Editorial: Alianza.
Fecha publicación: mayo, 2016.
Fecha publicación: mayo, 2016.
Nº Páginas: 488.
Precio: 18,00 €
Precio: 18,00 €
Género: NovelaRelato.
Edición: Tapa blanda con solapas.
Edición: Tapa blanda con solapas.
Autor
Andrés Pérez Domínguez (Sevilla, 1969) tiene una dilatada carrera como escritor, reconocida con numerosos premios, entre los que destacan el Ateneo de Sevilla y el Luis Berenguer de novela o el Max Aub de cuentos. Es autor de las novelas El silencio de tu nombre (2012), El violinista de Mauthausen (2009), El síndrome de Mowgli (2008), El factor Einstein (2008) y La Clave Pinner (2004); las novelas cortas Los perros siempre ladran al anochecer (2015), Los mejores años (2002) y Duarte (2002); las colecciones de cuentos El centro de la Tierra (2009) y Estado provisional (2001); y el relato Ojos Tristes (2001). También ha sido colaborador de varios medios de comunicación, como El Correo de Andalucía, Onda Cero y Punto Radio.
Sinopsis
Cuando el inspector Nicolás Gallardo regresa a Sevilla después de pasar siete años fuera y le recomiendan hacerse cargo del caso de Leopoldo Barrena, poco puede imaginar que tras el suicidio del político retirado, en apariencia rutinario, se esconde una turbia trama de abusos, chantajes y angustia.
Un accidente inesperado tuerce los planes de un sencillo robo. Desde ese momento, las tinieblas del pasado, como heridas no restañadas, emergen de manera imparable, llevándose por delane a quienes pretenden ocultar la verdad o, peor aún, medrar a su costa. Paso a paso, mientras intenta sobrevivir a su propia biografía personal, el inspector Gallardo tratará de dar sentido a la violencia que le rodea. El resultado de su investigación ofrece un panorama desolador, que algunos creían haber olvidado: un misterioso orfanato, la vida rota de una joven y la tragedia de unos niños infelices...
Los dioses cansados es una novela coral, poblada de personajes profundamente humanos que conocemos a través de su cotidiana intimidad y narrada con una sensibilidad descarnada. En sus páginas escuchamos, entre la indiferencia culpable de los verdugos, el desesperado gritos de sus víctimas que, incapaces de perdonarse a sí mismas por pecados que nunca cometieron, más que venganza claman silencio.
[Biografía y sinopsis tomadas del ejemplar]
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Cada lector tiene una concepción distinta de lo que considera una buena novela. A mí me gustan las historias que me hacen pensar, reflexionar, recordar, elucubrar,... y especialmente aquellas que me emocionan, me hacen vibrar o sentir un amplio abanico de sensaciones. El autor Andrés Pérez Domínguez lo define muy bien en las páginas iniciales de su novela.
«Estoy convencido de que la principal razón por la que alguien dedica su tiempo a leer ficción es para disfrutar. A mí me gustan las novelas que cuentan historias, los libros en los que pasan cosas, los que me emocionan y al terminar de leerlos me falta tiempo para recomendarlos. No puedo sino intentar transmitir a mis lectores el mismo entusiasmo».
Con estas mismas palabras, con las que ya inició su novela breve anterior, Los perros siempre ladran al anochecer (reseñada aquí), se abre su nuevo trabajo, Los dioses cansados, una novela que, en palabras de su editora Valeria Ciompi se puede catalogar como «una falsa novela policiaca». No son las etiquetas lo que preocupa a este autor sevillano, sino las emociones que su narrativa pueda despertar en el lector. No obstante, no puedo estar más de acuerdo con la definición empleada pues, si bien es cierto que Los dioses cansados tiene como sustento una investigación policial, su entramado se derrama por otros muchos vericuetos tan o más interesantes que la trama policiaca.
La novela, que se estructura en siete partes de la que daré detalles más adelante, se abre con unas páginas introductorias que narran un accidente de automóvil. En el mismo estarán implicados Álvaro y Belén, una pareja muy bien allegada, y una tercera persona, cuya identidad es mejor dejar en el aire. Esta será la presentación de un argumento que tendrá como principal protagonista a Nicolás Gallardo, un inspector de policía que regresa a Sevilla, su ciudad natal, para ponerse al frente del Grupo de Homicidios después de haber ejercido su profesión en otras ciudades durante siete años.
Gallardo no aterriza con buen pie. Flota sobre su pasado una cuestión turbia de la que inicialmente tendremos pocos datos, aunque con el apoyo de su amiga y jefa Eugenia Plaza, comisaria de la Brigada de Policía Judicial, irá poco a poco aclimatándose. Su primer caso será investigar el supuesto suicidio de Leopoldo Barrena, un político con intenciones de ejercer como candidato en las próximas elecciones.
En paralelo a lo anterior, el autor desarrolla otro hilo argumental que buceará en otras cuestiones como la moralidad o la culpa. Sus protagonistas principales serán los que vimos en las páginas introductorias, Álvaro y Belén, cuya idílica relación se parte en dos como si el accidente de coche hubiera sido un rayo que cae sobre un árbol, fulminándolo al momento. En las relaciones de pareja hay obstáculos insalvables que nada tienen que ver con las infidelidades. Álvaro y Belén son exponentes de esa lucha que a veces emprende el hombre para distinguir entre lo que está bien y lo que está mal. Pero no serán los únicos personajes que se sientan culpables.
Entre medio de todo esto, unos papeles, un diario, unas fotografías y un chantaje que nos harán retroceder al pasado para ahondar en un secreto familiar, un auténtico seísmo en la vida de los personajes de la novela. Pero si los secretos familiares son muy importantes en la trama, la temática abarcará otros muchos asuntos. Cuestiones como la burbuja inmobiliaria o la especulación urbanística supondrán el reflejo social de los tiempos que vivimos. Negocios fallidos, viviendas que no se venden, deudas bancarias, embargos judiciales pondrán a los personajes en situaciones extremas. La crisis planeará por cada una de las casi quinientas páginas que componen la novela y afectará a muchos de sus personajes, de ahí que se comporten como lo hacen. Y del pasado volverá un asunto delicado que ha ocupado los titulares de los periódicos en más de una ocasión. Y por supuesto, tal y como dije antes, la culpa, esa mancha oscura que se va extendiendo en nuestro interior. ¿Cuántos personajes de la novela se sentirán culpables? Más de los que creeremos en un principio.
Pero si la trama, muy rica en detalles, es un punto fuerte de la novela, los personajes no lo serán menos. Se podría pensar que, por encima de todos, sobresale el inspector Gallardo. Si tuviera que definirlo de alguna manera sería empleando únicamente la palabra «hombre» que, obviamente, estaría muy unida a otro término, «humano». Nicolás Gallardo es un inspector de policía que dista mucho de ese prototipo de hombre duro, férreo y sin emociones. Gallardo arrastra un lastre y posee muchos frentes abiertos. Por un lado, todo lo que conlleva su profesión -la investigación policial, la relación con su jefa o un episodio laboral que ha abierto brechas en la relación con sus compañeros de trabajo-. Pero si tiempo atrás abandonó Sevilla fue por una cuestión personal que todavía no parece haber sanado. La duda le corroe y a la vez le hace sentir culpable. Padre de una niña de ocho años, Gallardo es un hombre reservado y reflexivo, proclive a guardarse sus miserias para él mismo y digerirlas en soledad.
Y en la forma de pensar de este personaje me ha resultado fácil encontrar pinceladas del propio Andrés Pérez Domínguez, de su forma de observar el mundo y la ciudad en la que vive y en la que se desarrolla la acción. Porque
Gallardo ama la ciudad de Sevilla pero no comparte ese lado provinciano
que caracteriza a algunos sevillanos. Con una sonrisa en los labios,
descubrí al inspector analizando con ojo crítico la ciudad que tanto ha
cambiando en los siete años que él ha estado fuera. Nuevos edificios,
nuevos medios de locomoción, y sus sempiternas y famosas festividades en
las que, sin ser miembro activo, no puede evitar reconocer que hay algo de magia en ellas. Nicolás Gallardo no es Andrés Pérez Domínguez pero sin duda tiene parte de su creador, y eso, para los que lo conocemos un poco, no nos pasa desapercibido.
A su vez, este personaje tan creíble sirve para acercar al lector a una concepción más realista de una profesión que, en más de una ocasión, debe ser bastante frustrante. La labor de documentación llevada a cabo por el autor permite conocer los entresijos de la Policía, las escalas jerárquicas, los protocolos, el reparto de tareas, el ambiente que se puede respirar dentro de una jefatura, las consecuencias que puede acarrear saltarte las normas,... Hay mesura y contención en el tratamiento que el autor hace de una profesión como esta, pero también mucho cariño, casi como si quisiera hacer un homenaje.
Pero en Los dioses cansados hay otros tantos personajes por lo que no es nada descabellado hablar de ella como una novela coral. Entre sus páginas hallaremos mujeres con una fuerte personalidad, que son capaces de imponer su voluntad con una habilidad pasmosa, otras a las que no le importa asumir las consecuencias de sus actos, o aquellas otras que saben sobreponerse a las adversidades. Y en el terreno masculino, hombres que a pesar de ostentar un rol bastante cuestionable tienen un gran corazón y habrá otros que se vean obligados a volver a recorrer un camino oscuro que abandonaron antaño por salvar a su familia. Encontraremos en la novela un amplio elenco de personalidades, comportamientos y motivaciones, personajes muy bien definidos que el lector podrá fácilmente imaginar y recrear en su mente.
Y casi como otro personaje más, la ciudad de Sevilla, esa que está en constante cambio pero cuyas raíces siguen siendo profundas. Para un lector, ver transitar a los personajes de una novela por las calles de su misma ciudad, es algo sumamente agradable. En Los dioses cansados, los protagonistas se moverán por el centro de la ciudad, por la orilla del río o por el barrio de Los Remedios, lugares todos ellos fácilmente identificables por los que vivimos aquí o por los lectores que tienen un conocimiento amplio de la ciudad.
Pero entre
los diversos aspectos que caracterizan la narrativa de Andrés Pérez
Domínguez
está la capacidad de enganchar al lector casi en los preámbulos. No había cruzado el umbral de la página 17 cuando sentí que me abstraía de mi realidad. La habilidad de convertir en adicción la lectura es algo que ya percibí con sus novelas anteriores, especialmente con Los perros siempre ladran al anochecer. Y en lo que se refiere a Los dioses cansados, existen capítulos en los que la intriga se mastica y cuya lectura resulta gratificante y tortuosa a la vez pues nos deja suspendidos del hilo de la curiosidad sin misericordia alguna.
En esta nueva novela, compuesta por siete partes que aglutinan un total de treinta y cuatro capítulos titulados, la narración prevalece sobre el diálogo, con alternancia de los hilos argumentales. Narrado por una voz en tercera persona, Andrés Pérez Domínguez no se conforma con un tono monocorde sino que le gusta experimentar y zarandear al lector, para que no se duerma. De ahí que, llegado un momento avanzado en la trama, romperá en dos o tres ocasiones con ese narrador en tercera para ofrecernos una segunda voz, casi anónima si no fuera por los detalles a los que debemos estar atento. Es como la voz de la conciencia de uno de los personajes, una voz que nos va a ir desvelando importantes pistas para la resolución de un caso en el que, a la postre, hay tantas personas implicadas.
Y la voz narrativa no será lo único que rompa el autor. El hilo temporal se plegará sobre sí mismo. Pérez Domínguez tiende a mover los acontecimientos en una línea que no siempre será secuencial. Es algo que hace puntualmente y con mucha sutileza, sin señalética previa ni aviso de ningún tipo. En mi caso me obligó a dar marcha atrás en la lectura, para pensar en los acontecimientos y descubrir, no sin diversión, ese ingenioso juego.
Ya ves que no hay convencionalismos en esta novela. Como dije antes, no es una novela policiaca al uso, ni sus personajes son tan buenos los buenos, ni tan malos los malos, ni tendremos una única voz, ni el tiempo tendrá una sola dirección. Los dioses cansados es una novela completa, llena de matices que me ha gustado mucho leer. Creo que he hecho un despliegue de argumentos más que suficientes para haceros entender que es una novela muy recomendable y por eso, desde aquí, te invito a que la leas. Sé que la vas a disfrutar.
[Ilustraciones e imágenes tomadas de Google]
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Coincido totalmente contigo, a mi también me ha gustado mucho
ResponderEliminarSoy fiel lectora de Andrés y aunque ya esperaba nuevo libro, ahora me has creado unas ganas locas por leerlo.
ResponderEliminarUn beso
De este autor solo he leído Los perros siempre ladran al anochecer y me gustó un montón. En casa tengo El violinista... así que antes leeré este.
ResponderEliminarBesos.
No es un género que me atraiga mucho así que no sé si le daré una oportunidad, un beso y gracias por la reseña.
ResponderEliminarUy, Marisa: la leería, sin duda alguna. Se nota que has disfrutado con su lectura, ya lo creo. Besos.
ResponderEliminarYa le tenía fichado, pero creo que con esa frase el autor me ha encandilado.. soy como tú busco un buen libro que me emocione, y que me haga pensar...
ResponderEliminarBesos
Me la apunto, tiene muy buena pinta y todavía no he leído nada del autor.
ResponderEliminarun beso ;)
Hola! La verdad es que suele ser el estilo que me gusta últimamente. Me lo apunto
ResponderEliminarQue tengas una buena semana!
Un beso
De Andrés tan solo he leído Los perros siempre ladran al anochecer y me gustó, así que no descarto este libro. Besos
ResponderEliminarEstoy muy de acuerdo contigo en tu definición de buena novela, lo más importante, sentir.
ResponderEliminarRespecto a esta, me gusta mucho la idea, los matices y los personajes. Me da un poco de pereza el contexto social, tema burbuja inmobiliaria y demás pero bueno, creo que me gustaría a pesar de eso.
Besos
De momento, no me ha llamado tanto como para apuntarlo. Un beso.
ResponderEliminarDe este autor leí hace tiempo El silencio de tu nombre y me gustó bastante. Y este libro que traes hoy tiene también muy buena pinta. Habrá que hacerle hueco.
ResponderEliminarBesotes!!!
A mi me has covencido totalmente, de hecho estaba esperando tu reseña. Si la trama es muy buena y los personajes también, me la llevo. Tengo el de Los perros... en casa desde hace poco y quiero leerlo pronto.
ResponderEliminarBesos
Gracias por la reseña, no lo conocía.
ResponderEliminarBesos
Tengo pendiente aún a este autor, Marisa, y me da igual con qué libro empezar, la verdad, porque me han llamado la atención muchos de sus libros.
ResponderEliminarbsos!
Lo tengo pendiente
ResponderEliminarespero leerlo pronto
un beesito
Los perros siempre ladran al anochecer me gustó muchísimo salvo el final, ya te lo he comentado. Pero ésta parece que cierra la trama y, la verdad, es que me llama la atención y me ha gustado mucho lo que cuentas
ResponderEliminarBesos
No me importaría leerla.
ResponderEliminarPues tengo en caso la de El violinista... pero aún no me he estrenado con este autor y mira que lo que cuentas es como para salir corriendo a leer esta novela :) La tendré en cuenta.
ResponderEliminarBs.
Y yo sin estrenarme con este autor! En casa tengo El violinista...a ver si le doy prioridad. Cuando la trama transcurre en nuestra ciudad es una maravilla, la novela cobra vida.
ResponderEliminarBesitos
Todavía no me he estrenado con este autor y tengo ganas, esta novela tiene muy buena pinta
ResponderEliminarBesos
Me gusta lo que cuentas, creo que sería una lectura interesante =)
ResponderEliminarBesotes
Una novela que te va ganando a cada pagina
ResponderEliminarNo he leído nada del autor, pero no me importaría probar
ResponderEliminarBesos