Editorial: Autoeditado.
Fecha publicación: 2013.
Nº Páginas: 178
Nº Páginas: 178
Precio: 8,89 € / 0,99 € (ebook)
Género: Novela.
Edición: Tapa blanda.
ISBN: 9781490586052
Autora
Carmen Cervera Tort (Mallorca, 1981) es periodista, licenciada en Humanidades y escritora independiente, aunque esto último ella no lo tiene tan claro, en especial cuando debe hablar de sí misma en tercera persona. Lo que sí sabe es qué pasó por su cabeza antes, durante y después de la autoedición al más salvaje estilo do it yourself de su primera novela. Y lo que pasó tiene nombre propio: Aúspice.
Sinopsis
¿Qué pasa por la cabeza de un escritor independiente al decidir adentrarse en el mundo de la autoedición? O, mejor, qué pasa después, una vez emprendida la aventura, al tener que enfrentarse en solitario a cada contratiempo, cada nuevo problema, cada pequeño éxito, cada crítica, cada alabanza...
¿Qué pasa por la cabeza de un escritor independiente al decidir adentrarse en el mundo de la autoedición? O, mejor, qué pasa después, una vez emprendida la aventura, al tener que enfrentarse en solitario a cada contratiempo, cada nuevo problema, cada pequeño éxito, cada crítica, cada alabanza...
Este libro es, pues el reflejo de todas esas ideas, emociones, preocupaciones, alegrías y demás vicisitudes que acompañaron y siguieron al proceso de publicación independiente de esa primera obra. No es una guía para escritores autopublicados, ni un manual, ni mucho menos un ensayo. Tampoco es un diario, ni una novela, ni un cuento, ni una compilación de relatos... Este libro es, más bien, y en palabras de la propia autora, un conjunto de «idas de pinza dialogadas», «desparrames mentales narrativos», «disparates en prosa». O, simplemente, «diálogos con Aúspice».
Cuando un lector abre un libro lo típico es encontrar una dedicatoria. Hay quien dedica las hojas venideras a sus padres, a sus hermanos, a sus hijos, a su perro, a sus abuelos, a su marido/esposa o compañer@, a su vecina del 5ª,... Carmen no. Ella escribe lo siguiente:
Porque Carmen Cervera Tort es una de los nuestros, una bloguera más que comenzó a dar escaparate a sus palabras a partir de su bitácora Diario de una escritora, así como para coger fuerza, como para soltarse, como para relajar tensiones y luego lanzarse a la autopublicación. De ese modo, escribiendo posts en su blog, se envalentonó y decidió publicar, allá por octubre del 2012, su primera novela Non Serviam. La cueva del diablo, una historia ubicada en Salamanca y con unos personajes más que peculiares. Puedes leer mi reseña aquí y te adelanto, que hay en proyecto una segunda parte, cuyo borrador comienza a tener forma aquí.
El proceso de publicación no fue fácil. Fueron muchos días de duro trabajo y muchas noches de desvelos y Aúspice es el fruto de aquella época.
¿Pero qué o quién es Aúspice? ¿Una novela? ¿Un diario? ¿El nombre de su gato? Aúspice. Una escalera con peldaños hechos de palabras es una recopilación de entradas publicadas en su blog (salvo el prólogo y el epílogo), algo que, en un principio, no tenía intención de ver la luz pero con este compendio quiso cerrar un feo capítulo de su vida. La autora lo califica de «idas de pinza dialogadas», «desparrames mentales narrativos», «disparates en prosa» [pág. 9] o más profundamente:
«Así que, en fondo y forma, este libro es, básicamente, un reflejo de lo que soy. También el resultado de un proceso, largo y tortuoso, pero también maravilloso, de autodescubrimiento y de aceptación. Todo ello narrado, en su mayor parte, en forma de diálogo, en presente simple de indicativo y primera persona del singular». [pág. 13]
Aúspice es un libro muy personal. Si en Non Serviam..., Carmen nos relataba una historia de ficción, en Aúspice nos desvela todas sus sensaciones, todas esas emociones reales y vívidas que sintió antes, durante y después de la publicación de su primer libro, aderezadas con circunstancias personales de toda índole y condición. Porque escribir un libro no es fácil, publicarlo aún menos, especialmente en los tiempos que corren y más aún cuando, a las dificultades de encontrar padrino o editorial, se suma las paranoias y neuras personales de su autora.
Hasta aquí, todo lo que Carmen nos cuenta en el prólogo de su libro, con el que me he sentido más cerca a esta joven periodista que intenta abrirse camino a través de la selva. Carmen saca en estas líneas su lado más humano y lo desarrollará a lo largo de las páginas siguientes. Es un prólogo que hay que leer de manera pausada, poniéndose en el pellejo del que lo escribe.
Una vez que traspasamos el umbral de este libro, la autora nos confiesa que posee un Muso y que se llama Aúspice (Ablativo singular de Auspex, auspicis: leedor de augurios, protector). Todos sabemos lo que es una musa y todos damos por hecho que las deidades de la inspiración tienen atributos femeninos pero ¿no estamos en la época de la paridad y de la igualdad de género? Pues eso. La inspiración de Carmen es un ente masculino, caprichoso, obstinado, desquiciante la mayoría de las veces y muy poco considerado, porque siempre que no se le espera aparece y cuando más se le necesita, ni rastro. No obstante, también tiene un lado tierno, meloso y mecedor de espíritus temerosos.
A lo largo de los distintos capítulos del libro (cada uno será una historia independiente, un momento puntual concreto) Carmen mantendrá diálogos con su Muso. Reconozco que he sentido debilidad por este individuo que se materializa cuando le viene en gana, a ratos impertinente, a ratos juicioso. Un ente que se enfada, al que Carmen saca de sus casillas, un pepito grillo, una voz de nuestra conciencia, aquel que la incita a escribir y que recrimina a la autora por perder el tiempo. A veces lo hace con la mayor de las ternuras, entonces me ha parecido «el hombre ideal» de tono conciliador irresistible, y otras con una pose chulesca que te induce a la sonrisa y que termina por ganarte. Si algo me ha chocado del Muso es que reitera con frecuencia el término «princesa» pero esta cuestión tiene una explicación coherente. El problema no está en el uso reiterado sino en que yo he leído el libro sin pausa ni descanso y Aúspice no es un libro de atracón en una sentada. Lo desarrollaré más adelante.
Entre los capítulos que conforman el libro, se incluyen dos cuentos: Nada y Erión. El primero de ellos me pareció precioso por la atmósfera que se recrea, por ser reflexivo e intimista. Un joven de 25 años parte de su lugar de nacimiento, donde ya no le queda nada, en busca de un destino. El largo camino le conducirá a conocer a múltiples personas y siempre tendrá la compañía de una sombra de identidad desconocida que aportará el puntito misterioso al relato. Al final del viaje, y cuando en un principio reflexiona que la aventura ha sido infructuosa, descubre que lo que ha encontrado no es, ni más ni menos, que la vida misma.
De la prosa de Carmen me gustó su cercanía. Posee la virtud o el defecto de acunarte con sus palabras. Ya me pasó cuando leí Non Serviam y me sigue pasando cuando me paro a leer sus reflexiones en el blog. Creo que tiene una forma bonita de expresarse, de hacernos llegar sus emociones. No debe ser fácil dar forma a una narración y mucho menos poner al alcance de todos, los más íntimos pensamientos.
La voz narrativa en Aúspice siempre será la primera persona, por aquello de la cercanía con el lector, y se desarrollará a través de la propia Carmen o de su Muso. De hecho este último hablará directamente con el lector, se quejará por haberle tocado en suerte la autora más impertinente, la más insoportable, la más melindres,...:
Ya veis que no solo los autores tienen derecho a quejarse. Sus inspiraciones también tienen motivos para ello. Me divertí mucho leyendo este capítulo porque fue, como se suele decir en términos taurinos, ver los toros desde el otro lado de la barrera.
Cuando un lector abre un libro lo típico es encontrar una dedicatoria. Hay quien dedica las hojas venideras a sus padres, a sus hermanos, a sus hijos, a su perro, a sus abuelos, a su marido/esposa o compañer@, a su vecina del 5ª,... Carmen no. Ella escribe lo siguiente:
«Para todos los seguidores de mi blog.
Sin vuestro apoyo, nada de esto sería posible».
Porque Carmen Cervera Tort es una de los nuestros, una bloguera más que comenzó a dar escaparate a sus palabras a partir de su bitácora Diario de una escritora, así como para coger fuerza, como para soltarse, como para relajar tensiones y luego lanzarse a la autopublicación. De ese modo, escribiendo posts en su blog, se envalentonó y decidió publicar, allá por octubre del 2012, su primera novela Non Serviam. La cueva del diablo, una historia ubicada en Salamanca y con unos personajes más que peculiares. Puedes leer mi reseña aquí y te adelanto, que hay en proyecto una segunda parte, cuyo borrador comienza a tener forma aquí.
El proceso de publicación no fue fácil. Fueron muchos días de duro trabajo y muchas noches de desvelos y Aúspice es el fruto de aquella época.
¿Pero qué o quién es Aúspice? ¿Una novela? ¿Un diario? ¿El nombre de su gato? Aúspice. Una escalera con peldaños hechos de palabras es una recopilación de entradas publicadas en su blog (salvo el prólogo y el epílogo), algo que, en un principio, no tenía intención de ver la luz pero con este compendio quiso cerrar un feo capítulo de su vida. La autora lo califica de «idas de pinza dialogadas», «desparrames mentales narrativos», «disparates en prosa» [pág. 9] o más profundamente:
«Así que, en fondo y forma, este libro es, básicamente, un reflejo de lo que soy. También el resultado de un proceso, largo y tortuoso, pero también maravilloso, de autodescubrimiento y de aceptación. Todo ello narrado, en su mayor parte, en forma de diálogo, en presente simple de indicativo y primera persona del singular». [pág. 13]
Aúspice es un libro muy personal. Si en Non Serviam..., Carmen nos relataba una historia de ficción, en Aúspice nos desvela todas sus sensaciones, todas esas emociones reales y vívidas que sintió antes, durante y después de la publicación de su primer libro, aderezadas con circunstancias personales de toda índole y condición. Porque escribir un libro no es fácil, publicarlo aún menos, especialmente en los tiempos que corren y más aún cuando, a las dificultades de encontrar padrino o editorial, se suma las paranoias y neuras personales de su autora.
Hasta aquí, todo lo que Carmen nos cuenta en el prólogo de su libro, con el que me he sentido más cerca a esta joven periodista que intenta abrirse camino a través de la selva. Carmen saca en estas líneas su lado más humano y lo desarrollará a lo largo de las páginas siguientes. Es un prólogo que hay que leer de manera pausada, poniéndose en el pellejo del que lo escribe.
Una vez que traspasamos el umbral de este libro, la autora nos confiesa que posee un Muso y que se llama Aúspice (Ablativo singular de Auspex, auspicis: leedor de augurios, protector). Todos sabemos lo que es una musa y todos damos por hecho que las deidades de la inspiración tienen atributos femeninos pero ¿no estamos en la época de la paridad y de la igualdad de género? Pues eso. La inspiración de Carmen es un ente masculino, caprichoso, obstinado, desquiciante la mayoría de las veces y muy poco considerado, porque siempre que no se le espera aparece y cuando más se le necesita, ni rastro. No obstante, también tiene un lado tierno, meloso y mecedor de espíritus temerosos.
A lo largo de los distintos capítulos del libro (cada uno será una historia independiente, un momento puntual concreto) Carmen mantendrá diálogos con su Muso. Reconozco que he sentido debilidad por este individuo que se materializa cuando le viene en gana, a ratos impertinente, a ratos juicioso. Un ente que se enfada, al que Carmen saca de sus casillas, un pepito grillo, una voz de nuestra conciencia, aquel que la incita a escribir y que recrimina a la autora por perder el tiempo. A veces lo hace con la mayor de las ternuras, entonces me ha parecido «el hombre ideal» de tono conciliador irresistible, y otras con una pose chulesca que te induce a la sonrisa y que termina por ganarte. Si algo me ha chocado del Muso es que reitera con frecuencia el término «princesa» pero esta cuestión tiene una explicación coherente. El problema no está en el uso reiterado sino en que yo he leído el libro sin pausa ni descanso y Aúspice no es un libro de atracón en una sentada. Lo desarrollaré más adelante.
Entre los capítulos que conforman el libro, se incluyen dos cuentos: Nada y Erión. El primero de ellos me pareció precioso por la atmósfera que se recrea, por ser reflexivo e intimista. Un joven de 25 años parte de su lugar de nacimiento, donde ya no le queda nada, en busca de un destino. El largo camino le conducirá a conocer a múltiples personas y siempre tendrá la compañía de una sombra de identidad desconocida que aportará el puntito misterioso al relato. Al final del viaje, y cuando en un principio reflexiona que la aventura ha sido infructuosa, descubre que lo que ha encontrado no es, ni más ni menos, que la vida misma.
De la prosa de Carmen me gustó su cercanía. Posee la virtud o el defecto de acunarte con sus palabras. Ya me pasó cuando leí Non Serviam y me sigue pasando cuando me paro a leer sus reflexiones en el blog. Creo que tiene una forma bonita de expresarse, de hacernos llegar sus emociones. No debe ser fácil dar forma a una narración y mucho menos poner al alcance de todos, los más íntimos pensamientos.
La voz narrativa en Aúspice siempre será la primera persona, por aquello de la cercanía con el lector, y se desarrollará a través de la propia Carmen o de su Muso. De hecho este último hablará directamente con el lector, se quejará por haberle tocado en suerte la autora más impertinente, la más insoportable, la más melindres,...:
«"Me duele la cabeza". ¿Habéis oído excusa más patética? Pues yo sí. Y ya no puedo más. De todas las tías taradas del mundo tenía que tocarme la más insufrible. No escucha, no hace caso, se queja de todo en todo momento, encuentra mil motivos para no sentarse a escribir... ». [pág. 43]
Ya veis que no solo los autores tienen derecho a quejarse. Sus inspiraciones también tienen motivos para ello. Me divertí mucho leyendo este capítulo porque fue, como se suele decir en términos taurinos, ver los toros desde el otro lado de la barrera.