borrarte, borrar tu yo y dejar que la historia te atraviese y aprender de ella. Yo no pregunto cuántos ejemplares tiran de mis novelas en la primera edición, no pregunto cómo va, jamás entro en una librería a ver si está mi libro,... Es como un ejercicio que tienes que hacer porque además es algo muy turbador y forma parte de las cadenas que tienes que romper.
Decía Julio Ramón Ribeyro que una novela madura exige la muerte del autor y lo decía de manera metafórica, claro. Pero realmente es así. Tienes que borrar el yo consciente.
M.G.- ¿Y haciendo alusión a esa libertad que mencionas es por lo que la editorial califica La carne como tu novela más libre y personal?
R.M.- Bueno, no. Son cosas que se suelen decir en las notas de prensa. Yo creo que todas mis novelas son muy personales en el sentido de que salen del inconsciente, del corazón, de lo que tú eres y que ni siquiera sabes. Todas son muy íntimas.
En cualquier caso, sí creo que estoy en mi periodo de madurez, de plenitud, no sé si he alcanzado el tope o no pero sí siento que las últimas novelas como La ridícula idea de no volver a verte, El peso del corazón y esta están fluyendo de una manera distinta de las anteriores. Están saliendo con una fertilidad y una emoción tremenda. Como si las palabras y las historias estuvieran bailando conmigo, levantando los pies del suelo.
En cualquier caso, sí creo que estoy en mi periodo de madurez, de plenitud, no sé si he alcanzado el tope o no pero sí siento que las últimas novelas como La ridícula idea de no volver a verte, El peso del corazón y esta están fluyendo de una manera distinta de las anteriores. Están saliendo con una fertilidad y una emoción tremenda. Como si las palabras y las historias estuvieran bailando conmigo, levantando los pies del suelo.
Una de las cosas esenciales que tiene que aprender el escritor es a mantener la distancia narrativa, que además sería otra manera de borrar el yo del que te hablaba antes. Para conseguir esa distancia y alcanzar la universalidad es necesario hablar de mundos que no tienen nada que ver contigo. Y por eso, mis personajes y los mundos de mis novelas son muy lejanos a mi mundo. Así, lo mismo escribo de una cantante de boleros analfabeta, de un androide del siglo XXII - Bruna Husky-, un personaje que además se parece mucho a mí, escribo sobre una sierva de la gleba que se hace guerrera, de un taxista,... Pero, ¿qué es lo que ocurre? Pues que llevaba un tiempo queriendo volver a una realidad muy cercana a mí, porque siendo ya más madura, mi pequeña vida no se iba a interponer o mi biografía no iba a empequeñecer la historia. Quería hacer una novela ambientada en el Madrid contemporáneo, con personajes intelectuales de más o menos de mi edad. Y esto sí que es otro paso hacia la libertad.
M.G.- En esta novela, como bien dices, tocas temas muy humanos y que nos afectan a todos y que nos preocupan, especialmente a los que vamos encarrilando una edad.
R.M.- Pues sí, pero fíjate que estoy feliz y encantadísima porque la novela lleva en la calle ocho días y en las tres presentaciones que llevo, se me ha acercado mucha gente a contarme que se han sentido muy identificados y no te hablo de gente de cincuenta, sesenta o setenta años. Te hablo de chicos y chicas jóvenes, como de treinta años, que se han sentido afines a la protagonista. Así que yo creo que trata de algo muy esencial, el paso del tiempo, la vida, cómo nos vamos cargando con una mochila a las espaldas que contiene todos nuestros errores, nuestras frustraciones, el daño que hemos hecho, el que nos han hecho, los sueños rotos,... Todo eso pesa muchísimo. ¿Qué hacer con eso? En definitiva, de lo que se habla es del amor, de la necesidad del amor, del desamor, del invento del amor,... Todo eso lo puedes vivir con la edad que sea y por eso los jóvenes también se sienten identificados.
M.G.- Rosa, yo interpreto tu novela como un exorcismo, como si al escribir sobre estos temas se les hiciera frente a aquello que nos da miedo y por lo tanto espantáramos a los fantasmas.
R.M.- Sí, de alguna manera es una forma de intentar convivir con todo aquello que te asusta.
M.G.- Soledad es el protagonista principal de tu novela, una mujer de sesenta años, con un buen trabajo, que mantiene un buen tipo, inteligente, bella. Es un personaje a la que he querido desde la primera línea hasta el final.
R.M.- ¡Qué bien! Pero es tremenda, ¿eh? Es rabiosa, envidiosa,...
M.G.- Sí, es un personaje muy completo y además me ha pasado que, al llegar al desenlace, me ha producido sentimientos encontrados. Por un lado, he sentido pena pero por otro lado he aplaudido su decisión, su actitud, ese cambio de comportamiento. No sé si pretendías provocar estas reacciones en el lector.
R.M.- Ella es reflejo de la fuerza de la vida. Creo que su actitud es lo más sensato en su personaje y especialmente en ese final que no vamos a desvelar.
Como siempre digo, y esto ya lo sabréis, yo escribo novelas de supervivientes y el superviviente es el que no ceja nunca de vivir y así es Soledad. Pero fíjate qué curioso, Soledad es una mujer muy misógina y yo he odiado toda mi vida a las mujeres misóginas. Sin embargo a Soledad la entiendo y la he llegado a querer mucho también.
M.G.- Pues sí, se la quiere, a pesar de ese inicio tan lleno de venganza...
R.M.- Y esa furia pueril porque cuando estamos despechados por amor cometemos las tonterías más grandes porque somos así y el amor siempre es niño y por eso se representa como un niño. Nunca crecemos para el amor.
M.G.- La pobre también acarrea mucho lastre del pasado.
R.M.- Un lastre tremendo que lo vamos a ir conociendo a medida que avancemos en la lectura, sí. Poco a poco la vas entendiendo. Yo no la juzgo porque no escribes para juzgar sino para entender y a pesar de que yo detesto la misoginia he llegado a entenderla porque me he metido en su piel.
M.G.- Adam, es el otro personaje, el escort que ella contrata para vengarse de su ex amante. Adam no es tan diferente a Soledad, ¿verdad? Tienen rasgos comunes.
R.M.- No, no, tienen algo especular. Soledad, en un momento se confiesa como un monstruo, al igual que Adam porque eso es otro de los temas que se toca en La carne, o en cualquiera de mis novelas, esos personajes heterodoxos que resultan ser más válidos que los personajes de poder que salen en la mayoría de los libros. Soledad tiene miedo a ser diferente, a no dar la talla, a que la rechacen, a caerse de la plataforma de lo admitido socialmente, convertirse en una maldita, a volverse loca. Es fascinante.
M.G.- Y sobre los nombres de los personajes, no están elegidos al azar sino que existe una intencionalidad, ¿verdad?
R.M.- Totalmente. Adam es el hombre, el primer hombre de la tierra. Soledad, que además se apellida Alegre, es como uno de esos chistes negros que a veces hace la vida. Y por otro lado, también está la mala leche de la madre de Soledad por poner esos nombres a sus hijas: Soledad y Dolores.
Pero esto de los nombres también es algo clave que nos desvela el tono de la novela. Creo que La carne trata de cosas profundas, graves y terribles pero contiene un sentido del humor que resulta consolador y que de alguna manera permite colocar cada cosa en su sitio para que no se convierta en un melodrama. El humor es una manera de expresión maravillosa.
M.G.- La novela cuenta con muchos guiños también. Haces uso de personajes reales como la directora de la Biblioteca Nacional, mencionas a otras escritoras como Vanessa Montfort, Lara Moreno o Nuria Labari pero es que ¡incluso tú eres un personaje en la novela!
R.M.- Sí, soy yo y Soledad me pone a parir porque claro como ella odia a todas las mujeres, y sobre todo a la escritoras. Ella quiere escribir pero no se siente capaz. Soledad es muy exquisita, muy ordenada, muy obsesiva y llego yo, siempre tarde, poniendo todo por medio y se mete con mi forma de vestir y mis tatuajes. Me pone buena (Risas)
M.G.- Pero ¿esto es una crítica que te haces a ti misma o es una caricatura?
R.M.- No es una crítica. Es que yo soy así y no me molesta. Soy muy Peter Pan. A veces me veo con estas zapatillas de deportes todo el día, con estas pintas que llevo siempre, pero es que lo hago porque quiero, porque ando mucho todos los días, y voy con mis tatuajes pero entiendo que a Soledad todo esto le moleste (Risas).
M.G.- Imagino que ese pasaje habrá sido muy divertido de escribir.
R.M.- Muy divertido. Me reí mucho pero luego también me venía muy bien porque aprovecho para contarle a a ella qué es lo que hace la escritura para salvarnos y cómo se pueden vivir cosas a través de la escritura. Yo creo que eso ayuda mucho a Soledad.
M.G.- Incluso te atreves a tocar un tema muy delicado en tu vida.
R.M.- Sí, pero es que eso era de cajón. Eso lo sacó el personaje. Fue ella la que me interpeló.
M.G.- Rosa pero, La carne podría haber tratado únicamente de la vida de Soledad, de sus amores, de sus miedos y punto. Sin embargo, incluyes una recopilación de autores malditos, de sus vidas, de hechos peculiares que vivieron y que casi suponen una guía de lectura. ¿Cómo se te ocurre esto?
R.M.- Se me ocurrió desde el primer momento. Mis libros son muy mestizos, muy híbridos, muy rotos porque veo que el mundo es así, está lleno de informaciones contradictorias o que se solapan. No hay una continuidad ni una claridad en la mirada del mundo y eso es lo que yo quiero reflejar en mis novelas.
Hay un libro de un estudioso alemán sobre las novelas de Javier Marías, Antonio Muñoz Molina que me encanta porque se llama Literatura y errabundia, donde se dice que somos escritores errabundos y es verdad que escribimos de manera poco firme pero es que yo siento que la vida es así, poco firme, caminas para un lado para otro, buscas de manera errática porque así es la vida y por eso yo rompo la historias con ingredientes.
Y en este caso todos esos autores malditos que menciono en la novela, de los que cuento algunos pasajes asombrosos de sus vidas, siendo todo verdad, menos una de las historias, sirve a Soledad como espejo porque ella se considera una maldita también.
M.G.- Son historias fabulosas, muchas muy desconocidas para mí y que desvelan otra faz de autores como Anne Perry o Mark Twain. ¿Tú conocías todas estas historias o has tenido que indagar?
R.M.- Sí, lo cuento un poco al final. Conocía muchas porque a mí me gusta mucho leer biografías y las conocí cuando escribí aquellos dos libros: Historias de mujeres y Pasiones. Pero además me he releído Escritores delincuentes de José Ovejero y Desgarrados y excéntricos de Juan Manuel de Prada. El único que he leído de nuevo es No halagaron opiniones de Javier Memba.
M.G.- La música es importante en la novela. Si no me equivoco creo que hay una lista de Spotify por ahí.
R.M.- Sí que la hay sí que dura cuatro horas y tienes todas las músicas de las que se habla en la novela pero también tiene muchas más, jazz, alternativa, electrónica... Creo que me ha quedado una lista muy chula. Me encanta la música, tengo un gusto muy ecléctico.
En Spotify me llamo Salamandra Madrid por si la buscas. La lista es abierta y se llama La carne. Así que si os metéis podéis descargaros la lista.
M.G.- Hay una advertencia al final del libro. Solicitas a los lectores que no cuenten a otros lo que va a ocurrir.
R.M.- Aquí voy a ser vanidosa. Creo que la novela es muy original, muy poco convencional y además pienso que no hay lector que sea capaz de adivinar lo que va a pasar. Sin ser una novela policíaca, y con ese género ya sabemos todos que no podemos hacer spoilers, La carne tiene sangre y persecuciones, pero para recorrer el camino de las emociones que se producen en la novela tienes que permanecer en la ignorancia porque de otro modo no funciona. Si la intriga se desvela pierde fuerza y al no ser una novela policíaca, si no pongo la nota final en el libro, todo el mundo contaría lo que pasa.
M.G.- Bueno Rosa creo que estás haciendo un tour por España para presentar La carne, ahora dentro de un ratito la presentarás en la Biblioteca Infanta Elena.
R.M.- Sí, por España y también tengo que ir a Buenos Aires, a la Feria del Libro en Guadalajara en México,.. a un montón de sitios y llegaremos con ella a la Feria del libro de Madrid. Creo que ese será el punto final de la promoción.
M.G.- Pues yo te deseo mucha suerte. En mi caso la he disfrutado muchísimo y confío en verte pronto por Sevilla.
R.M.- Muchas gracias.
Hay un libro de un estudioso alemán sobre las novelas de Javier Marías, Antonio Muñoz Molina que me encanta porque se llama Literatura y errabundia, donde se dice que somos escritores errabundos y es verdad que escribimos de manera poco firme pero es que yo siento que la vida es así, poco firme, caminas para un lado para otro, buscas de manera errática porque así es la vida y por eso yo rompo la historias con ingredientes.
Y en este caso todos esos autores malditos que menciono en la novela, de los que cuento algunos pasajes asombrosos de sus vidas, siendo todo verdad, menos una de las historias, sirve a Soledad como espejo porque ella se considera una maldita también.
M.G.- Son historias fabulosas, muchas muy desconocidas para mí y que desvelan otra faz de autores como Anne Perry o Mark Twain. ¿Tú conocías todas estas historias o has tenido que indagar?
R.M.- Sí, lo cuento un poco al final. Conocía muchas porque a mí me gusta mucho leer biografías y las conocí cuando escribí aquellos dos libros: Historias de mujeres y Pasiones. Pero además me he releído Escritores delincuentes de José Ovejero y Desgarrados y excéntricos de Juan Manuel de Prada. El único que he leído de nuevo es No halagaron opiniones de Javier Memba.
M.G.- La música es importante en la novela. Si no me equivoco creo que hay una lista de Spotify por ahí.
R.M.- Sí que la hay sí que dura cuatro horas y tienes todas las músicas de las que se habla en la novela pero también tiene muchas más, jazz, alternativa, electrónica... Creo que me ha quedado una lista muy chula. Me encanta la música, tengo un gusto muy ecléctico.
En Spotify me llamo Salamandra Madrid por si la buscas. La lista es abierta y se llama La carne. Así que si os metéis podéis descargaros la lista.
M.G.- Hay una advertencia al final del libro. Solicitas a los lectores que no cuenten a otros lo que va a ocurrir.
R.M.- Aquí voy a ser vanidosa. Creo que la novela es muy original, muy poco convencional y además pienso que no hay lector que sea capaz de adivinar lo que va a pasar. Sin ser una novela policíaca, y con ese género ya sabemos todos que no podemos hacer spoilers, La carne tiene sangre y persecuciones, pero para recorrer el camino de las emociones que se producen en la novela tienes que permanecer en la ignorancia porque de otro modo no funciona. Si la intriga se desvela pierde fuerza y al no ser una novela policíaca, si no pongo la nota final en el libro, todo el mundo contaría lo que pasa.
M.G.- Bueno Rosa creo que estás haciendo un tour por España para presentar La carne, ahora dentro de un ratito la presentarás en la Biblioteca Infanta Elena.
R.M.- Sí, por España y también tengo que ir a Buenos Aires, a la Feria del Libro en Guadalajara en México,.. a un montón de sitios y llegaremos con ella a la Feria del libro de Madrid. Creo que ese será el punto final de la promoción.
M.G.- Pues yo te deseo mucha suerte. En mi caso la he disfrutado muchísimo y confío en verte pronto por Sevilla.
R.M.- Muchas gracias.
Y hasta aquí la entrevista a Rosa Montero. Sobre su novela La carne os hablaré dentro de muy poquito porque la devoré en dos tardes y me gustó mucho.
Espero que os haya resultado interesante la entrevista.
Espero que os haya resultado interesante la entrevista.
Muy interesante la entrevista Marisa, aunque este libro de Rosa no me atrae especialmente, leer a la autora hablar sobre ella me la hace mucho más atractiva. Estaré atenta a tu reseña.
ResponderEliminarUn beso
Qué suerte haber podido entrevistar a Rosa. Sólo he leído su "Historia del Rey Transparente", pero tengo en mente conocer otras de sus obras. Me han entrado muchas ganas de que esta sea la siguiente. Quizá aproveche para adquirirla en la Feria del Libro de Madrid, aunque... ¡anda que no queda!
ResponderEliminarBesos =)
Una entrevista muy muy completa. Esperando la reseña :)
ResponderEliminarBs.
Hola! Muchas gracias por la entrevista, no conocía el libro pero no tiene mala pinta.
ResponderEliminarUn saludo!
Pedazo de entrevista! Muchísimas gracias Marisa.
ResponderEliminarBesotes!!!
Me ha encantado. Al igual que la novela.
ResponderEliminarGracias por la entrevista, como siempre muy completa
ResponderEliminarBesos
Fantástica entrevista y muy interesante Marisa. Cada vez me apetece más su nuevo libro. A ver que te parece.
ResponderEliminarUn beso ;)
Estoy intrigada con esta novela y esa sorpresa que se intenta preservar. Tendré en cuenta lo del Spotify para la lectura que me gusta esa combinación.
ResponderEliminarLo de los nombres, en concreto eso de Soledad Alegre me ha hecho gracia. Me ha gustado la entrevista.
Besos
El libro me ha gustado mucho. Me duró también un par de tardes. Reflexivo y entretenido. Lo recomiendo.
ResponderEliminarEl libro me ha gustado mucho. Me duró también un par de tardes. Reflexivo y entretenido. Lo recomiendo.
ResponderEliminarQué buena entrevista Marisa, y qué buen rato tuvisteis que pasar :)
ResponderEliminar¡Qué envidia! Besos.
ResponderEliminarUna entrevista con gran sabor de boca, sale uno con la sensación de haber conocido a una gran persona.
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