El autor ha querido ahora narrar aquella historia a través de esta novela con personajes a los que ha cambiado el nombre pero que se basan en aquellos alféreces que participaron en aquel acto. Del resultado del mismo y de cómo se desarrolló todo, os daré debida cuenta en la reseña que se publique en breve. Ahora os dejo con la entrevista en la que yo asistí como mera espectadora mientras que las preguntas fueron lanzadas por un colaborar ocasional del blog, Juan S. Esto es lo que nos contó.
Juan S.- Manuel, una persona con su perfil, un hombre eminentemente de ciencia que también tiene una faceta literaria, rompe totalmente con aquella absurdez que nos inculcaron durante los años de estudios, el ser o de letras o de ciencia.
Manuel L.- Es que una cosa no es incompatible con la otra. Yo tengo dos colegas, dos físicos nucleares que son muy famosos por sus novelas. Uno de ellos es el mismo Ernesto Sábato y fíjate si ha escrito novelas. Realmente es un absurdo intentar encasillar a las personas de ese modo.
Yo llegué a la literatura de manera muy prosaica. Me ocurrió que tuve que pasar tres meses en el CERN, en el Centro Europeo de Investigaciones Nucleares en Suiza, y me llegué puesta una conjuntivitis. No podía regresar a España, ni apenas podía trabajar. Estuve todo el tiempo encerrado en un apartamento, con nieve hasta media ventana y lo único que llevaba era un portátil al que le ponía la letra muy grande para poder ver mejor y así comencé a escribir. Descubrí que me salían páginas y me divertía.
Cuando volví no tenía pensado en publicar nada de lo que había escrito pero lo leyó mi mujer, me dijo que estaba muy bien y al final terminé por mandárselo a la agente literaria Carmen Barcels y con ella empecé a publicar.
Así que sí, tienes razón. Nada es incompatible, aunque eso sí, la única diferencia que hay entre los de letras y los de ciencia es que para la ciencia sí se necesita un entrenamiento continuo en matemáticas. Hay gente como yo que puede escribir una novela, buena o mala, pero una persona de letras no resuelve una ecuación diferencial y no porque sea de letras, sino simplemente porque no está entrenada. Ni uno es más listo que el otro ni tampoco más torpe. Es cuestión de entrenar la mente.
J.S.- Entonces, ¿usted llega a la literatura de esa manera tan casual?
M.L.- Sí, totalmente casual. Luego comencé a publicar otras cosas de lo mío, entre una novela y otra, porque Carmen Barcels me animó a ello.
J.S.- Luego, ¿las novelas fueron previas a sus ensayos y sus textos divulgativos?
M.L.- Sí, sí, lo primero fueron novelas. De hecho, en ciertos ambientes no se imaginan que yo sea catedrático de Física Nuclear y en otros, no se imaginan que escribo novelas.
J.S.- Pues sí que es curioso. ¿Y sus novelas tienen todas un componente histórico?
M.L.- Mis novelas son toda ficción histórica, incluida está.
J.S.- ¿Ficción esta?
M.L.- En buena medida sí. Las otras son ficción histórica, hay una que es ficción actual y más adelante quizás publique otra novela más con Algaida pero eso ya se verá.
J.S.- Pues centrándonos en La rebelión de la Vulcano, lo que me gustaría saber es si realmente sucedieron los hechos que usted cuenta en el libro.
M.L.- A ver, lo que yo narro en la novela es verdad hasta cierto punto.
J.S.- Pero, ¿qué parte de ficción y de realidad hay?
M.L.- Esto fue real hasta la desaparición de la fragata, la Vulcano, que desapareció antes de que trasladáramos la compañía del CIR al puerto para secuestrarla. A partir de ahí ya es ficción.
J.S.- La fragata no estaba atracada donde debía, ¿no?
M.L.- Eso es y claro, ya no continuamos con el golpe que queríamos dar. Pero todo lo demás es real, incluido los personajes, salvo uno de ellos, Calixto Diosdado, que me lo he inventado.
J.S.- ¿Pero podríamos decir que la novela es autobiográfica?
M.L.- Sí y no. Yo fui alférez de la Segunda Compañía en Mallorca en el verano de 1975 y planeé secuestrar la fragata. Ahora bien, a los personajes les he cambiado el nombre porque de algunos ni me acuerdo y he incorporado uno más. Yo no soy Alonso.
J.S.- Pues yo he llegado a pensar que sí.
M.L.- No, no,.. El carácter de los personajes es pura ficción. Yo no he mantenido el contacto con los alféreces que participamos en aquello. La verdad es que yo siempre he mantenido este episodio de mi vida como una cosa íntima. No me ha gustado presumir de aquello porque realmente no ocurrió nada, no llegamos a concluir lo que habíamos planeado. Y si al final he escrito la novela ha sido por un arrebato que me dio. Con toda la movida de Cataluña y del desprecio a la democracia me puse a escribir porque lo que quería era mostrar, aunque tuviera poca resonancia, que esta democracia que se está despreciando costó mucho trabajo conseguirla.
Otra cosa que quería demostrar es que se consiguió entre todos, entre vascos, catalanes, andaluces,... Eso es así y no se puede obviar.
Por otra parte, en tiempo de cambios, la gente tiene que ser consciente de que partimos de una base muchísimo mejor, mucho más optimista de lo que era el verano del año 75. Y lo último que también quería demostrar es que ha habido un montón de gente que le costó mucho esta democracia y que no aparecen en Google.
J.S.- Como bien dice usted en la dedicatoria que reza así: «... a los valientes que, de una forma u otra, lucharon por la democracia de España y Google jamás detectará». Yo he buscado algunos de los personajes que aparecen en la novela y no figuran o bien son otras personas. Ahora entiendo que sus nombres no son reales pero sigo pensando que fuisteis muy valientes
M.L.- Más que valientes creo que fuimos generosos porque lo hicimos porque sí y nos la jugamos, aunque yo no me la quiero dar de valiente. Nosotros estábamos convencidos de que no nos iba a pasar nada. Incluso ahora sigo pensando que teníamos razón, que no estábamos tan locos. El ejército estaba muy desconcertado, con Franco en la cama, con los marroquíes tratando de aprovechar la situación,... Todo eso me hace pensar que llevábamos razón aunque luego, durante aquel verano, hubo fusilamientos.
Otra cosa de la que me he convencido con el tiempo es que si aquello hubiera prosperado, nos hubiéramos cargado el régimen porque no hubiera aguantado aquel golpe, y lo demuestra todas esas cosas que son realmente ciertas y que aparecen en la novela. Por ejemplo, la sexta flota y las maniobras de la OTAN que se mencionan. Aquello estaba lleno de barcos y portaaviones. Descubrí que el día que teníamos planeado el golpe, don Juan de Borbón estaba allí y eso fue para mí un shock.
J.S.- Pero si hubiera prosperado el golpe que teníais en mente, ¿qué hechos más inmediatos se hubieran producido?
M.L.- Hubiera sido un varapalo para el régimen. Si aquel verano del año 75, siendo ya septiembre, se declara en rebeldía una fragata entre Mallorca y la península, pidiendo la democracia,... Bueno, aquello hubiera sido algo grande.
J.S.- Pero había alféreces que sí tenían sus convicciones políticas y sus ideas muy claras, sin embargo otros eran ya padres de familia y se podrían haber echado atrás.
M.L.- Solo uno de los que formamos el grupo era padre de familia. Pero el ejército estaba muy dividido. Bueno, más que dividido lo que estaba era en estado de estupor. Franco estaba muy enfermo y en su entorno había de todo, unos bestiajos tremendos y otros que sabían lo que se les podía venir encima. Era una situación de expectativa, nadie sabía lo que iba a pasar.
J.S.- Y había que tener en cuenta también el contexto político tanto en el interior como el exterior. En la novela aparece don Juan de Borbón, la UMD (Unión Democrática Militar),...
M.L.- Mira, ¿sabes una cosa que aparece en la novela y que aunque parece ficción es pura realidad?
J.S.- Me lo imagino, lo del bombardeo.
M.L.- Eso, que hubo pilotos que pensaron bombardear el Pardo con Franco dentro. Eran pilotos de Torrejón. A mí me llegó la noticia a través del Partido Comunista en el que yo militaba. Lo que pasa es que aquello lo pararon pero la idea se debatió y se manejó.
J.S.- Un hecho un poco oculto hasta ahora.
M.L.- ¿Un poco? Yo de eso me he enterado hace varios meses.
J.S.- ¿Y la oposición estaba tan bien fundamentada como aparece en la novela? Me refiero a José Mª de Areilza, Santiago Carrillo,...
M.L.- Sí, sí, tal cual. Mientras escribía la novela me dediqué a consultar la hemeroteca como mínimo una hora al día. Primero estuve consultando muchas pero al final me quedé con dos, la de La Vanguardia y la del ABC. Y gracias a la hemeroteca pude leer las noticias de lo que ocurrió cada uno de los días de aquel verano del 75, los detenidos que hubo, la huelga y el boicot al turismo,... Todo eso es absolutamente riguroso porque ya no está basado en lo que yo recordaba sino en la lectura de todos los días del verano del 75.
J.M.- Digamos entonces que esas dos hemerotecas han sido la base de su documentación más sus propias vivencias, ¿no?
M.L.- Claro. Yo me acordaba de cosas y lo primero que hacía era acudir a la hemeroteca. La ambientación es absolutamente rigurosa.
J.S.- Me interesa mucho saber más sobre el ejército de aquel entonces. Yo pensaba que el ejército estaría totalmente a favor de Franco pero en la novela no aparece así.
M.L.- No. El ejército se había quedado muy conmocionado por la Revolución de los Claveles de Portugal. Había tres clases de personas en el ejército. Por un lado estaban los altos cargos que vivieron la guerra civil, esos eran unos franquistas puro y duro, sin más historias. Luego estaban los tenientes de academia, jóvenes, que eran unos fachas impresionantes. Tenían el coco comido totalmente. Pero luego también estaban los mismos que en Portugal, los capitanes, los que tenían 30 años más o menos, que tenían la vida por delante y que ya hacía tiempo que habían salido del adoctrinamiento de la academia militar y que veían que su carrera militar era un desastre en aquel ejército de Pancho Villa. Nada más que había chatarra en cuanto a equipamiento. El ejército de Franco no hubiera podido con una guerra en Marruecos porque el ejército francés lo barre en tres días y hasta los portugueses tenían más experiencia con las colonias. El ejército español, en cuanto a los posibles enemigos vecinos, no valía absolutamente para nada.
J.S.- Marruecos se aprovechó de eso.
M.L.- Marruecos se aprovechó sin problemas. Era solo un ejército para mantener al régimen y los militares más conscientes como por ejemplo Julio Rodríguez, el que fue Jefe del Estado Mayor de la Defensa con Zapatero, que estuvo por allí en aquella época, era piloto, y ya entonces era un tipo muy progresista. Como él había varios en la aviación, en la artillería,... En todos los cuerpos más técnicos donde había gente que había estudiado y sabían el material que tenía otros ejércitos... Era gente que se estaba planteando realmente la situación. Todo esto hizo que se creara la UMD, Unión Militar Democrática, cuyo objetivo no era dar un golpe estilo portugués sino contrarrestar al ejército si había una insurrección popular a favor de la democracia.
El hecho de que en el seno del ejército existiera gente muy organizada que pretendía llevar a cabo un acto de neutralización dio lugar a que nadie se fiara de nadie. Y si nadie se fía de nadie, la gente se convierte en prudentes. Salvo los exaltados, los talentillos que acababan de venir de la academia o los generales de la guerra civil, nadie se fiaba de nadie y por eso yo creo que, si la fragata la llegamos a hacer zarpar con la compañía dentro, en el ejército hubiera habido tres reacciones diferentes. Por un lado, gente que hubiera optado por hundir la fragata sin más, gente que hubiera querido fusilarnos y gente que hubiera actuado con precaución. Cargarse a doscientos reclutas hubiera sido muy fuerte.
J.S.- Además había otros acontecimientos que nos hacían el centro de atención.
M.L.- Sí, aquel verano había un boicot por parte de Suecia.
J.S.- Efectivamente, el boicot al turismo. También estaban la maniobras de la OTAN que tenía aquello lleno de barcos como hemos dicho antes, el mundo occidental estaba pendiente de unos consejos de guerra, la presión de Marruecos,...
M.L.- Claro y los americanos con las bases aquí, a los que ya les sobraba Franco. El régimen estaba tremendamente débil y esto hubiera sido la puntilla.
J.S.- Y las reivindicaciones que queríais pedir se pueden considerar como el embrión de nuestra actual Constitución porque son los mismos puntos que pedía también la Junta Democrática.
M.L.- Así es. Eso nos costó mucho. Discutimos mucho sobre los puntos pero claro teníamos los puntos de la Junta Democrática.
J.S.- Pero me resulta muy curioso que, después de lo vivido, no hayan ustedes mantenido el contacto.
M.L.- Pues así es. Una vez me hicieron una entrevista para La Vanguardia que apareció en la contra y a raíz de aquella publicación, sí hubo uno de los alféreces que contactó conmigo pero solo por email. Nunca llegamos a más.
J.S.- ¿Y por qué ese contacto no se mantuvo?
M.L.- No lo sé. Ten en cuenta que ni ellos ni yo tenemos esta historia como parte del curriculum. Esta historia se la conté a mi mujer, y de mis dos hijos uno lo sabía y el otro no. Es algo que he mantenido para mí hasta ahora.
J.S.- Parece como si no le dierais la importancia que realmente tiene.
M.L.- Es que no salió y no pasó nada... Para qué vamos a presumir de un golpe contra Franco que no salió.
J.S.- Pero no todo el mundo se atrevió a hacerlo.
M.L.- Ya pero... Sí me gustaría contarte que, mientras escribía la novela, reflexioné sobre la importancia de un servicio social obligatorio para los chavales. Ya no digo que el servicio militar se instaure de nuevo pero sí algo social, algo largo, de nueve meses a un año, en los bomberos, protección civil, Cáritas,... Que los chavales hagan cosas por la sociedad pero obligatorio nada de voluntario. Eso es algo que hemos perdido. Yo, una mili como aquella no se la deseo a nadie, pero un servicio social así como el que te digo, eso sí debería existir.
J.S.- En las milis de antaño se juntaban todas las capas de la sociedad. Resulta muy llamativo el nivel de analfabetismo que muestra la novela.
M.L.- Totalmente. Todo lo que se narra sobre eso es verdad. Y también en la novela hay muchas anécdotas que me pasaron a mí y que son totalmente verídicas, aunque parezca lo contrario.
J.S.- ¿Y la prisión de Cabrera era tan dantesca como se describe en la novela?
M.L.- Yo no la visité... Me hablaron de uno que pasó por allí y es el que me ha inspirado uno de los personajes de la novela. Cabrera ha sido una prisión desde mucho antes de la época napoleónica pero yo no la conocí. Lo que aparece en la novela me lo he inventado.
J.S.- Y otra curiosidad que tengo es si realmente don Juan de Borbón se refería a Franco como «el cabrón».
M.L.- Eso es totalmente verdad. No me lo inventado.
A Franco quienes más lo despreciaban eran los monárquicos y sus compañeros de guerra. Los demás lo odiábamos pero estos que te digo, los militares que se insubordinaron antes que él, porque él se subió a la insubordinación cuando ya estaba en marcha, esos lo despreciaban. Entonces todos los epítetos de «Paquita la culona» y demás, venían de los militarotes y el desprecio venía de los monárquicos.
J.S.- Y Felipe González asoma en la novela con muy poco carisma, ¿no?
M.L.- Bueno, esto es otra cosa que yo quería mostrar. A lo largo de la democracia es algo que me ha indignado mucho. El protagonismo que tenía el PSOE y que ha tenido, yo lo veo en todas sus dimensiones de manera realista. Creo que ha habido épocas y gobiernos muy buenos y pienso que el papel que ha tenido el PSOE en esta democracia es fundamental y lo respeto mucho pero que no hablen desde el franquismo. Eso es lo que no le soporto. No existió.
J.S.- Porque realmente fue el Partido Comunista, ¿no?
M.L.- Bueno, y otra mucha gente.
J.S.- Pero digo en la oposición. ¿Fue un instrumento Felipe para parar al Partido Comunista?
M.L.- ¡Claro! De hecho aquí en Sevilla se vieron descargar los carteles con la foto de Felipe González que venían directamente de Alemania. Mientras que los del resto de partidos eran cartelitos mucho más simples. Así que el apoyo de la Social Democracia Alemana al PSOE era absoluto y total.
En cambio una de las cosas que digo en la novela no se analiza mucho y es importante. Los americanos preferían al Partido Comunista en vez de a los socialistas.
J.S.- ¿Por?
M.L.- Por un motivo que además es obvio y nunca se ha pensado. Hay que situarse en aquella época. El partido comunista italiano era el más potente de todas las democracias y nunca ganaba. Llevaba cuarenta y tantos años sin ganar, desde la Segunda Guerra Mundial, y tenían un treinta y tanto por ciento de votos. Horrible. Los americanos sabían que los comunistas españoles nunca iban a ganar en la democracia porque si no habían ganado los italianos, en España iban a ganar menos... Sin embargo, pensaban que los socialistas con el apoyo de los alemanes eran capaces de ganar y no les interesaba. Curiosamente, el PSOE estuvo mucho más apoyado por los alemanes que por los americanos y Felipe González fue una figura puesta allí con un motivo concreto. Y te confieso que aquello fue hasta un acierto pero que no hablen de franquismo porque no dieron la cara ninguno y el que menos Felipe González.
J.S.- Hay una cita en la novela de Antonio Muñoz Molina que me ha gustado mucho. Me refiero a esa que dice: «La ventaja de la ficción es que no tolera finales innobles». No sé si ajusta mucho a la novela.
M.L.- Es que es amigote (Risas). Lo puse porque admiro mucho a Antonio Muñoz Molina como escritor pero también mucho como persona.
J.S- Su novela Ardor guerrero es muy buena.
M.L.- Esa sí que refleja una mili mucho más siniestra que la mía porque la mía, al fin y al cabo, estuvo bien.
J.S.- Sí, sí. Si además se dice, que milis posteriores fueron más duras y que los reclutas del CIR14 no se quejaron precisamente de aquel verano.
M.L.- No, yo creo que se lo pasaron bien y todo (Risas). Al final creo que a todos nos salió bien aunque también quería reflejar que hubo mucha gente como Calixto Diosdado que terminó en la cuneta. En la lucha por la democracia hubo infinidad de gente quedó en la cuneta pero yo no quería que ese fuera el final innoble de la novela. Quería ofrecer un poco de optimismo para esa fase a la que ahora se enfrenta el futuro de España. Realmente podemos construir una democracia mucho más avanzada que la que tenemos actualmente pero sin despreciarla porque esta ha costado lo suyo.
J.S.- Ahora está muy maltratada, ¿no?
M.L.- Hombre pues sí, está muy maltratada. Yo soy partidario de que hay que cambiar la Constitución, hay que modernizarlo todo... Tenemos un nuevo rey, está el problema de Cataluña que hay que resolver porque eso es una estupidez, es un choque de mediocridades,...
No sé si la novela tendrá mucha, poca o ninguna resonancia pero sí le pedí a mi editor que saliera antes de las elecciones para que la gente se dé cuenta que se puede construir una democracia mucho mejor, que ahora no hay que hacer rebeliones, ni secuestrar fragatas, ni jugarse la vida.
J.S.- Hoy en día piensa uno con nostalgia en los grandes políticos de antes a los que se les echa en falta.
M.L.- Con gente como Jacques Delors, Felipe González, Helmut Kolh e incluso, aunque no la pueda ver, Margaret Thatcher,... no hubiera ocurrido lo que está ocurriendo hoy. Eran líderes y jamás hubieran consentido que las estupideces de Artur Mas, porque es un mediocre de muchísimo cuidado, hubieran prosperado y tuvieran la influencia que tienen en Cataluña. Lo de Cataluña es lo más denigrante que pueda haber. Es que no se trata ni siquiera ni de ideales. Muy mal, muy enfadado y por un rebote por cuestiones de este tipo u otras similares, escribí la novela.
J.S.- Yo me lo he pasado muy bien leyéndola. Animo a todo el mundo a que lo haga porque lo van a disfrutar y se aprenden mucho.
M.L.- Me dijeron en la agencia que a las mujeres, que son las que más leen, que este tipo de novelas militares no les gustan.
J.S.- Pues yo animo tanto a los hombres como a las mujeres.
M.L.- Antes de acabar me gustaría aclararte algo. Hay una figura en la novela, la periodista, que realmente existió. Yo la conocí en el verano del 82, cuando vino a cubrir la elección de Felipe González pero era una periodista que había cubierto todos los conflictos en Latinoamérica, hablaba español perfectamente, estuvo en Nicaragua en el 79, era una mujer increíble. Hoy día es una mujer multi-premiada y la quise situar en la novela.
J.S.- ¿Y nos comenta usted que va a publicar una nueva novela con Algaida en breve?
M.L.- Eso parece pero lo está llevando la gente de mi agencia con la editorial.
J.S.- ¿Pero la tiene escrita ya, entonces?
M.L.- Sí, y el editor de Algaida la ha leído. Pero eso es cosa de ellos, de mi agente literario.
J.S.- Pues por nuestra parte, hemos acabado. Le agradecemos mucho su atención y esperamos volverle a ver con la nueva novela.
M.L.- Muchas gracias a vosotros.
Y hasta aquí la entrevista con Manuel Lozano Leyva. La verdad es que fue muy interesante sentarse a hablar con un hombre que formó parte de un acto como el que se narra en la novela, el secuestro de la fragata y su intento golpista contra el régimen de Franco. No deja de ser curioso que algo así haya pasado hasta ahora tan desapercibido. Por suerte, gracias a la novela, podemos tener conocimiento de un hecho que tienen su particular importancia en la historia de este país.
Doy las gracias a Juan S. por su colaboración.
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