Editorial: Ediciones B.
Fecha publicación: 2015.
Nº Páginas: 272
Precio: 17,00 €
Género: Narrativa.
Edición: Rústica con solapas.
ISBN: 978-84-666-5716-7
Autor
Mikel Alvira, inquieto creador multidisciplinar, alterna la producción literaria con las manifestaciones plásticas y la redacción de guiones.
Ha publicado varios ensayos, poemarios y novelas, entre estas últimas el best-seller El silencio de las hayas. "Soy escritor y todo cuanto hago tiene que ver con lo que escribo. Si tuviera que resumir mi perfil diría que no sé no escribir".
Sinopsis
Solo un escritor tramposo puede escribir la novela perfecta.
El autor de éxito Simón Lugar lucha por dar forma a su primera novela negra. Melancólico y misántropo, se siente presionado por su agente literaria y sus cientos de miles de lectores. Buscando la inspiración en un paseo por la playa, conoce a una joven enigmática. Mientras, una serie de sangrientos asesinatos van conformando la trama del libro dentro de su cabeza.
[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]
¡Benditas sean las notas que voy tomando a medida que avanzo en mis lecturas! La novela de Rebeca la leí a mediados de julio y si no fuera por las anotaciones, ahora no sabría muy bien cómo componer esta reseña porque la novela de Mikel Alvira necesita de lápiz y papel para que nada se te escape.
Nada más abrir el libro lo primero que llama la atención son las distintas grafías que emplea el autor. No tardaremos mucho en advertir que estamos ante un libro que contiene otro. Iría más lejos, un libro que contiene dos libros más en su interior, de ahí que, para distinguir uno de otro, el autor emplee distinto tipo de letra. Mikel Alvira juega con las matrioskas.
Cuando nos topamos con una novela así, ya sabéis que estamos ante un caso de metaliteratura. A todo esto, el DRAE no recoge este término y no deja de ser curioso. Pero, vayamos a lo que nos importa. Teniendo en cuenta que, como dije antes, La novela de Rebeca engloba diversas tramas, me resultaría más fácil si os hablo de este libro desgranando cada una de las líneas argumentales. A una la llamaré «Trama principal» y a la otra «Trama secundaria» aunque la asignación de estos términos dejan de tener mucho sentido cuando se llega al desenlace.
Cuando nos topamos con una novela así, ya sabéis que estamos ante un caso de metaliteratura. A todo esto, el DRAE no recoge este término y no deja de ser curioso. Pero, vayamos a lo que nos importa. Teniendo en cuenta que, como dije antes, La novela de Rebeca engloba diversas tramas, me resultaría más fácil si os hablo de este libro desgranando cada una de las líneas argumentales. A una la llamaré «Trama principal» y a la otra «Trama secundaria» aunque la asignación de estos términos dejan de tener mucho sentido cuando se llega al desenlace.
Trama principal
La trama principal, por llamarla de alguna manera, tiene como protagonista al escritor Simón Lugar, un hombre especialmente ordenado y organizado que, apartado del mundanal ruido, reside en un punto de la costa del País Vasco (sabremos esto por ciertas referencias a la Ertzaintza pero no hay un dibujo explicito del terreno en el que se desarrolla esta trama). Simón se encuentra en pleno proceso creativo, dando forma a una novela negra. Escribir, idear, inventar, construir una historia requiere de grandes dosis de concentración y múltiples horas al día de enclaustramiento frente al ordenador. Sin embargo, también se hace necesario despejar la cabeza. Simón, aprovechando la cercanía del mar, acostumbra a dar un paseo matutino durante los cuales llega a conocer a una enigmática mujer, Eme.
Simón se sentirá en todo momento intrigado por Eme y, una vez que han acercado posturas, hará de ella su confidente. Por su parte, Eme parece jugar al suspense con Simón, de tal manera que, cuando están juntos, tenía la sensación de que algo iba a ocurrir entre ellos. Pero no os desvelaré nada. Lo que ocurra entre los dos será algo que tendréis que descubrir.
Simón se sentirá en todo momento intrigado por Eme y, una vez que han acercado posturas, hará de ella su confidente. Por su parte, Eme parece jugar al suspense con Simón, de tal manera que, cuando están juntos, tenía la sensación de que algo iba a ocurrir entre ellos. Pero no os desvelaré nada. Lo que ocurra entre los dos será algo que tendréis que descubrir.
Pero a su vez, esta línea argumental se divide en otra rama muy distinta. El autor nos presenta a dos hermanas argentinas, dos bonaerenses, que parecen tener problemas legales. Han recibido citaciones, se menciona la cárcel, están pendientes de un juicio por algo que hicieron en el pasado. Asuntos turbios envuelven a las dos damas y aunque parezca increíble, ambas tienen bastante que ver con Simón. Ahí lo dejo.
Trama secundaria
Teniendo en cuenta que Simón Lugar es escritor, la trama secundaria sería la que él estaría construyendo, su novela negra en pleno proceso creativo.
La novela de la que es autor Simón, tiene como protagonista a Rebeca Leeman, una mujer de buena familia, empleada en una revista de decoración pero aficionada también a la literatura. Su máximo deseo es escribir una novela negra y aprovechando que su tío es médico forense, tiene acceso a información valiosísima sobre cadáveres y asesinatos, material que le viene tremendamente bien para el argumento que ella tiene pensado. Pero Rebeca es una mujer con muchas sombras, guarda muchos secretos que por supuesto no os voy a desvelar. Lo único que os puedo decir es lo siguiente. Si me pidieran que eligiera entre la trama principal y la secundaria, entre Simón Lugar y Rebeca Leeman, tengo clarísimo que me quedaría con la segunda. La historia que esta mujer protagoniza me ha resultado fascinante frente al argumento de Simón y Eme, cuya amistad tiene algún toque de fantasía que no me ha convencido, al margen de que se prevé.
Y al final llegamos a un desenlace que me ha cautivado por lo bien pensado y ejecutado. Voy a intentar explicar qué sensaciones me ha producido el desenlace. Lo primero que se me ocurre es utilizar los trampantojos como referencia. Me refiero a esas ilusiones ópticas con las que se engaña al espectador. Por ejemplo, mirad esta imagen.
A simple vista, da la sensación de que el niño, protagonista del cuadro, harto de estar encerrado entre cuatro maderos, ha decidido abandonar su jaula particular y salir al exterior pero sabemos que no es así. Es solo una ilusión y no es de las mejores que hay pero sí la que más me ha gustado. El cuadro es tal y como lo estamos viendo y su autor solo está creando la ilusión de la fuga.
No sé si me voy a explicar bien pero, en cierto sentido, Mikel Alvira juega con la ilusión óptica o sensorial del espectador. El autor conecta las dos historias de tal modo que provoca en nosotros una sensación de incertidumbre, de no saber realmente qué es lo real y lo ficticio. En definitiva, me haya explicado o no, os confieso que a mí el final me ganó totalmente y aplaudí la labor de Alvira por ser tan ingenioso.
La novela de la que es autor Simón, tiene como protagonista a Rebeca Leeman, una mujer de buena familia, empleada en una revista de decoración pero aficionada también a la literatura. Su máximo deseo es escribir una novela negra y aprovechando que su tío es médico forense, tiene acceso a información valiosísima sobre cadáveres y asesinatos, material que le viene tremendamente bien para el argumento que ella tiene pensado. Pero Rebeca es una mujer con muchas sombras, guarda muchos secretos que por supuesto no os voy a desvelar. Lo único que os puedo decir es lo siguiente. Si me pidieran que eligiera entre la trama principal y la secundaria, entre Simón Lugar y Rebeca Leeman, tengo clarísimo que me quedaría con la segunda. La historia que esta mujer protagoniza me ha resultado fascinante frente al argumento de Simón y Eme, cuya amistad tiene algún toque de fantasía que no me ha convencido, al margen de que se prevé.
Y al final llegamos a un desenlace que me ha cautivado por lo bien pensado y ejecutado. Voy a intentar explicar qué sensaciones me ha producido el desenlace. Lo primero que se me ocurre es utilizar los trampantojos como referencia. Me refiero a esas ilusiones ópticas con las que se engaña al espectador. Por ejemplo, mirad esta imagen.
A simple vista, da la sensación de que el niño, protagonista del cuadro, harto de estar encerrado entre cuatro maderos, ha decidido abandonar su jaula particular y salir al exterior pero sabemos que no es así. Es solo una ilusión y no es de las mejores que hay pero sí la que más me ha gustado. El cuadro es tal y como lo estamos viendo y su autor solo está creando la ilusión de la fuga.
No sé si me voy a explicar bien pero, en cierto sentido, Mikel Alvira juega con la ilusión óptica o sensorial del espectador. El autor conecta las dos historias de tal modo que provoca en nosotros una sensación de incertidumbre, de no saber realmente qué es lo real y lo ficticio. En definitiva, me haya explicado o no, os confieso que a mí el final me ganó totalmente y aplaudí la labor de Alvira por ser tan ingenioso.