ENTRE LOS MUROS DE CRICKLEY HALL de James Herbert.

Autor

James Herbert es el escritor de novelas de terror que más vende en Inglaterra y uno de lo más populares del país. Sus libros, publicados en treinta y tres idiomas incluidos el ruso y el chino, han vendido más de cincuenta millones de copias en todo el mundo.

Nació en Londres en la década de los cuarenta, fue cantante en un grupo de rock, y entre finales de los sesenta y principios de los setenta trabajó como director de arte de una reconocida agencia de publicidad. En 1975 dio un giro profesional para dedicarse a la ficción y su primera novela, La invasión de ratas, se convirtió inmediatamente en un best seller, considerado un clásico de la narrativa popular contemporánea. Actualmente vive cerca de Brighton con su mujer y sus hijas.

Ha sido galardonado con el The World Horror Convention Grand Master Award, una distinción que se concede anualmente a los autores que contribuyan con sus obras a la literatura de terror.

Sinopsis

Una tragedia familiar se entrelaza con lo que podría haber ocurrido en la casa de Crickley Hall hace muchos años.

Para dejar atrás la devastadora desgracia que han sufrido Gabe, Eve y sus dos hijas dejan Londres y se instalan en Crickley Hall, una casona encaramada en un barranco, a merced del viento y la lluvia.

Durante la primera noche oyen crujidos y pisadas que provienen de la buhardilla vacía, y ven misteriosas figuras que se recortan contra la escasa luz que se filtra por las ventanas. Pero Gabe cree que todo se debe a la fragilidad emocional en que está sumida su familia. Sobre todo Eve, incapaz de superar el sentimiento de culpa por haber perdido de vista a su hijo Cam en el parque. Fueron apenas cinco minutos, pero desde entonces nadie ha vuelto a saber de él.

Y parece que Crickley Hall también está marcada por la tragedia, por un suceso terrible que se remonta a los años de la Segunda Guerra Mundial. La casa albergaba a un grupo de refugiados  huérfanos y durante una terrible noche de tormenta, esos críos perecieron ahogados.

No podrás dejar de leerlo, pero no debes hacerlo de noche.

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Los que me hayáis leído anteriormente, sabréis que mi umbral del terror está muy alto y que, hasta día de hoy, pocas son las películas que me han asustado de verdad y casi ningún libro lo ha conseguido. Sin embargo, y en honor a la verdad, os tengo que decir que con este libro, al menos, el suspense está garantizado.

Lo primero que me ha gustado es la distinción temporal e inicial que hace el autor. Tras la cubierta, nos encontramos con una primera parte que se titula ANTES. En esas pocas páginas se describe una situación que deja ya al lector con la mosca tras la oreja, pero sin desvelar demasiados datos. Las siguientes páginas recogen el AHORA y a partir de ahí toda la historia, con retrocesos en el tiempo narrados por distintas voces y que nos permiten ir configurando en nuestra mente toda la historia.

La trama es bastante buena y original para tener de fondo una casa encantada. Por un lado, una mansión lúgubre que soporta una historia tenebrosa a sus espaldas, un pueblo que oculta un secreto y se mantiene callado, una guerra de tremendas consecuencias, once niños pequeños y dos hermanos -Augustus y Magda Cribben- que bien podrían ser el mismísimo diablo. Por otro lado, una familia (padre -Gabe-, madre -Eve-, dos hijas pequeñas -Loren y Cally- y un perro -Chester-) que se trasladan a Crickley Hall para dejar atrás una terrible experiencia sin saber que será peor el remedio que la enfermedad. 

Y es que Crickley Hall es el ojo del huracán. Al principio me costó hacerme una idea de cómo era la casa a través de las descripciones del autor pero cuando leí las palabras de Eve  al llegar a la mansión, todo quedó claro como el agua:

«...recordaba más a un antiguo  sanatorio o un hogar para ancianos indigentes que a una residencia pensada para ser habitada por una familia.»

El suspense está servido en cada capítulo. No hay ningún pasaje que resulte pesado ni en ningún momento te dan ganas de adelantar páginas a pesar de que la longitud de la obra no es baladí. 608 páginas estructuradas en 81 capítulos (algunos muy cortos) y un epílogo. Nunca he sido partidaria de obras muy voluminosas porque con las que me he enfrentado he tenido la sensación de que el autor estiraba el nudo de forma excesiva. En el libro de hoy, he tenido esa sensación en el desenlace pero de forma tan, tan somera que en ningún momento lo considero como algo que se pueda objetar. 

El contacto de los miembros de la familia y actuales inquilinos de la casa, con otros habitantes del pueblo abre las puertas a nuevas historias. Seremos espectadores del pasado de Judd Percy (el jardinero) y de Lili Peal (una vidente). Ambas historias suponen un momentáneo respiro del hilo argumental principal.

A medida que vas avanzando en la historia, disfrutas cada vez más de la manera de narrar de Herbert. Con cada capítulo el autor da una vuelta de tuerca con lo que el suspense sube y sube hasta alcanzar un clímax que engulle al lector en la propia tormenta que se describe en el libro. Cuando te has olvidado de un personaje y de su historia con motivo de todos los hechos que se producen, vuelve a aparecer de nuevo sin que te lo esperes. Nuevas caras, nuevos nombres,... nada previsible. Me gusta mucho la forma que tiene Herbert de unir pasado y presente, lo hace de manera suave, sin sobresaltos que produzcan rechazo pero al mismo tiempo introduciendo giros sorpresivos. 

Quizás el final pierde un poco de fuelle y lo mismo se puede pensar que queda algún fleco suelto pero la tensión que has vivido anteriormente es tan intensa que incluso agradeces que el autor baje el listón.

En definitiva, la impresión general que tengo de Entre los muros... es lo suficientemente buena como para recomendarla a los amantes del género, ahora bien, todo no puede ser perfecto. Lo único negativo que tengo que destacar se centra en la técnica narrativa que emplea el autor en las primeras 25 páginas. En su afán de dar una visión clara de la situación, el autor hace un uso excesivo de subordinadas y se deshace en miles de explicaciones que enmarca dentro de paréntesis. Reconozco que la intención es buena para con el lector, pero en mi caso, más que ayudarme a dibujar el ambiente lo que conseguía era frenar mi ritmo de lectura. Sin embargo, tras este obstáculo inicial, el lector se encuentra con una prosa que se estabiliza, se hace ligera y desaparece la pesadez inicial.

¿Para cuándo una película basada en este libro? Salvo error, creo que actualmente se está emitiendo una serie en la BBC. Os dejo con el trailer.

Y aquí el audiolibro.

Hasta aquí os cuento pero si os animáis a leerlo os advierto que posiblemente soñareis con Augustus Cribben y su ...     Chsss... ¡Zas!