martes, 30 de septiembre de 2014

ENTREVISTA a JOHN JULIUS REEL (¿Qué pinto yo aquí?).

Buenos días, ayer os hablaba del libro de John Julius Reel, ¿Qué pinto yo aquí? Un neoyorquino en la ciudad de Nunca Jamás. Tenéis toda la información sobre la biografía del autor y la sinopsis en la entrada de ayer, así como mis impresiones tras la lectura. Pero hoy, y aprovechando que hace unos días me encontré con el autor para intercambiar impresiones, quiero que conozcáis un poco más al autor y que sea él mismo quién os hable de su libro. Esto fue lo que nos contó.



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Marisa G.- John, este libro es un recopilatorio de los artículos que publicaste en su día en el Diario de Sevilla, ¿verdad? No sé si hay alguno inédito.

John J.- No. Todos han sido ya publicados pero la forma de organizarlos sí es nueva. Cuando yo empecé a publicarlos en el periódico sabía que estaba escribiendo un libro. Realmente no se puede considerar una recopilación de artículos dispares porque siempre sigo la misma línea, la de descubrir una ciudad a través de mi familia, mis experiencias,...  En el libro, los artículos están organizados según los cinco sentidos porque es así como yo entiendo Sevilla. Es una ciudad que tiene mucho ruido, muchos olores,... muchas cosas visuales. 

De cualquier modo, también te digo que he introducido muchos añadidos porque soy escritor que escribe muy lento y tengo que andar repasando constantemente, por lo tanto hay muchos cambios.

M.G.- Estos artículos se pueden leer de manera independiente. No hay necesidad de seguir un orden establecido, ¿cierto?

J.J.- Sí, claro. Es una ventaja porque así cada uno puede leerlo de la manera que quiera. 

M.G.- Las ilustraciones son de Daniel Rosell, ¿por qué te decantas por ilustrar el libro? 

J.J.- Bueno, las ilustraciones ya acompañaban a los textos cuando se publicaron en el periódico. Daniel tiene el gran talento de ver la metáfora en algunas cosas. En el artículo Cariño, quiero el divorcio, Daniel dibujó un pañal sucio en el que se podía ver que las manchas representaban dos personas hablando frente a frente. Él supo captar el humor con aquel dibujo. 




M.G.- Parece que él sabe plasmar rápidamente lo que quieres decir en tus artículos.

J.J.- Eso es y si te fijas hay muchos dibujos que añaden mucho a la ironía de los artículos.

M.G.- John, me gusta el subtítulo. Me resulta curioso eso de Un neoyorquino en la ciudad de Nunca Jamás. ¿Por qué Sevilla es la ciudad de Nunca Jamás?

J.J.- Pues por muchos motivos. Primero, nunca jamás hubiera pensado que viviría aquí y que escribiría sobre esta ciudad, analizándola, amándola. Por otro lado, es una ciudad que nunca jamás va a ser lo que ha sido en el pasado. Y también el aire de fantasía que posee Sevilla. Me pasó como a todos los guiris, la primera vez que vi los muros de los Reales Alcázares, la Catedral,... cuesta cree que son reales. Un americano solo conoce el castillo de Disney. Todo esto tiene que ver con ese subtítulo.

M.G.- Entiendo. 

Cuando nos conocimos me dijiste que tu libro no iba a gustar a todos los lectores. Efectivamente yo tengo mi opinión que luego te desarrollaré, pero me gustaría que fueras tú quien explicara por qué ¿Qué pinto yo aquí? no va a gustar a todo el mundo o ¿cómo te gustaría que los lectores intepretaran tu libro?

J.J.- Es una buena pregunta. Primero porque yo no escribo para agradar a la gente sino para decir la verdad. Lo que yo veo de la ciudad es lo que cuento. A veces, los sevillanos ven su ciudad con anteojeras, quieren ver lo bonito de su ciudad y yo veo lo bonito y lo feo. Al igual que yo amo a mi mujer por sus defectos y sus virtudes, mi libro es una historia de amor con Sevilla. Cómo una persona va descubriendo la ciudad y acaba amándola con más fuerza aún que a su propia ciudad nativa, pero yo amo Sevilla como un hombre maduro que sabe reconocer su lado feo y su lado más bonito, pero en conjunto merece mi amor hasta la muerte.

Pero hay sevillanos que ven a un extranjero hablando de su ciudad con seguridad y autoridad y lo interpretan como prepotencia y sé que los americanos tenemos esa fama, la de ser prepotentes, una fama merecida a veces pero yo no creo que sea prepotente en este tema porque realmente critico más a mi gente que a los propios sevillanos y si critico a mi ciudad, todos contentos pero no soportan que critique la suya.

Hay un librero que no quiere tener mi libro en su librería porque piensa que por el hecho de ser extranjero no puedo criticar Sevilla, que eso, en todo caso, solo lo pueden hacer los sevillanos. Algo que no tiene sentido. Eso es como si los profesores de mis hijos, que no los aman más que yo, no pudieran ver sus defectos y virtudes. 

M.G.- Entonces, ¿se puede decir que tu amor por Sevilla es más sincero que el de los propios sevillanos?

J.J.- A veces sí, especialmente con los sevillanos que no quieren ver el lado negativo de su ciudad. 

M.G.- Tu libro no está escrito para congraciarse con los sevillanos, lo interpreto como un ejercicio sincero de desnudez, y colocar sobre la mesa tus opiniones gusten o no.

J.J.- Sí, pero también la elogio. Por ejemplo, cuando hablo de la Semana Santa.

M.G.- Es cierto. Y también tocas temas en los que te tengo que dar absolutamente la razón aunque me duelan mucho y temas en los que discrepo contigo totalmente. 

J.J.- Muy bien, muy bien. Eso quiero.

M.G.- Por ejemplo, me gusta mucho lo que dices sobre la Feria y pienso igual que tú. Aquí somos muy provincianos y pensamos que la Feria es lo más grande del mundo pero no se puede negar que es muy clasista y que muchos sevillanos no la pueden vivir como les gustaría.

J.J.- Pero también digo que es muy llamativa. El elitismo, que va de la mano de lo que ya sabes, junto con la belleza, lo seductiva que es, hace que el elitismo duela aún más porque no todo el mundo puede disfrutar de esa belleza y encima te lo echan en cara. 

Y sin embargo, ocurre lo contrario con la Semana Santa. La ciudad es muy generosa en ese aspecto al sacar a la calle unos pasos con tantos años de historia, que son auténticas obras, con el riesgo que eso conlleva. Pues todo eso está al alcance de todo el mundo. Son lo dos lados de Sevilla.

M.G.- Ese capítulo de la Semana Santa se me ha quedado corto John. Me hubiera gustado que lo hubieras desarrollado un poco más porque me llamaba poderosamente la atención ese punto de vista sobre una festividad religiosa. 

J.J.- Pues en el siguiente libro.

M.G.- Te lo agradeceré. Y ahora quisiera comentarte los aspectos en los que discrepo. Verás, tú hablas de la suciedad de las calles, yo sé que hay zonas en la que la limpieza no es muy esmerada pero desconozco si tu apreciación se delimita al barrio en el que tú vives, un barrio muy humilde, o es una opinión que afecta a toda el área metropolitana en general.

J.J.- Mira, en Los Remedios, que también es una zona más pija, se ve suciedad en las calles. La gente tira cosas al suelo sin pensar. No se tiene ningún cuidado por la vía pública y eso que la limpieza para los sevillanos es algo sagrado en las casas, pero en la calle, tiran de todo. Una vez vi como una persona en Ciudad Jardín (se refiere a un barrio sevillano) tiraba una bolsa de basura en medio de la calle para que lo recogiera el hombre de Lipasam (servicio municipal de limpieza viaria). Si esto se hiciera en Estados Unidos, podría pensar que hasta la policía vendría a por mí. Pero la gente tiene mucha cara aquí. 




Y en cuanto a los parques, tengo que decir que es una vergüenza el estado de los parques y las personas que se encargan de la limpieza no hacen un buen trabajo. Y si llamo a alguien la atención por ensuciar la calle, resulta que soy yo el malo porque me meto en ese asunto. Todo esto me da mucho coraje. 

De todos modos me gusta que discrepes porque recapacito y a veces me doy cuenta que me he pasado con algunas cosas. Además ocurre que estos artículos se publicaron hace tres o cuatro años y las cosas pueden haber cambiado.

M.G.- John y tú, después de tantos años en Sevilla, ¿te estás "sevillanizando"? 

J.J.- Pues claro. 

M.G.- ¿Has cambiado tu forma de ser?

J.J.- Siempre he sido una persona al margen, incluso en Nueva York. Me gusta estar en la periferia observando más que estar dentro participando de la multitud. Entonces, sevillano sevillano no soy pero sí he descubierto el vínculo tan fuerte que une a las familias. He pasado mucho tiempo cuidando a mi suegro, ahora cuido y vivo con mi suegra. Me gusta esa involucramiento con la familia incluso si tienes que hacer sacrificios porque merecen la pena. Con mi suegra por ejemplo, que está chocheando como se suele decir aquí, me pasa que la estoy conociendo ahora, viéndola cada día en su vejez,... todo esto es muy bonito aunque también muy duro y de todo esto aprendo. Creo que en Sevilla se está empezando a perder ese vínculo con la familia. Mucha gente se sorprende porque tengo en casa a la abuela con mis hijos pequeños. ¿Y qué más da? Los niños pequeños están viendo cómo sus padres cuidan de sus abuelos y eso es muy bonito. Un americano se podría sorprender, pensar así pero jamás me lo diría. Un sevillano, lo piensa y lo dice.

M.G.- En tu libro, el perfil que haces de la personalidad o el carácter del sevillano es muy acertado. Comentas que somos muy pasotas, que somos chapuceros,... Sinceramente tengo que darte la razón. Luchamos muy poco por lo nuestro y lo que no llego a entender es cómo consentimos esto. ¿Por qué crees que somos así?

J.J.- Mira para cada defecto hay una virtud. Yo creo que los españoles en general saben arreglar una cosa sin comprarla nueva. En Estados Unidos, si el botón no funciona compramos la máquina entera. Los españoles se quiebran la cabeza y arreglan el botón pero no compran la máquina nueva. Esa chapucería tiene su lado bonito también que yo admiro.  Lo que ocurre es que a veces esa chapucería se queda a medias. No se termina de rematar y dentro de seis meses hay que volver a arreglarlo.

M.G.- Hacemos lo justo para salir del paso.

J.J.- Sí, eso es. 

M.G.- Es que nos gusta estar siempre enredados (Risas).

Bueno, me gustaría ahora preguntarte por tu mujer. Ella es una figura muy importante en tu libro. Es sevillana pura.

J.J.- Importantísima. De hecho esta tarde la entrevisto en la presentación que vamos a hacer en Casa del Libro a las 19.30 horas. 

M.G.- No me lo perderé. Parece una mujer con mucho carácter.

J.J.- Es muy tímida.

M.G.- No lo parece.

J.J.- En el libro no. Me dijo que si participaba en la presentación teníamos que organizarlo bien, con mucho ambiente, comiendo jamón y bebiendo vino. Una buena idea.. 

M.G.- Sin ella, ¿el libro hubiera sido posible?

J.J.- No, no, claro que no. Ella para mí representa Sevilla, España. En los capítulos que englobo bajo el sentido del gusto hablo de mi mujer porque es a través de ella cómo llego a tener un gusto en general. 

M.G.- Donde ella aparece se nota. Hay un capítulo en el que mantenéis una conversación, me refiero al de la Paz y tranquilidad en la playa, en el que ella se queja de que las mujeres van muy tapadas en las playas de Maine. No sé si ficcionas mucho el personaje de tu mujer.

J.J.- Bueno, cojo fragmentos de nuestras conversaciones y los voy colocando en los lugares donde me convienen pero sí te digo que todo lo que dice ella es tal cual y todo lo que yo le respondo también.

lunes, 29 de septiembre de 2014

¿QUÉ PINTO YO AQUÍ? de John Julius Reel.



Editorial: Confluencias.
Fecha publicación: Mayo, 2014.
Nº Páginas: 264.
Precio: 20,00 €
Género: Novela. 
Edición: Rústica.
ISBN: 978-84-942012-7-1

Autor

John Julius Reel nació en el municipio de Staten Island de la ciudad de Nueva York en 1967. Sus tropiezos como jugador de béisbol y baloncesto durante su infancia y adolescencia estatenileña le enseñaron lo bueno que uno tiene que ser en algo para ser verdaderamente bueno. Con 20 años, descubrió su verdadera vocación, la escritura. Mientras tanto, en sus años neoyorquinos, trabajó como profesor de matemáticas, entrenador de baloncesto, director de centros de recreo para niños marginados, encargado de la financiación de tales centros, barman, reportero de deportes, de sucesos y política local, y finalmente como profesor de redacción en varios colegios universitarios de CUNY (The City University of New York). En 2005, empezó a publicar "La Sevilla del guiri" en el Diario de Sevilla. En la actualidad, además de educar a sus hijos hispanoestadounidenses en casa, financia su vocación principalmente como profesor de inglés. Este es su primer libro. 


Sinopsis

Relato de aventuras y desventuras de un neoyorquino en la colorida y polifónica ciudad de Sevilla, eso es ¿Qué pinto yo aquí? John Julius Reel vino a España buscando una voz literaria,una vida distinta, y las encontró en un lugar casi mitológico para viajeros de todos los tiempos. Este hijo de la ciudad que nunca duerme plasma con un estilo ameno el impacto estimulante que le produjo la que para él es la ciudad de nunca jamás. Es una narración llena de humor, también marcada de sentimiento y ternura. Crónica personal y familiar, con personajes reales -su mujer (que es sevillana), sus dos hijos hispanoestadounidenses, sus familiares en los dos lados del Atlántico y por supuesto el escritor mismo- cuyo día a día tiene siempre como telón de fondo el inevitable choque intercultural. Es La tesis de Nancy de Ramón J. Sender reinventada para la era del reality show. 


[Información facilitada por la editorial]



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A John Julius lo vi por primera vez durante la presentación de la segunda novela de Manuel Machuca, El guacamayo rojo. Fue una de las personas que participó en la presentación, comentando sus impresiones sobre el libro de Manuel. Recuerdo que su speech estuvo cargado de humor y reflexiones simpáticas que arrancaron alguna que otra risa entre el público. Por aquel entonces desconocía quién era John Julius y qué pintaba él en esta ciudad. Ahora sé que es un neoyorquino que llegó a Sevilla en busca de una nueva vida, con la excusa de aprender castellano, idioma que él creía conocer porque, allá en su tierra, había seguido el curso Learn Spanish in your car, ahí es nada. Y claro John llegó a España y nada más cruzarse con un nativo, se dio cuenta que en el coche habría podido aprender cualquier otra cosa menos español. Esta será una de las primeras confesiones que el autor nos desvele nada más pasar el umbral del título e inevitablemente, y con una sonrisa en los labios, uno puede dibujar perfectamente en su mente la escena que John describe, intentando cazar palabras al vuelo sin conseguir su propósito. Vamos que aquello fue, como solemos decir aquí, una conversación de besugos.



En Sevilla, John conoció a una mujer sevillana de la que se enamoró y con la que tuvo dos hijos y así echó raíces en esta tierra. Desde entonces, y desde la posición de observador objetivo que ocupa, ha estudiado y analizado el carácter y el estilo de vida de los españoles, más concretamente de los sevillanos, aunque, de un modo u otro, todo se puede extrapolar. Sus primeras impresiones vieron la luz a modo de artículos que publicó en el periódico el Diario de Sevilla. La columna «La Sevilla del guiri» se convirtió en un referente para todos aquellos que sintieran curiosidad por saber de qué modo y manera un neoyorquino veía el estilo de vida español y sevillano, qué cosas admiraba y qué otras no entendía.

Años después, y gracias a la editorial Confluencias, todos aquellos artículos, después de ser revisados y organizados siguiendo una estructura sensorial, es decir agrupados en función de los cincos sentidos, han sido recopilados en el libro del que os hablo hoy, un libro por el que sentí mucha curiosidad desde primera hora pensando que sería una especie de gran elogio a esta ciudad que yo tanto quiero pero John, en el mismo momento en que nos conocimos, se encargó de aclararme algunos detalles. Según él, su libro no iba a gustar a todo el mundo. De eso era consciente. Aquello acrecentó mucho más mi curiosidad. ¿Qué había escrito aquel extranjero sobre mi ciudad, esa que es admirada en todo el mundo, para afirmar categóricamente que su libro podría herir susceptibilidades? 

No tardé mucho en ponerme con su lectura y con la intriga por sombrero me dispuse a zambullirme en aquellas doscientos cincuenta y ocho páginas ilustradas por la mano de Daniel Rosell, ávida por conocer qué opinaba John sobre la tierra de la Giralda, del río Guadalquivir, de la Feria, del bochornoso calor del verano... «¿Con qué me vas a sorprender John? ¿Resultará complicado para una sevillana como yo, que adora su tierra, hablar de un libro que no la ensalce a diestro y siniestro?». Las dudas me comían por dentro.

Las primeras páginas fueron un camino de rosas llenas de reflexiones certeras en las que John se hace eco de la tendencia que tenemos aquí a gritar cuando conversamos como si por dar más voces tuviéramos más razón o nos hiciéramos entender mejor. Y, para ser sincera, no puede tener más razón. Los españoles gritamos y los sevillanos chillamos y no solo lo hacemos en la calle sino en la intimidad de nuestro propio hogar. No sé exactamente qué necesidad tenemos de dejar sordo al de enfrente y de organizar tanto bullicio en calles, bares y restaurantes. ¿Acaso creemos que lo que hablamos es tan interesante que debe ser oído por todos? 

Posteriormente me reí muchísimo con su dificultad por entender ciertas expresiones autóctonas como el famoso «No ni ná», tres monosílabos que encierran todo un universo en nuestra oralidad. Si una doble negación es una afirmación, ¿qué pasa con el «No ni ná»? Ni nosotros mismos lo sabemos.

Yo sé que esta tierra y sus habitantes pecamos de provincianos y solemos pensar que Sevilla es mundialmente conocida. Craso error. John en la ciudad de Nunca Jamás confirma lo que yo ya me temía, que Sevilla es otra ciudad más y que muchos no han oído hablar de ella en su vida y en caso de haber escuchado campanas, no son pocos los que nos ubican allá por las tierras de nuestros hermanos mexicanos. 

En fin, que hasta aquí íbamos bien. Además, tengo que confesar que su manera de expresarse me ha sorprendido gratamente y me ha permitido una lectura fluía pues su autor tiene un buen dominio del castellano, rico, pulcro y vistoso. Y decía que íbamos por buen camino hasta que comenzamos a meternos en terreno pantanoso. 

No creo que ¿Qué pinto yo aquí? sea un libro para congraciarse con los españoles o concretamente con los sevillanos. Yo diría más bien que es un ejercicio de desnudez, de valentía torera, de decir «Hola, soy John Julius y respetuosamente (y esto hay que recalcarlo) te digo lo que pienso de ti y de tu tierra, aunque quizás no todo te guste». ¿Cuál debe ser nuestra reacción? De entrada mucha curiosidad porque no hay duda que siempre es interesante compartir impresiones aunque nos toquen en lo más profundo. Seguidamente hay que aceptar aquello con lo que no estemos totalmente de acuerdo porque el respeto es cuestión primordial. 

El padre de John, Bill Reel, un afamado periodista de Nueva York que ejerció durante 48 años su profesión, venía a decir algo así como si a todo el mundo le gusta lo que haces es que no estás haciendo bien tu trabajo. En este sentido, su hijo John lo ha hecho fenomenal porque, ¿para qué mentir?, no comparto todo lo que John manifiesta en este libro pero ahí está la gracia de todo esto. Su libro invita a aprender, a ver nuestras cosas cercanas desde otro punto de vista, algo tan enriquecedor siempre, e igualmente anima al diálogo, al intercambio de pareceres, a la tertulia. Reconozco e insisto en que su apreciación sobre algunos temas no la comparto como, por ejemplo, nuestra sensibilidad al frío, al viento o a la lluvia, nuestra manera de super proteger a los más pequeños, la suciedad de nuestras calles, que vale que no luzcan como los chorros del oro, pero no las veo tan sucias como él comenta. En cualquier caso, y mal que le pese a muchos, John da en el clavo cuando habla de la Feria de Abril. Esa hospitalidad de la que hacemos gala no es tal que así siempre y especialmente en lo que a la Feria respecta porque yo también creo que es una fiesta demasiado elitista y que no todos los sevillanos pueden vivirla en todo su esplendor. No digamos ya los foráneos. Por otro lado, creo que también acierta en la diana cuando ve nuestra pasividad y pasotismo a la hora de exigir nuestros derechos en cualquier área y esto es un tema, al igual que muchos otros que plantea, que no solo es competencia de los sevillanos sino de todos los españoles. Por ejemplo, él centra la atención en el plano sanitario y de servicios sociales. Comparto su opinión cuando dice que nos comportamos como si pensáramos que tales prestaciones son gratuitas cuando resulta que todo sale de nuestros impuestos. ¿Por qué no exigir entonces? ¿Por qué no reclamar? Por regla general, el español piensa que todos esos servicios son un regalo del gobierno y por lo tanto, si algo sale mal, hay que callarse.

La Semana Santa también tiene su capítulo aparte, Un converso al cristianismo sevillano, y confieso que se me ha quedado corto. Me hubiera gustado seguir leyendo más sobre la visión que él tiene de esta ¿fiesta? nuestra, que no sale mal parada.

domingo, 28 de septiembre de 2014

BOOKTRAILERS (XXI). EL PROCESO DIABÓLICO de Yolanda Pinto.




Ficha técnica

Título: EL PROCESO DIABÓLICO.
Autor: Yolanda Pinto. 
Género: Thriller.

Sinopsis: ¿Alguna vez pensaste que la persecución de tu sueño te podría deparar en la más horrible de las pesadillas? ¿Y si por intentar cumplir los objetivos de tu destino te vieses envuelto en una organización mafiosa? ¿Y si la esperanza que tienes en tu juicio se convirtiera en un proceso diabólico sin escapatoria? Freddy Ramos se encuentra en prisión acusado entre otras cosas de un asesinato y una violación que no cometió, tan sólo quería llegar a ser actor de manera profesional pero las circunstancias lo presionaron sin encontrar una salida valiosa a su sueño, lo que le fuerza a romper la cuerda por donde él nunca imaginó. Es lo subsume en un camino con difícil solución para su puesta en libertad pero a pesar de los peligros que corre en prisión, no se rinde y entre él y su abogado luchan para encontrar alguna grieta que exista en el camino hacia su absolución. Entre sus bazas para lograr la libertad está la información que tiene sobre algunos de los grupos mafiosos más importantes que existen en la ciudad donde vivía antes de entrar en prisión.


sábado, 27 de septiembre de 2014

BOOKTRAILERS (XX): LA PIRÁMIDE INMORTAL de Javier Sierra.


Ficha técnica

Título: LA PIRÁMIDE INMORTAL.
Autor: Javier Sierra. 
Género: Thriller.

Sinopsis: El gran misterio de la humanidad, la inmortalidad, es la piedra angular sobre la que giran los argumentos de la nueva novela de Javier Sierra, La pirámide inmortal, una versión revisada, actualizada y ampliada de su novela El secreto egipcio de Napoleón.

Puedes leer el primer capítulo aquí.

viernes, 26 de septiembre de 2014

EL CASTILLO DE LOS CÁRPATOS de Julio Verne.



Editorial:  Círculo de Lectores.
Fecha publicación:1997
Nº Páginas: 182.
Precio:  €
Edición:  Tapa dura.
ISBN:978842266297

Autor

Escritor francés (1828, Nantes - 1905, Amiens) considerado el padre de la ciencia ficción moderna. Nació en Nantes y estudió leyes en París. Sus inicios como escritor no son muy afortunados. Escribe algunas piezas de teatro y comedias que apenas logra divulgar. De 1848 a 1863 escribió libretos de ópera y obras de teatro. En 1863 obtuvo su primer éxito con la publicación de Cinco semanas en globo (1869). Apasionado de los viajes y la ciencia, elementos fundamentales en su obra, despertó vivamente el interés por la ciencia y los inventos en el siglo XIX. Se le clasifica entre los escritores del siglo XIX y es el mejor exponente del entusiasmo por la revolución tecnológica e industrial de ese siglo. Documentaba sus fantásticas aventuras y predijo con asombrosa exactitud muchos de los logros científicos del siglo XX. Habló de cohetes espaciales, submarinos, helicópteros, aire acondicionado...

Sinopsis

En las profundidades de Transilvania, en una comunidad aislada y supersticiosa, la inesperada aparición de humo en la torre de un castillo abandonado sugiere una presencia diabólica. Un valiente guardabosques y un médico algo cobarde se aventuran a explorar el castillo y son rechazados por fuerzas extrañas y pavorosas. Por su parte, un joven conde valaco que ha perdido a su amada, la célebre cantante Stilla, que murió en el escenario, cree oír su voz en las inmediaciones del recinto. Verne combina en esta curiosísima novela el racionalismo, el humor sardónico, la crítica de la superstición y la leyenda con una paradójica, casi surrealista, exaltación del amor fou.

[Información facilitada por Casa del Libro]



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Hace unos días, Mientras Leo de Entre montones de libros publicó la reseña de este libro, El castillo de los Cárpatos de Julio Verne (puedes leerla aquí) y me pareció de lo más interesante. Acto seguido me encaminé hacia la biblioteca y pillé el ejemplar que muestro en la fotografía. Se trata de una edición ilustrada de Círculo de Lectores en la que he echado en falta una sinopsis y una biografía del autor. De hecho es que no figuraba ni un solo dato sobre la edición, ya sabéis, fecha de publicación, ISBN,... o, al menos, yo no lo he encontrado por lo que los datos que figuran en la ficha los he localizado por internet. Todo esto me hizo pensar que la edición contaba originariamente con una sobrecubierta que se ha perdido con el transcurrir de los años pero no, el libro por lo que se ve es tal que así, y forma parte de una recopilación que Círculo de Lectores lanzó hace unos años bajo el nombre de Serie Tapa Azul.

A Julio Verne lo he leído bien poco. Mea culpa. Por eso, cuando vi la reseña de Mientras Leo en la que comentaba que el autor se alejaba de la temática habitual de sus libros y se adentraba en novelas de tipo gótica, no me lo pensé mucho. Como me encanta el género, creí que sería un buen momento para acercarme a él, especialmente si se trata de un tipo de literatura distinta a la ciencia ficción tan típica en Verne, porque yo, con ese género, no comulgo mucho. 

Ya desde las primeras líneas es el propio autor el que nos advierte del cambio de dirección en su estilo. 


«Ésta no es una historia fantástica, sino simplemente una narración novelesca». [pág. 7]


La trama transcurre en Transilvania (o en "El Erdély", país de los bosques, en húngaro), región de Rumanía en la que las supersticiones conviven a diario con la población. En el pueblo de Wert, sus habitantes viven tranquilos, dedicados a sus tareas y obligaciones pero siempre con la sombra de la brujería y la nigromancia pegada a la espalda. El pastor Frik saca a pastar todos los días las ovejas del juez Koltz, su hija Miriota bebe los vientos por el guardabosques Nic Deck, el doctor Patak atiende a sus enfermos y Jonas se encarga de la posada local. En fin que la vida transcurre tranquila hasta que acontece un inquietante suceso.

Justo sobre la meseta del Orgall se alza un castillo que data del siglo XII o XII. Alrededor del mismo gira un inquietante misterio que lleva arrastrando desde mucho tiempo atrás. Perteneciente a la estirpe de los Gortz, el último inquilino y miembro de la familia (Rodolfo de Gortz) abandonó su propiedad cuando cumplió los veintidós años, dejando el castillo al cuidado de unos sirvientes fieles. Pero el tiempo ha pasado, los sirvientes murieron y el castillo se fue sumiendo en la ruina sin que ningún habitante de las aldeas cercanas osara poner un pie en sus lindes. Fruto del imaginario popular, los aldeanos relacionan el castillo abandonado con terroríficos fantasmas y presencias sobrenaturales. Pues bien, un día el pastor Frik observa cómo sale humo de una de las chimeneas del castillo. Inmediatamente alerta a las autoridades de la localidad y se monta un gran revuelo pues todos temen que en el castillo anide una presencia maligna que pueda causarles algún daño. ¿Qué hacer? Por supuesto, nadie se atreve a ir a echar un vistazo al castillo pues el miedo los tiene totalmente acobardados. Para resolver el enigma tendrá que hacer acto un foráneo, el conde Franz de Télek y su sirviente Rotzko, que cuenta con información interesante sobre el último propietario del alcázar, Rodolfo de Gortz. Entre unos y otros conseguiremos saber la naturaleza de la identidad que habita el castillo.

El castillo de los Cárpatos es una novela llena de un suspense muy liviano, casi pueril, en el que sus personajes verán temblar sus ánimos al oír voces que surgen de la nada, luces y sombras, tañidos de campana, y espectros en mitad de la noche. ¿Terror? Ya sabéis que el terror de este tipo de novelas dista mucho del que se consume hoy pero no deja de ser una lectura interesante.

De entre los personajes me gustaría destacar la figura del doctor. Al margen de tratarse de un libro que desarrolla un supuesto misterio terrorífico, con lo que eso conlleva, no he podido evitar reírme en las escenas y situaciones en las que aparece el doctor Patak, un hombre muy fanfarrón que de boquilla parece muy valiente pero que, a la hora de la verdad, no sabe cómo poner pies en polvorosa. Pero si me he reído no es porque el personaje me parezca cómico sino porque me he compadecido de él y me ha producido mucha ternura al verlo sufrir tanto a causa del pánico que sentía.