Editorial: Espasa.
Fecha publicación: agosto, 2015.
Fecha publicación: agosto, 2015.
Nº Páginas: 592
Precio: 19,90 €
Género: Narrativa.
Edición: Tapa dura con sobrecubiertas.
Autora
Reyes Monforte es periodista y escritora. Su trayectoria profesional ha estado marcada por su trabajo en la radio, donde ha dirigido y presentado distintos programas en diferentes emisoras durante quince años, entre las que cabe destacar Onda Cero y Punto Radio. También ha colaborado en diversos programas de televisión en Telemadrid, Antena 3TV, La 2 o El Mundo TV, ejerciendo de colaboradora y, en algunos de ellos, de guionista. Actualmente es columnista de La Razón.
Su primer libro, Un burka por amor (Temas de Hoy, 2007), se convirtió en un best seller con 52 ediciones; se llevó a la televisión con una miniserie que siguieron más de cuatro millones de espectadores, lo que la convirtió en la ficción más vista del año en Antena 3TV. Tanto esta como sus posteriores publicaciones, Amor cruel, La rosa escondida, La infiel y Besos de arena, han sido traducida a varios idiomas y han confirmado a Reyes Monforte como una de las autoras más importantes del momento.
Sinopsis
Impredecible, bellísima y dotada de un hondo sentimiento, como la música compuesta por el genial Serguéi Prokófiev, así era Lina, su musa, su amante y su esposa.
Nacida en Madrid en 1897, con apenas 20 años se enamoró perdidamente del que sería su marido, del hombre y también del genio. «La princesa Linette», «mi Avecilla», como la llamaba Prokófiev, comenzó junto al compositor la vertiginosa andadura que da cuerpo a esta novela, que transcurre en los grandes escenarios del siglo XX, desde el Nueva York de los rascacielos, al París de las vanguardias y el glamour, donde la pareja formaba parte del círculo más exclusivo de intelectuales y artistas: Coco Chanel, Hemingway, Picasso, Matisse, Ravel, Diáguilev,...
Los años transcurrieron luminosos hasta que Prokófiev decidió regresar a la Unión Soviética, donde pretendía consagrar el éxito cosechado en el resto del mundo. Allí, tras los dramáticos tiempos de la Segunda Guerra Mundial, Lina fue acusada de espía extranjera bajo el terror estalinista, encerrada y torturada en la siniestra Lubianka y condenada a trabajos forzados en el gulag. Solo su fortaleza, su pasión por la vida y el amor indestructible que sentía por su marido le permitieron sobrevivir.
Desbordante de talento, fuerza y carisma, Lina Prokófiev es un asombroso personaje que, con este libro, por fin recibe el reconocimiento que merece.
Ya lo dije cuando publiqué la entrevista que puedes leer aquí y lo vuelvo a repetir. No voy a entrar en diatribas de ningún tipo. Esta reseña recoge tan solo mis impresiones sobre la lectura de la nueva novela de Reyes Monforte, Una pasión rusa.
Hasta la fecha no había leído ninguna obra de la autora. Cuando publicó La infiel, removí el cielo y la tierra de la biblioteca de mi ciudad para conseguirlo y poder leerlo pero solo obtuve por respuesta un mensaje lacónico: «El sistema de adquisiciones está momentáneamente desactivado». Me enfadé. Vale que me hubiera bastado con acudir a una librería, lo sé, pero la mordedura de la crisis me tenía con los pies en el aire. No era el momento. Y ahí se quedó la cosa.
Por suerte, me he resarcido con Una pasión rusa, una novela que recoge la historia de Carolina Codina Nemiskaia o Lina Codina, o ya de casada, Lina Prokófiev, la que fue esposa del famoso compositor ruso Serguéi Prokófiev, genio de la música, singular como músico, por cuyas piezas recibió el sobrenombre de «la rareza bolchevique».
La novela recoge aproximadamente cuarenta años de la vida de Lina, desde que en 1918, cuando contaba con 20 años de edad, conoce al compositor en el Carnigie Hall de Nueva York. La joven pertenecía a una familia en muy buena situación económica y muy reconocida. Siempre tuvo una estrecha vinculación con el mundo del espectáculo pues su madre, Olga Nemiskaia, era una soprano de gran reconocimiento mientras que su padre, Juan Codina, era un reputado tenor español. La joven Lina quedó irremediablemente prendada no solo por el porte físico de Prokófiev sino también por esa genialidad que desprendía su talento y la fuerza arrolladora que emanaba de sus composiciones.
La música. Siempre la música en la vida de Lina, que ya desde muy joven soñaba con convertirse en una famosa cantante y así procuró formarse durante muchos años con diversos profesores de canto aunque tenía una sombra negra que la acechaba cada vez que subía a un escenario. Y tras un periodo de relación con Serguéi, que no estuvo exento de obstáculos, quiso el destino que Lina se casara con el amor de su vida y fuera madre de dos hijos - Sviatoslav y Oleg-. No sería lo único que el destino quiso.
Junto a su marido recorrió el mundo de concierto en concierto y conoció a «la crème de la crème» del mundo intelectual, desde Coco Chanel con quien entabló una amistad sincera y profunda, Ernest Hemingway, Walt Disney, Maurice Ravel, Picasso, Imperio Argentina, García Lorca,... Si había algún artista o intelectual que resaltara en aquellos momentos con total seguridad formaba parte del círculo de amistades de Lina. Y así transcurrió su vida durante bastantes años, entre oropeles y lujo, pero todo se truncó, como si se hubiera despertado «la envidia del destino y la venganza de la vida ante tanta buena estrella». [pág. 164].
Rusia llamaba a sus hijos y en una maniobra perfecta, como la que ejecutaría una araña sobre su presa una vez hubiera caído enredada en su tela, la familia Prokófiev pasó a la más absoluta de las miserias en un país gobernado por un caprichoso dictador.
Una pasión rusa no solamente va a desgranar la pavorosa historia de amor entre Lina y Sérguei, una relación tan bella como una rosa recién florecida pero también llena de púas que provocaban heridas sangrantesy que terminaron en traición. No era fácil vivir al lado de Serguéi, tan aferrado no solo a su música sino también a su libertad y tan contrario a ciertas convicciones sociales que casi impiden la unión matrimonial de la pareja.
Y digo que esta novela no solo va a girar alrededor del amor porque también hace un repaso a la historia del siglo XX. Los recuerdos de Serguéi nos llevarán a los inicios de la revolución rusa, veremos el esplendor del París de los años 20, recorreremos los teatros de importantes capitales europeas, asistiremos a la muerte de Lenin en 1924, el inicio del gobierno de Stalin y de ahí, a los planes de alojamiento rusos o a sus nuevas políticas económicas que posteriormente resultaron un fracaso,... y luego el temor que se instaló en los corazones soviéticos. Una pasión rusa describe el horror que supuso el paso de Stalin por la Unión Soviética, un gobierno que estableció cuotas de detención, destierros o deportaciones, procesos judiciales fulminantes y sin garantías, terribles interrogatorios en la Lubianka, y durante el cual se producían desapariciones de multitud de personas de la noche a la mañana, o bien se vestían de suicidio unas muertes que no parecían tal. No importaba nada. O importaba todo. Cualquier mínimo acto, por pequeño que fuera, podría traer graves consecuencias incluso muchos años después. En realidad tampoco importaba mucho sí hacías algo o no. Bastaba con tener la intención o ni eso. Y así, bajo el gobierno de Stalin comenzaron a construirse los primeros gulags que llegaron a un total de unos quinientos y donde perdieron la vida millones de personas. ¿Y hablamos de Hitler? En este punto estoy totalmente de acuerdo con la autora: «La sombra o el personaje de Hitler lo tapa todo y no es que Stalin hiciera malo a Hitler, porque los dos eran unos descerebrados, pero Hitler era malo y Stalin era igual de malo o peor». [Tomado de la entrevista publicada en este blog].
Desde luego la novela describe escenas dantescas y sobrecogedoras que no dejarán indiferente al lector. Aún así, y por paradójico que parezca, resulta muy interesante leer toda esa parte histórica centrada en los horrores del gobierno de Stalin, episodios de los que se desprende una importante labor de documentación.
Y al margen de todo eso, también encontraremos anécdotas curiosas pues seremos testigos del nacimiento del perfume Chanel nº 5, veremos a Serguéi Diáguilev, un conocido empresario ruso visitar Sevilla en 1917, conoceremos las costumbres parisinas de la época como embellecer las rodillas con maquillaje o bien la influencia que la corriente religiosa Ciencia Cristiana ejerció sobre la vida del matrimonio.
Pero por encima de la historia y de la Historia, destacan los dos personajes tan poderosos de esta novela, pues si bien el argumento posee fuerza suficiente como para mantener al lector enganchado a las páginas, el resultado no hubiera sido igual sin unos personajes tan magnéticos como Serguéi y Lina Prokófiev.
Lina capta toda nuestra atención desde las primeras líneas. Y lo hace no solo por su belleza sin par, una belleza que cautivaba tanto a hombres como a mujeres, con su larga cabellera negra, su gusto exquisito en el vestir, su elegancia natural en cualquier situación, su inteligencia y su educación refinada, sino que también nos impactará sobremanera por su carácter temperamental, esa raza latina que le salía de dentro y por la que a veces se mostraba obstinada y terca pero también fuerte, valiente, segura y decidida. Su forma de ser le valió de gran ayuda en los momentos más duros de su vida, pero también le trajo más de un disgusto pues ella no se andaba con remilgos, haciendo gala de una profunda sinceridad.
Se trata de un personaje que la autora dibuja en profundidad, muy completo pues no solo la veremos con los ojos del narrador sino que, a través de otros personajes más secundarios, sabremos la opinión que se tenía de ella.
Reconozco que en ocasiones me ha costado entender la actitud de esta mujer, tan entregada siempre a su marido y a su causa. Lina fue una mujer muy importante en la vida de Serguéi Prokófiev, y no solo en lo personal sino también en lo profesional, por lo que, quizás sin ella, la trayectoria del compositor no hubiera sido tan brillante. Aun así, no estoy segura si esta mujer fue valorada en su justa medida por su marido, un esposo que, a pesar de vivir totalmente enamorado de ella, optó por traicionar una unión que rayaba en lo sagrado. Nada hundiría a Lina aunque la nevada la cubriera hasta casi dejarla sin oxígeno. Siguió adelante y supo ver las cosas desde una perspectiva que, en el caso de otra mujer, hubieran sido enfocadas desde otro ángulo. Y es que el amor de Lina por su marido fue más allá del amor de una esposa hacia su cónyuge. Ella amaba al hombre pero también la música.
Por su parte, Serguéi me ha parecido un personaje profundamente melancólico que parecía estar designado a convertirse en un gran compositor desde su más tierna infancia, cuando, con tan solo cinco años, su madre, María Grigórievna, lo veía encumbrarse a la banqueta del piano. A través de la novela, conseguimos ver a un hombre totalmente entregado a los deleites de la música, componiendo piezas de marcado estilo futurista de las que hay numerosas referencias en el libro y que, si bien fue aplaudido siempre, no dejaba de causar estupor entre su público y el resto de compositores de la época.
Bajo mi punto de vista, Serguéi fue el débil de la pareja, y no solo por las terribles migrañas que padecía, dolencias que conseguían disminuir su capacidad creativa, sino porque me parece que no quiso o no supo hacer frente a las ataduras que le impusieron sus compatriotas. Sin que esto se mencione explícitamente en la novela, tengo la sensación de que fue un hombre que se dejó manipular por los intereses políticos de su país, de ahí que cometiera un acto de traición y no contra el gobierno soviético precisamente.
Prokófiev es un personaje que me ha producido muchos desbarajustes emocionales. Inicialmente me topé con un hombre excesivamente mimado, alrededor del cual tenían que estar los demás presto y atento a sus exigencias. Al genio había que perdonárselo todo pero yo he visto mucho egoísmo en su figura, incluso en los años en los que amó profundamente a Lina. Luego llegó la traición, esa que no toda mujer está dispuesta a perdonar, y lo odié. No entendí qué había llevado a Serguéi a ser tan despreciable y empecé a leer entre líneas esa supuesta orquestación política que se forjó a su alrededor, quizás en un intento de reconciliarme con el personaje algo que, definitivamente ocurrió, llegando al final de la novela y al final de los días de Serguéi, cuando la genialidad ha sido mancillada por la vejez. En el fondo, en esos momentos finales Prokófiev me pareció un pobre hombre y me produjo muchísima tristeza.
Y centrándonos en otras cuestiones os diré que Una pasión rusa, escrita en tercera persona, no arranca inmediatamente desde el pasado. Existe una especie de antesala, un capítulo introductorio que se desarrolla en el presente de la novela pero que servirá de puerta de entrada hacia el ayer. Sin lugar a dudas este capítulo inicial es pieza clave a la hora de captar la atención del lector pues flota en estas páginas iniciales un cierto halo de suspense, cuando descubrimos a Lina como una prisionera más del campo de concentración de Abez, donde estuvo sometida a catorce horas de trabajos forzados tras haber sido condenada a veinte años de prisión ya que fue acusada de espionaje y traición a la patria. No desvelo nada nuevo pues su estancia en un gulag ya se menciona en la sinopsis. No obstante, lo realmente interesante de la novela no es saber que Lina acabó sufriendo la tiranía de Stalin, sino saber cómo y por qué acabó en aquel lugar y de ahí que esa introducción despierte la curiosidad del lector y lo anime a adentrarse en esa historia tan llena de fastuosidad y miseria, especialmente, teniendo en cuenta que lo que se narra en la novela tiene un fundamento real.
Tras esos primeros compases, Una pasión rusa se desborda sobre un estructura de cinco bloques titulados a lo largo de los cuales se distribuyen treinta y seis capítulos de extensión media, que vendrán seguidos por dos interesantes anexos que complementan con datos y aclaraciones el argumento y la vida de sus protagonistas.
Referencias cronológicas y geográficas aquí y allá impiden que el lector se desoriente en el transcurrir de un tiempo y una historia en la que el ritmo no es vertiginoso. Todo transcurre a un ritmo pausado, quizás motivado por el frío de la estepa rusa que todo lo ralentiza, y así nos iremos deslizando con suavidad por unos hechos que nos envuelven.
Algo muy importante a destacar es la emotividad y la sensualidad que se respira a lo largo de toda la novela, y más concretamente en la primera mitad, cuando la relación de Lina y Serguéi está en su punto más álgido, amparaba bajo el enorme éxito que comenzó a cosechar el compositor y el afloramiento de los intensos sentimientos de Lina.
Con un equilibrio muy armónico entre la narración y el diálogo, se podría decir que el estilo de la autora es sumamente envolvente, que poco a poco te atrapa, te recubre para trasladarte a los distintos escenarios y escenas como un espectador privilegiado.
Y releyendo mis notas sobre la novela me doy cuenta que podría seguir contándoos una y mil cosas porque Una pasión rusa está cargada de acontecimientos de lo más variopintos y en ellos descubrimos los diversos avatares que tuvieron que sufrir y padecer sus protagonistas pero es hora de poner punto y final a esta extensa reseña. Es el momento de invitaros a descubrir lo que se me ha quedado en el tintero, que es abundante, y concluyo reiterándoos que esta novela, la nueva publicación de Reyes Monforte, me ha parecido una historia cautivadora y altamente recomendable. Estoy convencidísima de que te va a sorprender.
Os dejo con el último párrafo del capitulo introductorio, el que da pie a toda la novela:
- Sumando 2015.
Impredecible, bellísima y dotada de un hondo sentimiento, como la música compuesta por el genial Serguéi Prokófiev, así era Lina, su musa, su amante y su esposa.
Nacida en Madrid en 1897, con apenas 20 años se enamoró perdidamente del que sería su marido, del hombre y también del genio. «La princesa Linette», «mi Avecilla», como la llamaba Prokófiev, comenzó junto al compositor la vertiginosa andadura que da cuerpo a esta novela, que transcurre en los grandes escenarios del siglo XX, desde el Nueva York de los rascacielos, al París de las vanguardias y el glamour, donde la pareja formaba parte del círculo más exclusivo de intelectuales y artistas: Coco Chanel, Hemingway, Picasso, Matisse, Ravel, Diáguilev,...
Los años transcurrieron luminosos hasta que Prokófiev decidió regresar a la Unión Soviética, donde pretendía consagrar el éxito cosechado en el resto del mundo. Allí, tras los dramáticos tiempos de la Segunda Guerra Mundial, Lina fue acusada de espía extranjera bajo el terror estalinista, encerrada y torturada en la siniestra Lubianka y condenada a trabajos forzados en el gulag. Solo su fortaleza, su pasión por la vida y el amor indestructible que sentía por su marido le permitieron sobrevivir.
Desbordante de talento, fuerza y carisma, Lina Prokófiev es un asombroso personaje que, con este libro, por fin recibe el reconocimiento que merece.
[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]
Hasta la fecha no había leído ninguna obra de la autora. Cuando publicó La infiel, removí el cielo y la tierra de la biblioteca de mi ciudad para conseguirlo y poder leerlo pero solo obtuve por respuesta un mensaje lacónico: «El sistema de adquisiciones está momentáneamente desactivado». Me enfadé. Vale que me hubiera bastado con acudir a una librería, lo sé, pero la mordedura de la crisis me tenía con los pies en el aire. No era el momento. Y ahí se quedó la cosa.
Por suerte, me he resarcido con Una pasión rusa, una novela que recoge la historia de Carolina Codina Nemiskaia o Lina Codina, o ya de casada, Lina Prokófiev, la que fue esposa del famoso compositor ruso Serguéi Prokófiev, genio de la música, singular como músico, por cuyas piezas recibió el sobrenombre de «la rareza bolchevique».
La novela recoge aproximadamente cuarenta años de la vida de Lina, desde que en 1918, cuando contaba con 20 años de edad, conoce al compositor en el Carnigie Hall de Nueva York. La joven pertenecía a una familia en muy buena situación económica y muy reconocida. Siempre tuvo una estrecha vinculación con el mundo del espectáculo pues su madre, Olga Nemiskaia, era una soprano de gran reconocimiento mientras que su padre, Juan Codina, era un reputado tenor español. La joven Lina quedó irremediablemente prendada no solo por el porte físico de Prokófiev sino también por esa genialidad que desprendía su talento y la fuerza arrolladora que emanaba de sus composiciones.
La música. Siempre la música en la vida de Lina, que ya desde muy joven soñaba con convertirse en una famosa cantante y así procuró formarse durante muchos años con diversos profesores de canto aunque tenía una sombra negra que la acechaba cada vez que subía a un escenario. Y tras un periodo de relación con Serguéi, que no estuvo exento de obstáculos, quiso el destino que Lina se casara con el amor de su vida y fuera madre de dos hijos - Sviatoslav y Oleg-. No sería lo único que el destino quiso.
Junto a su marido recorrió el mundo de concierto en concierto y conoció a «la crème de la crème» del mundo intelectual, desde Coco Chanel con quien entabló una amistad sincera y profunda, Ernest Hemingway, Walt Disney, Maurice Ravel, Picasso, Imperio Argentina, García Lorca,... Si había algún artista o intelectual que resaltara en aquellos momentos con total seguridad formaba parte del círculo de amistades de Lina. Y así transcurrió su vida durante bastantes años, entre oropeles y lujo, pero todo se truncó, como si se hubiera despertado «la envidia del destino y la venganza de la vida ante tanta buena estrella». [pág. 164].
Rusia llamaba a sus hijos y en una maniobra perfecta, como la que ejecutaría una araña sobre su presa una vez hubiera caído enredada en su tela, la familia Prokófiev pasó a la más absoluta de las miserias en un país gobernado por un caprichoso dictador.
Una pasión rusa no solamente va a desgranar la pavorosa historia de amor entre Lina y Sérguei, una relación tan bella como una rosa recién florecida pero también llena de púas que provocaban heridas sangrantesy que terminaron en traición. No era fácil vivir al lado de Serguéi, tan aferrado no solo a su música sino también a su libertad y tan contrario a ciertas convicciones sociales que casi impiden la unión matrimonial de la pareja.
Y digo que esta novela no solo va a girar alrededor del amor porque también hace un repaso a la historia del siglo XX. Los recuerdos de Serguéi nos llevarán a los inicios de la revolución rusa, veremos el esplendor del París de los años 20, recorreremos los teatros de importantes capitales europeas, asistiremos a la muerte de Lenin en 1924, el inicio del gobierno de Stalin y de ahí, a los planes de alojamiento rusos o a sus nuevas políticas económicas que posteriormente resultaron un fracaso,... y luego el temor que se instaló en los corazones soviéticos. Una pasión rusa describe el horror que supuso el paso de Stalin por la Unión Soviética, un gobierno que estableció cuotas de detención, destierros o deportaciones, procesos judiciales fulminantes y sin garantías, terribles interrogatorios en la Lubianka, y durante el cual se producían desapariciones de multitud de personas de la noche a la mañana, o bien se vestían de suicidio unas muertes que no parecían tal. No importaba nada. O importaba todo. Cualquier mínimo acto, por pequeño que fuera, podría traer graves consecuencias incluso muchos años después. En realidad tampoco importaba mucho sí hacías algo o no. Bastaba con tener la intención o ni eso. Y así, bajo el gobierno de Stalin comenzaron a construirse los primeros gulags que llegaron a un total de unos quinientos y donde perdieron la vida millones de personas. ¿Y hablamos de Hitler? En este punto estoy totalmente de acuerdo con la autora: «La sombra o el personaje de Hitler lo tapa todo y no es que Stalin hiciera malo a Hitler, porque los dos eran unos descerebrados, pero Hitler era malo y Stalin era igual de malo o peor». [Tomado de la entrevista publicada en este blog].
Desde luego la novela describe escenas dantescas y sobrecogedoras que no dejarán indiferente al lector. Aún así, y por paradójico que parezca, resulta muy interesante leer toda esa parte histórica centrada en los horrores del gobierno de Stalin, episodios de los que se desprende una importante labor de documentación.
Y al margen de todo eso, también encontraremos anécdotas curiosas pues seremos testigos del nacimiento del perfume Chanel nº 5, veremos a Serguéi Diáguilev, un conocido empresario ruso visitar Sevilla en 1917, conoceremos las costumbres parisinas de la época como embellecer las rodillas con maquillaje o bien la influencia que la corriente religiosa Ciencia Cristiana ejerció sobre la vida del matrimonio.
Pero por encima de la historia y de la Historia, destacan los dos personajes tan poderosos de esta novela, pues si bien el argumento posee fuerza suficiente como para mantener al lector enganchado a las páginas, el resultado no hubiera sido igual sin unos personajes tan magnéticos como Serguéi y Lina Prokófiev.
Lina capta toda nuestra atención desde las primeras líneas. Y lo hace no solo por su belleza sin par, una belleza que cautivaba tanto a hombres como a mujeres, con su larga cabellera negra, su gusto exquisito en el vestir, su elegancia natural en cualquier situación, su inteligencia y su educación refinada, sino que también nos impactará sobremanera por su carácter temperamental, esa raza latina que le salía de dentro y por la que a veces se mostraba obstinada y terca pero también fuerte, valiente, segura y decidida. Su forma de ser le valió de gran ayuda en los momentos más duros de su vida, pero también le trajo más de un disgusto pues ella no se andaba con remilgos, haciendo gala de una profunda sinceridad.
Se trata de un personaje que la autora dibuja en profundidad, muy completo pues no solo la veremos con los ojos del narrador sino que, a través de otros personajes más secundarios, sabremos la opinión que se tenía de ella.
Reconozco que en ocasiones me ha costado entender la actitud de esta mujer, tan entregada siempre a su marido y a su causa. Lina fue una mujer muy importante en la vida de Serguéi Prokófiev, y no solo en lo personal sino también en lo profesional, por lo que, quizás sin ella, la trayectoria del compositor no hubiera sido tan brillante. Aun así, no estoy segura si esta mujer fue valorada en su justa medida por su marido, un esposo que, a pesar de vivir totalmente enamorado de ella, optó por traicionar una unión que rayaba en lo sagrado. Nada hundiría a Lina aunque la nevada la cubriera hasta casi dejarla sin oxígeno. Siguió adelante y supo ver las cosas desde una perspectiva que, en el caso de otra mujer, hubieran sido enfocadas desde otro ángulo. Y es que el amor de Lina por su marido fue más allá del amor de una esposa hacia su cónyuge. Ella amaba al hombre pero también la música.
Por su parte, Serguéi me ha parecido un personaje profundamente melancólico que parecía estar designado a convertirse en un gran compositor desde su más tierna infancia, cuando, con tan solo cinco años, su madre, María Grigórievna, lo veía encumbrarse a la banqueta del piano. A través de la novela, conseguimos ver a un hombre totalmente entregado a los deleites de la música, componiendo piezas de marcado estilo futurista de las que hay numerosas referencias en el libro y que, si bien fue aplaudido siempre, no dejaba de causar estupor entre su público y el resto de compositores de la época.
Bajo mi punto de vista, Serguéi fue el débil de la pareja, y no solo por las terribles migrañas que padecía, dolencias que conseguían disminuir su capacidad creativa, sino porque me parece que no quiso o no supo hacer frente a las ataduras que le impusieron sus compatriotas. Sin que esto se mencione explícitamente en la novela, tengo la sensación de que fue un hombre que se dejó manipular por los intereses políticos de su país, de ahí que cometiera un acto de traición y no contra el gobierno soviético precisamente.
Prokófiev es un personaje que me ha producido muchos desbarajustes emocionales. Inicialmente me topé con un hombre excesivamente mimado, alrededor del cual tenían que estar los demás presto y atento a sus exigencias. Al genio había que perdonárselo todo pero yo he visto mucho egoísmo en su figura, incluso en los años en los que amó profundamente a Lina. Luego llegó la traición, esa que no toda mujer está dispuesta a perdonar, y lo odié. No entendí qué había llevado a Serguéi a ser tan despreciable y empecé a leer entre líneas esa supuesta orquestación política que se forjó a su alrededor, quizás en un intento de reconciliarme con el personaje algo que, definitivamente ocurrió, llegando al final de la novela y al final de los días de Serguéi, cuando la genialidad ha sido mancillada por la vejez. En el fondo, en esos momentos finales Prokófiev me pareció un pobre hombre y me produjo muchísima tristeza.
Y centrándonos en otras cuestiones os diré que Una pasión rusa, escrita en tercera persona, no arranca inmediatamente desde el pasado. Existe una especie de antesala, un capítulo introductorio que se desarrolla en el presente de la novela pero que servirá de puerta de entrada hacia el ayer. Sin lugar a dudas este capítulo inicial es pieza clave a la hora de captar la atención del lector pues flota en estas páginas iniciales un cierto halo de suspense, cuando descubrimos a Lina como una prisionera más del campo de concentración de Abez, donde estuvo sometida a catorce horas de trabajos forzados tras haber sido condenada a veinte años de prisión ya que fue acusada de espionaje y traición a la patria. No desvelo nada nuevo pues su estancia en un gulag ya se menciona en la sinopsis. No obstante, lo realmente interesante de la novela no es saber que Lina acabó sufriendo la tiranía de Stalin, sino saber cómo y por qué acabó en aquel lugar y de ahí que esa introducción despierte la curiosidad del lector y lo anime a adentrarse en esa historia tan llena de fastuosidad y miseria, especialmente, teniendo en cuenta que lo que se narra en la novela tiene un fundamento real.
Tras esos primeros compases, Una pasión rusa se desborda sobre un estructura de cinco bloques titulados a lo largo de los cuales se distribuyen treinta y seis capítulos de extensión media, que vendrán seguidos por dos interesantes anexos que complementan con datos y aclaraciones el argumento y la vida de sus protagonistas.
Referencias cronológicas y geográficas aquí y allá impiden que el lector se desoriente en el transcurrir de un tiempo y una historia en la que el ritmo no es vertiginoso. Todo transcurre a un ritmo pausado, quizás motivado por el frío de la estepa rusa que todo lo ralentiza, y así nos iremos deslizando con suavidad por unos hechos que nos envuelven.
Algo muy importante a destacar es la emotividad y la sensualidad que se respira a lo largo de toda la novela, y más concretamente en la primera mitad, cuando la relación de Lina y Serguéi está en su punto más álgido, amparaba bajo el enorme éxito que comenzó a cosechar el compositor y el afloramiento de los intensos sentimientos de Lina.
Con un equilibrio muy armónico entre la narración y el diálogo, se podría decir que el estilo de la autora es sumamente envolvente, que poco a poco te atrapa, te recubre para trasladarte a los distintos escenarios y escenas como un espectador privilegiado.
Y releyendo mis notas sobre la novela me doy cuenta que podría seguir contándoos una y mil cosas porque Una pasión rusa está cargada de acontecimientos de lo más variopintos y en ellos descubrimos los diversos avatares que tuvieron que sufrir y padecer sus protagonistas pero es hora de poner punto y final a esta extensa reseña. Es el momento de invitaros a descubrir lo que se me ha quedado en el tintero, que es abundante, y concluyo reiterándoos que esta novela, la nueva publicación de Reyes Monforte, me ha parecido una historia cautivadora y altamente recomendable. Estoy convencidísima de que te va a sorprender.
Os dejo con el último párrafo del capitulo introductorio, el que da pie a toda la novela:
«Su mente buscaba una tabla de salvación que la mantuviera a flote y para ello necesitaba ir al principio, al lugar donde todo empezó, donde comenzó a gestarse su gran pasión que la llevaría al más cruel de los infiernos...». [pág. 19]
[Imágenes e ilustraciones tomadas de Google]
Retos:
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Te leo de puntillas. LA leeré pronto.
ResponderEliminarEs un libro que me gustaría leer. A ver si me hago con él :)
ResponderEliminarBs.
Lo tengo pendiente de lectura, a ver cuando lo puedo leer. Un besote
ResponderEliminarEs un novelón. No he podido dejar de leer esta historia. Y la reseña es extraordinaria. De acuerdo en un cien por cien
ResponderEliminarEs un novelón. No he podido dejar de leer esta historia. Magnifica por lo que cuenta y por como esta escrita Y la reseña es extraordinaria
ResponderEliminarUna completísima reseña, al igual que la entrevista
ResponderEliminarBesos
Ya sabes que también me gustó muchísimo. Muy buena reseña!
ResponderEliminarBesos
Me apetece muchísimo este libro y reseña tras reseña mis ganas van aumentando.
ResponderEliminarBesos.
Me estáis dejando con las ganas!!
ResponderEliminarBesos
Tengo muchísimas ganas de leerlo, así que paso un poco por encima por tu reseña, y volveré a ella cuando lo haya acabado. ¡Un abrazo!
ResponderEliminarLa voy a leer pronto. Los entusiastas comentarios que he leído días atrás en Twiter me animaron a hacerme con ella
ResponderEliminarBesos
Ains, tu reseña me pone los dientes largos, Marisa. La leería con gusto, sin lugar a dudas. Besos, Paco.
ResponderEliminar¡Qué buena pinta! Me gusta eso que has comentado de personajes poderosos y lo de que la novela da un repaso a la Historia. Además, me motiva conocer detalles de la vida del músico. Quizás soy un poco cotilla, jejeje.
ResponderEliminarUn beso.
Cada vez con más ganas de empezarla. Besos
ResponderEliminarEs de esas lecturas que se que voy a leer si o si, me llama mucho la atención.
ResponderEliminarNo lo tenía claro, me daba un poco de miedo que fuera demasiado en plan culebrón. Pero me parece que tiene de todo y bien llevado. Me la apunto. Y entiendo perfectamente tu rebote con la biblioteca , es que a veces...ya es por orgullo.
ResponderEliminarBesos
Sin lugar a dudas, es un libro estupendo que hay que leer sí o sí!
ResponderEliminarMmmm, esta me la tengo que apuntar con lo que a mí me gusta todo lo ruso, bastante buen contexto histórico además.
ResponderEliminarY no te quejes de las bibliotecas, si vieras la que tenemos aquí te echabas a llorar jajaja. Besos :)
Todavía no me he estrenado con esta autora y me parece que cuando lo haga,será con este libro, que no paro de ver reseñas muy positivas.
ResponderEliminarBesotes!!!
No lo conocía pero tiene pinta de ser un buen libro
ResponderEliminaruna buena historia y bien contada
igual me animo
un beesito
Pues habrá que tenerlo en cuenta =)
ResponderEliminarBesotes
Leí un reportaje bastante amplio hace unos años sobre esta historia en un dominical y me quedé muy impactada. Por eso, porque me gustó tanto aquel reportaje, no me apetece mucho leer la novela, prefiero quedarme con esa historia contada así, sin novelar. Pero todos habláis tan bien de ella que quizás acabe cayendo...
ResponderEliminarBesotes
Pinta a novelón de esos que tocan un montón de palos, completo como poco. Me podría animar con esta. Además, tanto la personaje protagonista como la época en que se sitúa la historia me son más bien ajenos en esto de la literatura, no me he prodigado en demasiadas historias con esa ambientación. Hoy me tientas :P
ResponderEliminarUn beso, Marisa!
He leído que sobre este libro planea la sombra de la sospecha... La verdad es que no me había fijado en él y, aunque la historia que cuentas me llama la atención, no creo que lo incluya entre mis futuras lecturas. 1beso!
ResponderEliminarEs un libro que me gustaría leer, la sinopsis es tentadora por si sola, pero tras leer las reseñas que va cosechando más. Besos
ResponderEliminarNo me importaría conocer más de cerca al compositor y su entorno,
ResponderEliminarbesucus
Paso de puntillas, que sueles ser muy minuciosa y esta vez no quiero saber más de lo que ya me contó la autora :-) Un besote!
ResponderEliminarNo me llama demasiado la tención así que prescindiré de su lectura. Tu reseña me ha resultado muy completa y uena. Gracias.
ResponderEliminarNunca me ha atraído especialmente esta autora, tal vez por su lado mediático, pero las buenas críticas me están haciendo replanteármelo.
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