Autor
Pere Estupinyà es un consumidor omnívoro de ciencia que tras estudiar química y bioquímica abandonó su doctorado en genética para dedicarse a la difusión del conocimiento científico. Ha sido Knight Science Journalism Fellow en el MIT y ha trabajado en los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos, y como editor del programa Redes de TVE. También ha sido consultor en la Organización de Estados Americanos y el Banco Interamericano de Desarrollo, y ha escrito en diferentes medios de comunicación. Actualmente reside en Nueva York. No pierde ocasión de robar cerebros científicos con el objetivo de difundir su preciado contenido, buena prueba de ello son El ladrón de cerebros (Debate, 2010), S=EX2 (Debate, 2013) o Comer cerezas con los ojos cerrados (Debate, 2016).
Sinopsis
Los avances científicos se suceden a un ritmo vertiginoso, y cada vez son más las personas interesadas en conocer y entender cómo funciona el mundo, conscientes de que el conocimiento científico nos ayuda a vivir mejor y a tomar mejores decisiones en nuestro día a día.
Pere Estupinyà, el ladrón de cerebros, ataca de nuevo y busca las mentes más brillantes para poner sus conocimientos a disposición de todos. Nos interesa saber de dónde venimos y cuál es nuestro lugar en el universo, pero también queremos entender hacia dónde vamos.
El ladrón de cerebros nos recuerda que una predisposición a aprender, a reflexionar y a absorber nuevas ideas nos hace más inteligentes como sociedad y como individuos: el pensamiento crítico es fundamental para nuestras vidas y la ciencia, su mejor expresión.
Pere Estupinyà es un consumidor omnívoro de ciencia que tras estudiar química y bioquímica abandonó su doctorado en genética para dedicarse a la difusión del conocimiento científico. Ha sido Knight Science Journalism Fellow en el MIT y ha trabajado en los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos, y como editor del programa Redes de TVE. También ha sido consultor en la Organización de Estados Americanos y el Banco Interamericano de Desarrollo, y ha escrito en diferentes medios de comunicación. Actualmente reside en Nueva York. No pierde ocasión de robar cerebros científicos con el objetivo de difundir su preciado contenido, buena prueba de ello son El ladrón de cerebros (Debate, 2010), S=EX2 (Debate, 2013) o Comer cerezas con los ojos cerrados (Debate, 2016).
Sinopsis
Los avances científicos se suceden a un ritmo vertiginoso, y cada vez son más las personas interesadas en conocer y entender cómo funciona el mundo, conscientes de que el conocimiento científico nos ayuda a vivir mejor y a tomar mejores decisiones en nuestro día a día.
Pere Estupinyà, el ladrón de cerebros, ataca de nuevo y busca las mentes más brillantes para poner sus conocimientos a disposición de todos. Nos interesa saber de dónde venimos y cuál es nuestro lugar en el universo, pero también queremos entender hacia dónde vamos.
El ladrón de cerebros nos recuerda que una predisposición a aprender, a reflexionar y a absorber nuevas ideas nos hace más inteligentes como sociedad y como individuos: el pensamiento crítico es fundamental para nuestras vidas y la ciencia, su mejor expresión.
[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]
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De la narrativa es difícil que salga. Me refiero a que novela, relatos, incluso algo de poesía o teatro son mis paraísos pero no acostumbro a acercarme a ensayos ni a libros de divulgación cientifica como los libros de Pere Estupinyá. En el fondo no son más que prejuicios como muchas de las cosas que nos ocurren en la vida porque, si no pruebas algo, ¿cómo saber si te gusta?
La cuestión es que llegó a mis manos El ladrón de cerebros. Comer cerezas con los ojos cerrados y, a priori, no lo percibí como una lectura para mí. En cualquier caso decidí darle una oportunidad y su primer capítulo me gustó muchísimo. Posteriormente fui saltando de un capítulo a otro y percibí que, si bien no era capaz de entender todo lo que en estas páginas se explicaba, sí había información bastante interesante y que me hacía pensar. Para mí, esto es lo fundamental en un libro, que me haga pensar.
Sin saber muy bien cómo afrontar la entrevista con Pere Estupinyá, de repente mi cerebro, al que seguro que hay poco que robar, comenzó a revolverse y empezaron a surgirme dudas, curiosidades, cosas que quería saber. Llegado el momento, me encontré a un apasionado de la ciencia, que se toma su tiempo para responder con la clara intención de comunicar con nitidez y precisión. Me lo pasé realmente bien charlando con Pere Estupinyá. Esto es lo que nos contó.
Marisa G.- Pere, yo no te conocía. No conocía tus libros anteriores, no sabía nada de ti. Entonces leyendo la biografía que figura en la solapa del libro, me doy cuenta que has hecho un montón de cosas. Pero, aparte de todas esas cosas fascinantes que figuran ahí relacionadas, me gustaría que miraras en tu interior y me dijeras quién eres realmente.
Pere E.- Soy un tío con una afición no muy habitual que la ha convertido en su profesión, un tío que se ha dado cuenta de la importancia que tiene la ciencia para la sociedad. Por otro lado, me comporto como un tipo de Tortosa que hasta los 17 años no salió de su pueblo, que empezó a estudiar Química Bioquímica y que en un momento dado decide dejar un doctorado porque quiere ser científico, le gusta mucho la ciencia pero no tiene la paciencia para estar investigando en un laboratorio. Cuando dicen que la paciencia en la madre de la ciencia es real. Para ser científico necesitas tener mucha paciencia, hacer muchas repeticiones de resultado, es un camino muy largo para conseguir un fruto que al final no sabes si lo obtendrás. Yo no quería ir por ese camino, así que decidí ir por el camino de la comunicación científica, de una manera muy convencida.
Además soy un poco nómada, tanto a nivel personal como a nivel profesional. Me muevo un poco por pasiones. Me fui a Estados Unidos por unos motivos, después cambio de ciudad por otros, escribo un libro porque me apasiona, hago turismo científico. Me encanta realizar visitas a laboratorios pagándomelo de mi bolsillo sin que al final tenga que escribir sobre ello, simplemente porque me interesa. Igual que alguien le gusta la pintura y se va a visitar museos. Lo que pasa es que yo intento vivir de esto pero ...
M.G.- En realidad eres un afortunado porque has hecho de tu pasión tu modo de vida.
P.E.- Mucha gente no se atreve a intentarlo tampoco. A mí me han ofrecido trabajos muchas veces, más remunerados, más estables, pero no era mi sueño. Es duro rechazarlos porque cabe la opción del arrepentimiento. Fíjate que cuando estaba escribiendo mi primer libro en un cuchitril en Washington D.C. me puse a pensar que se me estaba acabando el dinero y no tenía ni idea de si el libro lo iba a leer alguien o no. En lo que haces hay una parte de emprendimiento, de vocación, de esfuerzo y también un parte de suerte que hay que aprovecharla. La oportunidad te llega por suerte pero aprovecharla depende de ti.
M.G.- Lo que está claro es que eres una persona multifacética, que has hecho muchas cosas. Has tocado incluso la tele y vas a volver a ella de nuevo. Estuviste en Redes con Eduard Punset y ahora vas a tener tu propio programa en La 2. ¿En qué proceso está el proyecto?
P.E.- Pues está híper avanzado a nivel de producción y en principio si todo sale bien, después de verano se emitiría. Son trece programas de temáticas diferentes en el ámbito de la documentación científica y es muy bonito. En teoría no puedo hablar mucho del programa.
M.G.- Pero, ¿va a ser del estilo a Redes?
P.E.- Sí, va a ser del estilo a Redes pero más dinámico y más diverso de lo que era Redes en la última etapa, con un tono y un ritmo diferente.
M.G.- Según he leído hay trece programas que se emitieron en Ecuador.
P.E.- Sí, pero eso era otra producción.
M.G.- ¿Y por qué en Ecuador exactamente?
P.E.- Yo tengo mucho contacto con América Latina por mi trabajo en Washington. En Ecuador están invirtiendo mucho en ciencia y en educación. No tenían nada de divulgación científica y se interesaron para preparar algo para la televisión. Salió la opción, se habló y se hizo. De hecho estoy hablando con gente de Chile, de México,... para hacer algo similar, llevar allí a este personaje que he llamado El ladrón de cerebros y que va robando conocimiento de todos lados. Esta es la idea.
M.G.- Lo que tú pretendes es acercar la ciencia a la gente de la calle, ¿verdad?
P.E.- Sí, este es uno de los objetivos, que a la gente que no le interesa para nada la ciencia empiece a interesarle. Queremos despertar el interés pero que aprendan cosas es casi un extra. Si piensan que la ciencia es positiva y que los gobiernos deben invertir en ciencia sería maravilloso. El que aprendan que los átomos están hechos de bosones y electrones no me importa tanto. Lo explico en el libro pero yo no pretendo educar a nadie en el sentido de aprender por aprender. La misión es convencer a los que toman decisiones, los que invierten. Hay que apostar más por la ciencia porque la ciencia no es para países ricos sino para los que quieren serlo. Tiene un retorno económico enorme y también lo tiene en bienestar social.
M.G.- Pero cuando tú hablas de robar cerebros te refieres a gente muy inteligente o muy eruditas, gente con una mente muy privilegiada. A mi cerebro no creo que le puedas robar mucho...
E.P.- Yo busco gente que tenga ideas que destaquen y que sean mayoritariamente proveniente del mundo científico. No suelo hablar con cerebros de otros ámbitos como por ejemplo, no sé, cocineros.
M.G.- Bueno, en la cocina se aplica también mucho la ciencia.
E.P.- Sí, sí,... pero me interesa más el científico que habla de la cocina que no el cocinero. A mí me interesa lo que es científico.
M.G.- ¿Matemáticos, físicos, químicos?
E.P.- No, no,... un economista puede basar sus afirmaciones en datos empíricos o no. A mí el economista, o el político, o el abogado, o el que sea, viene y me dice que va a invertir aquí por intuición y luego viene otro y me dice lo contrario, ¿de quién me fío? Eso a mí no me sirve. Yo no me puedo fiar de alguien que trabaja por intuición. Yo me fio de los datos. Si un economista hace un estudio y analiza una determinada situación y saca unas conclusiones basadas en datos empíricos, estupendo. No es que sea ciencia dura es ciencia rigurosa, la que a mí me interesa.
M.G.- Y Pere has publicado libros anteriores, dos concretamente: El ladrón de cerebros y S=EX2. Este también los has titulado El ladrón de cerebros pero lleva por subtitulo Comer cerezas con los ojos cerrados. ¿Por qué?
E.P.- En ciencia hay una cosa que se llama cherry picking. Se traduce por seleccionar cerezas. Se refiere a que cuando un científico, o bueno otra persona, selecciona los datos que le conviene para defender su teoría, está seleccionando las cerezas, está haciendo cherry picking, está haciendo trampa. Lo que es científico es coger los datos con los ojos cerrados. Es una supuesta objetividad a la hora de interpretar los datos científicos. A mí me parece que es un mensaje que es dificil de entender al principio pero que si lo pensamos bien, a nivel de sociedad o a nivel individual cuando defendemos ideas, estamos haciendo constantentemente cherry picking. Si te fijas en las discusiones que mantienen los políticos, hacen trampa constantemente. Me indigan que sean tan dogmáticos en lugar de científicos. No hemos avanzado nada. Tenemos la evidencia de que la ciencia es la mejor forma de conocimiento que tenemos y no se utiliza porque se discute en plan primate, dando unos argumentos distorcianos. En la sociedad estamos constantemente tergiversando la verdad.
M.G.- Claro pero es muy difícil perder la subjetividad.
E.P.- Pero tú puedes ser subjetivo en algún momento. Por ejemplo, cuando una abuela dice que su nieto es el más guapo del mundo. Ahí no pasa nada, incluso está bien serlo. Pero hay otros momentos en los que no se puede ser subjetivo. El mundo mejor iría mejor si fuéramos más objetivos y nosotros tomaríamos mejores decisiones y seríamos más amables con otras personas si lo fuerámos. Cuando dos personas están peleadas y enfadadas, están constantemente criticándose y solo ven lo negativo, no ven lo positivo.
M.G.-¿Y qué tipo de perfil deben cumplir los lectores de tu libro?
E.P.- El único pre-requisito es tener curiosidad y cierto interés por la ciencia, no mucho tampoco, pero sí curiosidad para tener ganas de ponerse al día. Si tú ya eres científico, en este libro vas a encontrar cosas que te van a a gustar. Esas mismas cosas, para un lector que no sepa nada de ciencia, igual ni las percibe pero no pasa nada porque hay otras. Es como ir de tapas. El lugar de ir a comer un único plato, te ofrezco varias tapas.
La curiosidad es necesaria para acercarse a este libro, sin duda.
M.G.- Yo he estado leyendo partes de tu libro. El primer capítulo me pareció muy llamativo porque en él describes cómo el cuerpo humano digiere los nutrientes de una manzana. Y no solo me gusta lo que cuentas sino cómo lo cuentas. Lo describes como si fuera un truco de magia.
E.P.- Es que parece un truco de magia de tan complejo que es. El cuerpo no ha sido diseñado por nadie, es fruto de la evolución, pero que se llegue a tal nivel de complejidad sí parece mágico. Pero no hay nada de magia. Hay una explicación para ello y se sabe lo que ocurre. El ciclo de Krebs, el metabolismo de las proteínas, los lípidos, los carbohidratos,... Todo eso se conoce pero no deja de ser fascinante.
Ese capítulo que mencionas es de los menos novedosos. Más adelante explico cosas que son más nuevas.
M.G.- Y hablas también de la inteligencia más como una actitud que como una capacidad. Yo siempre he pensado que una persona nace con una capacidad intelectual que mantiene a lo largo de su vida y punto. Pero según lo que dices en el libro, podemos alimentar nuestra inteligencia. La típica frase de «Esta persona no da más de sí» no tiene cabida, es absurda.
E.P.- Absolutamente. Y yo no solo me refiero a aprender más sino a la manera de pensar. Por ejemplo, tener un pensamiento crítico, el dudar de las cosas, te hace más inteligente. Si tú te crees todo lo que te dicen no estás siendo inteligente. Puedes tener un cerebro muy poderoso y absorber todo lo que te digan pero no estás ejerciendo un pensamiento crítico. El dudar es positivo, el escuchar otras opciones y el estar predispuesto a cambiar de opinión,... eso es ser inteligente.
M.G.- Pero no es dudar por dudar, hacerlo de manera taxativa, es más bien abrirnos a otras opiniones. Todas ellas pueden ser ciertas, pero unas se pueden complementar con otras.
E.P.- Claro, tú tienes que tener tu propio pensamiento y hay momentos en los que el pesamiento de algunas personas está configurado y de ahí no lo sacas. Eso no es ser inteligente.
M.G.- Hay un capítulo en el que tú cuestiones esa tendencia tan de moda de fomentar lo natural frente la química. Hay mucha gente que se vuelca en la homeopatía y creen que por tratarse de productos naturales, no se van a producir efectos secundarios en el cuerpo.
E.P.- Esto no es una opinión solamente, hay un montón de estudios sobre el tema. En Estados Unidos, se están empezando a investigar algunas sustancias que hay en herboristerías porque son sustancias que la gente se mete en su cuerpo pero que no han pasado por un proceso de conocer toxicidad o sus efectos secundarios. Se está comprobando que algunas sustancias en dosis altas pueden tener efectos negativos. Creo que es un poco injusto que la gente critique tanto la química y la farmacia sin tener una cierta crítica también a otras sustancias que, por el hecho de venir de plantas, ya parecen que son inocuas y no tiene porque ser así. En las plantas también hay tóxicos, hay venenos, que las plantas usan para no ser comidas por animales. Y vale que la sabiduría popular es válida pero se están viendo en herboristerias sustancias que generan problemas. Por ejemplo, el café es natural pero lo mismo concentrado quince veces es peligroso.
Yo no quiero criticar a saco las terapias naturales, no, no. A mí me parecen bien que existan y podría utilizarlas en algún momento, pero creo que todavía hay algún punto de desajuste en todo esto.
M.G.- Yo creo que la gente lee la palabra «natural» y se lanza de cabeza.
E.P.- Eso es un problema porque lo natural no es garantía de inocuidad ni tiene necesariamente que tener propiedades milagrosas, sobre todo si implican no utilizar otros tratamientos sintéticos. La química está en todo. La diferencia se plantea entre lo natural y lo sintético, lo que está hecho por la naturaleza o por los humanos en un laboratorio.
M.G.- Y hablando de ciencia y de científicos, sabemos que hay países que son pioneros en investigación, ¿en qué posición del ranking está España? ¿Los científicos españoles están reconocidos fuera de nuestras fronteras?
E.P.- Sí, España está en el décimo lugar del mundo en publicaciones académicas. Lo que pasa es que está en el diecinueve europeo en cuanto a patentes e innovación. España tiene buena ciencia pero no le está sacando partido. Tiene centros que compiten a nivel internacional muy bien.
M.G.- Bueno, según cuentas no se invierte mucho.
E.P.- Es que aquí cuenta más el modelo que la inversión. Hay demasiado modelo funcionarial, poco flexible. En el CSIC o en las universidades los líderes de grupo no pueden contratar a quien les de la gana, no pueden gastarse el dinero en las personas que realmente necesitan. Todo esto dificulta mucho el progreso de la ciencia y luego la repartición de la ciencia no pone suficiente énfasis en la excelencia, algo que no se puede aplicar a la sociedad, que debe ser más igualitaria, pero en ciencia, si quieres hacerlo bien, tienes que tener otro modelo.
Y por otro lado está la falta de implicación de las empresas privadas que no hacen tanta ciencia aquí como en otros países.
M.G.- Y de todos los temas que tratas en el libro, ¿destacarías alguno en especial?
E.P.- Quizá la parte de pensamiento científico.
M.G.- Y de todos los hombres y mujeres que este camino te ha llevado a conocer, ¿qué cerebro te ha impresionado más?
E.P.- Hay uno que me impresisionó mucho y que aparece en el primer libro, se llama Paul Zamecnik y falleció con 97 años. Fue un señor que vivió toda la revolución de la biología molecular del siglo XX. Ese cerebro tenía tal información... Él tenía 40 años cuando Watson y Crick descubren la estructura del ADN en 1953. A sus 97 años estaba aún muy lúcido, iba al laboratorio de Harvard. Era muy espectacular ese señor. Pero luego hay otros muchos.
En este nuevo libro no hay ninguno que destaque.
M.G.- Imagino que este hombre que comentas dejaría sus conocimientos por escrito, ¿no?
E.P.- Sí, claro. Hay un montón de artículos científicos. Me lo presentaron como la persona que más merecía el Nobel y no se lo dieron.
M.G.- Oye, ¿ciencia y religión, archienemigos?
E.P.- Bastante.
M.G.- Un científico no puede...
E.P.- Un científico puede creer en Dios y ser religioso pero en su vida privada. Son dos cosas diferentes y cuando se mezclan no mezclan bien. Tú puedes creer en Dios y trabajar de químico pero si tú filosóficamente te sientes científico, hay algunas cosas de la religión que no puedes aceptar. Si tu alma o tu pensamiento es científico y tienes una visión científica del mundo, la Virgen María no podía ser virgen y Jesuscristo, si la Virgen era virgen, no podía ser hombre, hubiera sido mujer porque el cromosoma Y de dónde sale. ¿Un milagro? Vale, los milagros en ciencia no encajan. La ciencia no es cuestión de fe sino de datos. Así que, a un nivel muy profundo, ciencia y religión son incompatibles.
M.G.- He visto que este libro tiene una labor de documentación brutal porque aparecen unas notas bibliográficas extensísimas en las últimas páginas. Te habrá llevado leer todo esto...
E.P.- Bueno pero como lo hago con gusto.
M.G.- ¿Y nunca te has planteado escribir un libro de ciencia para niños?
E.P.- Sí, sí,... algún día lo haré. Sería un reto. Yo quiero hacerlo pero noto que me falta aprender mejor cómo es la mente de un niño. No es tan fácil. No es más sencillo aunque sea para niños. Yo no me atrevo todavía.
M.G.- Y entiendo que leas mucho de ciencia ¿pero abarcas otros géneros también?
E.P.- Pocos. Es que no me queda tiempo (risas). Leo otras cosas pero más ensayos y buen periodismo. Novelas hace mucho que no leo y eso me da un poco de vergüenza decirlo siendo escritor pero es que...
M.G.- Bueno los novelistas no creo que lean muchos libros de ciencia sesudos, así que estáis en paz (risas). En tu caso será que la realidad te atrae más que la ficción.
E.P.- Sí, pero me pasa igual con el cine. A mí las películas basadas en hechos reales me gustan mucho, veo muchos documentales. No sé, igual son épocas. Antes leía mucho más pero ahora es verdad que llevo una temporada que veo libros que me apetecen mucho, algunos los empiezo pero no los acabo. Además estoy viajando constantemente y tengo libros repartidos por todos lados, en Tortosa, en Barcelona, en Madrid, en Washington,...
M.G.- Bueno, entonces te vamos a ver después del verano en la tele, ¿no?
E.P.- Sí, sí,... Después del verano.
M.G.- Pues estaré pendiente. Muchas gracias Pere por compartir este ratito conmigo. Te deseo mucha suerte con el libro y haré todo lo que pueda por comprenderlo.
E.P.- (Risas). Gracias a ti.
E.P.- El único pre-requisito es tener curiosidad y cierto interés por la ciencia, no mucho tampoco, pero sí curiosidad para tener ganas de ponerse al día. Si tú ya eres científico, en este libro vas a encontrar cosas que te van a a gustar. Esas mismas cosas, para un lector que no sepa nada de ciencia, igual ni las percibe pero no pasa nada porque hay otras. Es como ir de tapas. El lugar de ir a comer un único plato, te ofrezco varias tapas.
La curiosidad es necesaria para acercarse a este libro, sin duda.
M.G.- Yo he estado leyendo partes de tu libro. El primer capítulo me pareció muy llamativo porque en él describes cómo el cuerpo humano digiere los nutrientes de una manzana. Y no solo me gusta lo que cuentas sino cómo lo cuentas. Lo describes como si fuera un truco de magia.
E.P.- Es que parece un truco de magia de tan complejo que es. El cuerpo no ha sido diseñado por nadie, es fruto de la evolución, pero que se llegue a tal nivel de complejidad sí parece mágico. Pero no hay nada de magia. Hay una explicación para ello y se sabe lo que ocurre. El ciclo de Krebs, el metabolismo de las proteínas, los lípidos, los carbohidratos,... Todo eso se conoce pero no deja de ser fascinante.
Ese capítulo que mencionas es de los menos novedosos. Más adelante explico cosas que son más nuevas.
M.G.- Y hablas también de la inteligencia más como una actitud que como una capacidad. Yo siempre he pensado que una persona nace con una capacidad intelectual que mantiene a lo largo de su vida y punto. Pero según lo que dices en el libro, podemos alimentar nuestra inteligencia. La típica frase de «Esta persona no da más de sí» no tiene cabida, es absurda.
E.P.- Absolutamente. Y yo no solo me refiero a aprender más sino a la manera de pensar. Por ejemplo, tener un pensamiento crítico, el dudar de las cosas, te hace más inteligente. Si tú te crees todo lo que te dicen no estás siendo inteligente. Puedes tener un cerebro muy poderoso y absorber todo lo que te digan pero no estás ejerciendo un pensamiento crítico. El dudar es positivo, el escuchar otras opciones y el estar predispuesto a cambiar de opinión,... eso es ser inteligente.
M.G.- Pero no es dudar por dudar, hacerlo de manera taxativa, es más bien abrirnos a otras opiniones. Todas ellas pueden ser ciertas, pero unas se pueden complementar con otras.
E.P.- Claro, tú tienes que tener tu propio pensamiento y hay momentos en los que el pesamiento de algunas personas está configurado y de ahí no lo sacas. Eso no es ser inteligente.
M.G.- Hay un capítulo en el que tú cuestiones esa tendencia tan de moda de fomentar lo natural frente la química. Hay mucha gente que se vuelca en la homeopatía y creen que por tratarse de productos naturales, no se van a producir efectos secundarios en el cuerpo.
E.P.- Esto no es una opinión solamente, hay un montón de estudios sobre el tema. En Estados Unidos, se están empezando a investigar algunas sustancias que hay en herboristerías porque son sustancias que la gente se mete en su cuerpo pero que no han pasado por un proceso de conocer toxicidad o sus efectos secundarios. Se está comprobando que algunas sustancias en dosis altas pueden tener efectos negativos. Creo que es un poco injusto que la gente critique tanto la química y la farmacia sin tener una cierta crítica también a otras sustancias que, por el hecho de venir de plantas, ya parecen que son inocuas y no tiene porque ser así. En las plantas también hay tóxicos, hay venenos, que las plantas usan para no ser comidas por animales. Y vale que la sabiduría popular es válida pero se están viendo en herboristerias sustancias que generan problemas. Por ejemplo, el café es natural pero lo mismo concentrado quince veces es peligroso.
Yo no quiero criticar a saco las terapias naturales, no, no. A mí me parecen bien que existan y podría utilizarlas en algún momento, pero creo que todavía hay algún punto de desajuste en todo esto.
M.G.- Yo creo que la gente lee la palabra «natural» y se lanza de cabeza.
E.P.- Eso es un problema porque lo natural no es garantía de inocuidad ni tiene necesariamente que tener propiedades milagrosas, sobre todo si implican no utilizar otros tratamientos sintéticos. La química está en todo. La diferencia se plantea entre lo natural y lo sintético, lo que está hecho por la naturaleza o por los humanos en un laboratorio.
M.G.- Y hablando de ciencia y de científicos, sabemos que hay países que son pioneros en investigación, ¿en qué posición del ranking está España? ¿Los científicos españoles están reconocidos fuera de nuestras fronteras?
E.P.- Sí, España está en el décimo lugar del mundo en publicaciones académicas. Lo que pasa es que está en el diecinueve europeo en cuanto a patentes e innovación. España tiene buena ciencia pero no le está sacando partido. Tiene centros que compiten a nivel internacional muy bien.
M.G.- Bueno, según cuentas no se invierte mucho.
E.P.- Es que aquí cuenta más el modelo que la inversión. Hay demasiado modelo funcionarial, poco flexible. En el CSIC o en las universidades los líderes de grupo no pueden contratar a quien les de la gana, no pueden gastarse el dinero en las personas que realmente necesitan. Todo esto dificulta mucho el progreso de la ciencia y luego la repartición de la ciencia no pone suficiente énfasis en la excelencia, algo que no se puede aplicar a la sociedad, que debe ser más igualitaria, pero en ciencia, si quieres hacerlo bien, tienes que tener otro modelo.
Y por otro lado está la falta de implicación de las empresas privadas que no hacen tanta ciencia aquí como en otros países.
M.G.- Y de todos los temas que tratas en el libro, ¿destacarías alguno en especial?
E.P.- Quizá la parte de pensamiento científico.
M.G.- Y de todos los hombres y mujeres que este camino te ha llevado a conocer, ¿qué cerebro te ha impresionado más?
E.P.- Hay uno que me impresisionó mucho y que aparece en el primer libro, se llama Paul Zamecnik y falleció con 97 años. Fue un señor que vivió toda la revolución de la biología molecular del siglo XX. Ese cerebro tenía tal información... Él tenía 40 años cuando Watson y Crick descubren la estructura del ADN en 1953. A sus 97 años estaba aún muy lúcido, iba al laboratorio de Harvard. Era muy espectacular ese señor. Pero luego hay otros muchos.
En este nuevo libro no hay ninguno que destaque.
M.G.- Imagino que este hombre que comentas dejaría sus conocimientos por escrito, ¿no?
E.P.- Sí, claro. Hay un montón de artículos científicos. Me lo presentaron como la persona que más merecía el Nobel y no se lo dieron.
M.G.- Oye, ¿ciencia y religión, archienemigos?
E.P.- Bastante.
M.G.- Un científico no puede...
E.P.- Un científico puede creer en Dios y ser religioso pero en su vida privada. Son dos cosas diferentes y cuando se mezclan no mezclan bien. Tú puedes creer en Dios y trabajar de químico pero si tú filosóficamente te sientes científico, hay algunas cosas de la religión que no puedes aceptar. Si tu alma o tu pensamiento es científico y tienes una visión científica del mundo, la Virgen María no podía ser virgen y Jesuscristo, si la Virgen era virgen, no podía ser hombre, hubiera sido mujer porque el cromosoma Y de dónde sale. ¿Un milagro? Vale, los milagros en ciencia no encajan. La ciencia no es cuestión de fe sino de datos. Así que, a un nivel muy profundo, ciencia y religión son incompatibles.
M.G.- He visto que este libro tiene una labor de documentación brutal porque aparecen unas notas bibliográficas extensísimas en las últimas páginas. Te habrá llevado leer todo esto...
E.P.- Bueno pero como lo hago con gusto.
M.G.- ¿Y nunca te has planteado escribir un libro de ciencia para niños?
E.P.- Sí, sí,... algún día lo haré. Sería un reto. Yo quiero hacerlo pero noto que me falta aprender mejor cómo es la mente de un niño. No es tan fácil. No es más sencillo aunque sea para niños. Yo no me atrevo todavía.
M.G.- Y entiendo que leas mucho de ciencia ¿pero abarcas otros géneros también?
E.P.- Pocos. Es que no me queda tiempo (risas). Leo otras cosas pero más ensayos y buen periodismo. Novelas hace mucho que no leo y eso me da un poco de vergüenza decirlo siendo escritor pero es que...
M.G.- Bueno los novelistas no creo que lean muchos libros de ciencia sesudos, así que estáis en paz (risas). En tu caso será que la realidad te atrae más que la ficción.
E.P.- Sí, pero me pasa igual con el cine. A mí las películas basadas en hechos reales me gustan mucho, veo muchos documentales. No sé, igual son épocas. Antes leía mucho más pero ahora es verdad que llevo una temporada que veo libros que me apetecen mucho, algunos los empiezo pero no los acabo. Además estoy viajando constantemente y tengo libros repartidos por todos lados, en Tortosa, en Barcelona, en Madrid, en Washington,...
M.G.- Bueno, entonces te vamos a ver después del verano en la tele, ¿no?
E.P.- Sí, sí,... Después del verano.
M.G.- Pues estaré pendiente. Muchas gracias Pere por compartir este ratito conmigo. Te deseo mucha suerte con el libro y haré todo lo que pueda por comprenderlo.
E.P.- (Risas). Gracias a ti.
Sin duda, debe ser apasionante conocer a mentes tan brillantes como las que ha ido conocido Pere Estupinyá a lo largo de sus años de divulgación científica. Confieso que a mí la ciencia, hasta ahora, no me seducía en absoluto pero después de este encuentro, entiendo que hay cosas que son realmente interesantes. Me gustó mucho esta entrevista. He entresacado muchos datos o reflexiones que guardaré para mí. Espero que también os haya gustado a vosotr@s.
[Algunas imágenes e ilustraciones tomadas de Google]
Pues no conocía de nada ni el libro ni el autor. Gracias por la entrevista.
ResponderEliminarMarisa.
No ha perdido el tiempo... No conocía al autor, pero voy a apuntarme bien su nombre, que me ha gustado conocerle. Gracias por tu fantástica entrevista!
ResponderEliminarBesotes!!!
Pues yo tampoco lo conocía así que gracias por la entrevista
ResponderEliminarBesos
Gracias por traerlo, pero no creo que este libro sea para mí. Un beso.
ResponderEliminarEstoy como tú, no lo conocía. Gracias por la entrevista!
ResponderEliminarBesos
Me gusta la divulgación, así que me apunto este libro. Creo haber oído que pronto veremos a este hombre en un programa de televisión sobre divulgación. Yo estoy leyendo ahora Vamos a comprar mentiras. Para los que nos gusta la divulgación con lenguaje sencillo pinta muy bien. Lo reseñaré en unos días. :-)
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