Autor
César Pérez Gellida nació en Valladolid en 1974. Es Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Valladolid y máster en Dirección Comercial y Marketing por la Cámara de Comercio de Valladolid. Ha desarrollado su carrera profesional en distintos puestos de dirección comercial, marketing y comunicación en empresas vinculadas con el mundo de las telecomunicaciones y la industria audiovisual hasta que, 2011, decidió trasladarse con su familia a Madrid para dedicarse en exclusiva a su carrera de escritor.
César Pérez Gellida irrumpió con fuerza en el mundo editorial con Memento mori, que cosechó grandes éxitos tanto de ventas como de crítica y obtuvo el premio Racimo de literatura 2012. Constituía la primera parte de la trilogía Versos, canciones y trocitos de carne, que continuó con Dies irae y se cerró con Consummatum est y por la cual le fue otorgada la Medalla de Honor de la Sociedad Española de Criminología y Ciencias Forenses 2014 como reconocimiento a su ardua labor de documentación. En noviembre de 204 le otorgaron el Premio Piñón de Oro como vallisoletano ilustre. Actualmente sigue escribiendo novelas y colabora como columnista en El Norte de Castilla.
Sinopsis
2054. Tras la Guerra de Devastación Global, la realidad social y geopolítica ha cambiado rotundamente. Los viejos conceptos de la democracia y el capitalismo han sido enterrados por las corrientes transhumanistas y la tecnofagia. El poder se concentra en manos de las grandes corporaciones, sin embargo todavía queda un cabo suelto, un molesto inconveniente que se escapa de las afiliadas uñas de la Asambles: Khimera.
En la arriesgada búsqueda de un enigmático personaje conocido como el bogatyr -héroe para algunos y villano para otros-, están puestas las últimas esperanzas de aquellos que luchan para lograr que el mundo cambie para siempre.
César Pérez Gellida, autor de la trilogía Versos, canciones y trocitos de carne, éxito absoluto de crítica y ventas en el último año, vuelve a la narrativa sobrepasando todas nuestras expectativas y rompiendo sus propios cánones con un relato que estilísticamente recuerda a la habilidad creativa de J.R.R. Tolkien y a la maestría visionaria de George Orwell o William Blake. Una reinvención del thriller literario al más puro estilo Gellida que algunos ya han calificado de obra maestra.
[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]
Cuando supe que César Pérez Gellida volvía a visitar Sevilla sentí mucha alegría. Era una semana complicada, con varios autores de promoción en esta ciudad pero no podía perder la oportunidad de sentarme con este autor de Valladolid que nos tiene a todos revolucionados.
La cita volvió a tener lugar en el café cultural La Mercería, un lugar de encuentro en el que las conversaciones inundan el ambiente y quizás el murmullo que flota en el aire impide ligeramente apreciar lo que las palabras transmiten. Pero hoy, oyendo la grabación de aquel día en la tranquilidad de esta habitación donde preparo todo el material del blog, he encontrado a un César humilde y sencillo, un hombre que eligió este camino sin más ánimo que el de dar salida a una pasión, seguramente sin pensar que las cosas le saldrían tan bien como le están saliendo, algo que asume sin aires de grandeza. Desde el punto de vista lector, se agradece muchísimo la cercanía y la naturalidad.
Khïmera es su nueva novela con un argumento muy distinto a la trilogía Versos, canciones y trocitos de carne. César nos desvela en esta conversación algunas claves sobre esta nueva publicación y nos adelanta lo que será su próxima novela, Sarna con gusto, aún sin fecha de publicación. Esto es lo que nos contó.
Marisa G.- Hola de nuevo César. La última vez que nos vimos fue en diciembre de 2013 cuando viniste a promocionar Dies Irae.
César P.- Sí, porque con Consummatum est no vine.
M.G.- Exacto y por aquel entonces te pregunté si definitivamente te ibas a dedicar a esto y respondiste que una vez que se publicara la tercera parte de la trilogía tenías que sentarte a hacer números y ver si te compensaba. Ahora estamos con Khïmera. Los hechos hablan por sí solos, ¿no?
C.P.- Sí pero bueno en este oficio no te haces rico en la vida. La cuestión es saber si te puedes dedicar profesionalmente a ello o no y si cuentas con un colchón porque ganar, se gana poco, así que no es una profesión para aconsejar a mucha gente.
M.G.- Te tiene que gustar mucho.
C.P.- Sí, claro pero hay que tener en cuenta que la relación entre esfuerzo o dedicación y remuneración es muy desproporcionada.
M.G.- Entiendo. Bueno, Khïmera, ¿cómo surge esta historia? Si no me equivoco ya andabas con este argumento en la cabeza cuando estabas con la trilogía.
C.P.- Sí, al final de la trilogía estaba buscando unos motivos heráldicos de origen eslavo y me encontré con la leyenda de Koschëi y el bogatyr, que al final no es más que la sempiterna lucha entre el bien y el mal personificado en dos personajes, Koschéi que es la encarnación del mal en la tierra, un ser inmortal que para matarlo tienes que conseguir todo lo que se cuenta en la novela, y luego el bogatyr que es nuestro caballero medieval que aúna todas las virtudes más nobles: la bondad, el coraje, la honestidad,... Al margen de todo el proceso por el que tiene que pasar el bogatyr para matar el alma de Koschéi, me gustó mucho una frase que decía «Encuentra aliados entre tus enemigos». Esto me dio una idea que, tras tejerla y destejerla una y otra vez, se ha transformado en Khïmera.
M.G.- Yo tengo que serte sincera César. Cuando leí la sinopsis de la novela, en principio no me sentí nada atraída.
C.P.- Lo sé.
M.G.- Se hablaba de que era una distopía aunque luego te he oído decir que no lo es propiamente. Me daba miedo enfrentarme a tu nueva novela porque me dejaste tan buen sabor de boca con la trilogía que no me quería llevar una decepción, por decirlo de algún modo. ¿Crees que a muchos lectores les pasará como a mí?
C.P.- Al lector que conoce a Pérez Gellida le va a gustar Khïmera porque el estilo es el mismo que en la trilogía. Lo que pasa es que ciertamente hay un cambio de registro porque no tiene nada ver hacer una trilogía donde el elemento principal es la investigación, y en torno a eso vas creando tu trama, con Khïmera, una novela que me pedía más.
Cuando termino la trilogía necesito un cambio de aires. Estuve treinta meses inmerso en un mundo que requería un proceso de investigación complicado y unos personajes difíciles y necesitaba cambiar. Me llamaba mucho la atención la idea de ser yo quien dibujara absolutamente todo, de tener un lienzo en blanco y que cada trazo fuera mío. Pero todo esto lo haces a priori porque lo que yo no había previsto es la dificultad de replicar ese mismo escenario con coherencia en el capítulo cinco y en el capítulo treinta y cinco. Es como hacer un dibujo a mano alzada. Tú puedes tener claro el escenario y verlo con los ojos cerrados, luego dibujas y te hace sale bien pero si lo guardas y lo vuelves a realizar dos días después resulta que entre un dibujo y otro hay diferencias notables. Son esas diferencias las que me ha costado limar para crear una atmósfera real para el lector, para que no tuviera que hacer un ejercicio de fe, un esfuerzo para creerse la atmósfera que yo le estoy contando. Sé que el primer movimiento del libro es muy denso.
M.G.- Yo voy leyendo por el tercer movimiento y sí que es muy complejo pero después todo es más llevadero. Ese primer movimiento es duro porque estás plasmando un mundo nuevo que el lector se tiene que imaginar.
C.P.- Exacto pero para mí era necesario. Había que hacer ese esfuerzo y sé que son muchos datos, muchos nombres, muchas fechas y conceptos distintos que al lector le cuesta procesar pero es necesario porque de otro modo no puedes trasladar de forma coherente lo que ha sucedido en esos años, entre los días que vivimos hoy y el 2037. Tienes que contar lo que ha ocurrido en ese margen de tiempo. Yo no quería dilatar eso durante toda la novela. Prefería hacerlo de forma concentrada, crear la atmósfera para luego desarrollar la trama porque la trama comienza a desarrollarse realmente a partir del segundo movimiento. Aún así, con las escenas de acción intercaladas creo que es digestivo pero entiendo que el primer movimiento es denso y sobre todo si lo comparas con la trilogía.
M.G.- Sí. Yo te reconozco que tenía mis reticencias y que con ese primer movimiento he tenido que ir tomando apuntes de todo lo que ocurría y tengo páginas y páginas llenas de anotaciones para entender perfectamente lo que ha ocurrido en esos años.
C.P.- Como mi suegra...
M.G.- Para mí ha sido necesario para no perder el hilo. Una vez que pasa ese primer movimiento es todo mucho más llevadero.
C.P.- Luego verás que las cosas empiezan a encajar. En el primer movimiento no lo cuento todo y no todo encaja, o encaja la parte de la historia que yo estoy contando pero luego verás que, a medida que avances, vas a ir entendiendo muchas cosas que suceden en ese primer movimiento. Realmente no es necesario procesar todo ese aluvión de datos que doy al principio pero hay lectores como tú, o como mi suegra, que necesitan hilar cada punto y tenerlo todo muy atado.
M.G.- Es que tengo páginas y páginas (risas).
C.P.- (Risas). Te creo, te creo,... Pero es que todo esto me lo pedía la estructura de la novela.
M.G.- Y sí que es cierto que se nota en la estructura que Khïmera sale de tus manos porque sigues unos patrones muy concretos. La música siempre la tienes de fondo y hay un dramatis personae que me ha producido mucha curiosidad. No sé si cuando avance más con la lectura se explicará pero, ¿por qué cada personaje está relacionado a un instrumento musical como si fuera una orquesta? ¿Hay una explicación para esto?
C.P.- Sí la hay sí, lo que ocurre es que el ochenta por ciento de los lectores no se están dando cuenta.
M.G.- Pero, ¿me tenía que haber dado cuenta ya?
C.P.- No, no. Realmente no me interesa que se den cuenta demasiado. Si yo te digo busca la clave y te vas al listado de personajes y encuentras la clave, vas a estar con un extra de atención sobre ese personaje que es la clave. De otra forma pasaría un tanto desapercibido pero que es un personaje clave y por eso es la clave dentro del listado de personajes.
M.G.- Y César, para los que no hayan leído el libro todavía, ¿cuál es el mundo que los lectores encontrarán en Khïmera?
C.P.- Desgraciadamente va a encontrar la proyección de nuestro presente, cómo estamos desorganizando nuestros valores básicos, sin darnos cuenta además. Para mí era un premisa fundamental dibujar un mundo que fuera tangible para el lector. Quería separarme mucho de la ciencia ficción. Yo no quería un mundo fantástico sino un mundo que fuera una prolongación de la realidad. Supongo que no te habrá costado, después de ese primer movimiento, meterte en la cotidianidad de los personajes porque ya sabes los que es el grafeno, ya sabes lo que es el UAT,... Yo eso no me lo he inventado. Todo eso es una parte importante de documentación que he hecho en muchos, muchos, muchos, muchos, pero muchos aspectos, desde lo más tecnológico hasta lo más básico. He recogido todo lo que los expertos dicen que vamos a tener dentro de treinta y de cincuenta años.
El punto de partida de Khïmera es una hoja Excel enorme, dividida en once campos y desde el año 2000 hasta el año 2065 porque yo no sabía hasta donde iba a llegar en la trama. Todos los campos hasta el 2014, momento en el que escribo la novela, están cumplimentados con hechos reales y a partir de ahí los he ido rellenado yo en base a la documentación de expertos, de la información que he encontrado en bibliotecas, internet... Lo que yo he ido procesando en mi cabeza. De toda esa documentación, al final he utilizado dosis muy pequeñas, porque no se trata de que esto sea un tratado, sino una novela, pero el secreto está en saber qué dosis tienes que utilizar y en qué campos,...
M.G.- Pero en relación a esa documentación a mí me han surgido muchas preguntas. ¿Cómo se documenta uno sobre hechos y cosas que aún no existen?
C.P.- Principalmente con expertos y científicos de mucha reputación que van marcando las tendencias en cada uno de los campos que dominan. También he contado con la ayuda del doctor Tola, una eminencia en neurología a nivel mundial y con dos personas que me han echado un cable en temas de guerra cibernética porque trabajan para una empresa española que se dedica a fabricar software para el Estado y otros países. Al final, te vas manejando en los campos que requieren más profundidad de información. Pero luego, como te digo, utilizas una parte muy pequeña de toda esa información que recopilas. Podrá ser como un veinte o un treinta por ciento pero si quieres una comparación, el proceso de documentación de Khïmera habrá sido como el doble de toda la trilogía.
M.G.- No me extraña.