sábado, 28 de julio de 2012

MANIAS Y COSTUMBRES

Desde que España vive sumergida en la terrible bestia que es la crisis. Desde que las colas de las oficinas del INEM se extienden más allá de lo que la vista alcanza. Desde que en dichas colas encuentras a ciudadanos de todo orden y condición: hombres o mujeres, jóvenes, adultos e incluso rozando la senectud, universitarios o personas con estudios primarios, padres y madres de familia... Desde que tantas pymes se han visto abocadas al fracaso y han tenido que echar el cierre. Desde que el camino al trabajo y del trabajo a casa se ha vuelto tan desolador al cruzarte con caras cariacontecidas, ilusiones rotas, preocupaciones por el mañana. Desde que los políticos de este país, sean del signo que sean, son los últimos que se enteran de las múltiples dificultades que los españoles padecen para subsistir día a día. Desde que la prima de riesgo se ha convertido en alguien tan conocido como la vecina del quinto, de la que todo el mundo cuchillea en los rellanos de la planta, durante la compra en el mercado, en los descansos de los partidos de fútbol o mientras te echan las mechas en la peluquería... En definitiva, desde que no levantamos cabeza, soy consciente de que cada uno de nosotros ha puesto en marcha múltiples tretas para ahorrar unos euros y seguir a flote. 

Obviamente, y aún siendo una de las pocas afortunadas que cuentan con trabajo en España, eso sí, ninguneada por los políticos que sin cortapisa se atreven a minorar mi sueldo mientras esa clase intocable que ellos conforman viven como si tal cosa... ¡es lo que más jode!, digo que aún teniendo trabajo, yo también he tenido que ingeniármelas para recortar (este verbo debería aparecer en mayúsculas en el diccionario de la Real Academia de la Lengua), gastos sin que mi vida se vuelva apática, triste y gris.

Hace un par de años, y viéndomelas venir, tomé una decisión de la que no me arrepiento. Es algo tremendamente sencillo y tontorrón pero a mí me funciona estupendamente. Veréis. Esta afición mía por la lectura ha provocado de siempre en mi bolsillo agujeros más grandes que el de la capa de ozono, del que por cierto, ya apenas se habla, con toda la tabarra que dieron en su día. De hecho, editoriales, libros y autores siguen todavía metiendo mano en mi cartera pero por supuesto, con permiso de la que suscribe. Pero ¿qué es lo que ocurría? Pues que a veces me gastaba una cantidad ingente de dinero en libros y para mi desgracia, en ocasiones, me decepcionaban. Así pues, cuando hecho una ojeada a mi biblioteca me entristece toparme de pleno con esos libros que me han ganado la batalla. Es más, en un rincón del ciberespacio (no busquen en este blog) hay un apartado que se titula CON LOS QUE NO PUDE y ahí quedan catalogados todos esos libros - no muchos, ¿eh? - que me ha sido del todo imposible acabar, a la espera de que me vuelva el arrebato de darles una segunda oportunidad o bien me decante por abandonarlos para siempre.

Biblioteca Infanta Elena
Para evitar que me siguiera ocurriendo esto - gastar pasta en libros que ni fu ni fá -, pensé que sería buena idea hacerme usuaria de una biblioteca pública, tomar en préstamo aquellos libros que quisiera leer y luego, si el libro en sí me encandilaba, adquirirlo bien a través del Círculo de Lectores o bien a través de cualquier librería. Al menos así garantizaba que el dinero estaba bien invertido. Reconozco que muchos pueden pensar que es una tontería comprar un libro que ya has leído previamente pero es algo así como el que compra un cuadro que contempla cada día. Además, en esta actitud mía tiene mucho que ver mi amor por la literatura, la cual me ha llevado incluso a tener una relación casi enfermiza con mis libros. Si pretendes que te preste un libro, te garantizo que te va a costar lo tuyo. Antes te hago firmar un documento con tu propia sangre en el que te comprometas a velar por la integridad física del volumen en cuestión, anteponiéndolo a tu propia vida y asegúrate de que, después de leído, retorna a mis manos porque de otro modo me tendrás pegado a ti como si de tu sombra se tratara. 


Exageraciones aparte, no se trata de egoísmo o avaricia, sino más bien que la experiencia me ha demostrado que no todo el mundo cuida de aquello que no es suyo como si fuera propio. Todavía me acuerdo de aquella vez que presté un libro y me lo devolvieron muchos meses después, todo desencolado y con las hojas sueltas. Parecía que el libro había servido de juguete al perro de la familia. Uff! Aún me tiemblan las canillas.


Como colofón a mi maniático proceder, estas pasadas Navidades los Reyes Magos me hicieron un regalo precioso que me apresuro a utilizar en cuanto un libro nuevo entra por las puertas de mi casa. Se trata de un ex-libris. Un sello de caucho con la imagen de mi Puente de Triana y mi nombre, tal como muestra la fotografía. De este modo me aseguro de que al receptor le queda bien clarito quién es el propietario del libro y que por mucho que se quiera hacer el olvidadizo, no hay escapatoria.

En fin, aquí queda plasmada mi pequeña manía, mi pequeña manera de ahorrar sin que mi afición por la lectura se vea mermada por los recortes que cada uno de nosotros nos hemos visto obligados a asumir como consecuencia de la desastrosa situación en la que nos vemos sumergidos. 

¿Y vosotros? ¿Tenías alguna manía?

Benjamin Franklin: "Carecer de libros propios es el colmo de la miseria".



P.D. Querida hermana, después de semanas intentando recordar qué libro figura en tu poder y que en realidad me pertenece, ¡por fin me he acordado! Busque usted en su biblioteca un ejemplar de la novela de Antonio Gala titulada Las afueras de Dios.  Le doy una pista. Se trata de éste...

Haga usted el favor de dejar de hacerse la remolona y devuélvalo a su legítima dueña de una vez, que si no recuerdo mal se lo presté allá por el año 2000. ¡Gracias!



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11 comentarios:

  1. A mí me ocurre igual a la hora de prestar libros, y de hecho me da cierto apuro cuando me toca pedirlos a mí. No me gusta que se estropeen y, si por mí fuera, hasta casi usaría guantes para que no se deterioraran (esas malditas "esquinitas" dobladas!!)
    También soy socio de la Biblioteca, y es que los precios de los libros tampoco dan mucho margen de maniobra...

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  2. Pues, me alegro que me lo digas, y efectivamente lo encontré y efectivamente empecé a leerlo, ya que tú me habías dicho que era muy "bonito", sí, esa fue la justa palabra que utilizastes, y como digo empecé y acabé de leerlo; ¿bonito?!!!, me he tragado tochos incomibles, pero este me ha podido en la pag 39!!!, quizás aún no haya llegado a la parte esa que lo hace "bonito", pero leerme las crisis de fe de una monja no se me hace muy atractivo, con todos mis respetos hacia el autor, que sí tiene otros titulos que me han engachado. Así que lo dicho, lo encontré el otro día en mi biblioteca, que como tú bien sabes, por falta de espacio, tengo dos filas de libros por estante y eso que es una biblioteca pauperrima!!!. Pero para tu tranquilidad sigue encolado y con sus lomos correspondientes, otra cosa a lo peor no tengo, pero cuido lo que no es mío mejor que si me perteneciera y mas si es un libro. Ahora ha llegado el momento de mi sufrimiento, porque ya sabes qe Ana también comparte nuestro gusto por la lectura y se dedica a prestar mis libros a sus amigas!!!!. Ya me han volado dos del tirón: "Los renglones torcidos de Dios" y "La mano de Fatima". Espero su regreso con impaciencia y que este blog me sirva de agenda, que ya sabes que tengo la memoria al borde de la demencia senil...!!!!

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    1. Jejeje, esto más que un comentario tiene toda la pinta de ser un desahogo. A veces a los libros hay que darles un poco más de tiempo para cogerle el "punto", aunque en nuestro caso, es más acertado achacarlo a que no coincidimos en gustos, ni en libros, ni en películas.

      En cuanto a mi sobrina Ana, esa joven de 20 años fiel a Isabel Allende y expectante lectora de EL ÁRBOL DE LA CIENCIA (¡ahí es nada!) va a tener que mirar con lupa a quién le presta los libros porque probablemente el libro acabará dando tumbos de un lado a otro y no lo leerán... ¡Que haya suerte!

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  3. Jeje, yo es que no se si ya te había comentado que aún a riesgo de parecer una egoísta hace aproximadamente un año tomé la decisión de que ya no dejaba más libros, estaba cansada ya de que me los devolvieran en mal estado o no me los devolvieran, y si eran ediciones antiguas descatalogadas a ver a donde lo encuentras luego? Con esfuerzo lo he cumplido a rajatabla, alguna que otra cara larga y comentario "ofendido" he tenido que soportar de algún conocido que me ha pedido alguno prestado pero me da igual, para disgustarme yo por el libro perdido que se enfaden ellos dos faenas tienen y si no que se vayan a la biblio. Un saludo.

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  4. Así es.. Hay gente muy poco considerara con la propiedad ajena. Ellos se lo pierden. Saludos!

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  5. Recuerdo cuando me hice socio de la biblioteca pública jejeje, estaba situada por entonces en la c/Alfonso XII y lo que solía sacar eran los Asterix y Tintines, que tiempos, Me hicieron el carnet con números romanos de los años que hace.
    Si los exlibris hablaran dirían que eres una Trianera de esas que no renuncian a sus dominios ya sean materiales como territoriales. Mi exlibris menos personal pero muy querido (cuando me organice un poco quizás firme mis reseñas con él.

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    1. ¿Números romanos? Pero qué exageraooo jejeje... En cuestión de dominios... como se trate de libros no parto pera con nadie!

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  6. Yo no entiendo como hay gente que sabiendo que un libro no es suyo se queda con él sin que le dé el más mínimo reparo. Yo ya sólo presto a quién sé que los devuelve. El caso que más me ha enfadado es el del libro "el juego del ángel". Lo presté a una "conocida" que cada vez que me ve me dice "te debo un libro". Y sí, me lo debe pero no hace nada por devolvérmelo. De esto hace ya cuatro años. Me da coraje porque el libro en sí me gustó y además no es de los baratos.

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    1. Pues sí que da rabia pero en estos casos, si esas personas muestran su cara dura, el propietario del libro también debería echarle morro al asunto y recordárselo cada vez que lo tenga delante. Aunque te tachen de cansino pero seguro que al final recuperas tu libro. Besos.

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  7. Qué gracia. Me he visto reflejada en este post como si estuviera delante de un espejo. La viva estampa de lo que yo soy, en términos librísticos (si no existe el vocablo que la RAE se lo apunte en lista pero YA).

    Yo también tengo una relación casi enfermiza con mis librotes adorados. Son los mejores amigos que puede tener un apasionado de las letras escritas (me declaro bibliófila y a ratos, hasta bibliófaga). Te transportan a otros mundos, te ayudan a imaginar, soñar, despiertan tu creatividad y encima nos ejercitan intelectualmente, es gimnasia para la mente. Y decoran tu casa porque ya lo dijo el gran Cicerón: "un hogar sin libros es como un cuerpo sin alma". Cuando veo una estancia llena de libros, las 4 paredes de una habitación repletas de estanterías libreras me da una envidia... solo que en mi caso todo signifique un gran pasto de polvo y ácaros que tanta alergia me producen. Pero por pasión, hasta me aguantaría :)

    Y el Ex-Libris, qué gracia también. Yo me confeccioné uno personal. Libro que me compro (rara vez por la pasta) o me regalan ¡plof!, le coloco el emblema ipso facto. Eso sí, cuidado con pedirme prestado un libro mio y solo mio que no por ser egoísta, pero adoro que mis cosas sean mias y solo mías. Si me extravían o estropean uno creo no respondería de mí.

    Y por supuesto soy socia de la biblio de mi ciudad, desde bien peque. Voy regularmente, pero solo porque soy taaaan lenta al leer que 15 dias de préstamo me parecen pocos (puedo estar un mes con un mismo libro). Ejem, para la reseña tengo que quedarme con TODO, TODO y TODO del libro. Ya se me entiende ¿no?

    En fin, que me encanta esta entrada. Has empezado hablando de la jod*** crisis (que ya vale de ir rescatando solo a la banca ¿y los ciudadanos qué?, y de que los alemanes hagan como en la IIGM: dirigir Europa) y has terminado hablando de tu pasión, como digo, librística. Y todo con una ironía en su justa medida. Como con la labor de la lectura, una válvula de escape en mis también dias apáticos, tristes y grises. Salu2 y me apunto tu página en mi blogroll. //

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  8. Entonces coincidimos en muchas cosas, al margen de que ambas somos filólogas jejeje... Muchas gracias.. Yo seguiré tu blog que seguro que tenemos muchas más cosas en común. Besos.

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