Editorial: Almuzara.
Fecha publicación: mayo, 2014.
Nº Páginas: 192.
Edición: Rústica con solapas.
Autor
Julio Muñoz Gijón es periodista, actualmente redactor jefe de Sefutbol, medio oficial de la Selección española de fútbol. Fue reportero en España Directo (se hizo célebre por su reportaje en el terremoto de Lorca), y en Andaluces por el mundo. Fue nombrado líder de las redes sociales en Sevilla en el año 2013 a través de su twitter @Ranciosevillano, que cuenta con multitud de seguidores.
Sinopsis
En las catacumbas del Palacio de Congreso la secta Serva La Bari guarda su arma definitiva. Con cada golpe que asesta da la sensación de que nadie podrá pararla. Sus planes para crear un microclima sevillano cuentan con un arma gigantesca de la que nadie puede sospechar, pero que deja a sus víctimas hechas picadillo y en medio de un fuerte olor a serranito. Jiménez y Villanueva saben que hay una cuenta atrás, y si antes se enfrentaban a regañás y palodús, ahora la amenaza es doble y... ¿definitiva?
[Información facilitada por la editorial]
El prisionero de Sevilla Este es la tercera entrega de la trilogía construida por Julio Muñoz Gijón y a la que preceden El asesino de la regañá y El crimen del palodú. Habiendo leído las dos anteriores, no iba a dejar pasar la tercera y última (creo) entrega para conocer el desenlace de la secta que ha venido amenazando Sevilla y sembrando sus calles de cadáveres.
En este nuevo título, la secta Serva La Bari sigue dando guerra en la ciudad hispalense. En este caso la acción se centra en el barrio periférico sevillano de Sevilla Este, o como el autor lo denomina, Córdoba oeste para señalar lo lejos que está del centro de la ciudad. Tanto es así que para desplazarse hasta allí hay que hacer uso del pasaporte y activar el roaming del móvil.
En Sevilla Este se encuentra el Palacio de Congresos y Exposiciones Fibes, en cuyos sótanos se está perpetrando una nueva amenaza para la ciudad, una máquina con la que por fin los sevillanos podremos disfrutar de la Semana Santa y la Feria sin sobresaltos motivados por los cambios climatológicos. Mientras, en distintos puntos de la ciudad comienzan a ocurrir cosas extrañas. La Giralda ha perdido su ligera inclinación, se notan pequeños terremotos que afectan a edificios emblemáticos de la ciudad, y de nuevo comienzan a producirse asesinatos allí y acá, acompañados de mensajes amenazadores pero sin arma de sevillanas maneras esta vez.
El inspector Villanueva, cuya relación con la comisaria sevillana iniciada en la novela anterior no parece que haya cuajado, está en Madrid cuando recibe una llamada de Jiménez. Ha aparecido un nuevo cadáver y todo indica a que la secta Serva La Bari ataca de nuevo. En esta ocasión el muerto es Curro de la Expo'92 o mejor dicho, Agustín, un joven que llevó el disfraz de Curro durante los seis meses que duró la exposición universal, centro del universo, y que tras la clausura de la muestra cayó en el olvido. Sus amigos, Palmerín (la mascota del Betis) y Giraldilla (la mascota de los Campeonatos del Mundo de Atletismo) alegan que Agustín estaba muy deprimido porque nadie se acordaba ya de él y tenía en mente un descabellado propósito, asesinar a Heinz Edelmar, el creador de Curro, por haberle arruinado la vida.
Al asesinato de Curro, se suceden otros miarmicidas mientras se siguen sintiendo temblores bajo nuestros pies. Todas las víctimas presentan los mismos signos de violencia, los 206 huesos del cuerpo rotos. La Plaza Sony de la Expo, el Estado Olímpico, el antiguo hospital psiquiátrico de Miraflores,... serán algunos de los escenarios sevillanos, pero en esta ocasión se incluye una novedad. Jiménez deja atrás su ciudad para trasladarse a Madrid junto con Villanueva y continuar allí la investigación y es que uno de los personajes clave de esta trilogía, José Manuel Poto, está preso en una cárcel madrileña y necesitan interrogarlo de nuevo para esclarecer los hechos. En la capital de la Villa Jiménez la liará parda.
Poco a poco se va cerrando el cerco. Nuestros policías siguen con sus pesquisas hasta llegar al centro de operaciones de Serva La Bari para desmantelarlo todo. Lamentablemente no han podido evitar que los siete nuevos objetivos que se habían planteado la secta caigan fulminados pero bien merece la pena encontrarse con tanto cadáver por el camino si al final, la última víctima es la que cierra la trilogía con un arte descomunal que el lector ni se imagina. Me tuve que reír muchísimo y me pilló totalmente de sorpresa.
Por lo demás, El prisionero de Sevilla Este sigue la misma línea de las entregas anteriores. Quizás el personaje de Jiménez se vuelve más chistoso, más guasón y a mi juicio, tira mucho de chiste y chascarrillo para rellenar el argumento. En cualquier caso, imaginárselo en Madrid haciendo de las suyas no tiene desperdicio.
Como ocurría anteriormente, son varios los personajes que circulan por las páginas de esta novela con el nombre desfigurado pero a los que es fácil reconocer. Así tenemos a un grupo de música muy local que se hizo muy famoso hace mucho años (No me pises que llevo alpargatas), a un antiguo alcalde sevillano (Alejandro Rosas Barcos), a un famoso presentador de televisión (Juan y tres cuarto), a un cantante actual (Antonio Los Roscos), a una famosa aristócrata (la condesa del Arsa) y a un grupo de sevillanas (Los del Tío). Todos estos recursos aportan simpatía al libro, como lo sigue haciendo las distintas ilustraciones de Cristina Dominguez Ruiz y las distintas marcas circulares y manchas indefinidas que adornan las páginas y que, según figura en la página final, son: «Manchas de adobo, cortesía de Blanco Cerrillo, las de botellines, cedidas por Cruzcampo, y las migas, de Inés Rosales... Y si molestan, lo mejor, un trapito de Agerul».
Hay algo que me encanta de estos libros. Una, que lleva viviendo en esta ciudad cuarenta y cuatro años, cree saberlo todo de Sevilla. Su historia, su anecdotario, sus curiosidades,... Sin embargo, ando bien equivocada. En cada una de las novelas de Julio Muñoz Gijón he descubierto rincones nuevos y curiosidades de las que no tenía constancia y esto siempre es un valor añadido que se une al agrado de leer estos thrillers cargados de humor y guasa.
Y como colofón, los tuits de los seguidores del autor en twitter (@Ranciosevillano). Para mondarse.
En definitiva, he disfrutado mucho leyendo esta trilogía de corta extensión. Concretamente, El prisionero de Sevilla Este cuenta con ciento noventa páginas distribuidas en cuarenta y nueve capítulos cortos, escritos en tercera persona y con un estilo que rebosa simpatía. De las tres novelas, quizá la más localista sea El crimen del palodú pero aun así, son novelas muy recomendables y con las que te divertirás sin duda. Por lo tanto, desde aquí, te animo a acercarte a Sevilla, a conocer ese lado costumbrista y poco dado a las modernidades de esta ciudad, para perseguir junto a Jiménez y Villanueva, a los miembros de la secta Serva La Bari.
Agradezco a la editorial el envío del ejemplar.