¿REALISTA?: INVASOR

Año: 2012.

Director: Daniel Calparsoro.

Reparto: Alberto Ammann, Antonio de la Torre, Karra Elejalde, Inma Cuesta,...

Género: Thriller. Bélico

Sinopsis: Pablo es un médico militar español enviado en misión de paz a Irak durante la guerra de 2003. En una salida rutinaria su convoy es atacado en el desierto. Él y su amigo Diego logran refugiarse en una casa deshabitada, pero se ven envueltos en un conflicto que pone sus vidas en peligro

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A pesar de ser una adicta al cine español (y lo digo con total convencimiento y sabiendo la opinión que nuestro cine despierta en muchos espectadores) no tenía especial predilección por ver esta película porque el género no es precisamente de los que me atraigan. Pero por otra parte, Alberto Ammann y particularmente Antonio de la Torre sí son dos actores que no me disgustan, con lo que, con la botella medio llena, me encaminé a una sala de cine. 

De Daniel Calparsoro, un director que demostró mucha inclinación por Nawja Ninri en sus primeras películas y con quien vivió un matrimonio fugaz, no tengo mucho conocimiento. De la decena de películas que ha dirigido tan solo he visto Asfalto y Ausentes, esta última con bastante agrado, al tratarse de un thriller psicológico interpretado por Ariadna Gil y Jordi Mollá.

En Invasor, basada en el libro de Fernando Marías,  el director nos mete de lleno y sin anestesia en medio de los conflictos que asolaban Irak por el año 2003 (¿en pasado?). Nos encontramos a dos médicos militares, Pablo (Amman) y Diego (de la Torre) auxiliando heridos y en misión humanitaria. De vuelta al destacamento su convoy es atacado, sin embargo los dos protagonistas consiguen salvarse al refugiarse en una casa, aparentemente deshabitada. Los acontecimientos posteriores desvelan una historia que navega entre la verdad y la mentira, en la que nuestros dos protagonistas serán víctimas no solo de un conflicto bélico internacional sino de otro conflicto mucho más cercano a casa, en el que el gobierno de nuestro país queda retratado desde su perfil más siniestro.

Estamos ante una película que no destaca por ser un imprescindible en el panorama filmográfico. No se trata de una cinta que tengas que ver sí o sí. En mi caso, no me impactó excesivamente. La veía desde mi butaca con cierta distancia como si quisiera obligarme a creer pero sin llegar a conseguirlo del todo. Aún así me dio mucho que pensar, me hice muchas preguntas y las dudas no han dejado de orbitar desde entonces. Me vi a mí misma escuchando y leyendo noticias sobre conflictos internacionales en los que nuestro país participa y germinó dentro de mí la desconfianza. ¿¿Todo lo que leo o escucho es completamente cierto?? ¿¿Todo está teñido con los colores de la verdad?? Ya somos mayorcitos y sabemos de sobra de qué pie cojean los medios de comunicación y a quién sirven. Todo es un juego. Todo es una pantomina. La misma noticia se pinta con sesgos distintos en función del medio que la retrate. ¿Qué creer entonces? Esta película coloca al espectador entre bambalinas y le hace cuestionarse la realidad en la que vive.  

Si tengo que hablar de la interpretación prefiero centrarme, en primer lugar, en el papel de Antonio de la Torre. Este andalúz se abre camino, picando allí y allá, generalmente acertando con la elección de sus papeles y practicamente controlando su intrepretación. Me gusta. Recientemente lo vi en un cameo que hizo en un episodio antiguo de la serie Aída y en ese momento pensé que era un actor muy versátil. Destaco el papel que interpretó en la película Gordos de Daniel Sánchez Arévalo, donde tuvo que aumentar su peso en 33 kilos y que le valió su segunda candidatura a los Goya como actor masculino protagonista.

Alberto Ammann me conquistó en Celda 211 y desde entonces he seguido casi todos sus trabajos -Lope y Eva-. En su última película lo vi flojo. En ésta no ha alcanzado los niveles de la primera, no me ha transmitido la fuerza que debería al interpretar a un personaje que se debate entre la verdad y la mentira, que no se cuestiona ni un solo instante su moralidad a pesar de que pasarse al otro bando le puede acarrear graves problemas para su familia.  Su faceta de militar es mucho más intensa que en la de su vida civil, en la que pierde fuelle y se desinfla. 

Karra Elejalde (Jesús Baza), un individuo al servicio del gobierno, algo así como un hombre de negro que elimina los problemas, el que tapa las meteduras de pata, el que impide que la verdad salga a la luz.  Llega a dar miedo, pero solamente por lo que implica, y al mismo tiempo provoca cierta repulsa. El espectador se enfrenta con un personaje que habita las cloacas del poder establecido y aunque se presupone un personaje de ficción, te llegas a preguntar por lo que se cocina cada día en los despachos gubernamentales. 

En cuanto a Inma Cuesta (esposa de Pablo), reconozco que me gustó muchísimo en La voz dormida de Benito Zambrano (a pesar de aquel acento artificial) pero en esta cinta no es más que la sombra de su marido. Arquitecta en el paro, ella y su hija, viven anexas a un hombre en constante peligro por sus misiones humanitarias en terrenos convulsos, sobreviven del salario del Estado y se verán involucradas en una situación delicada con motivo de la integridad de su marido.   

El rodaje cabalga entre Canarias y Galicia donde se desarrolla una persecución al más puro estilo americano, algo que no me gustó en absoluto. En cambio, las escenas de guerra sí son bastante buenas y creíbles.

En definitiva, una película a la que le pongo la etiqueta de pasable, con acción principalmente en la primera media hora y que, como ya dije anteriormente, ha hecho cuestionarme (más aún si cabe) el mundo en el que vivimos.   En cuanto al final confieso que no me lo esperaba. ¿Alguna vez ganan los buenos?

Os dejo con mi puntuación final y el trailer. 
7/10