FOTOGRAFIAR LA LLUVIA de Lluvia Beltrán.

Autor

Nacida en Madrid en la primavera del 76, se formó como periodista por su pasión hacia las letras y durante años ha colaborado en distintos medios tanto literarios como informativos. Actualmente escribe en blogs de diversa temática.

Escritora multifacética ganadora recientemente del tercer premio en un concurso de relatos de temática zombie con ¿Quienes sois?

Fotografiar la lluvia es su primera incursión en el mundo literario. 

Sinopsis

¿Qué pasaría si un día fotografiaras algo que no deberías? Algo tan simple como salir a fotografiar la lluvia o personas anónimas que desprenden algún tipo de fotogenia, puede cambiar tu vida. Esta es la historia de una aficionada a la fotografía que solo pretendía ser observadora anónima y mirar el mundo a través del visor de su cámara, pero a la que una serie de acontecimientos le muestra que no siempre puede pasar desapercibido ni asomarse al mundo sin dejar huella y sin que el mundo deje huella en ti.

Agradezco el envío del ejemplar a... 

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Fotografiar la lluvia es un libro que despertó mi interés de manera súbita. Soy muy aficionada a la fotografía. En más de una ocasión he salido a la calle con la cámara a cuestas y teniendo un único objetivo: mirar el mundo a través del visor y  captar instantes de realidad.

En esta primera novela, que se inicia con una mención al fotógrafo americano Steve McCurry, Lluvia Beltrán nos presenta a una joven fotógrafa que compartirá vivencias, tiempo y espacio con otros personajes. El argumento recoge el discurrir de unos cuantos días en la vida de esta chica llenos de sueños extraños y pesadillas, de amores (homo- y hetero-) que van y vienen, de peligros que acechan y de incertidumbres y dudas. Podríamos decir que la novela nos ofrece la vida cotidiana y común de unos jóvenes con algún que otro sobresalto. Un argumento que nos suena de verlo a diario y unos personajes que bien podrían formar parte de un entorno juvenil actual. No estamos ante una trama densa y llena de recovecos sino que se trata de una historia sencilla en la que los personajes se relacionan para bien o para mal, encontrando obstáculos y piedras en el camino. Como la vida misma.

A la protagonista le gusta salir a fotografiar el deambular de la gente por las calles de Madrid y en eso me identifico con ella. Un clic allí y otro allá, para luego intentar profundizar en esos rostros inmortalizados por la cámara. Tal y como se recoge en la novela, existe una antigua leyenda que asegura que al tomar una fotografía de una persona le robamos su alma. En algún lugar había oído algo al respecto pero desconocía el origen de esta leyenda que según nos narra la autora, se atribuye a las tribus indígenas. Sea como fuere, me gusta la forma en la que la autora habla de la fotografía y de las reflexiones que Lluvia (protagonista) deja constancia en su blog personal.

Fotografiar la lluvia está llena de amor, de inseguridades, de soledad, de ilusiones, de pensamientos, de sentimientos,...  en definitiva de mucha vida.


Los personajes están bastante bien dibujados por lo que no cuesta lo más mínimo imaginarlos. Lluvia, o Carolina como realmente se llama, es una chica solitaria, aunque no amante de la soledad, independiente y a la que no le gusta mucho sociabilizar. Tiende a ser desconfiada, arisca y tímida por lo que le cuesta abrirse a los demás, pero al mismo tiempo se mueve en ocasiones por impulsos. Por regla general posee poca seguridad en sí misma. 

Del resto de los personajes (Adrián, Jarrel,...) me gustaría destacar a Sonia, la cantante del grupo Buried Alive a la que Lluvia conoce por cuestiones laborales. Sonia posee todo lo que le falta a Lluvia. Es lanzada, promiscua, sociable, abierta a todo tipo de experiencias sin prejuicios, goza de una vida a su aire, sin excesivas preocupaciones. Lo que viene, bien y lo que no, también.

La ciudad de Madrid ocupa un lugar importante en el desarrollo de la novela y los que viváis allí podréis visualizar con mucha claridad el discurrir de los personajes por las calles. Lugares como los Jardines de Sabatini, la Plaza de Oriente o el Templo de Debod tienen su espacio en esta novela. 

Escrito en tercera persona por un narrador omnisciente y con capítulos numerados y de longitud variada, Lluvia Beltrán nos presenta una narración en la que las descripciones físicas llegan a adquirir un papel predominante, especialmente en los primeros capítulos. La prosa otorga frescura a la narración favoreciendo el carácter actual del que goza la novela.

Y ahora toca puntualizar dos detalles. Quizás me equivoque pero, mientras leía esta novela, veía cierto aire de género juvenil, sobre todo en la construcción de los diálogos, que me descolocaba un poco, no porque me produjeran rechazo sino porque no esperaba encontrarme tal estilo. Esto no ha supuesto un gran obstáculo, la verdad, pero he considerado correcto mencionarlo. 

Por otra parte, tengo que confesar que, en ocasiones, me costaba trabajo distinguir qué personaje estaba protagonizando la acción. Me explico. En el mismo capítulo se intercalan personajes y acciones, pues bien, cuando la autora finaliza una escena y pasa a otra no establece ninguna separación visual entre párrafo y párrafo, algo que suelen hacer los autores para, precisamente, advertir al lector que cambiamos de personaje y de escenario. De esta manera, en algún momento he tenido que volver hacia atrás para poder aclarar en qué lugar de la narración me encontraba. 

En definitiva, y a pesar de esas dos puntualizaciones nimias, Fotografiar la lluvia supone una lectura amena y agradable en la que conoceremos la vida de un grupo de jóvenes entre los que despuntan Lluvia y Sonia. La novela, con final abierto, cuenta con pequeñas dosis de intriga y suspense a la vez que está regada con sutiles y elegantes escenas de sexo. La novela, en general y sin grandes pretenciones, me ha gustado. Proporciona un buen rato de entretenimiento.